APORTACION PROSALUS

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APORTACIONES DE PROSALUS A LA REFLEXIÓN CON MOTIVO DEL
10º ANIVERSARIO DE LA DIRECTRICES VOLUNTARIAS
Tema 1: Derecho a una Alimentación Adecuada: pasado y presente
¿Cuáles han sido algunos de los logros más importantes y algunas de las principales carencias en la
lucha por el derecho a una alimentación adecuada durante las últimas décadas a nivel mundial,
regional y local?
En los últimos 20 años el reconocimiento formal del derecho a la alimentación se ha ido
abriendo camino de forma notable. Una serie de hechos se fueron encadenando para que esto
fuera así: la propuesta de Código de Conducta sobre el derecho a la alimentación que surgió
desde organizaciones de la sociedad civil después de la I Cumbre Mundial de la Alimentación
de 1996, actuando como detonante o como inspiración para la Observación General 12 del
Comité DESC en 1999; la creación de la relatoría especial sobre el derecho a la alimentación en
2000; el mandato dado a la FAO por la II Cumbre Mundial de la Alimentación en 2002 para
poner en marcha un grupo de trabajo intergubernamental que elaborara las directrices
voluntarias para la realización progresiva del derecho a la alimentación (finalmente aprobadas
en noviembre de 2004); la posterior creación de un equipo específico sobre el derecho a la
alimentación en la FAO; y todo ello trufado con multitud de campañas e iniciativas de diversa
índole, surgidas fundamentalmente de organizaciones de la sociedad civil, que han hecho
sensibilización e incidencia sobre este tema.
Cuando miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que el posicionamiento del DHAA en la
agenda no ha sido regalado; ha habido muchísimo trabajo de muchísima gente en muchísimos
lugares para empujar este enfoque, de manera que ahora ya es impensable hablar de
erradicación del hambre o de impulsar la seguridad alimentaria y nutricional sin incorporar la
referencia al enfoque de derechos humanos, al derecho humano a la alimentación adecuada.
Todo el movimiento que se ha producido a nivel internacional en torno a la crisis alimentaria
que se abrió en 2007-2008 así lo acredita. Tanto en el trabajo hecho por Naciones Unidas, con
la creación del High Level Task Force on Food Crisis y el desarrollo del Comprehensive
Framework for Action, como en otras iniciativas multilaterales (L’Aquila, GAFSP) o desde las
agencias estatales de cooperación, y desde las ONG y movimientos sociales, la referencia a la
realización del derecho a la alimentación aparece por todas partes. En muchos países –
especialmente en América Latina- se han desarrollado procesos legislativos que, de una u otra
forma, incorporan el reconocimiento explícito de este derecho.
Sin embargo, este posicionamiento del enfoque del derecho a la alimentación sigue siendo
todavía más formal que real. En esos mismos 20 años de referencia, desde la I CMA en que se
firmó la Declaración de Roma de la Seguridad Alimentaria Mundial con el compromiso de
reducir a la mitad el número de personas hambrientas antes de 2015, el número de personas
que ven violado su derecho a la alimentación no ha disminuido en términos absolutos.
Probablemente, la realidad del hambre en el mundo es la más masiva violación de derechos
humanos que se da en nuestro tiempo, pero parece que esta violación es “tolerable”.
Los esfuerzos por llevar el derecho a la alimentación de los papeles a la vida, desde el
reconocimiento formal a la realización efectiva, no han sido tan exitosos como en el plano de
las declaraciones. Se ha conseguido poner en marcha respuestas frente a las causas inmediatas
y subyacentes del hambre, pero no frente a las causas estructurales. Muchas de estas causas
profundas responden a lógicas globales, frente a las cuales la gobernanza es muy débil: las
causas estructurales del hambre están identificadas pero no hay respuestas adecuadas, no se
toman las decisiones necesarias, por falta de capacidad o por falta de voluntad.
Cabe señalar que aún existe una fuerte resistencia y trabas políticas en muchos países para la
aprobación de leyes de derecho a la alimentación debido, entre otras cosas, al choque de
intereses con las políticas y acuerdos comerciales que tienen suscritos. Por otro lado, aún son
amplísima mayoría los países que no han ratificado el Protocolo facultativo PIDESC y que, por
tanto, no han asumido un compromiso de refuerzo de la exigibilidad de los DESC, y entre ellos,
del derecho a la alimentación.
Tema 2: Las Directrices sobre el Derecho a la Alimentación
¿Cómo han contribuido las Directrices sobre el Derecho a la Alimentación a la promoción y
protección del derecho a una alimentación adecuada en los últimos diez años? ¿Cuáles son algunos
de los logros fundamentales y las principales limitaciones de las Directrices y su implementación?
Si bien, desde las organizaciones de la sociedad civil, el carácter voluntario de las directrices y
los términos en general poco exigentes en que están formuladas fueron desde el primer
momento un hándicap muy importante, no por ello dejamos de reconocer que, en estos 10
años de vida, han supuesto una aportación importante a diversos niveles.
Probablemente el primer y quizás más importante logro de las directrices ha sido el impulso
que han dado a una nueva forma de ver las cosas en la propia FAO. Quienes participamos en el
grupo de trabajo intergubernamental y luego hemos seguido de cerca la aplicación de la
directrices, la creación del equipo del derecho a la alimentación y sus vicisitudes, sabemos que
no ha sido un camino fácil; pero sin duda, aunque quede todavía mucho por hacer en este
sentido, el enfoque del derecho a la alimentación está muchísimo más incrustado en el
conjunto de la FAO de lo que estaba hace 10 años. No ha sido nada fácil, pero el avance en
este sentido ha sido importante y tiene repercusiones muy significativas: la FAO tiene una
presencia territorial inmensa y desarrolla una enorme cantidad de acciones de todo tipo
(asistencias técnicas, apoyo a proyectos, asesoría a los Estados, etc.); si toda esta acción capilar
se impregna y transmite el enfoque del derecho a la alimentación, este irá empapando la
acción de los Estados.
De hecho, es significativo que en estos diez años se hayan impulsado multitud de procesos de
elaboración de piezas legislativas y de estrategias de seguridad alimentaria en muchos países
(destacando en este sentido América Latina, sin duda, gracias al trabajo de la IALCSH) que
incorporan el enfoque del derecho a la alimentación.
Probablemente, como ya hemos señalado en el punto 1, el paso de las declaraciones formales
a la práctica sigue teniendo muchas limitaciones. Los términos genéricos en que están
redactadas las directrices quizás no han ayudado en este sentido. Pero el trabajo desplegado
por el Equipo del Derecho a la Alimentación, elaborando muy diferentes materiales de apoyo
(guías, cuadernos, checklist, manuales, etc.) y facilitando formación a los Estados interesados,
ha ido supliendo esta carencia y ha ayudado a que las directrices vayan tomando cuerpo en
acciones concretas.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, hay una importante limitación que es difícil de
abordar: las directrices están pensadas para apoyar a cada Estado en el cumplimiento de sus
obligaciones relacionadas con la realización progresiva del derecho a la alimentación; sin
embargo, como se ha comentado, algunas de las causas estructurales del hambre responden a
lógicas supraestatales, en las cuales la eficacia de las directrices es muy limitada.
Tema 3: El futuro
¿Cuáles son los principales desafíos y caminos a seguir para la plena realización del derecho a una
alimentación adecuada a nivel local, nacional, regional y mundial?
Nuestra impresión, a través de nuestro trabajo en diferentes países y a través del diálogo con
otras organizaciones con las que trabajamos, es que se va abriendo paso la toma de conciencia
de los Gobiernos (en el nivel estatal) sobre sus obligaciones relativas al derecho a la
alimentación. Pero queda mucho trabajo por hacer en dos direcciones, hacia arriba y hacia
abajo:
•
Hacia abajo, para que las normas, las políticas, las estrategias y los programas vayan
permeando a los niveles locales. Es importante que la aplicación de las directrices no
se quede en las capitales de los Estados, sino que las autoridades departamentales,
provinciales y municipales entiendan que les toca una parte importante en la
realización del derecho a la alimentación, que deben poner en marcha iniciativas en su
nivel y destinar presupuestos, y que las acciones a todos estos niveles tienen que estar
debidamente coordinadas y articuladas. Y para ello, hace falta potenciar una
participación activa y bien informada de la sociedad civil.
•
Hacia arriba, para poder abordar esas causas estructurales que comentábamos en los
apartados anteriores y para avanzar en la coherencia de esas otras políticas que tanto
impacto tienen en el derecho a la alimentación (energía, comercio, flujos financieros,
etc.). La gobernanza internacional aparece fragmentada (G-8, G-20, BRICS, UE) y débil.
En este ámbito, debemos reconocer que esperábamos más del Comité de Seguridad
Alimentaria Mundial reformado.
Será importante trabajar para que el derecho humano a la alimentación sea una de las
prioridades destacadas en la Agenda para el desarrollo Post-2015 y en los Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Nos parece igualmente que un camino sobre el que interesa profundizar
(aunque quizás excede del ámbito de las directrices y de las competencias de la propia FAO) es
la forma en que el Protocolo Facultativo PIDESC podrá contribuir a fortalecer la exigibilidad del
derecho a la alimentación.
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