la civilizacin romana - Liceo Marta Donoso Espejo

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Historia y Ciencias Sociales
LA CIVILIZACIÓN ROMANA
La ciudad de Roma surgió de los asentamientos de tribus latinas, sabinas y etruscas. Los primeros habitantes de Roma en las
siete colinas, en la confluencia entre el río Tíber y la Vía Salaria, a 28 km del mar Tirreno. En este lugar hay una isla
donde el río puede ser atravesado. Debido a la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y
comercio.
Alrededor del siglo VIII adC los asentamientos se unificaron bajo el nombre de Roma Quadrata. La leyenda,cuenta que
Roma fue fundada por Rómulo el 21 de abril de 753 adC. Rómulo, cuyo nombre se dice habría inspirado el nombre de la
ciudad, fue el primero de los siete Reyes de Roma en haber sido elegido. Los historiadores romanos dataron la fundación en el
753 adC, y desde esa fecha contaron sus años.
Monarquía
La naciente ciudad-estado es gobernada por un rey (rex) elegido por
comicios y ademas tenia un consejo de ancianos (senatus) o senado. Los
reyes míticos o semi míticos son (en orden cronológico): Rómulo, Numa
Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Lucio Tarquinio Prisco,
Servio Tulio y Lucio Tarquinio el Soberbio. El último de ellos,
Tarquinio el Soberbio, fue derrocado y desterrado en el año 509 adC
cuando la República Romana fue establecida.
La organización de la República
Lema: Senatus Populusque Romanus
(Senado y Pueblo Romanos)
El Senado
En un principio estaba integrado sólo por
Patricios, pero luego se incorporaron también
los Plebeyos.
Después de la traumática experiencia monárquica, se fue imponiendo la idea de
que los temas de la ciudad debían ser preocupación de todos los ciudadanos unidos por un mismo derecho. De esta manera, la res publica, reemplazó al
gobierno de los reyes.
Originalmente, la ciudad se organizó en dos grupos sociales: los patricios y los
plebeyos. Los patricios eran miembros aristocráticos, que asumieron el
gobierno de Roma y cuyas familias contaban con un antepasado ilustre, el
pater. Los plebeyos, por su parte, eran un amplio grupo constituido por
artesanos, campesinos o comerciantes.
De los primeros siglos de la República son las luchas sociales entre patricios y
plebeyos, originadas por la supremacía de los primeros y las arbitrariedades a
que estaba sometida la plebe. De estas luchas surgieron una serie de medidas a
favor de los plebeyos: a) se les reconocen prerrogativas a los tribunos de la plebe
como la inviolabilidad, el derecho de auxilio y el derecho a veto, b) se publica la
"ley de las Doce Tablas" que termina con el derecho consuetudinario y se fija por
escrito el derecho romano, conocido hasta entonces sólo por los patricios. Esto
marca el inicio de la larga tradición jurídica de los romanos, c) se permitió el
matrimonio entre patricios y plebeyos, hasta entonces prohibido, d) los
plebeyos pudieron acceder al consulado, e) se autoriza a los plebeyos a
ingresar en los colegios sacerdotales.
Las magistraturas políticas en la República romana
El cambio más importante que se produjo a raíz de la abolición de la
monarquía fue el reemplazo de los reyes por dos cónsules, elegidos
anualmente por la Asamblea Popular. Estos cónsules, duraban sólo un año en
su cargo y debían rendir cuenta de su acción al término de su período. Cada
uno podía vetar y anular las resoluciones del otro y así se evitaban los abusos
de poder y la posibilidad de convertirse en tiranos. Los cónsules romanos
eran epónimos, es decir, le daban su nombre al año en el cual ejercían la
magistratura.
En tiempos de guerra o de grave crisis, existía una magistratura extraordinaria
que podía reemplazar a los cónsules: el dictador, que concentraba todo el poder
en sus manos, pero sólo por seis meses. Los censores realizaban cada cinto años
un censo con el fin de determinar la fortuna de los ciudadanos y distribuirlos en
las diferentes clases, además velaban por las buenas costumbres y la mantención
de las tradiciones. Los pretores eran jueces que estaban a cargo de la
administración de la justicia en la ciudad. Los ediles tenían bajo su dirección el
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Expansión romana
320 a.C.
270 a.C.
190 a.C.
control de las calles, edificios y mercados. Por último, los cuestores administraban y cuidaban el tesoro público.
La institución política más importante era el Senado, formado por trescientos
patricios que ocupaban su cargo de forma vitalicia. Los senadores eran hombres
de gran experiencia y autoridad. El Senado funcionaba como consejo, asesorando
a los diferentes magistrados. Controlaba a los cónsules, sancionaba las
resoluciones de la Asamblea Popular y vigilaba el cobro de los impuestos y la
hacienda pública. Dirigía la política externa de Roma, tomando decisiones de
guerra o de paz. En la práctica los "senadoconsultos" o determinaciones del
Senado eran obedecidos como leyes.
La Asamblea Popular tenía atribuciones básicamente electorales, pues elegía a
los magistrados y trataba las apelaciones del pueblo. El sistema funcionaba con
la participación directa de los ciudadanos, de manera que sólo ejercían sus
derechos políticos quienes se encontraban en Roma.
El consenso en la República romana
Debido a que los romanos comenzaron a desarrollar su proyecto imperialista y
obtuvieron éxitos en las conquistas, naturalmente surgió la pregunta ¿cómo
Roma pasó de ser solamente una ciudad a constituirse en un gran imperio?
Polibio, un esclavo griego avecindado en el círculo de los Escipiones, familia del
núcleo gobernante romano, respondió que la causa principal estaba en la
calidad de su constitución mixta. Lo que decía el historiador-esclavo en sus
Historias era algo asumido y creído por los sectores dirigentes romanos.
Este sistema era el que lograba armonizar, de una manera visible y positiva para
Roma, lo mejor de cada forma de gobierno pura: el principio monárquico se ve
representado por los cónsules, el factor aristocrático por el Senado y el
democrático por las asambleas populares. De esta manera, tanto los grupos
aristocráticos, como los ciudadanos que no descendían de los patricios
romanos, se sentían parte de un mismo proyecto, que los enorgullecía y por el
cual estaban dispuestos a dar su propia vida, sí era necesario.
140 a.C.
La expansión romana y la formación del Imperio
70 a.C.
Aníbal
Zona de influencia de Cartago
antes de primera guerra Púnica
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Roma era una ciudad muy pequeña en el centro de la península itálica, pero
después de la expulsión de los reyes etruscos, los romanos empezaron a
extender su dominio por toda Italia. A finales del siglo III a.C, la conquista
estaba prácticamente realizada.
Como consecuencia de su expansión, Roma entró en conflicto con Cartago,
rica y poderosa ciudad al norte de África, que había sido fundada por los
fenicios y cuyos barcos le aseguraban el control sobre el Mediterráneo
occidental. Este conflicto dio origen a las llamadas Guerras Púnicas, tres en
total.
En un comienzo, los romanos se vieron superados por la supremacía naval de
los cartagineses, pero utilizando su ingenio lograron invertir esta derrota y
vencieron en la Primera Guerra Púnica, extendiéndose hacia Córcega, Cerdeña
y Sicilia. Los cartagineses no se quedaron conformes con estas pérdidas
territoriales y bajo su general Aníbal, se lanzaron a la conquista de Italia.
Atravesó los Alpes con un gran ejército, acompañado hasta de elefantes, pero
no logró conquistar Roma.
El gran general y cónsul romano Escipión venció definitivamente a Aníbal en la
batalla de Zama el 202 a.C. Con esto Cartago dejó de ser la potencia del
Mediterráneo y esta posición pasó a ser romana. En la tercera guerra púnica,
Cartago fue destruida e incendiada completamente y sus sobrevivientes fueron
vendidos como esclavos.
Años después los romanos completaron su dominio en Hispania, Macedonia,
Grecia y Asia Menor que fueron convertidas en provincias romanas. Con ello,
lograban una presencia tricontinental, en Europa, África y Asia, además de ir
consolidando, paulatinamente pero sin detención, su indiscutido poder sobre el
mar Mediterráneo, llamado el Mare Nostrum por los romanos.
La estabilidad de las conquistas romanas es un fenómeno muy notable en su larga
historia. El poder de Roma produjo una unidad política sólida y durable. El
Imperio Romano fue creado durante la República y ya era enorme cuando César
llegó al poder intentando ser el único amo. Con él se cerró una larga etapa de
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grandeza y de conquistas geográficas, pero también una larga fase de discordias
civiles, que duraría muchos años.
La crisis de la República romana
Los hermanos Tiberio y Cayo Graco
Mario
Sila
El mismo crecimiento de Roma, que pasó a convertirse en un gran Imperio, le
significó el comienzo de una crisis que se extendería por casi un siglo. Los
problemas centrales fueron variados: transformaciones sociales, formación del
poder personal, administración de las provincias y la ruina de las costumbres
tradicionales.
Las interminables guerras y las campañas de ultramar mantuvieron a los
campesinos alejados de sus tierras. Muchos propietarios pequeños y medianos
quedaron arruinados y se vieron obligados a vender a bajo precio. La situación
desesperada del proletariado y de la población campesina, hizo surgir a
dirigentes políticos que trataron de introducir reformas sociales. Tiberio Graco,
elegido tribuno de la plebe en el 133 a.C. propuso una ley agraria, que en la
práctica era una Reforma que impedía el latifundio de los nobles. La ley no se
puso en marcha y Tiberio Graco fue asesinado. Diez años más tarde fue elegido
tribuno de la plebe, su hermano Cayo Graco, quien, más radical que Tiberio,
propuso quebrantar el predominio de los aristócratas y eliminar el poder del
Senado. Sus medidas provocaron violentas reacciones y Cayo se quitó la vida
antes de que otros lo hicieran por él.
Los cambios sociales, económicos y morales afectaron la organización militar
de Roma que era la base de su poder. Mario, general romano vencedor contra el
rey africano Yugurta, realizó una serie de reformas en la organización militar,
transformándolo en un ejército de profesionales, que recibían un sueldo y las
armas. En manos de un jefe ambicioso este ejército podía convertirse en un
instrumento político, como se demostraría en el siglo siguiente.
En el ámbito interno, se iniciaron las guerras civiles con las disputas de Mario
y Sila, que concluyeron con el triunfo de éste y su posterior dictadura que restableció la supremacía senatorial y limitó el poder de los tribunos de la plebe.
En el año 73 a.C. Roma fue sacudida por una terrible sublevación de esclavos
encabezados por Espartara. Mientras que en el Mediterráneo los piratas
saqueaban los barcos de tal manera que el comercio marítimo y
aprovisionamiento de Roma quedó expuesto a serios peligros. Además el rey
del Ponto en Asia Menor se apoderó de Pérgamo, provincia romana e hizo
asesinar en un solo día a 80.000 romanos.
Todos estos acontecimientos pusieron de manifiesto que el orden republicano
estaba en crisis. Como las instituciones fracasaban, el poder personal y la fuerza
militar adquirían cada vez mayor importancia. Cicerón, el gran orador y abogado
romano, intentó detener este proceso de decadencia, apelando a un regreso a las
tradiciones republicanas y a las costumbres de los mayores. Ya era tarde. La
hora de la República estaba terminando, y el precio que pagó Cicerón por
defenderla tendría un dramático final: su asesinato en el año 43 a.C.
Julio César y el poder personal
Pompeyo Magno
En medio de estas catástrofes para Roma, surgieron tres personajes que
tuvieron en sus manos el destino de la República: Pompeyo, destacado general
que había ganado fama en sus campañas contra los piratas y contra Mitrídates,
el rey del Ponto; Craso, el hombre más rico de Roma, que había logrado reprimir
el levantamiento de los esclavos; y Julio César, descendiente de una familia
patricia, pero partidario de los populares. En el año 60 a.C. se produjo una
alianza personal que se ha conocido como primer triunvirato, por el cual se
repartieron el poder de la República. Ésta entraba ya en su fase final y el Senado
jamás volvería a recuperar el poder y el papel protagónico con el que había
dirigido Roma durante siglos.
Craso murió muy pronto y quedaron enfrentados Pompeyo y Julio César, quien
había conquistado las Galias y contaba con un competente e incondicional
ejército. César pudo imponerse a los partidarios de Pompeyo en distintas
provincias romanas y al volver a Roma se esforzó por restablecer la unidad.
Obtuvo del Senado grandes poderes con el fin de encontrar solución a los
problemas que aquejaban a Roma. Fue nombrado dictador vitalicio, obtuvo el
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Marco Antonio y Cleopatra
consulado perpetuo y acumuló otra serie de títulos contrarios a la tradición
republicana. Aunque muchas de las medidas de César fueron beneficiosas para
una Roma que llevaba mucho tiempo en guerra, hubo algunos que vieron en él
un deseo inmoderado de reinar y un ánimo imperialista excesivo, un
verdadero tirano. Queriendo restablecer la libertad republicana, Bruto y Casio
dieron muerte a Julio César en los idus de marzo (el día 15) del año 44 a.C.
Los asesinos de César no fueron capaces de restaurar la casi moribunda
república y al poco tiempo se formó el segundo triunvirato, encabezado por
Octaviano (hijo adoptivo de César), Marco Antonio (secretario personal de
Julio César) y Lépido (su jefe de caballería). Los tres se tomaron el poder en
Roma, con derecho inclusive para proscribir y dar muerte a sus enemigos
políticos. Además se repartieron el imperio: Octaviano se hizo cargo de Italia y
las provincias occidentales, Lépido se conformó con el norte de África y Marco
Antonio se quedó con el Oriente.
Pero el fin de la República era inminente. Una nueva guerra civil se gestó esta
vez entre Marco Antonio y Octaviano, que habían dividido al mundo en Oriente
y Occidente respectivamente. Antonio se había trasladado a Egipto, donde se
unió con la reina Cleopatra, y juntos gobernaron como monarcas, al estilo
oriental. Octaviano aprovechó el mal manejo de Marco Antonio en Egipto para
hacerlo destituir por el Senado Romano. Finalmente, tras la batalla naval de
Accio el año 31 a.C, en que Antonio y Cleopatra se quitan la vida, Octaviano se
convirtió en la principal figura de la política romana, lugar que ocuparía hasta
el año 14 d.C.
El Imperio Romano
Augusto y la instauración del Principado
César Augusto
Nerón
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Octaviano, llamado entonces Augusto, fue el que instauró un nuevo régimen de
gobierno, conocido con el nombre de principado. Aunque dejó subsistir
algunas instituciones republicanas importantes, como el Senado, le
confirieron de por vida los tres poderes principales: el civil, el militar y el
religioso. Sin embargo, consciente de los motivos que habían llevado a la muerte
a Julio César, Augusto procurará aparecer sólo como príncipe (primer
ciudadano).
Augusto escribió poco antes de morir sus famosas memorias, denominadas Res
Gestae Divi Augusti -"De las cosas hechas por el Divino Augusto"- en las que el
gobernante dio su propia explicación sobre las luchas civiles en la crisis
republicana, su gobierno, sus conquistas territoriales, la restauración de las
costumbres republicanas y la nueva organización del poder bajo su mando.
Augusto dividió el Imperio en dos tipos de provincias: las senatoriales (las
más antiguas y pacificadas) y las imperiales (en zonas fronterizas y con necesidad
de contingente militar). En su política exterior, Augusto se abstuvo de grandes
conquistas y concentró todas sus energías en consolidar una eficiente y
correcta administración del Imperio. Hacia el año 14 d.C. los límites romanos
eran: al Norte, el Rhin y el Danubio; al Sur, el desierto del Sahara; al Oeste, el
Océano Atlántico, y al Este, el río Éufrates.
Una de las principales novedades del sistema inaugurado por Augusto fue la
sucesión dinástica, es decir, un sistema donde el poder del emperador se
transmitía hereditariamente a un miembro de la familia o a otra persona elegida
por el emperador reinante.
Al igual que Pericles en Atenas, Augusto en Roma dio su nombre a una época,
conocida como "el siglo de o r o d e Augusto", debido al gran desarrollo en
las letras y las artes, el embellecimiento de la ciudad de Roma, transformándose de
una ciudad de ladrillos en una de mármol y también por el restablecimiento de
las antiguas costumbres romanas. Además, Augusto consolidó la pax Romana,
tan deseada después de casi un siglo de luchas civiles.
Los primeros sucesores de Augusto pertenecieron a la llamada dinastía JulioClaudia (14-68): Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. La segunda dinastía fue la de
los Flavios (68-96), con los emperadores Galba, Vitelio, Otón, Vespasiano, Tito y
Domiciano. Luego vinieron los Antoninos (96-192), que tuvieron como
gobernantes a Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo.
Tras ellos se inició la dinastía de los Severos inaugurada por Septimio Severo
(193-211), a quien siguieron Caracalla, Geta, Heliogábalo y Alejandro Severo.
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Las sucesivas dinastías, salvo algunas excepciones, lograron preservar la armonía
social, cuidaron los límites e intentaron administrarlo correctamente. Los dos
primeros siglos después de Cristo el Imperio se consolidó como tal, conoció
períodos de paz y gran esplendor, por ejemplo bajo los reinados de Trajano,
Adriano y Marco Aurelio. Todo había comenzado con el reinado de Augusto.
Foro
Imperio Romano de Occidente
Jesús predicando
La crisis del siglo III
En el curso del tercer siglo d.C. el Imperio mostró síntomas de crisis y debió
enfrentar problemas de distinta índole: clara incapacidad para procurar un sistema
regular de sucesión, inflación, carestía, freno del desarrollo social, ineficiencia de
las instituciones políticas, decadencia del poder militar, etc.
Hacia el año 300 d.C. el emperador Diocleciano buscó una fórmula para
devolver al Imperio su antiguo esplendor y poder. Realizó una reforma total:
estableció una tetrarquía, que dividía la administración del Imperio con dos
emperadores y dos cesares a la cabeza, logró estabilizar las condiciones
económicas y llevó a cabo una de las más crueles persecuciones a los cristianos,
acusados de ser la causa de la crisis, para devolver al Imperio su antigua
religiosidad.
Unos años después, el emperador Constantino trasladó la capital del
Imperio de Roma a Bizancio, a la que puso el nombre de Constantinopla.
En el curso del siglo IV aumentaron las diferencias entre la parte oriental y
la occidental del Imperio, hasta que el emperador Teodosio lo dividió
definitivamente entre sus dos hijos. Así terminó la historia del Imperio Romano, una de las creaciones políticas más grandes de la Antigüedad, que
logró reunir dentro de sus fronteras a todas las naciones y civilizaciones
de Europa y parte de Asia. No sólo en el ámbito político fue una gran
creación, sino también en el social, económico y sobre todo cultural, pues
unificó el pensamiento, la ciencia y la tecnología haciendo de su territorio
una compleja y rica civilización, que supo aprovechar de sus conquistas lo
mejor y luego lo expandió por el orbe conocido.
Sin embargo, el fin del Imperio parecía inminente. En el año 476 d.C. cae
definitivamente el Imperio Romano de Occidente con la invasión de los
bárbaros germanos. El Imperio Romano de Oriente duraría todavía otros mil
años más y sólo caerá en 1453 con la caída de Constantinopla en manos de
los turcos musulmanes.
Surgimiento y desarrollo del cristianismo
La crisis política, económica y social del Imperio, estuvo acompañada por
el relajamiento moral de las costumbres y la desintegración de la vida
religiosa. Algunos romanos se vuelven hacia los cultos orientales, se
impone el culto oficial del Emperador, pero ninguno de estos sistemas y
ritos pudo entregar una verdadera respuesta a la angustiosa pregunta del corazón humano por el sentido de la existencia y el fin último del hombre.
El cristianismo surge en este preciso momento de la historia, sin embargo,
su respuesta no queda atrapada en un período concreto, sino que colma las
expectativas de todos los hombres de todos los tiempos.
El fundador del cristianismo fue un artesano de Nazaret, un pequeño
pueblo de la provincia de Judea, llamado Jesús, hijo de María y José. A los
treinta años, siendo Tiberio el emperador en Roma, acompañado de doce
fieles discípulos, los apóstoles, empezó a predicar la buena nueva del
Reino de Dios y a hacer milagros. Su mensaje anunciaba la salvación
eterna, el amor al prójimo y la condición de igualdad de todos los
hombres como hijos de Dios.
Muchos judíos, que esperaban de Él la liberación del yugo romano, se
desilusionaron cuando vieron que no era un libertador político, sino que
con su muerte en la cruz, liberaba a los hombres del pecado y los hacía
merecedores del premio eterno. Los Evangelios narran que después de la
resurrección de Jesús, los apóstoles habrían recibido el mandato de
difundir la buena nueva por todo el mundo. Pablo fue de los primeros
que evangelizó pueblos no judíos y Pedro, cabeza de la Iglesia, organizó
la naciente Iglesia en Roma, por ser el centro del Imperio.
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La relación del cristianismo con el Imperio Romano fue cambiante durante
varios siglos: hubo momentos tensos de cruentas persecuciones, otras
etapas de mayor indiferencia e incluso algunos períodos de acercamiento por
parte del poder imperial a la religión cristiana.
Las autoridades romanas toleraban los numerosos cultos existentes siempre
que sus adeptos rindiesen el culto reglamentario al Emperador. Los
cristianos, que reconocían la existencia de un único verdadero Dios, se
negaban a rendir homenaje divino a un mortal. Por esta razón fueron muchas
veces calificados de rebeldes y enemigos del Estado. Se los castigaba
severamente además de acusarlos de ser causa de los males del Imperio,
algunas de las persecuciones terminaban en crucifixiones, arrojarlos a
las fieras, quemarlos vivos y todo tipo de martirios.
Finalmente, después de trescientos años de convivencia semiclandestina,
fueron reconocidos por el emperador Constantino con el Edicto de Milán
(313) como un culto con igualdad de derechos frente a otros cultos paga
nos. En el año 380, el emperador Teodosio estableció que la religión
cristiana sería la oficial del Imperio.
Mientras avanzaba la desintegración del Imperio, la Iglesia crecía y se
desarrollaba, ejerciendo una notable influencia sobre la sociedad en las
costumbres y el pensamiento. Se ordenaron sacerdotes para la celebración
del culto dominical, la Misa y la administración de los sacramentos
instituidos por Jesucristo. Las iglesias de una región formaban una
diócesis bajo la dirección de un obispo, todos ellos bajo el obispo de Roma,
llamado luego Sumo Pontífice o Papa.
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