Jardín de las Delicias - Manuel Haro. Asesor de Formación y Calidad

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Tríptico: El Jardín de las Delicias
1. Introducción:
Cerrado
Abierto
El tríptico desarrolla la historia del mundo y la progresión del pecado.
Comienza en las tablas exteriores con la Creación del Mundo y continúa
en las interiores con el origen del pecado (Adán y Eva), en el panel
izquierdo; su extensión por un mundo dominado por los placeres
terrenales, en la tabla central; y termina en el panel derecho, con los
tormentos del infierno.
2. El Autor:
El Bosco (2 de octubre 1450–agosto
1516). Se llamaba Hieronymus Van Aken,
apodado Bosch (por su pueblo Den Bosch
o's-Hertogenbosch, cerca de Amberes, en
Holanda); tuvo una vida acomodada, ya
que se casó con una mujer adinerada
(Aleyt van Mervende), lo que le permitió
siempre trabajar a su aire, sin las
exigencias de los encargos, actuando
independientemente a las imposiciones de
los estamentos civiles y religiosos. A pesar
de vivir como un opulento burgués, estaba
obsesionado con la religión, el pecado y el
sexo. Se ha especulado mucho acerca de
las ideas, que quizá, le sirvieron de
inspiración: tal vez fuera un visionario, un hereje, un obseso sexual, o
cofrade de alguna secta herética; aunque todo parece indicar que no fue
nada de eso, sino simplemente un moralista culto y comprometido
éticamente con una causa.
Desde luego es uno de los pintores más fascinantes de la Historia del
Arte por su imaginación, sus temas enigmáticos, sus escenas
cautivadoras, sus colores y espacios y por lo sugerente de sus temas.
1
¿Verdaderamente quien fue El Bosco?:
Es decir: ¿fue un criptoadepto a corrientes heréticas?, ¿conoció la
alquimia?, ¿fue cátaro?, ¿hay señales astrológicas en su pintura?, ¿acaso
El Jardín de las Delicias es la imagen programática y optimista de la
secta Los Hermanos y Hermanas del Libre Espíritu? (grupos heréticos
que los situamos en los S. XIII y XIV principalmente, y se encuentran
diseminados por varias partes de los Países Bajos. Siguiendo la bula de
su condena podemos señalar los siguientes errores: 1) el hombre puede
llegar a un estado de perfección en el que ya no puede pecar; 2) quien
ha llegado a este estado no tiene la necesidad de ayunar ni de rezar y
puede conceder a su cuerpo todo lo que le plazca; 3) no hay que estar
sujeto a ninguna obediencia, ni eclesiástica ni civil; 4) el hombre puede
alcanzar su dicha última en este mundo; 5) la sola luz intelectual basta
para alcanzar el gozo de Dios; 6) el acto carnal no es pecado, si la
naturaleza está inclinada a ello; 7) no debe hacerse reverencia al cuerpo
de Cristo, ni pensar en la Pasión de Nuestro Señor). Además, en el 1500
abundaron los rumores apocalípticos, lo que incide para que El Bosco
intente desde sus pinturas dar un mensaje moralista, si bien de un
moralismo nada tranquilo sino satírico. El Bosco tiene mucho de
medieval, pero por otra parte nos anticipa al humanismo de la Edad
Moderna.
Pocas personas conocen mejor las respuestas a estas preguntas que
Joaquín Yarza, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de
Barcelona. Este medievalista las ha contestado en “El Jardín de las
Delicias de El Bosco”, y las ha contestado negativamente. Ha estudiado
la vida y obra de Jeroen van Aken, llamado Jheronimus Bosch, y ha
constatado que otros biógrafos, estimulados por sus pinturas
deslumbrantes y enigmáticas, han presentado muchos Boscos falsos,
"atractivos pero inadmisibles como figuras históricas".
Con estas palabras retrata Yarza a El Bosco: "No hay ningún argumento
serio y riguroso para decir que fuera un hombre heterodoxo, extraño o
esotérico. Hablamos de un pintor famoso, perfectamente identificado en
una sociedad cristiana de la que es miembro apreciado y respetado". Y,
sobre el contenido de su admirada y tan diversamente interpretada obra
pictórica, concluye: "Es un moralista y, también, un prestidigitador al
que le complace representar los vicios".
Y los vicios humanos pocas veces se han representado tan bien como en
El Jardín de las Delicias. El Bosco pintó este tríptico, según Yarza, a
principios del siglo XVI. Pero no se tiene noticia de él hasta 1517, un año
después de la muerte del artista, cuando el italiano Antonio de Beatis lo
admira en casa del noble de Brabante, Enrique de Nassau.
No existen testimonios de que se ausentara de su ciudad natal, como
hicieron otros pintores holandeses. Por lo que se descarta la teoría de
que estuvo trabajando en España. Desde el principio, se inclinó por
seguir el oficio de pintor como la saga familiar: padre, abuelo- también
muy conocido, Jan van Aeken-, tío y hermanos, y, posteriormente, su
propio hijo.
2
Al ser pintor, según el sistema medieval formaba parte del respectivo
gremio. Esto es importante para entender por qué se hizo conocido como
“El Bosco” (en neerlandés: Den Bosch); a la muerte del padre, el
hermano mayor fue el único con derecho para usar gremialmente el
apellido van Aken. En 1480, cerca de 4.000 casas de la ciudad fueron
destruidas por un incendio catastrófico, que El Bosco podría haber visto
y reflejado, en varias de sus pinturas, entre ellas en el panel del
Infierno.
El 9 de agosto de 1516 se celebraron solemnes exequias por el pintor, en
la capilla de la cofradía de Nuestra Señora de Bolduque en 1516:
«Obitus fratrum Hieronimus Aquen alias Bosch, insignis pictor».
Fue un devoto católico y miembro de la Hermandad de Nuestra Señora
(que una vez al año se reunían a comer un cisne, pero muy
probablemente la fiesta servía de excusa para comunicarse las
experiencias más espirituales), y cuyos integrantes tenían una idea
humanista del mundo. Esto y el clima pre-reformista de la época hacen
que sus ideas con respecto a la Iglesia no sean siempre ortodoxas, y en
ocasiones se muestre crítico con el poder y el clero.
Los temas que trata están claramente influidos por sus creencias
católicas: la inclinación del hombre hacia el pecado, en desafío a Dios; la
condena eterna a las almas perdidas en el Infierno, etc. En su obra atacó
a los vicios de la sociedad y la relajación de las órdenes monacales,
describió las debilidades a que estaba expuesto el hombre, lo que ubica
su obra, violenta y llena de elementos muy imaginativos, en un plano
moral e intelectualmente superior. El origen de estas ideas esta en las
torturas, como cumplimiento de sentencias, llevadas a cabo en las plazas
públicas de Los Países Bajos, como también en los sermones del
dominico Alain de la Roche, en los cuales describía animales horrendos
como símbolos de los pecados.
El Bosco dejaba al mundo una obra personal y diferente que, basada en
la tradición iconográfica medieval, rompía por su originalidad con la
pintura flamenca al tiempo que se alejaba de los cánones renacentistas.
Su obra, por lo general de temática religiosa e iconografía demoníaca, se
nutre de personajes fantásticos y paisajes oníricos que parecen anticipar
en cinco siglos el movimiento surrealista.
3. Aspectos Técnicos de El Jardín de las Delicias:
Es la obra cumbre del pintor holandés El Bosco. Se trata de un tríptico
pintado al óleo de 2,20 x 3,89 m, compuesto por una tabla central y dos
laterales (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar. Tiene una
estructura muy frecuente en pintura de altar, la del tríptico con 2 hojas
laterales. La analogía de los lados hace aún más patente la anomalía del
centro, que es lo menos adecuado que imaginarse pueda para un cuadro
de altar. Se deduce que formaba parte de una colección de curiosidades
ajena a la esfera religiosa.
3
Emplea la secuencia temporal en
el tríptico. En la Biblia,
en el
Génesis se describe el Paraíso,
pero en ninguna parte se detalla el
Infierno. El aspecto secreto de la
obra es que mientras en los
cuadros de altar de la época el
centro lo ocupa el Juicio Final,
aquí está reemplazado por un
mundo que no existió.
El Jardín de las Delicias
Pintor
El Bosco
Año creación
Entre 1485-1515,
dependiendo del especialista
Estilo artístico
Gótico
Técnica
pictórica
Óleo sobre tabla
Obra de gran simbolismo, que
Museo del Prado,
todavía no ha sido completamente
Localización
Madrid
descifrada,
el
Jardín
de
las
Delicias se sustrae a cualquier
clasificación iconográfica tradicional. Se considera, no obstante, que la
obra obedece a una intención moralizante que habría sido comprensible
para la gente de la época; en este sentido, el propio rey Felipe II de
España, alguien poco sospechoso de herejía, llegó a adquirir el tríptico
como consecuencia de su interés por el mismo.
Se cree que su finalidad era didáctico-moral, una critica a la debilidad
del ser humano Considerada como una de las obras más fascinantes,
misteriosas y atrayentes de la Historia del Arte, el cuadro forma parte de
los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid.
4.
Historia del tríptico:
El Bosco no fechó ninguno de sus cuadros y sólo firmó algunos. Por
tanto, El Jardín de las Delicias como el resto de las obras de El Bosco,
carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de
aquellas en la que más enfrentadas están las posiciones, pues mientras
unos la consideran juvenil, otros dicen que es obra de madurez. En el
catálogo de la exposición sobre el artista, celebrada en Rótterdam, en el
año 2001 se señala la fecha entre 1480 y 1490.
El origen de este tríptico -la obra más afamada y singular de cuantas
realizó El Bosco- se vincula definitivamente a la Casa de Nassau propietaria de un castillo en Breda, no lejos de Hertogenbosch-, si bien,
por el momento, no se sabe si lo mandó hacer Engelberto II de Nassau, fallecido en 1504, o su sobrino y heredero Enrique III de Nassau, en
cuyo castillo-palacio de Bruselas lo vio Antonio de Beatis en 1517,
durante el viaje que hizo a los Países Bajos acompañando al cardenal
Luís de Aragón. A la muerte de Enrique III de Nassau, pasó a manos de
su hijo Enrique de Châlons y al fallecer éste en 1544, a las de su sobrino
Guillermo de Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de
los Habsburgo. Fue confiscada esta obra por el Duque de Alba,
incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de
4
1568. El duque dejó los cuadros a Fernando de Toledo, su hijo natural y
prior de la orden de San Juan, muerto en 1591.
El poderoso rey católico Felipe II ansiaba coleccionar su obra, de ahí la
magnífica colección de boscos que guarda el Prado. En contrapartida, la
Reforma Protestante la consideró inmoral, y ordenó su quema: sólo se
conservan unas 40 piezas del pintor. ¿Cómo fue posible que tuviera que
escaparse la obra de la Reforma Protestante y no fuera perseguida por la
Inquisión?.
Fue comprada por Felipe II en la “subasta pública de lo confiscado al
príncipe de Orange por el Duque de Alba, en 1568”, y el 8 de julio de
1593 lo destinó al Monasterio de El Escorial, registrándose en su libro de
entregas como “una pintura de la variedad del Mundo, que llaman del
Madroño” (El madroño es el único árbol que tiene flor y fruto al mismo
tiempo, su flor tiene un aroma muy intenso, pero fugaz). Se colocó en el
dormitorio del rey, donde estuvo hasta su muerte. Es la pintura más
famosa de la colección de nueve boscos que Felipe II reunió en El
Escorial. Es curioso que rechazara el trasfondo religioso de las pinturas
de El Greco, después de pagarle muy bien, (parece que no se ajustaba a
la Contrarreforma Católica) y se identificase con la religiosidad de El
Bosco.
Permaneció en El Escorial (ni siquiera la Inquisición se atrevió a
censúrale) hasta la Guerra Civil y trasladada la pintura en 1936, al
Museo del Prado, al inicio de la misma para protegerla. Desde 1939
permanece, por deseo expreso de Franco, en el Museo del Prado como
depósito de Patrimonio Nacional.
¿Qué les pudo unir en las mentes del Duque de Alba, Felipe II y de
Franco, para “proteger” el cuadro?, cuando eran personalidades
sumamente conservadoras, y el estilo de la pintura pudiera ir en otra
línea a su esquema de valores.
Pese a que no está firmado ni documentado, nadie duda de que El Jardín
de las Delicias sea un original de El Bosco, y se sitúa su realización
entorno a
1503. No se puede descartar la posibilidad de que lo
encargara su tío Engelberto II de Nassau, pues ambos eran amantes de
la pintura y miembros de la cofradía de la Virgen de Hertogenbosch, a la
que también pertenecía El Bosco desde 1486, por lo que debían conocer
al pintor y su obra, pues en la catedral de San Juan -en la que tenía su
capilla la cofradía- había entonces varias pinturas de El Bosco.
Por lo que respecta a su cronología, aunque no hay elementos de juicio
para establecer una evolución en las obras de El Bosco, todo apunta a
que, a fines de la década de 1480, su estilo estaba ya perfectamente
conformado, de modo que nada impide que El Bosco haya podido
ejecutar El Jardín de las Delicias entorno a
1500, puesto que la
dendrocronología de esta obra, confirma que el soporte de roble del
Báltico en el que se hizo, estaba cortado y secado en 1458, si bien se
almacenó y se utilizó bastantes años después, por lo excepcional de sus
dimensiones.
5
Retratos de Enrique de Nassau y su esposa
Mencía de Mendoza. 1531.
Berlín, Staatliche Museen.
Por tanto, los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los
miembros de la casa de Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el
cuadro el primer biógrafo de El Bosco, Antonio de Beatis, personaje que
viajaba en el séquito del cardenal de Aragón, en el año 1517. Su
descripción no deja lugar a dudas de que se encuentra frente al famoso
tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas bizarrías, donde se
imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas, unos que
salen de una concha marina, otros que defecan grullas, hombres y
mujeres, blancos y negros en actos y maneras diferentes, pájaros,
animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan
placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir a
aquellos que no las hayan visto».
Descrito por primera vez por el padre Sigüenza, en 1605, como el
“Cuadro de las Fresas" y designado en general por los viejos escritores
españoles como "La Lujuria". En el catálogo de El Escorial de Poleró, en
1912, aparece el título "De los Deleites Terrenales". De ahí arranca su
denominación actual de Jardín de las Delicias o De las Delicias
Terrenales.
5. Análisis del Tríptico.
5. 1. Tríptico Cerrado:
6
El tríptico cerrado: La Creación del Mundo, óleo sobre tabla, 220 x 195
cm.
El cuadro cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación
del mundo. Se representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de
una esfera transparente, símbolo, de la fragilidad del universo.
El
mundo de El Bosco sigue las convenciones de la época: la tierra es plana,
con agua alrededor y con abundante vegetación, rodeada de una esfera,
con reflejos luminosos para dar la impresión de ser cristalina y
traslúcida. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni
personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro, lo que se
corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna aunque también es una
forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre
un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres.
En la esquina superior izquierda, aparece una pequeña imagen de Dios
Padre, que surge de un círculo de luz, con una tiara y la Biblia sobre las
rodillas (como si creara el mundo ayudándose de la Biblia a manera de
guión). En la parte superior se puede leer la frase, extraída del salmo
32,9 IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA
S(U)NT, que significa «Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo
fue creado».
Tradicionalmente, la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha
interpretado como el tercer día de la creación. Siguiendo a Pedro
Lombardo, maestro del libro Sentencias: “El hombre fue colocado en un
paraíso terrestre que comenzó a ser plantado cuando se retiraron las
aguas, esto es el tercer día”. Además, el número tres era considerado un
número completo, perfecto, ya que en sí mismo encierra el principio y el
fin. Y aquí al cerrarse, se transforma, en el número uno, en el círculo: de
nuevo nos permite vislumbrar la perfección absoluta y, quizá, a la
trinidad divina. Un argumento en contra de esta teoría es el hecho de
que dentro del disco que representa la Tierra se pueden observar
7
castillos y otros edificios, símbolo de la existencia de civilización. Las
enseñanzas que nos quiere transmitir con su portada son:
-
Que Dios fue el creador del universo.
Sólo a Dios debe temerse y no a las criaturas.
Nada sucede en el mundo si Dios no lo permite, incluso lo que
viene a continuación.
Otra interpretación defiende que la imagen pudiera representar la Tierra
tras el Diluvio Universal. Uno de los elementos que sostienen esta
hipótesis es la presencia de un haz de rayos de luz a la izquierda de la
esfera, que podrían ser el arco iris, que es la señal de la alianza que hizo
Dios
con
Noé
después
del
diluvio.
Históricamente, la obra de El Bosco se sitúa entre el fin de la Edad Media
y el inicio del Renacimiento. Esta época supone el final de un largo
periodo de oscuridad intelectual. Durante el medioevo, Occidente vive
bajo el dominio del cristianismo, que acaba con el espíritu precientífico
de épocas anteriores. Las verdades están ya escritas en los libros
sagrados, con lo cual toda búsqueda pierde sentido. Por otro lado, esta
es una época brillante en el ámbito artístico, debido a la gran producción
de
representaciones
religiosas.
5.2. Tríptico Abierto
Visión Global:
8
Es un tríptico excepcional, prodigio de mitos y tradiciones mundanas e
imaginativas, plagado de un clima de fantasía inagotable. Es una pintura
que se lee, son situaciones sucesivas que implican la máxima atención
del
espectador
en
su
contemplación.
Las
pequeñas
figuras
hormigueantes, es un recurso para luchar contra el “horror vacui”.
Tradicionalmente se denominó "La Pintura del Madroño". El
sobrenombre de "La Pintura del Madroño" es de origen español: tras la
compra de Felipe II el cuadro es entregado al supervisor de El Escorial,
el padre Sigüenza, quien dice textualmente al inscribirlo en los registros
palaciegos: "la otra tabla, de la gloria vana y breve gusto de la fresa o
madroño y su olorcillo que apenas se siente cuando ya es pasado, es la
cosa más ingeniosa y de mayor artificio que se pueda imaginar", ya que
efectivamente apreciamos la imagen de unas fresas o madroños en el
primer término de la tabla central.
Interpretación: El Bosco es uno de los pintores más misteriosos de
toda la historia del arte y no es fácil interpretar sus obras. Podemos
decir que la tabla izquierda significa la inocencia del hombre en el
momento de la creación. La tabla central podríamos definirla como un
sueño erótico desenfrenado ya que la lujuria era considerada en la
época como el origen de todos los demás pecados. Esta entrega al
erotismo la pagarán cara en la tabla de la derecha donde el infierno les
espera. En esta pesadilla demonios y monstruos trabajan a destajo
para infligir horrorosos tormentos a los condenados. Muchos animales
tienen un significado oculto: el pájaro la libertad, el mono el placer
sexual, el perro la fidelidad, etc.
El objetivo parece ser el de moralizar, a base de ácidas críticas, que
recuerdan a la tradición medieval que se servía de la deformación y la
caricatura para revelar la malicia de sus personajes. Esta es la opinión
tradicional, como considera su primer analista, el padre Sigüenza
(1605). El tríptico de El Jardín de las Delicias es una obra de carácter
moralizador -no exenta de pesimismo- en la que El Bosco insiste en lo
efímero de los placeres pecaminosos representados en la tabla central.
El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas.
Leído de principio al fin, narra la historia de la caída del género humano,
sin posibilidad de redención, puesto que no existen las figuras divinas de
Cristo o María, ni tampoco la elección de los benditos para vivir en la
Gracia de Dios tras el Juicio Final. El mundo, los mundos que presenta el
Bosco no tienen nada que ver con la realidad, ni con la comprensión
humana. Es uno de los primeros genios de la historia del arte que
introduce en sus imágenes el componente onírico que supera la realidad
consciente. La fantasía, el humor, la crítica vitriólica saturan esta
imagen cruda del ser humano, que se precipita en el infierno con cada
uno de sus actos. El Bosco puebla sus paisajes con monstruos, plantas
antropomorfas, objetos imposibles.
A través de su trabajo pictórico El Bosco ofrece pruebas de su enorme
curiosidad y de su rica capacidad imaginativa. Estuvo interesado por la
alquimia, por la botánica y la zoología de otras zonas geográficas apenas
conocidas para ese entonces.
9
Sus imágenes oníricas y fantásticas también influyeron al movimiento
surrealista. Un claro ejemplo es el de Salvador Dalí.
Análisis del Panel Izquierdo: El Jardín del Edén
Detalles del Jardín del Edén,
Dios y Eva.
El Panel de la Izquierda representa el Paraíso Terrenal. Mide 220
centímetros de alto por 97,5 cm. de ancho.
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del
Paraíso donde se representa el último día de la creación, con Eva y
Adán, recién creados por Dios en medio de un jardín espectacular, con
animales variados, rocas fantasmales, flora original y una imaginativa
fuente, la Fuente de la Vida.
En la parte superior izquierda, una multitud de aves levantan el vuelo
en curiosa formación, mientras otras se encuentran picoteando para
cumplir con el mensaje divino de creced y multiplicaros.
En centro puede verse la Fuente de la Vida, o Fuente del Paraíso, en la
base que emerge del agua hay piedras preciosas y perlas, que son
mencionadas en el capítulo II del Génesis.
En primer plano hay una escena del todo atípica ya que no representa ni
la creación de Eva de la costilla de Adán, tampoco el modo de
10
comportarse en el jardín, ni el momento que sigue a la expulsión del
paraíso, los únicos temas relatados en el Génesis en relación con este
episodio. En esta curiosa y original escena aparecen Dios y Eva y Adán,
desnudos porque todavía no han pecado (“estaban ambos desnudos, y
sin avergonzarse de ello"). Adán está despierto, lo que sólo aparece en
miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién creada. Dios Padre
está representado de una manera anticuada (aunque fundamentado en
un pasaje del Nuevo Testamento puesto en boca de Cristo “quién me ve
a mí, ve al Padre”) para los tiempos del Bosco: como Jesucristo, pero sin
nimbo crucífero. Eva se encuentra arrodillada en el suelo y le toma la
mano Dios y ofrece la mujer al primer hombre, signo de lo que se
entendía por un matrimonio sacro (como el de la Virgen y San José), en
un ámbito de belleza, orden y equilibrio, simbolizado en la
inquebrantable fuente divina. Dios dicta: Creced y multiplicaos. Adán,
tumbado, mira a la hermosa Eva, que le insinúa con su mirada. El Bosco
quiere enfatizar el carácter lujurioso de Eva pintado cerca de los pies un
conejo.
Encima de la roca, a la derecha, el Árbol del Bien y del Mal, una palmera,
planta exótica para la época, y enrollándose a su tronco se distingue la
serpiente tentadora. El otro árbol es un drago (izquierda inferior),
especie en ese momento
exótica, procedente de Canarias, que se
asocia con el Árbol de la Vida, de la Eternidad. No se sabe cual es la
razón del drago, ni de donde pudo copiarlo.
Detalle de Roca Antropomórfica
La Roca Antropomórfica es el demonio, que está todavía oculto a los
ojos de nuestros primeros padres. Cerca de la serpiente se ha colocado
un extravagante animal con caparazón del que le salen 2 antenas, lo
que hace que sugiera la forma de ojo. Bajo la falsa nariz se ha colocado
otro animal que hace que se haya convertido en boca. El demonio está
escondido también en la Fuente de la Vida, vemos una estructura entre
mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un
explícito símbolo de la malicia.
En la parte inferior de esta tabla hay un estanque oscuro con animales,
como el pez con alas, y nos recuerda al hecho de la expulsión del
Paraíso: “Cuando la esposa de Adán comió de la manzana cogida del
árbol prohibido, la dio a su marido. Después que él hubo comido, fueron
11
echados del Paraíso y arrojados en el estanque relleno de todas clases
de de aguas, es decir a este mundo, que está lleno de adversidades, de
males y de tormentos”.
El principal enigma de la obra es su título. El Jardín de las Delicias, es
una denominación moderna. "No sabemos cómo se llamó en su origen y,
si lo supiéramos, es posible que muchas dudas sobre su significado se
hubieran disipado", asegura el profesor Yarza.
Dado que en el siguiente panel se representa un mundo lujurioso, se ha
interpretado esta tabla como el preludio de lo que después acontecerá.
En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz
y sosiego, con poco que observemos, ese idílico escenario se ve
truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen en el
tercio
superior, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un
ciervo y se dispone a comerlo, un extraño bípedo es perseguido por un
jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a
reanudarse. En la parte inferior, un leopardo lleva en la boca un enorme
ratón, un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca
que suelen interpretarse como aviso de pecado.
•
•
El pecado femenino,
se personifica en los bichejos que se
arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua
(anfibios y peces), ya que, de los cuatro elementos (tierra, agua,
fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias
pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la
semilla.
El pecado masculino, se representa por las alimañas que vuelan
(insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es
considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la
tierra y al agua, por lo tanto, masculino.
Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos, en
la época de El Bosco, como jirafas, elefantes, leones, leopardos, cuando
África era prácticamente desconocida en Europa. El autor sólo pudo
tener referencia de esos animales a través de los «Bestiarios
mitológicos» medievales (que sin duda superó con creces) y los dibujos
que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que
tenían Egipto como tema principal.
La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los
verdes y el azul intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo de
Dios y la blancura de los cuerpos de Adán y Eva.
En definitiva, este Paraíso especial se debe a la creencia medieval de
que el Mal apareció en el Paraíso en el momento en que Dios creó a la
mujer, este es justamente el momento representado por El Bosco.
Análisis del Panel Central: El Jardín de las Delicias
12
La tabla central es El Jardín de las Delicias, propiamente dicho; mide 220
cm. de alto por 195 de ancho.
Detalle parte inferior izquierda.
El Jardín de las Delicias es un engañoso jardín de los falsos placeres
terrenales, una consecuencia del pecado original. Cada detalle de este
“mundo al revés” nos lo advierte en el panel central: es el paradisíaco
ensueño, es el reino de lo no durable.
La pieza central de este tríptico de El Bosco representa muchas de las
actividades humanas, fundamentalmente las que implican relaciones
entre hombres y mujeres. En la Edad Media era popular creer que la
lujuria (después de la desobediencia) era el origen de todos los pecados
y seguidamente aparecieron el resto. También se creía que la fuente de
esta tentación y del pecado era la mujer. Siguiendo el ejemplo de Eva
que engaño a Adán, se pensaba que las mujeres no se podían ayudar por
si mismas.
Asimismo, la tabla central del tríptico nos muestra una complicada
escena con cientos de personajes en actitudes curiosas. Observamos:
en un estanque circular un grupo de mujeres desnudas se da un baño y
son contempladas por un numeroso grupo de jinetes también
desnudos que cabalga alrededor,
grupo de hombres sobre
cabalgaduras distintas -algunas fantásticas-, alusivas a los pecados
capitales. La escena es explícitamente sexual (montar un caballo es un
símil de realizar el acto sexual) y los caballeros pretenden relación
13
carnal con las damas (la más atrevida ya está saliendo del agua). El
fondo está ocupado por unas imaginativas estructuras absolutamente
fantasiosas y surrealistas.
En todo el paisaje vemos animales y frutos con tamaños desmesurados
y hombres y mujeres, todos desnudos, entregándose febrilmente a
todo tipo de placeres carnales. Si nos fijamos bien en las posturas,
actos, prácticas sexuales, vemos que la lujuria lo invade todo, pero no
hay niños, sólo adultos muy pálidos, que contrastan con algunos
negros y negras, recordemos que aún en la época de El Bosco se
conocía a los negros como esclavos,
y también para involucrar a
todas las razas humanas en este mundo pagano. Además, las negras
tenían una connotación de tentación, de diablo, de “puta negra”.
Mientras las blancas suelen llevar frutas, cisnes y cuervos, la negra de
la parte izquierda del lago lleva un pavo real, símbolo de la soberbia y
de la lujuria.
En definitiva, en el panel central se representa la lujuria desatada:
aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres
carnales, que son la prueba de que el hombre había perdido la gracia.
Entre las escena, arte central derecha y bajo una campana de cristal, hay
un relación triangular con la participación de dos hombres y de una
abadesa, lo que se quiere hacer es una crítica al clero femenino del
momento. La campana de vidrio recuerda el proverbio flamenco "la
felicidad es como el vidrio, se rompe pronto".
Sin duda, es una pintura que da que pensar y que se debe de observar
con detenimiento. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha
sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a
su perdición. Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden
sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la
lujuria se ha apoderado del mundo. Se muestran todo tipo de relaciones
sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero
también homosexuales y onanistas.
Pese a una primera impresión de desorden, la escena se ordena en tres
niveles en altura:
En la parte superior, llama la atención el vuelo de un hombre sobre un
grifo, símbolo demoníaco, mitad león y mitad águila, de enormes
dimensiones y capaz de tomar con sus garras a un hombre o cualquier
animal, aquí se le ve llevando un animal (¿sapo gigante?). De los grifos
se decía que eran los que llevaron a Alejandro Magno al cielo. En la parte
superior izquierda, un gran pez volador es
cabalgado. En la parte
opuesta, superior dos hombres vuelan.
Aparece dominada por construcciones fantásticas, hay cuatro extrañas
torres-colinas habitadas por amantes. Los componentes minerovegetales de todos estos monumentos, a base de cuernos, palmas,
conos, cilindros, medias lunas, son emblemas masculinos y femeninos,
lo mismo que los tubos transparentes diseminados sobre el plano
herboso, símbolos de la mujer o del mercurio el elemento femenino en
14
la creación alquímica. Entre las cuatro torres destaca, en el centro,
flotando, un enorme globo gris azulado: la Fuente de los Cuatro Ríos
del Paraíso Terrenal, falsa fuente del paraíso, inestable, amenazando
ruina con sus paredes cuarteadas. Se van a representar los pecados de
la carne. Los cuatro ríos del Paraíso son: Frisón con una construcción
con extrañas flores doradas, Geón con una colonia de monos, y los otros
dos ríos aluden a los ríos de Mesopotamia (Tigres y Eufrates). El globo
es utilizado para realizar acrobacias lascivas por parte de personajes
lujuriosos.
En el centro de la tabla, aparece la gran cabalgata del deseo, donde los
caballeros jinetes desnudos no luchan entre ellos, van
sobre
cabalgaduras reales y fantásticas, con fuerte simbolismo: osos, asnos,
caballos, bueyes, cabras, hienas, unicornios, ciervos, leones, leopardos,
grifos… tomados de los bestiarios medievales, se ha interpretado la
aparición de esos animales como símbolos de la lujuria. Gira la cabalgata
en círculo, en torno a un estanque circular, donde se bañan varios
grupos de mujeres desnudas que miran con atención al exterior. El
estanque podría representar la fuente de la eterna juventud, un motivo
muy extendido en la pintura del siglo XVI, o quizá sean las aguas en las
que los hombres bañan sus pecados. También se le ha considerado que
podría ser el estanque del adulterio, en el que, mientras los hombres
cabalgan en círculo alrededor, las mujeres se bañan, y llevan tocados,
como de cuervos (incredulidad) o pavos (símbolo de vanidad).
En el plano inferior de la tabla, la sexualidad se manifiesta de mil
maneras, en gran parte de los casos, los personajes o están comiendo o
están copulando tanto en las acciones de la masa de hombres y mujeres,
todas ellas de inequívoco signo erótico, como en las connotaciones
sexuales de plantas, frutas y animales. Esta parte está dominada por
numerosos desnudos, en grupos o en parejas, junto con extrañas
plantas, minerales y conchas o comiendo grandes frutos. Las cabezas de
los amantes se convierten en frutos con rocío. Frutas, peces, pájaros,
reflejan una simbología erótica de procedente onírica, mística. Las
cerezas, fresas, frambuesas, madroños, racimos de uva, con los que se
deleitan los amantes, significan voluptuosidad, son una clara alusión a
los placeres sexuales. En la Edad Media, la expresión “coger fruta”
equivalía a tener relación carnal. Pero, al mismo tiempo, las frutas
simbolizan la fugacidad de dicho placer, pues pasan en unos días de la
frescura a la putrefacción.
La valva de molusco (parte inferior centro-izquierda) que encierra a los
amantes copulando,
es una normal definición popular de la
representación del adulterio, que ve en el portador al marido engañado.
La representación del adulterio la volvemos a ver también en la gran
manzana que navega por el lago, donde emerge un apareja y una pierna
que desde luego no es de ninguno de los dos personajes.
En las esquinas inferiores aparecen dos focos de atención peculiares:
15
•
•
•
En la parte inferior derecha de la
tabla se pueden apreciar otros
dos
elementos
simbólicos.
Concurren varios personajes. Uno
de ellos, el único, por cierto, que
aparece vestido en la tabla
central, mira claramente hacia
afuera
estableciendo
una
complicidad con el espectador.
Señala a una mujer tumbada que
a todas luces parece ser Eva.
Detrás del hombre vestido irrumpe un tercer personaje. Acerca de
quien es el hombre vestido hay varias teorías. Se le identifica,
mayoritariamente, con Adán mientras que el hombre que aparece
por detrás saliendo de una cueva sería Noé anunciando una nueva
era tras el diluvio. Desde la cueva se convierten en testigos de lo
que sobrevino al mundo por su culpa.
Otra teoría, es que el varón pertrechado es San Juan Bautista, que
siempre se representa
señalando siempre algo, el Cordero
normalmente. Aquí, sin embargo, El Bosco nos sorprendería una
vez más. El Bautista no aparece señalando al que quita los pecados
del mundo (el Cordero) sino precisamente a la que los trajo, Eva.
La cueva por la que irrumpe San Juan Bautista sería el símbolo de
entrada en el limbo tal como se describe en el evangelio apócrifo
de Nicodemo. San Juan Bautista encarnaría de esta forma el
puente entre el mundo anterior al pecado y el mundo terrenal.
Además, en la esquina inferior izquierda, hay un grupo de
hombres, con un negro,
que están señalando hacia la tabla
anterior, en especial a Eva, lo que se ha interpretado como una
clara acusación a la mujer como responsable de haber sucumbido a
la tentación de la serpiente cometiendo el pecado por el que
pagará toda la humanidad. La misoginia en la época en la que El
Bosco pinta El Jardín de las Delicias es conocida.
En el lado izquierdo hay aves de grandes proporciones. Estos pájaros,
como el petirrojo son también símbolos eróticos, en concreto de la
lascivia; las mariposas, de inconstancia; la lechuza, de herejía; el
cuervo, de incredulidad. Los gigantescos pájaros que entran en el
estanque, derivan de los bestiarios; la abubilla que se nutre de restos
es el alma complacida en
las falsas doctrinas; el
martín
pescador,
la
hipocresía.
Un
ratón
dentro
del
tubo
de
vidrio, observatorio del
refugio de un solitario
meditabundo
(a
la
izquierda, bajo la bola
transparente),
es
la
falsedad de las doctrinas
que
desvían
a
los
creyentes.
16
Este enorme montón de símbolos y alusiones, que envuelve a las figuras,
el ambiente, la pintura misma, no pesa sobre las posibilidades
expresivas del artista que de ellos saca una vitalidad inventiva
inagotable.
Las extrañas estructuras, que aprisionan y oprimen a los personajes, a
veces son como pompas, otras como costras, o conchas. Dan a conocer
indirectamente que el pecado se apodera del ser humano, lo corrompe y
atrapa para siempre. Muchas de estas estructuras recuerdan a
alambiques o matraces, lo que hace que algunos historiadores
consideren que muy probablemente, los significados intrínsecos de la
obra se hallen vinculados al mundo de la alquimia.
Los estanques no están limpios, sino son focos de concupiscencia,
fuente y origen de todos los males que refleja la pintura; de hecho, en
aquella época, referirse al baño podía aludir a Venus y, por lo tanto, al
amor carnal.
Chocan sobremanera las extraordinarias dimensiones de los animales
(peces y mejillones incluidos) y las plantas que llega incluso a
sobrepasar la estatura de los hombres. Es la idea del mundo al revés
muy presente en el lenguaje iconográfico y literario de la época. Hay una
obsesión por presentar animales y personas en posiciones invertidas:
uno de ellos aparece con la cabeza y el torso sumergidos en el agua
mientras que abre las piernas en forma de Y. Junto a las construcciones
fantásticas de la parte superior de la tabla, unos hombres llevan colgado
a un animal de un palo pero este, curiosamente, en vez de quedar
suspendido naturalmente aparece boca arriba desafiando las reglas de la
gravedad. Todas estas escenas muestran que nos encontramos ante un
falso paraíso en el que todo lo que en él se representa no es lo que
parece.
Otro elemento clave de la tabla es la indiferenciación sexual, remarca
poco los cuerpos y órganos sexuales. Apenas distinguimos a los hombres
de las mujeres. Podría ser que El Bosco buscara así querer mostrar que
toda la humanidad estaba implicada en el pecado.
La sexualidad se manifiesta de mil
maneras
y
la
presencia
de
la
homosexualidad resulta un nuevo tema
a incluir, ya que amor homosexual era
concebido en la Edad Media contra
natura. Un hombre se agacha y eleva el
culo,
mientras
mira
hacia
atrás,
satisfecho
de
que
otro
vaya
introduciendo en su ano flor tras flor.
Se fija también en los dos jovencitos
dentro de la torre de coral, a la
derecha, con el hombre que lleva un
gran pez. O bien la bola azulada que
está en el lago, en la parte inferior
17
un hombre, masturba a otro, y este a su vez va a introducir un dedo en
el ano de un hombre, de espaldas y agachado, que tiene levantadas las
nalgas para facilitar la relación. En el tramo central inferior vemos las
relaciones de unos hombres junto al cardo.
Esta es la interpretación tradicional del panel central. No obstante, ha
habido otras que se apartan de la misma, teniendo en cuenta que El
Bosco realmente no condena lo que se está viendo en este panel, al
contrario, parece un mundo positivo, altamente “deseable”. Se
representa un universo de felicidad, sin dolor, enfermedad ni muerte. No
se representa el paso del tiempo (no hay niños ni ancianos), tampoco se
ve a nadie trabajando para ganarse el sustento con el sudor de su frente.
Se describe a una humanidad diversa que se alimenta de los frutos de la
tierra y se organiza en estructuras naturales. Por ello, se creyó ver en la
obra una ilustración de las concepciones religiosas de la secta herética
de los adamitas (una secta que profesaba el haber retomado la inocencia
primaveral de Adán. Llamaban a su iglesia el Paraíso, condenaban el
matrimonio ya que era ajeno al paraíso, y se desnudaban mientras
oraban). Tesis que hoy no goza de aceptación.
Análisis del Panel Derecho: El Infierno.
El panel de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm. de alto por
97,5 de ancho.
Detalle central: Infierno Musical.
18
Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se representa la
condena en el infierno. Con el Infierno, se completa el ciclo y en él se
castiga a aquellos que se dejaron seducir por los goces placenteros que
les ofrecía el jardín central, en ella el pintor nos muestra un escenario
apoteósico y cruel en el que el ser humano es condenado por su pecado.
Es una escena que representa el resultado de una vida de inmoralidad y
pecado, donde el artista describe diferentes castigos para los diferentes
pecados. En el infierno, el sueño es una pesadilla disloca: orejas de las
que emergen cuchillos, demonios con bocas dentadas en el vientre, y,
entre todo ello, los cuerpos de los pecadores que están siendo
despedazados por los demonios y sus máquinas infernales.
También es conocido como El Infierno Musical, por las múltiples
representaciones de instrumentos musicales que aparecen para torturar
a los pecadores que dedican su tiempo a la música profana. Se ignora
por qué El Bosco asocia la música con el pecado. Ha pintado los
tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe
un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. Es
una tabla muy sombría en relación con el colorido de las otras dos: tonos
lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego. La tabla
se puede dividir en tres niveles.
En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego y
torturas. Las arquitecturas están sumidas en extrañas iluminaciones
fosforescentes. Ese incendio, que realmente representa el paisaje
nocturno de una ciudad en llamas, se ha relacionado con un trauma del
pintor, que vio como su localidad natal era pasto del fuego. Ciertamente,
estas representaciones de ciudades en llamas se pueden ver en otros
cuadros del autor. La atmósfera resulta totalmente demoníaca.
En la parte central, dos grandes orejas, con un cuchillo (lengua) en el
centro y atravesada por una flecha enorme, representa el castigo a los
que no quisieron escuchar la palabra de Dios, relacionada con la frase
que se atribuye a Platón en la Edad Media: “Que Dios Nuestro Señor nos
dio dos orejas y una lengua, porque debemos oír dos veces de lo que
vamos a hablar”. La crítica parece coincidir en que el cuchillo unido a las
dos orejas es un genital masculino, mientras que la gaita sobre la cabeza
del hombre podría ser un elemento homosexual o, tal vez, femenino.
Asimismo, las dos orejas y el cuchillo, se podría asemejar a una máquina
infernal que avanza sobre los condenados y los aplasta.
Aparece un mundo onírico, con criaturas fantásticas, y cuya figura
central en un “hombre-árbol”, quien, sin culo y con sus brazos en forma
de troncos secos y sus manos como barcas flotantes, contempla lo que
sucede en sus entrañas, en donde está representada un escena
tabernaria, donde los comensales se sientan en sapos gigantes, servidos
por una vieja “celestina” que saca vino de un barril. La figura del
hombre-árbol, asociado con el demonio, destaca por su contraste por su
color claro sobre fondo oscuro, como por su gran tamaño en relación a
los otros seres representados. Sobre su cabeza, un disco con demonios y
sus víctimas en torno a una gaita. Mira directamente al espectador. La
cara que aparece en la parte central, bajo un plato que contiene una
19
gaita, es un autorretrato del Bosco, y que con un torpe vendaje intenta
ocultar una llaga producida por la sífilis. Debajo de él hay un lago
helado, sobre el que patinan algunos condenados, mientras el hielo se
resquebraja. Se destina a los envidiosos el suplicio del agua helada. En
la Edad Media se consideraba el contraste entre el frío y el calor como
una de las torturas del infierno.
A la derecha central aparece un hombre vestido (en cada tabla aparece
una figura vestida: Dios-Jesucristo (Paraíso), y Adán/San Juan Bautista
(central), que cabalga sobre una mujer que la va a meter en una ánfora
y algo que no es común, tiene grandes pechos.
Y en la parte central derecha, un caballero vestido con armadura (ira),
caído sobre un gran plato, es atacado por siete perros famélicos, están
comiéndose las entrañas mientras mantiene en su mano un cáliz de oro,
como señal de sacrilegio. Al lado contrario, aparecen una serie de frailes
que se cobijan en un convento con campana que tiene como badajo a un
hombre y como campanero a una especie de sapo.
En el ángulo inferior derecho aparece Lucifer como un monstruo con
cabeza de pájaro y pies de vasijas que devora a hombres y los expulsa
por el ano, en un orinal desde donde caen a un pozo negro. En él, el
glotón (gula) es obligado a vomitar, y un individuo defeca monedas, ya
que el dinero no sirve en el infierno (avaricia). Incluso los
instrumentos musicales sirven de armas terribles para ejecutar a los
malditos. Los personajes situados en primer término parecen
condenados por el juego y las tabernas ya que portan dados, naipes y
tableros de juego, y un ataque para el estamento del clero, tan
desprestigiado entonces, como se verifica en la cerda con toca de
monja que abraza a un hombre desnudo que intenta que firme un
documento.
El tintero representado por un ave reptil con yelmo y
colgando un pie-reliquia, con un cilindro representativo de la
autenticidad de la reliquia, como representación de la venta
fraudulenta de reliquias que hacían los clérigos poco escrupulosos.
Bajo el manto de Satanás hay una mujer que es acosada por un ente
demoníaco cuyo culo es un espejo donde se refleja la cara de la mujer,
que representa a una dama orgullosa (soberbia), otro demonio en forma
de lobo la acosa. Le cubre un sutil
y transparente tela que parece
desnuda. En definitiva, todo ello es
un simbolismo de lo que ocurre a
la gente del panel central, del
Jardín de las Delicias, debido a su
comportamiento.
En la parte inferior, aparecen lo
que sería el infierno musical
propiamente dicho, en donde los
instrumentos musicales aparecen
transformados en instrumentos de
tortura. Bajo los músicos están los
20
jugadores y tahúres, acompañados por alguna prostituta (como la que
lleva el dado en la cabeza) y recreando el ambiente tabernario y de los
prostíbulos, es la representación del vicio del juego extendido en la
época medieval.
Un dato a reseñar es que el infierno se aprecia menor presencia
femenina.
Comentario global técnico:
•
El Bosco utiliza un punto de vista muy alto (como si
estuviésemos observando desde una torre) y así se ve mucho
paisaje, el horizonte queda muy lejano. Los colores son muy
variados y estridentes, lo que, junto con lo representado,
acentúa la sensación de sueño fantástico que impregna todo.
La perspectiva se consigue empequeñeciendo lo que se
encuentra lejos. Se hace hincapié en el movimiento de los
personajes y en una representación realista de los mismos.
•
Algo muy típico de los pintores holandeses y flamencos del
renacimiento es la minuciosidad en los detalles, hasta el punto de
que con una lupa podríamos observar minúsculos detalles que a
simple vista pasan desapercibidos. Las figuras tienen el
consistente
preciosismo
de
las
miniaturas
flamencas
cuatrocentistas.
La técnica minuciosa de El Bosco está directamente relacionada
con la pintura de su época y los avances con el óleo permiten
realizarla. Pero su forma de componer y situar las figuras en el
espacio, así como su interpretación de un tema clásico de la
pintura religiosa, no tienen nada en común con los otros pintores
de su entorno. La diferencia entre las pinturas del Bosco y las de
otros es que los demás procuraron pintar al hombre cual parece
por fuera; él sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro. Los
cuadros de El Bosco no son disparates, sino es una sátira pintada
de los pecados y desvaríos de los hombres.
•
Recursos pictóricos: El Bosco era un maestro: fue un gran
dibujante, un maestro del color, del claroscuro, del tratamiento de
la luz y la
perspectiva; el paisaje (los hay luminosos o
crepusculares), que a pesar de ser irreal es siempre lírico. La
composición: Es aparentemente caótica, con multitud de escenas
colocadas sin obedecer a una ordenación espacial clara, aunque en
todas las escenas parecen existir grandes objetos que actúan como
ejes organizadores (las fuentes en la primera tabla, los estanques
en la segunda, y el hombre-árbol en la tercera). Coloca siempre la
línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner
sucesivos planos que, a pesar de su independencia, se funden unos
con otros. A pesar de estar compuesto por numerosos pequeños
detalles, el tríptico se basa en una composición muy reflexionada.
El paraíso y la tierra están unidos por la misma claridad y un
21
mismo horizonte, repitiéndose en ellas la estructura circular y las
lagunas. No obstante, el infierno es distinto, nocturno,
desesperanzado.
•
Ahora bien, no se interpretará la obra de El Bosco de forma
correcta, si se ve en ella complacencia en la representación de los
defectos y errores humanos, ya que el artista parte de sus
convicciones de cristiano, y lo que hace es criticar los vicios
degradadores de la condición humana.
Es, por tanto, El Bosco, un hombre de su tiempo, no ajeno a lo
que sucede a su alrededor, y empleó a través de su pintura su
visión particular y sus conocimientos acordes con el movimiento
humanista imperante. Pero siempre, refleja el mal en toda su
fuerza y en su propia morada, es decir en el infierno, utilizando
multitud de seres malignos que en sus representaciones pictóricas
están presentes en toda la Edad Media.
•
Fue sin duda El Bosco el último y probablemente el más grande de
los pintores medievales. Su visión del mundo y del hombre es
pesimista, de ahí deriva su actitud moralizante. Para él la
humanidad está marcada desde el pecado de Adán y Eva, que
fueron arrojados del paraíso. La salvación no es posible, sino es a
través de grandes penalidades y el destino final de la mayoría de
los hombres, es la condenación eterna. La muerte y el temor que
de ella se deriva están siempre presentes en todos sus cuadros.
6. Última Restauración:
Después de dos años de restauración, desde el 2000, se puede apreciar
al máximo la belleza de El Jardín de las Delicias. La restauración,
realizada en colaboración con la Fundación Winterthur (dentro del
ámbito
de
la
Responsabilidad
Social
Corporativa,
con
poco
reconocimiento de este tipo de acciones en España) se realizó teniendo
en cuenta varias copias del original, realizadas en el siglo XVI: una copia
anónima en lienzo, custodiada en el Museo de Budapest; otra copia, esta
vez en tabla, atribuida a Michiel Coxcie y perteneciente a una colección
privada belga; una tercera en tabla pasada a lienzo, también anónima,
traída del Germanisches National Museum de Nuremberg, y otra en
tapiz, encargada seguramente por el Duque de Alba y custodiada por
Patrimonio Nacional.
En cuanto a los estudios técnicos, los métodos empleados por las
restauradoras, María Teresa y Rocío Dávila, confirman la calidad
singularísima de El Bosco, y prueban que el pintor realizó numerosos
cambios y modificaciones respecto del diseño originario en la ejecución
pictórica. Los infrarrojos enseñan que eliminó numerosos elementos y
figuras; las radiografías muestran que modificó mucho, dándole más
simplicidad a la composición del panel lateral derecho (el infierno) y a la
central; y los rayos ultravioletas desvelan que la obra sufrió retoques y
repintes en anteriores restauraciones.
22
BILBIOGRAFÍA:
BELTING, HANS. El desnudo en el Museo del Prado. Galaxia Gutenberg –
Círculo de Lectores. 1998
GUILLAUD, JACQUELINE y MAURICE. Jerónimo Bosco. El Jardín de las
Delicias. Guillaud Ediciones Paris. 1998.
MARTINEZ, ROSA, Coord. Historia del Arte Vol. V. Ed. Instituto Gallart
Barcelona. 1997
MATEO GÓMEZ, ISABEL. El Jardín de las Delicias y sus fuentes.
Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico. 2003.
PANTORBA, BERNARDINO. El Jardín de las Delicias. Colección: Las obras
maestras al trasluz (sin datos de fecha ni editorial).
PIJOÁN, JOSÉ. Suma Artes, Historia General del Arte, Vol. XV. Espasa
Calpe, S.A. 1980
YARZA LUACES, Joaquín. El Jardín de las Delicias de El Bosco. Tf.
Editores. 1998.
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