Anexo 2 masa pasiva definitivo

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Concurso Voluntario Ordinario de Especial Transcendencia: 475/2013
JUZGADO MERCANTIL Nº 5 DE MADRID
COTO MINERO CANTÁBRICO, S.A.
-ANEXO II-
LISTA DE ACREEDORES
(Art. 75.2.2º LC)
Lista de Acreedores
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CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL PASIVO
La Ley 22/2.003, de 9 de julio, Concursal, reformada por la Ley 38/2011,
reguladora del procedimiento a que deben someterse todas las personas físicas o
entidades jurídicas en quienes concurran las circunstancias señaladas en el artículo
2.4, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 5 de la precitada Ley, reserva un
apartado
específico
y
diferenciado
y
de
innegable
trascendencia
para
el
desenvolvimiento del expediente al Informe que la Administración Concursal deberá
elaborar y presentar al Juzgado en el breve plazo que establece el artículo 74,
regulando de una manera casuística, dentro del Título IV, compuesto por cuatro
capítulos, con cuatro secciones y veintiún artículos (números 74 a 94, ambos
inclusive),
la
estructura
que
debe
tener
y
los
documentos
que
deben
complementarlo, entre los que expresamente señala la “Lista de Acreedores” (art.
75.2.2º), comprensiva de la masa pasiva, regulando en el artículo 94 a qué fecha
debe referirse y que debe contener, para concluir con la composición y clasificación
de los créditos que deben ser incluidos en los artículos 84 y 89 a 92, ambos
inclusive, del propio texto legal.
Es de significar dos circunstancias a tener en cuenta en la elaboración de la lista de
acreedores y que deben ser observadas por los acreedores al insinuar sus créditos
y, sobre todo, al plantear los incidentes concursales de impugnación de la lista y
son que, a pesar de la dicción del artículo 94.1 de la Ley Concursal de que la lista
de acreedores debe ser referida a la fecha de solicitud de concurso, como tiene
declarado la jurisprudencia mercantil de forma unánime, debe serlo a la fecha del
auto en que se declare a la sociedad en concurso de acreedores, porque el
legislador estimó que solicitud y declaración debían ser simultáneas, como se
deduce de los artículos 13 L.C.: “En el mismo día o, sino fuera posible, el día
siguiente hábil a su reparto”.
La segunda de las consideraciones que estimamos oportuno señalar es la de los
créditos que deben integrar la lista de acreedores y que de manera clara viene
establecida en el artículo 84.1 de la Ley Concursal: “Constituyen la masa pasiva los
créditos contra el deudor común que conforme a esta Ley no tengan la
consideración de créditos contra la masa”. Por consiguiente, dentro de la lista de
acreedores sólo se incorporan los créditos concursales, esto es, los que se originen
con
anterioridad a la declaración de concurso, pero no los generados con
posterioridad, que tendrán la calificación de contra la masa y serán objeto de una
relación separada, pero diferenciada, de la lista de acreedores, como claramente
dispone el artículo 94.4 de la Ley Concursal, que a mayor abundamiento indica que
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se cuantificarán y detallarán los créditos contra la masa devengados y pendientes
de pago y este tratamiento diferenciado es lógico si se tiene en cuenta que los
créditos concursales son inamovibles desde el momento de la declaración de
Concurso, en tanto que los contra la masa sufren fluctuaciones constantemente
porque se siguen devengando y, al mismo tiempo, amortizando en la forma
establecida en el artículo 154.2 de la Ley.
Con el objeto de facilitar la lectura y comprensión del presente apartado sobre el
Pasivo Concursal , antes de adjuntar la ficha individual que se abre a cada acreedor
de manera pormenorizada, con expresión de los datos requeridos por el artículo
94.2 de la Ley Concursal, para luego descargarlas en un listado mas extractado de
acreedores por orden alfabético, con indicación de los incluidos y de los excluidos,
consideramos conveniente anticipar el criterio que se ha seguido para determinar la
cuantía y clasificación de los créditos, tanto de los insinuados como de los que se
puedan insinuar en un futuro, por su carácter litigioso o por estar sujetos a un
procedimiento de verificación, como sucede respecto de los de la Agencia Tributaria
o de la Tesorería General de la Seguridad Social y a los que se les atribuye la
clasificación de contingentes y sin cuantía, pero para que ello proceda es preciso
que así se indique al insinuar el crédito, como tiene declarado la doctrina y la
jurisprudencia mercantil. Por consiguiente, las consideraciones que seguidamente
haremos son una simple proclamación de principios, que luego se ajustan a cada
unos de los acreedores que han comunicado sus créditos con expresión de la
cuantía y clasificación que pretenden.
Lo que pretende la Administración Concursal con la exposición que realiza en las
presentes Consideraciones Generales sobre el
Pasivo es poner de manifiesto las
líneas directivas que ha seguido para determinar la cuantía y clasificación de cada
uno de los créditos que se han puesto de manifiesto en el concurso, ajustándose a
los dictados de la letra y el espíritu de la Ley y respecto de aquellas cuestiones
omitidas por la misma o que ofrecen una interpretación no pacífica, acudiendo a la
doctrina y a la jurisprudencia, como se tendrá ocasión de constatar, que se han
pronunciado sobre aspectos un tanto confusos de la nueva Ley, a pesar de que
algunos se han subsanado con las modificaciones que ya tuvo la misma, tratando,
de esta manera, que por una defectuosa o incompleta interpretación de las normas
se planteen incidentes concursales, no demasiado fundamentados, que perjudican a
los propios acreedores por los gastos que les provocan y por el retraso que supone
para el desenvolvimiento del procedimiento, impidiendo la conclusión de la fase
común y la consiguiente apertura de las de convenio o de liquidación.
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Finalmente y antes de proceder a la exposición de los criterios utilizados para la
determinación y la clasificación de los créditos que conforman la Masa Pasiva, a la
que nos hemos referido anteriormente y la metodología que se ha seguido, vamos
a presentar en resumen y por apartados o grupos de clasificación, la Masa Pasiva
del concurso voluntario de la mercantil “COTO MINERO CANTABRICO S.A.”,
sin
perjuicio del ulterior desarrollo que de la misma se realice, con el análisis
individualizado que se haga de cada uno de los acreedores que, por cualquier
concepto, figuren en el concurso, hayan insinuado o no sus créditos y hayan sido
reconocidos o no, ya que a éstos se les hará figurar en la lista de acreedores con
créditos cero euros (0,00€) y si no impugnan a través del incidente concursal se les
excluirá de la lista definitiva, que debe incorporarse a los textos definitivos, en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 94 de la Ley Especial. Conforman el
pasivo concursal los siguientes grupos:
Calificación
Importe
Privilegio Especial del Art. 90.1.1ºLC
5.272.740,81
Privilegio General del Art. 91.1º LC
1.609.503,19
Privilegio General del Art. 91.2º LC
1.258.952,45
Privilegio General del Art. 91.4º LC
1.694.173,88
Ordinarios del Art. 89 LC
50.650.078,07
Subordinados del Art. 92.3º LC
2.713.000,40
Subordinados del Art. 92.4º LC
843.729,71
Subordinados del Art. 92.5º LC
2.527.329,96
TOTAL CRÉDITOS CONCURSALES
Créditos contra la masa
TOTAL DEUDA DEL CONCURSO
Créditos contingentes valorados
Créditos contingentes sin cuantía
66.569.508,47
52.404,82
66.621.913,29
41.941.799,68
0,00
A. METODOLOGÍA APLICADA PARA LA CUANTIFICACION DE CREDITOS.-
En la elaboración de la lista de acreedores incorporada al Informe, en cumplimiento
de lo requerido en el artículo 75.2.2º de la Ley Concursal 22/2003, de 9 de julio, se
ha seguido la siguiente metodología:
1º.- Al tratarse de un concurso voluntario, el deudor, en cumplimiento de lo
dispuesto en el artículo 6.2.4º de la Ley Concursal, con el escrito solicitando se la
declarase en concurso, presentó una Relación de Acreedores, con especificación de
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su domicilio y crédito y la Administración Concursal, siguiendo las directivas
marcadas en el artículo 21.4 del mismo cuerpo legal y lo acordado por el Juzgado
en la parte dispositiva del auto de 9 de julio de 2013, se dirigió a cada uno de los
acreedores que figuraban en la Relación aportada por el deudor, comunicándoles
que “COTO MINERO CANTABRICO SA” había sido declarada en concurso de
acreedores e interesando el envío de los documentos o copias autenticadas de los
títulos justificativos de sus créditos y la cumplimentación de las demás exigencias
contenidas en el artículo 85 de la Ley Concursal, como la cuantía del crédito y la
calificación que del mismo se pretende.
2º.- La respuesta de los acreedores al requerimiento que se les ha hecho ha sido
muy aceptable, no sólo en cuanto al número, sino y de manera especial, a la
cuantía, porque de los de cuantía más elevada se puede decir que, en el plazo
legalmente establecido en
el
artículo 21.1.5º de un
mes, ha
contestado
prácticamente la totalidad, insinuando el crédito de sus representados con la
calificación pretendida y soportándola en la documentación que lo amparaba. En
suma, pues, el resultado obtenido con la circularización
fue altamente positivo,
habida cuenta que ha atendido el requerimiento que en la misma se había realizado
un porcentaje elevado y muy cualificado de los que figuran en la relación
inicialmente confeccionada por la concursada y presentada con la documentación
que acompañó a su escrito expresando y reconociendo su situación de insolvencia
actual, al no poder cumplir regularmente sus obligaciones exigibles, en aras de lo
dispuesto en el artículo 6.2.4 de la Ley Concursal y que fue elaborada en base a lo
que resultaba de su contabilidad, libros y papeles.
3º.- Con cada una de las respuestas recibidas de los acreedores se les ha abierto
una carpeta individual y dentro de la misma se incorpora una ficha, en la que se
asientan todos los campos a los que se refiere el artículo 85.3 de la Ley Concursal,
conteniendo la justificación documental aportada, el crédito reclamado, tanto en
cuantía como en la clasificación solicitados; la opinión de la Administración
Concursal sobre el crédito del acreedor al que se le abre la ficha y su criterio sobre
la cuantía y clasificación que merece.
Para
adoptar la decisión sobre la cuantía y clasificación ha tomado en
consideración, la Administración Concursal, de una parte, la reclamación del
acreedor con la documentación en que la soporta y, de otra parte, la del deudor.
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La concursada, al ser una sociedad mercantil, por así imponérselo el Código de
Comercio y la Ley de Sociedades Anónimas, está obligada a llevar contabilidad
actualizada y la llevaba. Por eso, los dos pilares sobre los que se fundamentó la
Administración
Concursal
para
elaborar
la
lista
de
acreedores
fueron
la
documentación aportada por el acreedor y la resultante de la contabilidad de la
concursada, contrastando ambas, en caso de que no haya coincidencia entre la cifra
reclamada por el acreedor y la reconocida por el deudor y buscando la razón de la
diferencia y, una vez verificada, adoptar la decisión respecto de la cuantía y
clasificación de cada uno de los créditos insinuados, con expresión de la cifra que
quedaba en controversia y a que obedecía esa diferencia.
4º.- De lo que se acaba de exponer resulta evidente la importancia que tiene el que
los acreedores cumplimenten el requerimiento que les hace la Administración
Concursal, mediante carta certificada y con aviso de recibo, comunicando su crédito
y aportando la documentación que lo soporta, ya que es la única forma de que se
pueda verificar la reclamación y contrastarla con la que resulta de la contabilidad de
la concursada y así lo ha entendido también el legislador, anudando consecuencias
al incumplimiento de la obligación establecida en el artículo 85 de la Ley Concursal
en el artículo 92.1 del mismo cuerpo legal, aunque la interpretación de este
precepto no ha sido pacífica entre la doctrina y la propia jurisprudencia, como se
pondrá de manifiesto en el presente apartado.
Respecto de los acreedores que no han atendido la obligación que les impone el
artículo 85 de la Ley Concursal, máxime si la Administración Concursal cumplimentó
lo dispuesto en el auto de 23 de diciembre de 2010, por aplicación del artículo 21.4
del mismo texto legal, comunicando y justificando en tiempo y forma, el artículo 92
proclama, como principio general, la degradación del crédito, al reducirlo a la
condición de subordinado, pero establece tal tipo de excepciones, que el principio
queda minimizado, sobre todo por la posición adoptada por nuestra jurisprudencia
mercantil, al interpretar con un criterio “magnánimo” las excepciones que en el
mismo se indican.
Además de la implantación de la unidad legal de sistema y disciplina, acabando así
con la dispersión procedimental de la legislación anterior, otras dos mas son las
innovaciones mas importantes de la nueva Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, a
saber: la drástica
reducción de los privilegios, por considerar que el principio de
igualdad de tratamiento de los acreedores ha de constituir la regla general y sus
excepciones deben ser muy contadas y plenamente justificadas y que se deben
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calificar de positivas
y la creación de una nueva clase de créditos, que puede
considerarse de negativas, que comprende a los créditos subordinados, una nueva
categoría introducida por el artículo 92.1 y recogida en el artículo 89.1 de la Ley
Concursal, comprensiva de aquellos créditos que deben quedar postergados, tras
los ordinarios, por disposición legal, debido a la tardía comunicación o no
comunicación del crédito en los plazos legalmente establecidos o por la especial
vinculación con el acreedor del deudor o por su carácter accesorio o naturaleza
sancionadora o por pacto contractual.
Las posiciones que puede adoptar el acreedor en la comunicación que exige el
artículo 85 de la Ley Concursal y cuyas consecuencias difieren notablemente, se
pueden subsumir en las siguientes:
a)
Que haga la comunicación de su crédito dentro del plazo legalmente
establecido, esto es en el de un mes, a contar de la publicación del auto de
declaración del concurso en el Boletín Oficial del Estado (art. 21.1.5º L.C.). En este
primer supuesto, que debe ser el normal, la consecuencia de la comunicación
tempestiva del crédito es que la Administración Concursal, después de examinar la
solicitud presentada por el acreedor, junto con la documentación aportada y de
contrastarla con la asentada en la contabilidad de la concursada, valorará, según
las normativas establecidas para la determinación de la masa pasiva, la
procedencia o improcedencia de su inclusión en la lista de acreedores y con qué
eficacia, es decir su cuantía y clasificación (art. 86.1 L.C.).
b)
Que realice la comunicación del crédito de una manera tardía, al haber
dejado transcurrir el plazo de un mes concedido en el artículo 21.1.5 L.C., sin
haberse dirigido a la Administración Concursal, solicitando el reconocimiento de su
crédito, con especificación de cuantía y clasificación, como le fue requerido en la
circular que le fue remitida.
Las consecuencias que el artículo 92.1 L.C. anuda a la comunicación tardía de
créditos pone de relieve la importancia para el acreedor de comunicar su crédito
dentro del plazo que la Ley le concede. No se puede
desconocer que el artículo
86.1 L.C impone a la Administración Concursal la valoración de todos los créditos
que le han sido puestos de manifiesto en el procedimiento, tanto de los que le
hayan sido comunicados expresamente, como de los que resulten de los libros y
documentos del deudor o por cualquier otra razón consten en el concurso. Sin
embargo, para el caso de que el crédito en cuestión no conste de ningún modo en
el concurso y el acreedor lo comunique expirado el plazo concedido para hacerlo,
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pero con anterioridad a la finalización del que dispone la Administración Concursal
para entregar el informe al Juzgado, que le permita verificarlo y pronunciarse sobre
su existencia y cuantía, la consecuencia para tal crédito, por la falta de diligencia de
su titular, será la de su postergación a la categoría de subordinado.
c)
El tercer supuesto a analizar es el de la comunicación del crédito con
posterioridad a la presentación del Informe por parte de la Administración
Concursal, de forma que al no constar en modo alguno en el concurso, no se le ha
incluido en la lista de acreedores. La Administración Concursal sigue el criterio, en
este supuesto, de la jurisprudencia consolidada para la que la comunicación
extemporánea de los créditos, esto es, después de presentado el Informe, lleva
aparejada como consecuencia que, “a los efectos del concurso el crédito ha
desaparecido y por lo tanto el acreedor pierde el derecho a ser reintegrado con
cargo a la masa activa y queda privado de todos los derechos que el
reconocimiento del crédito le conferiría en el concurso”, por estimar que está
avalada por una correcta interpretación de los artículos 85.1, 86.1 y 92.1, todos
ellos, de la Ley Concursal.
Dentro de esta línea se pueden citar, entre otras muchas, las siguientes
resoluciones judiciales:
Auto de 10 de marzo de 2005 (AC 2005/287) y sentencia de 25 de mayo de
2005 (AC 2005/976), del Juzgado de lo Mercantil Nº 1 de los de Madrid.
“Los créditos no insinuados dentro del término concedido a la Administración
Concursal para la presentación del Informe, como ocurre con el de la entidad
Zahonero, S.L., excluída la posibilidad de su calificación como de subordinado, no
pueda ser otra la consecuencia que la de su exclusión definitiva del concurso”.
Sentencia del Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de Valencia de
fecha 11 de noviembre de 2.005 (AC 2005/17/94).
“El último de los supuestos es el de comunicación tardía del crédito, con
posterioridad a la entrega del informe por parte de la Administración Concursal. Se
corresponde con el caso que se nos plantea y debemos entender que, a los efectos
del concurso, el crédito se ha perjudicado y por tanto el acreedor pierde el derecho
a ser reintegrado con cargo a la masa activa y queda privado de todos los derechos
que el reconocimiento del crédito le conferiría en el concurso. Y ello sin perjuicio de
que
el
acreedor
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pueda
articular
los
mecanismos
procesales
que
entienda
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convenientes a los efectos de obtener el reconocimiento de su crédito, lo cual viene
abonado por la previsión del artículo 134 L.C. (RCL 2003/1748), el cual extiende,
en su caso, los efectos del convenio, también, a aquellos acreedores que, por
cualquier causa no hubiesen sido reconocidos como tales en el concurso”.
Frente a esta posición mayoritaria de la doctrina y de la jurisprudencia mercantil, es
acogida por algún Tribunal otra que, con criterio mas flexible, estima que la falta de
comunicación de un crédito no puede ocasionar las consecuencias tan drásticas
como las de provocar la desaparición del crédito a efectos del concurso,
interpretación que no se ajusta al principio hermenéutico “pro actione” , que obliga
a los órganos judiciales a interpretar los requisitos procesales de forma que no
eliminen u obstaculicen desproporcionadamente el derecho a que un órgano judicial
conozca y resuelva en derecho sobre la pretensión sometida y decida el
reconocimiento del crédito, pero con la calificación de subordinado.
Sin embargo esta posición minoritaria, que interpreta de una manera flexible y a
favor del infractor los artículos de la Ley Concursal que imponen al acreedor la
obligación de comunicar su crédito y en el plazo establecido al efecto, no ha tenido
acogida en la jurisprudencia y así la sentencia de 17 de diciembre de 2.008, del
Juzgado de lo Mercantil Número 5, de los de Madrid, analizando de manera
casuística esta cuestión, mantiene que, de conformidad con lo dispuesto en los
artículos 21.1.5º, 85.1, 86.1 y 92.1 de la Ley Concursal, es obligación de todo
acreedor comunicar la existencia de su crédito en el plazo que se fija en la Ley y en
el auto de declaración de concurso y si no lo hace no estamos ante un caso de
pérdida de rango del crédito o de degradación del mismo, sino ante un supuesto de
imposibilidad de reconocimiento, de manera que el crédito, a efectos concursales,
no existe, siendo recogida esta postura con anterioridad, además de en las
resoluciones indicadas, en las sentencias de 25 de octubre de 2.006, de la Sección
3ª de la Audiencia Provincial de Valladolid; de 10 de marzo y 25 de mayo de 2.005
del Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de Madrid; de 12 de marzo y 23 de
mayo de 2.005, del Juzgado de lo Mercantil número 1 de los de Oviedo y de 28 de
marzo de 2007, del Juzgado de lo Mercantil Número 1, de Santander.
d)
Aunque realmente no es materia específica de la metodología seguida para
la elaboración de la lista de acreedores, por su innegable trascendencia y por tener
la misma finalidad que la perseguida por la Administración Concursal al exponer las
Consideraciones Generales sobre el Pasivo, cual es la de evitar en un futuro
próximo la presentación de incidentes concursales de impugnación de la lista de
acreedores, con el objeto de conseguir que, a través del mismo, se incorporen a la
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lista definitiva que deberá integrarse en los textos definitivos, estos créditos que, a
efectos del concurso, no existen, al quedar excluidos del mismo o debido a la
extemporaneidad de su comunicación, consideramos oportuno significar la posición
jurisprudencial y doctrinal respecto de la posibilidad de que el acreedor que no ha
insinuado su crédito en ningún momento o lo ha hecho después de presentados el
Informe, pueda acudir al incidente concursal de impugnación de la lista de
acreedores para obtener el reconocimiento de su crédito, aunque se le califique de
subordinado.
Frente a una posición minoritaria defendida, entre otros, por el Juzgado de lo
Mercantil Número 1 de Alicante, en sentencia de 31 de julio de 2.007; el Juzgado
de lo Mercantil Número 3, de los de Barcelona, en sentencia de 27 de febrero de
2.006 y el Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de Bilbao, de 3 de marzo de
2.006, que admiten el proceso impugnatorio ex artículo 96 L.C., como cauce para
reconocer
sumas
superiores
a
las
inicialmente
comunicadas,
en
caso
de
certificaciones de deuda emitidas por las entidades públicas, si bien los incrementos
deberán
tener
comunicados
la
calificación
de
tempestivamente
o
créditos
hecha
subordinados,
la
salvedad
de
al
no
estar
haber
sido
sujetos
a
investigación, se encuentra la mayoritaria que rechaza el que, a través del
incidente concursal impugnatorio, se pueda obtener el reconocimiento de un
crédito, al que se ha considerado excluido por la extemporaneidad de su
comunicación y matiza que la previsión contenida en el artículo 92.1 L.C., en orden
a la clasificación de subordinados de aquellos créditos que “no habiendo sido
comunicados oportunamente sean incluidos en dicha lista por el Juez al resolver
sobre la impugnación de ésta”, no debe entenderse en el sentido de que, por el
trámite de la impugnación de créditos (art. 96 L.C.), pudieran incluirse, con el
carácter de subordinados, aquellos créditos que no han sido comunicados, pues de
sostener esta tesis se estaría atribuyendo al cauce de la impugnación de la lista de
acreedores una virtualidad distinta a la que la propia Ley le reconoce, permitiendo
la ampliación del plazo de insinuación de créditos, a través de la impugnación y
contradiciendo una de las directivas mas importantes perseguidas por la Ley
Concursal, cual es la celeridad del procedimiento, dado que el incidente paraliza y
entorpece el desarrollo normal del procedimiento y así lo ha entendido el legislador
poniendo limitaciones a su uso.
El incidente concursal de impugnación de la lista de acreedores no está pensado
para aquellos interesados en el procedimiento que no han insinuado sus créditos o
no lo han hecho en tiempo y pretenden prevalerse del mismo para hacerlo, sino
para los que, habiéndolo comunicado, muestran su disconformidad con el que les
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ha sido reconocido, bien por su cuantía, bien por su exclusión o por la clasificación
que se les ha dado, diferente de la propuesta. Como tiene reconocido nuestra
jurisprudencia
mercantil,
no
puede
haber
disconformidad
entre
el
crédito
reconocido o la clasificación que se le ha dado, y si previamente no se comunicó a
la Administración Concursal la existencia del crédito, su cuantía y la clasificación
pretendida.
Como tiene declarado la doctrina de forma unánime, la impugnación constituye un
mecanismo a través del cual los interesados en el concurso hacen valer sus
derechos frente a la actividad de formación de la masa activa y de la masa pasiva
desarrollada por la Administración Concursal. De este modo, la actividad de este
órgano colegiado queda sometida a la revisión judicial, siempre que los interesados
consideren que no se han respetado los legítimos derechos que les correspondan y
ello presupone que, previamente, hay una comunicación del crédito por parte del
acreedor, porque difícilmente puede ser objeto de revisión la actividad de la
Administración Concursal respecto de un crédito del que no ha conocido, porque no
ha sido insinuado y no consta en los libros y documentos del deudor, ni en el propio
procedimiento.
La intención del Legislador ha sido, como claramente se desprende de la propia Ley
Concursal, limitar el uso del incidente de impugnación del inventario y de la lista de
acreedores, teniendo en cuenta que el Informe, tal vez el elemento mas importante
de la fase común, porque permite conocer cuál va a ser el destino del concurso y
contrastar la situación real de la concursada, tanto en su activo como en su pasivo,
tras lo cual se abre la fase de convenio o de liquidación, que es la mas interesante
para los acreedores y puede ser paralizada por el uso indiscriminado de los
incidentes, a través de las impugnaciones, que normalmente comprometen el
desenvolvimiento del procedimiento, de ahí que se limite su uso, con un plazo de
interposición muy breve, de diez días, y restringiendo el sistema de recursos, ya
que no cabe la apelación directa.
Como complemento a este criterio que acabamos de exponer y a título de ejemplo,
recogemos el contenido de diversas resoluciones judiciales, que tras analizar las
consecuencias de la comunicación extemporánea de los créditos se pronuncia por la
inadmisión de la comunicación de un crédito a través del incidente concursal de
impugnación de la lista de acreedores.
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•
En la sentencia de 25 de mayo de 2005 (AC 2005/976), del Juzgado de lo
Mercantil Número 1, de los de Madrid, se explicitica que “La Ley, dentro de los
créditos comunicados expresamente, discrimina a aquellos que lo han sido después
de vencido el plazo para la insinuación. A éstos, de comunicación tardía, se les
atribuye la calificación de subordinados (artículo 92.1º L.C.). Sin embargo, este
precepto también prevé la calificación de créditos subordinados para los que “no
habiendo sido comunicados oportunamente, sean incluidos por el Juez en la lista de
acreedores al resolver sobre la impugnación de ésta”. Pudiera parecer que esta
mención abre la vía para que aquellos créditos que no han sido en absoluto
comunicados pudieran llegar a formar parte de la lista de acreedores. Entendemos
que sostener esta tesis supone atribuir al cauce de impugnación de la lista de
acreedores una virtualidad distinta a la que la Ley establece. En efecto, impugnar
significa, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua,
“combatir, contradecir, refutar”. Esta contradicción precisa necesariamente de dos
opiniones que previamente han sido contrapuestas. Y no hay contraposición de
posturas relacionadas con la confección de la lista de acreedores –que se impugnasi el acreedor no ha insinuado previamente su crédito en el concurso. De ahí que al
artículo 96.3 L.C. deba ser interpretado en el sentido de que la impugnación de la
lista de acreedores podrá consistir en la inclusión de créditos, refiriéndose a
aquellos que han sido previamente excluidos, o a la exclusión de créditos, respecto
de los que han sido incluidos en la lista de acreedores, pero no podrán consistir en
otra cosa. No puede mantenerse la tesis de que el artículo 92.1 abre una nueva vía,
-en este caso judicial-, para el reconocimiento de créditos, porque dicho precepto
hace referencia a los que no han sido comunicados “oportunamente”. La
“comunicación oportuna” no puede referirse a otra comunicación que no sea la
prevista en el artículo 85.1 L.C. Cualquier otra comunicación
no podría verse
calificado legalmente como oportuna. Hemos dicho que el artículo 92.1 L.C. no
tiene como finalidad abrir un nuevo cauce para el reconocimiento de los créditos,
porque su finalidad es establecer reglas para la calificación de determinados
créditos como subordinados”.
•
En la sentencia del Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de Málaga, de
fecha 12 de noviembre de 2007 (AC 2008/87), después de analizar la utilización de
la impugnación del artículo 96, en relación con el artículo 194 L.C., limitada en el
tiempo de diez días a contar de la comunicación a que se refiere el artículo 95.2
L.C. y la trascendencia que a este respecto tiene el artículo 97 L.C., estima que
cabe matizar aún más la cuestión”, puesto que lo que realiza la T.G.S.S.
es la
utilización del incidente concursal, para “impugnar el informe” o para motivar una
cuestión sobre “reconocimiento de crédito” que no puede ser encuadrada ni en el
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artículo 96 L.C., conforme se ha dicho y pretendido, ni en el artículo 86 L.C. (RCL
2003,1748), en los términos expresados. El primero, porque supone acudir a una
vía en fraude de Ley para motivar un cambio que el artículo 97 LC proscribe. El
segundo porque no se ha motivado una vía de reconocimiento del crédito (en
relación al apartado primero del artículo 86 LC) para poder impugnar dicho
reconocimiento. Corresponde
a la Administración Concursal, conforme a dicho
precepto, el reconocimiento y clasificación de los créditos insinuados y por ello
deberá presentarse dicho crédito. Frente a una negativa a reconocerlo será posible
la impugnación incidental del artículo 86.2.2º LC. No existiendo el primero (la
insinuación) no es posible plantearlo directamente como incidente concursal por
dicha vía. Nos quedaría, entonces, la vía del artículo 192 L.C., cuya aplicación es
subsidiaria y por ello supone un camino diferente al regulado legalmente. Estando
regulado
en
la
Ley
Concursal
el
régimen
de
insinuación,
reconocimiento,
graduación, etc. de los créditos y la vía incidental a partir de dicho reconocimiento,
calificación, etc., es evidente que no cabría esta vía subsidiaria del artículo 192,
sino en un sentido muy amplio, contrario al espíritu de la Ley.”
•
En la sentencia de 27 de julio de 2.007, el Juzgado de lo Mercantil Número
2, de los de Alicante, después de proclamar como norma primordial que el cauce
del incidente concursal de impugnación de la lista de acreedores no es una vía
válida para la insinuación y el reconocimiento de un crédito, que ha de ajustarse a
la normativa marcada en los apartados 2 y 3, del artículo 85 LC y tras analizar las
tres formas posibles de comunicación del crédito, esto es, en el plazo de un mes;
una vez transcurrido éste, pero antes de la presentación del Informe y después de
presentado, señala:
“Dentro de los créditos comunicados expresamente se discrimina a aquellos que lo
han sido después de vencido el plazo para la insinuación. A éstos, de comunicación
tardía, se les atribuye la calificación de subordinados (art. 92.1 L.C.). Sin embargo,
el artículo 92.1 L.C. también “prevé” la calificación como créditos subordinados de
aquellos que “no habiendo sido comunicados oportunamente sean incluidos en
dicha lista por el Juez al resolver sobre la impugnación de ésta”. Pudiera parecer
que esta mención abre la vía para que, aquellos créditos que no hayan sido en
absoluto comunicados pudieran llegar a formar parte de la lista de acreedores por
el trámite de su impugnación. Entendemos que sostener esta tesis supone atribuir
al cauce de la impugnación una virtualidad distinta a la que el legislador ha querido
darle” y como fundamento de esta posición recoge las alegaciones ya expuestas en
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la sentencia de 25 de mayo de 2005, del Juzgado de lo Mercantil número 1, de los
de Madrid.
e)
Finalmente y para analizar la última de las posiciones que puede adoptar el
acreedor, vamos a referirnos al que no ha atendido
el requerimiento que le ha
hecho la Administración Concursal para que comunicase su crédito en los términos
establecidos en el artículo 85.1 y en el plazo señalado por el artículo 21.1.5º,
ambos, de la Ley Concursal, por negligencia o por no haber recibido la
comunicación.
Si no comunican su crédito o lo hacen después de presentado el Informe, como ya
se ha significado y justificado, a efectos del concurso, el crédito ha desaparecido y
por lo tanto el acreedor pierde el derecho a ser reintegrado con cargo a la masa
activa y queda privado de todos los derechos que el reconocimiento del crédito le
conferiria en el concurso. Ahora bien, que el crédito haya desparecido a efectos del
concurso, al haberlo dejado perjudicar su titular por una conducta negligente no
quiere decir que el crédito no exista, por cuanto aquel está en su legítimo derecho
para articular los mecanismos procesales que entienda convenientes a los efectos
de obtener el reconocimiento del créditos, lo que viene abonado por la previsión del
artículo 134 L.C. (RCL 2003, 1748), que extiende, en su caso, los efectos del
convenio también
aquellos acreedores que por cualquier causa no hubiesen sido
reconocidos como tales en el concurso. No obstante debe significarse que no por
ello van a ser incluidos en la lista de acreedores y satisfechos sus créditos con
cargo a la masa activa del concurso, sino que serían postergados después de los
subordinados para ser satisfechos con el sobrante, si lo hubiera, una vez pagados
los créditos contra la masa y los concursales.
Si la comunicación del crédito se realiza por el acreedor, después de transcurrido el
plazo legalmente establecido, pero antes de ser presentado el Informe al Juzgado,
la interpretación que da la jurisprudencia al artículo
92.1 L.C., es que el crédito
debe ser incorporado a la lista de acreedores con la cuantía que le corresponda,
según la justificación que aporte el que lo insinúa, al no figurar en el concurso y con
la calificación de subordinado, a no ser que se trate de créditos, no insinuados, pero
que su existencia resultare de la documentación del deudor, constaren de otro
modo en el concurso o en otro procedimiento judicial o que, para su determinación,
sea precisa la actuación inspectora de las administraciones públicas, teniendo en
estos casos el carácter que les corresponda según su naturaleza.
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Antes de pronunciarse sobre la interpretación que la jurisprudencia está dando al
artículo 92.1 L.C., consideramos oportuno hacer algunas reflexiones sobre las
excepciones
a
que
se
refiere
y
las
resoluciones
adoptadas
por
nuestra
jurisprudencia sobre el particular.
Es innegable que el Legislador mercantil de 2.003 ha querido compeler al
acreedor al cumplimiento de determinadas exigencias y por eso en el artículo 85.1
L.C. dispone que “….los acreedores del concurso comunicarán a la Administración
Concursal la existencia de sus créditos”, no dejando a su libre albedrío su
cumplimiento, de ahí el carácter imperativo del artículo y las consecuencias en caso
de incumplimiento. Como se indica en la sentencia de 25 de mayo de 2.005, del
Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de Madrid, “ninguna duda puede
plantearse sobre la conducta que la Ley impone a los acreedores que pretendan ver
reconocidos sus créditos. El artículo 85 L.C. exige su insinuación. Insinuación que si
bien no se constituye en conducta a la que se pueda compeler obligatoriamente al
acreedor, la Ley anuda graves consecuencias para el caso de no observarse”.
No ofrece la menor duda que la idea que subyace en esta norma y que
representa el substratum del crédito subordinado, es el de sancionar a los
acreedores que no cumplan con las obligaciones establecidas en el artículo 85 L.C.,
ya que entorpecen, con su actuación, el desarrollo del procedimiento en perjuicio
del resto de los acreedores, que sí han cumplido con su obligación, al impedir que
la Administración Concursal pueda contrastar lo que reclama el acreedor con lo que
resulta de la contabilidad del deudor, lo que daría una mayor seguridad en la
cuantificación, calificación y reconocimiento del crédito. Teniendo en cuenta los
términos en que se expresa la norma (art. 92.1 L.C.), la subordinación alcanza a
todos los créditos, cualquiera que sea su clasificación, privándoles de las eventuales
preferencias que pudieran corresponderles y relegándoles, en el cobro, después de
los ordinarios, por cuyo motivo se les considera antiprivilegiados.
Esta primera causa de degradación de los créditos ya estaba contemplada y
regulada en la anterior legislación, que sancionaba con la pérdida de privilegios a
los créditos morosos, en los artículos 1.111 del Código de Comercio de 1.829 y
1.279 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1.881, e incluso con la pérdida de todos
los derechos si cuando fuera comunicado el crédito ya se hubiera efectuado el
reparto del haber social.
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Como hemos señalado, la nueva Ley Concursal, en el artículo 92.1, establece como
un principio general y de aplicación a toda clase de créditos, su postergación a la
categoría de subordinados, en función de su falta de comunicación en el tiempo
legalmente establecido y todavía con mas razón si la comunicación no llega a
realizarse, por eso no tiene, en principio, mucha justificación, la excepción o
salvedad que establece, para no imponer ninguna sanción, “cuando se trate de
créditos cuya existencia resultare de la documentación del deudor, constaren de
otro modo en el concurso o en otro procedimiento judicial”, sin determinar la clase
de documentación del deudor, de la que conste en el concurso o en otro
procedimiento judicial, pues no se debe olvidar que, respecto de esta última, el
artículo 85.4 exige a los acreedores que comuniquen sus créditos, acompañando los
originales o copias autenticadas del título o documentos que justifiquen el crédito y
si
estuvieran
aportados
o
constaren
en
otro
procedimiento,
judicial
o
administrativo, será suficiente con que aporten copias no autenticadas y la solicitud
al Juzgado para la obtención de testimonio o devolución de los originales y respecto
de las dos primeras quedan al arbitrio o mayor o menor diligencia del deudor, lo
que no es fácilmente comprensible.
La explicación que encontramos a las excepciones del artículo 92.1 a la
proclamación programática de “son créditos subordinados” y luego quede reducido
a la nada, por abrir una vía muy amplia al reconocimiento de créditos no insinuados
o
insinuados
tardíamente,
con
la
calificación
que
les
correspondería
de
comunicarlos tempestivamente, es relacionando el artículo 92.1 con el 86.2,
ambos, de la Ley Concursal, por cuanto en éste se impone a la Administración
Concursal
la
obligación
de
reconocer
determinados
créditos:
“Se
incluirán
necesariamente en la lista de acreedores aquellos créditos que hayan sido
reconocidos por laudo o por sentencia …. O por cualquier otra razón consten en el
concurso”, por cuanto la documentación a que hace referencia está amparada en
una cierta fehaciencia que no ocurre en los supuestos del artículo 92.1, que
genéricamente se limitan a hablar de “documentación del deudor”, que no puede
ser contrastada y, por consiguiente, no ofrece las más mínimas garantías, por lo
que es lógico que se le reconozca el crédito al que no lo ha justificado o lo haga
tardíamente, porque así resulta de su documentación y lo admite el propio deudor,
con cuyo patrimonio será pagado, pero se le atribuye al calificación de subordinado,
con lo que no perjudica al resto de los acreedores que han cumplido con las
exigencias del artículo 85 L.C., al amortizar sus créditos con prioridad a los que las
han desatendido. Darle otra interpretación al artículo 92.1 sería dejarle sin
contenido y, al propio tiempo, lesionaría los intereses de los propios acreedores, ya
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que supondría dar un trato discriminatorio según figuren o no en la documentación
del deudor o del propio concurso, por cuanto al acreedor que figure, por ejemplo,
en la Relación de Acreedores presentada por la empresa, ex art. 6.2.4º L.C. y se le
comunique por la Administración Concursal la declaración de concurso y las
obligaciones que le impone el artículo 85 L.C., pero no los atiende, como figura en
el concurso, se le reconoce el crédito en la cuantía que admite el deudor, “con el
carácter que le corresponda, según su naturaleza” y, en cambio, el que no figure
por causas que no le son imputables, como pueden ser el retraso en la contabilidad
de la concursada o la inmediatez de la deuda a la declaración de concurso, por lo
que no se le comunica la declaración de concurso y al ignorarla no insinúa su
crédito o lo insinúa tardíamente, a éste se le clasifica su crédito de subordinado.
Entendemos que esta interpretación no es ajustada a Derecho y puede ser causa de
irregularidades y perjuicios para acreedores, puesto que ya hay acreedores que,
figurando con saldo acreedor, han contestado al requerimiento de la Administración
Concursal comunicando que en su contabilidad no observan saldo alguno y otros
que reclaman un crédito de cuantía inferior al reconocido por el deudor.
Con la interpretación que hacemos al relacionar el artículo 92.1 con el 86.2 y
hasta podríamos extenderla al 53.1, todos ellos de la Ley Concursal, no se deja sin
contenido el principio general proclamado en el artículo 92.1: “Son créditos
subordinados”, a pesar de la salvedad que se hace en el mismo y que no se debe
obviar que es una transcripción de los términos plasmados en el propio artículo
86.2, se mantiene la sanción que se pretende imponer al acreedor que no cumpla
las exigencias contenidas en el artículo 85 y no se llega al contrasentido denunciado
respecto de la discriminación de los acreedores, en cuanto a la calificación, según
figuren o no en el concurso. Por otra parte, entendemos que no es suficiente con
que figuren en el concurso para reconocer el crédito que admite el deudor tanto en
la cuantía como en la calificación que por su naturaleza le corresponde, pues ante
la imposibilidad de contrastarlo con la justificación que debiera haber enviado el
acreedor, es necesario que de la documentación obrante en el concurso pueda
deducirse, sin género de dudas la legitimidad del crédito, ya que de no ser así
deber ser calificado como subordinado, por haber sido reconocido por el deudor,
con cargo a cuyo patrimonio será satisfecho y no perjudicar al resto de acreedores,
al ser satisfecho después de los acreedores ordinarios.
En el supuesto de autos se ha podido observar que la contabilidad está normalizada
y recoge los movimientos habidos en la Empresa, por lo que refleja la realidad en
sus asientos y con escasas excepciones hay coincidencia entre la cifra reclamada
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por el acreedor y la reconocida por el deudor, debiéndose en la mayoría de los
casos las diferencias a intereses, gastos o porque se reclama el total importe de un
crédito que todavía no ha vencido, de ahí que la Administración Concursal, una vez
analizadas las situaciones y documentación de cada acreedor que no ha
comunicado su crédito, pero que su existencia está justificada en la contabilidad de
la concursada, determinó incluirlo en la lista de acreedores, con la cuantía con la
que figuraba en la misma y la calificación de ordinario.
Como conclusión y resumen a lo expuesto en el presente apartado 4, el criterio
seguido por la Administración Concursal en la elaboración de la lista definitiva
puede sintetizarse en los siguientes parámetros:
a1) En el supuesto de comunicación tempestiva, tras contrastar la documentación
aportada por el acreedor y la asentada en la contabilidad de la concursada, la
Administración Concursal, siguiendo la normativa marcada por la legislación
concursal y la jurisprudencia, determinó la inclusión o exclusión del crédito, así
como su cuantía y calificación.
b1)
Si la comunicación se realizó fuera de plazo, pero antes de la emisión del
informe,
se analizó la documentación puesta a su disposición y de su verificación
se determinó la inclusión o exclusión del crédito y su cuantía, pero con la
clasificación de subordinado.
c1) Los créditos insinuados extemporáneamente, esto es ya presentado el informe,
no se tomarán en consideración, porque a efectos del concurso el crédito ha
desaparecido, al haberse perjudicado.
d1) Como tiene reconocido la posición mayoritaria de la jurisprudencia mercantil,
el acreedor que no ha insinuado su crédito antes de la presentación del informe, no
puede acudir al incidente concursal de impugnación de la lista de acreedores para
solicitar el reconocimiento del crédito y su inclusión en la lista de acreedores, que
debe incorporarse a los textos definitivos, en cumplimiento de lo dispuesto en el
artículo 94.4 L.C.
e1) Finalmente, respecto
de los acreedores que no han comunicado su crédito,
pero éste resulta de la documentación del deudor, constaren de otro modo en el
concurso o en otro procedimiento judicial o administrativo, teniendo en cuenta el
estado de la contabilidad de la concursada, la Administración Concursal hará figurar
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a los acreedores de este grupo o apartado con la cuantía que resulte de la
contabilidad, una vez verificada y con la clasificación de ordinario.
5º.- Respecto de aquellos acreedores que insinúan un crédito inferior en cuantía al
reconocido por el deudor, la Administración Concursal, aplicando el principio de
prudencia, sopesando que ningún interesado va a ir en contra de sus propios
intereses, reclamando una cuantía inferior a la que se le adeuda, basado en la
doctrina de los actos propios y en beneficio de la masa del concurso, como principio
general ha admitido las minoraciones, reconociendo como crédito el reclamado y
justificado por el acreedor.
6º.- Por el contrario, el criterio seguido respecto de los acreedores que insinuaron
un crédito de cuantía superior al reconocido por el deudor, siguiendo el mismo
criterio valorativo de prudencia, la Administración Concursal, aplicando el principio
jurídico de reversión de la carga de la prueba al que reclama el crédito, ha tomado
en especial consideración los documentos que se han entregado en justificación del
crédito insinuado y su valor probatorio a efectos del reconocimiento.
7º.- La Administración Concursal ha seguido un criterio restrictivo respecto del
reconocimiento, como crédito, de los gastos provenientes de la devolución de los
efectos entregados por la concursada en pago de sus obligaciones y que no fueron
atendidos a su vencimiento, porque estiman que ello iría en contra del principio de
la “pars conditio creditorum”, consustancial al procedimiento concursal, como se
pone de manifiesto en el numeral V de la Exposición de Motivos de la nueva Ley
Concursal, para la que la igualdad de trato entre los acreedores es la norma general
y sus excepciones sólo pueden ser admitidas en situaciones muy especiales y
plenamente justificadas. La Administración Concursal estima que el principio de
trato igualitario se contravendría si se admitiesen los gastos de devolución, por
cuanto la mayoría de los acreedores no los reclaman o no justifican, por lo que sólo
se tomarían en consideración los que se hubiesen reclamado y, en cambio, otros
acreedores, que estimaron no debían reclamarlos porque lo que querían era que se
les reconociese y pagase lo que realmente se les adeudaba, a éstos no, con lo que
es evidente el trato discriminatorio y de no igualdad de los acreedores, al hacer
depender su reconocimiento a que se reclamase o no y sin embargo este hecho les
afectaba, en el supuesto de que la masa activa no sea suficiente, como en el
supuesto de autos, para atender la masa pasiva, de ahí el perjuicio que se les
causaría a los que no reclamasen los gastos de devolución en beneficio de los que sí
los pidiesen, lo que está en contra del espíritu que alimenta la nueva Ley Concursal.
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Además de la razón expuesta, existen otros motivos para rechazar, a juicio de la
Administración Concursal, el reconocimiento, como crédito, de los gastos de
devolución y protesto, por cuanto en la mayoría de los casos no están
suficientemente documentados, al no identificarse el efecto devuelto, el librador y
los conceptos que conforman la nota de adeudo emitida por las entidades bancarias
no son precisos, pues se limitan a cargar un porcentaje, bajo el concepto de
comisiones por devolución, sin indicar las partidas que lo conforman, lo que es
fundamental para determinar lo que es o no imputable al librador, que sólo debe
asumir los gastos que se puedan originar por la simple gestión de cobro del efecto
devuelto, pero no los provenientes de otras relaciones entre el tenedor y la entidad
bancaria y no debe olvidarse que estos gastos son mínimos, porque mínimo es el
trabajo a realizar por la entidad a la que se le encomienda la gestión de cobro, de
ahí la recomendación del Banco de España de que estas comisiones sean muy
moderadas. Otra cosa distinta es cuando el tenedor descuenta en la entidad
bancaria el título valor, porque entonces las comisiones son mucho mas elevadas,
teniendo en cuenta que la entidad de crédito anticipa el importe del efecto y asume
el riesgo del impago. Sin embargo estas comisiones no son imputables al librador,
que es ajeno a la relación tenedor-Banco, que tiene un origen extracambiario, como
tiene reconocido de una manera mayoritaria, y hasta podíamos decir unánime,
nuestra jurisprudencia, dentro de la que podemos citar:
Sentencias de la Audiencia Provincial de Córdoba de 15.7/94 y 26.2/04 según
las que “…es necesario distinguir los gastos del contrato de descuento o de la
negociación del efecto, que los cargados por la devolución de la letra impagada: los
primeros no serían repercutibles en el obligado cambiario por tener un origen
extracambiario, el contrato de descuento bancario, del que el aceptante es ajeno,
habiéndose concertado por el librador en su propio beneficio por no querer esperar
el día del vencimiento; pero los segundos ya tienen conexión con el impago y
devolución de la letra a su vencimiento, sin que el descuento le resulte entonces
extraño, al ser uno de los instrumentos mas eficaces en el tráfico mercantil …., por
lo que estos gastos sí son repercutibles”.
Sentencia de la Audiencia Provincial de Teruel de 3 de abril de 2.001, según la que
“debe partirse de la siguiente distinción que recoge la Audiencia Provincial de La
Coruña, en sentencia de 24 de julio de 1.998 (AC 1998.1399), gastos del contrato
de descuento o de la negociación y gastos cargados por la devolución de la letra
impagada. Los primeros no son repercutibles en el obligado cambiario por tener un
origen extracambiario en el contrato de descuento bancario del que el aceptante es
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ajeno, habiéndose concertado por el librador en su propio beneficio, por no querer
esperar al día del vencimiento. Los segundos ya tienen conexión con el impago y la
devolución de la letra a su vencimiento…” estos gastos sí pueden repercutirse
contra el obligado cambiario siempre que se hayan acreditado convenientemente”.
En esta misma línea se han pronunciado, entre otras muchas, la Audiencia
Provincial de Alicante en sentencia de 5.11/99 (AC. 1999, 8.766); La Audiencia
Provincial de Valladolid, en sentencia de 23.9/2003; la Audiencia Provincial de Jaén,
en sentencia de 22.2/2001, etc.
Recientemente se ha mantenido esta posición por la jurisprudencia mercantil, que
sostiene la improcedencia de reconocer, como crédito, los gastos de devolución y
protesto generados por la no atención de los efectos, a su vencimiento, por parte
de la entidad concursada y así el Juzgado de lo Mercantil Número 1, de los de
Madrid, en sentencia de 15 de noviembre de 2.006 ha analizado la procedencia o
no de incluir estas cantidades como créditos, teniendo en cuenta lo que dispone el
artículo 58 de la Ley Cambiaria y del Cheque, que legitima al tenedor de un efecto
devuelto para reclamar el importe de la letra de cambio no pagada, con los
intereses en ella indicados conforme al artículo 6 de la Ley; los réditos de dicho
importe, calculados al tipo de interés legal incrementados en dos puntos y los
demás gastos, incluidos los de protesto y los de las comunicaciones. Después de
plantearse si dentro de la locución “demás gastos” deben incluirse cualesquiera,
incluídos los derivados de comisiones devengadas por la devolución impagada de
los títulos valores, siguiendo la posición jurisprudencial marcada por el Tribunal
Supremo en sentencia de 8 de julio de 1.999 y por las Audiencias Provinciales como
la de Segovia, en sentencia de 31 de diciembre de 1.993; de Navarra, de 28 de
noviembre de 1.998 y de Zamora de 9 de junio de 2.000, llega a la conclusión de
que no cabe imponer al aceptante el pago de los servicios prestados al librador,
porque dentro del concepto “demás gastos” no están incluidos las “comisiones de
devolución”, porque éstas se encuentran contempladas en el contrato de descuento
al que son ajenos los obligados cambiarios y del que forman parte exclusivamente
la entidad bancaria y el descontante. Por consiguiente, los únicos gastos incluibles
en
la
expresión
“otros
gastos”
y
repercutibles
en
la
concursada
y,
consecuentemente, reconocibles como créditos son los imprescindibles para
proceder al cobro del título valor; es decir, los propios de la gestión de cobro y no
los de descuento.
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En base a las razones expuestas, como norma general, la Administración Concursal
no reconoce como créditos las cantidades reclamadas en concepto de gastos de
devolución, porque en ningún caso se ha acreditado que obedecían a simple gestión
de cobro, al presentar notas de adeudo de la entidad bancaria en la que sólo se
incluye un concepto, con aplicación de un porcentaje, lo que es indicativo que no se
están cargando los gastos de gestión de cobro, sino otros no imputables a la
concursada, como de forma clara señala la jurisprudencia reseñada.
8º.- En relación a los intereses, costas y gastos, el criterio seguido por esta
Administración Concursal ha sido el de no reconocerlos como crédito en cuanto a
las cantidades reclamadas, en base a que se había despachado ejecución en el
correspondiente contencioso, como cantidad calculada provisionalmente para
intereses y costas, por cuanto no se trata de un crédito líquido, vencido y exigible,
sino de una partida calculada prudencialmente y que precisa de tasación judicial, en
cuanto a las costas y liquidación, respecto de los intereses para reunir los
mencionados requisitos y en tanto no se cumplimenten, la expectativa de crédito
tendrá la consideración de Contingente y sin cuantía propia, con la clasificación que
por su naturaleza le corresponda, que respecto de los intereses y los gastos será de
Subordinado, en base a lo dispuesto en el artículo 92, números 3º y 4º y ordinario,
respecto de las costas.
9º.- El crédito que se reclama por las entidades públicas y se justifica mediante
certificación administrativa, se reconoce por la cuantía insinuada, por así imponerlo
el artículo 86.2 de la Ley Concursal. No obstante y en aplicación de reiterada
jurisprudencia mercantil, debe tenerse en cuenta que la obligación anudada al
artículo 86.2 lo es respecto de la cuantía, pudiendo discrepar la Administración
concursal de la clasificación de los créditos.
10º.- Cuando por un mismo acreedor se reclame un crédito en el que confluyen
cantidades que deben catalogarse como deudas concursales y otras contra la masa,
la Administración Concursal sólo incluye en la lista de acreedores las devengadas
con anterioridad a la declaración de concurso, en cumplimiento de lo dispuesto en
el artículo 84.1, en relación con el 94.1 L.C, pues los catalogados como contra la
masa se harán figurar en relación separada, como establece el número 4, del
propio artículo 94 L.C.
11º.- Los créditos reclamados como consecuencia de los avales prestados a la
concursada y que al momento de la declaración de concurso no hubieran sido
ejecutados, no puede ser considerado como crédito, ya que no reúne los requisitos
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de líquido, vencido y exigible, pero como ostenta una expectativa de crédito, se le
hará figurar en la lista de acreedores como contingente y sin cuantía propia, hasta
tanto no se resuelva la causa que haya dado origen a la prestación del aval. Por el
contrario, si se justifica que el avalista ha sido requerido de pago, se le incluye en
la lista de acreedores, en sustitución del acreedor satisfecho y con la cuantía y
calificación que le corresponda.
12º.- Otra de las cuestiones que se ha planteado a la Administración Concursal por
algún acreedor es que, además del reconocimiento de un crédito fruto de facturas
impagadas, se le reconozca otro, como consecuencia de cláusulas pactadas para el
supuesto de resolución del contacto por incumplimiento de la concursada y que
puede calificarse de indemnización de daños y perjuicios, aunque no se le dé esa
denominación y que la sociedad no reconoce en su contabilidad, entre otras
razones porque desconoce las cifras que se le reclaman y porque no las admite de
ahí su carácter litigioso. En estos supuestos, siendo el crédito cuyo reconocimiento
se solicita manifiestamente litigioso, aunque no conste el ejercicio de acción
declarativa alguna, el criterio de la Administración Concursal ha sido el de incluirle
en la lista de acreedores con un crédito contingente y sin cuantía propia, a resultas
de la resolución que en su día recaiga en el declarativo que, dentro del
procedimiento concursal pueda plantearse como incidente al mismo, pero no a
través del cauce del reconocimiento del crédito regulado en los artículos 85 y 86
L.C, salvaguardando así el derecho a la tutela judicial efectiva a que tiene derecho
el acreedor, pero a través del procedimiento pertinente.
Se fundamenta la Administración Concursal para adoptar esta posición en el hecho
de que la cláusula penal o indemnizatoria puede tener diversas finalidades y entre
ellas la coercitiva o de garantía, la liquidataria, la liberatoria o la estrictamente
penal.
Pues
bien,
considera
el
Órgano
Colegiado
que,
en
interpretativa, el concepto de sanción que utiliza la Ley Concursal
buena
técnica
comprende la
cláusula penal con finalidad exclusiva de castigar el incumplimiento (punitiva), a la
que se refiere la sentencia de nuestro Tribunal Supremo de 27 de marzo de 1.992
(RJ-1992/2007), que cita otra sentencia del Alto Tribunal de 22 de octubre de
1.990 (RJ-1990/8033), aún cuando, lógicamente, ese concepto no puede incluirse
en el de sanción a los fines del derecho sancionador penal o administrativo.
Por otra parte y de prosperar la reclamación de los acreedores que soportan su
crédito en una cláusula indemnizatoria fijada en un contrato con aplicación
automática de la misma, se estaría infringiendo el principio de reciprocidad de
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prestaciones que establece el artículo 73 L.C. para las acciones rescisorias,
aplicable al presente concurso por analogía, de forma que se estaría penalizando a
la masa del concurso por el simple hecho de haberse establecido en un contrato
una cláusula penalizadora de una posible conducta del otro contratante, pero cuyos
perjuicios los sufren terceros ajenos y desconocedores de la existencia del contrato,
por lo que estas cláusulas deben ser analizadas en juicios contradictorios.
En base a estos principios y retomando el carácter indemnizatorio de las cláusulas
penales origen de los créditos cuyo reconocimiento se solicita, resulta más que
evidente que la aplicación de “indemnizaciones tipo”, fundamentadas en cláusulas
contractuales, resultan improcedentes, mucho mas cuando éstas se pretenden
hacer valer en el seno del concurso, donde los perjuicios que pudieran ocasionarse
a terceros, como consecuencia del incremento del pasivo no justificado, resulta
evidente.
Como refuerzo a este criterio debemos remitirnos a la visión jurisprudencial
sentada al respecto y que determina la moderación y justificación de cualquier
reclamación efectuada en concepto de daños y perjuicios, pudiendo destacar, entre
otras sentencias, la del Juzgado de lo Mercantil de Valencia, de 14 de julio de 2.005
(AC-2005/1.301): “Que el incumplimiento en sí mismo no lleva consigo sin mas la
indemnización de daños y perjuicios, sino que es preciso probar su existencia, el
nexo causal con el incumplimiento y su cuantía, así como que sean ciertos, no
dudosos, ni contingentes o meramente posibles, hipotéticos o eventuales”;
del
Tribunal Supremo de 1 de marzo de 1.990” …la condena a la indemnización de
daños y perjuicios del artículo 1.124 del Código Civil está supeditada o exige la
demostración de la realidad de dichos daños que la justifican, esto es, cual se prevé
en el artículo 11 de la Ley Especial, por la que, en consecuencia, el motivo ha de
ser desestimado”; de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo 207/1998, de 17 de
marzo. “... En definitiva, se puede afirmar que todo lo previsto para caso de
impago, tiene naturaleza de cláusula penal y el Tribunal está facultado para hacer
uso de la moderación que la Ley le confiere (art. 1.154)”; del Juzgado de lo
Mercantil Número 1 de Alicante, de fecha 19 de junio de 2.006, que establece una
interpretación restrictiva de las cláusulas penales establecidas en los contratos, al
significar que al “pretender, con estas cláusulas, obtener el mismo resultado,
conjuntamente, propio de la resolución del contrato y el de su cumplimiento,
reclamando la cosa y garantizándole la totalidad del precio, ha de calificarse de
desproporcionado”.
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En razón a lo expuesto, se estima
por la Administración Concursal, para que se
reconozca al acreedor un crédito en base a una indemnización pactada para caso de
incumplimiento, será preciso acreditar los daños y perjuicios causados por el
incumplimiento de la concursada, así como la cuantificación razonada de los
mismos perjuicios, no teniendo validez, por sí sola, una indemnización pactada en
una cláusula penal contractual, pues será preciso analizar todas las circunstancias
concurrentes, lo que tendrá que hacerse en el declarativo correspondiente y no en
un escrito de insinuación del crédito, por ello la Administración Concursal, para
salvaguardar los posibles derechos que pueda corresponderle, lo reconoce como
contingente, sin cuantía y clasificación, a reserva de la resolución que recaiga en el
declarativo que se interponga.
B.- CRITERIOS UTILIZADOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS
Por otra parte, se considera oportuno exponer el criterio de la Administración
Concursal en orden a la clasificación de los créditos, que es otro de los extremos a
analizar al formar o delimitar la composición de la masa pasiva, comprensiva de la
sección cuarta del Informe y que se regula en los artículos 89 a 92, ambos
inclusive, de la Ley Concursal, por la dificultad que plantea la interpretación de
algunos artículos que inciden de manera directa en la clasificación de los créditos,
especialmente el artículo 87.6 y el 91.4º del precitado texto legal. Las normas o
principios que se han tomado en consideración para la calificación de los créditos se
resumen en los siguientes:
1) Acreedores que no han comunicado su crédito.Como ya se ha indicado, se les incluirá en la lista de acreedores y se les abrirá una
ficha individual con el importe que se deduzca de los libros y documentos del
deudor, aunque con la calificación de ordinarios, tal y como establece el artículo
92.1 de la Ley Concursal, por figurar en la contabilidad de la concursada. Se
establece este criterio, especialmente, por la fiabilidad que ofrece la contabilidad,
porque las
diferencias que se observan entre lo reclamado y lo reconocido, se
deben a facturas de emisión inmediata a la declaración de concurso, por lo que se
les incluye como ordinarios, porque no perjudican los derechos del resto de
acreedores que diligentemente comunicaron y justificaron en tiempo y forma sus
créditos y se salvaguardan los del acreedor que no lo ha insinuado.
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2) Créditos comunicados tardíamente.Para los acreedores que hayan comunicado su crédito tardíamente, se opta por
incluirles en la lista de acreedores, una vez verificada la documentación que
aportan, con el carácter de subordinados, en base a lo dispuesto en el artículo 92.1
de la L.C., siempre que la insinuación se realice antes de que la Administración
Concursal presente su Informe al Juzgado, ya que de hacerlo posteriormente el
crédito debe ser rechazado y no admitido en el procedimiento.
3) Créditos no comunicados, pero que figuran en el concurso.Las consecuencias que el artículo 92.1 L.C. anuda a la comunicación tardía de los
créditos pone de relieve la importancia que tiene para el acreedor la comunicación
tempestiva del mismo. En todo caso, la Administración Concursal debe valorar la
falta o no de contabilidad a la hora de determinar la inclusión, exclusión
o
clasificación de un crédito, respecto de aquellos acreedores que no lo han insinuado
o lo han hecho tardíamente, pero figuran en el procedimiento, al ser incluidos en la
Relación de Acreedores presentada por la concursada al solicitar se la declarase en
estado legal de concurso voluntario de acreedores y en el supuesto de autos ha
estimado oportuno incluirlos en la lista de acreedores, pero con la clasificación que
les corresponda, a pesar del desinterés mostrado en el cumplimiento de las
obligaciones que le vienen impuestas en el artículo 85 de la Ley Concursal; las
consecuencias de esa pasividad y del incumplimiento de las normas que debe ser la
de postergar su crédito a subordinado, pero teniendo en cuenta el criterio de la
jurisprudencia sobre este particular, a la hora de interpretar el artículo 92.1 L.C.,
que de una manera mayoritaria considera que si
el crédito resultara de la
documentación del deudor, constaren de otro modo en el concurso o en otro
procedimiento judicial, debe atribuírsele la calificación que por su naturaleza le
corresponda, ya que deben ser analizados por la Administración Concursal para su
determinación y cuantificación
4) Créditos Tributarios y por Retenciones.Para clasificar los créditos de las entidades públicas, la Administración Concursal se
ha ajustado a los dictados de los artículos 91 y 92 y a la interpretación que de los
mismos
ha hecho la jurisprudencia mercantil siguiendo la pauta marcada en el
apartado V de la Exposición de Motivos de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal,
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según la que la materia relativa a la regulación de la clasificación de los créditos
constituye una de las innovaciones mas importantes que introduce la Ley, porque
reduce drásticamente los privilegios y preferencias a efectos del concurso. Se
considera que el principio de igualdad de tratamiento de los acreedores ha de
constituir la regla general del concurso y que sus excepciones han de ser muy
contadas y siempre justificadas.
Sobre esta base y el complemento de lo que se expone en el párrafo segundo del
precitado apartado, respecto a la limitación en la cuantía de algunos privilegios, la
Administración Concursal clasificó los créditos de las entidades públicas, siguiendo
el criterio que se indica.
-
Con privilegio general, ex art. 91.2 L.C., los créditos provenientes de
retenciones tributarias y de la Seguridad Social.
-
Subordinados, los créditos por intereses, multas y sanciones pecuniarias.
-
Con privilegio general ex art. 91.4 L.C., el 50% de los Créditos
tributarios y demás de la Seguridad Social. que no se encuentren
incluidos en los dos anteriores, es decir, una vez excluidos los del art.
90.1, 91.2 y 92.3 y 4 L.C.
-
Ordinarios, el 50% de los comprendidos en el grupo del artículo 91.4 L.C.
y los procedentes del IVA en el que se haya subrogado la A.E.A.T., en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 80 LIVA.
Consideración especial merece el criterio de la Administración Concursal en orden a
la calificación que merecen las facturas rectificativas del IVA. Para ello deben de
tenerse en cuenta las ultimas modificaciones normativas ( Ley 7/2012 de 28 de
octubre de lucha contra el fraude, o Ley 14/2013 de 27 de setiembre de Apoyo a
los Emprendedores), así como las recientes Sentencias de nuestro Tribunal
Supremo al respecto.
considerar
que
Atendiendo a estas cuestiones y en resumen podemos
cumplidos
los
tramites
tributarios
de
modificación
de
las
correspondientes declaraciones tributarias originales, la deuda resultante por la
rectificación de IVA será una deuda concursal de carácter tributario a la que serán
de aplicación los preceptos 91.4 y 89.3.
Por último y en el presente supuesto debemos de reseñar que como consecuencia
de la ejecución de las Sentencias del Tribunal Supremo de fechas 7 de febrero de
2012, 28 de marzo de 2012 y 31 de mayo de 2012, la cuantificación y calificación
de los créditos, pueden sufrir alteraciones respecto de la certificación efectuada por
la AEAT. No obstante y desde este momento nos ponemos a disposición de la AEAT
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para verificar cualquier incidencia que se pueda producir en la citada clasificación,
sin necesidad de acudir al incidente concursal.
5) Créditos Laborales.Dentro del presente apartado, por su notable incidencia, así como por la
complejidad de las situaciones jurídicas pendientes que afectan a las reclamaciones
de los trabajadores tanto de la concursada como de otras empresas a las que los
Juzgados de lo Social están considerando grupo a efectos laborales, se ha tratado
de analizar la naturaleza de cada crédito, separando los concursales de los contra la
masa, ya que sólo los primeros forman parte de la lista de acreedores, al señalar el
artículo 84.1 L.C. que “Constituyen la masa pasiva los créditos contra el deudor
común que conforme a esta Ley no tengan la consideración de créditos contra la
masa” y precisar el número 4 del artículo 94 del mismo cuerpo legal que “En
relación separada, se detallarán y cuantificarán los créditos contra la masa
devengados y pendientes de pago”, que es tanto como decir que no forman parte
de la lista de acreedores, sino “de relación separada”.
Se consideran créditos concursales, los que se hayan devengado con anterioridad a
la declaración de concurso; esto es, al 9 de julio de 2013 y entran dentro de este
grupo las pagas extra pendientes, las vacaciones, los beneficios sociales ( vales de
carbón, Bombona de Butano) y lo que exceda del duplo del salario mínimo
interprofesional de los salarios inmediatamente anteriores, en treinta días, a la
declaración de concurso, así como las indemnizaciones por extinción del vínculo
laboral, en virtud de despido realizado antes de la declaración de concurso.
La clasificación que se le ha dado a estos créditos concursales, siguiendo la pauta
marcada en los artículos 89 a 92, ambos inclusive, de la Ley Concursal, es la que
seguidamente se indica.
-
Los salarios, que no tengan reconocido privilegio especial, se han
clasificado con privilegio general, en la cuantía que resulte de multiplicar el
triple del salario mínimo interprofesional por el número de días de salario
pendientes de pago.
-
Las vacaciones no disfrutadas y las pagas, por haberse devengado con
anterioridad a la declaración de concurso, se han clasificado con privilegio
general, ex art. 91.1
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-
Los créditos que no han podido ser cuantificados al encontrarse pendientes
de sentencia y/o de reclamación por diferencias salariales, se han
clasificado como contingentes y sin cuantía propia, pero sin poder aplicar
una calificación determinada para cada parte del crédito, al quedar
condicionada a la resolución que al respecto acuerde en su día el Juzgado
Social competente.
Si ya ha recaído sentencia declarando resuelto el vínculo laboral y fijando el
importe de la indemnización, con los intereses y las costas del procedimiento, se
calificarán con privilegio general las indemnizaciones en la cuantía correspondiente
al mínimo legal calculada sobre una base que no supere el triple del salario mínimo
interprofesional (art. 91.1º), y sobre un máximo de veinte días de trabajo y límite
de doce mensualidades, correspondiendo al exceso la clasificación de crédito
ordinario, al igual que las costas, una vez hayan sido objeto de tasación judicial y
por la que a los intereses se refiere, su calificación es de crédito subordinado, en
aras de lo dispuesto en el artículo 92.3 L.C.
Finalmente y por lo que se refiere al otro concepto reclamado por parte de los
trabajadores, que es el de los salarios de tramitación, la Administración Concursal
ha ponderado la voluntad que el legislador confiesa en la Exposición de Motivos de
la Ley Concursal. En su apartado V se afirma que la regulación de la materia de la
clasificación de los créditos constituye una de las novedades más importantes
introducidas por la ley, porque reduce drásticamente los privilegios y preferencias
a efectos del concurso. Ello con el propósito de vitar que el concurso se consuma
con el pago de algunos créditos, conjugando el interés general que existe en la
satisfacción de los mismos con los de la masa pasiva en su conjunto, a la vez que
se
fomenten
soluciones
de
convenio
apoyadas
por
los
trabajadores
y
la
Administración en la parte en que sus créditos no gozan de privilegio. Es más, si
atendemos a la regulación que en su conjunto efectúa la Ley Concursal se
comprueba que la tutela concedida respecto de estos créditos salariales, a los que
se refiere el artículo 84.2.1º y en general a los del artículo 91.1, no es tan intensa
como en principio pudiera parecer, sino de inferior entidad a la que gozan en el
ámbito extraconcursal. En efecto, conforme a lo preceptuado en el artículo 154.3 de
la Ley, dentro del concurso, las deducciones para atender el pago de los créditos
contra la masa se harán con cargo a los bienes y derechos no afectos al pago de
créditos con privilegio especial, por lo que, en definitiva, estos últimos prevalecen
sobre aquellos. No sucede así fuera del concurso, pues conforme a lo establecido en
el artículo 32.1 del Estatuto de los Trabajadores gozan de preferencia sobre
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cualquier otro crédito, aunque éste se encuentre garantizado con prenda o
hipoteca. Este espíritu restrictivo que informa la regulación legal en esta
materia
se
compadece
mal
con
interpretaciones
extensivas
de
los
privilegios reconocidos.”
Sobre la base de este criterio restrictivo y aplicado a los salarios de tramitación,
entendemos que, para su clasificación, hay que centrarse única y exclusivamente
en su naturaleza, por cuanto el párrafo segundo, del apartado V, de la Exposición
de Motivos reconoce de forma expresa que el privilegio vendrá determinado bien
por las garantías de que puedan gozar los créditos o por su naturaleza,
resultando evidente
que el carácter privilegiado de las indemnizaciones viene
determinado por este último supuesto y, más concretamente, por su carácter
salarial. Sobre esta base entendemos que resulta evidente, dada la numerosa
jurisprudencia recaída al respecto, que los salarios de tramitación ostentan
una naturaleza eminentemente indemnizatoria, motivo por el cual deben
ser incorporados, a los efectos de su clasificación, entre los créditos
derivados de las indemnizaciones, de forma que todo aquello que exceda
de los límites cuantitativos prefijados para las indemnizaciones, deberán
ser clasificados como ordinarios, en cuanto que, de no ser así, estaríamos
duplicando el privilegio de las indemnizaciones con los salarios de tramitación y se
estaría perjudicando la masa pasiva con el devengo de unos salarios de tramitación
exagerados por el retraso en la tramitación del procedimiento de despido.
Por último resulta de interés reseñar y hacer saber a los acreedores laborales, que
esta Administración concursal, a la vista de las ingentes reclamaciones presentadas
por los mismos y a la vista de la casuística casi individual de cada trabajador, ha
considerado
necesario
y
conveniente
introducir
a
cada
trabajador
un
reconocimiento de un crédito contingente sin cuantía ni clasificación previa, para
que,
en
evitación
de
incidentes
concursales,
se
ponga
directamente
en
conocimiento de la misma las incidencias o nuevas resoluciones judiciales recaidas,
y de esta forma se proceda a modificar la lista de acreedores, por la via de lo
dispuesto en el artículo 87.3 y en los artículos 97 y siguientes de la Ley Concursal.
6) Créditos subordinados de personas especialmente relacionadas
En el apartado “II.3.1.3 Empresas del Grupo y Asociadas”, páginas 52 y siguientes
del informe preceptuado en el art. 75 LC, hemos analizado la existencia de
relaciones de control sobre la concursada, pues es público y notorio su pertenencia
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a un grupo de sociedades denominado GRUPO ALONSO ó GRUPO VICTORINO
ALONSO, por ser D. Victorino Alonso García quién ejerce el control y la dirección
efectiva.
Hemos analizado nueve tipos de vinculación posibles, con los resultados que en el
antedicho informe se exponen. Ahora bien, a la hora de calificar esos créditos de
acuerdo al art. 92.5º, nuestro criterio ha sido incluir en esta calificación sólo
aquellas personas con las cuales hemos podido constatar la existencia de una
relación jurídica por alguna de las vías siguientes:
•
Sentencias Judiciales en el ámbito laboral que determinan la existencia de
GRUPO DE EMPRESAS entre COTO MINERO CANTÁBRIO S.A.(CMC) y otras
empresas
•
La información obtenida del Registro Mercantil respecto a las entidades en las
que el Administrador único de CMC, Don Miguel Pérez López, y el apoderado,
Don
Victorino Alonso
García, ostentan
cargos
como
administradores
o
apoderados en otras entidades.
•
La información obtenida del Registro Mercantil respecto a las entidades en las
que los accionistas mayoritarios de CMC ostenten cargos como administradores
o apoderados en otras entidades; así como, respecto a sus administradores y
socios.
•
La información obtenida del Registro Mercantil respecto a los contratistas de la
deudora que no están vinculados por tener administradores o apoderados
comunes.
Con estos antecedentes sobre la relación de control que puede existir entre
determinados acreedores y la propia concursada; con las noticias que aparecen en
distintos medios de comunicación, por las cuales se le atribuyen al GRUPO ALONSO
o GRUPO VICTORINO ALONSO el control de numerosas empresas que se dedican a
la minería, construcción, servicios industriales, fabricación de maquinaria y otras,
entre las que se encuentran algunos acreedores con los que la concursada ha
mantenido relaciones comerciales o tiene deudas significativas a la fecha de
declaración de concurso; podemos concluir que existe un Grupo de Empresas que
está controlado por una persona física, Don Victorino Alonso García, que en algunos
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casos actúan conjuntamente con la deudora, con sus accionistas y con algunos de
sus contratistas o proveedores.
7) Créditos contra la masa.La Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, si bien dedica los artículos 84, 94.4 y
154, a la definición y forma de pago de los llamados créditos contra la masa, no
regula de forma concreta cuál es su tratamiento a los efectos de su conformación
global en la relación de acreedores que debe acompañar al informe, al limitarse a
indicar que “en relación separada se detallarán y cuantificaran los créditos contra la
masa devengados y pendientes de pago”.
Teniendo en cuenta que por su propia definición legal, las deudas contra la masa se
pagarán a su respectivo vencimiento (art. 154.2 L.C.), la Administración Concursal
considera que, siendo la relación de los créditos contra la masa dinámica, al no
sufrir la suspensión de su exigibilidad a la que, por el contrario, se ven sometidos
los créditos concursales, la finalidad perseguida por el Legislador al exigir su
incorporación al Informe, no puede ser otra que la de facilitar a los acreedores
afectados por el procedimiento los datos precisos para que puedan conocer cuántos
créditos prededucibles puedan existir, para que, verificada la lista de acreedores,
comprensiva del Pasivo Concursal y el Inventario de Bienes y Derechos, que
conforman el Activo de la concursada, obtengan una información global del estado
patrimonial del deudor y sus perspectivas de recuperar el importe de sus créditos.
Ello evidencia que la Relación separada que exige el artículo 94.4 L.C. incorporar al
Informe, en ningún caso tendrá carácter excluyente respecto de aquellos otros
créditos contra la masa que, por las razones que fuera, no estuvieran en la misma,
dado su carácter simplemente informativo, como se acaba de indicar.
Sentadas estas bases y con esta finalidad, la Administración Concursal ha
pretendido ir aún mas lejos y al tiempo que informa de los créditos contra la masa,
que tengan la triple condición de líquidos vencidos y exigibles, condición
indispensable para que tengan esta consideración, ha incorporado información
adicional respecto de la existencia de otros posibles créditos que se puedan originar
con posterioridad a la emisión del presente informe, como pueden ser las
indemnizaciones al personal en virtud de la extinción del vínculo laboral, pendientes
de sentencia por Juzgados de lo Social y que, en estos momentos, se encuentran
en tramitación.
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Por último, debemos significar que, esta Administración Concursal ha clasificado los
créditos de acuerdo con los criterios que hemos expuesto anteriormente, según su
leal saber y entender, debiendo significar que no existiendo criterios definidos en
determinados supuestos, con jurisprudencia contradictoria, como se ha indicado, ha
adoptado los que ha considerado mas ajustados a la letra y espíritu de la Ley, pero
que somete al criterio mejor fundado de Su Señoría.
En base a lo expuesto, la Relación de Créditos contra la masa que hasta la fecha se
han devengado y han sido cuantificados y no pagados, se ha emitido de
conformidad con lo prevenido en el artículo 84 de la Ley Concursal, a saber:
ART. 84,2.1º) Créditos Salariales de los últimos 30 días y por indemnizaciones.
ART. 84,2.2º)
Costas y Gastos Judiciales por la Solicitud y tramitación del
Concurso.
ART. 84,2.3º) Costas y Gastos Judiciales por la asistencia jurídica.
ART. 84,2.5º) Gastos ocasionados por la actividad del deudor.
Madrid 18 de noviembre de 2013.
La Administración Concursal
__________________________
Francisco Javier Durán Díaz
INSOLVENCY & LEGAL, S.L.P.
Lista de Acreedores
_______________________________
Roberto Nuñez López
RODA GESTIÓN CONCURSAL, S.L.P.
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