VISION CRISTIANA DE LA SOLIDARIDAD

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VISION CRISTIANA
DE LA SOLIDARIDAD
Vocalia de Escuela
Retiro de Escuela.- Lunes 10 de Agosto 2009
Hno. Pastor Salvo Beas. Capuchino
I.- Análisis de texto bíblico. Exodo 22, 20-27.
1.- El desafío de la Iglesia es el ayudar a los más necesitados, a los más pobres entre los
pobres.
El texto leído es elocuente. Está tomado de las leyes llamadas “Morales y religiosas” que
Dios da a su Pueblo por medio de Moisés.
Hay que devolver la prenda. ¿Por qué devolver?
- o porque no tiene otra
- o porque la injusticia se la quitó.
- Porque al devolverla se está haciendo un acto de compasión. “Yo sé tener
compasión”, es decir, sé perdonar deudas. Perdonar deudas es señal de
compasión. Así aparece en Mateo 18, 23-35, parábola del funcionario que no
quiso perdonar. El texto dice: “Yo te perdoné la deuda porque me lo rogaste. Pues
tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve
compasión de ti”.
2.-¿Qué lección podemos sacar?
En primer lugar:
En el Pueblo de Dios, mientras estuvo en el desierto, no se dieron situaciones de pobreza,
ya que todos corrían la misma suerte. Pero cuando Israel se convirtió en un pueblo
sedentario aparecieron las situaciones de pobreza. Lo que indica que muchas veces ésta
es producto de una situación de injusticia. Y el pobre siempre sufre necesidades, a veces
apremiantes: “no tiene con qué cubrirse”.
Frente a una situación de pobreza concreta lo único que cabe es la actitud divina de la
compasión = misericordia. Hay gente empobrecida (lo que es denigrante) por situaciones
injustas.
Desde la perspectiva bíblica, no cabe otra solución que la ya enunciada (compasión):
devolver al pobre lo que le pertenece. ¿Y qué le pertenece? Todo lo que los demás ganan
con sus injusticias. No cabe en la mentalidad de Dios la acumulación, el amontonar y
privar al hermano de lo que es suyo.
En segundo lugar:
“Al ponerse el sol”. Encontramos una expresión similar en Efesios 4,26: “No se ponga el
sol sobre el enojo de ustedes”. Lo que quiere decir: la reconciliación debe tener lugar el
mismo día.
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Juan Pablo II, en su visita a Chile, dijo: “los pobres no pueden esperar”.
Los necesitados no deben encontrar obstáculos ni dilaciones para que pueda llegarles
con urgencia y eficacia lo que merecen por justicia y amor. ¡Es urgente ayudar a los más
pobres!
Ha sido un escándalo internacional el ver por las noticias cómo toneladas de alimentos no
llegaron a los que morían de hambre en Africa. Y todo por una burocracia estúpida
impregnada de mezquinos intereses políticos. ¿Acaso no sucede lo mismo a veces en
nuestro país?
No se puede abandonar al pobre ni hacerlo esperar. Porque el hombre concreto es el
camino primero y fundamental de la Iglesia.
En la Iglesia y en la sociedad existen instituciones que se dedican a atender a los pobre
(Hogar de Cristo, Refugio de Cristo, etc.). Que la organización no olvide que lo más
importante es el hombre, la persona. La Organización está al servicio de ala persona y no
al revés.
La Iglesia y estas instituciones deben ser como esa alarma que llevan ciertos buses para
indicar cuando el conductor se ha pasado en la velocidad. Las instituciones deben
recordar a la iglesia, al Pueblo de Dios, su deber de solidaridad permanente.
II.- Los Derechos del pobre = Derechos de Dios.
1.- Al mirar la historia nos damos cuenta que el desarrollo de los Derechos humanos se
produjo fuera de la Iglesia y muchas veces con la oposición de la Iglesia. Muchas veces
los que hoy son considerados Derechos fundamentales fueron rechazados por la
oficialidad de la Iglesia.
En la discusión previa y en la Declaración de los Derechos humanos de la ONU (1948) la
participación de la Iglesia fue mínima. ¿Por qué?
Porque ella estuvo ligada al poder dominante: el Trono con el altar.
Pero si en la gestación de los Derechos Humanos la Iglesia fue reticente, sin embargo ha
desempeñado un papel decisivo en la defensa y promoción de estos mismos derechos.
En la medida que la Iglesia fue accediendo al mundo de los pobres, más se comprometió
con los Derechos humanos.
Actualmente la Iglesia entiende cada vez más y mejor que es propio de su ministerio la
defensa y promoción de los Derechos Humanos.
Hoy se comprende que estos derechos son principalmente los derechos de las grandes
mayorías, los pobres.
No me voy a detener en un análisis exhaustivo de lo histórico, simplemente diré que en
los albores del continente latinoamericano (siglo XVI) surgieron voces como la de
Bartolomé de Las Casas a favor del indígena. A partir de entonces el grito de los
oprimidos no deja ya tranquilas las conciencias de los Estados y Sociedades.
Pero estos derechos fueron declarados por los defensores de la propiedad privada. Desde
una perspectiva liberal e individualista, los Derechos defendidos giran entorno a
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determinados ejes que interesan a ciertos grupos: libertad de prensa, de expresión,
religiosa…los pobres quedan marginados, en las mismas.
Los Derechos no son ilimitados; los derechos individuales deben estar en consonancia
con los derechos sociales.
Teniendo en cuenta esta mirada superficial sobre el desarrollo de los DD.HH., veamos la
fundamentación teológica de los mismos.
2.- Fundamentación teológica.
La Biblia no conoce la expresión “Derechos Humanos”, pero sí el derecho del huérfano, la
viuda y el forastero…el derecho del oprimido. La afirmación básica e impresionante es
esta: el derecho de los pobres es el derecho de Dios (cfr. Proverbios 14,31). Todo el
mundo tiene a alguien que le defienda: la mujer tiene al marido, el individuo a su clan, los
hijos a sus padres…tan sólo los pobres están indefensos. Por eso Dios asume su causa
(ver Deuteronomio 10,18). Dios ampara el derecho de los sin poder, los injustamente
perseguidos. No toma partido por los poderosos. En el N.T. encontramos lo mismo en
Lucas 4,17ss. Y las Bienaventuranzas confirman estas conciencia que Jesús tiene de ser
el liberador de los pobres. Y en muchos textos encontramos a Dios como garante de los
derechos básicos del pobre.
Pero el verdadero fundamento radica en la concepción de Dios. Para la Escritura, Dios es
fundamentalmente un Dios vivo, Dios de vida. Un Dios que escucha, habla, que ve, que
conoce, que es sensible a los clamores del pueblo y del pobre. En cambio los ídolos son
inertes, sin vida, sin compasión. Y no esto una figura literaria. Pensemos en el dios dinero
(=Bancos, Financieras, etc.): arrasan con el deudor; son un “monstruo grande y pisa
fuerte toda la inocencia de la gente”. Dígase lo mismo de los regímenes o sistemas
tiránicos, el terrorismo, etc.
Como Dios es vida toma partido por el pobre y el oprimido, que ven su vida amenazada.
El pobre no es pobre por ser holgazán, sino porque ha sido empobrecido. Y es lo que está
sucediendo ahora con la globalización. Dios opta por el pobre aunque éste sea un
incrédulo, porque El interviene siempre que la vida se ve amenazada. Y esta “parcialidad”
de Dios a favor de los pobres no es una mera arbitrariedad de su Voluntad, sino que es
algo esencial a la realidad misma de Dios, que consiste en generar vida.
Creer en Dios es creer en la vida de todos, especialmente en la de los más pobres; es no
pactar con la muerte de los pobres ni sublimar sus miserias en nombre de la religión. Allí
donde se arremete la vida se arremete a Dios.
Para la sagrada Escritura, la negación de Dios no lo es tanto el ateísmo cuanto la
idolatría. El ídolo no tiene vida y reclama vidas inocentes.
Porque la idolatría es enemiga de la vida; Dios, en cambio, desea la vida y el Reino de la
libertad.
En la Biblia, un criterio infalible para saber si un Estado o un sistema es del agrado de
Dios es ver la forma en que trata a los pobres.
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Y en el N.T. los pobres son los primeros destinatarios del Reino de Dios.El Reino
comienza a realizarse en la medida que los ciegos ven, los cojos andan y los pobres
son rehabilitados.
Porque en la solidaridad con los últimos se realiza el criterio supremo de la salvación o la
perdición (Mateo 25,40).
3.- Lo que ha dicho la Iglesia.
El Sínodo de los Obispos de 1974 junto con Paulo VI expresó: “La Iglesia cree firmemente
que la promoción de los Derechos Humanos es una exigencia del Evangelio y debe
ocupar el lugar central en su ministerio”.
Y para Puebla la dignidad humana es un valor evangélico “parte integrante de la
evangelización”(n.n. 1254 y 1283).
La promoción de los Derechos Humanos conlleva, ante todo, la promoción y defensa de
los pobres.
En esto consiste la religión verdadera, nos diría Santiago (Stgo.1,27; Isaías 1,17).
De modo que evangelizar, crear buena nueva, es algo que sólo acontece cuando la
realidad se transforma de mala en buena, cuando le son devueltos a los pobres sus
derechos que se le negaban.
Un cristiano debe ser solidario, debe trabajar por una cultura de la solidaridad, donde los
más pobres sean puestos de pie. Eso fue lo que hizo Jesús, eso es lo que debemos
realizar nosotros.
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