Más allá de la vanidad y la falta de fuerza de la voluntad

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Más allá de la vanidad y
la falta de fuerza de la voluntad
Lic. Mónica Urdapilleta Carrasco
Se buscan culpables, sí, ¿de quién es la culpa?. Si se trata de buscar culpables, la sociedad propone que los
acusados sean todos aquellos que manejan el glamour en el mundo: aquellos diseñadores que producen “obras
de arte” talla cero. Pero, ¿serán ellos los únicos culpables?
Cuando se hace referencia a personas con algún trastorno de alimentación, comúnmente llamadas: anoréxicas,
bulímicas o comedoras compulsivas, se asocia con personas cuya principal enfermedad es la vanidad y la falta de
voluntad para dejar de comer.
Habría que empezar por eliminar la etiqueta de: anoréxica, bulímica o comedora compulsiva, ya que lo que
realmente sucede es que esas personas tienen una enfermedad, mas no son una enfermedad.
Después cabría la aclaración de que no se trata de enfermedades de vanidad y falta de fuerza de voluntad, sino de
problemas que tienen su origen en situaciones que han causado cierto daño a nivel psicológico.
Sánchez (2001) define los trastornos de alimentación como “desórdenes complejos que comprenden dos tipos
de alteraciones de conducta: unos directamente relacionados con la comida y el peso, y otros derivados de la
relación consigo mismo y con los demás”. A diferencia de Monegro (2000) Sánchez hace referencia al aspecto
psicológico de esta enfermedad y no se queda únicamente en las posibles causas fisiológicas.
El problema de las personas con un trastorno de alimentación no es únicamente si comen, no comen,
vomitan o se laxan; sino toda la angustia, tristeza, sufrimiento, desesperación y dolor que viven.
Explicado de otra manera, cuánto dolor habrá en la vida de esas personas, que concentran toda su
atención en su cuerpo para no darse cuenta de lo que están sintiendo, lo cual hace que pongan una
barrera al sentir para así solo pensar en si subieron o bajaron de peso.
Como se mencionó al principio, los trastornos de alimentación no aparecen únicamente por
la exigencia social de tener un cuerpo perfecto, sino por la condición social que se está
viviendo donde el común denominador son la soledad y la valía por lo que se tiene
(posesiones, títulos, belleza de cuerpo, etc.).
Los trastornos de alimentación existen, lo que ahora cuestiono es;
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¿qué vamos a hacer?, ¿seguir buscando culpables?, o mejor entender todo lo que encierran estas
enfermedades, las cuales tratadas adecuadamente y viendo a la persona como un ser integral, pueden ser
superadas.
El problema no está en la talla y peso del cuerpo, sino en la talla y peso de todo el dolor que lleva la persona sin
darse cuenta. La lucha entonces no es por encontrar culpables, sino por devolverle a esas personas la
oportunidad para sentir, expresarse y ser dueñas de su propia vida.
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