Actualidad del pensamiento de John Locke.

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Actualidad del pensamiento de John Locke.
Como sabemos la filosofía de John Locke destaca especialmente en dos campos: en
la teoría del conocimiento, inaugurando el empirismo, y en la filosofía política, con su
teoría sobre el origen del Estado y de los fundamentos del Estado liberal. En las dos
áreas su aportación fue decisiva y la vigencia de su pensamiento sigue estando
presente, aunque, naturalmente, con múltiples correcciones y aportaciones nuevas.
En el campo de la teoría del conocimiento, Locke publicó una obra fundamental que
inauguraría la otra corriente de la filosofía moderna junto con el racionalismo, la
filosofía empirista, Ensayo sobre el entendimiento humano (1690). En esta obra nuestro
filósofo plantea los fundamentos del conocimiento humano en abierta y clara
oposición al racionalismo de Descartes, de quien Locke, algo más joven que aquél,
conocía lo publicado por el filósofo francés. Efectivamente, el libro más arriba
mencionado de Locke, se opone radicalmente el principal postulado de la filosofía
cartesiana: la existencia de ideas innatas en el hombre, es decir, la afirmación rotunda
de que nuestra razón, por sí sola, y sin apelar a la experiencia sensible, es capaz de
conocer verdades absolutamente evidentes y ciertas, verdades que son el
fundamento y el modelo de todas las demás verdades de la ciencia. Locke niega
radicalmente esta posibilidad: todo nuestro conocimiento tiene su origen en la
experiencia, o lo que es lo mismo, la afirmación de que al nacer es “tabula rasa”, un
papel en blanco, en el que vamos escribiendo a partir de nuestra experiencia,
ayudados por la memoria y por las leyes que regulan nuestra razón.
Todo conocimiento que se considere científico debe de cumplir una condición
inexcusable: debe de ser comprobado experimentalmente. Es evidente que esta idea
del conocimiento humano, aunque ha sido notablemente corregida y tamizada por
las investigaciones neuronales y psicológicas posteriores, es el planteamiento que ha
seguido la ciencia, desde Galileo hasta nuestros días.
En el campo de la filosofía el empirismo lockiano inauguró una corriente filosófica que
se prolonga hasta nuestros días, especialmente en la filosofía inglesa, y que en el siglo
XX recibe el nombre de empirismo lógico o neoempirismo. Considera que la filosofía,
siguiendo a Locke y demás empiristas modernos, deben de utilizar la misma
metodología que las ciencias y como no tiene campo propio de investigación debe
de dedicarse al análisis lógico del vehículo con el que expresamos el pensamiento: el
lenguaje.
Locke es considerado el padre del liberalismo moderno, al poner los principios básicos
que deben de fundamentar las relaciones del individuo libre, pilar básico de su
concepción política, con los demás ciudadanos y el Estado. Su filosofía moral y polítca
influyó de forma determinante en las ideas de la Revolución Gloriosa (1688) y
la Declaración de Derechos Británica de 1689.
A partir de ahí ha dejado su impronta en determinados acontecimientos e ideologías
políticas. Muchas de las revoluciones que se han producido en los últimos siglos, han
tomado la filosofía de Locke como fundamento de sus idearios. Históricamente, ha
sido en Estados Unidos donde las ideas de Locke tuvieron mayor arraigo. Muchos de
los padres fundadores de Estados Unidos fundaron la Constitución americana en las
ideas de nuestro filósofo. Así ésta propone que la soberanía emana del pueblo; que la
propiedad privada, la vida, la libertad personal y el derecho a la felicidad son
derechos naturales de los hombres y el Estado tiene como misión principal proteger
esos derechos, así como las libertades individuales de los ciudadanos.
El Estado debe de interferir lo menos posible en las libertades de los individuos y debe
de garantizar el libre juego de los ciudadanos. Por ello, el Estado debe de tener como
funciones primordiales y casi únicas, la de garantizar el orden social y la defensa de los
intereses de la nación, a través de los cuerpos de seguridad y el ejército, y juzgar y
castigar las posibles infracciones por medio del poder judicial y el aparato carcelario.
Los demás aspectos de de la vida social: sanidad, educación, seguro de desempleo,
jubilaciones, empresas, etc. deben de estar en manos de los individuos y de sus
relaciones privadas. Los impuestos que el Estado recaba de sus ciudadanos deben de
ser solo los estrictamente necesarios para que pueda cumplir sus funciones. Esta
consideración del Estado es de la que participan una parte importante de los
estadounidenses y en las últimas décadas, a partir de los años 70 del siglo pasado, este
pensamiento se ha extendido en buena parte en las élites económicas y políticas de
nuestro mundo contemporáneo.
Europa procede de otras tradiciones filosóficas y durante el siglo XX fue instaurando el
Estado de Bienestar. Se consideraba que el Estado debía garantizar el bienestar físico y
espiritual de sus ciudadanos; para ello el Estado garantizaba y universalizaba a todos
los individuos una serie de derechos: educación, sanidad, jubilación, seguro
desempleo, vacaciones, etc. Para ello, el Estado debería de contar con un
presupuesto para sufragar todos esos gastos. Dos eran los medios para ello: mediante
la recaudación de impuestos bajo el presupuesto de que “paguen más los que más
tienen”, y por medio de poseer la propiedad de empresas productivas cuyos
beneficios se dirigían a sufragar las prestaciones sociales. El Estado de Bienestar, por
muy distintas razones, empezó a entrar en crisis a mediados de los años 70 del siglo
pasado, deteriorándose progresivamente e imponiéndose paulatinamente las
directrices del pensamiento liberal que iniciara Locke en la Inglaterra del siglo XVII.
En un campo más estrictamente filosófico podemos señalar que la idea de Locke del
“pacto original”, aunque indudablemente la sociedad natural originaria de la que
habla el filósofo no ha tenido plasmación histórica, sin embargo, una corriente muy
importante moderna y contemporánea, se ha basado en esta idea para explicar el
mantenimiento y consolidación de un determinado orden social, o dicho a través de
una pregunta, ¿por qué los individuos de un determinado Estado, con posiciones
económicas, sociales, culturales y políticas tan diferentes entre sí, aceptan esta
situación desigual? La respuesta que nos dan los contractualistas al mantenimiento de
este orden desigual, es que éste se produce porque la mayoría de sus componentes lo
consideran aceptable, o al menos, menos malo que otros.
Otra idea lockiana que sigue formando parte de la cultura contemporánea es su
consideración de la libertad, que fue más tarde llamada “libertad negativa”. Según
ella la libertad consiste en no encontrar obstáculos externos que coarten nuestra
libertad, inexistencia de interferencias que nos impidan elegir: libertad de prensa, de
opinión, de credo,…
Finalmente, debemos señalar otra idea moral y política de importancia
transcendental en el progreso de los Derechos Humanos: el concepto de tolerancia, la
consideración de que el Estado debe de ser aconfesional y dar libre cauce a las
distintas religiones. Es verdad que Locke no fue del todo coherente con su principio,
pues de esta tolerancia estaban excluidos los católicos y los agnósticos y ateos. Pero
con una historia pasada plagada de fanatismos e intolerancia de todo tipo, con un
presente empedrado de quimeras criminales y conductas irracionales y antisociales,
tener en cuenta las enseñanzas de Locke sigue siendo algo necesario.
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