CONFERENCIA “EL PROBLEMA DE LA LENGUA EN ESPAÑA” 1 Dra. Ainhoa Uribe Otalora Profesora Adjunta en Ciencia Política. Universidad CEU San Pablo SUMARIO: I. EL ARTÍCULO 3 DE LA CONSTITUCIÓN: ANTECEDENTES Y SIGNIFICADO. II. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL BILINGÜISMO. III. LAS MATERIAS AFECTADAS POR EL BILINGÜISMO. IV. PROPUESTAS DE REFORMA. 4.1. Aclaración previa: La denominación de la lengua: “castellano” o “español”. 4.2. La reforma de la Constitución. 4.3. Propuesta de Ley Orgánica. 4.4. La necesidad de una Ley de armonización. VI. BIBLIOGRAFIA I. EL ARTÍCULO 3 DE LA CONSTITUCIÓN: ANTECEDENTES Y SIGNIFICADO. La Constitución española (CE) reconoce por primera vez en nuestra historia constitucional la pluralidad lingüística de España, en el artículo 3 CE. Concretamente, el artículo 3 dispone, en el apartado primero, que “el castellano es la lengua española oficial del Estado”, por lo que “todos los españoles tienen el deber de conocerla y el de derecho a usarla”; pero junto al castellano, el apartado segundo afirma que “las demás lenguas españolas serán también oficiales en sus respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”. Por consiguiente, el apartado tercero exige el respeto y protección de las “distintas modalidades lingüísticas de España”, en tanto en cuanto son parte de su patrimonio cultural. La redacción actual del artículo 3 encuentra su precedente en el artículo 4 de la Constitución de 1931, en la que se define el castellano como el idioma oficial de la República y se subraya el deber de todo español de conocerlo y su derecho a usarlo. Del mismo modo, en la Constitución de la República aparece un reconocimiento de las lenguas regionales, pero la Constitución de 1978 ha ido más allá en el mismo, al afirmar en el apartado tercero que todas las modalidades lingüísticas existentes en España son “un patrimonio cultural que debe ser objeto de especial respeto y protección”. Dicha especial protección que se confiere a las minorías lingüísticas aparece también en buena parte del ordenamiento jurídico internacional, como el artículo 27 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, que reconoce a las minorías lingüísticas el derecho a tener 1 El presente trabajo es fruto de la conferencia impartida en el Aula Política, el 9 de diciembre de de 2012, en el marco del debate interno sobre el Estado de las Autonomías, desarrollado entre los cursos 2011-2012 y 2012-2013 por los miembros del Aula. Se reproduce aquí el texto íntegro de la conferencia 1 su propia vida cultural y a emplear su propio idioma, o en la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias de 1992, también ratificada por España (BOE núm. 222, 15 septiembre 2001). En esta línea, en España se ha prestado tradicionalmente más importancia al apartado segundo que al primero y al tercero; si bien, en el tercero encontramos la declaración más amplia sobre los efectos del artículo 3 CE. A saber, el artículo 3.3 CE afirma, como se ha visto que, “la riqueza de las modalidades lingüísticas de España es patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”. De ello se deduce que España es un país con una realidad lingüística plural, pero además de ello, la palabra “riqueza” se refiere al conjunto de las modalidades lingüísticas del país, es decir, tanto al castellano, como al catalán, al vasco, al gallego, al valenciano, al aranés, al bable, al fragatino o al panocho. Hablar de riqueza, en este sentido, significa entender la realidad lingüística española, en primer lugar, desde una perspectiva positiva y, en segundo lugar, como un todo solidario en tanto que se trata de un patrimonio cultural común. Ello implica además, un corte radical con el pasado, con una España monolingüe (desde el punto de vista jurídico, pese a que la realidad lingüística fuera sumamente variada). Por consiguiente, el bilingüismo debe ser expresión de convivencia, no de enfrentamiento, fruto del calificativo “común” con que se refiere la Constitución a dicho patrimonio. En suma, como ha señalado el Tribunal Constitucional, en su sentencia STC 337/1994, de 23 de diciembre, “el régimen de cooficialidad lingüística establecido por la Constitución y los Estatutos de Autonomía presupone no sólo la coexistencia sino la convivencia de ambas lenguas oficiales, para preservar el bilingüismo existente en aquellas Comunidades Autónomas que cuentan con una lengua propia y que constituye por sí misma una parte del patrimonio cultural al que se refiere el artículo 3.3 CE”. En definitiva, del apartado 3 del artículo 3 CE se deducen dos consecuencias jurídicas: 1) La primera se refiere a la obligación de proteger de forma activa el conjunto de las lenguas de España, esto es, tanto el castellano como las demás lenguas españolas, a cuyo servicio se consagran los apartados 1 y 2 del artículo 3 CE. 2) La segunda implica que también hay que proteger las demás modalidades lingüísticas, aunque no alcancen la denominación de lenguas oficiales, puesto que la suma de todas ellas forma parte del patrimonio cultural común. A partir de las consecuencias que se traducen del artículo 3 CE queda claro que no cabe un monolingüismo en España ni en ninguna de las partes del territorio español. Prueba de ello es que en nuestro país se ha velado por proteger y garantizar las demás lenguas cooficiales y/o minoritarias, hasta el punto de que, en algunos territorios se ha producido la paradoja de que la lengua cooficial ha desplazado, por muy diversos motivos en los que no se entrará aquí, al castellano, es decir, a la lengua que reconoce el artículo 3.1 CE como la única lengua oficial para el conjunto de los españoles. Por consiguiente, la situación en que se encuentra la lengua común de todos los españoles aconseja la rápida adopción de medidas que garanticen su protección en el conjunto del 2 territorio nacional y, de forma muy especial, en aquéllas zonas donde su uso y enseñanza se está viendo amenazado. En esta línea, la protección y promoción de una lengua afecta a muchos derechos básicos relacionados directamente con la personalidad y el desarrollo del ser humano. Prueba de ello es que no son las lenguas o los territorios quienes tienen el derecho de elegir su lengua vehicular, sino que son las personas quienes tienen el derecho a elegir en qué lengua desean expresarse o relacionarse con los demás, ya sean entes públicos o privados. Más aún, las lenguas no son sólo un vehículo de expresión y comunicación, sino que son también un medio de creación de la cultura. De ahí que el objeto del reconocimiento del bilingüismo en la Constitución no sea otro que reconocer sus derechos a los hablantes del castellano, lengua oficial de todos los españoles, sin restringir por ello la libertad de los que prefiere utilizar otras modalidades lingüísticas, sean éstas lenguas cooficiales o no. En otras palabras la consideración de la riqueza lingüística española como un patrimonio histórico y cultural común implica la necesaria convivencia armoniosa entre las mismas, sin poder verse coartados por ello, los principios constitucionales relacionados con el bilingüismo, como son la libertad, la igualdad o el principio de integración, como se analiza en el siguiente apartado. 3 II. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL BILINGÜISMO. Uno de los principios básicos que se ven afectados por el artículo 3 CE es la libertad de lengua. A este respecto, cabe decir que toda intromisión y coerción externa en la libertad del ser humano para escoger la lengua en la que quiere expresarse es un atentado a la libertad humana. Por consiguiente, la libertad de lengua está directamente relacionada con el libre desarrollo de la personalidad. Así pues, la Constitución propugna como valor superior el principio de la libertad (art. 1 CE), al tiempo que todas las personas tienen reconocido su derecho a la libertad de expresión (art. 20.1 CE). En este sentido, que la Administración declare como oficial una lengua no coarta la libertad de las personas siempre y cuando sean las lenguas naturales de la población las lenguas elegidas como oficiales. De modo que declarar el status público de una lengua minoritaria puede ser compatible con la libertad de la lengua, siempre que no contradiga las exigencias básicas de la igualdad (art. 14 CE) y resulte razonable y proporcional, como ha admitido la jurisprudencia en diversas sentencias (STC 82, 83 y 84/1986, de 26 de julio). Un segundo principio afectado por lo referido en el artículo 3 CE es el principio de igualdad, que aparece en los artículos 1.1, 14, 9.2 y 149.1.1 CE. El artículo 1.1 CE se refiere a la igualdad como valor constitucional, como “valor superior del ordenamiento jurídico”, que impregna todo el ordenamiento. El artículo 14 CE proclama el derecho público subjetivo a la igualdad y la no discriminación. Mientras, el artículo 9.2 consagra las obligaciones de los poderes públicos con la finalidad de promover las condiciones para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integre sea real y efectiva. Al tiempo que el artículo 149.1.1 establece la competencia exclusiva del Estado en materias que supongan la regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales. La visión general del principio de igualdad ante la ley y no discriminación se encuentra también en las grandes declaraciones internacionales de derechos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948 (artículos 1, 2 y 7); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19 de diciembre de 1966 (artículos 2.1º y 2º, 20.2, 26 y 27); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 19 de diciembre de 1966 (artículos 2.2º y 3º); la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1959 (artículos 1 y 10); el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Públicas de 4 de octubre de 1950 (artículo 17), y la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea proclamada solemnemente en Niza el 7 de diciembre de 2000 (artículos 20, 21 y 23). En suma, en el caso de la lengua, los poderes públicos deben garantizar, por un lado, la igualdad entre las lenguas, es decir, entre el castellano y las demás lenguas españolas, pero también la igualdad de derechos entre los ciudadanos, para que no sean discriminados por razón de su lengua vehicular. 4 Un tercer principio afectado por la lengua, sería el principio de integración. Prueba de ello es que la Constitución española reconoce la pluralidad de modalidades lingüísticas como patrimonio histórico común, así como garantiza, en su artículo 2 CE, “el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. Otro ejemplo de integración es la referencia en el apartado 2, del artículo 3 a las demás lenguas existentes bajo el calificativo de “españolas”, es decir, el castellano sería la lengua española, y junto a éste existen otras lenguas también españolas, reforzando por ello la idea de convivencia, de bilingüismo y no de confrontación. Otro ejemplo de dicha integración estaría en la exigencia del artículo 20.3 CE de que en el acceso a los medios de comunicación social del Estado o de cualquier otro ente público se respetará el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España. Del mismo modo, la disposición final de la Constitución ordenaba la publicación de la misma en todas las lenguas de España (como se hizo en el BOE de 29 de diciembre de 1978, en versión balear, catalana, gallega, valenciana y vasca). De los tres principios anteriores se deduce que se puede exigir un determinado comportamiento a los poderes públicos, en aras a garantizar dicha realidad multilingüe. Así lo ha advertido el Tribunal Constitucional, en su sentencia 337/1994, de 23 de diciembre, al disponer que el artículo 3.3 CE conlleva “el mandato de todos los poderes públicos, estatal y autonómico, de fomentar el conocimiento y asegurar la protección de ambas lenguas en el territorio de la Comunidad”. Esto es, todos los entes públicos (el Estado, las CCAA, las corporaciones locales y otros) tienen que respetar la riqueza cultural y lingüística española, lo que implica velar por la garantía de la oficialidad del castellano y de las demás lenguas cooficiales. De modo que la protección del castellano no es competencia exclusiva del Estado y la de las lenguas autonómicas de sus respectivas Comunidades Autónomas, sino que todos los entes públicos son responsables de proteger y promover el bilingüismo, como dejan patente también los Estatutos de Autonomía de las CCAA vasca, catalana, valenciana o gallega. Con todo, en el caso del castellano, la Constitución proclama el deber que tienen todos los españoles de conocerlo y su derecho a usarlo (art. 3.1 CE), mientras que el desarrollo que tengas las demás lenguas oficiales dependerá de sus respectivas Comunidades Autónomas. 5 III. LAS MATERIAS AFECTADAS POR EL BILINGÜISMO. El artículo 3 CE entronca con numerosas materias por lo que plantear una reforma como la que se pretende aquí en el Aula Política es sumamente complejo. No en vano, el propio Tribunal Constitucional es consciente de ello, como quedó reflejado en su sentencia STC 205/1990, de 13 de diciembre, en la que afirmaba que “la ordenación del pluralismo lingüístico presenta una notable complejidad, no sólo por las dificultades para precisar el alcance de los mandatos constitucionales y legales que versan sobre esta cuestión (…), sino también por incidir sobre materias de considerable importancia simbólica y afectiva en la estructuración autonómica del Estado”. De ahí que se aborde la cuestión con prudencia y tan sólo queriendo esbozar algunas pinceladas sobre la necesaria reforma jurídica que se debe acometer para garantizar la protección del castellano. En efecto, el citado artículo 3 CE debe ser relacionado, entre otros, con los artículos 1, 2, 10.1, 14, 23.2, 27, 46, 139, 147, 148.1.17, 149 y la disposición final de nuestra Constitución. Así pues, ya se ha señalado cómo la defensa de la lengua castellana está directamente vinculada al reconocimiento de la libertad y la igualdad como valor superior de nuestro ordenamiento (art. 1 CE), de la unidad nacional y el reconocimiento del derecho a la autonomía como un poder limitado (art. 2 CE), el reconocimiento a la dignidad de la persona y los derechos que le son inviolables (art. 10.1 CE), el reconocimiento del principio de igualdad entre todos los españoles (art. 14 CE), el derecho a participar en la vida pública tanto de forma pasiva como activa (art. 23 CE), el derecho a la educación (art. 27 CE), la protección del patrimonio histórico, cultural y artístico (art. 46 CE), la igualdad de derechos entre todos los españoles de cualquier parte del territorio y la libre circulación dentro del mismo (art. 139), la consideración del Estatuto de Autonomía como norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma (art. 147 CE), el fomento de la cultura y la enseñanza de la lengua de la Comunidad Autónoma (art. 148.1.17), las diversas competencias del Estado (art. 149 CE) y la disposición final que establece que la Constitución se publicaría también en las demás lenguas oficiales. De las materias anteriormente citadas hay algunas que son especialmente sensibles, como es el caso de la educación. A este respecto la Constitución presenta un silencio sobre cómo se debe articular el bilingüismo en el ámbito de la enseñanza, a excepción de que existe una pequeña alusión en el artículo 148.1.17 CE que señala que será competencia de las CCAA el fomento de la enseñanza de la lengua de la Comunidad Autónoma. Así, el Tribunal Constitucional ha aceptado dos tipos de soluciones: la separación lingüística y la conjunción lingüística. La separación se refiere a la existencia de una doble red de enseñanza, en cada una de las cuales se emplea como lengua vehicular una de las dos lenguas oficiales, siendo la otra lengua la lengua enseñada. Esta fórmula es la empleada en el caso vasco, por ejemplo, en el que la libertad de elección de la lengua abarca tres opciones: una línea de enseñanza en 6 castellano, otra en euskera y una tercera mixta). Así el “modelo A” implica toda la enseñanza en castellano como lengua vehicular, excepto en lo referente a las asignatura lengua y literatura vascas; el “modelo B” es una fórmula mixta con asignaturas troncales en castellano (como lengua, literatura o matemáticas) y otras en euskera (experimentales, plástica, gimnasia, etc.) y el “modelo D” emplea el euskera como lengua vehicular, aunque se imparte también lengua y literatura castellanas. Además existe un modelo X, para los alumnos que residen de forma temporal en el País Vasco y, por tanto, sólo estudian en castellano. En el bachillerato y la formación profesional, sin embargo, sólo se puede estudiar en el modelo A o el D, pero no en la fórmula mixta. Este panorama deja una realidad lingüística en la que cada vez son menos los estudiantes que se forman en castellano, pasando de ser casi el 70 por ciento en los años ochenta a rondar el 10 por ciento en el pasado curso académico 2011-2012. Así pues, a continuación de muestra un desglose del volumen de alumnos según el modelo escogido, para el curso 2011-2012, en el que se puede apreciar cómo la mayoría de los alumnos estudia en el “modelo D”, si bien en el bachillerato el “modelo A” sigue teniendo fuerza 2; al tiempo que, por territorios, tanto en Vizcaya como en Guipúzcoa se impone el euskera como lengua vehicular de enseñanza, mientras que en Álava prima la opción mixta. Tabla 1. Modelos Educativos País Vasco. Curso 2011-2012 Curso académico 2011/2012 Modelo Modelo Modelo Modelo A B D X Educación infantil 3,9% 22,1% 73,6% 0,5% Educación primaria 7% 27% 65,3% 0,7% Educación secundaria 14% 27,6% 57,7% 0,7% Bachillerato 44% 1,6% 53,7% 0,7% 65% 0,6% Total 11,1% 23,3% Fuente: Eustat 2 A la vista de los datos se pueden extraer varias conclusiones. La primera, que el “modelo A”, es decir, estudiar en castellano, se está convirtiendo en una opción minoritaria (los datos muestran la preferencia por matricular a los hijos/as en euskera en la educación infantil). La segunda, que parte de los alumnos que estudian en euskera (modelos B y D) cambian de modelo al llegar a bachiller fruto de las dificultades que entraña estudiar en una lengua que no es la materna, a medida que avanza la complejidad de los estudios que se cursan. En este sentido, el trasvase de alumnos es sustancialmente mayor del modelo B al A, que del modelo D al A. De los datos anteriores cabe deducir que los alumnos que estudiaban en la modalidad mixta no cuentan con una suficiencia lingüística en euskera para estudiar el bachiller en dicha lengua o bien prefieren estudiar en castellano, con independencia de su mayor/menor conocimiento del vasco. 7 Tabla 2. Modelos educativos por territorios históricos. Curso 2011-2012 Curso académico 2011/2012 Modelo Modelo Modelo Modelo A B D X Álava 17,2% 36% 46,9% - Vizcaya 13,4% 24,8% 60,6% 1,3% 5% 15,6% 79,4% - Guipúzcoa Total 11,1% 23,3% 65% 0,6% Fuente: Eustat Mientras, en el modelo de la conjunción lingüística, como en el caso catalán, se aboga por un sacrificio de la elección de la lengua, ya que no existe la opción de escoger, puesto que hay una línea escolar única, en la que se emplearían las dos lenguas cooficiales, y que para el Tribunal Constitucional resulta igualmente válido que el otro modelo, puesto que pretendería la integración y cohesión social (STC 337/1994, de 23 de diciembre). A este respecto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, en la sentencia de 23 de julio de 1967, en el asunto sobre ciertos aspectos lingüísticos de la enseñanza en Bélgica, señaló que no se puede impedir a los niños el acceso a las clases en su lengua materna (en ese caso el francés) por razón de residencia (Flandes), por lo que dichos niños tenían derecho a acceder a las escuelas que impartían educación en francés en las zonas próximas a Bruselas capital; pese a lo cual, no se cuestionó el sistema educativo belga, al considerarse que pretende realizar la unidad lingüística en el interior de las dos grandes regiones de Bélgica, en las que una amplia mayoría de la población no habla sino una de las dos lenguas nacionales, por consiguiente, para el Alto Tribunal, “este fin de interés público no comporta en sí mismo ningún elemento discriminatorio”. Bajo este mismo prisma, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha avalado el modelo de inmersión lingüística catalana en numerosas ocasiones, entre las que cabe destacar su reciente auto de 8 de marzo de 2012 que, aunque da la razón a la Generalitat catalana, le obliga a adoptar “cuantas medidas sean precisas” para que el castellano también sea lengua vehicular en la escuela, y matiza que compete a la Generalitat fijar la proporción de ambas lenguas y la forma de aplicarlo en las aulas. El auto se limita a los tres casos planteados, pero abre la puerta para que, a partir de ahora, las familias que lo reclamen puedan acogerse a su derecho de recibir una atención personalizada y escolarizar a sus hijos en castellano, tal como precisa el Supremo. Por consiguiente, como señala la doctrina del TC, el castellano es lengua vehicular en la misma medida que el catalán, razón por la cual el Tribunal Supremo, mediante su sentencia de 12 de junio de 2012, anuló también varios artículos del Decreto 181/2008 sobre educación infantil de la Generalitat, que pretendía que el catalán fuera lengua vehicular exclusiva para los niños entre 3 y 6 años (3). En esta línea, la sentencia recuerda la “doctrina constitucional que emana del Tribunal Constitucional plasmada en la sentencia 31/2.010 que impide a la norma desconocer el 3 http://www.ara.cat/societat/Sentencia-del-Tribunal-Suprem_ARAFIL20120626_0003.pdf 8 valor de lengua normal y vehicular en Cataluña al castellano. En este supuesto aceptando que el centro de gravedad del sistema lo constituye el catalán, es claro que el alumno debe recibir esa dedicación preferente en la lengua catalana, pero sin que se olvide que también debe iniciársele en esa edad temprana en el conocimiento del castellano como lengua cooficial en la Comunidad Autónoma y vehicular y docente también en la enseñanza en Cataluña”. En suma, el referido silencio en la materia en la Constitución, la abundante jurisprudencia aceptando soluciones distintas para garantizar un mismo fin (el bilingüismo) y la ambigüedad con la que se legisla sobre el tema en las normas autonómicas existentes al respecto son un síntoma de la complejidad del multilingüismo español que, requiere, por consiguiente, de una clarificación normativa por parte del Estado. A saber, el desarrollo posterior del artículo 3 CE y de aquéllos con él relacionados, así como del conjunto del Título VIII de nuestra Constitución ha llevado a la aprobación de 17 Estatutos de Autonomía a los que se suman los de las dos Ciudades Autónomas. De todos ellos, sólo tres Comunidades Autónomas (Murcia, Castilla La Mancha y la Comunidad de Madrid) junto con la Ciudad Autónoma de Ceuta no cuentan con una legislación específica de protección de su patrimonio lingüístico y/o cultural, por lo que la legislación en materia lingüística y cultural es muy amplia y variada. Por ejemplo, el artículo 6 del Estatuto de Autonomía del País Vasco protege y regula el uso del euskera, como patrimonio del País Vasco y de otros territorios y comunidades, así como desarrolla el precepto mediante la Ley Vasca 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normalización del uso del euskera. En el caso navarro, hay que destacar la existencia de la Ley Orgánica 13/1982, de 10 de agosto, de reintegración y amejoramiento del régimen foral de Navarra, que recoge en el artículo 9 el reconocimiento del castellano como la lengua oficial de Navarra y del vascuence como lengua oficial en las zonas vascoparlantes, cuya regulación se recoge en la Ley Foral 18/1996, de 15 de diciembre, del vascuence. Por su parte, el artículo 6 del Estatuto de Cataluña 4 regula el catalán como lengua oficial del territorio, junto con el castellano, y desarrolla su protección en la Ley catalana 171998, de 7 de enero, de política lingüística, al tiempo que se protege el aranés en la Ley catalana 16/1990, de 13 de julio del Régimen especial del valle de Arán. En las Islas Baleares, el artículo 3 del Estatuto de Autonomía reconoce la lengua catalana junto con la castellana como idiomas oficiales, por lo que la Ley Balear 3/1986, de 19 de abril, de normalización lingüística pretende desarrollar el artículo 3 del Estatuto para garantizar el uso del catalán y del 4 Artículo 6.2 Estatuto de Cataluña: “El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua oficial del Estado español. Todas las personas tienen derecho a utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Cataluña el derecho y el deber de conocerlas. Los poderes públicos de Cataluña deben establecer las medidas necesarias para facilitar el ejercicio de estos derechos y el cumplimiento de este deber. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 32, no puede haber discriminación por el uso de una u otra lengua”. 9 castellano en dicha Comunidad Autónoma. En Galicia, por su parte el artículo 5 del Estatuto de Autonomía garantiza y protege el uso del gallego, para lo cual se aprobó la Ley gallega 3/1983, de 15 de junio, de normalización lingüística. En el caso de Asturias, el Estatuto de Autonomía protege el bable en su artículo 4, así como se ha aprobado la Ley asturiana 1/1998, de 23 de marzo, de uso y protección del bable/asturiano. En la Comunidad Valenciana, el Estatuto protege la lengua en el artículo 7, precepto que se desarrolla mediante la Ley valenciana 4/1983, de 23 de noviembre, de uso y enseñanza del valenciano. En Aragón, el Estatuto protege las lenguas y modalidades lingüísticas de Aragón, en el artículo 7, que se ha desarrollado en la Ley aragonesa 3/1999, de 10 de marzo del patrimonio cultural aragonés, así como en Ley 10/2009, de 22 de diciembre, de uso, protección y promoción de las lenguas propias de Aragón. Mientras, en Extremadura, el artículo 11 del Estatuto de Autonomía se protegen las peculiaridades lingüísticas y culturales, al tiempo que el artículo 60 de la Ley extremeña 4/1999, de 29 de marzo, de patrimonio histórico y cultural de Extremadura protege como bienes intangibles la tradición oral, el habla y las peculiaridades lingüísticas de Extremadura. Así como el Decreto 45/2001, de 20 de marzo, declara bien de interés cultural la “A Fala” (habla viva del valle de Xálama). En Andalucía, el Estatuto se refiere en su artículo 10.3 al “afianzamiento de la conciencia de identidad y de la cultura andaluza a través del conocimiento, investigación y difusión del patrimonio histórico, antropológico y lingüístico”. Asimismo, en el marco de la defensa del patrimonio artístico, cultural y natural, Castilla y León protege la lengua castellana como parte de su patrimonio en el artículo 4 del Estatuto de Autonomía, así como cuenta con la Ley castellano leonesa 12/2002, de 11 de julio, de patrimonio cultural de Castila y León. Por último, desde una perspectiva amplia en materia cultural, en Cantabria se aprobó la Ley 11/1998, de 13 de octubre, del patrimonio cultural de Cantabria, así como La Rioja aprobó la Ley riojana 7/2004, de 18 de octubre, de patrimonio cultural, histórico y artístico de La Rioja. Mientras, en Canarias cabe destacar la Ley canaria 4/1999, de 15 de marzo, de patrimonio histórico de Canarias, donde el artículo 73 reconoce las formas de expresión y transmisión de la cultura tradicional del pueblo canario. Para finalizar este repaso por la legislación autonómica, cabe citar el caso de la Ciudad Autónoma de Melilla, cuyo Estatuto de Autonomía señala, en el artículo 5, como objetivo básico de Melilla la “promoción y estímulo de los calores de comprensión, respeto y aprecio de la pluralidad cultural y lingüística de la población melillense”. La legislación anterior ha dado lugar a una abundante jurisprudencia, tanto por parte del Tribunal Constitucional como del Tribunal Supremo. Por este motivo, aquí sólo se pretende resumir una parte de la doctrina para enmarcar el objeto de la presente propuesta. En esta línea, el Tribunal Constitución ha afirmado que "sólo del castellano se establece constitucionalmente un deber individualizado de conocimiento, y con él la presunción de que todos los españoles lo conocen" (SSTC 82/86 y 84/86). Más aún, el Alto Tribunal ha señalado que "no existe un deber constitucional de conocimiento de una lengua cooficial" (STC 84/1986). Si bien, "la instauración por el art. 3.2 de la Constitución de la cooficialidad de las respectivas lenguas españolas en determinadas Comunidades Autónomas tiene consecuencias para todos los poderes públicos en dichas Comunidades, y en primer término el derecho de los ciudadanos a usar cualquiera de las dos lenguas ante cualquier administración en la Comunidad 10 respectiva con plena eficacia jurídica" (STC 82/1986). En otras palabras, como señala el Tribunal Constitucional, "en los territorios dotados de un estatuto de cooficialidad lingüística el uso de los particulares de cualquier lengua oficial tiene efectivamente plena validez jurídica en las relaciones que mantengan con cualquier poder público radicado en dicho territorio, siendo el derecho de las personas al uso de una lengua oficial un derecho fundado en la Constitución y el respectivo Estatuto de Autonomía" (SSTC 82/1986 y 123/1988). Por consiguiente, "la exigencia del bilingüismo ha de llevarse a cabo con un criterio de racionalidad y proporcionalidad, desde la perspectiva de lo dispuesto en los artículos 23.1, 139.1 y 149.1.1º de la Constitución" (STC 82/86). De modo que "el régimen de cooficialidad lingüística establecido por la Constitución y los Estatutos de Autonomía presupone no sólo la coexistencia sino la convivencia de ambas lenguas cooficiales (…). Los poderes públicos deben garantizar, en sus respectivos ámbitos de competencia el derecho de todos a no ser discriminados por el uso de una de lenguas oficiales en la Comunidad Autónoma" (STC 337/1994). Así por ejemplo, "corresponde a los poderes públicos competentes, en atención a los objetivos de la normalización lingüística y a los propios objetivos de la educación, organizar la enseñanza que debe recibirse en una y otra lengua en relación con las distintas áreas de conocimiento obligatorio en los diferentes niveles educativos para alcanzar un resultado proporcionado con estas finalidades" (STC 337/1994). IV. PROPUESTAS DE REFORMA. El deber de los españoles de conocer el castellano hace suponer que ese conocimiento existe en la realidad, sin embargo, tal presunción puede quedar desvirtuada en algunos territorios. En suma, dada la variedad de legislaciones autonómicas en la materia, por un lado; la extensa jurisprudencia, por otro; la necesidad de garantizar la libertad y la igualdad de derechos entre todos los españoles, en virtud de los artículos 1 y 14 CE; así como el hecho de que la cultura se trata de una materia concurrente, se procede a realizar a los miembros del Aula Política la siguiente propuesta: 1) Reforma del Título VIII de la Constitución 2) Propuesta de Ley Orgánica de defensa y protección de la lengua española 3) Propuesta de Ley de armonización en relación al uso del español en el conjunto del territorio nacional. Para ello, procede realizar, a modo de introducción, una breve aclaración sobre el nombre de la lengua en torno a la cual versará la propuesta de Ley orgánica y de armonización respectivamente. A saber, se trata de valorar en qué medida es preferible hablar de “español” o de “castellano”. 11 4.1. Aclaración previa: La denominación de la lengua: “castellano” o “español”. La denominación de “lengua castellana” ha sido objeto de duras críticas, pese a lo cual será el término empleado en esta propuesta por varios motivos. El primero, porque el artículo 3 CE se refiere así a la lengua vehicular que deben conocer y tienen el derecho a usar todos los españoles. En segundo lugar porque existen numerosos precedentes en España que hablan del castellano, como la Ley Moyano de Instrucción Pública de 1857 (art.68), la Ley de enjuiciamiento Civil de 1881 (art. 601), el Código Civil de 1889 ( art. 684), la Constitución de 1931 (art. 4), la Ley de Enseñanza Primaria de 1945, la Ley de Registro Civil de 1957 (art. 54), el Decreto 1433/1975 sobre incorporación de las lenguas nativas en los programas de enseñanza y el Decreto 2929/1975 sobre uso de las lenguas regionales. Por el contrario, es menos habitual la referencia a la lengua española en nuestra legislación, como se recoge en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1882 (art. 440) y la Ley de Educación de 1970 (art. 24). En tercer lugar, porque, desde un punto de vista comparado, no existe un referente claro sobre cuál debe ser la denominación de la lengua de uso en Iberoamérica. Así pues, son más las Constituciones hispanoamericanas que no se pronuncian sobre el nombre de la lengua (Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, Guatemala, Méjico, República Dominicana, Uruguay), que las que prefieren el castellano (Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela) o las que hablan del español (Honduras, Nicaragua, Panamá, Uruguay). Por consiguiente, al hablar de español, debe atenderse la sugerencia de la Real Academia de la Lengua de la sinonimia entre “español” y “castellano”, de modo que no cabría suponer que el castellano es patrimonio de una única región, Castilla, sino que todas las regiones y nacionalidades habidas en España colaboran en la conservación y enriquecimiento de la lengua castellana o española. 4.2. La reforma de la Constitución. Al abordar la reforma de la Constitución, conviene señalar, en primer lugar, que en la presente propuesta se ha optado por una revisión del Título VIII de la misma, y no del artículo 3 CE, para evitar la reforma agravada. De este modo, se propone una nueva redacción del artículo 149.1, introduciendo un apartado adicional, como sigue: NUEVO ARTÍCULO 149.1.33ª: Todos los órganos de la Administración General del Estado habrán de usar la lengua castellana en cualquier parte del territorio nacional o en el exterior. El Estado tiene competencia exclusiva para regular y garantizar el derecho al uso del castellano, activa y pasivamente, en las Comunidades con lengua 12 cooficial, sin perjuicio del derecho de la Comunidad Autónoma a regular el uso de su lengua singular en sus servicios propios. Dentro de la anterior facultad, el Estado regulará y garantizará que, sin perjuicio de la enseñanza obligatoria de la lengua castellana y cooficial donde la haya, todos los españoles puedan optar en la enseñanza pública por la lengua vehicular que elijan entre las cooficiales, y que las ayudas del sector público a la enseñanza, no discriminen por razón de lengua. Los Poderes Públicos se abstendrán de regular las lenguas de comunicación de los ciudadanos entre sí. 4.3. Propuesta de Ley Orgánica de defensa y protección del castellano. Partiendo de la consideración de que el artículo 149.1.1 de la CE asigna al Estado la regulación básica en materia de igualdad, porque afecta a los derechos fundamentales de los y las españolas, parece necesaria la regulación mediante una ley orgánica de los usos del castellano como lengua vehicular. Por este motivo, se presenta aquí la siguiente propuesta de Ley Orgánica de Defensa, Promoción y Protección de la lengua castellana que, si bien no pretende ser exhaustiva, al menos aspira a recoger algunas de las cuestiones fundamentales que urgiría regular. A este respecto, para facilitar la exposición de la misma (y puesto que se han comentado ya muchas cuestiones sobre la justificación de la citada Ley en la introducción, no se ha incluido una exposición de motivos de la Ley en la propuesta). Ley Orgánica X/XXX de defensa, promoción y protección del castellano Artículo 1.- Objeto El objeto de la presente Ley es reconocer la pluralidad lingüística de España y garantizar a todos los españoles el uso de sus lenguas y modalidades lingüísticas propias como un legado cultural e histórico que debe ser conservado. Es, asimismo, objeto de esta ley propiciar la conservación, promoción, enseñanza y difusión del castellano y del patrimonio histórico y cultural común que se deriva del mismo. Artículo 2.- Las lenguas españolas 1. El castellano es lengua oficial en todo el territorio español 2. Las demás lenguas españolas podrán ser también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas si así lo disponen sus respectivos Estatutos de Autonomía 13 Artículo 3.- Derechos y deberes lingüísticos 1. Se reconocen a los ciudadanos españoles los siguientes derechos y deberes lingüísticos: a) El deber constitucional de todos los ciudadanos españoles de conocer la lengua castellana. b) El derecho fundamental de los ciudadanos españoles de usar, de manera activa y pasiva, el castellano, en cualquier circunstancia, ya sea en las relaciones entre particulares o con los poderes públicos. c) El derecho de todos los ciudadanos españoles expresarse en castellano en todas sus relaciones con las Administraciones Públicas y la Administración de Justicia. d) El derecho a recibir la educación en castellano. Este derecho será extensivo a cualquier tipo y nivel de enseñanza, desde la etapa infantil hasta la universitaria. e) El derecho de los padres a elegir la lengua vehicular de enseñanza en la que desean escolarizar a sus hijos. f) El derecho que tiene todo ciudadano español a circular libremente por el territorio español y a establecerse en cualquier parte del mismo, sin que exista ningún tipo de obstáculo o barrera lingüística que menoscabe el ejercicio de este derecho, de acuerdo con la Constitución y los tratados internacionales ratificados por España. 2.Nadie podrá ser discriminado por razón lingüística. 3. Los poderes públicos garantizarán el ejercicio de estos derechos, a fin de que sean efectivos y reales Artículo 4.- Promoción del castellano como patrimonio cultural común 1. Se reconoce el castellano como patrimonio cultural común de todos los españoles, junto con las demás lenguas españolas. 2. El patrimonio lingüístico castellano está constituido por todos los bienes materiales e inmateriales de relevancia lingüística relacionados con la historia y la cultura de la lengua castellana. 3. Con el fin de conservar, promocionar y difundir el castellano, los poderes públicos llevarán a cabo todas las actuaciones necesarias en el ámbito de la enseñanza y la cultura. Artículo 5.- Dignificación de la lengua castellana 14 Los poderes públicos arbitrarán las medidas necesarias de información, dignificación y difusión del castellano, a fin de promover el correcto conocimiento de la realidad lingüística española. Artículo 6.- Enseñanza de la lengua castellana 1. Se garantiza el derecho a la enseñanza en castellano. La enseñanza en las demás lenguas cooficiales será voluntaria. Todas las Administraciones públicas garantizarán este derecho mediante una oferta adecuada en los centros educativos y en todos los niveles y etapas educativas. 2. Sin perjuicio de lo anteriormente dispuesto, la Administración General del Estado tomará las medidas necesarias para asegurar en todo el territorio español la enseñanza de la historia y la cultura de las que es expresión el castellano, como patrimonio común de todos los españoles. Artículo 7.- Relaciones de los ciudadanos con las Administraciones Públicas y la Administración de Justicia 2. Todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse de forma oral y escrita en castellano y en las demás lenguas cooficiales en sus relaciones con las Administraciones Públicas y la Administración de Justicia, de acuerdo con lo previsto en la presente Ley y en los Estatutos de Autonomía. 3. A los efectos previstos en el anterior apartado, las respectivas Administraciones pondrán a disposición de los ciudadanos formularios y textos administrativo en castellano, así como en las demás lenguas cooficiales, de acuerdo con la presente Ley y los Estatutos de Autonomía. Artículo 8.- De los requisitos lingüísticos exigibles a los empleados públicos 1. Para el acceso al empleo público podrá exigirse el conocimiento de una lengua cooficial con el castellano, exclusivamente cuando la naturaleza del puesto de trabajo así lo requiera. En ningún caso, el conocimiento de la lengua cooficial será requisito ineludible para el acceso al empleo público en cualquier Administración, excepto en aquellos casos en los que el puesto de trabajo esté directamente relacionado con la enseñanza de una lengua cooficial. El grado de conocimiento de la lengua cooficial exigible será adaptado a las características del puesto de trabajo que se vaya a desempeñar. 2. Las pruebas de acceso a cualquier empleo público, que no sean pruebas específicas de conocimiento de una determinada lengua, podrán realizarse por parte del aspirante en cualquiera de las lenguas cooficiales, salvo que se trate de puestos de trabajo de habilitación nacional, en cuyo caso habrán de realizarse en castellano. 15 3. Al personal perteneciente a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no podrá exigírsele el conocimiento de ninguna lengua diferente del castellano. Artículo 9.- Tutela administrativa y judicial 1. Los poderes públicos adoptarán cuantas medidas sean precisas para impedir la discriminación de los ciudadanos por el hecho de emplear el castellano como lengua vehicular. 2. Los ciudadanos podrán dirigirse a los jueces y tribunales, de acuerdo con la legislación vigente, para ser amparados en el ejercicio de sus derechos lingüísticos reconocidos en esta Ley. Artículo 10.- La autoridad lingüística La Real Academia de la Lengua Española será la autoridad lingüística para establecer el uso correcto del castellano. Artículo 11.- Toponimia En los territorios en los que existan dos o más lenguas oficiales serán oficiales todas las respectivas formas toponímicas en dichas lenguas. Artículo 12.- Medios de comunicación de titularidad pública En el marco de las distintas regulaciones de los medios de comunicación de titularidad pública, las Administraciones Públicas Autonómicas adoptarán las medidas necesarias a fin de alcanzar los siguientes objetivos: a) promover la emisión en las radios y televisiones públicas de programas en castellano de manera regular para garantizar el bilingüismo en aquellos territorios donde coexistan lenguas oficiales. b) Fomentar la producción y difusión de obras audiovisuales en castellano. c) Fomentar las publicaciones en castellano. Disposición adicional primera Se habilita al Gobierno para dictar las normas reglamentarias que desarrollen esta Ley. Disposición final primera La presente Ley se dicta al amparo de lo establecido en el artículo 149.1.1ª de la Constitución española. Disposición final segunda 16 La presente Ley entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial del Estado 17 4.4. La necesidad de una Ley de armonización. Por último, junto a la reforma del artículo 149 CE y la aprobación de una Ley Orgánica para proteger y promocionar el castellano, se sostiene que parece oportuno completar dicha propuesta con la aprobación de una ley de armonización del uso del castellano y las demás lenguas cooficiales. A este respecto, cabe recordar que, pese al precedente fracasado de la LOAPA, el artículo 150.3 CE dispone que “el Estado podrá dictar leyes que establezcan los principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas cuando así lo exija el interés general. Corresponde a las Cortes Generales, por mayoría absoluta de cada Cámara la apreciación de esta necesidad”. En este sentido, la protección de la lengua y la cultura estaría dentro de las materias en las que el interés general exigiría establecer una armonización de las disposiciones normativas. Más aún, el artículo 46 CE establece que todos los poderes públicos están obligados a intervenir en la conservación y la promoción del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España. Parte de ese patrimonio es, sin duda alguna, la lengua castellana. Para ello, el artículo 149.1.28 atribuye al Estado la competencia exclusiva para la “defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español”, al tiempo que el artículo 148 CE, en sus apartados 15, 16 y 17, recoge distintas materias relacionadas con la cultura como asumibles por las Comunidades Autónomas. En consecuencia, fruto de esta complejidad competencial, el Tribunal Constitucional ha afirmado, en sus sentencias STC 84/1983 y STC 49/1984, que existe una concurrencia de competencias entre Estado y CCAA en materia de cultura. Esta imprecisión y concurrencia competencial impregnaría, por tanto, desde la protección hasta el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico. Así pues, partiendo de dicha concurrencia y de la necesidad de armonizar la compleja legislación al respecto, se plantea aquí la pertinencia de debatir sobre la oportunidad de aprobar la citada ley de armonización, en lugar de una ley ordinaria, sin pretender por ello entrar en el articulado para no excederme en la exposición y poder abrir el debate a los compañeros del Aula. Muchas gracias por la atención. 18 V. BIBLIOGRAFIA Alzaga Villaamil, Oscar (dir.), Comentarios a la Constitución española de 1978, Cortes Generales, Madrid, 12 tomos, 1996-1999. Alcaraz Ramos, Manuel El pluralismo lingüístico en la Constitución española / Manuel Alcaraz Ramos.--Madrid : Congreso de los Diputados, Departamento de Publicaciones , 1999 139 p. 21 cm . (Serie IV, Monografías ; 43). • Ariztondo Akarregi, Josune La política lingüística en la Comunidad Autónoma., en Lenguas, política, derechos / edición a cargo de José María Sauca. Madrid : Boletín Oficial del Estado [etc.], 2000. 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