"El problema de la lengua en España". 10 de diciembre de 2012

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CONFERENCIA
“EL PROBLEMA DE LA LENGUA EN ESPAÑA” 1
Dra. Ainhoa Uribe Otalora
Profesora Adjunta en Ciencia Política. Universidad CEU San Pablo
SUMARIO: I. EL ARTÍCULO 3 DE LA CONSTITUCIÓN: ANTECEDENTES Y
SIGNIFICADO. II. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL BILINGÜISMO. III.
LAS MATERIAS AFECTADAS POR EL BILINGÜISMO. IV. PROPUESTAS DE
REFORMA. 4.1. Aclaración previa: La denominación de la lengua: “castellano” o “español”.
4.2. La reforma de la Constitución. 4.3. Propuesta de Ley Orgánica. 4.4. La necesidad de una
Ley de armonización. VI. BIBLIOGRAFIA
I.
EL ARTÍCULO 3 DE LA CONSTITUCIÓN: ANTECEDENTES Y
SIGNIFICADO.
La Constitución española (CE) reconoce por primera vez en nuestra historia
constitucional la pluralidad lingüística de España, en el artículo 3 CE. Concretamente, el
artículo 3 dispone, en el apartado primero, que “el castellano es la lengua española
oficial del Estado”, por lo que “todos los españoles tienen el deber de conocerla y el de
derecho a usarla”; pero junto al castellano, el apartado segundo afirma que “las demás
lenguas españolas serán también oficiales en sus respectivas Comunidades Autónomas
de acuerdo con sus Estatutos”. Por consiguiente, el apartado tercero exige el respeto y
protección de las “distintas modalidades lingüísticas de España”, en tanto en cuanto son
parte de su patrimonio cultural.
La redacción actual del artículo 3 encuentra su precedente en el artículo 4 de la
Constitución de 1931, en la que se define el castellano como el idioma oficial de la
República y se subraya el deber de todo español de conocerlo y su derecho a usarlo. Del
mismo modo, en la Constitución de la República aparece un reconocimiento de las
lenguas regionales, pero la Constitución de 1978 ha ido más allá en el mismo, al afirmar
en el apartado tercero que todas las modalidades lingüísticas existentes en España son
“un patrimonio cultural que debe ser objeto de especial respeto y protección”. Dicha
especial protección que se confiere a las minorías lingüísticas aparece también en buena
parte del ordenamiento jurídico internacional, como el artículo 27 del Pacto de
Derechos Civiles y Políticos, que reconoce a las minorías lingüísticas el derecho a tener
1 El presente trabajo es fruto de la conferencia impartida en el Aula Política, el 9 de
diciembre de de 2012, en el marco del debate interno sobre el Estado de las Autonomías,
desarrollado entre los cursos 2011-2012 y 2012-2013 por los miembros del Aula. Se
reproduce aquí el texto íntegro de la conferencia
1
su propia vida cultural y a emplear su propio idioma, o en la Carta Europea de las
Lenguas Regionales o Minoritarias de 1992, también ratificada por España (BOE núm.
222, 15 septiembre 2001).
En esta línea, en España se ha prestado tradicionalmente más importancia al apartado
segundo que al primero y al tercero; si bien, en el tercero encontramos la declaración
más amplia sobre los efectos del artículo 3 CE. A saber, el artículo 3.3 CE afirma, como
se ha visto que, “la riqueza de las modalidades lingüísticas de España es patrimonio
cultural que será objeto de especial respeto y protección”. De ello se deduce que
España es un país con una realidad lingüística plural, pero además de ello, la palabra
“riqueza” se refiere al conjunto de las modalidades lingüísticas del país, es decir, tanto
al castellano, como al catalán, al vasco, al gallego, al valenciano, al aranés, al bable, al
fragatino o al panocho. Hablar de riqueza, en este sentido, significa entender la realidad
lingüística española, en primer lugar, desde una perspectiva positiva y, en segundo
lugar, como un todo solidario en tanto que se trata de un patrimonio cultural común.
Ello implica además, un corte radical con el pasado, con una España monolingüe (desde
el punto de vista jurídico, pese a que la realidad lingüística fuera sumamente variada).
Por consiguiente, el bilingüismo debe ser expresión de convivencia, no de
enfrentamiento, fruto del calificativo “común” con que se refiere la Constitución a dicho
patrimonio. En suma, como ha señalado el Tribunal Constitucional, en su sentencia STC
337/1994, de 23 de diciembre, “el régimen de cooficialidad lingüística establecido por
la Constitución y los Estatutos de Autonomía presupone no sólo la coexistencia sino la
convivencia de ambas lenguas oficiales, para preservar el bilingüismo existente en
aquellas Comunidades Autónomas que cuentan con una lengua propia y que constituye
por sí misma una parte del patrimonio cultural al que se refiere el artículo 3.3 CE”.
En definitiva, del apartado 3 del artículo 3 CE se deducen dos consecuencias jurídicas:
1) La primera se refiere a la obligación de proteger de forma activa el conjunto de
las lenguas de España, esto es, tanto el castellano como las demás lenguas
españolas, a cuyo servicio se consagran los apartados 1 y 2 del artículo 3 CE.
2) La segunda implica que también hay que proteger las demás modalidades
lingüísticas, aunque no alcancen la denominación de lenguas oficiales, puesto
que la suma de todas ellas forma parte del patrimonio cultural común.
A partir de las consecuencias que se traducen del artículo 3 CE queda claro que no cabe
un monolingüismo en España ni en ninguna de las partes del territorio español. Prueba
de ello es que en nuestro país se ha velado por proteger y garantizar las demás lenguas
cooficiales y/o minoritarias, hasta el punto de que, en algunos territorios se ha
producido la paradoja de que la lengua cooficial ha desplazado, por muy diversos
motivos en los que no se entrará aquí, al castellano, es decir, a la lengua que reconoce el
artículo 3.1 CE como la única lengua oficial para el conjunto de los españoles. Por
consiguiente, la situación en que se encuentra la lengua común de todos los españoles
aconseja la rápida adopción de medidas que garanticen su protección en el conjunto del
2
territorio nacional y, de forma muy especial, en aquéllas zonas donde su uso y
enseñanza se está viendo amenazado.
En esta línea, la protección y promoción de una lengua afecta a muchos derechos
básicos relacionados directamente con la personalidad y el desarrollo del ser humano.
Prueba de ello es que no son las lenguas o los territorios quienes tienen el derecho de
elegir su lengua vehicular, sino que son las personas quienes tienen el derecho a elegir
en qué lengua desean expresarse o relacionarse con los demás, ya sean entes públicos o
privados. Más aún, las lenguas no son sólo un vehículo de expresión y comunicación,
sino que son también un medio de creación de la cultura. De ahí que el objeto del
reconocimiento del bilingüismo en la Constitución no sea otro que reconocer sus
derechos a los hablantes del castellano, lengua oficial de todos los españoles, sin
restringir por ello la libertad de los que prefiere utilizar otras modalidades lingüísticas,
sean éstas lenguas cooficiales o no. En otras palabras la consideración de la riqueza
lingüística española como un patrimonio histórico y cultural común implica la necesaria
convivencia armoniosa entre las mismas, sin poder verse coartados por ello, los
principios constitucionales relacionados con el bilingüismo, como son la libertad, la
igualdad o el principio de integración, como se analiza en el siguiente apartado.
3
II.
LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL BILINGÜISMO.
Uno de los principios básicos que se ven afectados por el artículo 3 CE es la libertad de
lengua. A este respecto, cabe decir que toda intromisión y coerción externa en la
libertad del ser humano para escoger la lengua en la que quiere expresarse es un
atentado a la libertad humana. Por consiguiente, la libertad de lengua está directamente
relacionada con el libre desarrollo de la personalidad. Así pues, la Constitución
propugna como valor superior el principio de la libertad (art. 1 CE), al tiempo que todas
las personas tienen reconocido su derecho a la libertad de expresión (art. 20.1 CE). En
este sentido, que la Administración declare como oficial una lengua no coarta la libertad
de las personas siempre y cuando sean las lenguas naturales de la población las lenguas
elegidas como oficiales. De modo que declarar el status público de una lengua
minoritaria puede ser compatible con la libertad de la lengua, siempre que no contradiga
las exigencias básicas de la igualdad (art. 14 CE) y resulte razonable y proporcional,
como ha admitido la jurisprudencia en diversas sentencias (STC 82, 83 y 84/1986, de 26
de julio).
Un segundo principio afectado por lo referido en el artículo 3 CE es el principio de
igualdad, que aparece en los artículos 1.1, 14, 9.2 y 149.1.1 CE. El artículo 1.1 CE se
refiere a la igualdad como valor constitucional, como “valor superior del ordenamiento
jurídico”, que impregna todo el ordenamiento. El artículo 14 CE proclama el derecho
público subjetivo a la igualdad y la no discriminación. Mientras, el artículo 9.2 consagra
las obligaciones de los poderes públicos con la finalidad de promover las condiciones
para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integre sea real y efectiva.
Al tiempo que el artículo 149.1.1 establece la competencia exclusiva del Estado en
materias que supongan la regulación de las condiciones básicas que garanticen la
igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de
los deberes constitucionales. La visión general del principio de igualdad ante la ley y no
discriminación se encuentra también en las grandes declaraciones internacionales de
derechos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de diciembre de
1948 (artículos 1, 2 y 7); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19 de
diciembre de 1966 (artículos 2.1º y 2º, 20.2, 26 y 27); el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 19 de diciembre de 1966 (artículos 2.2º
y 3º); la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 20 de
noviembre de 1959 (artículos 1 y 10); el Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Públicas de 4 de octubre de 1950 (artículo 17), y
la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea proclamada solemnemente
en Niza el 7 de diciembre de 2000 (artículos 20, 21 y 23). En suma, en el caso de la
lengua, los poderes públicos deben garantizar, por un lado, la igualdad entre las lenguas,
es decir, entre el castellano y las demás lenguas españolas, pero también la igualdad de
derechos entre los ciudadanos, para que no sean discriminados por razón de su lengua
vehicular.
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Un tercer principio afectado por la lengua, sería el principio de integración. Prueba de
ello es que la Constitución española reconoce la pluralidad de modalidades lingüísticas
como patrimonio histórico común, así como garantiza, en su artículo 2 CE, “el derecho
a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre
todas ellas”. Otro ejemplo de integración es la referencia en el apartado 2, del artículo 3
a las demás lenguas existentes bajo el calificativo de “españolas”, es decir, el castellano
sería la lengua española, y junto a éste existen otras lenguas también españolas,
reforzando por ello la idea de convivencia, de bilingüismo y no de confrontación. Otro
ejemplo de dicha integración estaría en la exigencia del artículo 20.3 CE de que en el
acceso a los medios de comunicación social del Estado o de cualquier otro ente público
se respetará el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España. Del
mismo modo, la disposición final de la Constitución ordenaba la publicación de la
misma en todas las lenguas de España (como se hizo en el BOE de 29 de diciembre de
1978, en versión balear, catalana, gallega, valenciana y vasca).
De los tres principios anteriores se deduce que se puede exigir un determinado
comportamiento a los poderes públicos, en aras a garantizar dicha realidad multilingüe.
Así lo ha advertido el Tribunal Constitucional, en su sentencia 337/1994, de 23 de
diciembre, al disponer que el artículo 3.3 CE conlleva “el mandato de todos los poderes
públicos, estatal y autonómico, de fomentar el conocimiento y asegurar la protección
de ambas lenguas en el territorio de la Comunidad”. Esto es, todos los entes públicos
(el Estado, las CCAA, las corporaciones locales y otros) tienen que respetar la riqueza
cultural y lingüística española, lo que implica velar por la garantía de la oficialidad del
castellano y de las demás lenguas cooficiales. De modo que la protección del castellano
no es competencia exclusiva del Estado y la de las lenguas autonómicas de sus
respectivas Comunidades Autónomas, sino que todos los entes públicos son
responsables de proteger y promover el bilingüismo, como dejan patente también los
Estatutos de Autonomía de las CCAA vasca, catalana, valenciana o gallega. Con todo,
en el caso del castellano, la Constitución proclama el deber que tienen todos los
españoles de conocerlo y su derecho a usarlo (art. 3.1 CE), mientras que el desarrollo
que tengas las demás lenguas oficiales dependerá de sus respectivas Comunidades
Autónomas.
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III.
LAS MATERIAS AFECTADAS POR EL BILINGÜISMO.
El artículo 3 CE entronca con numerosas materias por lo que plantear una reforma como
la que se pretende aquí en el Aula Política es sumamente complejo. No en vano, el
propio Tribunal Constitucional es consciente de ello, como quedó reflejado en su
sentencia STC 205/1990, de 13 de diciembre, en la que afirmaba que “la ordenación del
pluralismo lingüístico presenta una notable complejidad, no sólo por las dificultades
para precisar el alcance de los mandatos constitucionales y legales que versan sobre
esta cuestión (…), sino también por incidir sobre materias de considerable importancia
simbólica y afectiva en la estructuración autonómica del Estado”. De ahí que se aborde
la cuestión con prudencia y tan sólo queriendo esbozar algunas pinceladas sobre la
necesaria reforma jurídica que se debe acometer para garantizar la protección del
castellano.
En efecto, el citado artículo 3 CE debe ser relacionado, entre otros, con los artículos 1,
2, 10.1, 14, 23.2, 27, 46, 139, 147, 148.1.17, 149 y la disposición final de nuestra
Constitución. Así pues, ya se ha señalado cómo la defensa de la lengua castellana está
directamente vinculada al reconocimiento de la libertad y la igualdad como valor
superior de nuestro ordenamiento (art. 1 CE), de la unidad nacional y el reconocimiento
del derecho a la autonomía como un poder limitado (art. 2 CE), el reconocimiento a la
dignidad de la persona y los derechos que le son inviolables (art. 10.1 CE), el
reconocimiento del principio de igualdad entre todos los españoles (art. 14 CE), el
derecho a participar en la vida pública tanto de forma pasiva como activa (art. 23 CE),
el derecho a la educación (art. 27 CE), la protección del patrimonio histórico, cultural y
artístico (art. 46 CE), la igualdad de derechos entre todos los españoles de cualquier
parte del territorio y la libre circulación dentro del mismo (art. 139), la consideración
del Estatuto de Autonomía como norma institucional básica de cada Comunidad
Autónoma (art. 147 CE), el fomento de la cultura y la enseñanza de la lengua de la
Comunidad Autónoma (art. 148.1.17), las diversas competencias del Estado (art. 149
CE) y la disposición final que establece que la Constitución se publicaría también en las
demás lenguas oficiales.
De las materias anteriormente citadas hay algunas que son especialmente sensibles,
como es el caso de la educación. A este respecto la Constitución presenta un silencio
sobre cómo se debe articular el bilingüismo en el ámbito de la enseñanza, a excepción
de que existe una pequeña alusión en el artículo 148.1.17 CE que señala que será
competencia de las CCAA el fomento de la enseñanza de la lengua de la Comunidad
Autónoma. Así, el Tribunal Constitucional ha aceptado dos tipos de soluciones: la
separación lingüística y la conjunción lingüística. La separación se refiere a la
existencia de una doble red de enseñanza, en cada una de las cuales se emplea como
lengua vehicular una de las dos lenguas oficiales, siendo la otra lengua la lengua
enseñada. Esta fórmula es la empleada en el caso vasco, por ejemplo, en el que la
libertad de elección de la lengua abarca tres opciones: una línea de enseñanza en
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castellano, otra en euskera y una tercera mixta). Así el “modelo A” implica toda la
enseñanza en castellano como lengua vehicular, excepto en lo referente a las asignatura
lengua y literatura vascas; el “modelo B” es una fórmula mixta con asignaturas
troncales en castellano (como lengua, literatura o matemáticas) y otras en euskera
(experimentales, plástica, gimnasia, etc.) y el “modelo D” emplea el euskera como
lengua vehicular, aunque se imparte también lengua y literatura castellanas. Además
existe un modelo X, para los alumnos que residen de forma temporal en el País Vasco y,
por tanto, sólo estudian en castellano. En el bachillerato y la formación profesional, sin
embargo, sólo se puede estudiar en el modelo A o el D, pero no en la fórmula mixta.
Este panorama deja una realidad lingüística en la que cada vez son menos los
estudiantes que se forman en castellano, pasando de ser casi el 70 por ciento en los años
ochenta a rondar el 10 por ciento en el pasado curso académico 2011-2012.
Así pues, a continuación de muestra un desglose del volumen de alumnos según el
modelo escogido, para el curso 2011-2012, en el que se puede apreciar cómo la mayoría
de los alumnos estudia en el “modelo D”, si bien en el bachillerato el “modelo A” sigue
teniendo fuerza 2; al tiempo que, por territorios, tanto en Vizcaya como en Guipúzcoa se
impone el euskera como lengua vehicular de enseñanza, mientras que en Álava prima la
opción mixta.
Tabla 1. Modelos Educativos País Vasco. Curso 2011-2012
Curso académico 2011/2012
Modelo Modelo Modelo Modelo
A
B
D
X
Educación infantil
3,9%
22,1%
73,6%
0,5%
Educación primaria
7%
27%
65,3%
0,7%
Educación secundaria
14%
27,6%
57,7%
0,7%
Bachillerato
44%
1,6%
53,7%
0,7%
65%
0,6%
Total
11,1% 23,3%
Fuente: Eustat
2
A la vista de los datos se pueden extraer varias conclusiones. La primera, que el “modelo A”, es decir, estudiar en castellano, se
está convirtiendo en una opción minoritaria (los datos muestran la preferencia por matricular a los hijos/as en euskera en la
educación infantil). La segunda, que parte de los alumnos que estudian en euskera (modelos B y D) cambian de modelo al llegar a
bachiller fruto de las dificultades que entraña estudiar en una lengua que no es la materna, a medida que avanza la complejidad de
los estudios que se cursan. En este sentido, el trasvase de alumnos es sustancialmente mayor del modelo B al A, que del modelo D al
A. De los datos anteriores cabe deducir que los alumnos que estudiaban en la modalidad mixta no cuentan con una suficiencia
lingüística en euskera para estudiar el bachiller en dicha lengua o bien prefieren estudiar en castellano, con independencia de su
mayor/menor conocimiento del vasco.
7
Tabla 2. Modelos educativos por territorios históricos. Curso 2011-2012
Curso académico 2011/2012
Modelo Modelo Modelo Modelo
A
B
D
X
Álava
17,2%
36%
46,9%
-
Vizcaya
13,4%
24,8%
60,6%
1,3%
5%
15,6%
79,4%
-
Guipúzcoa
Total
11,1% 23,3%
65%
0,6%
Fuente: Eustat
Mientras, en el modelo de la conjunción lingüística, como en el caso catalán, se aboga
por un sacrificio de la elección de la lengua, ya que no existe la opción de escoger,
puesto que hay una línea escolar única, en la que se emplearían las dos lenguas
cooficiales, y que para el Tribunal Constitucional resulta igualmente válido que el otro
modelo, puesto que pretendería la integración y cohesión social (STC 337/1994, de 23
de diciembre). A este respecto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de
Estrasburgo, en la sentencia de 23 de julio de 1967, en el asunto sobre ciertos aspectos
lingüísticos de la enseñanza en Bélgica, señaló que no se puede impedir a los niños el
acceso a las clases en su lengua materna (en ese caso el francés) por razón de residencia
(Flandes), por lo que dichos niños tenían derecho a acceder a las escuelas que impartían
educación en francés en las zonas próximas a Bruselas capital; pese a lo cual, no se
cuestionó el sistema educativo belga, al considerarse que pretende realizar la unidad
lingüística en el interior de las dos grandes regiones de Bélgica, en las que una amplia
mayoría de la población no habla sino una de las dos lenguas nacionales, por
consiguiente, para el Alto Tribunal, “este fin de interés público no comporta en sí
mismo ningún elemento discriminatorio”. Bajo este mismo prisma, el Tribunal Superior
de Justicia de Cataluña ha avalado el modelo de inmersión lingüística catalana en
numerosas ocasiones, entre las que cabe destacar su reciente auto de 8 de marzo de 2012
que, aunque da la razón a la Generalitat catalana, le obliga a adoptar “cuantas medidas
sean precisas” para que el castellano también sea lengua vehicular en la escuela, y
matiza que compete a la Generalitat fijar la proporción de ambas lenguas y la forma de
aplicarlo en las aulas. El auto se limita a los tres casos planteados, pero abre la puerta
para que, a partir de ahora, las familias que lo reclamen puedan acogerse a su derecho
de recibir una atención personalizada y escolarizar a sus hijos en castellano, tal como
precisa el Supremo. Por consiguiente, como señala la doctrina del TC, el castellano es
lengua vehicular en la misma medida que el catalán, razón por la cual el Tribunal
Supremo, mediante su sentencia de 12 de junio de 2012, anuló también varios artículos
del Decreto 181/2008 sobre educación infantil de la Generalitat, que pretendía que el
catalán fuera lengua vehicular exclusiva para los niños entre 3 y 6 años (3). En esta
línea, la sentencia recuerda la “doctrina constitucional que emana del Tribunal
Constitucional plasmada en la sentencia 31/2.010 que impide a la norma desconocer el
3 http://www.ara.cat/societat/Sentencia-del-Tribunal-Suprem_ARAFIL20120626_0003.pdf
8
valor de lengua normal y vehicular en Cataluña al castellano. En este supuesto
aceptando que el centro de gravedad del sistema lo constituye el catalán, es claro que
el alumno debe recibir esa dedicación preferente en la lengua catalana, pero sin que se
olvide que también debe iniciársele en esa edad temprana en el conocimiento del
castellano como lengua cooficial en la Comunidad Autónoma y vehicular y docente
también en la enseñanza en Cataluña”.
En suma, el referido silencio en la materia en la Constitución, la abundante
jurisprudencia aceptando soluciones distintas para garantizar un mismo fin (el
bilingüismo) y la ambigüedad con la que se legisla sobre el tema en las normas
autonómicas existentes al respecto son un síntoma de la complejidad del multilingüismo
español que, requiere, por consiguiente, de una clarificación normativa por parte del
Estado.
A saber, el desarrollo posterior del artículo 3 CE y de aquéllos con él relacionados, así
como del conjunto del Título VIII de nuestra Constitución ha llevado a la aprobación de
17 Estatutos de Autonomía a los que se suman los de las dos Ciudades Autónomas. De
todos ellos, sólo tres Comunidades Autónomas (Murcia, Castilla La Mancha y la
Comunidad de Madrid) junto con la Ciudad Autónoma de Ceuta no cuentan con una
legislación específica de protección de su patrimonio lingüístico y/o cultural, por lo que
la legislación en materia lingüística y cultural es muy amplia y variada.
Por ejemplo, el artículo 6 del Estatuto de Autonomía del País Vasco protege y regula el
uso del euskera, como patrimonio del País Vasco y de otros territorios y comunidades,
así como desarrolla el precepto mediante la Ley Vasca 10/1982, de 24 de noviembre,
básica de normalización del uso del euskera. En el caso navarro, hay que destacar la
existencia de la Ley Orgánica 13/1982, de 10 de agosto, de reintegración y
amejoramiento del régimen foral de Navarra, que recoge en el artículo 9 el
reconocimiento del castellano como la lengua oficial de Navarra y del vascuence como
lengua oficial en las zonas vascoparlantes, cuya regulación se recoge en la Ley Foral
18/1996, de 15 de diciembre, del vascuence. Por su parte, el artículo 6 del Estatuto de
Cataluña 4 regula el catalán como lengua oficial del territorio, junto con el castellano, y
desarrolla su protección en la Ley catalana 171998, de 7 de enero, de política
lingüística, al tiempo que se protege el aranés en la Ley catalana 16/1990, de 13 de julio
del Régimen especial del valle de Arán. En las Islas Baleares, el artículo 3 del Estatuto
de Autonomía reconoce la lengua catalana junto con la castellana como idiomas
oficiales, por lo que la Ley Balear 3/1986, de 19 de abril, de normalización lingüística
pretende desarrollar el artículo 3 del Estatuto para garantizar el uso del catalán y del
4
Artículo 6.2 Estatuto de Cataluña: “El catalán es la lengua oficial de Cataluña. También lo es el castellano, que es la lengua oficial
del Estado español. Todas las personas tienen derecho a utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Cataluña el derecho y
el deber de conocerlas. Los poderes públicos de Cataluña deben establecer las medidas necesarias para facilitar el ejercicio de estos
derechos y el cumplimiento de este deber. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 32, no puede haber discriminación por el uso
de una u otra lengua”.
9
castellano en dicha Comunidad Autónoma. En Galicia, por su parte el artículo 5 del
Estatuto de Autonomía garantiza y protege el uso del gallego, para lo cual se aprobó la
Ley gallega 3/1983, de 15 de junio, de normalización lingüística. En el caso de Asturias,
el Estatuto de Autonomía protege el bable en su artículo 4, así como se ha aprobado la
Ley asturiana 1/1998, de 23 de marzo, de uso y protección del bable/asturiano. En la
Comunidad Valenciana, el Estatuto protege la lengua en el artículo 7, precepto que se
desarrolla mediante la Ley valenciana 4/1983, de 23 de noviembre, de uso y enseñanza
del valenciano. En Aragón, el Estatuto protege las lenguas y modalidades lingüísticas de
Aragón, en el artículo 7, que se ha desarrollado en la Ley aragonesa 3/1999, de 10 de
marzo del patrimonio cultural aragonés, así como en Ley 10/2009, de 22 de diciembre,
de uso, protección y promoción de las lenguas propias de Aragón. Mientras, en
Extremadura, el artículo 11 del Estatuto de Autonomía se protegen las peculiaridades
lingüísticas y culturales, al tiempo que el artículo 60 de la Ley extremeña 4/1999, de 29
de marzo, de patrimonio histórico y cultural de Extremadura protege como bienes
intangibles la tradición oral, el habla y las peculiaridades lingüísticas de Extremadura.
Así como el Decreto 45/2001, de 20 de marzo, declara bien de interés cultural la “A
Fala” (habla viva del valle de Xálama). En Andalucía, el Estatuto se refiere en su
artículo 10.3 al “afianzamiento de la conciencia de identidad y de la cultura andaluza a
través del conocimiento, investigación y difusión del patrimonio histórico,
antropológico y lingüístico”. Asimismo, en el marco de la defensa del patrimonio
artístico, cultural y natural, Castilla y León protege la lengua castellana como parte de
su patrimonio en el artículo 4 del Estatuto de Autonomía, así como cuenta con la Ley
castellano leonesa 12/2002, de 11 de julio, de patrimonio cultural de Castila y León.
Por último, desde una perspectiva amplia en materia cultural, en Cantabria se aprobó la
Ley 11/1998, de 13 de octubre, del patrimonio cultural de Cantabria, así como La Rioja
aprobó la Ley riojana 7/2004, de 18 de octubre, de patrimonio cultural, histórico y
artístico de La Rioja. Mientras, en Canarias cabe destacar la Ley canaria 4/1999, de 15
de marzo, de patrimonio histórico de Canarias, donde el artículo 73 reconoce las formas
de expresión y transmisión de la cultura tradicional del pueblo canario. Para finalizar
este repaso por la legislación autonómica, cabe citar el caso de la Ciudad Autónoma de
Melilla, cuyo Estatuto de Autonomía señala, en el artículo 5, como objetivo básico de
Melilla la “promoción y estímulo de los calores de comprensión, respeto y aprecio de la
pluralidad cultural y lingüística de la población melillense”.
La legislación anterior ha dado lugar a una abundante jurisprudencia, tanto por parte del
Tribunal Constitucional como del Tribunal Supremo. Por este motivo, aquí sólo se
pretende resumir una parte de la doctrina para enmarcar el objeto de la presente
propuesta. En esta línea, el Tribunal Constitución ha afirmado que "sólo del castellano
se establece constitucionalmente un deber individualizado de conocimiento, y con él la
presunción de que todos los españoles lo conocen" (SSTC 82/86 y 84/86). Más aún, el
Alto Tribunal ha señalado que "no existe un deber constitucional de conocimiento de
una lengua cooficial" (STC 84/1986). Si bien, "la instauración por el art. 3.2 de la
Constitución de la cooficialidad de las respectivas lenguas españolas en determinadas
Comunidades Autónomas tiene consecuencias para todos los poderes públicos en
dichas Comunidades, y en primer término el derecho de los ciudadanos a usar
cualquiera de las dos lenguas ante cualquier administración en la Comunidad
10
respectiva con plena eficacia jurídica" (STC 82/1986). En otras palabras, como señala
el Tribunal Constitucional, "en los territorios dotados de un estatuto de cooficialidad
lingüística el uso de los particulares de cualquier lengua oficial tiene efectivamente
plena validez jurídica en las relaciones que mantengan con cualquier poder público
radicado en dicho territorio, siendo el derecho de las personas al uso de una lengua
oficial un derecho fundado en la Constitución y el respectivo Estatuto de Autonomía"
(SSTC 82/1986 y 123/1988).
Por consiguiente, "la exigencia del bilingüismo ha de llevarse a cabo con un criterio de
racionalidad y proporcionalidad, desde la perspectiva de lo dispuesto en los artículos
23.1, 139.1 y 149.1.1º de la Constitución" (STC 82/86). De modo que "el régimen de
cooficialidad lingüística establecido por la Constitución y los Estatutos de Autonomía
presupone no sólo la coexistencia sino la convivencia de ambas lenguas cooficiales
(…). Los poderes públicos deben garantizar, en sus respectivos ámbitos de competencia
el derecho de todos a no ser discriminados por el uso de una de lenguas oficiales en la
Comunidad Autónoma" (STC 337/1994). Así por ejemplo, "corresponde a los poderes
públicos competentes, en atención a los objetivos de la normalización lingüística y a los
propios objetivos de la educación, organizar la enseñanza que debe recibirse en una y
otra lengua en relación con las distintas áreas de conocimiento obligatorio en los
diferentes niveles educativos para alcanzar un resultado proporcionado con estas
finalidades" (STC 337/1994).
IV.
PROPUESTAS DE REFORMA.
El deber de los españoles de conocer el castellano hace suponer que ese conocimiento
existe en la realidad, sin embargo, tal presunción puede quedar desvirtuada en algunos
territorios. En suma, dada la variedad de legislaciones autonómicas en la materia, por un
lado; la extensa jurisprudencia, por otro; la necesidad de garantizar la libertad y la
igualdad de derechos entre todos los españoles, en virtud de los artículos 1 y 14 CE; así
como el hecho de que la cultura se trata de una materia concurrente, se procede a
realizar a los miembros del Aula Política la siguiente propuesta:
1) Reforma del Título VIII de la Constitución
2) Propuesta de Ley Orgánica de defensa y protección de la lengua española
3) Propuesta de Ley de armonización en relación al uso del español en el conjunto
del territorio nacional.
Para ello, procede realizar, a modo de introducción, una breve aclaración sobre el
nombre de la lengua en torno a la cual versará la propuesta de Ley orgánica y de
armonización respectivamente. A saber, se trata de valorar en qué medida es preferible
hablar de “español” o de “castellano”.
11
4.1. Aclaración previa: La denominación de la lengua: “castellano” o “español”.
La denominación de “lengua castellana” ha sido objeto de duras críticas, pese a lo cual
será el término empleado en esta propuesta por varios motivos. El primero, porque el
artículo 3 CE se refiere así a la lengua vehicular que deben conocer y tienen el derecho
a usar todos los españoles. En segundo lugar porque existen numerosos precedentes en
España que hablan del castellano, como la Ley Moyano de Instrucción Pública de 1857
(art.68), la Ley de enjuiciamiento Civil de 1881 (art. 601), el Código Civil de 1889 ( art.
684), la Constitución de 1931 (art. 4), la Ley de Enseñanza Primaria de 1945, la Ley de
Registro Civil de 1957 (art. 54), el Decreto 1433/1975 sobre incorporación de las
lenguas nativas en los programas de enseñanza y el Decreto 2929/1975 sobre uso de las
lenguas regionales. Por el contrario, es menos habitual la referencia a la lengua española
en nuestra legislación, como se recoge en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1882 (art.
440) y la Ley de Educación de 1970 (art. 24). En tercer lugar, porque, desde un punto de
vista comparado, no existe un referente claro sobre cuál debe ser la denominación de la
lengua de uso en Iberoamérica. Así pues, son más las Constituciones hispanoamericanas
que no se pronuncian sobre el nombre de la lengua (Argentina, Bolivia, Chile, Cuba,
Guatemala, Méjico, República Dominicana, Uruguay), que las que prefieren el
castellano (Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela) o las que hablan del español
(Honduras, Nicaragua, Panamá, Uruguay).
Por consiguiente, al hablar de español, debe atenderse la sugerencia de la Real
Academia de la Lengua de la sinonimia entre “español” y “castellano”, de modo que no
cabría suponer que el castellano es patrimonio de una única región, Castilla, sino que
todas las regiones y nacionalidades habidas en España colaboran en la conservación y
enriquecimiento de la lengua castellana o española.
4.2. La reforma de la Constitución.
Al abordar la reforma de la Constitución, conviene señalar, en primer lugar, que en la
presente propuesta se ha optado por una revisión del Título VIII de la misma, y no del
artículo 3 CE, para evitar la reforma agravada. De este modo, se propone una nueva
redacción del artículo 149.1, introduciendo un apartado adicional, como sigue:
NUEVO ARTÍCULO 149.1.33ª:
Todos los órganos de la Administración General del Estado habrán de usar la
lengua castellana en cualquier parte del territorio nacional o en el exterior.
El Estado tiene competencia exclusiva para regular y garantizar el derecho al
uso del castellano, activa y pasivamente, en las Comunidades con lengua
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cooficial, sin perjuicio del derecho de la Comunidad Autónoma a regular el uso
de su lengua singular en sus servicios propios.
Dentro de la anterior facultad, el Estado regulará y garantizará que, sin
perjuicio de la enseñanza obligatoria de la lengua castellana y cooficial donde
la haya, todos los españoles puedan optar en la enseñanza pública por la lengua
vehicular que elijan entre las cooficiales, y que las ayudas del sector público a
la enseñanza, no discriminen por razón de lengua.
Los Poderes Públicos se abstendrán de regular las lenguas de comunicación de
los ciudadanos entre sí.
4.3. Propuesta de Ley Orgánica de defensa y protección del castellano.
Partiendo de la consideración de que el artículo 149.1.1 de la CE asigna al Estado la
regulación básica en materia de igualdad, porque afecta a los derechos fundamentales de
los y las españolas, parece necesaria la regulación mediante una ley orgánica de los usos
del castellano como lengua vehicular. Por este motivo, se presenta aquí la siguiente
propuesta de Ley Orgánica de Defensa, Promoción y Protección de la lengua castellana
que, si bien no pretende ser exhaustiva, al menos aspira a recoger algunas de las
cuestiones fundamentales que urgiría regular. A este respecto, para facilitar la
exposición de la misma (y puesto que se han comentado ya muchas cuestiones sobre la
justificación de la citada Ley en la introducción, no se ha incluido una exposición de
motivos de la Ley en la propuesta).
Ley Orgánica X/XXX de defensa, promoción y protección del castellano
Artículo 1.- Objeto
El objeto de la presente Ley es reconocer la pluralidad lingüística de
España y garantizar a todos los españoles el uso de sus lenguas y
modalidades lingüísticas propias como un legado cultural e histórico que
debe ser conservado.
Es, asimismo, objeto de esta ley propiciar la conservación, promoción,
enseñanza y difusión del castellano y del patrimonio histórico y cultural
común que se deriva del mismo.
Artículo 2.- Las lenguas españolas
1. El castellano es lengua oficial en todo el territorio español
2. Las demás lenguas españolas podrán ser también oficiales en las
respectivas Comunidades Autónomas si así lo disponen sus respectivos
Estatutos de Autonomía
13
Artículo 3.- Derechos y deberes lingüísticos
1. Se reconocen a los ciudadanos españoles los siguientes derechos y deberes
lingüísticos:
a) El deber constitucional de todos los ciudadanos españoles
de conocer la lengua castellana.
b) El derecho fundamental de los ciudadanos españoles de
usar, de manera activa y pasiva, el castellano, en cualquier
circunstancia, ya sea en las relaciones entre particulares o
con los poderes públicos.
c) El derecho de todos los ciudadanos españoles expresarse en
castellano en todas sus relaciones con las Administraciones
Públicas y la Administración de Justicia.
d) El derecho a recibir la educación en castellano. Este
derecho será extensivo a cualquier tipo y nivel de
enseñanza, desde la etapa infantil hasta la universitaria.
e) El derecho de los padres a elegir la lengua vehicular de
enseñanza en la que desean escolarizar a sus hijos.
f) El derecho que tiene todo ciudadano español a circular
libremente por el territorio español y a establecerse en
cualquier parte del mismo, sin que exista ningún tipo de
obstáculo o barrera lingüística que menoscabe el ejercicio
de este derecho, de acuerdo con la Constitución y los
tratados internacionales ratificados por España.
2.Nadie podrá ser discriminado por razón lingüística.
3. Los poderes públicos garantizarán el ejercicio de estos derechos, a fin
de que sean efectivos y reales
Artículo 4.- Promoción del castellano como patrimonio cultural común
1. Se reconoce el castellano como patrimonio cultural común de todos los
españoles, junto con las demás lenguas españolas.
2. El patrimonio lingüístico castellano está constituido por todos los bienes
materiales e inmateriales de relevancia lingüística relacionados con la
historia y la cultura de la lengua castellana.
3. Con el fin de conservar, promocionar y difundir el castellano, los
poderes públicos llevarán a cabo todas las actuaciones necesarias en el
ámbito de la enseñanza y la cultura.
Artículo 5.- Dignificación de la lengua castellana
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Los poderes públicos arbitrarán las medidas necesarias de información,
dignificación y difusión del castellano, a fin de promover el correcto
conocimiento de la realidad lingüística española.
Artículo 6.- Enseñanza de la lengua castellana
1. Se garantiza el derecho a la enseñanza en castellano. La enseñanza en
las demás lenguas cooficiales será voluntaria. Todas las
Administraciones públicas garantizarán este derecho mediante una
oferta adecuada en los centros educativos y en todos los niveles y etapas
educativas.
2. Sin perjuicio de lo anteriormente dispuesto, la Administración General
del Estado tomará las medidas necesarias para asegurar en todo el
territorio español la enseñanza de la historia y la cultura de las que es
expresión el castellano, como patrimonio común de todos los españoles.
Artículo 7.- Relaciones de los ciudadanos con las Administraciones Públicas y
la Administración de Justicia
2. Todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse de forma oral y
escrita en castellano y en las demás lenguas cooficiales en sus
relaciones con las Administraciones Públicas y la Administración de
Justicia, de acuerdo con lo previsto en la presente Ley y en los
Estatutos de Autonomía.
3. A los efectos previstos en el anterior apartado, las respectivas
Administraciones pondrán a disposición de los ciudadanos
formularios y textos administrativo en castellano, así como en las
demás lenguas cooficiales, de acuerdo con la presente Ley y los
Estatutos de Autonomía.
Artículo 8.- De los requisitos lingüísticos exigibles a los empleados públicos
1. Para el acceso al empleo público podrá exigirse el conocimiento de una
lengua cooficial con el castellano, exclusivamente cuando la naturaleza
del puesto de trabajo así lo requiera. En ningún caso, el conocimiento de
la lengua cooficial será requisito ineludible para el acceso al empleo
público en cualquier Administración, excepto en aquellos casos en los
que el puesto de trabajo esté directamente relacionado con la enseñanza
de una lengua cooficial. El grado de conocimiento de la lengua cooficial
exigible será adaptado a las características del puesto de trabajo que se
vaya a desempeñar.
2. Las pruebas de acceso a cualquier empleo público, que no sean pruebas
específicas de conocimiento de una determinada lengua, podrán
realizarse por parte del aspirante en cualquiera de las lenguas
cooficiales, salvo que se trate de puestos de trabajo de habilitación
nacional, en cuyo caso habrán de realizarse en castellano.
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3. Al personal perteneciente a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del
Estado no podrá exigírsele el conocimiento de ninguna lengua diferente
del castellano.
Artículo 9.- Tutela administrativa y judicial
1. Los poderes públicos adoptarán cuantas medidas sean precisas para
impedir la discriminación de los ciudadanos por el hecho de emplear el
castellano como lengua vehicular.
2. Los ciudadanos podrán dirigirse a los jueces y tribunales, de acuerdo
con la legislación vigente, para ser amparados en el ejercicio de sus
derechos lingüísticos reconocidos en esta Ley.
Artículo 10.- La autoridad lingüística
La Real Academia de la Lengua Española será la autoridad lingüística
para establecer el uso correcto del castellano.
Artículo 11.- Toponimia
En los territorios en los que existan dos o más lenguas oficiales serán
oficiales todas las respectivas formas toponímicas en dichas lenguas.
Artículo 12.- Medios de comunicación de titularidad pública
En el marco de las distintas regulaciones de los medios de comunicación
de titularidad pública, las Administraciones Públicas Autonómicas
adoptarán las medidas necesarias a fin de alcanzar los siguientes
objetivos:
a) promover la emisión en las radios y televisiones públicas de
programas en castellano de manera regular para garantizar el
bilingüismo en aquellos territorios donde coexistan lenguas
oficiales.
b) Fomentar la producción y difusión de obras audiovisuales en
castellano.
c) Fomentar las publicaciones en castellano.
Disposición adicional primera
Se habilita al Gobierno para dictar las normas reglamentarias que
desarrollen esta Ley.
Disposición final primera
La presente Ley se dicta al amparo de lo establecido en el artículo
149.1.1ª de la Constitución española.
Disposición final segunda
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La presente Ley entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el
Boletín Oficial del Estado
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4.4. La necesidad de una Ley de armonización.
Por último, junto a la reforma del artículo 149 CE y la aprobación de una Ley Orgánica
para proteger y promocionar el castellano, se sostiene que parece oportuno completar
dicha propuesta con la aprobación de una ley de armonización del uso del castellano y
las demás lenguas cooficiales.
A este respecto, cabe recordar que, pese al precedente fracasado de la LOAPA, el
artículo 150.3 CE dispone que “el Estado podrá dictar leyes que establezcan los
principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades
Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas cuando así
lo exija el interés general. Corresponde a las Cortes Generales, por mayoría absoluta
de cada Cámara la apreciación de esta necesidad”. En este sentido, la protección de la
lengua y la cultura estaría dentro de las materias en las que el interés general exigiría
establecer una armonización de las disposiciones normativas.
Más aún, el artículo 46 CE establece que todos los poderes públicos están obligados a
intervenir en la conservación y la promoción del patrimonio histórico, cultural y
artístico de los pueblos de España. Parte de ese patrimonio es, sin duda alguna, la
lengua castellana. Para ello, el artículo 149.1.28 atribuye al Estado la competencia
exclusiva para la “defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español”, al
tiempo que el artículo 148 CE, en sus apartados 15, 16 y 17, recoge distintas materias
relacionadas con la cultura como asumibles por las Comunidades Autónomas. En
consecuencia, fruto de esta complejidad competencial, el Tribunal Constitucional ha
afirmado, en sus sentencias STC 84/1983 y STC 49/1984, que existe una concurrencia
de competencias entre Estado y CCAA en materia de cultura. Esta imprecisión y
concurrencia competencial impregnaría, por tanto, desde la protección hasta el
enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico.
Así pues, partiendo de dicha concurrencia y de la necesidad de armonizar la compleja
legislación al respecto, se plantea aquí la pertinencia de debatir sobre la oportunidad de
aprobar la citada ley de armonización, en lugar de una ley ordinaria, sin pretender por
ello entrar en el articulado para no excederme en la exposición y poder abrir el debate a
los compañeros del Aula.
Muchas gracias por la atención.
18
V.
BIBLIOGRAFIA
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