EDITORIAL E n vísperas de cada Nochevieja, algunas sociedades científicas y publicaciones dan a conocer listas en las que figuran los avances más destacados del año que acaba. Con la llegada del 2000 y, posteriormente, con la entrada en el siglo XXI, también hemos visto listados que ponen en orden, de mayor a menor trascendencia, los grandes avances científicos o médicos del milenio o de la centuria. La secuenciación del genoma humano presidió estas listas a finales de 2000. Tanto la American Heart Association como la revista Science –habituales en esta práctica– destacaron como lo más sobresaliente este gran avance científico del que tanto esperamos. Un año antes, la misma revista citaba en primer lugar las investigaciones con células madre, otro de los campos más prometedores del momento. Es fácil prever que el conocimiento de nuestro genoma revolucionará la medicina de una manera progresiva pero constante en los próximos años. Y lo mismo se puede decir de las células madre y otros ámbitos científicos que están en los inicios de su desarrollo. Pero en lo que atañe directamente a la práctica clínica, todo lo que pueden dar de sí esos avances –que sin duda será mucho– todavía está por llegar y, naturalmente, por evaluar. Por ello merece una valoración aparte un estudio que se ha publicado en la revista estadounidense Health Affairs. Ha consistido en encuestar a 225 especialistas en medicina interna norteamericanos con vistas a elaborar una lista de las principales innovaciones médicas de los últimos 25 años. Pero, sobre todo, haciendo hincapié en lo que han significado tales innovaciones para los pacientes, para los enfermos. Los autores del trabajo enviaron a cada internista un listado con 30 avances científicos, los más citados durante los últimos 25 años en dos de las más influyentes revistas médicas, The New England Journal of Medicine y JAMA, y lo que se pidió a cada uno fue que seleccionaran las innovaciones que mayor perjuicio hubieran representado para los pacientes en el caso de no existir. Cada internista tuvo que seleccionar entre 5 y 7, y los autores del artículo informan que hubo un alto grado de consenso entre los expertos encuestados. En esa relación de 30 innovaciones figuraban tanto procedimientos quirúrgicos como pruebas diagnósticas y familias de fármacos. En opinión de los encuestados, la innovación más destacada ha sido la introducción de la resonancia magnética y de la tomografía computarizada. O lo que es lo mismo: lo peor que hubiera podido suceder desde el punto de vista del paciente en el ámbito médico es que estas dos técnicas de imagen no se hubieran inventado. Si se vuelve a repetir el estudio dentro de unos cuantos años, es muy posible que la tomografía por emisión de positrones estuviera a la misma o mayor altura, pero esta nueva tecnología aún no se ha extendido lo suficiente en la práctica clínica como para valorarla con la perspectiva histórica necesaria. En el segundo lugar de la lista del artículo de Health Affairs se sitúa el grupo farmacológico de los inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (ECA), medicamentos que han ayudado a reducir la mortalidad cardiovascular en el mundo, lo mismo que la angioplastia –que figura en tercer lugar–, las estatinas a través de la reducción del colesterol –en el cuarto– o el bypass coronario –en el sexto. El hecho de que las enfermedades cardiovasculares constituyan la primera causa de muerte en el mundo ha influido decisivamente en que los internistas hayan situado esas innovaciones en lo más alto. Pero sobre todo porque han demostrado ser tratamientos efectivos. Ello contrasta con el cáncer, ya que en el estudio, pese a ser la segunda causa de mortalidad, sólo figuran de forma destacada innovaciones en el ámbito diagnóstico. Concretamente, la mamografía –en el quinto lugar– y la determinación del nivel del antígeno específico de la próstata (PSA) –en el vigesimoprimero–. En el ámbito terapéutico, se citan únicamente el tamoxifeno –en vigésimo lugar–, que fue aprobado para su uso preventivo del cáncer de mama en mujeres de alto riesgo, y el trasplante de medula ósea, que se sitúa en el último puesto de los 30 avances seleccionados y, por tanto, es considerado por los encuestados el más prescindible de esta treintena de innovaciones. Avances científicos sobre el cáncer ha habido muchos y muy relevantes en los últimos 25 años, pero esencialmente en el ámbito de la ciencia básica y no se han podido aplicar en la práctica clínica en la misma medida que innovaciones relacionadas con otras enfermedades. También es significativo que los tratamientos de la infección por VIH y el sida ocupen, junto con las pruebas de detección, el decimonoveno lugar. Nadie puede dudar de la trascendencia que ha tenido la aparición de los fármacos antirretrovirales, pero también está muy claro que la lucha contra el sida dista mucho de estar ganada y que la victoria requiere otras armas, entre ellas una vacuna efectiva de la que aún no disponemos. Así, con estudios como el de Health Affairs podemos hacernos una idea de lo que ha conseguido la ciencia médica en las últimas décadas, pero también de lo que adolece la medicina actual. Esperemos que dentro de 25 años una nueva lista de innovaciones nos demuestre que las grandes promesas científicas del presente se hayan convertido en una realidad útil desde la óptica del paciente. Los avances médicos desde la óptica del paciente