A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 21 de diciembre de
2011,
habiéndose
dispuesto
en
el
siguiente
orden
establecido,
Acuerdo
de
2078,
votación:
de
conformidad
que
deberá
doctores
con
observarse
Hitters,
lo
el
Negri,
Genoud, Soria, se reúnen los señores jueces de la Suprema
Corte
de
Justicia
en
acuerdo
ordinario
para
pronunciar
sentencia definitiva en la causa A. 70.322, "C. , L. y
otros
contra
Provincia
de
Buenos
Aires.
Pretensión
indemnizatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley".
A N T E C E D E N T E S
I.
La
Cámara
de
Apelación
en
lo
Contencioso
Administrativo con asiento en San Nicolás, por mayoría,
hizo lugar parcialmente al recurso de apelación interpuesto
por
los
accionantes
contra
la
sentencia
de
primera
instancia (fs. 146/155) que había rechazado la demanda de
daños y perjuicios que iniciaran contra la Provincia de
Buenos Aires, condenando al Estado provincial al pago de $
26.000 en concepto del daño moral ocasionado por la muerte
del
hijo
de
encontraba
ambos,
detenido
acaecido
y
en
cuando
custodia
de
el
las
nombrado
se
autoridades
policiales en la Comisaría de Pergamino (fs. 199/220).
II.
Fiscalía
de
Disconforme
Estado
con
interpuso
tal
recurso
pronunciamiento
extraordinario
la
de
inaplicabilidad de ley o doctrina legal (fs. 225/232), el
que fue concedido por la Cámara a fs. 234.
III.
Dictada
la
providencia
de
autos
y
encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,
la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
de
inaplicabilidad de ley o doctrina legal?
V O T A C I Ó N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Hitters dijo:
I.
La
Cámara
de
Apelación
en
lo
Contencioso
Administrativo con sede en San Nicolás acogió parcialmente
el recurso de apelación presentado por los accionantes,
revocando
la
sentencia
de
primera
instancia
que
había
rechazado la demanda.
En
lo
que
interesa
para
la
solución
de
la
cuestión planteada, los fundamentos tenidos en cuenta por
la mayoría del tribunal a quo para así decidir (voto del
doctor Schreginger al cual adhirió el doctor Cebey), son
los que siguen:
a) En punto a los hechos
i) No se encuentra controvertido que el joven C.
J. C. estuvo detenido en la Comisaría 1° de Pergamino, ni
que su fallecimiento se produjo por el desencadenamiento de
una enfermedad adquirida previamente a su detención, que se
agravó durante su estadía en prisión.
Lo que ha sido motivo de discusión es -por un
lado- la atribución de causación del hecho exclusivamente a
las enfermedades preexistentes (H.I.V., T.B.C.) y -por el
otro-
el
señalamiento
que
el
joven
vio
agravada
su
situación de salud durante su encierro.
De la prueba aportada surge que el señor C. se
encontraba enfermo con H.I.V. y que, durante su estadía en
la
Comisaría
enfermedades
de
y
Pergamino,
falta
la
de
aparición
alimentación
de
otras
aceleró
su
fallecimiento (fs. 204 y vta.).
ii) Según testimonios obrantes a fs. 51 y 52 el
interno gozaba de una aparente buena salud antes de su
ingreso
a
S.I.D.A.,
la
comisaría
hasta
que
y
en
no
el
sabían
hospital
que
sufriera
descubrieran
de
tal
padecimiento (fs. 204 vta.).
iii)
presentaba
el
Frente
a
detenido
los
(en
acreditados
principio,
síntomas
vómitos,
que
diarrea
crónica y gastroenteritis crónica) la conducta a seguir que
indicó
la
perito
en
su
informe,
no
fue
oportunamente
llevada a cabo por las autoridades públicas que tenían a
cargo su cuidado. En el mencionado informe se afirma: "la
clave para tratar adecuadamente una diarrea crónica radica
en establecer de manera fehaciente cual es su causa. Las
diarreas
crónicas
en
general
se
caracterizan
por
un
deterioro progresivo del estado general, con la aparición
paulatina de estigmas de desnutrición. Ante la presencia de
un cuadro de gastroenteritis aguda es posible la indicación
de metoclopramida como antiemético y loperamida u otro como
antidiarreico,
habiendo
valorado
previamente
el
caso
y
observando la respuesta. Pero ante la presencia de vómitos
y diarrea crónicos es menester valorar la causa productora
de los síntomas y realizar el tratamiento acorde" (fs. 204
vta.).
iv) De la conclusión de la perito resulta clara
la
pluralidad
de
causas
eficientes
que
determinaron
el
fallecimiento del detenido: "Considerando las actuaciones
ofrecidas en autos, es posible que C. J.C. , quien estaba
afectado por el VIH, tal vez desconociendo los orígenes de
su afección, presentó una gastroenteritis crónica que pudo
haber sido secundaria al SIDA, posiblemente por invasión
parasitaria
(protozoos)
intestinal,
asociada
a
una
esofagitis crónica, lo que generaría un estado progresivo
de
desnutrición
y
deshidratación,
el
que
no
hubiera
mejorado sólo con dieta y aportes necesarios de nutrientes.
Al
no
recibir
el
tratamiento
de
base,
puesto
que
se
desconocía su condición de HIV+ y al no realizar estudios y
controles
favorece
médicos
la
diseminación
adecuados,
depresión
de
una
TBC
el
cuadro
inmunológica
(previa
o
del
no),
progresa.
VIH
que
Esto
con
produce
la
el
deterioro que ocasiona su deceso" (fs. 205).
v) Resulta claro que fue la enfermedad terminal
que padecía la que determinó su muerte, pero esta causal se
vio
agravada
presentaron
y
acelerada
durante
su
por
las
enfermedades
detención
y
que
no
que
se
aparecen
detectadas o tratadas; tampoco pueden pasar desapercibidas
las condiciones de seguridad y salubridad del lugar, ya que
-sin perjuicio de la imprevisión, o no, del suceso- no eran
ni mucho menos las más adecuadas para prevenir o contener
el agravamiento de la salud del detenido, debido a que la
Comisaría donde estuvo alojado no tiene la estructura, ni
los
servicios
penitenciarios.
como
sí
lo
Por
ello
poseen
no
los
existe
establecimientos
contradicción
en
la
relación de causalidad entre los hechos y actos señalados
como
productores
del
daño
y
éste.
No
obstante
deben
modificarse los alcances de la sentencia en tanto no ha
considerado
la
a
quo
la
confluencia
de
tales
causas
plurales con la omisión de prestar el servicio de salud
penitenciaria
reglamentación
en
y
las
que
condiciones
juntas,
establecidas
desembocaron
en
en
la
el
agravamiento del estado de salud y posterior fallecimiento
del señor C. (fs. 205 vta./206).
vi) Con base en lo expuesto procede la revocación
de lo decidido por la a quo, siendo pertinente ponderar por un lado- aquellas imputables al Estado y, por el otro,
la incidencia de la enfermedad terminal preexistente a la
detención,
otorgando
un
ochenta
por
ciento
(80%)
de
incidencia causal a la presencia de H.I.V. en el fallecido,
y un veinte por ciento (20%) a la actuación u omisión del
Estado (fs. 206).
b) En punto al derecho
i)
Vencido
holgadamente
el
plazo
de
60
días
otorgado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para
que cesen las detenciones en comisarías provinciales de
menores
y
enfermos
(res.
del
3-V-2005
dictada
en
causa
"Verbitsky , Horacio s/ habeas corpus"), e incumpliendo la
resolución de la Suprema Corte de fecha 11-V-2005, dictada
en la misma causa, por la cual se ordenara el cese de la
detención
en
comisarías
y
dependencias
policiales
de
menores y enfermos, el joven C. , padeciendo una enfermedad
terminal que lo llevó a la muerte, permaneció alojado en la
Comisaría
traslado
Primera
al
en
hospital
la
ciudad
San
José
de
el
Pergamino
28-XII-2005
hasta
su
(fs.
206
vta./207).
ii) En la aludida causa "Verbitsky" el máximo
Tribunal nacional declaró que, en reglamentación del art.
18 de la Constitución nacional, la ley 24.660 -que recoge
las reglas mínimas para el tratamiento de reclusos de las
Naciones Unidas- establece las pautas fundamentales a las
que
debe
adecuarse
toda
detención.
El
a
quo,
tras
transcribir los arts. 143, 144, 145, 147, 148, 151 del
mentado digesto, concluyó que "... resulta claro que la
demandada
no
ha
acreditado
el
cumplimiento
de
lo
establecido en esta norma ya que no existe prueba alguna
que de cuenta de que al ingresar el señor C. a su lugar de
detención se le haya realizado un control médico, que se
haya confeccionado una historia clínica, que frente a la
desnutrición
controles
se
hayan
médicos
agravamiento,
y
el
establecimiento
intensificado
surgiendo
detenido
que,
no
penitenciario
los
frente
fue
cuidados
al
cuadro
trasladado
especializado
de
a
y
de
un
carácter
asistencial médico o psiquiátrico o a un centro apropiado
del
medio
libre.
Resulta
evidente
que
el
deficiente
diagnóstico y el tardío tratamiento médico efectuado al
detenido
no
se
reconoce
esta
condice
ley;
con
tampoco
el
derecho
que
las
a
la
salud
conductas
de
que
las
autoridades a cargo del cuidado del señor C. se adecuaron a
lo expresamente reglamentado por la norma en estudio" (fs.
208/209 vta.).
iii) La Provincia de Buenos Aires, en el caso en
análisis, no ha prestado el servicio penitenciario en forma
normal y ordinaria, sino que -al mantener detenido a C. C.
en
una
comisaría
durante
los
meses
de
progreso
de
su
enfermedad terminal hasta su fallecimiento- incumpliendo lo
ordenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
la causa "Verbitsky" y por las sucesivas órdenes impuestas
por la Suprema Corte bonaerense en el mismo expediente y en
violación
de
presumir
que
nuestro
ha
ordenamiento
generado
-en
jurídico,
forma
concausal
permite
con
la
enfermedad que padecía el detenido (S.I.D.A.) y con sus
conductas probadas de deficiente atención médica- un daño a
sus familiares que debe ser reparado por la demandada, en
los porcentajes ya dispuestos.
c) Rubros y montos indemnizatorios
i) Daño material: es negado, en esencia, sobre la
base
de
la
falta
de
acreditación
de
que
el
accionante
colaborara con la economía familiar (fs. 212).
ii) Daño moral: se acoge, determinándose que el
monto correspondiente para cada progenitor debe ascender a
pesos sesenta y cinco mil ($ 65.000), cuantía sobre el cual
debe calcularse el porcentaje de responsabilidad atribuido
al Estado.
En definitiva, concluye el a quo condenando al
Estado provincial a abonar a cada uno de los progenitores
de C. C. la suma de pesos trece mil ($ 13.000) en concepto
de daño moral, imponiendo las costas por su orden.
II.
Contra
esta
decisión
se
alza
Fiscalía
de
Estado.
En esencia desarrolla dos líneas argumentales:
La violación al art. 1112 del Código Civil, al
considerar que el a quo no ha especificado, ni acreditado,
cuáles son los deberes concretos que la ley le imponía a la
Provincia y que la misma incumplió. En tal sentido destaca
que la existencia de una falta en la función administrativa
requiere que a fin de evitar el resultado dañoso, hubiere
un deber jurídico de obrar en cabeza de la demandada (fs.
231).
La existencia de absurdo en la valoración de la
prueba, ello por cuanto "los vicios lógicos que contiene la
pieza en recurso, el apartamiento de las reglas de la sana
crítica y de la experiencia, la no valoración correcta de
la prueba pericial objetiva esencial para la dilucidación
del caso, la falta de análisis armónico y en conjunto por
parte de la sentencia de la totalidad del plexo probatorio,
hacen que se haya violentado e inobservado mediante estas
deficiencias y transgresiones legales, la doctrina legal de
V.E.
sobre
la
prohibición
de
valorar
absurdamente
la
prueba" (v. punto "c" del escrito de fs. 225/232).
Puntualiza que, en tal sentido, se desconoce la
doctrina legal de este Tribunal en las causas Ac. 42.980,
sent. del 23-X-1990 y P. 70.784, "H., C. A. s/ Robo", sent.
del 29-XII-2004, respecto de las reglas de la sana crítica
para la valoración de la prueba.
Luego de transcribir la opinión de reconocidos
autores en la materia y de citar diversos precedentes de
este Tribunal y de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, concluye que "no existen pruebas que demuestren la
participación
de
mi
mandante
en
las
causales
que
ocasionaron el fallecimiento del hijo de los accionantes.
Por el contrario, las mismas, acreditan, justamente, lo
opuesto" (sic. fs. 229 vta.).
En
tal
sentido,
cita
diversas
constancias
administrativas que dan cuenta de la oportuna intervención
médica que se diera sobre el señor C. (v.g.: datos de fs.
11, 22, 36, 42 y 76/98) mientras se encontraba detenido, y
aún sus traslados al Hospital de Pergamino.
Afirma, pues, que no existe nexo efectivo entre
el daño y el accionar de los sujetos a quienes se les
imputaron las consecuencias ya que el perjuicio fatal tuvo
origen en una enfermedad terminal previamente contraída por
C. , sin que se advierta una "falta de atención médica" a
su respecto que pudiera implicar un incumplimiento al art.
1112 del Código Civil.
Finalmente, agrega que el defecto que adjudica a
la sentencia se basa en que la misma "no repara en cuáles
eran las obligaciones a cargo del Estado Provincial, no
tiene
en
cuenta
ciertas
limitantes
tales
como
la
imposibilidad de efectuar análisis sin consentimiento del
paciente y lo que es peor aún no considera la falta de
acreditación, por parte de los accionantes, de la cuestión
principal relativa a si el estado de salud del señor C. se
vio
agravad(o)
por
las
circunstancias
inherentes
a
su
detención" (sic. fs. 231 vta.).
III. Me anticipo a señalar que, en mi opinión, el
recurso no puede prosperar.
i) En cuanto a la falsa o errónea aplicación del
art. 1112 del Código Civil denunciada por la representación
fiscal, para justificar su rechazo me permitiré formular
las siguientes consideraciones.
La particular relación que vincula al Estado con
las personas privadas de su libertad, ha sido objeto de
análisis, tanto por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, como por el cimero Tribunal federal nacional.
a)
varias
efecto,
oportunidades,
adoptando
tanto
En
una
garante
doctrina
de
los
aquel
debió
que
órgano
abordar
internacional,
tal
responsabiliza
derechos
de
los
en
problemática,
al
Estado
individuos
en
bajo
custodia, consagrados en la Convención (arts. 1.1 y 2 del
Pacto de San José de Costa Rica).
Así,
en
el
caso
"Juan
Humberto
Sanchez
v.
Honduras", sent. del 7-VI-2003, Serie C n° 99, expresó: "…
111. Asimismo, y en tercer lugar, el Estado es responsable
de la observancia del derecho a la vida de toda persona
bajo su custodia en su condición de garante de los derechos
consagrados en la Convención Americana. Como lo ha señalado
este Tribunal 'si bien el Estado tiene el derecho y la
obligación de garantizar su seguridad y mantener el orden
público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en
todo momento, de aplicar procedimientos conformes a Derecho
y
respetuosos
de
los
derechos
fundamentales,
a
todo
individuo que se encuentre bajo su jurisdicción'. El Estado
como garante de este derecho le impone la prevención en
aquellas
situaciones
pudieran
conducir,
-como
ahora
incluso
por
en
el
acción
sub
u
judice-
omisión,
que
a
la
supresión de la inviolabilidad del derecho a la vida. En
este sentido, si una persona fuera detenida en buen estado
de salud y posteriormente, muriera, recae en el Estado la
obligación
de
proveer
una
explicación
satisfactoria
y
convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones
sobre
su
responsabilidad,
mediante
elementos
probatorios
válidos, ya que en su condición de garante el Estado tiene
tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del
individuo
bajo
su
custodia
como
la
de
proveer
la
información y las pruebas relacionadas con el destino que
ha tenido la persona detenida".
Poco
tiempo
después,
en
el
caso
"Bulacio
v.
Argentina", sent. del 18-IX-2003, Serie C N° 100 la Corte
sostuvo:
vivir
en
"...
126.
Quien
condiciones
de
sea
detenido
detención
'tiene
derecho
compatibles
con
a
su
dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho
a
la
vida
y
establecido
a
la
integridad
que
el
Estado,
como
detención,
es
establecimientos
de
personal'.
La
Corte
responsable
el
garante
de
de
ha
los
estos
derechos de los detenidos, lo cual implica, entre otras
cosas, que le corresponde explicar lo que suceda a las
personas
que
se
encuentran
bajo
su
custodia.
Las
autoridades estatales ejercen un control total sobre la
persona que se encuentra sujeta a su custodia. La forma en
que se trata a un detenido debe estar sujeta al escrutinio
más estricto, tomando en cuenta la especial vulnerabilidad
de
aquél,
función
estatal
de
garantía
que
reviste
de
particular importancia cuando el detenido es un menor de
edad.
Esta
circunstancia
obliga
al
Estado
a
ejercer
su
función de garante adaptando todos los cuidados que reclama
la
debilidad,
presentan
el
desconocimiento
naturalmente,
en
y
tales
la
indefensión
que
circunstancias,
los
menores de edad...".
"... 138. El Estado debe respetar el derecho a la
vida de toda persona bajo su jurisdicción, consagrado en el
artículo
4
de
la
Convención
Americana.
Esta
obligación
presenta modalidades especiales en el caso de los menores
de edad, teniendo en cuenta como se desprende de las normas
sobre protección a los niños establecidos en la Convención
Americana
y
condición
de
en
la
Convención
garante
del
de
Estado
Derechos
con
del
respecto
Niño.
a
La
este
derecho,
le
obliga
a
prevenir
situaciones
que
pudieran
conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél.
Como lo señalara este Tribunal anteriormente (supra 110121) y para efectos del caso concreto, si Walter David
Bulacio
fue
detenido
en
buen
estado
de
salud
y
posteriormente, murió, recae en el Estado la obligación de
proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo
sucedido
y
desvirtuar
responsabilidad,
las
mediante
alegaciones
elementos
sobre
probatorios
su
válidos.
Efectivamente, en su condición de garante el Estado tiene
tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del
individuo
bajo
su
custodia
como
la
de
proveer
la
información y las pruebas relacionadas con lo que suceda al
detenido".
Finalmente, en esta breve reseña cabe citar el
precedente
"Instituto
de
Reeducación
del
Menor
v.
Paraguay", sent. del 2-IX-2004, Serie C-112, oportunidad en
la que la Corte insistió en señalar "... 151. Este Tribunal
ha establecido que quien sea detenido tiene derecho a vivir
en condiciones de detención compatibles con su dignidad
personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida
y a la integridad personal. 152. Frente a las personas
privadas
de
libertad,
el
Estado
se
encuentra
en
una
posición especial de garante, toda vez que las autoridades
penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre
las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De
este modo, se produce una relación e interacción especial
de
sujeción
entre
la
persona
privada
de
libertad
y
el
Estado, caracterizada por la particular intensidad con que
el Estado puede regular sus derechos y obligaciones y por
las
circunstancias
propias
del
encierro,
en
donde
al
recluso se le impide satisfacer por cuenta propia una serie
de
necesidades
básicas
que
son
esenciales
para
el
desarrollo de una vida digna...".
"153. Ante esta relación e interacción especial
de sujeción entre el interno y el Estado, este último debe
asumir una serie de responsabilidades particulares y tomar
diversas
iniciativas
especiales
para
garantizar
a
los
reclusos las condiciones necesarias para desarrollar una
vida
digna
y
contribuir
al
goce
efectivo
de
aquellos
derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse
o de aquéllos cuya restricción no deriva necesariamente de
la
privación
de
libertad
y
que,
por
tanto,
no
es
permisible. De no ser así, ello implicaría que la privación
de libertad despoja a la persona de su titularidad respecto
de
todos
los
derechos
humanos,
lo
que
no
es
posible
aceptar...".
b) Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación tuvo oportunidad de destacar que "el postulado
que
emana
del
art.
18
de
nuestra
Constitución
nacional
tiene
un
contenido
operativo
que
impone
al
Estado,
por
intermedio de los servicios penitenciarios respectivos, la
obligación
y
responsabilidad
cumpliendo
una
condena
o
de
una
dar
a
quienes
detención
están
preventiva
la
adecuada custodia, obligación que se cimienta en el respeto
de su vida, salud e integridad física y moral" (C.S.J.N.,
in re "Badin", sent. del 19-X-1995, Fallos 318:2002).
Recientemente,
la
Corte
nacional
reiteró
tal
criterio al resolver, en instancia originaria, un caso que
guarda
analogía
con
el
de
autos.
En
efecto,
al
dictar
sentencia en la causa "Gatica, Susana Mercedes c/Buenos
Aires, provincia de s/daños y perjuicios", sent. del 22XII-2009 (Fallos 332:2842) sostuvo que "... la seguridad,
como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar
los derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia
sino también, como se desprende del citado artículo 18, los
propios
de
los
penados,
cuya
readaptación
social
se
constituye en un objetivo superior del sistema".
En
tal
oportunidad,
recordó
las
declaraciones
efectuadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en torno a esta temática: "... quien sea detenido tiene
derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con
su
dignidad
personal
y
el
Estado
debe
garantizarle
el
derecho a la vida y a la integridad personal, y que es el
Estado el que se encuentra en una posición especial de
garante,
toda
vez
que
las
autoridades
penitenciarias
ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas que
se
encuentran
sujetas
a
su
custodia.
De
este
modo,
se
produce una relación e interacción especial de sujeción
entre
la
persona
caracterizada
por
privada
la
de
libertad
particular
y
el
Estado,
intensidad
con
que
el
Estado puede regular sus derecho y obligaciones y por las
circunstancias propias del encierro, en donde el recluso se
le
impide
satisfacer
por
cuenta
propia
una
serie
de
necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo
de una vida digna".
En cuanto al derecho a la integridad personal
puso de manifiesto el Tribunal internacional que "no sólo
implica
que
el
Estado
debe
respetarlo
(obligación
negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte
todas las medidas apropiadas para garantizarlo (obligación
positiva), en cumplimiento de su deber general establecido
en el art. 1.1. de la Convención Americana", circunstancia
que ya fuera considerada por la Corte federal al fallar la
causa
"Verbitsky
,
Horacio
s/habeas
corpus",
Fallos
328:1146, en especial considerandos 44 y 45).
c) Con este piso de marcha cabe ingresar en el
análisis de uno de los presupuestos ineludibles para la
procedencia
de
la
responsabilidad
del
Estado
actividad ilícita, esto es la "falta de servicio".
por
su
El tribunal a quo tuvo por acreditada la omisión
en que incurriera el Servicio Penitenciario al no alojar al
señor C. en alguno de sus establecimientos, así como la de
la propia de la autoridad policial a cargo de su custodia,
respecto
de
la
adopción
de
las
medidas
necesarias
para
evitar el agravamiento de la enfermedad del señor C. y su
posterior fallecimiento.
Así,
negligencia
ponderó
al
no
que
tratar
la
Administración
adecuadamente
una
actuó
con
enfermedad
adquirida previamente (H.I.V., T.B.C.), sin controlar su
estado de desnutrición y agravando los padecimientos del
detenido hasta su muerte.
En
ese
orden,
restó
eficacia
a
la
pretensión
eximente de responsabilidad que persigue la demandada con
fundamento
en
que
sí
habían
sido
tomados
los
recaudos
necesarios de acuerdo a la normativa aplicable, pero que no
podía hacerse responsable a la Provincia por una enfermedad
terminal contraída en circunstancias que le eran ajenas.
En tales circunstancias debe señalarse que -aún
admitida la existencia de la enfermedad con anterioridad a
la detención del señor C. - las deficientes condiciones de
detención
servicio
evitarse
y
la
médico,
si
la
negligente
constituyen
autoridad
adecuadamente sus funciones.
prestación
una
de
un
eventualidad
policial
hubiera
adecuado
que
pudo
cumplido
El
máximo
Tribunal
federal
ha
expresado
reiteradamente que "quien contrae la obligación de prestar
un servicio lo debe hacer en condiciones adecuadas para
llenar
el
fin
para
el
que
ha
sido
establecido
y
es
responsable de los perjuicios que causare su incumplimiento
o
ejecución
315:1892,1902;
irregular"
(Fallos
306:2030;
312:1656;
316:2136;
320:266;
325:1277;
328:4175;
329:3065, 331:1690).
Cabe
recordar,
entonces,
que
conforme
la
Constitución nacional "... Las cárceles de la Nación serán
sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los
reos
detenidos
en
ellas..."
(art.
18);
que,
en
sentido
concordante, la ley fundamental provincial establece en su
art. 30 que: "Las prisiones son hechas para seguridad y no
para
mortificación
de
los
detenidos.
Las
penitenciarías
serán reglamentadas de manera que constituyan centros de
trabajo
y
moralización.
Todo
rigor
innecesario
hace
responsable a las autoridades que lo ejerzan" (art. 30);
que
el
deber
del
Estado
provincial
de
garantizar
la
seguridad de los internos está regulado en el art. 2° de la
Ley
Orgánica
del
Servicio
Penitenciario
(decreto
ley
provincial 9079/1978), en cuanto dispone que "será misión
del Servicio Penitenciario Bonaerense la custodia y guardia
de los procesados y la ejecución de las sanciones penales
privativas de la libertad..." mientras que el art. 3° inc.
"a"
establece
entre
sus
funciones
la
de
"velar
por
la
seguridad y custodia de las personas que se encuentren en
establecimiento de su dependencia, sometidas a procesos o
cumpliendo penas privativas de libertad, procurando que el
régimen carcelario contribuya a preservar y/o mejorar sus
condiciones morales, educación y salud".
Entiendo que cabe extender dichas mandas a la
autoridad policial cuando asume la custodia y guardia de
los procesados, deberes que, por lo demás, se encontraban
contemplados en los arts. 6, 7 inc. d) y 10 de la ley
12.155
-vigente
al
tiempo
de
los
hechos-
y
están
establecidos actualmente en los arts. 9, 10, 13 inc. d) y
16 de la vigente ley 13.482.
Por último, en su concreta vinculación con el
presente caso -tal como lo ha hecho el a quo- resulta de
particular importancia tener presente las pautas brindadas
tanto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, como
por
este
83.909,
Tribunal,
en
"Verbitsky,
Estudios
casación.
Legales
Recs.
y
ocasión
Horacio
de
decidir
representante
Sociales.
Habeas
extraordinarios
los
del
corpus.
de
autos
P.
Centro
de
Rec.
de
nulidad
e
inaplicabilidad de ley", en particular respecto del cese de
las detenciones en comisarías de menores y enfermos.
En tal contexto, no cabe hesitación respecto de
que
el
personal
penitenciario
y/o
policial
tiene
la
obligación
de
velar
por
la
seguridad
y
salud
de
los
detenidos, debiendo responder por los daños causados al
haberse omitido el cumplimiento de tal deber legal (doct.
causa A. 69.485, "Lobato", sent. del 30-IX-2009).
Lo
expuesto
deja
en
falsete
la
primera
línea
argumental intentada.
ii)
En
cuanto
al
vicio
de
absurdo
en
la
valoración de la prueba, surge de la reseña efectuada en el
punto II.ii que los agravios del impugnante se vinculan a
cuestiones circunstanciales que son propias de los jueces
de las instancias de mérito.
En efecto, es doctrina reiterada de esta Corte
que tanto la apreciación del material probatorio en general
(conf. Ac. 70.361, sent. del 15-III-2000), como determinar
la relación causal entre el hecho y los daños (conf. Ac.
76.040,
sent.
del
17-X-2001)
y
la
procedencia
y
cuantificación de los mismos (conf. Ac. 70.939, sent. del
31-V-2000)
constituyen
típicas
cuestiones
de
hecho
inabordables, en principio, en sede extraordinaria salvo el
supuesto excepcional de absurdo. Se entiende por tal sólo
al
error
palmario,
conclusiones
grave
y
manifiesto
contradictorias,
que
conduce
inconciliables
a
e
incongruentes con las constancias objetivas de la causa
(conf. Ac. 58.938, sent. del 17-X-1995; Ac. 63.556, sent.
del 8-X-1996; Ac. 64.347, sent. del 18-II-1997; Ac. 71.327,
sent.
del
18-V-1999);
insuficiente
a
sentenciantes
y
tan
es
estos
efectos
pudiera
ser
ello
que
el
así
que
resulta
criterio
calificado
de
de
los
objetable,
discutible o poco convincente (conf. Ac. 76.525, sent. del
16-V-2001; C. 93.170, sent. del 6-IX-2006).
En el caso bajo examen, la recurrente utiliza
como única herramienta de impugnación la descalificación de
la
valoración
efectuada
por
el
a
quo
respecto
de
los
antecedentes médicos y evaluaciones periciales relativas a
las afecciones que llevaron a la muerte al señor C. ,
sosteniendo
que
la
actuación
del
personal
policial,
dependiente de la Provincia, fue el adecuado y exigible en
todos sus aspectos al requerir la atención médica en los
casos que correspondía (fs. 230 vta.).
No
obstante,
en
ningún
pasaje
de
su
escrito,
Fiscalía de Estado contradice concreta y eficazmente la
estructura conceptual que llevó a la Cámara a entender el
acaecimiento
del
daño
coadyuvantes,
asignándole
a
partir
al
obrar
de
de
varias
la
causas
Provincia
un
veinte por ciento (20%) de incidencia causal y el ochenta
por ciento (80%) restante a la presencia de H.I.V. en el
fallecido.
El
acabada
absurdo
demostración
sólo
de
su
queda
configurado
existencia,
y
no
si
media
basta
con
invocarlo, sino que es menester evidenciarlo cabalmente a
través de una correcta y concreta fundamentación, ya que la
vía
extraordinaria
no
puede
abrirse
sin
una
eficiente
acreditación del error, resultando insuficiente el agravio
cuyo contenido sólo se dirige a disputarle al juzgador de
grado el ejercicio de la facultad que le asiste en materia
de
selección,
jerarquización
y
meritación
de
la
prueba
(conf. doct. causas L. 96.707, "De Cenarriaga", sent. del
26-VIII-2009; L. 62.318, "Saavedra", sent. del 28-IV-1998).
Por
ello
no
se
configura
dicho
vicio
lógico
cuando el recurrente presenta su particular versión de los
hechos
y
su
propia
valoración
de
la
prueba,
resultando
insuficiente para demostrarlo, ya que el mismo consiste reitero-
en
el
error
grave
y
manifiesto
que
conduce
a
conclusiones contradictorias, incongruentes o incompatibles
con las circunstancias objetivas de la causa (conf. doct.
causas
C.
108.692,
"Gianello",
sent.
del
9-II-2011;
L.
99.449, "Barrionuevo", sent. del 28-XII-2010; L. 99.436,
"Gómez,
Héctor",
sent.
del
22-XII-2010;
L.
101.954,
"López", sent. del 9-XII-2010, entre muchas otras).
En definitiva, la impugnación basada en la simple
contraposición de criterios no satisface la gravosa carga
que importa la demostración del vicio de absurdo (conf.
doct. causa L. 103.429, "Iturbe", sent. del 17-XI-2010).
Ello echa por tierra la segunda línea argumental ensayada
por la recurrente.
IV. Por lo hasta aquí expuesto, concluyo que no
son de recibo los vicios endilgados al decisorio atacado,
por lo que debe rechazarse el recurso extraordinario en
tratamiento.
En consecuencia, doy mi voto por la negativa.
Las
costas
se
imponen
al
recurrente
vencido
(arts. 60 inc. 1°, ley 12.008, texto según ley 13.101, 68 y
289 in fine del C.P.C.C., doctrina de la mayoría en la
causa A. 68.914, "Larrauri", sent. del 22-XII-2008).
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Negri dijo:
Los argumentos brindados por el colega que inicia
el Acuerdo en los puntos III -aps. i.c); ii- y IV de su
exposición, resultan suficientes para fundar el rechazo del
recurso intentado, motivo por el cual presto adhesión a
dicha
parcela
de
su
voto
y
doy
el
mío
también
por
la
negativa.
Costas
a
la
recurrente
vencida
(art.
289,
C.P.C.C.).
Los señores jueces doctores Genoud y Soria, por
los mismos fundamentos del señor Juez doctor Negri, votaron
por la negativa.
Con
lo
que
terminó
el
acuerdo,
siguiente
S E N T E N C I A
dictándose
la
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se
rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
interpuesto, con costas a la recurrente en su condición de
vencida (arts. 60.1, ley 12.008 -texto según ley 13.101- y
289, C.P.C.C.; conf. doct. de la mayoría en la causa A.
69.914, "Larrauri", sent. del 22-XII-2008).
Regístrese y notifíquese.
HECTOR NEGRI
DANIEL FERNANDO SORIA
JUAN CARLOS HITTERS
LUIS ESTEBAN GENOUD
JUAN JOSE MARTIARENA
Secretario
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