PUERTAS MONUMENTALES SIN MONUMENTO Portadas

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PUERTAS MONUMENTALES SIN MONUMENTO
Portadas arquitectónicas con función escultórica en los Jardines del Real.
Laura Saus Peris
Con el afán de modernizar, de crear grandes avenidas o simplemente por intereses
económicos, las ciudades a partir del siglo XIX, sufrieron cambios importantes, entre
otros, la desaparición de edificios emblemáticos. Especulación que arrasó con gran parte
del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Valencia y que como testigo quedan,
algunos retazos de portadas, elementos decorativos y sustentantes y con mucha suerte,
registros fotográficos.
El patrimonio, se identifica con la historia y la identidad de un pueblo, elemento físico y
a la vez simbólico, cuyos valores deben ser reconocidos como propios por la sociedad.
Ese proceso de reconocimiento, en ocasiones se encuentra velado, por la intencionalidad
de cambiar de ubicación restos arqueológicos. En ese traslado, se pone a salvo el
patrimonio, su destrucción o pérdida, pero su conservación y su identidad, se alteran, ya
que al descontextualizarlos, disipan conceptos asociados; tradición, historia, uso y
función. El patrimonio cultural, reflejado en el patrimonio arquitectónico urbano, es
para cada comunidad memoria de su pasado que define una identidad relacionando
pasado y presente.
En una sociedad inmersa en una vorágine de acontecimientos, es fácil que se olvide de
donde y porqué los restos que encontramos en los Jardines del Real, se encuentran allí.
Es una manera de sesgar la historia y falsificarla, sino aprovechamos la ocasión de
poder hacer un uso correcto y presentar de forma veraz, este recurso de la memoria
colectiva a la sociedad. Pero esto, es deber de las administraciones públicas, que tienen
la obligación de velar por nuestro patrimonio, protegerlo, divulgarlo y asumir sus
competencias, aunque sin una movilización social por el patrimonio, los gobiernos no se
interesarían por estas necesidades.
Trataremos en este artículo, uno de los elementos que dan especial relevancia a un
edificio, la portada y como, después de desaparecido el edificio, se ha reutilizado con un
diferente uso, se ha convertido en escultura, en los Jardines del Real. Con ello,
advertimos dos cuestiones: cambio de función y de objetivo. El funcionalismo, es el fin
por el que fueron creadas, poseyendo además un simbolismo, que representaba el poder.
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Ahora una misma forma, ha cambiado de esencia: no representa el poder de unos
individuos particulares, ha pasado a la colectividad, al quedar establecidos en un jardín
público y es además, escultura, pero esto es debido a que las transformaciones en el arte,
abarcan el ámbito cultural en todos los aspectos y están ligados a cambios históricos,
socioculturales, políticos, territoriales y cognitivos; el arte es un flujo informativo.
Para intentar demostrar esta hipótesis, tomaremos las cuatro puertas repristinadas, que
se encuentran en los Jardines del Real. Son la portada del derruido convento de San
Julián y las tres restantes, formaban parte de palacios: el de los Condes de Altea y
Gestalgar, el de los duques de Mandas y del Marqués de Jura Real
El Convento de San Julián se encontraba en la calle Sagunto nº 106. Era un monasterio
de religiosas agustinas derribado en 1944, incendiado durante la Guerra Civil y que se
encontraba en ruinas. Sus orígenes se remontan al año 1431, incluso se piensa que fue
construido sobre una mezquita musulmana. El convento se componía de iglesia,
claustro, convento y huerto. Su origen gótico sufrió reformas en 1685 y 1700,
cambiando su estructura al estilo barroco. La portada está formada por dos cuerpos, en
el dintel un corazón atravesado por dos flechas y la inscripción con el año 1687, en la
parte superior una imagen de San Julián. Fue llevada a los Jardines del Real en 1952. La
puerta ha perdido su valor para lo que fue creada y podremos decir que el no-lugar que
ocupaba junto con el convento, ahora está constituido por vegetación y una fuente. Por
lo tanto su esencia se ha transformado y se admira como resto arqueológico escultórico.
En cuanto al palacio de Jura Real, se encontraba en la actual plaza del ayuntamiento de
Valencia. Perteneció a la noble familia valenciana de los Castillo, a consecuencia de la
reforma de la plaza, se derribó el palacio y se construyó en su lugar el edificio de la
Adriática S.A, terminado en 1930. El palacio, tuvo influencia en el edificio Bancaja, por
su basamento y la presencia de columnas. Algunos de sus pavimentos fueron
conservados y se encuentran en el museo González Martí. La puerta que se encuentra
en los Jardines del Real, pertenece a una de las dos que existían en la fachada principal
del palacio, la única que realiza la función por la que fue creada, dando paso al interior
del jardín, desde la calle Jaca.
Situándonos bajo otro punto de vista, el jardín es paisaje cultural, pero esta portada no
posee la recreación de su entorno prístino, se recontextualiza bajo el concepto de
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hospitalidad. El resultado es un rompecabezas difícil de resolver si no se conocen las
causas y procedencia de estos restos arquitectónicos.
Refiriéndonos, al Palacio del Duque de Mandas, se encontraba en la calle Avellanas,
derribado en 1864, casa solariega de la familia Ladrón de Vilanova, conocida también
como La casa dels Gegants. La portada plateresca es de la primera mitad del siglo
XVI, con un arco de medio punto, flanqueado por columnas, rosetas en las dovelas y
medallones en las enjutas, en la parte superior el escudo heráldico con salvajes a los
lados. Esta portada ha sufrido un proceso de vaivén: de portada de edificio a ruina y,
finalmente acceso desde los jardines al Museo de Bellas Arts de Valencia, donde se
erige la anastilosis desplazada, del patio del palacio del Embajador Vich.
Caso similar, ocurre con la puerta que perteneció al Palacio de los condes de Alcudia y
Gestalgar, conocido como el palacio de los Moroder, se encontraba en la Plaza Tetuán
nº6. Su portada es del siglo XVII En el dintel de la puerta el escudo de la familia Jofre
El caso de recuperación de elementos parciales de una arquitectura ofrece la duda de la
“autenticidad”, y se cuestiona si las reconstrucciones tienen que ver con el original y la
función que cumplen. Los ejemplos aquí tratados, son rescates de parte de edificios del
pasado, trasladados de lugar, en un espacio ajardinado que tuvo en su momento una
historia muy importante y que apenas quedan vestigios de ella. Sin embargo, se le han
añadido elementos que nada tienen que ver con los originales jardines del Real.
Entonces, ésta acumulación de objetos de otras procedencias ¿es un engaño a la esencia
del jardín y a la vez de las arquitecturas, hoy esculturas rescatadas?
Todas estas preguntas deberían ser contestadas de forma ordenada y aclarando
conceptos. En realidad, son testigos mudos de épocas pasadas, descontextualizadas y
no explicadas. No pueden ser analizadas en relación particular, con el sitio que fueron
creadas. Hoy poseen otro emplazamiento, se han descontextualizado de la ciudad y, por
lo tanto, se pone en evidencia una lectura urbanística, creando otra consideración
patrimonial, unida al paisaje de los Jardines del Real. Una nueva condición surgida tras
una intervención, que ha asumido otra escala, la escultórica. Acción que le otorga un
uso particular con el espacio que lo acoge, pero que debe ser visto como elemento de un
conjunto. En estos momentos es una imagen configurada en un jardín heterogéneo,
aunque gracias a su acogida se han podido conservar restos de nuestro patrimonio, que
ha cambiado de valor, creciendo en valor estético y escenográfico.
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