La vertiente económica deL proceso

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La vertiente económica del proceso
Como hemos visto cabe concebir el proceso como una fuente generadora de gastos, hemos de precisar llegados a este punto si todos los desembolsos que se realizan
en un proceso son susceptibles de ser repercutidos al condenado al pago de la costas,
y a tal fin resulta insoslayable acudir a diferenciar dos términos que se encuentran
interrelacionados y cuyo deslinde resulta complicado: gastos y costas procesales. La
complejidad de esta diferenciación radica básicamente en la circunstancia de que
los contenidos de unos y de otras no siempre están preestablecidos al tratarse de una
opción de política legislativa dar contenido a tales vocablos. En esta línea se muestra
Vázquez Sotelo1 al señalar que «la diferenciación no puede establecerse apriorísticamente con un criterio nítido de distinción», pues entiende que todos los criterios
que se busquen para distinguirlos resultan insuficientes para identificar las costas
frente a los gastos en el ámbito del derecho procesal, y que sólo resulta ello posible
mediante la individualización de los conceptos que pueden incluirse como tales en
una tasación de costas.
I. Gastos procesales
Herrero Perezagua2 define los gastos procesales como «todas las inversiones de
carácter económico que reconocen, de una manera más o menos inmediata, al proceso
como su causa generadora», se trata de desembolsos que se originan como consecuencia de la sustanciación de un procedimiento y que deben ser soportados por las partes
que intervienen en el referido procedimiento a fin de defender sus intereses contrapuestos. Estos gastos que se generan en el desarrollo del proceso deben abonarse por la
propia parte a cuya instancia se generan, según dispone el artículo 241.1 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. La obligación de satisfacer los gastos del procedimiento a medida
que se generan recae sobre la parte, quien los abonará directamente o por medio del
Procurador que la represente y a tal efecto en virtud de lo establecido en el artículo 26,
punto 2, apartado 7.º aceptado el poder conferido a favor del Procurador, éste contrae
la obligación de pagar todos los gastos que se causen a instancia de su representado, a
1
Váquez Sotelo, José Luis, Comentarios a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
Tecnos, Madrid, 1985, pp. 487 ss.
2 Herrero Perezagua, Juan Francisco, La condena en costas. Procesos declarativos civiles,
Bosch, Barcelona, 1994, p. 34.
[15]
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
excepción de los honorarios de los abogados y los correspondientes a los peritos, salvo
que su poderdante le haya entregado los fondos necesarios para su abono.
Como vemos, el concepto de gasto procesal es genérico y engloba todos los desembolsos de carácter económico que realiza una persona que acude a los tribunales
en solicitud de tutela judicial. El gasto procesal tiene su origen y causa en el propio
proceso. La propia LEC vigente así lo entiende y en su artículo 241, punto 1, párrafo
segundo considera «gastos del proceso aquellos desembolsos que tengan su origen
directo e inmediato en la existencia de dicho proceso». Se trata éste de un concepto
genérico que engloba todo gasto, sin matiz alguno, que haya sido generado como
consecuencia de un proceso, esto es, todos los gastos que realiza la parte ya se trate
de gastos anteriores al inicio del proceso pero que hayan sido realizados en atención a
un procedimiento que en un plazo más o menos inmediato se va a iniciar, ya concierna
a un desembolso efectuado en el desarrollo del proceso iniciado.
II. Costas procesales
A la hora de definir las costas procesales tradicionalmente no encontrábamos en
nuestro ordenamiento jurídico un precepto legal que especificara este término, por ello
se acudía a la jurisprudencia y a la doctrina a fin de encontrar la concreción de este
vocablo, pues se trata de un concepto que se hallaba huérfano de definición legal. En
esta labor, el Tribunal Supremo en numerosas Sentencias, por ejemplo, la de la Sala
Tercera de fecha 20 de abril de 1982, define las costas procesales como «los desembolsos ocasionados por un litigio determinado al que tienen como causa inmediata y
directa de producción, y obedecen manifiestamente a las actuaciones en tal proceso
desarrollado, concepto en el que no pueden ser comprendidos los desembolsos o gastos
que aun cuando hayan sido convenientes o útiles para la parte vencedora, no responden
a actividad procesal». Vemos en esta definición que dicho Alto Tribunal hace hincapié
en que se trata de gastos originados dentro de un proceso concreto al que tienen como
causa directa e inmediata de producción. Ahora bien, no todos los gastos originados
en el proceso tienen la consideración de costas, pues como ha declarado el Tribunal
Supremo, entre otras, en la Sentencia de fecha 24 de marzo de 1992, «de las costas
deben excluirse las partidas que no obedezcan a actuaciones precisas, concretas o útiles
y aquellas otras que sean consecuencia de intereses particulares de la parte». El ámbito
de las costas procesales, como vemos, es más restringido que el de los gastos del proceso, ya que son «aquellos gastos que obligatoriamente han de satisfacer los litigantes,
o más ampliamente, las partes en el procedimiento o proceso, a la otra, cuando se ha
decidido por el Juez o Tribunal competente la condena en costas a favor de la otra»
(STS de 17 de noviembre de 1993). Estas citas jurisprudenciales nos ubican de una
manera clara en el ámbito de las costas procesales, circunscribiéndolo a aquellos gastos
realizados en un determinado procedimiento, en el que encuentran su causa generadora, que responden a actuaciones concretas y necesarias, que han debido ser realizados
por las partes forzosamente y a cuyo pago viene obligado el condenado por resolución
judicial o por disposición legal3.
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Debe tenerse en cuenta que de no existir imposición del pago de las costas cada parte vendrá
obligada al pago de los gastos generados a su instancia y los comunes por mitad, pues de la conde-
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Muchas son las definiciones doctrinales dadas al concepto de costas y que ahondan en las características que la jurisprudencia viene dando al mismo. Así, entre los
autores que destacan como rasgo distintivo de las costas el carácter de gasto necesario
producido dentro de un proceso encontramos a Chiovenda4 para quien las costas
deben estar «con respecto al pleito en la relación de causa a efecto, así como en la
necesidad o finalidad», Prieto-Castro5 que considera costas aquel «conjunto de
desembolsos necesarios que se producen dentro de un proceso o de una actuación
procesal para la persecución o la defensa de un derecho», a Ramos Méndez6 que las
define como «aquellos desembolsos económicos que han de efectuar las partes por
los gastos producidos por el proceso directamente», a Guasp7 que las define como «la
porción de los gastos procesales cuyo pago recae sobre las partes que intervienen en
un proceso determinado y reconocen a este proceso como causa inmediata y directa
de su producción». Entre los autores que inciden en la exigencia de imposición por
decisión judicial o por disposición legal, se encuentran Beceña8 para quien el «concepto de costas es puramente procesal e indica siempre el desembolso que requiere
el reconocimiento o la declaración judicial del Derecho», Fairén Guillén9 que
considera como costas procesales aquella «parte de los gastos ocasionados por un
proceso determinado y cuyo abono corresponde, según ley o jurisprudencia fija de los
tribunales, a las partes de aquél», Moreno Catena10 que, incidiendo en la circunstancia de que recaen sobre los sujetos intervinientes en un procedimiento, las define
como «aquellos gastos que han de satisfacer los litigantes como consecuencia de un
proceso, de los que una de las partes puede reembolsarse si se produce la condena en
costas de la contraria». Atendiendo a quién debe soportar su coste, Silva Melero11
las define como «aquella parte de gastos procesales que, de un modo ineludible y por
imperativo legal, recaen sobre las partes que intervienen en un proceso concreto».
De la Oliva12 nos dice que las costas y los gastos «responden a dos tipos de
costes que un proceso origina. El término y el concepto de costas se utiliza para
na en costas nace la obligación de resarcimiento en las costas procesales a la parte a cuyo favor
se dicta, ya que la condena en costas es «la imposición, por resolución judicial, a una determinada
parte procesal o persona, del pago de ciertos gastos del procedimiento que, sin tal imposición, no
tendría la obligación de satisfacer, cuando ella no esté expresamente impuesta por una norma legal
[…]» (Sentencia de la Audiencia Territorial de Albacete de 9 de febrero de 1982. Ponente Ilmo. Sr.
Lozano Sánchez).
4 Chiovenda, Giuseppe, La condena en costas, Madrid, 1911, p. 467.
5 Prieto-Castro Ferrandiz, Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, tomo I, Pamplona,
1985, p. 942.
6 Ramos Méndez, Francisco, Derecho Procesal Civil, Bosch, Barcelona, 1985, p. 673.
7 Guasp, Jaime, Derecho Procesal Civil, Madrid, 1956, p. 607.
8 Beceña, Francisco, «Costas en el procedimiento civil», en Revista de Derecho Privado, 1922,
p. 33.
9 Fairén Guillén, Víctor, Doctrina General de Derecho Procesal. Hacia una Teoría y Ley
Procesal Generales, Barcelona, 1990, p. 239.
10 Moreno Catena, Víctor, y otros, Derecho procesal civil, tomo I, volumen II, Tirant lo Blanch, Valencia, 1986, p. 466.
11 Silva Melero, Valentín, «Costas», Nueva Enciclopedia Jurídica, SEIX, tomo V, Barcelona,
1953, pp. 856 y 857.
12 De la Oliva, Andrés, en Derecho Procesal Civil, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid,
1997, tomo I, p. 535.
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
referirse a los desembolsos necesarios o imprescindibles que el propio proceso exige.
Gastos procesales, en cambio, son aquellos que o bien se producen fuera del proceso
mismo, aunque sirvan para prepararlo o aunque el proceso constituya la ocasión o
motivo de su producción (dictámenes previos al proceso, informes confidenciales,
desplazamientos, etc.)».
Entre las definiciones dadas por la doctrina del vocablo costas procesales las más
ajustadas a las notas que las definen y que delimitan más certeramente su contenido
son las dadas por Muñoz González13 y por Herrero Perezagua14. Para el primero
de ellos «son aquellos gastos originados dentro del proceso con carácter necesario e
ineludible, cuyo pago debe ser soportado normalmente por las partes». Para el segundo de estos autores «son costas procesales los desembolsos de dinero incluibles entre
los gastos procesales causados directamente por el proceso y vinculados a éste, como
vía de satisfacción de la tutela jurídica, por una relación de necesidad y utilidad».
De cuantas definiciones doctrinales y jurisprudenciales hemos visto hasta ahora,
unánimemente los autores coinciden en extraer cuatro notas características esenciales
que distinguen al concepto de costas procesales, a saber: a) forman parte de los gastos
procesales, b) la causalidad, c) la necesidad y d) la imputabilidad.
En efecto, las costas son una parte de los desembolsos de dinero realizados con
motivo u ocasión de la existencia de un litigio en concreto. Ahora bien no todos los
gastos originados en un pleito revisten el carácter de costas en sentido estricto aunque tengan relación directa o inmediata con el proceso, por ello cabe concluir que
las costas son una subespecie de los gastos procesales en sentido genérico, si bien no
siempre resulta fácil deslindar ambos conceptos y para ello debemos auxiliarnos del
resto de las notas que caracterizan el vocablo costas procesales.
Las costas procesales encuentran directamente en el proceso su causa generadora,
manteniendo con el procedimiento una relación de causa a efecto. No basta con que
esos gastos se hayan realizado con motivo del pleito de que se trate o que mantengan
relación con el proceso, aunque se hayan generado fuera de él, resulta preciso que el
origen de dicho gasto se encuentre en el proceso.
La tercera característica esencial de las costas procesales es la necesidad de ese
gasto. Obviamente, el gasto no puede responder al interés o conveniencia de la parte
que lo realiza, no debe ser inútil o superfluo. Este rasgo entra en conexión directa con
la autorización legal de aquél en un determinado proceso. Para entender como necesario un gasto debe entrarse en la valoración de si en su realización se dan conjuntamente dos circunstancias, esto es, que el gasto haya sido útil a la vez que imprescindible.
Si se da una de estas notas pero no la otra, no podemos entrar a considerar el gasto
como costa procesal.
Resta finalmente la nota de la imputabilidad, esto es, que se trate de gastos que
deban ser soportados por quienes ostentan el carácter de parte en un litigio, bien sea
como actora bien como demandada.
Como ha quedado expuesto en el inicio de este apartado la LEC de 1881 no proporcionaba una definición del vocablo costas procesales en su articulado y tan sólo hacía
referencia a ellas en lo relativo a su imposición (art. 523) y a su tasación (arts. 421 ss.).
13
Muñoz González, Luis, Las costas, Montecorvo, Madrid, 1981, p. 25.
Perezagua, Juan Francisco, La condena en costas. Procesos declarativos civiles,
Bosch, Barcelona, 1994, p. 48.
14Herrero
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A diferencia de ello, la Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil hace un intento loable
de facilitar una definición del vocablo «costas» y dicho intento lo hace por vía de la
enumeración de los conceptos que tienen dicha consideración, y así en el punto 1
párrafo segundo del artículo 241 da la consideración de costas a la parte de los gastos
del proceso «que se refieran al pago de los siguientes conceptos: 1.º Honorarios de
la defensa y de la representación técnica cuando sean preceptivas. 2.º Inserción de
anuncios o edictos que de forma obligada deban publicarse en el curso del proceso.
3.º Depósitos necesarios para la presentación de recursos. 4.º Derechos de peritos
y demás abonos que tengan que realizarse a personas que hayan intervenido en el
proceso. 5.º Copias, certificaciones, notas, testimonios y documentos análogos que
hayan de solicitarse conforme a la Ley, salvo los que se reclamen por el tribunal a
registros y protocolos públicos, que serán gratuitos. Y 6.º Derechos arancelarios que
deban abonarse como consecuencia de actuaciones necesarias para el desarrollo del
proceso». Al estudio de estos apartados y de su cuantificación económica dedicaremos el resto de este trabajo, pero no sin antes cuestionarnos si la enumeración que se
realiza en el párrafo segundo del apartado 1 del citado artículo 241 de los conceptos
que integran el vocablo costas constituye una lista abierta o por el contrario la relación
se limita o circunscribe a los gastos que puedan encuadrarse en cualquiera de los seis
ordinales que en dicho apartado se recogen, quedando excluidos cualesquiera otros
gastos que no puedan englobarse en ellos. La pretensión del Legislador al elaborar
este precepto entiendo que no es otra que la de dejar delimitados los gastos que tienen
la consideración de costas procesales de modo genérico —nótese que no especifica
partidas concretas y definidas— y, por ello, puede concluirse que la enumeración que
se efectúa constituye en sí misma un numerus clausus sin posibilidad de incluir como
costa procesal cualquier otro gasto que no pueda incluirse dentro de uno de los seis
apartados que se citan en dicho precepto.
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