Las limitaciones a la libertad de circulacin y residencia desde una

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Las limitaciones a la libertad de
circulación y residencia desde una
perspectiva de derechos humanos
Javier Dávalos González [1]
Ecuador
Cuando le preguntaron de donde venía, respondió:
“soy ciudadano del mundo”.
Diógenes Laercio, Vida de Diógenes el cínico
Introducción
La migración internacional es una de las problemáticas más graves que enfrenta el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La potestad reguladora de los Estados
sobre sus fronteras frente a la creciente movilidad de las personas que buscan ingresar a
sus territorios ha dejado de ser una política reguladora y garantista, y más bien se ha
convertido en una restrictiva herramienta de explotación, discriminación y violación de
derechos, disfrazada de sesgados valores y claros intereses, como son la soberanía
nacional y el sostenimiento del capitalismo global.
En un estudio que explora la relación entre derechos humanos, migración y políticas
públicas en el contexto de la globalización, Gardenia Chávez define a la migración como
“el desplazamiento residencial de la reproducción cotidiana de la existencia, de un socioespacio a otro”. [2] Según la autora, desde el enfoque de derechos, este desplazamiento
supone el reconocimiento de la libertad de tránsito y residencia.
Así, en ejercicio de estos derechos “las personas pueden cruzar las fronteras como
turistas, negociantes o trabajadores, como científicos, estudiantes, consumidores o
refugiados. Estos movimientos interfronterizos suscitan una gran cantidad de problemas
sociojurídicos”. [3] Es un hecho que los grupos en condiciones de mayor vulnerabilidad
ante estos problemas son los migrantes económicos, así como los buscadores de asilo y
refugio, sin embrago, en este trabajo se tratará la problemática de un grupo distinto, el de
las personas que pretenden migrar por motivos académicos.
Se aborda el estudio de este grupo por una razón especial: reflexionar alrededor de un
caso específico donde se afectó el derecho a la educación de varias personas que
deseaban estudiar en España (algunos incluso habían obtenido becas), y que a pesar de
cumplir con todos los requisitos, les fue negado el visado por el Consulado General de
ese país en la ciudad de Quito, sin motivación ni razón alguna. Es nuestro objetivo
demostrar que tal negativa constituye un acto discriminatorio contra estas personas, que
evidencia la existencia de una política pública arbitraria en sí misma.
Boaventura de Sousa Santos, afirma que “Los terceros mundos transnacionales de
personas son también terceros mundos de conocimientos, y esos dos mundos se
alimentan entre sí.” [4] Por ello, muchos/as estudiantes del Sur buscan pasar por las
universidades del Norte, que gozan de una gran tradición y prestigio. Ante este deseo,
hace no mucho tiempo la máxima autoridad de un país europeo afirmaba: “No debemos
estar abiertos a todos lo que quieran venir, solamente porque París, Londres y Roma
sean ciudades más atractivas que Bombay o Argel.” [5]
A pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece los
derechos a la libre circulación y residencia de las personas, y la obligación de los Estados
de regular la realización de estos derechos –no su prohibición-, gracias a criterios de
“selectividad” como los mencionados, tal deber se ha expresado en políticas restrictivas y
discriminatorias que facilitan por lo general la entrada a los países sólo a personas que
constituyen mano de obra necesaria para el mantenimiento de sus industrias, y además
en las cantidades limitadas para ello. El cuestionamiento que guía este trabajo se refiere
a la situación de las personas que no entran en este grupo específico, cuya migración se
dificulta enormemente ya que las políticas migratorias establecidas se basan en
fundamentos económicos, motivos que deberíamos estar más dispuestos a
cuestionar. Por ejemplo, según el citado estudio de Chávez, que analiza las políticas
migratorias establecidas por España hacia el Ecuador, es evidente que aquellas “dan
prioridad a intereses económico laborales del Estado español, al control policíaco sobre
la migración irregular y a las medidas de retorno […] todo ello menoscaba la garantía de
los derechos humanos de la población ecuatoriana migrante.” [6]
De este modo, el presente trabajo busca dar una respuesta a la siguiente pregunta: ¿es
discriminatoria una limitación a los derechos de circulación y residencia de los migrantes
que tenga como consecuencia la violación a algún derecho humano? Para ello
analizamos un caso particular sobre la restricción de la libre circulación que tuvo como
resultado la violación del derecho a la educación de varias personas. Intentaremos
demostrar que la política migratoria aplicada fue restrictiva y discriminatoria, enfocada
sólo en mantener un trabajo etnificado y no al desarrollo de los seres humanos sin
distinción de ciudadanía, nacionalidad o cualquier otra condición.
El contexto migratorio actual y las políticas de inmigración
La migración masiva al exterior en la última década registra aproximadamente, desde un
millón a 2,5 millones de ecuatorianos/as. Según los datos del proyecto IMILA de
CELADE/CEPAL, se estima que serían 700.000 personas las que habrían migrado hasta
antes de la aceleración del flujo migratorio intenso de los últimos años.
De acuerdo al censo realizado por el INEC en el año 2001 las personas que habrían
salido del país entre 1996 y 2001 son 377.908. Según la Dirección Nacional de
Migración, para el periodo 1996-2004, la cifra de personas que han salido y no han
regresado al Ecuador asciende a 842.600.
¿Una política migratoria discriminatoria?
A pesar de que sabemos que es una tarea complicada, en esta parte pretendemos
cuestionar y denunciar los fundamentos de la limitada apertura que evidencia la política
pública migratoria establecida por los países del Norte hacia los migrantes de los países
del Sur, cuando tal migración no les presta un beneficio directo. Coincidimos con Storey
cuando afirma que “[E]n la actualidad, se da por hecho que las críticas a la libre
circulación de personas tienen tanta validez per se que no hace falta analizar de manera
rigurosa los valores en los que se basan.” [7] Con base en argumentos como este, se
tiene como verdad general que los Estados tienen derecho a controlar sus fronteras y
restringir la libre circulación de las personas en cualquier caso.
Sin embargo, es necesario preguntarse si no se pueden ver estos controles de
inmigración como una forma de discriminación que impide, por la fuerza física y legal,
que los sectores más pobres de la sociedad disfruten de la riqueza mundial. Y cuando
hablamos de riqueza no nos referimos solamente a la económica, sino también al saber,
la educación y la ciencia, condiciones que permiten también una mejora en la calidad de
vida de las personas. Así, concordamos con el criterio de que:
“[…] es legítimo argumentar que todos los que viven en el Sur tienen derecho a una vida
mejor donde sea que la encuentren, y que el Norte no tiene derecho a negarles el acceso
a ella […] la satisfacción de tales expectativas se vuelve cada vez más difícil bajo las
economías de escasez de la periferia y los crecientes lazos que trascienden las fronteras
nacionales hacen posible que ciertos grupos allí ubicados busquen una solución a la
migración en el extranjero.” [8]
La reflexión planteada es la siguiente: cuando los migrantes económicos pretenden
mejorar su nivel de vida trabajando en el Norte, su desplazamiento trae un beneficio
directo para las industrias de los países receptores, por lo que su migración es aceptada aunque en cantidades limitadas- sin poner mayores trabas por el tema específico de la
nacionalidad, ya que se trata de mano de obra necesaria. Por otro lado, cuando los
migrantes estudiantiles también buscan mejorar su nivel de vida realizando estudios en el
Norte, pero esta mejora no trae (al menos directamente) beneficios tangibles (o
deberíamos decir rentables) para los países receptores, el tema de la nacionalidad vuelve
a ser un factor de descalificación muy significativo, en la ejecución de esta política en
general selectiva y restrictiva.
En este marco, es importante recordar por qué las políticas de los Estados receptores
son tan importantes, y es que éstas determinan si puede o no tener lugar el movimiento
internacional, y qué tipo de movimiento es el que se puede producir. Así, coincidimos con
Santos en la existencia de una clara predisposición en estas políticas, cuando habla de
“la tendencia de los Estados centrales a favorecer, en el caso en que permitan alguna
forma de inmigración, sólo la migración temporal y sólo en términos restrictivos (sólo para
aquellos cuyos conocimientos y habilidades son objeto de demanda).” [9] Esto es lo que
Wallerstein ha calificado como la “etnificación” de la fuerza de trabajo [10] , proceso por el
cual los países centrales obtienen los beneficios de una mano de obra barata que realiza
ciertas labores de un grupo de la población, que generalmente es migrante y determinado
por su condición de raza, sexo y ahora nacionalidad. Así, se permite -en cierto grado
controlado y regulado- el derecho a la libre circulación y residencia de las personas que
significan una contribución directa al sistema capitalista, pero esta libertad tiende a
restringirse respecto a quienes buscan ejercer un derecho que no necesariamente
significa un aporte a las industrias de los países receptores. Esto se ve reflejado en el
caso que analizamos a continuación.
El caso de los estudiantes becados sin visa
El caso que estudiamos hace referencia a la denegación masiva de al menos 60 visas
para realizar estudios en España a personas de nacionalidad ecuatoriana que, a pesar de
contar con becas de estudios y créditos educativos y de haber reunido todos los
requisitos establecidos por el Consulado General de ese país en Ecuador para este tipo
de visados, les fue impedido su derecho a trasladarse a tal país. La respuesta se resumió
en la expresión: “Le comunico que su expediente ha sido resuelto desfavorablemente”.
De acuerdo con datos proporcionados por las autoridades consulares españolas, en el
año 2007 solamente aprobaron 182 visas de estudio de las 480 solicitadas en el Ecuador,
a pesar de que en muchos casos los pedidos los efectuaron quienes habían sido
becados. [11]
No está por demás aclarar que estas personas presentaron toda la documentación
requerida y siguieron el proceso establecido, lo cual involucró la inversión de un promedio
de cuatro meses y cientos de dólares para reunir los requisitos exigidos para la obtención
de la visa. Todas las personas afectadas cumplieron a cabalidad con cada uno de ellos y,
en los casos en que hacía falta algún requisito lo corrigieron mediante el proceso de
subsanación.
Así, desde una perspectiva de derechos humanos, consideramos que la política
migratoria aplicada en este caso podría tener una dimensión discriminatoria, para lo cual
aplicamos el test de igualdad y razonabilidad siguiendo a la Corte Constitucional
colombiana. Ensayaremos una comparación del acceso al derecho a la educación entre
una persona que goza de la ciudadanía española, que puede circular libremente por su
territorio, y una persona ecuatoriana, que necesita una autorización emitida por las
autoridades de ese país para poder ingresar y transitar libremente por él. Así, los
elementos que deben existir para que podamos hablar de un trato discriminatorio son los
que detallamos a continuación:
Que exista un trato diferenciado a una persona o grupo: el trato diferenciado se da a los
estudiantes que no tienen la nacionalidad española, y en este caso tienen la ecuatoriana,
al impedirles la entrada y por consiguiente la libre circulación en un territorio determinado,
lo cual les impide materialmente acudir a los centros de enseñanza donde están
matriculados y algunos incluso becados. Como referencia de un estándar internacional, el
Protocolo de San Salvador, en su artículo 13(3) señala que “Los Estados partes en el
presente Protocolo, reconocen que con el objeto de lograr el pleno ejercicio del derecho a
la educación: […] c) la enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos,
sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean
apropiados.” [12] Esta accesibilidad material se refiere a una localización geográfica de
acceso razonable, que queda de por sí vetada cuando se impide de plano el ingreso al
país donde está ubicado el centro de estudios.
Que esta persona o grupo sufra el trato diferenciado en razón de sus características
específicas: en el caso estudiado se restringe la libertad de circulación de un grupo
específico de personas en razón de su nacionalidad, ya que, de tratarse de ciudadanos
europeos, con ciudadanía comunitaria, el Estado español no podría impedirles transitar
de un país a otro (dentro de la Unión Europea) con el fin de realizar estudios en una
institución en cualquier de sus estados miembros. De este modo, el trato diferenciado se
da con fundamento en la posesión o no de una ciudadanía determinada. El PIDESC hace
referencia a que el acceso igualitario a la educación superior se debe dar sobre la base
de la capacidad de cada uno, no por su nacionalidad, esto quiere decir que solamente
quienes aprueben los respectivos requisitos y exámenes de ingreso a las distintas
universidades, tendrán acceso en forma igual y directa. [13] Este es el único parámetro
que hace que una distinción sea legítima, y no fue precisamente el que se utilizó en este
caso para seleccionar a las personas que finalmente ingresaron a las universidades
españolas.
Por otro lado, en consistencia con los argumentos esbozados en la primera parte de este
trabajo, podríamos preguntarnos si que existe otra característica específica de este grupo
de personas que las hizo merecedoras de un trato discriminatorio, y es el hecho de que
su condición de migración no era laboral, sino que buscaban una visa de estudiantes. Sin
embargo, esta afirmación no puede ser sustentada sin una base estadística en la cual se
evidencie el porcentaje de estudiantes a los que se les otorga visas frente al porcentaje
de trabajadores/as aceptados, teniendo presente además que siempre será un mayor
número de personas que migren buscando trabajo que aquellas que tienen la
oportunidad de buscar la migración por motivos académicos.
Que tal trato diferenciado tenga como resultado el limitar o anular el goce de los derechos
humanos: la restricción del derecho humano a la libertad de circulación y residencia a
este grupo de personas por el hecho de ser ecuatorianas, tuvo como resultado la
negación de su derecho a la educación. Es un hecho que estas personas estaban ya
matriculadas en universidades de España y que además cumplían con todos los
requisitos legales que establece ese país para permitir la entrada de extranjeros que
buscan residir con este fin en su territorio. Luego de este análisis, podemos afirmar que
esta distinción, realizada por características propias de personas o grupos, por las que no
se puede realizar tratos diferenciados, en vista de que ello las inferioriza, resulta
discriminatoria al violar derechos humanos. [14]
Además, analizando brevemente la razonabilidad del trato diferenciado, vemos que el
criterio utilizado, atenta contra otros principios como son la igualdad y la libertad. El
objetivo perseguido con la restricción de la migración, que hace referencia a razones de
orden público, se ve deslegitimado en este caso, pues el ingreso de estudiantes
aceptados por universidades de un país a su territorio, no alteraría los estándares de vida
de la población del país receptor, como veremos más adelante. Finalmente, esta medida
no es apropiada ni necesaria para cumplir este fin, por lo que carece de proporcionalidad
y razonabilidad.
En general, más allá de este caso, planteamos que las políticas de inmigración de los
países del Norte pueden llevar a decisiones contra los y las extranjeras del Sur y a
realizar distinciones entre aquellos que pueden o no entrar en sus países, que desde el
punto de vista de la perspectiva cosmopolita de los derechos humanos, resultan
arbitrarias e incluso discriminatorias. [15] Por ello a continuación planteamos una visión
más global del problema, enfocada en los conceptos de ciudadanía y soberanía, frente al
goce de los derechos de todos y todas.
El derecho a la libre circulación y residencia de todos y todas vs. el concepto de
ciudadanía
Luego de reflexionar sobre este caso, nos preguntamos si ante limitaciones claramente
discriminatorias como esta, es posible solucionar la grave tensión entre la regulación del
derecho humano a la libertad de circulación y residencia y la obligación de garantía de los
derechos que han asumido los Estados, de cumplir un papel regulador de la movilidad
humana y no constituirse como un ente restrictivo de la misma. Esta no es una tarea fácil,
según Susan George varios son los argumentos en contra de la inmigración ilimitada de
las personas, estos van desde el temor de una disminución de la calidad de vida de los
nacionales de los países receptores, la generación de una reacción racista incontrolable,
el perjuicio a las economías de los propios países pobres de donde salen los migrantes
por el beneficio de los países receptores, e incluso que su adopción significaría una
rendición ante la ideología del libre mercado. [16]
Teniendo presente que la regulación estatal jamás puede llegar a regular un derecho de
tal manera que lo anule, se puede afirmar que es imperativo, al establecer políticas
migratorias, que no se deje de lado ni la historia de las migraciones ni los estándares
internacionales. Europa debería recordar el éxodo masivo de sus habitantes hacia
América a raíz de la explosión demográfica dada por la transformación capitalista y sus
múltiples guerras entre 1846 y 1930, donde más de cincuenta millones de europeos
emigraron más allá del océano, [17] y repensar sus restricciones, toda vez que ahora que
se produce un fenómeno parecido de necesidad de traslado de las personas de los
países del Sur.
Los gobiernos del Norte a veces favorecen y otras limitan la migración dependiendo de
sus necesidades económicas. Sus políticas hacen que hoy por hoy las cosas inanimadas
(el capital, los bienes) sean libres de circular, pero las personas no. El sistema capitalista
ha explotado a los pobres del Sur, atrayendo a parte de ellos al Norte para realizar
trabajos mal remunerados. Esta explotación ha sido histórica y es también actual y su
cuestionamiento debe involucrar una postura de resistencia e insurgencia contra los
fundamentos capitalistas que producen la etnificación del trabajo.
Un enfoque cosmopolita: ¿una ciudadanía global?
El desarrollo de una nueva teoría de ciudadanía involucra según de Sousa varias
características: esta debe ser desterritorializada, es decir menos nacional y más
igualitaria; descanonizada, o sea menos sagrada y más democrática, y socialista, en
tanto sea más consecuentemente social y menos única. [18] Por ello, a la hora de
proponer una libre migración, es imposible pasar por alto la existencia de varias
tensiones entre los derechos humanos y ciertas realidades que han frenado una
circulación sin barreras por el globo. Tenemos claro que el hecho de analizar la libre
migración de las personas nos lleva a pensar en el concepto de soberanía de los Estados
y su potestad para controlar sus fronteras y establecer políticas migratorias desde sus
propios intereses, frente al problema de la movilidad humana y la búsqueda del bienestar
por medio de ella, que es una constante en el ser humano.
El concepto de ciudadanía hace referencia a las relaciones entre el Estado y las
personas, relación regulada por las leyes, que establece los derechos y obligaciones
entre ellos y el vínculo de la nacionalidad. Este concepto entra en tensión con los
derechos humanos en tanto que ellos hacen referencia a toda persona,
independientemente de cualquier condición, incluso su ciudadanía. Según Chávez, esta
tensión es fundamental para comprender el problema de la migración, pues “la
ciudadanía, en tanto nacional, conlleva la noción de extranjería para quienes no son
ciudadanos”. [19]
Un nuevo concepto de ciudadanía nos lleva a pensar en que los derechos humanos no
están -o por lo menos no deberían estar- fundamentados en la pertenencia a una
determinada nación o en la cualidad de ciudadano de tal o cual país, sino que se
fundamentan en la dignidad humana y deben poder ser ejercidos por todos y
todas. Como vimos, esto no sucedió con el derecho a la educación en el caso analizado.
Una visión liberal de la ciudadanía lleva directamente a la restricción de la libre
circulación, mientras que una visión progresista, desde los derechos humanos, da paso a
una política pública de apertura menos radical. Sin embargo, la tensión entre los
derechos de circulación y residencia y la soberanía estatal es un escollo duro de superar
para una propuesta de ciudadanía global o de derechos no basados en la
ciudadanía. Afirmaciones como de la de Walzer, para quien “en algún nivel de
organización política algo como el Estado soberano debe tomar forma y proclamar la
autoridad de dictar su propia política administrativa, de controlar y algunas veces
restringir los flujos de inmigrantes”, [20] hace que se necesite mucha creatividad a la hora
de fundamentar una propuesta semejante. La función del Estado debe ser garante de
los derechos, por ello la necesaria regulación estatal no puede ser sinónimo de anulación
de derechos humanos, pues estos priman sobre la noción de ciudadanía. Los europeos
no deben tener el derecho a tener más derechos sólo por poseer un pasaporte, al que
Santos califica, junto con la visa, como los fetiches jurídicos de acuerdo con los cuales la
vida cambia y de los cuales depende la dignidad humana de muchas personas. [21]
Sería interesante que se deje de tener a las fronteras nacionales como la principal
herramienta política para mantener la desigualdad en el sistema mundial. Por ello
rescatamos el criterio de Chávez, respecto a que “es un imperativo repensar el tema de
la libertad para la movilidad de las personas y su residencia en el mundo globalizado –
más aún cuando existe gran libertad de circulación de capitales y bienes, y por tanto la
libertad de circulación de quienes son propietarios de estos.” [22] Yo agregaría que existe
una libertad limitada para la movilidad de quienes trabajan alrededor de los capitales,
hasta donde sirven para su mantención y crecimiento. Y pienso que casi no existe esa
libertad para quienes poco tienen que ver con ellos. Cabe en este punto recordar el ideal
planteado por el tan poco recordado artículo 28 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, que recoge el derecho de toda persona a que se establezca un
orden social e internacional en el que los derechos puedan hacerse plenamente
efectivos, señalando de este modo los vínculos entre el individuo y la sociedad. A criterio
del profesor Felipe Gómez, el olvido en que ha caído este artículo es plenamente
consciente, ya que no se está dispuesto a aceptar todas las consecuencias que se
derivarían de una aceptación plena y efectiva de este artículo, que podría servir de base
para la construcción de esta nueva ciudadanía global. [23]
A manera de conclusión: posibles soluciones y mecanismos de protección
Se ha podido verificar que una restricción al derecho a la circulación de las personas que
resulte en violación de sus derechos humanos es por sí misma discriminatoria, siempre
que se base en características por las que no se pueden realizar distinciones entre
grupos o individuos. Ahora, al buscar soluciones a estos problemas que plantean las
tensiones entre Estados y dignidad humana, específicamente se dará una mirada a la
posibilidad de solventar la tensión existente entre la soberanía estatal y el derecho a la
educación. Por ello, para finalizar este ensayo se hace referencia a dos clases de
soluciones, una desde las políticas públicas, y otra desde los mecanismos judiciales de
protección.
En el campo de las políticas públicas, la implementación de acuerdos educativos frente a
los tratados de libre comercio (TLC), por lo cuales circulan libremente capitales y, por
supuesto, las personas relacionadas con estos capitales: inversionistas, empresarios,
ciertos trabajadores. A estos tratados alternativos los podemos llamar “tratados de libre
educación” (TLE), que frente a los TLC buscarán sustentar programas constantes y
permanentes de becas, pasantías e intercambios estudiantiles.
En este marco de acción, el ejercicio del propio derecho a la educación puede ser usado
como una herramienta para ampliar los niveles de apertura y aceptación hacia los y las
migrantes. Tomamos el ejemplo de la educación cosmopolita planteada por Martha
Nussbaum, para quien “[E]l compromiso con los derechos humanos básicos debería ser
parte de todo sistema educativo nacional […] este compromiso propiciaría la unidad de
muchas naciones.” [24] Esta educación como ciudadanos/as del mundo, a nivel de
implementación de nuevos de pensum de estudios más diversos y enfocados en la
equidad, y complementada con la participación de estudiantes de diferentes zonas
geográficas, preconizando un respeto igual para todos/as, contribuiría, a criterio de la
autora por cuatro razones fundamentales: nos permitiría aprender más acerca de
nosotros mismos, avanzaríamos en la resolución de problemas que requieren la
cooperación internacional, nos obligaría a reconocer obligaciones morales con el resto
del mundo que de otra forma pasarían desapercibidas y ayudaría a la cuestión del
respeto multicultural dentro de las propias naciones. [25]
Respecto a los mecanismos judiciales de protección y exigibilidad nos parece importante
pensar este problema desde dos aspectos, el primero referente al acceso a la justicia de
las personas que buscan migrar o que ya lo han hecho, y el otro respecto a la dificultad
de la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales, dentro de los cuales
se encuentra el derecho a la educación.
En relación al acceso a la justicia de las personas migrantes, es válida la crítica realizada
a la acción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el sentido de que haya sido
“en extremos pasiva, restrictiva y de bajo perfil al interpretar los límites de su jurisdicción
de derechos humanos en casos que tienen que ver con personas que no son nacionales
de la Unión Europea.” [26] Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
dicho que una de las formas concretas de discriminación hacia los migrantes es la
privación del acceso a la justicia para defender los derechos conculcados, y ha sido clara
en recordar que “no hay disposición alguna que limite el acceso a la justicia por la
nacionalidad del demandante […] el Estado debe garantizar que el acceso a la justicia
sea no solo formal sino real”. [27] La Corte IDH establece así la importancia creciente de la
prevalencia de determinados derechos, como el derecho de acceso a la justicia para los
migrantes.
En segundo lugar, respecto a los derechos económicos, sociales y culturales, solamente
nos gustaría recordar que los Estados deben brindar recursos judiciales idóneos para
reparar violaciones de derechos sociales, y ello significa que no basta con los recursos
previstos para reparar la violación de otros derechos, cuando por sus características
impidan el planteo adecuado del caso, tal como sucede en el caso ecuatoriano, donde las
acciones de protección de derechos, como es el amparo constitucional, no tienen las
características necesarias para ser consideradas idóneas, generales, rápidas, sencillas y
mucho menos eficaces en la protección de los derechos fundamentales, y menos aún de
los DESC.
Sólo cuando se entienda como justiciables y exigibles los derechos económicos, sociales
y culturales, y no sólo por los ciudadanos y ciudadanas de un determinado país, sino por
cualquier persona, se podrá pensar en una exigibilidad real del derecho a la educación en
cualquier parte del mundo.
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[1] Abogado, estudiante de la Maestría en Derechos Humanos y Democracia en América Latina, Universidad
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e-mail: [email protected]
[2] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas: el flujo migratorio de Ecuador hacia España,
1998-2005 , Tesis del Programa de Maestría en Estudios Latinoamericanos, UASB, 2006, p. 4 .
[3] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , ILSA, Bogotá, 1999, p. 115. (El resaltado es
nuestro) .
[4] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 144 .
[5] Palabras del Primer Ministro británico John Major en junio de1996, recogidas en el diario The Observer del
30 de junio de 1996, citado por Storey, La ética de los controles de inmigración, p. 127 .
[6] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p. 4 .
[7] Andy Storey, La ética de los controles de inmigración: temas para las ONG de desarrollo, OXFAM
Intermón, Barcelona, 2000, p. 128 .
[8] Andy Storey, La ética de los controles de inmigración: temas para las ONG de desarrollo, p. 128.
[9] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 123.
[10] Ver Inmanuel Wallerstein, Raza, nación, clase. Las identidades ambiguas , IEPALA, 1991, p. 56 .
[11] Comunicación emitida por la Embajada de España en Quito titulada “Elementos aclaratorios sobre los
visados para cursar estudios en España, del 9 de noviembre de 2007 .
[12] Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, artículo 13(3) .
[13] Ver Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales PIDESC, artículo 13 .
[14] Ver Boaventura de Sousa Santos, La caída del Angelus Novus. Ensayos para una nueva teoría social y
una nueva práctica política , Colección en clave de sur, César Rodríguez, edit., Bogotá, ILSA, Universidad
Nacional de Colombia, 2003, p. 154 .
[15] Ver Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 142.
[16] Susan George, The debt boomerang: how third world debt harms us all , Londres, Pluto Press, 1992,
citado por Storey Andy, p. 128-136 .
[17] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p.118 .
[18] Ver Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 148 .
[19] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p.42 .
[20] Michael Walzer, The distribution of Membership , 1981, citado por Boaventura de Sousa Santos, La
Globalización del Derecho , p. 145 .
[21] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 148 .
[22] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p.42 .
[23] Felipe Gómez Isa, La Declaración Universal de los Derechos Humanos , Universidad de Deusto, Bilbao,
2002, p. 83 .
[24] Martha C. Nussbaum, Patriotismo y Cosmopolitismo en J. Cohen (compilador) Los límites del
patriotismo, Paidós, Barcelona, 1999, p. 16 .
[25] Ver ídem ., p. 22-26 .
[26] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p.139 .
[27] Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes
Indocumentados , Opinión Consultiva OC-18/03, 17 de septiembre de 2003. Serie A No. 18, p. 19, 49, 78, 124,
149 .
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