Las limitaciones a la libertad de circulación y residencia desde una perspectiva de derechos humanos Javier Dávalos González [1] Ecuador Cuando le preguntaron de donde venía, respondió: “soy ciudadano del mundo”. Diógenes Laercio, Vida de Diógenes el cínico Introducción La migración internacional es una de las problemáticas más graves que enfrenta el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. La potestad reguladora de los Estados sobre sus fronteras frente a la creciente movilidad de las personas que buscan ingresar a sus territorios ha dejado de ser una política reguladora y garantista, y más bien se ha convertido en una restrictiva herramienta de explotación, discriminación y violación de derechos, disfrazada de sesgados valores y claros intereses, como son la soberanía nacional y el sostenimiento del capitalismo global. En un estudio que explora la relación entre derechos humanos, migración y políticas públicas en el contexto de la globalización, Gardenia Chávez define a la migración como “el desplazamiento residencial de la reproducción cotidiana de la existencia, de un socioespacio a otro”. [2] Según la autora, desde el enfoque de derechos, este desplazamiento supone el reconocimiento de la libertad de tránsito y residencia. Así, en ejercicio de estos derechos “las personas pueden cruzar las fronteras como turistas, negociantes o trabajadores, como científicos, estudiantes, consumidores o refugiados. Estos movimientos interfronterizos suscitan una gran cantidad de problemas sociojurídicos”. [3] Es un hecho que los grupos en condiciones de mayor vulnerabilidad ante estos problemas son los migrantes económicos, así como los buscadores de asilo y refugio, sin embrago, en este trabajo se tratará la problemática de un grupo distinto, el de las personas que pretenden migrar por motivos académicos. Se aborda el estudio de este grupo por una razón especial: reflexionar alrededor de un caso específico donde se afectó el derecho a la educación de varias personas que deseaban estudiar en España (algunos incluso habían obtenido becas), y que a pesar de cumplir con todos los requisitos, les fue negado el visado por el Consulado General de ese país en la ciudad de Quito, sin motivación ni razón alguna. Es nuestro objetivo demostrar que tal negativa constituye un acto discriminatorio contra estas personas, que evidencia la existencia de una política pública arbitraria en sí misma. Boaventura de Sousa Santos, afirma que “Los terceros mundos transnacionales de personas son también terceros mundos de conocimientos, y esos dos mundos se alimentan entre sí.” [4] Por ello, muchos/as estudiantes del Sur buscan pasar por las universidades del Norte, que gozan de una gran tradición y prestigio. Ante este deseo, hace no mucho tiempo la máxima autoridad de un país europeo afirmaba: “No debemos estar abiertos a todos lo que quieran venir, solamente porque París, Londres y Roma sean ciudades más atractivas que Bombay o Argel.” [5] A pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece los derechos a la libre circulación y residencia de las personas, y la obligación de los Estados de regular la realización de estos derechos –no su prohibición-, gracias a criterios de “selectividad” como los mencionados, tal deber se ha expresado en políticas restrictivas y discriminatorias que facilitan por lo general la entrada a los países sólo a personas que constituyen mano de obra necesaria para el mantenimiento de sus industrias, y además en las cantidades limitadas para ello. El cuestionamiento que guía este trabajo se refiere a la situación de las personas que no entran en este grupo específico, cuya migración se dificulta enormemente ya que las políticas migratorias establecidas se basan en fundamentos económicos, motivos que deberíamos estar más dispuestos a cuestionar. Por ejemplo, según el citado estudio de Chávez, que analiza las políticas migratorias establecidas por España hacia el Ecuador, es evidente que aquellas “dan prioridad a intereses económico laborales del Estado español, al control policíaco sobre la migración irregular y a las medidas de retorno […] todo ello menoscaba la garantía de los derechos humanos de la población ecuatoriana migrante.” [6] De este modo, el presente trabajo busca dar una respuesta a la siguiente pregunta: ¿es discriminatoria una limitación a los derechos de circulación y residencia de los migrantes que tenga como consecuencia la violación a algún derecho humano? Para ello analizamos un caso particular sobre la restricción de la libre circulación que tuvo como resultado la violación del derecho a la educación de varias personas. Intentaremos demostrar que la política migratoria aplicada fue restrictiva y discriminatoria, enfocada sólo en mantener un trabajo etnificado y no al desarrollo de los seres humanos sin distinción de ciudadanía, nacionalidad o cualquier otra condición. El contexto migratorio actual y las políticas de inmigración La migración masiva al exterior en la última década registra aproximadamente, desde un millón a 2,5 millones de ecuatorianos/as. Según los datos del proyecto IMILA de CELADE/CEPAL, se estima que serían 700.000 personas las que habrían migrado hasta antes de la aceleración del flujo migratorio intenso de los últimos años. De acuerdo al censo realizado por el INEC en el año 2001 las personas que habrían salido del país entre 1996 y 2001 son 377.908. Según la Dirección Nacional de Migración, para el periodo 1996-2004, la cifra de personas que han salido y no han regresado al Ecuador asciende a 842.600. ¿Una política migratoria discriminatoria? A pesar de que sabemos que es una tarea complicada, en esta parte pretendemos cuestionar y denunciar los fundamentos de la limitada apertura que evidencia la política pública migratoria establecida por los países del Norte hacia los migrantes de los países del Sur, cuando tal migración no les presta un beneficio directo. Coincidimos con Storey cuando afirma que “[E]n la actualidad, se da por hecho que las críticas a la libre circulación de personas tienen tanta validez per se que no hace falta analizar de manera rigurosa los valores en los que se basan.” [7] Con base en argumentos como este, se tiene como verdad general que los Estados tienen derecho a controlar sus fronteras y restringir la libre circulación de las personas en cualquier caso. Sin embargo, es necesario preguntarse si no se pueden ver estos controles de inmigración como una forma de discriminación que impide, por la fuerza física y legal, que los sectores más pobres de la sociedad disfruten de la riqueza mundial. Y cuando hablamos de riqueza no nos referimos solamente a la económica, sino también al saber, la educación y la ciencia, condiciones que permiten también una mejora en la calidad de vida de las personas. Así, concordamos con el criterio de que: “[…] es legítimo argumentar que todos los que viven en el Sur tienen derecho a una vida mejor donde sea que la encuentren, y que el Norte no tiene derecho a negarles el acceso a ella […] la satisfacción de tales expectativas se vuelve cada vez más difícil bajo las economías de escasez de la periferia y los crecientes lazos que trascienden las fronteras nacionales hacen posible que ciertos grupos allí ubicados busquen una solución a la migración en el extranjero.” [8] La reflexión planteada es la siguiente: cuando los migrantes económicos pretenden mejorar su nivel de vida trabajando en el Norte, su desplazamiento trae un beneficio directo para las industrias de los países receptores, por lo que su migración es aceptada aunque en cantidades limitadas- sin poner mayores trabas por el tema específico de la nacionalidad, ya que se trata de mano de obra necesaria. Por otro lado, cuando los migrantes estudiantiles también buscan mejorar su nivel de vida realizando estudios en el Norte, pero esta mejora no trae (al menos directamente) beneficios tangibles (o deberíamos decir rentables) para los países receptores, el tema de la nacionalidad vuelve a ser un factor de descalificación muy significativo, en la ejecución de esta política en general selectiva y restrictiva. En este marco, es importante recordar por qué las políticas de los Estados receptores son tan importantes, y es que éstas determinan si puede o no tener lugar el movimiento internacional, y qué tipo de movimiento es el que se puede producir. Así, coincidimos con Santos en la existencia de una clara predisposición en estas políticas, cuando habla de “la tendencia de los Estados centrales a favorecer, en el caso en que permitan alguna forma de inmigración, sólo la migración temporal y sólo en términos restrictivos (sólo para aquellos cuyos conocimientos y habilidades son objeto de demanda).” [9] Esto es lo que Wallerstein ha calificado como la “etnificación” de la fuerza de trabajo [10] , proceso por el cual los países centrales obtienen los beneficios de una mano de obra barata que realiza ciertas labores de un grupo de la población, que generalmente es migrante y determinado por su condición de raza, sexo y ahora nacionalidad. Así, se permite -en cierto grado controlado y regulado- el derecho a la libre circulación y residencia de las personas que significan una contribución directa al sistema capitalista, pero esta libertad tiende a restringirse respecto a quienes buscan ejercer un derecho que no necesariamente significa un aporte a las industrias de los países receptores. Esto se ve reflejado en el caso que analizamos a continuación. El caso de los estudiantes becados sin visa El caso que estudiamos hace referencia a la denegación masiva de al menos 60 visas para realizar estudios en España a personas de nacionalidad ecuatoriana que, a pesar de contar con becas de estudios y créditos educativos y de haber reunido todos los requisitos establecidos por el Consulado General de ese país en Ecuador para este tipo de visados, les fue impedido su derecho a trasladarse a tal país. La respuesta se resumió en la expresión: “Le comunico que su expediente ha sido resuelto desfavorablemente”. De acuerdo con datos proporcionados por las autoridades consulares españolas, en el año 2007 solamente aprobaron 182 visas de estudio de las 480 solicitadas en el Ecuador, a pesar de que en muchos casos los pedidos los efectuaron quienes habían sido becados. [11] No está por demás aclarar que estas personas presentaron toda la documentación requerida y siguieron el proceso establecido, lo cual involucró la inversión de un promedio de cuatro meses y cientos de dólares para reunir los requisitos exigidos para la obtención de la visa. Todas las personas afectadas cumplieron a cabalidad con cada uno de ellos y, en los casos en que hacía falta algún requisito lo corrigieron mediante el proceso de subsanación. Así, desde una perspectiva de derechos humanos, consideramos que la política migratoria aplicada en este caso podría tener una dimensión discriminatoria, para lo cual aplicamos el test de igualdad y razonabilidad siguiendo a la Corte Constitucional colombiana. Ensayaremos una comparación del acceso al derecho a la educación entre una persona que goza de la ciudadanía española, que puede circular libremente por su territorio, y una persona ecuatoriana, que necesita una autorización emitida por las autoridades de ese país para poder ingresar y transitar libremente por él. Así, los elementos que deben existir para que podamos hablar de un trato discriminatorio son los que detallamos a continuación: Que exista un trato diferenciado a una persona o grupo: el trato diferenciado se da a los estudiantes que no tienen la nacionalidad española, y en este caso tienen la ecuatoriana, al impedirles la entrada y por consiguiente la libre circulación en un territorio determinado, lo cual les impide materialmente acudir a los centros de enseñanza donde están matriculados y algunos incluso becados. Como referencia de un estándar internacional, el Protocolo de San Salvador, en su artículo 13(3) señala que “Los Estados partes en el presente Protocolo, reconocen que con el objeto de lograr el pleno ejercicio del derecho a la educación: […] c) la enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados.” [12] Esta accesibilidad material se refiere a una localización geográfica de acceso razonable, que queda de por sí vetada cuando se impide de plano el ingreso al país donde está ubicado el centro de estudios. Que esta persona o grupo sufra el trato diferenciado en razón de sus características específicas: en el caso estudiado se restringe la libertad de circulación de un grupo específico de personas en razón de su nacionalidad, ya que, de tratarse de ciudadanos europeos, con ciudadanía comunitaria, el Estado español no podría impedirles transitar de un país a otro (dentro de la Unión Europea) con el fin de realizar estudios en una institución en cualquier de sus estados miembros. De este modo, el trato diferenciado se da con fundamento en la posesión o no de una ciudadanía determinada. El PIDESC hace referencia a que el acceso igualitario a la educación superior se debe dar sobre la base de la capacidad de cada uno, no por su nacionalidad, esto quiere decir que solamente quienes aprueben los respectivos requisitos y exámenes de ingreso a las distintas universidades, tendrán acceso en forma igual y directa. [13] Este es el único parámetro que hace que una distinción sea legítima, y no fue precisamente el que se utilizó en este caso para seleccionar a las personas que finalmente ingresaron a las universidades españolas. Por otro lado, en consistencia con los argumentos esbozados en la primera parte de este trabajo, podríamos preguntarnos si que existe otra característica específica de este grupo de personas que las hizo merecedoras de un trato discriminatorio, y es el hecho de que su condición de migración no era laboral, sino que buscaban una visa de estudiantes. Sin embargo, esta afirmación no puede ser sustentada sin una base estadística en la cual se evidencie el porcentaje de estudiantes a los que se les otorga visas frente al porcentaje de trabajadores/as aceptados, teniendo presente además que siempre será un mayor número de personas que migren buscando trabajo que aquellas que tienen la oportunidad de buscar la migración por motivos académicos. Que tal trato diferenciado tenga como resultado el limitar o anular el goce de los derechos humanos: la restricción del derecho humano a la libertad de circulación y residencia a este grupo de personas por el hecho de ser ecuatorianas, tuvo como resultado la negación de su derecho a la educación. Es un hecho que estas personas estaban ya matriculadas en universidades de España y que además cumplían con todos los requisitos legales que establece ese país para permitir la entrada de extranjeros que buscan residir con este fin en su territorio. Luego de este análisis, podemos afirmar que esta distinción, realizada por características propias de personas o grupos, por las que no se puede realizar tratos diferenciados, en vista de que ello las inferioriza, resulta discriminatoria al violar derechos humanos. [14] Además, analizando brevemente la razonabilidad del trato diferenciado, vemos que el criterio utilizado, atenta contra otros principios como son la igualdad y la libertad. El objetivo perseguido con la restricción de la migración, que hace referencia a razones de orden público, se ve deslegitimado en este caso, pues el ingreso de estudiantes aceptados por universidades de un país a su territorio, no alteraría los estándares de vida de la población del país receptor, como veremos más adelante. Finalmente, esta medida no es apropiada ni necesaria para cumplir este fin, por lo que carece de proporcionalidad y razonabilidad. En general, más allá de este caso, planteamos que las políticas de inmigración de los países del Norte pueden llevar a decisiones contra los y las extranjeras del Sur y a realizar distinciones entre aquellos que pueden o no entrar en sus países, que desde el punto de vista de la perspectiva cosmopolita de los derechos humanos, resultan arbitrarias e incluso discriminatorias. [15] Por ello a continuación planteamos una visión más global del problema, enfocada en los conceptos de ciudadanía y soberanía, frente al goce de los derechos de todos y todas. El derecho a la libre circulación y residencia de todos y todas vs. el concepto de ciudadanía Luego de reflexionar sobre este caso, nos preguntamos si ante limitaciones claramente discriminatorias como esta, es posible solucionar la grave tensión entre la regulación del derecho humano a la libertad de circulación y residencia y la obligación de garantía de los derechos que han asumido los Estados, de cumplir un papel regulador de la movilidad humana y no constituirse como un ente restrictivo de la misma. Esta no es una tarea fácil, según Susan George varios son los argumentos en contra de la inmigración ilimitada de las personas, estos van desde el temor de una disminución de la calidad de vida de los nacionales de los países receptores, la generación de una reacción racista incontrolable, el perjuicio a las economías de los propios países pobres de donde salen los migrantes por el beneficio de los países receptores, e incluso que su adopción significaría una rendición ante la ideología del libre mercado. [16] Teniendo presente que la regulación estatal jamás puede llegar a regular un derecho de tal manera que lo anule, se puede afirmar que es imperativo, al establecer políticas migratorias, que no se deje de lado ni la historia de las migraciones ni los estándares internacionales. Europa debería recordar el éxodo masivo de sus habitantes hacia América a raíz de la explosión demográfica dada por la transformación capitalista y sus múltiples guerras entre 1846 y 1930, donde más de cincuenta millones de europeos emigraron más allá del océano, [17] y repensar sus restricciones, toda vez que ahora que se produce un fenómeno parecido de necesidad de traslado de las personas de los países del Sur. Los gobiernos del Norte a veces favorecen y otras limitan la migración dependiendo de sus necesidades económicas. Sus políticas hacen que hoy por hoy las cosas inanimadas (el capital, los bienes) sean libres de circular, pero las personas no. El sistema capitalista ha explotado a los pobres del Sur, atrayendo a parte de ellos al Norte para realizar trabajos mal remunerados. Esta explotación ha sido histórica y es también actual y su cuestionamiento debe involucrar una postura de resistencia e insurgencia contra los fundamentos capitalistas que producen la etnificación del trabajo. Un enfoque cosmopolita: ¿una ciudadanía global? El desarrollo de una nueva teoría de ciudadanía involucra según de Sousa varias características: esta debe ser desterritorializada, es decir menos nacional y más igualitaria; descanonizada, o sea menos sagrada y más democrática, y socialista, en tanto sea más consecuentemente social y menos única. [18] Por ello, a la hora de proponer una libre migración, es imposible pasar por alto la existencia de varias tensiones entre los derechos humanos y ciertas realidades que han frenado una circulación sin barreras por el globo. Tenemos claro que el hecho de analizar la libre migración de las personas nos lleva a pensar en el concepto de soberanía de los Estados y su potestad para controlar sus fronteras y establecer políticas migratorias desde sus propios intereses, frente al problema de la movilidad humana y la búsqueda del bienestar por medio de ella, que es una constante en el ser humano. El concepto de ciudadanía hace referencia a las relaciones entre el Estado y las personas, relación regulada por las leyes, que establece los derechos y obligaciones entre ellos y el vínculo de la nacionalidad. Este concepto entra en tensión con los derechos humanos en tanto que ellos hacen referencia a toda persona, independientemente de cualquier condición, incluso su ciudadanía. Según Chávez, esta tensión es fundamental para comprender el problema de la migración, pues “la ciudadanía, en tanto nacional, conlleva la noción de extranjería para quienes no son ciudadanos”. [19] Un nuevo concepto de ciudadanía nos lleva a pensar en que los derechos humanos no están -o por lo menos no deberían estar- fundamentados en la pertenencia a una determinada nación o en la cualidad de ciudadano de tal o cual país, sino que se fundamentan en la dignidad humana y deben poder ser ejercidos por todos y todas. Como vimos, esto no sucedió con el derecho a la educación en el caso analizado. Una visión liberal de la ciudadanía lleva directamente a la restricción de la libre circulación, mientras que una visión progresista, desde los derechos humanos, da paso a una política pública de apertura menos radical. Sin embargo, la tensión entre los derechos de circulación y residencia y la soberanía estatal es un escollo duro de superar para una propuesta de ciudadanía global o de derechos no basados en la ciudadanía. Afirmaciones como de la de Walzer, para quien “en algún nivel de organización política algo como el Estado soberano debe tomar forma y proclamar la autoridad de dictar su propia política administrativa, de controlar y algunas veces restringir los flujos de inmigrantes”, [20] hace que se necesite mucha creatividad a la hora de fundamentar una propuesta semejante. La función del Estado debe ser garante de los derechos, por ello la necesaria regulación estatal no puede ser sinónimo de anulación de derechos humanos, pues estos priman sobre la noción de ciudadanía. Los europeos no deben tener el derecho a tener más derechos sólo por poseer un pasaporte, al que Santos califica, junto con la visa, como los fetiches jurídicos de acuerdo con los cuales la vida cambia y de los cuales depende la dignidad humana de muchas personas. [21] Sería interesante que se deje de tener a las fronteras nacionales como la principal herramienta política para mantener la desigualdad en el sistema mundial. Por ello rescatamos el criterio de Chávez, respecto a que “es un imperativo repensar el tema de la libertad para la movilidad de las personas y su residencia en el mundo globalizado – más aún cuando existe gran libertad de circulación de capitales y bienes, y por tanto la libertad de circulación de quienes son propietarios de estos.” [22] Yo agregaría que existe una libertad limitada para la movilidad de quienes trabajan alrededor de los capitales, hasta donde sirven para su mantención y crecimiento. Y pienso que casi no existe esa libertad para quienes poco tienen que ver con ellos. Cabe en este punto recordar el ideal planteado por el tan poco recordado artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que recoge el derecho de toda persona a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos puedan hacerse plenamente efectivos, señalando de este modo los vínculos entre el individuo y la sociedad. A criterio del profesor Felipe Gómez, el olvido en que ha caído este artículo es plenamente consciente, ya que no se está dispuesto a aceptar todas las consecuencias que se derivarían de una aceptación plena y efectiva de este artículo, que podría servir de base para la construcción de esta nueva ciudadanía global. [23] A manera de conclusión: posibles soluciones y mecanismos de protección Se ha podido verificar que una restricción al derecho a la circulación de las personas que resulte en violación de sus derechos humanos es por sí misma discriminatoria, siempre que se base en características por las que no se pueden realizar distinciones entre grupos o individuos. Ahora, al buscar soluciones a estos problemas que plantean las tensiones entre Estados y dignidad humana, específicamente se dará una mirada a la posibilidad de solventar la tensión existente entre la soberanía estatal y el derecho a la educación. Por ello, para finalizar este ensayo se hace referencia a dos clases de soluciones, una desde las políticas públicas, y otra desde los mecanismos judiciales de protección. En el campo de las políticas públicas, la implementación de acuerdos educativos frente a los tratados de libre comercio (TLC), por lo cuales circulan libremente capitales y, por supuesto, las personas relacionadas con estos capitales: inversionistas, empresarios, ciertos trabajadores. A estos tratados alternativos los podemos llamar “tratados de libre educación” (TLE), que frente a los TLC buscarán sustentar programas constantes y permanentes de becas, pasantías e intercambios estudiantiles. En este marco de acción, el ejercicio del propio derecho a la educación puede ser usado como una herramienta para ampliar los niveles de apertura y aceptación hacia los y las migrantes. Tomamos el ejemplo de la educación cosmopolita planteada por Martha Nussbaum, para quien “[E]l compromiso con los derechos humanos básicos debería ser parte de todo sistema educativo nacional […] este compromiso propiciaría la unidad de muchas naciones.” [24] Esta educación como ciudadanos/as del mundo, a nivel de implementación de nuevos de pensum de estudios más diversos y enfocados en la equidad, y complementada con la participación de estudiantes de diferentes zonas geográficas, preconizando un respeto igual para todos/as, contribuiría, a criterio de la autora por cuatro razones fundamentales: nos permitiría aprender más acerca de nosotros mismos, avanzaríamos en la resolución de problemas que requieren la cooperación internacional, nos obligaría a reconocer obligaciones morales con el resto del mundo que de otra forma pasarían desapercibidas y ayudaría a la cuestión del respeto multicultural dentro de las propias naciones. [25] Respecto a los mecanismos judiciales de protección y exigibilidad nos parece importante pensar este problema desde dos aspectos, el primero referente al acceso a la justicia de las personas que buscan migrar o que ya lo han hecho, y el otro respecto a la dificultad de la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales, dentro de los cuales se encuentra el derecho a la educación. En relación al acceso a la justicia de las personas migrantes, es válida la crítica realizada a la acción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el sentido de que haya sido “en extremos pasiva, restrictiva y de bajo perfil al interpretar los límites de su jurisdicción de derechos humanos en casos que tienen que ver con personas que no son nacionales de la Unión Europea.” [26] Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que una de las formas concretas de discriminación hacia los migrantes es la privación del acceso a la justicia para defender los derechos conculcados, y ha sido clara en recordar que “no hay disposición alguna que limite el acceso a la justicia por la nacionalidad del demandante […] el Estado debe garantizar que el acceso a la justicia sea no solo formal sino real”. [27] La Corte IDH establece así la importancia creciente de la prevalencia de determinados derechos, como el derecho de acceso a la justicia para los migrantes. En segundo lugar, respecto a los derechos económicos, sociales y culturales, solamente nos gustaría recordar que los Estados deben brindar recursos judiciales idóneos para reparar violaciones de derechos sociales, y ello significa que no basta con los recursos previstos para reparar la violación de otros derechos, cuando por sus características impidan el planteo adecuado del caso, tal como sucede en el caso ecuatoriano, donde las acciones de protección de derechos, como es el amparo constitucional, no tienen las características necesarias para ser consideradas idóneas, generales, rápidas, sencillas y mucho menos eficaces en la protección de los derechos fundamentales, y menos aún de los DESC. Sólo cuando se entienda como justiciables y exigibles los derechos económicos, sociales y culturales, y no sólo por los ciudadanos y ciudadanas de un determinado país, sino por cualquier persona, se podrá pensar en una exigibilidad real del derecho a la educación en cualquier parte del mundo. Bibliografía Chávez Gardenia, Derechos humanos y políticas públicas: el flujo migratorio de Ecuador hacia España, 1998-2005, Tesis del Programa de Maestría en Estudios Latinoamericanos, UASB, 2006. Comisión Andina de Juristas, Derechos fundamentales e interpretación constitucional (ensayos-jurisprudencia), Bogotá, CAJ, 1997. Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación racial. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados, Opinión Consultiva OC-18/03, 17 de septiembre de 2003. Serie A No. 18. De Sousa Santos, Boaventura, La caída del Angelus Novus. Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política, Colección en clave de sur, César Rodríguez, edit., Bogotá, ILSA, Universidad Nacional de Colombia, 2003. De Sousa Santos, Boaventura, De la mano de Alicia. 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Storey, Andy, La ética de los controles de inmigración: temas para las ONG de desarrollo, OXFAM Intermón, Barcelona, 2000 Wallerstein, Inmanuel, Raza, nación, clase. Las identidades ambiguas, Madrid, IEPALA, 1991. [1] Abogado, estudiante de la Maestría en Derechos Humanos y Democracia en América Latina, Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecua dor. e-mail: [email protected] [2] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas: el flujo migratorio de Ecuador hacia España, 1998-2005 , Tesis del Programa de Maestría en Estudios Latinoamericanos, UASB, 2006, p. 4 . [3] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , ILSA, Bogotá, 1999, p. 115. (El resaltado es nuestro) . [4] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 144 . [5] Palabras del Primer Ministro británico John Major en junio de1996, recogidas en el diario The Observer del 30 de junio de 1996, citado por Storey, La ética de los controles de inmigración, p. 127 . [6] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p. 4 . [7] Andy Storey, La ética de los controles de inmigración: temas para las ONG de desarrollo, OXFAM Intermón, Barcelona, 2000, p. 128 . [8] Andy Storey, La ética de los controles de inmigración: temas para las ONG de desarrollo, p. 128. [9] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 123. [10] Ver Inmanuel Wallerstein, Raza, nación, clase. Las identidades ambiguas , IEPALA, 1991, p. 56 . [11] Comunicación emitida por la Embajada de España en Quito titulada “Elementos aclaratorios sobre los visados para cursar estudios en España, del 9 de noviembre de 2007 . [12] Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 13(3) . [13] Ver Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales PIDESC, artículo 13 . [14] Ver Boaventura de Sousa Santos, La caída del Angelus Novus. Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política , Colección en clave de sur, César Rodríguez, edit., Bogotá, ILSA, Universidad Nacional de Colombia, 2003, p. 154 . [15] Ver Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 142. [16] Susan George, The debt boomerang: how third world debt harms us all , Londres, Pluto Press, 1992, citado por Storey Andy, p. 128-136 . [17] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p.118 . [18] Ver Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 148 . [19] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p.42 . [20] Michael Walzer, The distribution of Membership , 1981, citado por Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 145 . [21] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p. 148 . [22] Gardenia Chávez, Derechos humanos y políticas públicas…, p.42 . [23] Felipe Gómez Isa, La Declaración Universal de los Derechos Humanos , Universidad de Deusto, Bilbao, 2002, p. 83 . [24] Martha C. Nussbaum, Patriotismo y Cosmopolitismo en J. Cohen (compilador) Los límites del patriotismo, Paidós, Barcelona, 1999, p. 16 . [25] Ver ídem ., p. 22-26 . [26] Boaventura de Sousa Santos, La Globalización del Derecho , p.139 . [27] Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados , Opinión Consultiva OC-18/03, 17 de septiembre de 2003. Serie A No. 18, p. 19, 49, 78, 124, 149 . Programa Andino de Derechos Humanos, PADH Toledo N22-80, Edif. Mariscal Sucre, piso 2 Apartado Postal: 17-12-569 • Quito, Ecuador Teléfono: (593 2) 322 7718 • Fax: (593 2) 322 8426 Correo electrónico: [email protected]