Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2011;136(4):156–157 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial Realidad de las intoxicaciones agudas: Sanidad progresa adecuadamente, Polı́tica Social necesita mejorar Reality of acute poisonings: Health Department progresses adequately, Social Policy Department needs to improve Pedro J. Caballero Vallés * y Soledad Dorado Pombo Servicio de Medicina Interna, Hospital 12 de Octubre, Madrid, España I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O Historia del artı´culo: Recibido el 23 de julio de 2010 Aceptado el 27 de julio de 2010 On-line el 25 de octubre de 2010 Cuando un residente de Medicina Interna inicia una guardia en las Urgencias de un hospital sabe que ese dı́a acudirán entre 200 y 500 pacientes; de ellos, cuatro o cinco serán intoxicados, quizás diez, teniendo en cuenta los aumentos de incidencia descritos en los últimos años1–3. En casi todos los casos el envenenamiento habrá sido autoinfligido y en dos, o quizás cuatro, habrá una motivación suicida, incluso reiterada, o acaso sea sólo una advertencia. Entre los varones intoxicados, un tercio será adicto a drogas o alcohol, pero los embriagados de la calle suelen ser atendidos por los servicios extrahospitalarios de Urgencias y no son trasladados al hospital, salvo casos especiales; de todos modos alguno llegará hasta Urgencias varias veces al mes. La mayor parte de las intoxicaciones etı́licas que atenderá nuestro residente serán adultos jóvenes, sin predominio de sexo, que no reconocen consumo habitual3. El etanol también será el compañero de otros múltiples tóxicos, sobre todo medicamentos y drogas. Si la guardia es en viernes o sábado probablemente se sumará algún caso extra de intoxicación por drogas de diseño. En las intoxicaciones agudas (IA) la mortalidad global es inferior al 0,05%4,5 o 0,003 por cien habitantes6, por lo que nuestro residente podrı́a respirar aliviado ante casos dramáticos, pero deberá emplearse a fondo y utilizar múltiples medidas de soporte vital, antı́dotos, incluso diálisis peritoneal, sin olvidar la ‘‘descontaminación’’ tanto interna como externa, cuando sea necesaria. El bagaje curricular en Toxicologı́a es escaso en la Licenciatura de Medicina. Nueve créditos –como en la Universidad de Barcelona-, que en otras Universidades son compartidos con otras disciplinas dentro de la Medicina Legal y Forense (Deontologı́a, Sexologı́a, Véase contenido relacionado en DOI: 10.1016/j.medcli.2010.04.033 * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (P.J. Caballero Vallés). Tanatologı́a, Patologı́a y Psiquiatrı́a Forenses). Es, pues, más que seguro que los residentes de primer año tendrán que acudir a un clı́nico con más experiencia o a los libros, o incluso todos, residentes y staff, al Centro de Información Toxicológica (CIT), dada la inmensa cantidad de tóxicos posibles y sus mezclas. Puede suceder que el médico de puerta haya pasado por alto en la historia clı́nica la influencia de medicamentos de libre dispensación (OTC), de herbolario u oriundos, en el caso de los inmigrantes, y el residente deberá aprender a conocerlos y también a tener la mente abierta frente a tóxicos impensables como la mefredona, un fertilizante para plantas, ‘‘de moda’’ en algunos paı́ses de nuestro entorno. También deberá aprender a desconfiar de la información del paciente en las intoxicaciones intencionadas7 y por ello deberá correlacionar la clı́nica del paciente con los signos, sı́ntomas y resultados de laboratorio descritos en los manuales para el tóxico sospechado. Una pequeña proporción de las IA será accidental y con cierta frecuencia llegarán en grupo, por un incendio, por los efectos de una caldera con mal funcionamiento, o por la entrada en una piscina cubierta en la que aún no se han ventilado los vapores de cloro. Los accidentes tóxicos de contingencia laboral son menos frecuentes que los domésticos, se repiten las rutinas y los trabajadores deben disponer, y usar, medios de protección adecuados. No se enfrenta igual a un incendio un bombero que un ciudadano cualquiera. La experiencia nos dice que los casos de intoxicación laboral son casi todos varones3, por más imprudentes o por ser los que hacen el trabajo de mayor riesgo. A veces el exceso de confianza llevará a un trabajador de la limpieza a intoxicarse con los cáusticos que usa cada dı́a desde hace muchı́simos años. Al final de su programa docente el residente habrá realizado unas 200 guardias y tendrá experiencia en tratar intoxicaciones alcohólicas con su cortejo de agresividad, intentos de suicidio por mayor o menor variedad de medicamentos y bastantes casos de los que pierden la calma por la cocaı´na. Conocerá el origen tóxico del 0025-7753/$ – see front matter ß 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2010.07.008 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 17/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. P.J. Caballero Vallés, S. Dorado Pombo / Med Clin (Barc). 2011;136(4):156–157 coma de algunos pacientes y de cuadros psicóticos originados por drogas diseñadas para el ‘‘ocio’’. Y también habrá visto las mil caras personales de la depresión con intento autolı́tico: jóvenes, ancianos, parados, divorciados, enfermos crónicos, terminales, adictos de larga duración o simplemente enamorados. Y si habla con el jefe de la guardia, éste le podrı́a contar los viejos tiempos en que la mayorı́a de las intoxicaciones eran por Optalidón1 (una popular mezcla de analgésicos y barbitúrico) y no existı́a paracetamol ni prácticamente drogas8. El interesante trabajo de Pérez Guitı́an et al9, que se publica en este número de Medicina Clı´nica, aporta información actualizada sobre un grupo nosológico que conocen bien: la intoxicación por productos quı́micos (IPQ) de uso doméstico, agrı́cola o industrial atendidos en los servicios de Urgencias hospitalarios. Desde 1999, y en virtud de un convenio entre el Ministerio de Sanidad y Consumo, actualmente Ministerio de Sanidad y Polı́tica Social, y la Sección de Toxicologı́a Clı́nica de la Asociación Española de Toxicologı́a, recogen los casos de intoxicación, conjuntamente con otros doce hospitales, y los notifican de modo regular en un Informe Técnico Anual. En dicho trabajo aportan la casuı́stica sobre IPQ, no farmacéuticos, de la Sección de Toxicologı́a Clı́nica del Servicio de Urgencias del Hospital Clı́nic de Barcelona (HCB) recogida entre el 1 de enero del año 2000 y el 31 de diciembre de 2008. Como puntualizan los autores en este trabajo, las IPQ constituyen sólo una pequeña cantidad (11-17%) de las intoxicaciones de la urgencia hospitalaria, y por esta circunstancia en muchas series publicadas no se describen con detalle; influye, además, en que cientos de productos tóxicos diferentes involucrados en unas pocas IA acaben como un grupo de miscelánea. Constituye uno de los puntos fuertes del trabajo la sistematización de este subtipo de intoxicaciones, junto con la puesta al dı́a de los casos atendidos en el HCB. La incidencia que encuentran (0,1% de algo más de un millón de urgencias revisadas) es algo menor a otras descritas; entre otros, en nuestro trabajo de 20043 encontramos 0,14% de urgencias, porcentaje que deberı́a incrementarse teniendo en cuenta que eran el 0,07% en el año 2000. Casi el 86% de sus casos es accidental, en contraposición a las IA por fármacos, drogas o alcohol, que son voluntarias en un porcentaje similar3. Su cotejo de agentes implicados indica que la mayor frecuencia corresponde a los cáusticos, tanto en accidentes domésticos como laborales, y además en proporción similar (39,9%). Y, de ellos, la lejı́a y el ácido clorhı́drico son los predominantes, seguidos de gases irritantes (13,8%), detergentes (12,3%), disolventes (12%) y, por último, un grupo de otros gases constituido en su mayorı́a por monóxido de carbono procedente de la combustión incompleta de estufas, pero también propano, butano, etc. Destaca en su publicación la mortalidad del 1%, que es, en efecto, muy superior a la descrita en otros trabajos sobre intoxicaciones (0,05%)1–3 y se justifica por un alto número de casos de agresión e intentos de suicidio, circunstancias ambas que cuando se asocian a IPQ tienen mayor letalidad. Seguramente lo mismo cabe decir del elevado número de plaguicidas, no siendo rural la población que cubre el HCB. En EE.UU. se estima entre 2 y 5 millones las intoxicaciones anuales (0,7-1,7% de la población)1,2. La amplitud de esta horquilla puede parecer a primera vista excesiva, pero la dificultad de estimación la hace realista. La vigilancia epidemiológica de las IA 157 sobre cifras reales, obligatoriamente retrospectiva por otra parte, precisa del registro meticuloso de casos, enfermedades, circunstancias y variables epidemiológicas (edad, sexo, destino, antecedentes) y contar, téngase en cuenta, con los registros hospitalarios (Medicina Interna, Pediatrı́a y Unidad de Cuidados Intensivos [UCI]), de atención primaria, mutuas de accidentes de trabajo, centros de información toxicológica y los de forenses, ya que todos ellos conforman las parcelas principales (de la investigación epidemiológica de las IA). Por otra parte, estas porciones, además, son muy diferentes entre sı́, tanto por número de casos anuales (decenas de miles en CIT; miles en Urgencias), la naturaleza de los tóxicos (predominan medicamentos en los hospitales y detergentes y productos de uso doméstico en los CIT), la tipologı́a (más voluntarias en Urgencias, más accidentales en CIT, mientras que los suicidios y las drogas predominan en los informes forenses) y, obviamente, por la gravedad. La serie comentada incluye 14 niños, aunque esta inclusión parece poco adecuada, pues las caracterı́sticas epidemiológicas de las IA de adultos y niños son muy diferentes y podrı́an haber alterado los resultados estadı́sticos, pero dado el elevado número de casos revisados, no parece que se produzcan desviaciones importantes. Consideramos también que serı́a de gran utilidad que en un futuro trabajo abordaran los autores la comparación interanual de los resultados, ya que teniendo en cuenta la variabilidad inherente a las IA, y contando con un perı́odo de 9 años o superior, es previsible que se puedan encontrar cambios evolutivos. Seguro que nuestro batallador residente estará horrorizado al ver que aún hoy mueren o quedan horriblemente mutiladas personas por ingestión accidental de lejı́a o amoniaco, como ocurrı́a en los tiempos de sus tatarabuelos, o que por no revisar las calderas o estufas fallecen ‘‘atufadas’’ familias enteras, y se preguntará cuándo las autoridades o la sociedad civil tomarán medidas para evitarlo. La parte final del trabajo de Pérez Guitı́an et al podrı́a ser un buen punto de partida para ello. Agradecimientos A Pilar Comendador Jiménez por la revisión del manuscrito. Bibliografı́a 1. Litovitz TL, Klein-Schwartz W, Rodgers GC, Rodgers Jr GC, Cobaugh DJ, Youniss J, et al. 2001 annual report of the American Association of Poison Control Centers toxic exposure surveillance system. Am J Emerg Med. 2002;20:391. 2. McCaig LF, Burt CW. Poisoning-related visits to emergency departments in the United States, 1993-1996. J Toxicol Clin Toxicol. 1999;37:817. 3. Caballero PJ, Dorado S, Dı́az A, Garcı́a ME, Yubero L, Torres N, et al. Vigilancia epidemiológica de la intoxicación aguda en el área sur de la Comunidad de Madrid: Estudio VEIA 2004. An Med Interna (Madrid). 2008;25:262–8. 4. Henderson A, Wright M, Pond SM. Experience with 732 acute overdose patients admitted to an intensive care unit over six years. Med J Aust. 1993;158:28. 5. Tibbalis J. Epidemiology of acute poisoning. Med Int. 1989;61:2496. 6. Apellániz A, Manzanaro R. Caracterı́sticas de la mortalidad por causa tóxica en la Comunidad Autónoma Vasca durante el periodo 1986-2001. 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