La Iliada # La Odisea; Homero

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HOMERO
Prefacio
Homero es sinónimo de épica. A excepción hecha de los poemas que bajo su nombre nos han llegado, no
sabemos nada de Homero como hombre. Cuando los griegos se interesan por su biografía no se conserva nada
sobre él. Es una mera leyenda suponerle un aedo ciego
Aunque los griegos le han considerado autor de dos de las más grandes epopeyas de la historia, la Ilíada y la
Odisea, actualmente todos los expertos coinciden en afirmar que los dos poemas tienen autores diferentes y
están separados cronológicamente al menos por una generación.
Ambos poemas versan sobre acontecimientos conexos sobre la guerra de Troya, pero difirieren entre si en
varias cuestiones apreciables, tales como las concepciones sobre moral y heroísmo. Estas diferencias
deontológicas, sumadas a otras cuestiones de tipo filológico, nos permiten asegurar que estamos ante dos
poetas geniales y no ante un solo aedo. La ciencia actual permite conjeturar que la Ilíada fue compuesta en
torno al 725 a. de C. en Asia Menor o en las Islas del Egeo, mientras que la Odisea, profundamente influida
por la obra precedente, tuvo un origen más tardío.
La guerra de Toya se sitúa cronológicamente alrededor del año 1184 a. de C., en el periodo micénico de la
Edad del Bronce. En una etapa de cierto grado de uniformidad cultural sobre una extensa área que aglutinaba
a Grecia, Anatolia, el Mar Egeo y los reinos cananitas. Estos reinos tuvieron una producción literaria que,
como sabemos influyó en Grecia y que encontramos también en la épica Homérica.
En los dos poemas encontramos dos conjuntos de tradiciones heredadas del Este y ajenas a la tradición griega.
Una es la teoría de la sucesión de dioses celestes (Urano fue desalojado de la cúspide divina por su hijo Crono
y este a su vez por su hijo Zeus). Teoría que Homero toma prestada de fuentes orientales con anterioridad al
año mil a. de C. ya que no se explica según la primitiva concepción indoeuropea. Y otra se encuentra recogida
en las escenas en que todos los dioses se reúnen y discuten sobre el destino humano. Rasgo que también
deriva del Este y que encontramos frecuentemente en la literatura de Mesopotamia y Siria y que es totalmente
ajena a la tradición griega.
En la épica homérica encontramos también rasgos recurrentes de la tradición indoeuropea que se encuentran, a
su vez en la antigua literatura india, en las primitivas sagas germánicas, en el poema anglo−sajón Beo−wulf y,
en la tradición antigua irlandesa. Temas tales como la retirada de un héroe, la lealtad, la venganza y el
concepto de gloria como móvil y recompensa para el guerrero. Homero deriva en última instancia de esta
tradición indoeuropea pero de forma más original e individualista que las anteriormente citadas tradiciones
literarias. La venganza, por ejemplo, es un motivo central en ambas epopeyas, pero mientras en la tradición
germánica aparece avocada a la de autodestrucción de sus héroes en la épica homérica es fría y calculadora.
Para entender ambos poemas debemos considerar también la realidad histórica. Los poetas guardaban un
recuerdo heredado de que hubo un tiempo en el que el rey de Micenas fue un gran soberano en una Grecia en
la que las poderosas tribus dorias aún no habían llegado. Nosotros sabemos que la realidad histórica
fundamente estas ideas. Micenas fue una poderosa fortaleza en aquellos días y a pesar de que los héroes y su
mundo aparecen retratados como analfabetos, nosotros sabemos que los micénicos históricos tenían
complicados registros burocráticos.
En ninguno de los dos poemas encontramos ninguna datación exacta, simplemente las acciones se sitúan en
un pasado lejano, bello y grandioso. Por encima de todo, la época de Agamenón se nos presenta como una
edad heroica, no se trata de hacer una representación puramente naturalista o sinceramente histórica del
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pasado. Se aglutina lo que es colosal, lo vago, y lo bestial, con la imagen humana y la escala humana; lo que
es tal vez el logro más vital de la literatura y el arte griego.
En cuanto al estilo homérico podemos decir resumiendo que es Eminentemente rápido; eminentemente llano y
directoy eminentemente noble. Están compuestos por una métrica compleja que se basa en esquemas de
sílabas largas y sílabas breves. La unidad base es un verso largo que permanece constante en su esquema
básico. Tanto la extensión como la complejidad de este verso resultaban infrecuentes en el verso heroico.
La lengua posee un tono poético conscientemente buscado. Pero sobretodo, los poemas homéricos se
distinguen de la restante tradición épica por la gran extensión de sus símiles, comparaciones que a veces
ocupan hasta doce versos. Este tipo de comparaciones es un fin en si mismo y un elemento de decoración y a
veces el símil se aparta del objeto que describe. Los símiles son casi siempre poéticos aunque también se
encuentran los símiles poco nobles.
Sobre el estilo de Homero se admite actualmente que es el producto final de una tradición oral en la que los
recitadores usaban los recursos de la repetición constante de epítetos e incluso frases enteras para ayudarse en
la recreación del poema.
La Ilíada
La guerra de Troya comienza cuando Paris, príncipe Troyano, raptó a Helena, esposa del aqueo Menelao, rey
de Esparta. Tras este relato subyace el Juicio de Paris aunque es omitido por el poeta por lo que el odio de
Hera y Atenea a la ciudad de Troya queda como algo siniestro y poco explicado. Tras el rapto de Helena,
Agamenón, hermano de Menelao y rey de la rica Micenas prepara una expedición para recuperar a Helena y
castigar a los Troyanos. El ejercito lo forman contingentes diversos liderados por su propio caudillo, con
Aquiles a la cabeza.
La Ilíada comienza, en el noveno año de la guerra de Troya, con el anuncio de lo que va a ser su tema: La
cólera de Aquiles. Su prólogo da por supuesto la totalidad de la leyenda y anuncia al auditorio en que punto
comienza la acción. Estamos ante una tragedia que narra la cólera y retirada de un héroe. En las escenas
iniciales hallamos la disputa entre Agamenón y Aquiles por una cautiva que Agamenón ha de liberar. Al final
Aquiles se retira del combate apelando a su divina madre Tetis para que los aqueos sean derrotados y en los
libros siguientes vemos como se va cumpliendo el plan. Agamenón pide a Aquiles que regrese al campo de
batalla pero éste se niega. En su lugar acude su mejor amigo, Patroclo que muere a manos de Héctor. Aquiles
lleno de sed de venganza acude a la guerra para vengar a Patroclo no para luchar por Helena, cosa que a él le
parece poco heroico. Al final da muerte a Héctor y aparece de pronto Príamo, el padre de su enemigo, y se da
cuenta de cuanto le recuerda a su padre. Aquiles no siente la satisfacción de un héroe sino un sentimiento
trágico de inutilidad.
Sobre la Ilíada cabe destacar el tratamiento que en ella se da a los dioses. Éstos aparecen como mediadores en
el mundo humano y a veces incluso se entremezclan con los hombres. Por ejemplo Tetis, la nereida madre de
Aquiles, aparece en forma humana como una madre que sufre, pero no por eso deja de ser una diosa capaz de
implicar al gran Zeus en la guerra de Troya. Los dioses homéricos aglutinan lo digno y la indignidad, lo
sublime y lo frívolo; viven pendientes de las aventuras y desventuras de los hombres mirando sus acciones
desde el cielo, donde el autor les sitúa por influencias Mesopotámicas y sirias. Esta atención divina glorifica
las acciones humanas y a veces las humilla sin piedad.
Otra de las mayores habilidades de la Ilíada es su arte en el contraste. Se nos compara al virtuoso Héctor con
el irresponsable Paris, a Aquiles con el rey Agamenón que le es inferior en coraje
Como hemos observado, la Ilíada es un poema heroico y hace a su auditorio la misma pregunta que a los
propios personajes: ¿en qué consiste ser un héroe? Y en ello se centra casi todo el poema. Ningún héroe en
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este poema está exento de la experiencia humillante de sentir miedo. Para el poeta, la grandeza y la fragilidad
del hombre van unidas inseparablemente, y es precisamente esta combinación la que conforma la naturaleza
del héroe.
Cabría esperar que en un poema heroico fueran ignoradas las funciones menos nobles del cuerpo, pero contra
casi todas las tradiciones épicas (exceptuando la irlandesa) la Ilíada las incluye. Esto no quita que el combate
sea en buena medida estilizado, los héroes no mueren de manera fortuita, suelen morir a manos de otro héroe.
En estos duelos homéricos tan similares a los de un western tradicional toda la atención se concentra en los
dos héroes y el resto parece ser olvidado por unos instantes de manera poco realista. Y cuando un héroe cae
muerto el poeta relata detalladamente el momento de su muerte. Este terrible énfasis en la muerte señala que
la Ilíada no es una exaltación de la guerra sino un relato trágico sobre un hecho histórico. Para el poeta, todos
los hombres tienen que sufrir y aceptar su destino mientras que los dioses están exentos de cuidados.
A partir de la premisa de que aceptar el propio destino, aunque sea trágico, ennoblece y transforma la pura
necesidad de soportarlo, van a surgir numerosas corrientes a lo largo de la historia. Los Estoicos desde el 300
antes de Cristo y durante toda la Antigüedad, y la doctrina del Cristianismo y la Providencia son claros
ejemplos de la importancia de identificar la voluntad de cada uno con su destino o voluntad divina.
Es importante también considerar el papel de Helena en el poema. Ella es en torno a quien el combate se
desencadena. El poeta nos muestra que ella se considera un personaje en la historia, alguien que pasará a la
posteridad por su papel en tan terribles sucesos. Ella será una figura legendaria no por sus virtudes o hazañas
sino por su culpabilidad y sufrimiento. Este sufrimiento es lo que inspira el poema y se identifica como
destino universal del hombre.
Finalmente cabría señalar sobre la Ilíada la gran influencia que tuvo sobre los historiadores antiguos tales
como Herodoto, Tucídides y los romanos Livio y Tácito. La idea de que el tema supremo cuando se escribe
sobre el pasado son los acontecimientos y sufrimientos de la guerra ha tenido trascendencia decisiva.
La Odisea
Siempre se ha considerado que la mejor de las obras de Homero es la Ilíada. Puesto que al ser una obra trágica
ahonda más veridicamente en la condición humana; mientras que la Odisea es un relato de aventuras con un
final feliz que no puede igualar dicha penetración psicológica. Pero esto no le resta importancia ya que se
podría considerar la Odisea como el más lejano antecedente de la novela en Europa.
Estamos ante un poema que narra las aventuras de un héroe aqueo que regresa a su casa tras la guerra de
Troya. El regreso de Ulises es pues el hilo conductor del poema. Éste tendrá que vivir una serie de aventuras
para lograr regresar a su casa en Itaca, donde están su hijo Telémaco, su mujer Penélope y su padre Laertes.
El concepto de héroe en la Odisea es distinto del que se mantiene en la Ilíada. En este poema el héroe se
convierte en un superviviente que ha de hacer frente a los retos con artimañas y ardides. Penélope también
muestra gran habilidad en engañar a sus pretendientes; y es ayudada por el padre de Ulises que se encargaba
de descoser por las noches el sudario que Penélope, se suponía, debía tejer para él antes de poderse casar de
nuevo.
Los dioses que presiden este mundo también han cambiado, van y vienen entre los hombres y se disfrazan
para someterles a pruebas para ver si son virtuosos o perversos. La manera de ser divino en la Odisea difiere
de la espléndida presunción de la Ilíada.
También es destacable el hecho de que la Odisea se preocupe por temas que la Ilíada excluye de su atención.
Los criados por ejemplo juegan un papel importante en este poema. También se relatan escenas que podrían
compararse con la poesía pastoril, con su sencillo interés por los temas campesinos. La Odisea es un poema
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menos altisonante y en el que tienen cabida más aspectos de la vida real que en la Ilíada como, por ejemplo, lo
débil y lo corriente; como el simpático tratamiento de los mendigos.
Encontramos también en este poema lugar para el sentimentalismo como cuando Ulises se encuentra con su
moribundo perro Argo, o Menelao llora por los muertos de Troya. Los sentimientos parecen ser menos
intensos que en la Ilíada, las lagrimas afloran y desaparecen con más facilidad.
Otra diferencia notable entre los dos poemas es el tratamiento que estos hacen de las mujeres. En la Ilíada las
mujeres aparecen vinculadas a un hombre y no parecen tener mucha personalidad desarrollada de manera
independiente, en cambio en la Odisea encontramos una completa galería de figuras femeninas contrastadas.
La ninfa Calipso que retiene a Ulises en una Isla, la princesa Nausicaa, la fiel esposa Penélope y también la
diosa Atenea que le dirige y supervisa durante sus viajes.
El Tema del héroe que viaja por exóticos lugares enfrentándose a distintas pruebas y lances amorosos; así
como el gusto por el comercio y los países extranjeros queda reflejado en la Odisea. Recordemos como hasta
el poeta parece regodearse al pensar que al final de la Odisea, Ulises regresa a casa con tesoros mayores que
los que originariamente poseía. Sobre el tema del comercio, éste parece ser acaparado por los fenicios que a
menudo son acusados de piratería.
Aunque es ir demasiado lejos afirmar que la Odisea tiene intereses políticos si es verdad que en ella se tratan
los asuntos del gobierno y la política con mayor interés que en la Ilíada. Hemos de tener en cuenta que en la
Odisea se describe un estado regular y no un ejército en campaña como en la otra epopeya. Destaca, por
ejemplo, la asamblea de los hombres de Itaca del libro segundo; o las intenciones de movilizar la opinión
pública contra los pretendientes que tenía Telémaco al convocar la primera reunión.
También es cuestión importante la de los diversos status sociales. Cuando Ulises narra el falso relato de su
propia vida nos hace ver lo importante que es la lucha por la posición y la propiedad, aunque sean éstas metas
poco heroicas.
Otra cosa que cabe destacar es el hecho de que al héroe se le asocien tareas o trabajos manuales poco dignos
aparentemente. Como Nausicaa que, a pesar de ser hija de un rey, también ayuda en las tareas de lavado.
En definitiva podemos observar que la Odisea se trata de un relato bastante distinto que la Ilíada pero no por
eso menos importante. Que trata los mismos temas desde diferentes ópticas; que tiene una trama más
compleja y que expresa otra manera de heroísmo más cercano a ala prosaica supervivencia o picaresca.
Como conclusión podemos decir que los poemas de Homero son muy antiguos, no se pueden comparar con
ninguna obre de la literatura inglesa y sus temas y contenidos a simple vista parecen distantes y limitados.
Pero los poemas épicos son productos sofisticados y en ningún modo son simplemente relatos de aventuras
arcaicos.
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