665-99 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las quince horas del día veintinueve de noviembre de dos mil uno. El presente proceso de amparo constitucional ha sido promovido por el señor Simón Wenceslao Francia Avalos, contra actos de la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador, que considera violatorios a derechos constitucionales. Han intervenido en el presente proceso, la parte actora, el abogado Rómulo Leandro Leal, en calidad de apoderado de ésta, la autoridad demandada, el licenciado Manuel Enrique Uceda Nerio, en calidad de apoderado del Banco Salvadoreño Sociedad Anónima, tercero beneficiado en el presente proceso y el doctor René Mauricio Castillo Panameño, en su calidad de Fiscal de la Corte. LEIDOS LOS AUTOS; Y CONSIDERANDO: 1. La parte actora, en la demanda presentada a las quince horas veinte minutos del día veinticinco de agosto de mil novecientos noventa y nueve, manifestó principalmente que por diversas razones que menciona, el Banco Salvadoreño inició proceso ejecutivo mercantil el primero de noviembre de mil novecientos noventa y seis en su contra, reclamándole cantidad de colones, intereses y costas procesales, basándose en el mutuo hipotecario contenido en una escritura pública. Que en dicho proceso se dictó sentencia definitiva el veinticuatro de febrero de mil novecientos noventa y nueve, condenándolo a pagar capital, intereses y costas procesales, pero nunca se le notificó tal resolución por haber sido declarado rebelde. Que es hasta el día dieciocho de agosto del mismo año citado, que el demandante se da cuenta que se ha señalado fecha determinada para el remate de todos sus bienes. Que los actos reclamados son la falta de notificación de la sentencia definitiva condenatoria referida y la falta de notificación de todos los actos de ejecución de dicha sentencia, particularmente el remate de todos sus bienes; los derechos protegidos por la Constitución que considera vulnerados son el de propiedad y audiencia, arts. 2 y 11, respectivamente. Anexa prueba documental en las que apoya su pretensión. Por resolución de las quince horas del día veintiséis de agosto de mil novecientos noventa y nueve se admitió la demanda, se decretó sin lugar la suspensión del acto reclamado por haberse éste ya ejecutado y se pidió el informe a la autoridad demandada que ordena el artículo 21 de la Ley de Procedimientos Constitucionales. Por oficio número 1364, de fecha catorce de septiembre de mil novecientos noventa y nueve, la Juez Tercero de lo Mercantil de San Salvador evacua el informe solicitado, mediante el cual manifiesta que efectivamente ante ese tribunal se tramitó el juicio ejecutivo mercantil número de referencia 897-E-96, promovido por el licenciado Manuel Enrique Uceda Nerio, como apoderado del Banco Salvadoreño, Sociedad Anónima contra el señor Simón Wenceslao Francia, conocido por Simón Wenceslao Francia Avalos. La mencionada funcionaria hizo una narración de los hechos procesales acontecidos en el juicio ejecutivo, desde la demanda hasta la sentencia definitiva recaída en el mismo, la cual fue pronunciada a las once horas cincuenta minutos del día veinticuatro de febrero de mil novecientos noventa y nueve, en la que se condena al señor Francia Avalos al pago de un millón cincuenta mil setecientos diecisiete colones con cincuenta y siete centavos, intereses y costas; que a petición de la parte demandante, la sentencia fue declarada ejecutoriada a las once horas del día diecinueve de abril de mil novecientos noventa y nueve y se ordenó la venta en pública subasta de los inmuebles embargados y previos los trámites de ley, ésta se llevó a cabo a las once horas del día dieciocho de agosto de mil novecientos noventa y nueve, y en virtud que no se presentaron postores a la subasta, a petición de la parte acreedora, se adjudicaron en pago a favor del Banco demandante tres inmuebles propiedad del señor Francia Avalos. Por escrito de fecha veinte de septiembre de mil novecientos noventa y nueve, el abogado Rómulo Leandro Leal comparece al proceso, en calidad de apoderado del actor, solicitando concretamente la revocatoria de la no suspensión del acto reclamado; argumenta su petición sobre la base que, consecuencia del remate es la inscripción de los bienes a favor del Banco Salvadoreño Sociedad Anónima, la cual aún puede ser objeto de suspensión, pues no se ha realizado. Además expresa que el tercero beneficiado con el acto reclamado en el presente proceso es el Banco Salvadoreño S.A., a quien se pude notificar por medio de su presidente señor Félix José Simán Jacir. Por resolución de las nueve horas del día once de octubre de mil novecientos noventa y nueve, se recibió el informe de la autoridad demandada así como el escrito del abogado Rómulo Leandro Leal, se autorizó su intervención y se revocó la denegativa de la suspensión del acto reclamado y, en consecuencia, se ordenó suspender inmediata y provisionalmente los efectos del mismo; con el fin de continuar con el trámite correspondiente, se mandó a oír al Fiscal de la Corte en la siguiente audiencia, quien no hizo uso de la misma. Posteriormente, se confirmó la suspensión de los efectos del acto reclamado y se pidió informe pormenorizado a la autoridad demandada de conformidad al artículo 26 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, el cual fue evacuado mediante oficio número 1878, de fecha trece de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, en el que nuevamente hace una relación pormenorizada de los sucesos procesales acontecidos en el juicio en referencia, manifestando además que "En cumplimiento al art. 532 Pr.C. no se notificó la Sentencia de remate al Demandado..." Asimismo, expresó que no obstante haberse ordenado librar oficios tanto al Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Tercera Sección de Occidente del departamento de Sonsonate, al depositario judicial, el mandamiento de pago y la respectiva certificación para que le sirviera de legal título de dominio al Banco Salvadoreño, Sociedad Anónima, no fueron entregados al ejecutante, en vista de la suspensión de los efectos del acto reclamado. Se corrieron los traslados que ordena el artículo 27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, al Fiscal de la Corte, a la parte actora y al tercero beneficiado. El primero expuso que ha quedado plenamente comprobado y establecido en autos el acto reclamado por el actor, el cual se circunscribió a la falta de notificación de la sentencia definitiva pronunciada por la señora Juez Tercero de lo Mercantil de San Salvador; que existe además un reconocimiento expreso por parte de ésta sobre la falta de notificación aludida. Concluye que es procedente amparar al querellante fundamentándose en la jurisprudencia que este Tribunal pronunciara a las quince horas del día veinte de diciembre de mil novecientos noventa y nueve en el proceso de amparo número 88-99. Por su lado, el demandante expresó que la jurisprudencia sentada por esta Sala al hacer prevalecer el principio constitucional contendido en el artículo 11 de la Constitución sobre lo prescrito en el artículo 532 Pr.C es uno de los más conspicuos avances en materia de justicia que no admite discusión; que la autoridad demandada reconoce expresamente que la sentencia definitiva no fue notificada y que el Fiscal expresamente concluye que es procedente el amparo solicitado; en consecuencia pide declarar ha lugar el amparo solicitado volviendo las cosas al estado en que se encontraban antes del acto reclamado. El tercero beneficiado evacuó el traslado conferido mediante escrito de fecha diecisiete de marzo del presente año, en el cual el abogado del tercero beneficiado manifiesta que se suma a la doctrina moderna que ha instituido esta Sala en lo que se refiere a notificar al demandado en contumacia, en los juicios en los cuales se haya alcanzado la fase de sentencia definitiva en fechas posteriores al año mil novecientos noventa y siete, año en el cual se sentó jurisprudencia en ese sentido. Por resolución pronunciada a las nueve horas cuarenta y cinco minutos del día veintisiete de marzo de dos mil, se abrió a pruebas el presente proceso por el plazo de ocho días, de conformidad con el artículo 29 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, plazo dentro del cual ninguna de las partes aportó prueba alguna. Se corrieron los traslados que ordena el artículo 30 de la Ley de Procedimientos Constitucionales al Fiscal de la Corte, a la parte actora, al tercero beneficiado y a la autoridad demandada. El Fiscal de la Corte expuso esencialmente: "En lo particular estimo que el criterio expuesto en mi traslado de fs. 54 continua siendo válido. En tal virtud ratifico nuevamente aquellos conceptos expresados en esa fecha". El actor ratificó el escrito presentado el diez de febrero del corriente año. El tercero beneficiado y la autoridad demandada no hicieron uso del traslado conferido, quedando el presente proceso en estado de dictar sentencia. II. Previo al análisis de fondo que debe realizarse en el presente proceso de amparo, debe destacarse el argumento esencial del pretensor aquí en sede constitucional, entiéndase, la falta de notificación por parte de la Juez Tercero de lo Mercantil de San Salvador de la sentencia recaída en el proceso ejecutivo mercantil 897-E-96. En cuanto a los efectos procesales que provoca la falta de notificación de la sentencia definitiva al demandado declarado rebelde en un proceso jurisdiccional, resulta procedente examinar -para una mejor y más clara comprensión de la decisión a adoptar- el criterio sentado por este Tribunal en la sentencia pronunciada en el proceso de amparo identificado con el número 150-97. Al respecto, en dicha sentencia, la cual fue pronunciada el día trece de octubre de mil novecientos noventa y ocho, esta Sala hizo una interpretación conforme a la Constitución del artículo 532 del Código de Procedimientos Civiles, y básicamente, se dijo que tal disposición "(...) establece la forma de tramitar el proceso en el supuesto en que el demandado no comparezca a hacer uso de su derecho de audiencia, en ese sentido, lejos de pretender establecer una sanción -pues ésta sólo puede ser consecuencia del incumplimiento de una obligación y no de una carga procesal o ejercicio de un derecho- fija el procedimiento a seguir a efecto que el proceso logre su fin, -la satisfacción de una pretensión mediante la aplicación del derecho- a pesar de la incomparecencia del sujeto pasivo de la pretensión, el cual en todo caso, no puede en ningún momento implicar menoscabo de los derechos del demandado (...)". Asimismo, se indicó que "(...) dicha disposición puede en algún momento, originar interpretaciones y/o aplicaciones que resulten contrarias a la normativa constitucional, puesto que el referido artículo 532 del Código de Procedimientos Civiles excluye la posibilidad de notificar al demandado rebelde todo tipo de resoluciones, incluso aquéllas que modifiquen la situación jurídica del demandado, impliquen un acto privativo de derechos o posibiliten el ejercicio de otros derechos constitucionalmente reconocidos (...)". Que la justificación que hizo el legislador "(...) para no notificar las resoluciones al demandado declarado rebelde, no tiene razón de ser, pues en esa etapa del proceso -de conclusión corno dice Guasp o iudiciun según Alcina- éste ha sido tramitado en su totalidad (...)". Por último, en tal jurisprudencia, se señaló que " (...) no obstante señalar la disposición en comento, que al declarado rebelde no se le harán más notificaciones, ello no elimina la obligación de notificarle todas aquellas resoluciones que pueden hacer variar su situación jurídica, como es el caso de la sentencia definitiva. Lo anterior, de ninguna manera significa que no puede aplicarse la regla contenida en el artículo 532 del Código de Procedimientos Civiles, sino que tal deberá considerarse aplicable en relación a aquéllas resoluciones que no afecten la situación jurídica de la parte (...)". De lo expuesto en los párrafos que anteceden, puede concluirse que al declarado rebelde debe siempre notificársele la sentencia definitiva, pues a través de ésta se modifica la situación jurídica de las partes, ya que se constituyen nuevas situaciones jurídicas, se declara la existencia de realidades preexistentes o se ejecutan forzosamente situaciones establecidas; no así todas aquellas resoluciones que no afecten su situación jurídica. Ahora bien, por resolución pronunciada el veinte de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, en el proceso clasificado bajo la referencia 89-99, se aclaró que la vinculación de la sentencia que estableció la obligación de notificar la sentencia al rebelde, debía entenderse a partir del momento en que fue pronunciada, es decir, a partir del día trece de octubre de mil novecientos noventa y ocho- y por lo tanto, tal criterio debía estimarse integrado al espectro jurídico -va jurisprudencia-a partir de esa fecha. III. Habiéndose realizado las consideraciones anteriores, deben examinarse los supuestos actos lesivos de la Constitución, confrontándolos con el parámetro de análisis jurídico que se aduce en la demanda, circunscribiéndose dicho estudio a lo que se citó previamente. Ha quedado establecido en autos que la sentencia definitiva dictada en el proceso ejecutivo mercantil identificado con el número 897-E-97, fue pronunciada a las once horas cincuenta minutos del día veinticuatro de febrero de mil novecientos noventa y nueve y declarada ejecutoriada a las once horas del día diecinueve de abril de mil novecientos noventa y nueve. En ese sentido, integrando lo manifestado en párrafos anteriores al caso concreto, resulta que la sentencia que se omitió notificar fue dictada y declarada ejecutoriada después del pronunciamiento que hiciera esta Sala respecto a la manera en como debía aplicarse el artículo 532 en referencia, por lo que, la notificación de la sentencia en el proceso mercantil 897-E-97, incoado en contra del ahora demandante, debió regirse por la interpretación conforme a la Constitución elaborada jurisprudencialmente por este Tribunal después del trece de octubre de mil novecientos noventa y ocho; en conclusión, existe la obligación por parte de los administradores de justicia de notificar la sentencia definitiva al declarado rebelde a partir de la fecha antes relacionada, y en el caso de autos no se dio así. Es por tales motivos que resulta procedente amparar al peticionario en sus derechos constitucionales establecidos en los artículos 2 y 11 de la Constitución. IV. Habiéndose establecido la existencia de violaciones constitucionales en la actuación de la autoridad demandada, corresponde determinar: (a) lo relativo a la responsabilidad derivada de la infracción a la Constitución; y (b) el efecto restitutorio de la sentencia estimatoria. (a) Habiéndose establecido que existen violaciones constitucionales en la actuación de la Jueza Tercero de lo Mercantil de San Salvador, corresponde examinar lo relativo a su responsabilidad. Al respecto, debe mencionarse -como bien lo ha recogido la jurisprudencia de este Tribunal- que la responsabilidad de los funcionarios del Estado originada por los daños que causare el ejercicio de sus atribuciones, es una de las grandes conquistas de la democracia, y de inexorable existencia en el Estado Constitucional de Derecho, pues significa la sujeción del poder público al imperio del Derecho. Dicho principio aparece consagrado en el artículo 245 de la Constitución, que dispone: "Los funcionarios públicos responderán personalmente y el Estado subsidiariamente, por los daños materiales o morales que causaren a consecuencia de la violación a los derechos consagrados en esta Constitución."; Sin embargo, la responsabilidad directa que cabe al funcionario que ha emitido o ejecutado el acto violatorio de las disposiciones constitucionales, no puede estimarse sólo como objetiva, esto es, no puede atenderse única y exclusivamente al daño producido, prescindiendo en absoluto de la conducta del funcionario; ya que, si bien es cierto que la aceptación de un cargo público implica, por el sólo hecho de aceptarlo, la obligación de desempeñarlo ajustado a las normas constitucionales -artículo 235 de la Constitución-, la presunción de capacidad y suficiencia que existe respecto de los funcionarios, no debe extremarse hasta el punto de no admitir errores excusables, por cuanto puede suceder que el funcionario no está, ya sea porque la ley secundaria no desarrolla la norma constitucional, porque la ley es contraria a la Constitución o porque aquella se presta a una falaz interpretación, en situación de apreciar por sí la posibilidad de la violación constitucional. Por ello, el concepto de responsabilidad personal del funcionario no puede formarse sobre la base unilateral de la relación causa-efecto, pues ello conduciría a decisiones absurdas e injustas, como sería el caso de obligar a responder por daños y perjuicios al funcionario que procede con sujeción a una ley y en cumplimiento a sus disposiciones. Con fundamento en las anteriores consideraciones, la calidad subsidiaria de la responsabilidad estatal surge no sólo ante la ausencia o insuficiencia de bienes del funcionario, sino también cuando a éste no es dable imputársele culpa alguna. La responsabilidad del Estado, contraria a la del funcionario, deviene en objetiva, pues aquél no posee una voluntad única, consciente y libre, por lo que no puede actuar dolosa o culpablemente. En el presente caso, han existido actos violatorios de las normas constitucionales al no habérsele notificado la sentencia definitiva al demandado -pretensor de este amparo- sin embargo, fue una actuación realizada con apego a la ley, dada la previsión e interpretación del artículo 532 del Código de Procedimientos Civiles; por lo cual y ante el tenor expreso de éste, es claro que la actuación de la referida Jueza partió de una visión reforzada en el principio de legalidad y no en un análisis irreflexivo, objetivo o subjetivo del mismo. Siendo así, la responsabilidad, en este caso, debe entenderse directamente atribuible al Estado y no a la Jueza en comento. (b) En cuanto al efecto restitutorio, es sabido que de la sentencia depende en gran parte la ideal articulación entre la disposición constitucional y su propia efectividad. Por, ello las sentencias pronunciadas por este Tribunal pueden tener distinto carácter, dependiendo del soporte jurídico y fáctico de la pretensión. Así, para el caso concreto que nos ocupa, esta debe de ir orientada a restablecer al pretensor en la integridad de su derecho, ya sea invalidando las actuaciones consecuentes del acto reclamado y por lo tanto contaminadas con la violación constitucional, o simplemente confirmando y validando los efectos adoptados por una medida anterior tendente a su conservación. Ahora bien, reconocida que ha sido por este Tribunal la existencia de una vulneración a derechos constitucionales que afecta directamente la esfera personal al demandante, la consecuencia natural y lógica es la de reparar el daño causado, restaurando las cosas al estado en que se encontraban antes de la ejecución del acto violatorio de derechos, restableciendo al agraviado en el pleno uso y goce de sus derechos violados. El artículo 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales señala el efecto normal y principal de la sentencia estimativa: el efecto restitutorio, el cual debe entenderse en forma amplia, es decir, atendiendo a la doble finalidad del amparo: en primer lugar, al restablecimiento del orden constitucional violentado; y, en segundo lugar, la reparación del daño ocasionado. Por lo anterior, y dado que la violación al derecho de audiencia se originó a partir de la omisión de notificación de la resolución pronunciada a las once horas cincuenta minutos del día veinticuatro de febrero de mil novecientos noventa y nueve, es procedente -como efecto restitutorio- notificar dicha sentencia al señor Simón Wenceslao Francia Avalos, y dejar sin efecto todos los actos o resoluciones que sean su consecuencia o tengan como presupuesto de validez la resolución mencionada. POR TANTO: A nombre de la República, con base en las razones expuestas, y en aplicación de los artículos 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Declárase que ha lugar el amparo solicitado por el señor Simón Wenceslao Francia Avalos, contra providencias de la Jueza Tercero de lo Mercantil de esta ciudad, vulneradoras de su derecho de acceso a los recursos; (b) queda expedita la vía al demandante, para iniciar el correspondiente proceso de indemnización por daños y perjuicios directamente contra el Estado; y (c) notifíquese. ---A. G. CALDERON---R. HERNANDEZ VALIENTE---J. E. TENORIO---MARIO SOLANO---J. ENRIQUE ACOSTA---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S. RIVAS AVENDAÑO---RUBRICADAS.