Síndrome de Congestión Pélvica y Reflujo de Vena Ovárica

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C A P Í T U LO
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Síndrome de Congestión
Pélvica y Reflujo
de Vena Ovárica
Constantino S. Peña y James F. Benenati
ANTECEDENTES
El síndrome de congestión pélvica (PCS) es una condición subdiagnosticada que causa dolor pélvico. El PCS lo
describió por primera vez Taylor, en 1948,1 quien detalló una cantidad de pacientes específicos que sufrían de dolor
pélvico; estos pacientes tenían várices pélvica y de ovario secundarias a incompetencia de la vena ovárica. Las mujeres
con PCS, quienes generalmente están en edad de menstruar, reportan pesadez y dolor que se agrava en la posición
de pie. Típicamente son multíparas y reportan que sus síntomas empeoran durante el período premenstrual. Estas
pacientes pueden quejarse también de dispareunia.
CLASIFICACIÓN
Como sucede con muchas situaciones, existe un espectro de síndromes venosos pélvicos que pueden afectar a las
pacientes. Scultetus y col.2 clasificaron estas pacientes en cuatro tipos. El tipo 1 incluye pacientes con várices vulvares
limitadas. Las pacientes con reflujo de vena hipogástrica (incluyendo la pudenda interna y las ramas obturadoras),
generalmente con várices vulvares y hemorroides, representan el tipo 2. Las pacientes del tipo 3 se diagnostican con
obstrucción de la vena gonadal debido a la compresión aórtica mesentérica de la vena renal izquierda (síndrome del
cascanueces). Las pacientes tipo 4 tienen insuficiencia de vena gonadal, que es característica de PCS. Estas pacientes
pueden tener várices de la extremidad inferior que se originan en la pelvis y pueden tener también reflujo de vena
hipogástrica asociada.
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n ATLAS DE CIRUGÍA ENDOVASCULAR VENOSA
ETIOLOGÍA
La causa del PCS se desconoce y se entiende muy poco. Sin embargo, en estudios de autopsias han encontrado que
un porcentaje de pacientes pueden tener ausencia congénita de válvulas en la vena ovárica izquierda.3 Curiosamente,
un número significativo de pacientes (40%) con incompetencia de vena ovárica puede permanecer asintomático.
Además, el desarrollo de la incompetencia y los síntomas pueden estar asociados con tensiones mecánicas, tales
como el embarazo, así como con ciertos efectos hormonales.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de esta condición requiere de una significativa sospecha clínica debido a que existen muchas alteraciones que presentan dolor pélvico. El diagnóstico durante muchos años se basó en la sospecha clínica que se podía
confirmar en el momento de una venografía directa. Además, gran parte de los casos se han diagnosticado por el
descubrimiento de várices pélvicas durante el estudio laparoscópico. El uso de ultrasonido transabdominal y transvaginal se ha descrito como una forma para diagnosticar el PCS en un paciente con dolor pélvico;4 sin embargo,
su precisión en la práctica generalizada es limitada. Actualmente, cuando hay una sospecha, el diagnóstico se confirma mediante una venografía por tomografía computada (CTV) o venografía por resonancia magnética (MRV).5,
6
La MRV es el estudio de elección debido a su carencia de radiación ionizante y su capacidad para formar imágenes
de resolución en tiempo real7 (Fig. 17-1).
Curiosamente, existen pacientes con venas varicosas raras en la extremidad inferior que se originan en las regiones
pélvicas y vulvoperineal sin insuficiencia safenofemoral. Estos pacientes generalmente tienen várices en el muslo
anteromedial, pero se pueden ver con muchos patrones. Aunque algunos de estos pacientes tienen dolor pélvico y
PCS asociados, hasta un 70% de los pacientes, en algunas series, no tienen síntomas asociados de dolor pélvico y
podría no ser consistente con PCS. Por lo tanto, el diagnóstico depende de la existencia de incompetencia de la
vena ovárica junto con los propios síntomas clínicos de PCS. Debido a que tanto los exámenes de MRV como CTV
se realizan con la paciente en posición supina, estos estudios de imagen pueden ser engañosos. Un estudio de imagen
normal no excluye el diagnóstico, especialmente con los síntomas clínicos apropiados.
C A P Í T U LO 17 n Síndrome de Congestión Pélvica y Reflujo de Vena Ovárica n Fig. 17–1
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n ATLAS DE CIRUGÍA ENDOVASCULAR VENOSA
n Fig. 17–1, continuación B, Venograma por
resonancia magnética muestra agrandamiento y reflujo
de la vena ovárica izquierda (flecha superior) con
agrandamiento venoso pélvico y llenado cruzado de los
vasos derechos (flecha inferior).
TRATAMIENTO
En los primeros años de la condición, el tratamiento quirúrgico consistía en la ligadura quirúrgica de la vena ovárica.
Recientemente ha habido reportes de ligaduras laparoscópicas. Más comúnmente, se usa el tratamiento transcatéter
percutáneo. El tratamiento transcatéter lo reportó por primera vez Edwards, en 1993,8 y estos tratamientos han
continuado para adaptar la técnica a través de los años.
El tratamiento transcatéter percutáneo se puede realizar desde el abordaje femoral o yugular. Nosotros preferimos
la técnica yugular ya que permite un ángulo más natural en la vena renal izquierda. La selección de la vena ovárica
izquierda así como de la derecha puede ser muy difícil desde el abordaje femoral debido al ángulo agudo en el origen
de la vena ovárica derecha con la vena cava inferior (Fig. 17-2). La inyección de la vena renal izquierda generalmente
demuestra la presencia de una vena ovárica izquierda dilatada (6 a 10 mm), la cual es incompetente (Fig. 17-3).
Generalmente hay colaterales pélvicas cruzadas que llenan el sistema venoso ovárico derecho (Fig. 17-4). En un
porcentaje de casos, el reflujo causa llenado de ramas de la vena ilíaca interna. La venografía se puede hacer durante
la maniobra de Valsalva si el venograma de reposo no demuestra un agrandamiento de la vena ovárica.9 Además, el
venograma se puede repetir en posición semierecta si está disponible una mesa de inclinación vertical.
Es importante excluir una obstrucción distal de la vena renal entre la arteria mesentérica superior y la aorta
(síndrome del cascanueces) como causa de agrandamiento de la vena ovárica izquierda. Esta condición se diagnostica
por una elevada presión de regreso o por gradiente renocava medido simultáneamente. El gradiente en esta región
debe ser normalmente de 1 mm Hg o menos y es típicamente mayor de 5 mm Hg en pacientes con síndrome de
cascanueces.10 El tratamiento para estos pacientes involucra alivio de la compresión mediante cirugía o colocación
de endoprótesis vascular.
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