NON NOBIS Queridos Hermanos, Damas, Caballeros y amigos de nuestra amada Orden del Temple de Jerusalén, representa para mi un alto honor el poder dirigirme a todos vosotros en un día tan importante como es hoy, por ser, el que marca vuestro ingreso en las filas de la Blanca milicia de Cristo. Y recordad que este compromiso lo hacéis ante Dios y su Santísima Madre. Por ello debéis de saber que ya en los tiempos en que los primeros caballeros cruzados defendían los Santos Lugares en Tierra Santa, se caracterizó esta querida Hermandad del Temple por su unidad y disciplina. Para ello nunca dudaron en entregar su vida por la Orden si con ello salvaguardaban la verdad de la Fe cristiana. Somos Caballeros de Cristo, guardianes de la Fe y la Tradición, y por ello hemos de luchar en un combate sin tregua, defendiendo hoy como antaño la Fe en Cristo, la Fe en Dios Crucificado que sacrificó su vida para salvarnos. Contamos para ello con la gracia del Espíritu Santo que nos guía, a través de la Santa Madre Iglesia, y contamos especialmente nosotros los Templarios con la asistencia de Nuestra Señora, Madre-Virgen de Dios y Capitana de nuestra Milicia. Por ella nació nuestra Religión, y gracias a ella es que las fuerzas del Mal no consiguieron exterminarla. Cuando en la lucha diaria, tanto en la interior como en la exterior, nos sintamos desfallecer, hemos de invocar a Nuestra Señora, y hemos de apoyarnos en nuestros hermanos. Porque somos una Hermandad, y somos una Orden, lo cual significa que debemos conducirnos siempre con orden y disciplina, con lealtad y coraje. Conservando siempre nuestro honor, nuestra dignidad de pertenecer a la Milicia del Temple, caracterizada por su Fe, su Religiosidad y, por ende, por su gran AMOR AL PRÓJIMO. Nunca me canso de repetir que las buenas obras se han de realizar cada día, con humildad y sin ostentaciones… sin esperar nada a cambio, ni siquiera agradecimiento, pues es sólo del Señor de quien debemos esperar recompensa, una recompensa que no es terrenal… Haced el bien con alegría, sin pregonar ni exteriorizar que lo estáis realizando por ser Caballero Templario… Dios ya sabe lo que sois, y eso es más que suficiente, pues el proveerá… NON NOBIS, DOMINE, NON NOBIS, SED NOMINI TUO DA GLORIAM. Ésta a de ser nuestra divisa de vida. Caballeros y Damas del Temple de Jerusalén, este día lo habréis de recordar como el día en que comenzáis vuestra PROPIA CRUZADA en pro de la moral y la defensa de la Fe cristiana en medio de la sociedad secularizada que nos ha tocado vivir. Seréis una referencia para muchos. Recordad que portáis el nombre de Cristo y que enarboláis el estandarte de su sacrificio y de su amor. Haceos merecedores de ser llamados Caballeros Templarios, imitándole en cada momento de vuestra vida, en cada pensamiento que tuviereis. Despojaos, pues, de vuestras ataduras terrenales y luchad con humildad por alcanzar la verdad en Cristo a través de la caridad y el amor. Por ello os habréis de sentir henchidos de satisfacción por pertenecer a la Orden del Temple, pero sobre todo porque vosotros sois la más sólida columna de vuestras familias, pues la familia es la base principal de un Caballero Templario. Un hogar Templario es un hogar en el que la doctrina cristiana es práctica cotidiana, en donde el respeto y el amor es la característica que rige las relaciones entre padres e hijos… Predicad la Buena Nueva y predicad también vuestro modo de vida entre amigos y vecinos, que vean vuestro hogar y vuestra familia como ejemplo a seguir y comenten: ese es el hogar y la familia de un CABALLERO TEMPLARIO. Seréis una referencia para muchos. Recordad que portáis el nombre de Cristo y que enarboláis el estandarte de su sacrificio y de su amor. Haceos merecedores de ser llamados Caballeros Templarios, imitándole en cada momento de vuestra vida, en cada pensamiento que tuviereis. Despojaos, pues, de vuestras ataduras terrenales y luchad con humildad por alcanzar la verdad en Cristo a través de la caridad y el amor. Él Señor nos dice que “tan cierto es que muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mateo 22,14). NON NOBIS, HERMANOS Fr.+ J.M.Nicolau MAESTRE