EL LENGUAJE ANALOGICO EN LA COMUNICACION TERAPEUTICA:

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EL LENGUAJE ANALOGICO EN LA COMUNICACION TERAPEUTICA:
Una reflexión sobre la Psicoterapia Gestalt.
de Anna Fabbrini
La psicoterapia de la Gestalt constituye, desde su origen y en las elaboraciones teóricas
subsiguientes, una aportación original en el campo de la psicoterapia.
La atención al aquí-y-ahora se impone y se contrapone a la dimensión histórica y
temporal del psicoanálisis; la búsqueda da las "causas del mal" y del "por qué" se sustituye por la
cuidadosa búsqueda del "cómo" que transforma la perspectiva causal (también cuando es multicausal) en una lectura de las "coincidencias" que dejan percibir una visión sistémica de los
fenómenos intrapsíquicos.
La atención al lenguaje del cuerpo y la responsabilidad colocada enteramente en manos
del cliente como capacidad de encontrar respuesta a las propias cuestiones sin resolver, impone
ciertamente una reflexión atenta sobre la dinámica en acto de la relación terapéutica.
La exigencia de proseguir en la profundización teórica de la Terapia Gestalt, con
particular atención a sus aspectos más innovadores, lleva a considerar con cuidado algunos
desarrollos de la investigación teórica que en estos últimos años han contribuido a profundizar en
el conocimiento de los fenómenos relacionales y que han encontrado fecunda aplicación también
en otros enfoques terapéuticos.
Me refiero aquí, en particular, a la teoría de la comunicación elaborada por el grupo de
Palo Alto 1 que ofrece, a mi entender, algunas interesantes claves de comparación que pueden
aportar luz sobre el funcionamiento y sobre la eficacia de la Terapia Gestalt, al permitir una
mejor definición de los fenómenos y revela, contemporáneamente, el gran potencial terapéutico
todavía implícito en esta práctica clínica.
Aunque se trate de caminos diferentes, la sorprendente convergencia de algunos datos
deja ver notables posibilidades de aportaciones recíprocas.
En particular, todo el planteamiento comunicativo de la Terapia Gestalt, con sus reglas
específicas de interacción y sus "juegos", parece estructurarse sobre criterios fundamentales que
la "teoría de la comunicación" señala como los más aptos para producir un cambio.
Por otro lado, la pragmática de la comunicación puede, con provecho, confrontarse con
esta aportación clínica que apunta a una posibilidad concreta de superación del carácter
prescriptivo y con tendencia a la des-responsabilización, y que es precisamente una de sus
actuales aplicaciones terapéuticas.
En su último trabajo, nota Watzlawick [Watzlawick, 1980: p.12] que, prescindiendo del
cuadro terapéutico de referencia, el impacto de un cierto tipo de lenguaje contribuye a modificar
1
Se trata, como es sabido, de G.Bateson, D.D. Jackson, J.Weakland, P.Watzlawick, investigadores en el Mental
Research Institute de Palo Alto, ya conocidos como "grupo de Palo Alto".
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una cierta representación de la realidad, y, por tanto, a acelerar o también a favorecer el proceso
de toma de consciencia.
Ya Perls intuyó magistralmente cómo proceder en la práctica en ese proceso de
redefinición de las representaciones subjetivas.
A partir del estudio y de los descubrimientos más recientes sobre las funciones cerebrales
, Watzlawick construye sus reflexiones sobre la hipótesis de que el hombre dispone de dos
sistemas lingüísticos diferentes, correspondientes a las peculiares características de los dos
hemisferios cerebrales [Watzlawick, 1980: p.21 y ss.]
2
Una lengua es la digital, objetiva, lógica y analítica, la lengua de la ciencia y de la
interpretación racional correspondiente a las funciones del hemisferio cerebral izquierdo. Su
característica específica es que "entre ella y su significado no existe ninguna relación inmediata,
obvia y directamente comprensible", aunque haya un acuerdo tácito en nombre del cual ciertos
signos y ciertos sonidos adquieren un significado determinado [Watzlawick, 1980: p.23]
Distinta a ésta, la lengua analógica es, en cambio, la expresión de la metáfora y de la
imagen; corresponde a las funciones del hemisferio derecho y expresa la globalidad. Tiene como
característica peculiar la de estar constituida por "signos que tienen una inmediata relación de
significado con lo que designan, en cuanto representan una analogía y contienen, por tanto, cierto
poder para evocar imágenes" [Watzlawick, 1980: pp. 23-24]
Las investigaciones de la neurofisiología, y los experimentos realizados con individuos
en los que los dos "cerebros" han sido separados quirúrgicamente, confirmarían la independencia
funcional de los dos hemisferios [K.Popper - J.Eccles, 1982: p.382]. Ellos no parecen reaccionar
del mismo modo ante los mismos estímulos, sino que cada uno da respuestas específicas.
En condiciones normales, se alcanza un alto grado de integración y de
complementariedad entre las dos diversas funciones que, de vez en cuando, tienden a prevalecer
una sobre la otra según la específica competencia para responder a una determinada situación. El
refuerzo positivo sería determinante en la constitución estable de la dominante.
Ahora compete a la neurología la profundización de tales hipótesis desde el punto de
vista fisiológico; entre tanto, la referencia a los dos diferentes registros organizados del
pensamiento y de la comunicación, con los elementos cognoscitivos ya disponibles, permite
hipótesis de notable interés en el campo psicoterapéutico.
En esta perspectiva resulta, en efecto, que las funciones emotivas, la intuición, lo noverbal, el sentir tienen su específica organización y que, paralelamente, se estructurarían
funciones de objetivación y racionalización con posibilidad de traducir la experiencia al
pensamiento lógico-causal y al lenguaje.
El sufrimiento psíquico nacería, según el autor, de llamativas contradicciones de la
experiencia (por ejemplo, de graves y repetidas incongruencias entre mensajes verbales y noverbales en una relación dada), en presencia de las cuales, en lugar de una síntesis satisfactoria de
la propia experiencia y de un comportamiento conforme a la necesidad subjetiva, se crea un
2
Se hace referencia, en particular, a las investigaciones de Roger Sperry y colegas, extensamente citadas por
Watzlawick (1980, caps. III y IV). Una reseña exhaustiva de las investigaciones sobre este tema está recogida en
K.Popper-J.Eccles, 1981, vol. II, cap. IV.
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conflicto entre las dos representaciones. El resultado de la contradicción puede llevar a que
prevalezca una u otra de las funciones o al bloqueo de las dos, determinando de esta forma una
gama de comportamientos que son considerados patológicos.
El sufrimiento psíquico, pues, tendría siempre en su base un estancamiento de la
comunicación entre los dos hemisferios. La terapia, como intervención que mira hacia el cambio,
intenta recuperar esa síntesis subjetiva dando "voz" a las dos representaciones disociadas. Para
hacer ésto es necesario elaborar instrumentos comunicativos capaces de activar las dos
funciones.
Lo que Watzlawick y sus colaboradores sugieren de forma completamente original es la
posibilidad de que la comunicación sobre dos registros diferentes se active no sólo desde lo
interno hacia lo externo (en el caso de la terapia: desde el paciente hacia el terapeuta), sino
también viceversa.
En las terapias actuales, en efecto, el paciente habla (función digital) o se expresa
corporalmente, por imágenes o asociaciones (función analógica) ante el terapeuta que, a su vez,
utiliza sólo mensajes de tipo digital: interpretación, clarificación. Watzlawick propone que
también el terapeuta se comunique en los dos registros e introduzca en la relación estímulos de
tipo analógico, a partir de la convicción de que "cada intento de influir sobre uno de los dos
hemisferios se debe servir de su lengua específica para que la señal o la comunicación penetren
hasta él" [Watzlawick, 1980: p.39].
Según esta hipótesis, los tradicionales mensajes "terapéuticos" de tipo digital pueden
llegar a influir sólo en las funciones correspondientes, mientras que las funciones analógicas,
más implicadas en el sufrimiento psíquico, quedan excluidas del circuito comunicativo.
Para hacer ésto es preciso conocer las reglas de funcionamiento típicas del lenguaje
analógico y así poder no sólo "escuchar la voz", sino "conversar" con ese [hemisferio], esto es,
introducir mensajes que lleguen a él directamente sin pasar por el filtro de la comprensión y de la
racionalidad.
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Conociendo esta "gramática", la relación terapéutica se transformaría de "A" en "B":
Relación terapéutica "A":
T.= Terapeuta
P.= Paciente
c.d.= comunicación digital
c.a.= comunicación analógica
En este caso, mientras el terapeuta envía intencionadamente mensajes sólo de tipo digital
(interpretación, clarificación), el paciente envía constantemente dos tipos de discurso: uno verbal,
el otro a través del cuerpo, del sentimiento, el síntoma3.
3
Se sabe ya que también la práctica psicoanalítica subraya la necesidad de prestar atención particular a "cómo" se
efectúan ciertas intervenciones interpretativas. En efecto, se nota que la eficacia de una intervención no está unida sólo a
la precisión de su contenido, sino al hecho de que haya sido dicha con un cierto tono de voz, un cierto ritmo, etc. No
sorprende nada esta acentuación del "cómo" en un cuadro como el gestáltico, habituado a analizar y distinguir los dos
niveles: "qué" se ha dicho - "cómo" se ha dicho. Sorprende, en cambio, que el psicoanálisis continúe sobrevalorando el
contenido de la interpretación aun habiendo sostenido que el impacto emotivo por el insight equivale a "cómo" se ha dado
el mensaje. Dicho de otro modo, el aspecto "analógico" (cómo) prevalece sobre el "digital" (qué). A la luz de esta
hipótesis sería interesante reconsiderar el significado de la "atención fluctuante" como cualidad particular de la escucha
del terapeuta.
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Relación terapéutica "B":
Existen en este caso dos circuitos completos de comunicación. Respecto a la situación
precedente, aquí el terapeuta envía intencionadamente mensajes de tipo analógico aptos para
estimular y producir respuestas específicas.
Las investigaciones realizadas por el grupo de Palo Alto han puesto en evidencia algunas
reglas de la comunicación analógica que ya encuentran aplicación en el enfoque relacional
sistémico de la terapia familiar4 .
Más allá de las consideraciones específicas en relación a esta práctica terapéutica y al
cuadro teórico que la sostiene, me limito aquí a subrayar que las "reglas" del lenguaje analógico
identificadas coinciden en gran medida con los principios de la Terapia Gestalt y que las "claves"
comunicativas que se derivan de estas reglas se corresponden ampliamente con los "estilos" y los
"juegos" de su aplicación práctica.
4
Sobre la aplicación de los modelos de la Pragmática de la Comunicación en la terapia individual y familiar, se pueden
ver, además de los trabajos de Watzlawick (1971, 1980), las publicaciones de M.Selvini (1963, 1979).
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El cuadro 1 deja ver las principales reglas del lenguaje analógico. La aplicación de estas
reglas en la terapia se traduce en un estilo particular de intervención por parte del terapeuta en
ambos casos. Más específicamente, en un conjunto de "juegos" en la práctica gestáltica y en el
sistema de las "prescripciones" en el enfoque relacional sistémico5 .
Principales reglas del lenguaje analógico
Reglas de la Terapia Gestalt
Reglas del lenguaje digital
Aquí y ahora
Aquí y ahora
Secuencias
temporales:pasado/presente/
Coincidencia
Coincidencia
Causalidad
futuro
Pensamiento afirmativo
Pensamiento afirmativo
Presencia de la negación y
de alternativas
Aquí - y - ahora.
Es el escenario espacio-temporal de la Gestalt.
La toma de conciencia [awareness] en el aquí-y-ahora es para el paciente el instrumento
privilegiado para alcanzar el cambio que desea realizar.
La pregunta "¿De qué te estás dando cuenta?" conduce y da la palabra, en la relación
terapéutica, a distintos niveles de consciencia del presente que atienden a:
 el ambiente físico externo (percepción auditiva, visual, táctil, olfativa);
 el propio cuerpo en sus aspectos externos visibles (posición, pequeños movimientos
periféricos intencionados o automáticos, etc.);
 el propio cuerpo en sus aspectos internos no visibles ligados al sentir subjetivo (sensaciones
periféricas cutáneas y más centrales, profundas, viscerales).
El discurso que el paciente aporta, cualquiera que sea el nivel simbólico en que se sitúa y
cualquiera que sea el tiempo y el espacio en que se coloca, en Gestalt se reconduce al presente y
a la relación en acto.
En terapia de la comunicación, esta modalidad específica de conducir al paciente a una
consciencia del aquí-y-ahora se activa a través de la técnica de "diseminación" (interpersal [sic]
technique), mediante la cual el terapeuta es quien evoca los elementos del ambiente circunstante,
las impresiones o las sensaciones físicas..."de las que puede suponer con certeza que el paciente,
en este momento, está consciente o, si no lo está, puede llegar a estarlo a través de una simple
señal hacia ellas" [Watzlavick, 1980: p.64].
La diferencia más relevante entre los dos modos de activar la consciencia del aquí-yahora está en el hecho de que, en este segundo caso, hay una inducción de estímulos, mientras
5
Una serie completa de "juegos" gestálticos con numerosos ejemplos de su aplicación terapéutica se puede encontrar en
Perls, 1972, p.163 y ss.
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que en el enfoque gestáltico el terapeuta facilita que el paciente asuma responsable y
directamente los elementos de consciencia que lo atañen en primera persona. Al hacer ésto, él
está atento a respetar en todo momento las posibilidades y la disponibilidad del paciente que
orientan el ritmo y la cualidad del propio cambio en función de las propias defensas y de sus
necesidades actuales.
El aquí-y-ahora como campo espacio-temporal de la situación terapéutica es común a
muchos enfoques clínicos post-freudianos. Se trata de una elección metodológica ni obvia ni
dada por supuesta que, la mayor parte de las veces en cambio, viene dada como un a priori que
se justifica por sí mismo.
Al contrario, por la relevancia metodológica que asume y la llamativa novedad que
supone respecto a las prácticas de orientación analítica, esta elección necesita de una
profundización teórica de sus presupuestos.
El carácter a-temporal de la comunicación analógica, puesto de relieve por la teoría de la
comunicación, puede ser una clave interesante para conseguir una clarificación de los
fundamentos de tal elección y para evitar una indebida extensión de tipo ideológico.
En una situación de cambios muy rápidos, como es la actual, la experiencia del tiempo
resulta en efecto problemática para los individuos, que continuamente deben adaptarse a
contextos variables. La vulgarización de la filosofía del aquí-y-ahora puede transformarse en una
moda cultural; en este caso su función es dar un control ilusorio sobre el presente, rebajando la
compleja experiencia del tiempo.
Coincidencia.
En la práctica gestáltica está ausente cualquier búsqueda de tipo "causal". No se ocupa de
discutir o identificar las causas de un problema, sino esencialmente de definirlo en sus precisos
términos (qué es lo que no marcha, qué habría que cambiar) y de describirlo en su articulación y
en sus consecuencias, ya sean reales o imaginarias (cómo soy yo, cómo sucede). Lo que se
delinea así es una constelación de términos del problema, una red de nexos de los que emergen
los costes y los beneficios subjetivos de la "patología", que permite al paciente asumir
responsablemente la dirección de su propio cambio.
Mientras en el enfoque "relacional sistémico" la búsqueda del "cómo" o sistema de
coincidencias está en la atención de los terapeutas que son los únicos en hacerse cargo de
identificar el modelo repetitivo de la interacción (familiar), a partir del cual elaboran la
"prescripción" terapéutica, en la práctica gestáltica se restituye al paciente cada instante, cada
fragmento de consciencia hasta devolverle enteramente la visión de conjunto sobre su modo de
actuar, lo que los "interactivistas" llaman "vínculos" o "redundancias comunicativas".
Pensamiento afirmativo.
La estructura del lenguaje analógico es primitiva y poco elaborada. Entre otras cosas, le
falta la negación, es decir, la posibilidad de expresar la no-existencia de algo mediante
expresiones del tipo: no, nadie, nunca, ésto no, pero...,etc., expresiones ampliamente usadas en el
lenguaje digital.
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Tal característica es típica de la comunicación no verbal, de las representaciones gráficas,
de las sensaciones del cuerpo. Estos lenguajes, enteramente analógicos, sólo pueden expresar
afirmaciones o secuencias de afirmaciones, pero no la ausencia de alguna cosa o sus alternativas.
Por ejemplo, un dibujo puede representar "un hombre que planta un àrbol", pero no "un hombre
que no planta un árbol".
Otro tanto se puede decir de los mensajes del cuerpo. El cuerpo puede sentir calor, frío,
temblor, etc., aunque con frecuencia la traducción verbal del "sentir" produce respuestas del tipo
"no siento frío en este momento", en lugar de la forma afirmativa "siento calor".
La Gestalt, atenta a ensanchar la esfera de la consciencia de sí en el aquí-y-ahora,
propone la reformulación constante de las frases negativas pasándolas a proposiciones
afirmativas, produciendo el efecto de unir al máximo el lenguaje hablado con el registro
analógico.
El acto terapéutico se sitúa, por tanto, en un cuadro señalado por el aquí-y-ahora como
regla del espacio-tiempo; por la coincidencia como hipótesis de nexos sistémicos y no causales
entre los sucesos y los comportamientos; y por el pensamiento afirmativo. La Terapia Gestalt y
el enfoque relacional sistémico se desarrollan sobre un registro interactivo e incluso rico de
semejanzas.
En particular es relevante la convergencia sobre lo que los "interactivistas" llaman el
"bloqueo" de las funciones digitales.
Por bloqueo de las funciones digitales se entiende un brusco e inesperado (para el
paciente) cambio de registro simbólico; una intervención incoherente respecto al contenido del
discurso, una ruptura del campo verbal compartido que desvía repentinamente el acento y el
sentido del intercambio.
Esto tiene la función de interrumpir los procesos de racionalización que el paciente tiende
a realizar y/o la función de inducir continuas reformulaciones del problema y de la actuación
terapéutica: una reflexión sobre la Terapia Gestalt en términos no habituales6 .
Watzlawick insiste mucho sobre este aspecto de "bloqueo", dando numerosos ejemplos
también de otros autores [Watzlavick, 1980: pp.89-121]. Esto subraya la importancia que tiene la
interrupción de las funciones críticas, lógicas y racionales del paciente para mantener o activar el
contacto sobre el registro analógico [Watzlavick, 1971; Selvini, 1975].
La Terapia Gestalt utiliza ampliamente este esquema de interacción realizando
continuamente interrupciones del circuito comunicativo lógico-causal y desviando el plano
simbólico del contenido del discurso hacia el darse cuenta del aquí-y-ahora, obteniendo con ésto
un efecto de "bloqueo".
También la técnica de la prescripción del síntoma, paradoja por excelencia de la escuela
interactiva, es conocida por la Gestalt que se sirve de ella continuamente, invitando al paciente a
6
Es sabido que la tradición mística oriental hace uso de situaciones similares a fin de crear el "vacío" interior. Los koan
del budismo Zen, por ejemplo, constituyen un ejercicio de pensamiento que, por su carácter absurdo y paradójico, bloquea
las funciones lógicas y provoca un estado diverso de "consciencia".
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entrar en el propio malestar en lugar de contrastarlo o evitarlo, a través de un seguimiento de tipo
expresivo o psicodramático7 .
El elemento discriminatorio de mayor relieve entre los dos enfoques está constituido por
el acento diferente puesto sobre la noción de Responsabilidad.
Perls opinaba que la creciente consciencia del aquí-y-ahora, continuamente actualizada
en el curso de la interacción, constituía el nudo esencial del cambio, como posibilidad ofrecida al
paciente para que se colocara como "sujeto" del propio hacer y del propio decir en cada aspecto
verbal y no verbal.
Para la Gestalt, Responsabilidad es la capacidad del paciente de dar respuesta a aquello
de lo que se da cuenta.
La teoría de la comunicación, en cambio, llega a una praxis clínica que excluye la
responsabilidad a cargo del paciente. Una parte del asunto no demostrada es que el "darse
cuenta" mira solamente a la comprensión de las causas del hacer [Watzlawick, 1971: p.37]. Pero
al no ser tal comprensión, como ya se ha dicho, un objetivo de la terapia, se excluye la necesidad
del "darse cuenta" por parte del paciente. Es tarea del terapeuta observar el "modelo" de
funcionamiento y elaborar la prescripción de comportamiento para romper tal modelo.
De este modo no existe ningún proceso acumulativo de la experiencia terapéutica en el
paciente que, aun en el caso de que cumpla las prescripciones y alcance la meta de modificar su
sistema de interacciones, no asume elementos de consciencia "exportables" a otro contexto
relacional distinto del específicamente tratado en la terapia.
El riesgo de caer en una praxis behaviorista es evidente en este cuadro, mientras que está
absolutamente ausente en la práctica gestàltica en la que existe una continua y puntillosa
devolución del "darse cuenta" y de la responsabilidad a la persona que hace la demanda
terapéutica.
Como se sabe, el enfoque gestáltico se traduce en la práctica clínica a intervenciones
finalistas. Es decir, tiende a identificar cada vez un problema particular aun cuando la demanda
sea general, a clarificar los términos del "impasse", esto es, del bloqueo, de la paralización del
paciente, y a darle los instrumentos para redefinir o resolver el problema modificando su lectura
subjetiva.
El terapeuta tiene una presencia activa con el fin de introducir nuevos elementos de
consciencia. Aun quedándose en el ámbito del "contrato" terapéutico estipulado, él no se limita a
clarificar el "material" que el paciente le ofrece, sino que estimula su producción a través de una
interacción articulada por juegos, reformulaciones, acciones, etc.
La contribución cognoscitiva de la Pragmática de la comunicación permite aclarar
algunos fundamentos implícitos en el enfoque gestáltico.
7
Este aspecto del trabajo gestáltico, ya presente en Perls, ha sido después desarrollado más extensamente. Ha tenido
particular coherencia metodológica en el enfoque Psico - energético de Jean Ambrosi, en donde es el principal apoyo de
una práctica terapéutica original, aunque mantiene numerosos enganches con la técnica gestáltica. Sobre este tema, véase
Ambrosi, 1978, 1979.
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Lo que Perls ha identificado y sintetizado de manera completamente intuitiva es, en
realidad, un dirección y una orientación a complejo comunicativo que responde con eficacia al
objetivo de producir un cambio estable y responsable en la imagen de la realidad y en la
conducta humana, sin recurrir a prescripciones o a elementos conductistas de ninguna clase.
Asumir el hecho de que la Terapia Gestalt es un refinado y complejo arte de comunicar
autoriza a tomar distancia definitiva de las hipótesis, frecuentemente ideológicas, sobre las que
parecía apoyarse para tener validez y contribuye a dar una la investigación todavía necesaria.
Esta lectura paralela de los dos enfoques clínicos permite algunas consideraciones que
contienen hipótesis en las que vale la pena continuar profundizando y verificando:
a) La consciencia de sí mismo en el aquí-y-ahora, clave terapéutica del enfoque gestáltico, se
realiza a partir de una "comunicación analógica" simétrica en la relación, que interesa tanto al
paciente como al terapeuta.
La eficacia de la práctica gestáltica, por tanto, se puede explicar a partir de la teoría de la
comunicación. La exigencia de reconducirla a una teoría de la estructura psíquica, más compleja
y articulada, impone una formulación de nuevas hipótesis sobre el funcionamiento intrapsíquico
e interpersonal y un distanciamiento de las referencias actuales al cuadro psicoanalítico.
b) La práctica gestáltica es una síntesis magistral de elementos que permiten, en el aquí-y-ahora
de la relación en curso, la actuación, la observación y el darse cuenta de los modelos de
comportamiento susceptibles de cambio. No tiene ninguna necesidad de separar en el tiempo y
en el espacio el "comportamiento sintomático" del "nuevo" comportamiento. El proceso del
cambio se realiza lentamente a través de una toma de consciencia por parte del paciente, que es
completamente responsable de los modos y de los tiempos de su devenir.
c) La Gestalt es, pues, un "regulador" de la comunicación, un conjunto coherente de modos de
funcionar en la relación, que puede ser utilizado como tal en el ámbito de coloquios, terapias
focales, fases preliminares del contacto terapéutico, peticiones de ayuda, etc.
d) La Terapia Gestalt recupera enteramente la atención al cuerpo como lugar del sentir y de las
inscripciones de las necesidades, con una perspectiva completamente original respecto al abanico
postfreudiano de terapías corporales.
En particular, la simetría de la relación y la implicación del terapeuta en el nivel de su
propio sentir parece ser el elemento de mayor importancia y el núcleo más innovador de este
enfoque clínico.
e) De una atenta consideración de la práctica gestáltica, la pragmática de la comunicación y su
aplicación terapéutica pueden obtener importantes elementos para superar los aspectos
behavioristas y prescriptivos que constituyen sus límites más evidentes.
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BIBLIOGRAFIA
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Perls, F.: La terapia gestaltica parola per parola, Roma, Astrolabio, 1980. [ Trad. y ed. en
español: Sueños y existencia. Terapía gestáltica, Santiago de Chile, Ed. Cuatro Vientos, 1996]
Perls, F.- Hefferline, R.F.- Goodman, P.: Teoria e pratica della terapia della Gestalt, Roma,
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Selvini Palazzoli, M. et. al.: Paradosso e contraparadosso, Milano, Feltrinelli, 1975.
Watzlawick,P.-Beavini, J.H.- Jackson, D.D.: Pragmática della comunicazione umana, Roma,
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Watzlawick, P.: Il linguaggio del cambiamento, Milano, Feltrinelli, 1980.
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Publicado en Quaderni di Gestalt, n. 3, 1986, págs.108-121.
Traducido del italiano por María Cruz García de Enterría para el Centro de Terapia y
Psicología, en septiembre de 1998.
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