Historia del dinero fiduciario en México: I. Orígenes

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Historia del dinero fiduciario en México:
I. Orígenes
A los billetes y las monedas que utilizamos cotidianamente se les
denomina dinero fiduciario, pues representan un valor que intrínsecamente
no tienen. Por ejemplo, el valor nominal de un billete de 200 pesos, es
precisamente 200 pesos, pero su valor intrínseco (a lo que podemos
venderlo como papel) es menor. No obstante, cuando alguien nos entrega
una pieza de 200 pesos lo recibimos de acuerdo con su valor nominal.
Hoy en día, prácticamente todos los habitantes de la República Mexicana
utilizamos como dinero fiduciario los billetes y las monedas, ya que tiene
ventajas sobre otro tipo de dinero, como el dinero mercancía, que además
de ser dinero es un bien (el cacao, que utilizaban los mexicas), o el dinero
en metales preciosos, como las monedas de oro o de plata. Esas ventajas
son que el dinero fiduciario es más fácil de transportar, es divisible y
durable, condiciones con las que no necesariamente cumplen los otros
tipos de dinero. Asimismo, la utilización del dinero fiduciario crea recursos
al emisor (la diferencia entre el valor nominal y el costo). Sin embargo,
el dinero fiduciario es relativamente reciente, en México, los primeros
intentos por utilizarlo se remontan a principios del siglo XIX.
El objetivo de esta nota es describir brevemente el proceso por el que
pasó México para aceptar y utilizar el dinero fiduciario; una breve historia
de intentos, que al principio fueron muy poco afortunados pero que, poco
a poco, fueron conformando la base para la amplia aceptación que tienen
actualmente los billetes y las monedas, que es el principal medio de pago
que utilizamos en México.
El primer intento de introducir dinero fiduciario en forma de papel fue
por un emisor desconocido en 1813, durante la Guerra de Independencia,
en San Miguel el Grande, Guanajuato, aunque no fue exitoso. Otra
tentativa más famosa fue la que llevó a cabo el gobierno de Agustín de
Iturbide, para hacer frente a la severa penuria económica derivada de
11 años de guerra. Una de tantas medidas que utilizó para disponer de
recursos fue la emisión de papel moneda, mediante la creación de cédulas
o “Haré buenos”. Los recursos que ganaba el gobierno eran simplemente
la diferencia entre el valor nominal del papel moneda (por ejemplo, un
peso) menos el costo de producir la cédula (lo que se pagaba por el
papel y la impresión, que era menor a un peso). Sin embargo, la gente
no estaba acostumbrada a la utilización del papel moneda, además de
que su emisión estaba a cargo de un gobierno débil y económicamente
quebrado, por lo que el público no lo aceptó y fue recibido con mucha
desconfianza, que es opuesto a lo que se necesita para que el papel
moneda tenga éxito.
Posteriormente, en 1823 cuando México se convirtió en República
Federal, se imprimió el papel moneda sobre bulas papales canceladas
(mensajes del Vaticano), con la idea oficial de evitar falsificaciones, pero
sobre todo para crear confianza en esos billetes, sustentado en el amplio
sentido religioso tan arraigado en el pueblo mexicano. Sin embargo, como
en los otros casos, el resultado fue un fracaso.
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