Sobre los conflictos teóricos del APE

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Sobre los conflictos teóricos del APE. Naturaleza jurídica y presupuestos
Graziabile, Darío J.
Voces
QUIEBRA ~ CONCURSO PREVENTIVO ~ ACUERDO PREVENTIVO ~ ACUERDO
PREVENTIVO EXTRAJUDICIAL
Título: Sobre los conflictos teóricos del APE. Naturaleza jurídica y presupuestos
Autor: Graziabile, Darío J.
Publicado en: LA LEY 2006-E, 1253
Sumario: SUMARIO: I. Introducción. — II. Naturaleza jurídica. — III. Presupuestos.
— IV. Conclusión.
-------------------------------------------------------------------------------I. Introducción
Como primer paso, queremos conceptualizar y delimitar al acuerdo preventivo
extrajudicial, versión 2002. Estamos ante un instituto concursal, que consiste en
un acuerdo celebrado por un deudor en estado de cesación de pagos o con
dificultades económicas o financieras, con parte de sus acreedores, homologado
judicialmente con las mayorías requeridas, y oponible a todos los acreedores
anteriores a la presentación. Aquel acuerdo no homologado no es un acuerdo
preventivo extrajudicial sino simplemente un contrato o convenio con efecto
solamente respecto de las partes que participaron en él.
Aquel vigente en la originaria 24.522 (Adla, LV-D, 4381), carecía de efectos
respecto de todos los acreedores luego de homologado por lo cual podría dudarse
de su carácter concursal, aunque el art. 1° L.C.Q. lo entiende como un concurso
regulado por la ley.
El originario acuerdo preconcursal de los arts. 125-1 y 125-2 de la ley 19.551
(Adla, XXVII-B, 1677) reformada en 1983 por la ley 22.917 (Adla, XLIII-D, 3771), era
un contrato que tenía dos versiones, uno exclusivamente privado y ajeno al
sistema judicial (art. 125-1) y otro, aquel que se presenta homologar
diferenciándose de aquel sólo respecto de la ineficacia concursal en caso de
quiebra, sin afectar su validez fuera de aquella (art. 125-2).
El desarrollo que han tenido históricamente los acuerdos "parajudiciales", ya sea
de facto o de iure se debió a la búsqueda de soluciones alternativas de la
insolvencia que redujera los costos y términos judiciales, que permitiera el
refinanciamiento del pasivo y principalmente en estos casos es que eran más
discretos que los procesos judiciales.
En realidad, el ahora llamado acuerdo preventivo extrajudicial, tuvo su
nacimiento, desde antiguo con el mismo derecho concursal, en los viejos
estatutos italianos, y se trataba de convenios celebrados entre el deudor y sus
acreedores para evitar las drásticas consecuencias de la quiebra.
Nos recuerda Tonón que más modernamente tuvo un gran desarrollo doctrinario
en la doctrina europea, donde fue conocido con diferentes denominaciones,
como concordato amigable o règlement amiable (Francia) o concordato
extrajudicial (Italia) (1).
En aquellos momentos tuvo grandes cuestionamientos atento las maniobras y
fraudes que permitía realizar, pues ante la inexistencia de los presupuestos
concursales dicho acuerdo era ajeno al régimen concursal sino por las normas de
derecho común por lo que no debía respetarse la par condicio. También se
discutía si se requería o no unanimidad de los acreedores para su aprobación,
imponiéndose la tesis que no requería dicho recaudo sino que se permitía que el
acuerdo sea celebrado con alguno de los acreedores con el fin de evitar el estado
de cesación de pagos o superarlo para no llegar al proceso judicial concursal (2).
En el derecho comercial argentino, este tipo de acuerdo tuvo temprano
nacimiento doctrinario y de facto mucho antes de que reciba la acogida
legislativa.
Durante la vigencia de los primeros Códigos de Comercio se había afirmado que
los arreglos privados estaban prohibidos, misma orientación con la ley 4156, pues
se entendía que todo debería resolverse en la junta de acreedores y toda otra
cláusula en contrario era nula (3). Igualmente importante doctrina predicaba su
licitud entendiendo que eran cuestiones de derecho privado y la sociedad no
debería entrometerse en el resguardo de ese tipo de intereses (4).
Luego, el desarrollo doctrinario dejó de lado esa virtual prohibición y admitió su
licitud, con las consiguientes discusiones que ello acarreaba hasta el nacimiento
legislativo en 1983 (ley 22.917 —Adla, XLIII-D, 3771—).
La reforma legislativa fue instada por la crisis de fines de la década del setenta,
que hizo surgir acuerdos privados conocidos como "club de bancos", los cuales
pretendían evitar el concurso y eran manejados por entidades financieras. Estos
acreedores bancarios, principales cuantitativamente en el pasivo de su deudor,
pretendían evitar la quiebra de éste pues en ella veían dificultadas sus
posibilidades de cobro. Se requería para darle la venia al deudor que este haya
sido de buena fe, no sólo con los bancos sino también con el resto de los
acreedores. Su naturaleza era contractual y primaba la autonomía de la voluntad
(5).
Si bien dicha denominación tuvo mucho arraigo en el derecho local, no significaba
que se tratara de alguna asociación entre los sujetos involucrados sino un acuerdo
entre ellos, es decir, el antecedente de lo que ahora conocemos como acuerdo
preventivo extrajudicial. La adopción de dicha denominación surge a través de los
sindicatos financieros de principios del siglo XX y principalmente del "Club de
París", que sí era una organización de Bancos acreedores que realizaban
préstamos sindicados a deudores internacionales (6).
La ley 22.917 de 1983 —reformadora de la ley 19.551— denomina a estos
convenios, acuerdos preconcursales y los incorpora a la legislación argentina,
aunque reconocemos que el Banco Central ya los había legitimado a través de sus
circulares (7) y los denominaba "concursos extrajudiciales". También la ley 22.510
de refinanciación de deudas financieras (Adla, XLI-D, 4347) (8).
Las principales características del instituto eran que pretendía evitar la apertura
del concurso y superar la insolvencia, no requería unanimidad de acreedores,
pues se formalizaba sólo con parte de ellos y no debía respetarse la igualdad entre
los acreedores. Se introduce en dicha reforma la noción de "dificultades
económicas o financieras de carácter general" como presupuesto objetivo para
este tipo de acuerdo.
Si bien fue un paso legislativo importante el instituto no tuvo la respuesta
esperada y fue criticado porque se temía que si fracasado el acuerdo en la
quiebra, algunos acreedores fuesen perjudicados frente a otros (9). En realidad la
regulación que hizo la ley 22.917 no se basó en darle certeza normativa a dichos
acuerdos sino que realmente se preocupó por los efectos que el mismo produjese
en caso de quiebra, su eficacia o no ante la falencia —se lo haya homologado
judicialmente o no—, y ello, creó desconfianza para su uso. Los acuerdos
preconcursales tuvieron una tímida utilización en la práctica y solamente sin
sometimiento a homologación judicial, pues esa era la práctica usual antes de la
sanción de la reforma (10).
Luego en 1995, la ley 24.522, no es que modifica la regulación del instituto, sino
que ubicándolo independiente y sistemáticamente en el cuerpo legal le da forma
normativa. Es denominado, como se lo hace hasta la actualidad, "acuerdo
preventivo extrajudicial". El legislador de los noventa, infructuosamente,
pretendió recuperar la prevención extrajudicial de la insolvencia con
homologación judicial, ya que no había sido utilizada, pero su única finalidad era
que quedara excluido de las acciones de ineficacia, lo que lo hizo igualmente
inaplicable. Se excluyen en la reforma los efectos que se le reconocían al acuerdo
preconcursal no homologado.
El principal problema de la ley 24.522 fue que no era aplicado a todos los
acreedores sino que solamente a aquellos que participaban del acuerdo y la
presentación para su homologación no producía la suspensión de las acciones
contra el deudor.
Finalmente la ley 25.589 (Adla, LXII-C, 2862) en el año 2002, logra rescatar
verdaderamente el instituto y darle utilidad práctica, tanta que en uso cotidiano
—como también lo haremos nosotros—, pasó a denominárselo por sus siglas, APE
(acuerdo preventivo extrajudicial) (11). Las ventajas que presentaba el acuerdo
preventivo extrajudicial, versión 2002, fue que superó las críticas de su antecesora
y solucionó los problemas que lo había hecho inaplicable anteriormente. La
principal reforma de la ley 25.589, que logra darle aplicabilidad y dinamismo al
instituto fue asemejarlo al acuerdo preventivo judicial y dotarlo, luego de
homologado, de los mismos efectos de éste en cuanto fuesen compatibles; así se
lo hace oponible a todos los acreedores quirografarios, se incorpora la suspensión
de acciones ante la presentación del acuerdo para su homologación y se
compatibiliza el sistema de mayorías con el de sus efectos (12).
La reforma aludida se orienta detrás de los vientos modernos del derecho
comparado que privilegian este tipo de soluciones preventivas (Vg.: London
approach en Inglaterra, prepackaged agreements en los Estados Unidos), aunque
no se previó la posibilidad de darle virtualidad concursal a un acuerdo privado sin
necesidad de intervención judicial alguna.
II. Naturaleza jurídica
Para desentrañar la naturaleza jurídica del APE resulta necesario abstraerse en
principio de las denominaciones legales, todas imprecisas y confusas y también de
la forma en que se denominan los institutos —acuerdo, concurso, etc.— y sujetos
—deudor o concursado— pues ello tampoco aporta nada a la discusión.
Determinar la naturaleza jurídica del acuerdo preventivo extrajudicial resulta de
real importancia en la actualidad porque la insuficiente regulación legal hace que
aquella puede definir las normas supletorias aplicables a este régimen.
En los orígenes doctrinarios del instituto —léase doctrina italiana— se entendió
que la naturaleza del acuerdo extrajudicial era netamente contractual,
perteneciente al campo de la autodefensa privada, la autotutela consensual (13)
que integra la teoría general de los contratos (14).
Luego de 1983 la doctrina nacional se enrolaba en la misma línea incorporando a
los acuerdos preconcursales en el ámbito del art. 1137 del Cód. Civil (15).
Más modernamente, bajo el régimen de la ley 24.522, se afirmó que es un
contrato único, cuya causa fin es evitar el concurso judicial (16) o un
procedimiento alternativo con características concursales (17), negándosele
similitud con el concurso preventivo (18).
A partir del 2002 las aguas se han dividido, atento las nuevas prescripciones
legales sobre el APE.
Así Heredia, —autoconvocado en la tesis contractualista— entiende que continúa
siendo un contrato y en la actualidad se basa en el hecho de que la ley aunque no
se logre homologación declara válido el acuerdo para las partes, si es contrato
antes, también lo es luego de la homologación. Afirma que ese contrato se
convierte en acuerdo obligatorio para todos los acreedores con la homologación
judicial (19). Importante doctrina abona y comparte dicha postura (20).
Por otro lado Truffat —en la tesis concursalista— habla de subtipo concursal (21)
y antes lo catalogaba como subespecie del concurso preventivo (22), definiendo
que es un concurso rehabilitatorio asimilable al concurso preventivo, que se
desarrolla en un trámite judicial simplificado y no en el ámbito extrajudicial,
aunque si nace fuera del proceso. Doctrina (23) y jurisprudencia (24) mayoritarias
se enrolan junto a esta teoría, con lo que no puede negarse que luego de 2002 el
acuerdo preventivo extrajudicial ha mutado su naturaleza.
Para nosotros, a partir de la reforma de la ley 25.589 estamos ante un instituto
concursal, —preventivo— que tiene dos etapas, una extrajudicial y otra judicial y
que nace con naturaleza contractual y llega a ser concursal. Enrolados en la
doctrina de Brunetti, desarrollada respecto del concurso preventivo, se trataría de
un contrato sui generis que llega a conformar la voluntad por mayoría y se
impone a la minoría a través de la homologación judicial, por lo que tiene una
doble naturaleza negocial-extrajudicial y procesal-judicial. Así, nos repetimos en lo
expuesto al analizar el concurso preventivo judicial, tenemos un elemento
negocial de notable tinte privatista (deudor y mayoría) que hace nacer el acuerdo
y un elemento procesal que lo traspasa a la órbita publicista (homologación
judicial), que le otorga fuerza de acuerdo concursal obligatorio para todas las
partes (deudor y acreedores —mayoría y minoría—) con los efectos impuestos
por la ley concursal. Entonces el acuerdo preventivo extrajudicial, es un contrato
con aprobación judicial procesal con efectos propios. Así, la denominación usada
por la ley no pareciera tan desajustada, pues estamos ante un acuerdo preventivo
en el ámbito extrajudicial que luego de la homologación pasa a ser un concurso
preventivo judicial con asimilables efectos.
La discusión termina en círculos —como ya se ha reconocido (25)—, porque qué
diferencia hay, en decir que el APE es un concurso o un contrato, si el concurso
preventivo también es concurso y contrato. Nada impide que sea un contrato
concursal asimilable al concurso preventivo. No hay polémica en cuanto a
denominarlo contrato pero tampoco debería haberla para considerarlo un
concurso —como instituto— porque se cumple con todos sus principios y en
cuanto a sus caracteres —rectius caracteres del proceso concursal— sólo deviene
existentes aquellos concernientes a la etapa judicial del APE.
No enerva ello el hecho de que la ley determine que no homologado el APE, surte
efectos respecto de los firmantes (art. 71 L.C.Q.), pues como contrato queda
librado a la autonomía de la voluntad y como tal, también puede disponerse que
no homologado no tenga tal efecto. Resulta superflua la norma atento las
suficientes prescripciones del derecho común (arts. 1137 y 1197 CC) y porque no
constitucionales (art. 19 C.N.) aplicables al caso. Así hemos llamado acuerdo
amigable al APE no homologado (26).
Como caracteres comunes a los procesos concursales (27), no podemos negar que
el publicismo o privatismo —según el ángulo de donde se mire— se encuentran
presentes en la etapa homologatoria (art. 73 L.C.Q. respecto a las mayorías y art.
75 L.C.Q. sobre homologación judicial), lo mismo la unidad procesal, no podría
existir un APE conjuntamente con otro proceso concursal (art. 76 L.C.Q. y su
remisión a la sección V del Capítulo V del Título II de la ley). Más dudosa es la
concurrencia de los acreedores, se dijo que la inexistencia de la misma afecta el
carácter concursal del acuerdo preventivo extrajudicial (28). Es verdad, la
relatividad de la concurrencia de los acreedores por la misma inexistencia de
verificación de crédito, pero también es cierto que dicha concurrencia a fin de
formar aquella comunidad jurídica llamada "concurso", se materializa en el caso
del APE a partir de la certificación contable del art. 72 inc. 2° L.C.Q. y la posibilidad
que tienen los acreedores de oponerse al acuerdo para lo cual se publican los
edictos y la legitimación para solicitar la nulidad del acuerdo (arts. 74 y 75 L.C.Q. y
la remisión a la sección IV del Capítulo V del Título II de la ley realizada por el art.
76 L.C.Q.).
En cuanto a la aplicación de los principios concursales —al instituto concurso—,
no hay duda que existe universalidad, pues se compromete el patrimonio in
totum como prenda común de los acreedores, intangible también en el caso del
APE a través de las acciones recuperatorias o de integración patrimonial (art. 75
L.C.Q. y las causales de oposición al acuerdo y art. 60 L.C.Q. —por remisión del art.
76 L.C.Q.— y las causales de nulidad —omisiones o exageración del activo—); lo
mismo para la concursalidad, ya que homologado produce efectos respecto de
todos los acreedores (art. 76 L.C.Q.); en cuanto a la paridad de los acreedores,
luego de la reforma de 2002 no caben dudas de que la misma debe ser respetada
(art. 76 y su remisión expresa al art. 56 L.C.Q., especialmente su tercer párrafo).
La duda aquí recaería sobre los principios de oficiosidad e inquisitoriedad, que de
la misma manera que con la concurrencia de acreedores, queda limitada su
aplicación para la etapa judicial del APE en lo pertinente —etapa homologatoria
(art. 75 segundo párrafo L.C.Q.)—, atento la inexistencia de verificación de
créditos.
Entonces el APE es un instituto concursal que tiene génesis contractual y se
desarrolla —rectius desencadena— en un proceso concursal abreviado, lo cual lo
diferencia del acuerdo preventivo porque este último tiene desarrollo total en el
proceso judicial. Es un instituto concursal rehabilitatorio superador de la crisis
empresaria alternativo del liquidativo, con etapas extrajudiciales y judiciales.
Definido ello, podría renombrarse el instituto como "Concurso preventivo
semijudicial", aunque la denominación legal sirve para diferenciarlo netamente
del concurso preventivo judicial, se habla de "acuerdo" y se lo caracteriza de
"extrajudicial" para hacer sobresalir su nota característica, cual es su nacimiento
como contrato fuera del proceso judicial. Igualmente nos seduce la forma en que
lo ha nominado Rouillón, "Concurso preventivo abreviado"(29).
III. Presupuestos
Uno de los temas más conflictivos en el acuerdo preventivo extrajudicial, ha sido,
desde su incorporación en 1983 la delimitación de sus presupuestos. En cuanto al
objetivo, el alcance de las dificultades económicas o financieras de carácter
general y respecto al subjetivo, su igualación o no respecto del concurso
preventivo, es decir, si aquellos sujetos excluidos del concurso judicial podían
celebrar un concurso extrajudicial.
a. Presupuesto objetivo
Pareciera que el legislador concursal impone un presupuesto objetivo dual para la
posibilidad de presentar un acuerdo preventivo extrajudicial. La forma de
redacción del art. 69 L.C.Q. así lo impone: "El deudor que se encontrare en
cesación de pagos o en dificultades económicas o financieras de carácter general,
puede celebrar un acuerdo con sus acreedores y someterlo a homologación
judicial". Si bien el acápite del artículo habla de "legitimados", él no solamente
norma el presupuesto subjetivo, sino principalmente el objetivo.
Aquí la ley se aparta del art. 1° L.C.Q., habilitando la presentación del APE no
solamente ante la existencia del estado de cesación de pagos sino también ante la
existencia de dificultades económicas o financieras de carácter general, lo que
ciertamente se repite desde la incorporación de este instituto en 1983. La
incorporación surge de los vientos modernos del derecho comparado de la época,
tanto en Francia, donde en el réglament amiable se tenía como presupuesto a la
dificultad jurídica, económica o financiera o de necesidades que no puedan ser
cubiertas por una financiación adaptada a las posibilidades de la empresa, y en
Italia, donde la administración controlada podía iniciarse ante un estado de
temporánea dificultad para cumplir las obligaciones. Y todas las disquisiciones
locales son repetidas en aquellos lugares donde estos nuevos conceptos no tienen
el suficiente desarrollo doctrinario y jurisprudencial para que anticipadamente
tengan acogida legislativa.
La doctrina desde aquella época ha tratado de asimilar los conceptos, negándoles
diferencias sustanciales y prácticas, así para Tonón eran sinónimos, sino se
destruiría el sistema de ineficacia que se basa en el estado de cesación de pagos
(30).
La otra postura, surgida alrededor de los 80, entendía que como aquellos
acuerdos eran preconcursales debían prevenir la insolvencia y como tales podían
concertarse antes de llegar al estado de cesación de pagos, por ello la necesidad
de un presupuesto previo a aquel (31). Estaríamos ante una preinsolvencia o crisis
empresarial, permitiéndose la celebración de estos acuerdos antes del estado de
cesación de pagos y en estos casos quedando fuera del sistema de inoponibilidad
concursal (32).
Entre aquellos participantes de la redacción del proyecto que fuese ley 22.917 no
existe consenso, por un lado Quintana Ferreyra (33) entendía que existe una
diferencia conceptual, permitiendo la ley celebrar estos acuerdos para
recomponer la situación económico financiera de la empresa, aun antes de haber
caído en cesación de pagos, para lograr superar dichas dificultades económicas o
financieras de carácter general. En cambio para Alegría (34) el punto carece de
importancia práctica y entiende que ambas locuciones responden al mismo
concepto, y sólo podría haber alguna diferencia en cuanto a su exteriorización,
pues las dificultades económicas o financieras de carácter general podrían
exteriorizarse, no necesariamente a través de los hechos reveladores de la
cesación de pagos, sino con la celebración misma del acuerdo.
Con la reforma de 1995, y la ley 24.522, las discusiones continuaron. Los
redactores del proyecto entendieron que las dificultades económicas y financieras
de carácter general representan un estadio previo a la insolvencia, por lo menos
en cuanto a la exteriorización (35). La mayoría de la doctrina ha seguido esta
orientación (36), incluso luego de la reforma por la ley 25.589, entendiéndose que
dicho concepto se refiere a dificultades temporáneas, de iliquidez o desequilibrio
entre inversiones y obligaciones de pago (37) y que el legislador ha tratado
flexibilizar el presupuesto objetivo para permitir los acuerdos con amplitud (38).
Claramente, Segal (39) diferenció las dificultades económicas de las financieras,
entendiendo por las primeras hacen referencia exclusivamente a lo patrimonial o
a la rentabilidad, es decir a la capacidad de remunerar adecuadamente los medios
financieros invertidos, lo que se traduce en problemas de mercado; en cambio las
segundas hacen relación a la liquidez, disponibilidades o medios para cubrir las
erogaciones de caja, al nivel de endeudamiento, a la necesidad de superávit
financiero para el repago de los pasivos realizables y al grado de vulnerabilidad
empresaria. También dejó en claro que la generalidad remite a la amplitud de las
dificultades e implica que deben comprender íntegramente al patrimonio.
Para Maffía (40), las dificultades financieras son una especie del género
dificultades económicas.
Desde el punto de vista del tecnicismo económico, financiero o contable podrá ser
importante y significante, pero desde la óptica jurídica, aunque la conjunción
utilizada por el legislador sea disyuntiva coincidimos en que la diferencia es leve e
irreconocible (41).
Lo que queda claro aquí, es que para celebrar un APE, no necesariamente, el
deudor tiene que estar en estado de cesación sino que puede hacerlo en un
estadio previo cuando ya tenga dificultades que lo afecten su estado patrimonial
sin llegar a la insolvencia. Incluso si estuviese en estado de cesación de pagos
también estaría habilitado a celebrar un APE si dicho estado aun no se haya
exteriorizado a través de sus hechos reveladores. Las dificultades económicas o
financieras son el tránsito previo a la insolvencia, una etapa que la antecede. Ello
porque la intervención del patrimonio, se debe producir, apenas se refleje las
dificultades y síntomas de la crisis, sin dejar que se llegue al extremo de la
cesación de pagos. Y además, atento de que éste se exterioriza lo suficientemente
tarde ya ha hecho estragos y se encuentra indefectiblemente instalado en el
patrimonio (42).
Para nosotros (43), no es desacertado tomar como presupuesto nociones que
partan del criterio de dificultades económicas generalizadas sin llegar a la
insolvencia, que en dicho caso se tomarían elementos que caracterizan la crisis de
la empresa, quizás por ser las dificultades uno de los de más fácil determinación o
exteriorización, podría lograr la verdadera preservación y prevención de dicha
crisis con posibilidad cierta de saneamiento. La tesis de las dificultades
económicas tendría una relación con la de crisis de la empresa, de género y
especie, siendo aquella una especie del género de ésta. La necesidad imperiosa de
modificar el presupuesto objetivo de apertura de los concursos es para que la
concursalidad actúe con esperanza, es decir, con la intención de modificar la crisis
imperante y la única manera de que dicha actuación sea tempestiva, y llegue
antes de que la insolvencia erosione la situación en alguna medida irreversible
(44), es apresurando la apertura de la solución judicial o extrajudicial tomando
como síntomas otros elementos no tan drásticos y casi ilevantables como resulta
ser el estado de insolvencia, por ello, porque no la noción de crisis de la empresa.
El proyecto de reformas de 1997 propone la co-existencia de dos presupuestos
objetivos sustanciales de apertura concursal, el estado de cesación de pagos y la
existencia de dificultades económico-financieras que hiciera presumir una
insolvencia futura.
La generalidad de las dificultades económicas o financieras es entendida como la
afección a todo el patrimonio, igualmente que lo que se define respecto del
estado de cesación de pagos. Entonces estando ante una condición común
(generalidad) de ambos presupuestos, puede afirmarse que tiene una unidad de
esencia (45), y ella es la crisis patrimonial.
Se le ha negado el reconocimiento de "estado" a las dificultades económicas o
financieras (46), por ser reversible y transitorio desde un aspecto dinámico, en
cambio no podemos dejar de reconocer que desde un punto de vista estático, sí lo
es, porque se visualiza como síntoma patrimonial.
Para dar alguna idea mayor de la diferencia existente entre el estado de cesación
de pagos y las dificultades económicas o financieras de carácter general, debemos
decir que estas últimas, no necesariamente deben ser permanentes pudiendo ser
pasajeras o transitorias, es decir que sus recursos normales no le permiten
afrontar los compromisos contraídos, u otras cuestiones económico-financieras.
Así se posibilitaría que la crisis fuese permanente y desencadene en la insolvencia.
En concatenación con ello, también al tratarse sólo de dificultades, no estamos
ante la concreta imposibilidad de cumplimiento regular de las obligaciones.
Y aquí entramos en otro problema reconocido por alguna importante doctrina
(47), y es saber como se exterioriza este presupuesto objetivo alternativo y que
exterioriza el hecho de que el deudor celebre un acuerdo preventivo extrajudicial,
la insolvencia o no, saber que reconoce el deudor judicialmente más allá de lo que
expresamente exponga. Como cuestión previa disentimos con el maestro Maffía
(48) respecto a que la confesión tropieza con un doble problema, el primero que
se confiesan hechos y no estados, lo cual para nosotros es erróneo porque la
confesión concursal es de hechos que exteriorizan estados; y en cuanto a que la
confesión sólo tiene virtualidad cuando perjudica al confesante, elemento propio
del derecho procesal civil, revelarse con dificultades económicas y financieras
cuanto menos lo somete al concurso y dicho reconocimiento judicial puede
quedar desvirtuado a través de otras constancias procesales, lo que no se hace en
el proceso común.
Por nuestra parte la cuestión deviene abstracta atento que el único habilitado
para presentarse en APE es el deudor, igual que para el concurso preventivo, es
suficiente su confesión o reconocimiento judicial. Si reconoce estar en estado de
cesación de pagos nada cambia y si confiesa estar en dificultades económicas o
financieras de carácter general será cuestión probatoria de quien quiera extender
dichos efectos a otros institutos concursales, como si estuviese en estado de
cesación de pagos. Truffat (49), trata el caso del art. 31 L.C.Q., para lo cual, si el
deudor fracasado el APE realizado en dificultades económicas o financieras,
pretende concursarse preventivamente por estar en estado de cesación de pagos,
resultaría imperioso —y creemos que imposible— que durante el APE no se haya
exteriorizado ningún hecho revelador de la insolvencia, pues sino la existencia de
pedidos de quiebras pendientes obstaría la nueva presentación concursal.
Lo mismo debe concluirse para el caso de la inoponibilidad y responsabilidad
concursal, tema que preocupó desde el mismo nacimiento de estos acuerdos
concursales. Concretamente para el caso de la retroacción, si en el APE se
exteriorizó —aunque no sea confesado— el estado de cesación de pagos, los dos
años deben contarse desde la celebración del acuerdo.
Para la mayoría es suficiente la confesión del deudor en la presentación del APE
para reconocer judicialmente que se encuentra en estado de cesación de pagos o
en dificultades económicas o financieras de carácter general según como se
manifieste en dicha demanda (50).
La situación para nosotros carece de virtualidad práctica porque sea lo que quiera
confesar el deudor, lo cierto es que las dificultades económicas o financieras de
carácter general se revelan también por algunos de los hechos reveladores del
estado de cesación de pagos, y la sola existencia de uno de ellos implicaría —por
lo menos judicialmente— la insolvencia del patrimonio. Aquí volvemos al
problema inicial del presupuesto objetivo concursal y su exteriorización judicial y
el verdadero presupuesto de inicio del concurso, que lamentablemente, en la
praxis, por imposibilidad de comprobación, el estado de cesación de pagos puede
ser un mero incumplimiento o el simple reconocimiento judicial de ello, por lo que
difícilmente pueda diferenciarse del presupuesto alternativo del APE. Si resulta
complicada su conceptualización in abstracto mucho más complicado será
plasmarlo judicial o procesalmente.
Creemos que la importancia de la diferencia realizada por la ley, es más
psicológica que jurídica, ya que la distinción resulta harto difícil realizarla en
concreto y en la práctica sino que solamente se hace en el plano teórico. Así con
la posibilidad que se le otorga al deudor de lograr un acuerdo con sus acreedores
antes de caer en el estado de cesación de pagos, hace que éste proyecte dicha
solución, cuando aquel estado se exteriorice, a priori con la generalización de las
dificultades económicas o financieras de su patrimonio y anticipar la solución
antes de que la insolvencia se torne irreversible.
b. Presupuesto subjetivo
Una importante evolución histórica ha tenido el presupuesto subjetivo concursal,
la cual aun no sea a detenido, con la principal puja actual respecto a si se concursa
el sujeto o la empresa.
En el tema que nos toca, la ley es muy simple, en el art. 69 L.C.Q. se refiere a
"deudor", pero la cuestión en la práctica no fue tan sencilla. Lo escueto de la
norma legal ha hecho que se confundiera el presupuesto subjetivo del acuerdo
preventivo concursal.
La cuestión ha sido ampliamente discutida por Maffía (51) —con una postura con
escasa adhesiones— contra la tesis desarrollada por Heredia (52) —seguida,
pareciera, por la doctrina y jurisprudencia—.
La posición de Heredia, ronda en el hecho de afirmar que el APE es un contrato
único cuya causa fin es evitar la quiebra del deudor, por lo que ab initio tiene
naturaleza concursal. En consecuencia entiende que para entender quienes
pueden transitar dicho camino debe estarse al art. 2° L.C.Q. Funda su afirmación
en el art. 1° L.C.Q. que se refiere a concursos legislados por la ley 24.522,
incluyendo al art. 69 L.C.Q. y por consiguiente al acuerdo preventivo extrajudicial.
También expone que siendo una institución preventiva y no liquidativa le caben
las limitaciones del art. 5° L.C.Q.
En cambio Maffía entiende que el APE solamente se convierte en concursal a
partir de su homologación por lo que las limitaciones de los arts. 2° y 5° L.C.Q.
recién son operativas a partir de ahí, y no antes.
Barreiro y Lorente (53) se alinean en una posición opuesta y extrema,
entendiendo que tanto los acuerdos comunes o desregulados, como aquellos
homologables, son asequibles a todo tipo de deudor sin las limitaciones de los
arts. 2° y 5° L.C.Q.
Disentimos con Heredia —y ahí nos arrimamos a Maffía— respecto de considerar
al APE, concursal, tanto el homologado como el que no lo es, pues entendemos
que aquel que no se homologa y surte efecto respecto de los firmantes tiene
exclusiva naturaleza contractual más allá de la causa fin que tengan, pues
cualquier contrato de refinanciamiento de deuda podría convertirse en concursal
si las partes pretendieron con él evitar el concursamiento del deudor. Además la
causa-fin de dicho contrato-concurso, cuanto mucho, será superar la insolvencia o
las dificultades patrimoniales con un instituto no liquidativo. En nuestra opinión el
APE es el homologado, y sólo ese, lo otro es un contrato y sólo eso.
En definitiva, para nosotros, el APE que se va a homologar y oponer a todos los
acreedores es un concurso preventivo abreviado por lo que para él, rigen las
limitaciones de los arts. 2° y 5° L.C.Q. En cuanto a aquel que no se va a presentar a
homologar podrá celebrarse por cualquier deudor, con la única limitación de su
capacidad contractual, quedando fuera del ámbito concursal, pero ese no es el
acuerdo preventivo extrajudicial, nombre que sólo puede darse al homologado
regulado por la ley concursal. La sola mención que hace el art. 71 L.C.Q. respecto
del acuerdo que no se presenta a homologar no escapa a los principios generales
de los contratos (arts. 1137 y 1197 C.C.). Sin embargo, si el deudor se encontrase
concursado regirán las normas del desapoderamiento que impedirán celebrar tal
contrato, por lo menos con la libertad que tiene el deudor que no está concursado
(arts. 16 y ss. y 106 y ss. L.C.Q.).
En definitiva, y coincidiendo con la tesis del maestro Maffía, cualquier deudor
podrá celebrar los acuerdos que estime necesarios con sus acreedores pero si
dicho sujeto pretende homologar judicialmente el mismo y oponerlo al resto de
sus acreedores, no debe estar inmerso en las limitaciones de los arts. 2° y 5° de la
L.C.Q. Ergo, entendiendo que el APE es solamente aquel homologado
judicialmente, su presupuesto subjetivo coincide con el del concurso preventivo,
es decir que solamente son "apeables" aquellos deudores no excluidos por los
arts. 2° y 5° de la L.C.Q. Todo lo demás queda en el ámbito del derecho
contractual común.
Tampoco creo que la doctrina y jurisprudencia se hayan inclinado por la tesis de
Heredia, dejando de lado la de Maffía. Respecto de la jurisprudencia (54) no
caben dudas que ambos autores son contestes en que sólo pueden homologar
judicialmente un APE los sujetos habilitados por los arts. 2° y 5° L.C.Q., pues la
divergencia está en el contrato que no se va a homologar.
Más difícil es determinar de qué lado se encuentra la restante doctrina pues ella
no hace diferencia respecto del contrato y el acuerdo homologado, limitándose a
afirmar que el ámbito subjetivo del APE queda circunscripto por los arts. 2° y 5°
L.C.Q. (55).
Con Heredia y haciendo aplicable las limitaciones concursales al acuerdo
extrajudicial y a aquel homologable, se encuentra Dasso (56).
Concretamente se definen por la tesis que exponemos, compartiendo la de
Maffía, Rouillón (57), quien afirma que el acuerdo preconcursal simple o no
homologable puede ser celebrado por cualquier deudor, Rivera (58), concluyendo
que todos los que puede su concurso preventivo pueden requerir homologación
de un acuerdo preventivo extrajudicial, Molina Sandoval (59), que se refiere a la
legitimación para solicitar homologación del APE y Prono (60), quien sostiene que
para el APE homologable debe recurrirse a las normas del concurso en general y
preventivo para conocer los sujetos pasibles de concursarse.
Sentado ello, corresponde delimitar ahora concretamente la "apeabilidad" en
ciertos casos dudosos. Para ser precisos, en aplicación de las normas concursales
entendemos que no podrán presentar a homologar judicialmente un acuerdo
preventivo extrajudicial, aquellos afectados por el art. 31 in fine L.C.Q., es decir
cuando se ha rechazado o desistido un concurso preventivo, durante un año, si
existen pedidos de quiebra pendiente, aquellos inhibidos por el 59 último párrafo
L.C.Q., durante un año luego de declarado cumplido un acuerdo preventivo u otro
APE, los que se encuentren en quiebra (art 10 L.C.Q.) o en concurso preventivo,
atento el principio de unidad procesal-concursal y el comprobado carácter
concursal del APE (61).
Y especialmente, por aplicación del art. 2° in fine L.C.Q. (y art. 5° L.C.Q.) las
aseguradoras, las A.F.J.P., y los demás sujetos excluidos por leyes especiales no
podrán someterse al APE. Son "apeables" las mutuales las cuales luego de la
reforma de la ley 25.374 (Adla, LXI-A, 26), se encuentran sometidas al régimen
concursal.
No vemos que exista problema alguno en aplicar un APE en caso de agrupamiento
(62). No es válido el argumento de que no constituye una subespecie del concurso
preventivo, requisito indispensable para utilizar el sistema de los arts. 65 y ss.
L.C.Q. (63), pues el APE, como ya afirmamos es un concurso. La única posibilidad
de utilizar la forma grupada es, presentando un APE para cada uno de los sujetos,
simultáneamente ante el mismo juez y haciéndose una propuesta unificada
correspondiendo a todos los deudores.
Tal posibilidad no se vería tan simple en el caso de concurso del garante pero no
corresponde excluirlo, como se dijo, porque la ley se refiera a concursado (64). El
deudor que se presenta a homologar un APE, entendido como un concurso, es un
concursado, pero además de ello, existe una incompatibilidad de normas lo que
hace a una imposibilidad de coordinar el procedimiento homologatorio de ambos
acuerdos, sin embargo, nada impide que puedan presentar conjuntamente
(garantizado y garante) presentando a homologar un APE con propuesta
unificada. La doctrina en general admite el supuesto (65).
En realidad, la importancia del caso del grupo o conjunto económico y del garante
solamente se vería respecto del presupuesto objetivo, pues permitiría presentarse
en APE a sujetos afectados por el estado de cesación de pagos o dificultades
económicas o financieras de otros sujetos, ya sean porque forman un
agrupamiento o porque les han garantizado obligaciones.
Respecto de las entidades financieras se ha desarrollado una polémica pues su
aptitud concursal se encuentra regulada por la ley especial (art. 50 ley 21.526 —
Adla, XXXVII-A, 121— reformado por ley 25.780 del 2003 —Adla, LXIII-D, 3844—),
donde se hace referencia al concurso preventivo y a la quiebra y no se considera
al acuerdo preventivo extrajudicial.
Se han dado variables argumentos para excluir a las entidades financieras del
panel de sujetos legitimados para recurrir al APE, todos compartibles. Por nuestra
parte entendemos que la legitimación para el APE es idéntica al concurso
preventivo, por la identidad de efectos y de normas aplicables, principalmente
aquellas del concurso preventivo tanto por remisión de los artículos referidos al
acuerdo preventivo extrajudicial, como por analogía por laguna legal en el
instituto del APE.
Por un lado se dijo que la similitud existente entre este instituto y el concurso
preventivo (vedado para las entidades financieras) hace que aquel estuviese en
igual situación y posibilitar lo contrario importaría una maniobra elusiva de la
legislación especial (66). Además, no sólo normas concursales, sino societarias y
bancarias, que ponen en juego la fe pública y la autorización y contralor del Banco
Central (67), hace excluir del concurso voluntario en general a las entidades
financieras (concurso preventivo, APE y propia quiebra). La teología legal impone
su exclusión (68) y admitir el APE de las empresas financieras aparece
contradictorio con la misma esencia de la actividad que desarrollan, resultando
contrario también al sistema regulado por la ley especial (69).
Para Dasso (70), la entidad financiera puede presentarse en APE con la
conformidad del B.C.R.A., pues la prohibición de concursarse del nuevo art. 50
L.E.F. no alcanza al APE.
La jurisprudencia las ha excluido (71). Así en el antecedente de la presentación a
homologar del APE del Banco Hipotecario, con concluyente cita de Mosso, se
sostuvo que el APE es un instituto concursal, y como tal la legitimación debe estar
circunscripta por los arts. 2° y 5° L.C.Q., especialmente las entidades financieras,
por razones de credibilidad se encuentran imposibilitadas de concursarse
voluntariamente. Se agrega que aunque podría presentarse en APE sin estar en
cesación de pagos, la cuestión no se modifica pues será el B.C.R.A. quien evaluará
el tema a través de los mecanismos previstos por la ley especial.
Nos abstenemos aquí, de analizar la cuestión de la necesidad de llevar
contabilidad por parte del deudor que presente un APE porque creemos que no se
trata de una cuestión del presupuesto subjetivo, sino de los requisitos que deben
presentarse para homologar el APE y de la determinación del pasivo involucrado.
IV. Conclusión
En definitiva el acuerdo preventivo extrajudicial es un concurso —instituto—
preventivo —no liquidativo o rehabilitatorio— abreviado —desde el punto de
vista del concurso como proceso—, que consta de una etapa extrajudicial y
originaria y otra procesal conclusiva.
Para celebrar dicho acuerdo debe el sujeto deudor estar en estado de cesación de
pagos o en dificultades económicas o financieras de carácter general entendidas
éstas como un estadio previo a la insolvencia.
Finalmente, respecto de la legitimidad y el sujeto pasivo del APE debe, en
principio, igualarse el tema al del concurso preventivo, asimilándose las
soluciones propuestas para dicho caso.
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)
(1) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(2) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(3) MARTIN y HERRERA, Félix, "La convocatoria de acreedores y la quiebra en el
Derecho Argentino" Coni, 1924, 2ª edic., T. I, p. 14.
(4) OBARRIO, "Manuel Estudio sobre las quiebras", Ecyla, 1896, 2ª ed., 1926, t. II,
p. 114.
(5) ALBERTI, Edgardo M., "Redescubrimiento del concordato extrajudicial", LA LEY,
1981-D, 1106.
(6) BENELVAZ, Héctor A., "Algunos aspectos de la falencia y su vinculación a la
actividad bancaria", RDCO, 1984-14.
(7) SEGAL, Rubén, "El régimen legal de los acuerdos preconcursales", LA LEY,
1984-D, 1188; ROUILLON, Adolfo A. N., "Los acuerdos preconcursales antes y
después de la reforma de la ley 19.551 por la ley 22.917", JA, 1985-II-836.
(8) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10Concursos y Quiebras-I-257.
(9) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167, ARGERI, Saúl
A., "El acuerdo preventivo extrajudicial introducido en nuestra legislación
concursal", LA LEY, 1984-A, 787.
(10) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10Concursos y Quiebras-I-257.
(11) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005.
(12) GRAZIABILE, Darío J., "El funcionamiento de la ley concursal y afines luego de
las reformas introducidas por la ley 25.589", Número Especial del Suplemento de
Concursos y Quiebras, "Reformas a la ley de concursos (ley 25.589)", LA LEY, junio
de 2002, RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni,
2ª ed., 2003, t. I, p. 544.
(13) PROVINCIALI, Renzo, "Tratado de Derecho de Quiebra", AHR, 1958, t. III, p.
597.
(14) CUZZERI, Manuel, CICU, Antonio, "De la quiebra", Vol. II, Ediar, 1954, en
BOLAFFIO-ROCCO-VIVANTE, "Derecho Comercial", t. 19, p. 606.
(15) SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998,
p. 67, ROUILLON, Adolfo A. N., "Reformas al régimen de los concursos.
Comentarios a la ley 22.917", Astrea, 1986, p. 107.
(16) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000,
t. II, p. 526, también lo consideraba un convenio MARTORELL, Ernesto E., "Tratado
de Concursos y Quiebras", Depalma, 2001, t. II-B, p. 781.
(17) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10Concursos y Quiebras-I-257.
(18) CSJN Fallos: 323:2327.
(19) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005,
t. V, p. 877.
(20) DI TULLIO, José A., MACAGNO, Ariel A. G., CHIAVASSA, Eduardo N.,
"Concursos y quiebras. Reformas de las leyes 25.563 y 25.589", Lexis Nexis, 2002,
p. 217, MONTI, José L. su voto en CNCom., sala D, DSyC-15/06/04, FARGOSI,
Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY,
Número Especial del Suplemento de Concursos y Quiebras "Reformas a la ley de
concursos (Ley 25.589)", junio de 2002, p. 20, GRISPO, Jorge D., "Concursos y
quiebras", Ad-Hoc, 2003, p. 496, VILLEGAS, Marcelo, "Una visión financiera del
derecho de la insolvencia", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004, p. 13,
JUNYENT BAS, Francisco, MACAGNO Ariel A. G., "Acuerdo preventivo extrajudicial
con especial referencia a ciertas inconsistencias sistemáticas del nuevo
paradigma", Ponencia al V Congreso Argentino de Derecho Concursal y III
Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y
1° de noviembre de 2003, en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano",
Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 63, donde se refieren a un contrato judicial.
(21) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589",
Ad-Hoc, 2ª ed., 2005, p. 50.
(22) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589",
Ad-Hoc, 2002, p. 38.
(23) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed.,
2002, p. 161, MACIEL, Hugo D., VISMARA, Carlos A., "El nuevo concurso
preventivo extrajudicial", ED, 17/07/2002, se refieren a un concurso preventivo
prearmado, GRAZIABILE, Darío J., "Acuerdo preventivo. Judicial y extrajudicial",
DJ, 2003-I-442, VITOLO, Daniel R., "APE, naturaleza del instituto, acuerdo abusivo
y facultades judiciales", DSyC, 203-1242, quien reconoce que incluso antes del
2002 era un tipo concursal, RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal",
Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 544, BARREIRO, Marcelo G., "Naturaleza
jurídica del acuerdo preventivo extrajudicial", Ponencia al V Congreso Argentino
de Derecho Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del
Plata 30, 31 de octubre y 1° de noviembre de 2003 en "Derecho Concursal
Argentino e Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003 T. I, p. 47, GARAGUSO, Horacio P.,
MORIONDO, Alberto, "El acuerdo preventivo extrajudicial, es preventivo pero no
extrajudicial", Ponencia al V Congreso Argentino de Derecho Concursal y III
Congreso Iberoamericano sobre la Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y
1° de noviembre de 2003 en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano",
Ad-Hoc, 2003, T. I, p. 205, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo
Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 62, habla de un doble carácter contractual y
procesal, de igual manera DASSO, Ariel A., "El APE, las señales de alarma y los
títulos en serie", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de 2004, p. 63, GOMEZ
ALONSO DE DIAZ CORDERO, María Lilia, "Características especiales del APE, sus
lagunas y la labor de la jurisprudencia", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de
2004, p. 36, ALEGRIA, Héctor, "Facultades del juez e interpretación de las normas
sobre acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY, Suplemento APE, noviembre de
2004, p. 49, JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo
extrajudicial", Astrea, 2005, p. 30, TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo
Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 63.
(24) Juzg. Com. N° 9 "in re" "Servicios y Calidad S.A. s/Acuerdo Preconcursal" y en
"Acindar" (juez Eduardo M. FAVIER DUBOIS (h.)), el primero publicado en LA LEY,
Suplemento de Concursos y Quiebras, 19/12/04, confirmado por CNCom., sala D,
DSyC-15/06/04, y el último en DSyC-203.
(25) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005,
t. V, p. 879 por la tesis contractualista y BARREIRO, Marcelo G., LORENTE, Javier
A., TRUFFAT E. Daniel, "Acuerdo preventivo extrajudicial: un reciente
pronunciamiento de segunda instancia que impacta tanto por su calidad cuanto
por los servicios que rinde al acercarse al instituto", ED, 21/12/04 por la tesis
concursalista.
(26) GRAZIABILE, Darío J., "Breve teorización sobre el proceso concursal", RSyC,
33-89, GARAGUSO, Horacio P., "Fundamentos de Derecho Concursal", Ad-Hoc,
2001, p. 125, también FARHI DE MONTALBAN, Diana V., "Opciones alternativas
para la reestructuración de pasivos empresarios", Ponencia al V Congreso
Argentino de Derecho Concursal y III Congreso Iberoamericano sobre la
Insolvencia, Mar del Plata 30, 31 de octubre y 1° de noviembre de 2003 en
"Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 125.
(27) GRAZIABILE, Darío J., "Breve teorización sobre el proceso concursal", RSyC,
33-89.
(28) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2005,
t. V, p. 877.
(29) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed.,
2002, p. 161.
(30) TONON, Antonio, "El acuerdo preconcursal", RDCO, 97/98-167.
(31) ALBERTI, Edgardo M., "Redescubrimiento del concordato extrajudicial", LA
LEY, 1981-D, 1106.
(32) ROUILLON, Adolfo A. N., "Reformas al régimen de los concursos. Comentarios
a la ley 22.917", Astrea, 1986, p. 111.
(33) QUINTANA FERREYRA, Francisco, "Concursos", Astrea, 1986, t. II, p. 394.
(34) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10Concursos y Quiebras-I-257.
(35) RIVERA, Julio C., ROITMAN, Horacio y VITOLO, Daniel R., "Ley de concursos y
quiebras", Rubinzal-Culzoni, 2000, t. I, p. 460, RIVERA, Julio C., "Instituciones de
Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 546.
(36) MAFFIA, Osvaldo J., "Manual de concursos", La Rocca, 1997, t. I, 416, RIBERA,
Carlos E., "El acuerdo preventivo extrajudicial, antecedentes y la nueva legislación
concursal", ED, 167-1163, FASSI, Santiago, GEBHARDT, Marcelo, "Concursos y
quiebras", Astrea, 8ª ed., 2004, p. 246.
(37) FARGOSI, Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdo preventivos
extrajudiciales", LA LEY, Número Especial del Suplemento de Concursos y
Quiebras "Reformas a la ley de concursos (Ley 25.589)", junio de 2002.
(38) PRONO, Ricardo S., "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY,
Suplemento de concursos y quiebras, 10/10/2003.
(39) SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998,
p. 112.
(40) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 25.
(41) Conf. MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial",
Abaco, 2003, p. 101.
(42) Conf. MAFFIA, Osvaldo J., "Derecho Concursal", Víctor P. DE ZAVALIA, t. I,
1985, p. 160.
(43) GRAZIABILE, Darío J., "Historia y tendencias de los presupuestos concursales.
El estado de cesación de pagos y los sujetos concursables", RDCO, 208-879.
(44) MAFFIA, Osvaldo J., "Metamorfosis de un concepto: de la cesación de pagos a
la crisis empresarial", LA LEY, 1984-C, 775.
(45) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000,
t. II, p. 541.
(46) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco,
2003, p. 100.
(47) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 33.
(48) MAFFIA, Osvaldo J., "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 35.
(49) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589",
Ad-Hoc, 2002, 2ª ed., 2005, p. 91.
(50) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589",
Ad-Hoc, 2ª ed., 2005, p. 90, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo
Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 104, JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio,
"Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea, 2005, p. 54.
(51) MAFFIA, Osvaldo J., "Manual de Concursos", La Rocca, 1997, t. I, p. 425, "La
ley de concursos comentada", Lexis Nexis-Depalma, 2003, T. II, p. 463, "Aspectos
del acuerdo preventivo extrajudicial. Los sujetos habilitados ex parte debitoris",
ED, 201-941 y "Sobre el llamado 'APE'", Lexis Nexis, 2005, p. 41.
(52) HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, 2000,
T. II, p. 528 y sigtes., "El acuerdo preventivo extrajudicial, según las reformas
introducidas por la ley 25.589", JA, 04/09/2002, "Delimitación del ámbito
subjetivo del acuerdo preventivo extrajudicial a través de la indagación de su
naturaleza y causa-fin", en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, AdHoc, 2003, t. I, p. 177, y "Tratado exegético de Derecho Concursal", Abaco, t. V, p.
889.
(53) BARREIRO, Marcelo G., LORENTE, Javier A., "Las entidades financieras y la
posibilidad de recurrir a la celebración de acuerdos preventivos extrajudiciales",
Ponencia a las IX Jornadas de Institutos de Derecho Comercial, Comodoro
Rivadavia, 5 y 6 septiembre de 2002.
(54) Juz. Nac. N° 14 "in re" "Banco Hipotecario S.A.", LA LEY, Suplemento APE,
noviembre de 2004, p. 164.
(55) ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial", RDPC-10Concursos y Quiebras-I-257, SEGAL, Rubén, "Acuerdos preventivos
extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 91, MARTORELL, Ernesto E., "Tratado de
Concursos y Quiebras", Depalma, 2001, t. II-B, p. 790, TRUFFAT, E. Daniel, "El
nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589", Ad-Hoc, 2002, p. 39, 2ª ed.,
2005, p. 71, DI TULLIO, José A., MACAGNO, Ariel A. G., CHIAVASSA, Eduardo N.,
"Concursos y quiebras. Reformas de las leyes 25.563 y 25.589", Lexis Nexis, 2002,
p. 218, GRISPO, Jorge D., "Concursos y quiebras", Ad-Hoc, 2003, p. 499, JUNYENT
BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Astrea,
2005, p. 37, TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005,
p. 105.
(56) DASSO, Ariel A., "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable
categorización. Legitimados. Entidades financieras", en Derecho Concursal
Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 283.
(57) ROUILLON, Adolfo A. N., "Régimen de Concursos y Quiebras", Astrea, 11ª ed.,
2002, p. 162.
(58) RIVERA, Julio C., "Instituciones de Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª
ed., 2003, t. I, p. 546.
(59) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco,
2003, p. 112.
(60) PRONO, Ricardo S., "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", LA LEY,
Suplemento de concursos y quiebras, 10/10/2003.
(61) Conf. ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial",
RDPC-10-Concursos y Quiebras-I-257, en contra, respecto del art. 59 L.C.Q. por
referirse solamente al concurso preventivo SEGAL Rubén, "Acuerdos preventivos
extrajudiciales", Abeledo Perrot, 1998, p. 91 y RIVERA, Julio C., "Instituciones de
Derecho Concursal", Rubinzal Culzoni, 2ª ed., 2003, t. I, p. 546, respecto de los
arts. 31 y 59 L.C.Q., por no estar expresamente previsto; y cuando el deudor esté
en concurso preventivo, entendiendo que puede estar en APE por deudas
posconcursales TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar,
2005, p. 106.
(62) Conf. ALEGRIA, Héctor, "Notas sobre el acuerdo preventivo extrajudicial",
RDPC-10-Concursos y Quiebras-I-257, MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo
Preventivo Extrajudicial", Abaco, 2003, p. 140, DASSO, Ariel A., "El APE, su
naturaleza compleja. La insoslayable categorización. Legitimados. Entidades
financieras" en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I,
p. 283, JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo
extrajudicial", Astrea, 2005, p. 40, HEREDIA, Pablo D., "Tratado exegético de
Derecho Concursal", Abaco, 2005, t. V, p. 894, TON, Walter R. J., "Acuerdo
Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 107.
(63) VITOLO, Daniel R., "Acuerdo preventivo extrajudicial, grupos económicos y
garantes" en Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p.
211.
(64) TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 107.
(65) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco,
2003, p. 143.
(66) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial. Ley 25.589",
Ad-Hoc, 2ª ed., 2005, p. 73.
(67) TON, Walter R. J., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Errepar, 2005, p. 113.
(68) JUNYENT BAS, Francisco, BORETTO, Mauricio, "Acuerdo preventivo
extrajudicial", Astrea, 2005, p. 43.
(69) MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", Abaco,
2003, p. 122.
(70) DASSO, Ariel A., "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable
categorización. Legitimados. Entidades financieras", en Derecho Concursal
Argentino e Iberoamericano, Ad-Hoc, 2003, t. I, p. 283.
(71) Juz. Nac. N° 14 "in re" "Banco Hipotecario S.A.", LA LEY, Suplemento APE,
noviembre de 2004 p. 164.
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