i i ^ MADRID MAYO 1962 N.^ 10 - ó2 H i ^ii^, Tratamiento selvícola del encinar Joaquín Ximénez de Embún Ingeniero de Montes MINISTERIO DE AORi^ULTURA DIRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO Y CAPACI`iACION AGRARIA TRATAMIENTO SELVICOLA DEL ENCINAR l,a especie forestal Quey^cus ilex se presenta en España en monte alto, en monte mecíio, en monte bajo y en dehesas. I;n las cuatro formas reúne facetas interesantes, que conviene conocer. El encinar normalmente debiera tratarse en forma de masa de monte alto si se hubiera de seguir el criterio del máximo climácico evolutivo, pero ocurre que la servici^ltura europea de antiguo cuño estaba enfocada a la producción de madera, y todo su afán era conseguir un máximo de masa en mínimo tiempo. Falla aquí entonces tal trataniiento, al igual que en los pinares en resinación, en lo^ que entra como factor principal el producir rentas con su miera. Aquí será el fruto el principal factor de renta. Lo primero que deberá estudiar, por consiguiente, toclo selvicultor es cuál es la forma cíe masa más rentable v económica y que mejor eng-rane con la situación general deí predio. Habrá predio de dedicación absoluta al encinar para leñas, maderas, carbón, curtientes y frutos. Entonces convendrá aceptar la forma cíe masa de monte alto, con todas. sus consecuencias. Podrá suceder que el suelo, en vez de ser quebrado, rocoso-pedregosu y, en fin, serrano, sea ondulado y que la zona sea ampliamente ganacíera. Convendrá entonces aceptar tal vez la for^na de un monte adehesacío o de una dehesa de pasto. O tal vez ocurra una necesidad de tierra de labor en secano y podrá entonces tratarse ^íe explotar una dehesa de labor y pasto. En cualquiera de estas formas precisa, sin embargo, asegurar la reproducción de la encina y su fructificación constante al máximo, y de ahí los cuidados culturales a que ha de someterse. La decisión de aceptar una u otra forma de masa es. -s- difícil, pero, desde luego, descansará siempre en la posibilidací de que la encina fructifique como es debido. Por desgracia, en la parte central de España se encuentra el suelo empobrecido, el clima riguroso y el abandono ancestral del encinar a sí propio, han dado lugar a que la f ructif icación se produce mal y con bellotas pequeñas y en exceso amargas. En tal coyuntura al encinar se estima cada vez menos, convirtiéndose pronto en monte bajo, para degenerar, por último, a una mata sufruticosa producida sobre un suelo degradado. En él ya no cabe otra solución que descuajarlo y repoblar el suelo cambiando de especie e introduciendo una conífera. No faltan en nuestra patria montes altos de encina (Baleares y Cataluña ) y estimamos que muchas dehesas y montes nuevos podrían transformarse en buen monte alto, en los que la montanera y el pastoreo estuvieran perfectamente coordinados con la obtención de maderijas, carbón y corteza para curtiente. dlonte alto. Para esta forma de masa la encina no admite otro tratamiento que la entresaca regularizada. Enfrentamos en primer lugar la posibilidad de que, en efecto, se reproduzca como tal monte alto, es decir, por germinación de la bellota, que cae al suelo desde el árbol paclrc. Esta facultad de repi-oducirse en monte alto ha siclo negada, siendo algo totalmente comprobado en las buenas estaciones y en los encinares cuidados. Sin embargo, habremos de contar siempre con el brote de raíz para producir, si es necesario, un fustal de cepa, en el entendido de que la masa creada por chirpiales no será una masa del vigor de la procedente de brinzales ni la igualará en la producción de bellota. Se tratará, en suma, de contar con él como un subpiso dominado de nuestra masa y con un papel cultural selvícola tendente a evitar invasiones de matorral, empradizamiento del suelo y excesivo clareo de la masa total. Hecho que no justifica considerar el monte como un monte medio irregtilar. -4- La reproducción de cada pie habrá, pues que buscarla en una limpia perfecta del suelo y en un mullimiento y acotamiento riguroso al pastoreo, a tin de que la bellota caída (que lo será localmente por ser semilla pesada) encuentre Hig. 1.-Dehesas sin fruto. (F,ncina al se^undo ario del desmocl^c.) (FoYo J. D^enéndez.) tierra apta, sombra y condiciones climáticas suaves para su nacimient^> ^r desarrollo. Al tni,m^^ tiempo a^nvendrá que se guíen los brotes de raíz necesarios a fin de lograr alrecíedor del brinzal un vigoroso chirpial protector, doncie ^r, f^o.rterioyi haremos limpiezas selectivas de pies. Diámetro de cortaUilidad. Procederemos entonces a determinar el diámetro cíe cortabilicíad. Esto no será sencillo, porque tal diámetro vendr« cíeterminacío conjuntamente por el rendimiento en bellota -5- rlel árbol y del número de árboles por hectárea. Como siempre, entra aquí, en los cálculos, la consideración de masa. Es evidente, en efecto, que una encina de 60 centímetros de diámetro puede producir una media de 40 kilogramos de bellota al año. Pero como cabrán de ellas por hectárea 10 tan sólo, cl rencíimiento será de 400 kilogramos por hectárea. En cambi^^, una de 40 centímetros nos dará tan sólo 30 kilogramos; pero si caben 20 por hectárea, el rendimiento I^i^. 2.-I)ehesas sin fruto. Encina tras el prirner olivado (primer período de nueve años después del descuoche). (Foto J. Menéndez.) será de 600 kilogramos por hectárea, con lo que, en definitiva, el rendimiento será mayor. En la. práctica y dada la necesidad de que Ias encinas no se nos vuelvan decrépitas en exceso y no piercían la f acu; tad de brotar, no deben adoptarse edades de cortabilidad superiores a los ciento veinte años, con lo que el <liámetra -ede cortabilidad será de 45 centímetros, según calidad y estaciones. Según ello tendríamos entonces para monte-tipo de encinar en monte alto una formación ideal por hectárea semejante al cuadro adjunto. En este monte-tipo advertiremos que las encinas son las medias de lo que para tales edades podemos conseguir en montes españoles para ciento veinte años. Se comprende que encinas mal cuidadas desde jóvenes y dejadas a su libre albedrío no lleguen a tales alturas, y, por el contrario, que encinas de ciento ochenta a doscientos años, como ocurre en las dehesas, tengan proyecciones de copa mucho mayores a. las dadas, y por lo tanto mucho mayor volumen de copa. zQuién no ha visto encinas gigantescas? Pero tales árboles, de edades superiores a los doscientos y aun quinientos años, no tienen valor como com^onentes de montes normales industrializados. Iguales salvedades hacemos en cuanto a la producción de f ruto. Número de pies por tiectárea. Sabemos, sin embargo, que el encinar no se presenta en esta forma de monte regular, sino como monte irregular pie a pie. Si calculamos el monte normal irregular por el métodu biológico, 11e^-aríamos a la conclusión de que la serie normal de pies por hectárea sería : Número de pies Volumen total por hectárea ......... .................. ............ ........... ... ......... .. ............... ......... ..... ............ ...... ........ ............ ................ ........ .. ..... ...................... 21 ?.7 35 46 60 78 100 17,136 1fi,200 17,000 11.500 7,200 4,680 2,100 Tarnt ......................... 367 75,816 l^e 42 centímetros de diámetro De 37 centímetros cíe d ámetro De 32 centímetros de diámetro De 27 centímetros de diámetro De 22 centímetros de diámetro De 17 centímetros de diámetro l^e 12 centímetros de diámetro Número de pies, como vemos, doble que para la mas^r3. rcg^ular y diámetro 42. -^La bellota producida en este caso sería por hectárea 3.096 kilogramos, de los cuales sólo se aprovecha un 40 por 100, o sea 1.200 kilogramos, quedancío el resto perdida o en el suelo para la reproducción del encinar. H'iG. :.--liehesas sin fruto. Enciua Cormada al cabo de veintisiete años. a ,t lligamos aquí que se trata de cálculo medio, ya que, cumo sabemos, la vecería de la encina es grande. Corresponden, por lo tanto, los datos a valores medios del peso cle diez aiios. Tatnhoco debe inducir a error el modo cíe cubicar, hablando de fuste y de copa, y confttndirlo con madera y leña, ya qtte cllo es consicíeración económica y no selvícola. Es decir, para leña, tal como se obtiene transfortnacla en carbón o clestilada, se emplea el 70 al 75 por 100 del ^eso total del árbol, siendo el resto aplicado para madera, tales como mnebles, íanzadera, carretería, etc. Rotación. I)eberemos investi^^ar el tiempo que tarda una encina en crecer cinco centímetros de diámetro. Observaremos en nuestro cuacíro cltte tal cifra es o vale de mecíia 15. I'ttes bien : el módulo cleberá ser 15 o un múltiplo, }-, según ello, cliviclir nuestro monte en 15 partes llamaclas tranzones, para en cada uno de los tranzones extraer los hies que hubiera de diámetro mecíio 42 centímetros. ro5^u^^^aaa. ^ Cuánto cortaremos r En todo monte debemos proponernos el monte ideal, como hemos hecho, y compararlo con el real que poseemos. Nos prol>onclremos irnos acercando a él en el transcttrso del tiempo, qtte en este caso será el turno : los ciento veinte años. Cortaremos, pues, como cíecimos, cada año, como máximo, lo llegado a la cortabilidad en cada tranzón, o la mitad si el monte es deficitario, y además los pies necesarios más delgados qtte sobren de nuestro cttadro ideal, y si no sobran, desde luego los enfermos, cíecrépitos y sin porvenir, siempre con la mira de atenuar diferencias en el futuro. I^ n general, pues, no cortaremos, además de los gruesos dichos, más que pies cle 10-19 centímetros, la mayoría verdascales hrocedentes de brote de raíz, que habremos dejado -9- y guiado con su cuenta y raz_ón, como veremos en los cuidaclos culturales y que ya nos sobrarán. Dejaremos los pies de diámetro intermedio, que son los más fructíferos y estarán en plena hroclucción y crecimiento de maduración. Cuidados culturales. Pero nuestra acción no se reducirá a cortar lo dicho en el tt-anzón de corta, sino que en todos, a su debidu tiempo, cíeberemos hacer : a. ) Descuaje del matorral. b^ Al^ostolado o guía de brotes de raíz para iormar vardasca. c^ d) e) f) mosan. ^^) h) envase Podas de pies fructíferos. Yodas de f ormación en algunos pies. Injertos y polinizaciones. Claras de vardascas ya inútiles o que se anastoRecalces, binas, fertilizaciones del suelo. Plantaciones complementarias de pies nuevos (con especial o ce^ellón). Estas operaciones hay que hacerlas en cada tranzón cada cinco años, aunque con diferente intensidací; es decir, cada año habrá que trabajar en el tranzón de corta y dos más haciéndolo en forma ordenada y escalonada. Apostado o guía de brotes de raíz para formar vardascal. Nos detendremos un momento en este cuiclado cultural. Ll año que se hace un descuaje de matorral debe procederse generalmente a recepar las matas, quitando las raíces muertas de la encina. Hay que eliminar en ellas brotes adventicios de toda clase, y guiar y elegir el brote de raíz que se considere mejor y más vigoroso a fin de que constituya el subpiso clel monte bajo, aunque bien pudiera ser que lo que se guiase fuese una nueva encinita nacida de bellota. Tamhién es entonces llegada la ocasión de introcíucir en CUADRO DE TRATAMIENTO DE UN ENCINAR EN MONTE ALTO O. DE Tranzón 1 I 11 II I IV V . VI VII Vlll IX X Xi C-D^GR-P 2 3 4 5 7 6 D-GR-P C-D-GR-P - - C-D-GR-P GD-^rR-P C-D-GR-P D-I-P C-D-GR-P D-I-P C-D-GRD-I-P D-I-P D-I-P D-I-P D-GR-P X1I XIII D-I-P D-GR-P D^GR-P XIV GR-D-P XV GR-D-P C= Corta. D= Desbroce. GR = Guía de brotes de raíz. P= Poda. I= Injerto. ENCINAR EN MONTF, ALTO. TEORIA DE UN RODAL REGULAR. Edad pT. Años cm. 30 32 36 40 44 48 52 56 60 64 68 72 78 84 90 94 104 120 150 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 4b Area de incidencia de un pie Iml 6 8 10 12 14 16 18 20 22 'l4 26 28 30 32 34 36 38 40 42 Número de ies or hectóP ea 1.000 800 500 500 400 ^400 300 200 200 I80 180 160 160 160 160 150 150 150 150 Cabido cubterta Iml 6.000 6.400 5.000 6.000 5.600 6.400 5.400 4.000 4.860 4.320 4.680 4.480 4.800 5.120 5.440 5.400 5.700 6.000 6.300 Area basimétrica 79 90 95 100 110 126 114 90 106 110 127 129 14•5 163 181 188 208 228 249 Narn : H= Altura hasta punto de D= 10 cm. en la rama más conspicua. V= Volumen hasta punto de altura H. I) = Densidad verde y c. c. = 1.000. µ = Coeficiente mórfico correspondiente. IaF ^DO POk EL SISTEMA B10LOGICO PARA 42 CM. DE DLAMETRO 'A S 9 JO l1 !4 l3 12 15 D-I-P ll=1-P D-I-P R-P D-I-P D-G R-P D-I-P D-GR-P D-GR-P D-GR=P GR-P D-GR-P D-GR-P C-D-GR-P D-GIirP C-D-GR-P C-D-GR-P C-D-GR-P C-D-G R-P I-P C ^-GR-P D-1-P D-I-P C-D-GR- ión = 15). OS PARA EL MONTE IRREGULAR, SEGUN METODO I310L0(=ICO ta Y. _ ICoeflciente mórficol V _ m3 U,85 0 80 0,80 0,80 Q76 0,74 0, 72 0, 70 0,65 0,65 0 65 0,62 0,62 0,62 0,62 0,62 0,60 0,60 0,60 0,013 0,020 0,030 0,048 0,055 0,074 0,100 0,130 0,156 0,180 0,208 0,223 0,268 0,300 0,335 0,371 0,416 0,456 0,499 Peso en kilogramoc Ifustei 13 20 30 48 55 74 100 130 156 180 208 223 268 300 335 371 416 456 499 Peso copa _ Kg. 1 1 6 8 10 15 20 30 70 100 15C 200 250 275 300 350 400 500 550 B ellofo kilogromos p ie Voiumen total por pie Imadera y leñal m ---3 4 5 8 10 12 20 25 30 35 40 44 4b 48 0,014 0,021 0,036 0,056 0 066 0,099 0,120 0,160 0,224 0,280 0,358 0,500 0,518 0,575 0,G35 0,721 0,816 0,956 1,049 los huecos, los clai-os }^ eventuales calveros nueva planta criada en bote de capellón por los procedimientos normales de repoblación. Tales trabajos los reseñare^n^>s en la casilla correshondiente del cuadro de explotación poniendo GR En cada tran- Fi^. 4.-Distribucifin de los encinares en f?spaiia. zón lo haremos el año de la corta ^^- a los cinco años siguientes, espei-ando no haya que hacerlo ya más. Ello no obstante podría en todo caso hacerse por- tercera vez al cuinplir otro ^qttinquenio. Norn7almente quedará para este último qtiinquenio la eliininación de vardascas torcidas y excesivas, el injerto ^l^olinización de las que quedan }- las podas de l^r-oducción sobre el arbolado semigrueso }^ en plena producción, al que habrá ^lue elitninar alg-una ramilla. - 13 - Tal operación la selialaremos con I(injerto ^- limpia). El injerto puecíe hacerse de varias formas y en diversas ocasiones. Puecle hacerse como el injerto cle alcornoque sobre la encina. Para . ello, en un brote vigoroso de dos o tres alios, _ya guiacio, libre y lignificaclo, se hace un injerto cle púa a nivel del suelo, con ramas cle encina de bellota dulce. (Querc^rs ballota. ) A los veinte alios, y siendo ya un arbolito de 10 a 16 centímetros, puecíe volverse a injertar en todas las ramas en que se vaya a formar la encina adulta. El injerto debe recubrirse con mastic fusible y tierra vegetal ^- en las ramas debe hacerse dentro cle un manguito de barro lleno de tierra que se riegue en verano. Los renclimientos así serían mucho n^a^-ores. ^ Podas. Las hodas sien^pre se han recomencíado en los encinares y, sin etnbargo, es clonde estriba el f allo fundamental en su tratalniento selvícola. Conclucido el n7onte como hetnos descrito, armada y equilibracla la cima oportttnamente, necesita sí de las poclas frecuentes u olivaciones que hetnos reseñado. Y etnpleamos deliberadamente la palabra olivaci^nes para que se cotnprencla que debe hacerse como en el olivo, es decir : suprimiendo ramas interiores secunclarias o de anortnal desarrollo que introducen ttn factor cle clesequilibrio y que no llevan yema f ructíf era, sino tan sólo de hoja que impedirá el fácil acceso cle luz << aire a las yemas fructíferas. Deben hacerse con hacha ^- a veces con tijera, sin mulión en las ratnas menudas ^- con Inut^tón cle 20 a 2^ centímetros con ya»tilla te^^^taizaal en las más gruesas que sea preciso eliminar. I?sta clase cíe olivaciones y podas se hacen tnal o no se hacen, por la sencilla razón cíe qtte rara vez CLIIJreIl gastOS. -14- Dehesas. Son importantes las dehesas españolas de Extremadura, Andalucía, Salamanca y Avila, entre otras. Se tr`ata en suma de montes claros en que hay cíe 45 a 70 encinas por hectárea ; es decir, con espaciamientos de 15 X 15 a 12 X 12 metros y cuyo suelo está dedicado a pasto natural, pastizal mejorado o cultivo. La especie arbórea puede ser la encina, el alcornoque o el quejigo, revistiendo muy diverso carácter o valor, si tales especies están puras o mezcladas. En ellas se trata de coordinar el aprovechamien,to de leñas, maderijas, bellotas, pastos o corcho dando muy diversos rendimientos, a veces sumamente interesantes y a veces nulos. Son montes totalmente incomprendidos por el hombre medi.terráneo, que cree saberlo todo acerca de ellos y en realidad obra intuitivamente desde hace siglos. Los fustes, copas, áreas de incidencia y producción de bellota, son diferentes de lo reseñado. Especialmente disminuye la producción de esta última, por individuo; y ello contra toda lógica, ya que es la degradación del terreno y los desmoches para producir leña lo que tal cosa ocasiona en las dehesas extremeñas y andaluzas. En cambio en las dehesas castellanas, t es tan sólo responsable el clima de la nula f ructif icación ? No estamos en condiciones de contestar. Para una dehesa con fructificación en Extremadura o Andalucía podemos tomar el monte ideal cíe 60 pies por hectárea con la distribución del cuadro de la página sig-tiiente. El cuadro teórico de la dehesa de una hectárea está formado a base de lograr perennemente la renovación de los pies según el sistema biológico. Se comprende, sin embargo, que la serie normal de pies no puede tener realidad con la uniformidad dada para todas y cada ttna de las hectáreas del monte. i ^nó w 2 ^ r. M c` in l^ C^ ^p I O ^O E ^ Z a 00 ^-^c 0 ^ O^O O O ^ Ó ^ Ó 0 .O 7 I ÓmT I ^ _ ^á m m á a o ^ E V Ó Ó N^ O Ó Ó Ó O U c ^ m^ p^ O _O O Ñ M ^ ^ ',^ <t M N .--^ O Ó O Ó O' Ó^ p Ó O Ó ^ 4i ^ E p ^d ^ c 0 m^ `v v ^ o ^ ^ ^ ^ C E . ^ti C O C O O O n M O r^ M O• , c+'i^ M f^l Ñ .-. O r .-. M N 0 o^ _^o á :ó o i V a y ^ ^ Ei 2 Ta O -p I{ O C N „ j. M M ñÍ I ^ N n N t^ N^^ rt ^ M M N N ^ NC O op ñ^^t M F O ^^ -16- Las e^istencias de una hectárea serían : Fustes .................................. ..... _......... 6 m8 Copas .................................................... Kilogramos total ............................... ..... k'roducción anual de bcllota ........................ 14 m8 20 me 525 kg. Producción. La ^i-oducción principal de las cíehesas de encinar de L^tremácíura y Anclalucía es siemin-e la bellota, generalmente, aprovechacla mediante la típica montanera en c>.rya cíes^, rihción no entraremos de momento. En ella la cleterminación del g^anado a entrar, se hace nlediante atc,ro a ojo cle la cosecha existente y las conocicla^ ecjtlivalenc^ias de clos 1>tlercas por tres marranos, clos marranos a tres marranillos y dos marranillos a tres lechones, v bajo las bases aproximadas cle mleve kilogramos de bellota vercle l^or 100 kilogramos cle peso vivo. Tal cleterminación habría de hacerse sabiendo que un l:ilogramo de bellota clesecada tiene 1,10 unidades alimentiria^ con siete g^ramos cle proteína cligestible (Torrent). _^simismo ha}_n-ían clc comhutarse las unicíades alimenticias del tal>iz herháceu. Csta e^ esl>ecialmente la clificultacl. En efecto; en la reaiiclacl, las clehesas esl^añolas no son montes como el teórico nuestro de renovación biológica ; están por el contrario coilstittúclas l^or encinas aiiosísimas sometidas a desmoches peribclicos. l.a hroducción de bellota l^oclría entonces conocerse hara un tanteo, vienclo el cliámetro de las encinas cie que cli^l^onemo, y buscando en la tabla su producción. La varieclad <le fruc^tificación y estacional obliga a que este factur sea irlvestigado «in situ» hara cada caso. Igualmente sucede con el tapiz herbáceo que oscila descle valores cle 100 a 1.50O tT. f^. por hectárea. Con fi-uctificación normal y densidad cíe 50 pies por hectárea v encinas de 35 centímetros cle cliámetro podría aceptarse por consiguiente de 700 a 900 kilogramos por hectárea ^- aím más, si no se les sometiera a los equivocados clemoches. ^ ^ ^ ^ V O M M N b c`+ `O ^O a O obj O h C1 ^ ^ ^ °o ^ O ^ ^ r ^ ^ b ^ ^ 'ú ^ b ^ N `i b .^ ^ ^ ^ ^ b ^ ^ d ^ ó ^ 4 ó M O M ^ tib ^ ^ b ó Ñ ^ ^ b ^ b : ^ W I h ^ ,^ ^ Q w e ^ ^ v °v é^+^n Ñ Ñ Ñ b N °p ^ ^ Sll/J ^/3 SOd'l.^f ✓ V/O Desmoches y olivaciones. En encinas de 32 centímetros de diámetro en adelante sttelen hacerse desmoches en los cuales se abre la copa, pero dej ándola un pendolón central para evitar excesivo consumo de energías. En tales copas se cuida del brote vertical de las ramas que constituirán las futuras copas. Tales desmoches no tienen razón de ser en los encinares , DEBc^LLOTA PQODUC!/O/Y , ME^/4 !O/Y fL ^/AMET,QO f/Y P/fS ^E fiYl//Y.42 DE /^fOiYTEq[TO /YO^?NAL ZO/YA Mf0/T£.e.P4/yfq s7 54 s/ a8 sT 54 s/ 48 45 45 42 eT 39 39 36 3ó ^9 33 J 30 w z^ ° 24 p ' ^AR 2/ í^ 15^ c^^ R^ p ^ B /S 20 25 30 Qp ° (L ^ p NS ^^Z BL ^ ^o 35 40 a5 50 D/AM{TRO EiY C/A5. Fig. 6.-P roducción media de bellota con el diámetro en pies de encinar de monte alto normal. 7_ona mediterránea. productores de bellota y son los causantes de la baja producción que apuntábamos. Tienen su justificación en la producción de leña, allí, sobre todo, donde la f rttctif icación es imposible. Se desmochan encinas grandes añosísimas que ya - 19 - Se deSmOCharOn ell epOCa5 antert(ll-eS V JamaS Se Ol1Vai-On. ^e establece^, una vez mas, el eterno círculo vicioso que cíeshace los montes mediterráneos : Se desmocha porque no producen otra cosa y no producen porque se desmochan. Pero si se hace, debe dejarse el pendolón durante cuatro o cinco años y hacerlo a turnos de dos años como mínimo, dividido en tres períodos de nueve en que^ se olivará y guiarán verticalmente las ramas de la copa futura. f'ero ni aítn esta olivación se hace a veces por no resultar muy rentable en productos, con lo que la degradación y mtrtilación de las^ sttfridas encinas r.ontinúa inexorahle. En todo caso no debe apearse un volumen superior a los dos tercios de la copa, es decir, no deben obtenerse de encinas de 47 centímetros de diámetro, ^pesos superiores a los K00 kilogramos ; si bien en encinas desmochadas ^ en lapsos de tiempo mayores a veintiún años se ohtienen 1.000 y aún 1.500 kilogramos de leña. Las fotografías aclaran el sistema. I ^ llo, no obstante, nosotros cada vez que contemplalnos una encina desmochada, no podemos menos de sentir como propio el fiero «aplastamiento de copa». Ni que decir tiene lo que influyen en estos tipos primitivos de explotación el bajo valor de los productos leñosos y las formas arrenclaticias. El tapiz herbáceo. Nada diremos de las dehesas cultivadas ag-ríc•olamente. I^n los alcornocales representa su ruina y en muchos casos también en los encinares que caminan fatalmente a la total desaparición, legando al futuro, suelos medio desertizados. Pero iguahnente inadmisible es lnantener el suelo cubierto de matorral de jaras, aulagas, brezos o labiadas. El matorral debe ser extirpado y con sus restos triturac}os, fertilizado el suelo debidamente. En tales suelos podrá implantarse un pastizal mejorado con pastoreo racional }- cuidado. Una mezcla de cinco kilogramos de Yhalaris tza,berosa (var. stetzoptera) con cincc, a diez kilog^ramos de Trifnli^r^nz^ ?I ) subterráne^,rrya (Mount Baker, Toll Roch) y cínco kilo^ramos de Loliu^n ríqid^a,na resolverá en muchas dehesas el problema, y en zonas templadas sub-hí^mecía^ sin helacla: la ^^opular 7,ulla (Hedysarum coronarium). Datos xilométrlcos. Como datos complementarios a manejar, diremo, que la densidad de la leña de encina verde v con corteza es ^le 1 a 1,1, y seca y sin corteza de 0,8. I:1 estéreo de leña ^^esa 480 a 500 kilogramos y tiene 0,480 metros cúbicos de v^^lumen. 1:1 número de calorías de la leña seca es de 3.200 la tonelada métri.ca, y verde de 2.604, dando un rendimiento en carbón de un 20 por 100 en peso. Depótiito le^a.l, M. 3.109 i:i3s5. ^.I<:11^It:ASUl:l11f:A .11AlIkIL1