incapacidad permanente y seguridad social

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RECENSIONES
Joaquín Aparicio Tovar, Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Universidad de Castilla-La Mancha- en «una de
las materias centrales del Derecho de la
Seguridad Social, como es la protección de la
invalidez». El autor «revela la fenomenal
masa de elementos legislativos, doctrinales y
jurisprudenciales que han sido necesarios
para, de acuerdo con algunos principios directrices, construir la protección que hoy se dispensa por el Sistema de Seguridad Social a
los incapacitados para el trabajo». Su estudio
enriquece el debate sobre las reformas de la
Seguridad Social y nos recuerda el Texto
Articulado de la Ley de Bases de la Seguridad
Social de 1963, que en su base I,1 establece:
«la ordenación de la Seguridad Social... en
ningún caso podrá servir de fundamento a
operaciones de lucro mercantil» y el Artículo
41 de la Constitución Española (1978):«Los
poderes públicos mantendrán un régimen
público de Seguridad Social para todos los
ciudadanos, que garantice la asistencia y
prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad,...»
«INCAPACIDAD PERMANENTE
Y SEGURIDAD SOCIAL»
ANTONIO BARBA MORA 1
Aranzadi Editorial
Elcano (Navarra) 2001
309 páginas
Con la presente obra, el profesor Barba
Mora investiga -según el autor del prólogo,
1 Doctor en Derecho, Profesor TEU y Magistrado de
lo Social.
Desde el inicio, el profesor Barba Mora
destaca que le interesa la «capacidad laboral»
o «capacidad de desarrollar una profesión». A
los efectos de su estudio, no es relevante la
incapacidad extralaboral de la persona. «Es
el adjetivo laboral el que especifica la incapacidad ya que ésta únicamente obtiene el
carácter de contingencia protegible cuando
incide en el ámbito económico-profesional de
la persona que la padece».
En este aspecto sigue el mismo criterio que
la OIT que define la persona incapacitada
como «un individuo cuyas probabilidades
para lograr y conservar un empleo adecuado
están sustancialmente disminuidas como
resultado de una alteración física o mental».
También anota que la recuperación de la
salud pertenece a otro campo de estudio como
es el de la «asistencia sanitaria». Para acotar
de forma más estricta su campo de estudio,
excluye, a su vez, la denominada «invalidez
no contributiva», ya que «el mecanismo pro-
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tector no toma en consideración la capacidad
laboral, sino la disminución de la capacidad
global del individuo».
Lo fundamental para el autor es que exista una disminución o anulación de la capacidad laboral, ya que es lo único relevante tanto a la hora de constatar la situación incapacitante como de valorar la intensidad de la
misma.
La delimitación de contingencias obliga al
profesor Barba Mora a tratar los conceptos
«temporal» y «permanente» que caracterizan
la incapacidad temporal (IT) y la incapacidad
permanente (IP), desarrollando esta última
bajo los conceptos de IP ordinaria e IP presunta. La intensidad de la incapacidad laboral es un parámetro básico para los distintos
sistemas jurídicos de Seguridad Social para
determinar si se protege económicamente o
no y en qué medida. Para ello se aplican los
criterios denominados «indemnizatorio
estricto», «de incapacidad profesional», y de
«incapacidad de ganancia». Nuestro sistema
se rige por los principios de «incapacidad profesional», cuyas características se examinan
a través de la distinción básica entre incapacidad genérica y específica.
La objetivación de la incapacidad y la
intensidad con la que ésta repercute en el trabajo es una preocupación constante de todas
las legislaciones. Esto obliga al <sistema
baremado versus calificación abierta> para
determinar los vigentes grados de invalidez,
que la Ley General de la Seguridad Social
establece en: Incapacidad Permanente Parcial para la profesión habitual, Incapacidad
Permanente Total para la profesión habitual,
Incapacidad Absoluta para toda profesión u
oficio, y Gran Invalidez. En los elementos en
la «calificación del grado» adquiere fundamental relevancia los factores sociales, culturales y de formación del propio beneficiario,
así como los de concurrencia de secuelas, la
exigencia de intervención quirúrgica y la
necesidad de utilizar prótesis correctoras.
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Una vez delimitadas las contingencias, los
tipos y los grados de invalidez, el profesor
Barba Mora aborda los mecanismos y técnicas de protección que utiliza nuestra Seguridad Social, así como la intensidad de dicha
protección.
En España se protegen dos contingencias
separadas y distinguidas a través de los conceptos de lo temporal (IT) y lo permanente
(IP). En los mecanismos e intensidad protectora establecidos para la IP resalta la variedad y la discriminación. La intensidad protectora es notablemente desigual en función
del riesgo del que deriva ya que distingue
entre riegos genéricos y profesionales y, en
ocasiones, entre la enfermedad común y el
accidente no laboral.
El autor también centra su atención en el
colectivo que, sufriendo las contingencias ya
descritas, no tiene acceso a la protección, en
unos casos durante algún tiempo, y en otros,
de forma absoluta por no reunir los requisitos
y condiciones que la legislación impone. Los
supuestos analizados en los que, a pesar de
constatarse una situación de IP, se deniega la
protección económica se resumen en: carecer
de carácter patológico, por ser anterior a la
filiación, por falta de alta en el hecho causante, por falta del periodo de carencia, y por ser
mayor de 65 años. Por otra parte, cabe la
«declaración de invalidez sin prestaciones»,
calificada de polémica pues el inválido no
pensionista puede reanudar el trabajo tras
dicha declaración. El debate jurídico empieza, unas veces, cuando la Administración de
la Seguridad Social no admite la nueva alta
ni sus correspondientes cotizaciones y, otras,
porque aún admitiéndolas, se les niega eficacia.
El Sistema de la Seguridad Social, una vez
actualizada la contingencia definida, trata de
paliar la insuficiencia de rentas debida a la
incapacidad profesional, mediante unas técnicas de protección, fundamentalmente económicas. La cantidad económica con la que el
Estado protege la situación invalidante del
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trabajador, tiene dos formas: a) pensión vitalicia en gran invalidez, incapacidad absoluta
e incapacidad total; y b) una indemnización a
tanto alzado, en el caso de invalidez parcial y,
potestativamente, en la incapacidad total.
Las pensiones, como la mayoría de las prestaciones, se calculan aplicando un porcentaje a
una base reguladora, teniendo en cuenta
algunas particularidades de las mismas.
La dinámica de las prestaciones comienza
con la presencia del hecho causante, entendido como el evento dañoso que actualiza la
contingencia o la situación de necesidad. En
varias prestaciones suele ser un hecho claro y
pacífico. Sin embargo, en la IP, su determinación provoca diferencias de interpretación y
controversia en cuanto a la fecha en la que ha
de entenderse que existe la situación invalidante. El profesor Barba Mora analiza, con
mucho detalle, los antecedentes de las prestaciones, situación actual, nacimiento, duración y extinción de las mismas. La revisión de
la incapacidad puede efectuarse por tres causas: agravación, mejoría, y error de diagnóstico. La revisión puede suponer un mayor grado de invalidez, un grado de menor entidad o
la desaparición de la incapacidad. Esto llevará, necesariamente, un cambio económico en
la prestación, que puede aumentar, disminuir e incluso ser suprimida. La concurrencia
de nuevas secuelas, el derecho a una segunda
pensión de invalidez, como consecuencia de
nuevas dolencias, la valoración conjunta y
riesgo resultante da lugar a una casuística
muy extensa.
Las relaciones de la IP con otras prestaciones, como la IT, en cuanto a compatibilidad y
retorno a IT si se deniega la invalidez; y la IP
y el desempleo, también son objeto de estudio. Cuando ha sido declarada la IP Total,
Absoluta y Gran Invalidez, la relación laboral
se extingue. El profesor Barba Mora matiza
que la extinción no se produce de forma automática ex lege, sino que faculta al empresario
a tomar la decisión unilateral de extinguir el
contrato, por lo que si no la ejercita, la relación laboral se mantiene vigente.
En cuanto a trabajos posteriores a la
declaración de invalidez, «a diferencia de
otras prestaciones, una de las características
de las pensiones por invalidez permanente,
es la posibilidad de ser compatibles con un
trabajo, sea por cuenta propia o ajena. Y si
esta peculiaridad ya no sorprende, tras el
estudio de la incapacidad permanente total,
si puede chocar frontalmente con el concepto
que se tiene de la incapacidad absoluta y de la
gran invalidez», según el profesor Barba
Mora, que sigue, en esta cita, a Alonso Olea y
Tortuero Plaza.
Los regímenes especiales (autónomos,
agrario, trabajadores del mar, empleados de
hogar, y minería del carbón) tienen singularidades relevantes. Aunque la Ley General de
la Seguridad Social, al establecer los regímenes especiales sienta un principio básico
sobre la tendencia a la homogeneización con
el Régimen General (RG), lo cierto es que la
protección del Régimen de Autónomos es
todavía inferior a la dispensada por aquel.
Las ausencias más notables en éste Régimen
de Autónomos son la IP Parcial, la IP Total
cualificada y las lesiones permanentes no
invalidantes.
La afiliación al Régimen especial agrario
(REA) tiene características peculiares que la
apartan notablemente del resto de los regímenes del Sistema de Seguridad Social. En
este Régimen hay dos sectores, los trabajadores por cuanta ajena y los trabajadores por
cuenta propia, que gozan de una protección
diferente.
El Régimen especial de trabajadores del
mar guarda cierta similitud con el REA, afinidad que se manifiesta en la coexistencia de
dos sectores básicos, cuanta ajena y autónomos y en la exigencia de que su actividad (en
el sector por cuanta propia) constituya el
medio fundamental de vida.
El colectivo incluido en el Régimen especial de empleados de hogar presenta múltiples peculiaridades no sólo con respecto al
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Régimen General sino incluso con otros Regímenes especiales. Es el Régimen con menor
intensidad protectora.
Al Régimen especial de la minería del carbón se le califica de «privilegiado» por las
diversas mejoras que presenta en cuanto a
intensidad protectora, no sólo en comparación al resto de regímenes especiales, sino en
relación incluso con el Régimen General. Las
razones históricas de su subsistencia como
Régimen especial y de su cualificación sólo
vienen explicadas por cuestiones de oportunidad política. Las principales diferencias se
centran en las bases normalizadas, bonificaciones de edad, concurrencia de secuelas, la
revisión de la invalidez, y la mejora de la jubilación de los IP totales.
La obra del profesor Barba Mora recoge las
distintas corrientes de la doctrina sobre la
«Incapacidad Permanente y Seguridad
Social» publicadas por los estudiosos del
Derecho del Trabajo y Seguridad Social y se
apoya, con múltiples referencias, en Sentencias del Tribunal Central de Trabajo, Tribunal Supremo, Tribunales Superiores de Justicia, Tribunal Constitucional y Tribunal de
Justicia de la Unión Europea.
El libro finaliza con un amplio Anexo legislativo e Índice cronológico de las disposiciones citadas que facilitan su lectura, así como
con una amplia Bibliografía sobre el tema
central del texto.
LUIS FERNÁNDEZ B RICEÑO
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