«Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para

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Meditando el Evangelio
14 de Septiembre
24º Domingo durante el año (Ciclo A)
Fiesta de la Exaltación de la Cruz
«Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo
se salve por él».
Del Evangelio según san Juan (Jn 3, 13-17)
Jesús dijo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre
que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el
desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que
todos los que creen en él tengan vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él".
REFLEXION
LA EXALTACIÓN DEL AMOR
Hoy celebramos los cristianos una fiesta extraña y desconcertante.
¿Qué sentido puede tener hablar de la «exaltación de la Cruz» en medio de
una sociedad que sólo parece exaltar el placer y el bienestar? ¿No es esto
ensalzar el dolor, glorificar el sufrimiento y la humillación, fomentar una
ascesis morbosa, ir contra la alegría y el gozo de vivir?
Sin embargo, cuando un creyente mira al Crucificado y es capaz de
adentrarse con ojos de fe en el misterio que se encierra en la Cruz, sólo
descubre el amor inmenso y la ternura insondable de un Dios que ha querido
compartir nuestra vida y nuestra muerte hasta el extremo. Lo dice el
evangelio de Juan de manera admirable: «Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que
tenga vida eterna». La Cruz nos revela el amor increíble de Dios. Y nos
garantiza que nada ni nadie podrá separarnos de él
Si Dios sufre en la cruz, no es porque ama el sufrimiento sino
justamente porque no lo quiere para ninguno de nosotros. Si muere en la
cruz, no es porque menosprecia la felicidad, sino porque la quiere y la busca
para todos, sobre todo para los más olvidados y humillados. Si Dios agoniza
en la cruz, no es porque desprecia la vida, sino porque la ama tanto que sólo
busca que todos los seres humanos la disfruten un día en plenitud.
Por eso, la Cruz de Cristo la entienden mejor que nadie los
crucificados: los que sufren impotentes la humillación, el desprecio y la
injusticia, o los que viven necesitados de amor, de alegría y de vida. Ellos
podrán vivir hoy la Fiesta de la Exaltación de la Cruz no como celebración del
dolor, el sufrimiento y la muerte (lo cual además de absurdo y sin sentido
sería patológico), sino como un misterio de amor y de vida en plenitud.
¿En qué fundamentaríamos nuestra esperanza si Dios fuera
simplemente un ser poderoso y satisfecho, muy parecido a los poderosos de
la tierra, sólo que más fuerte que ellos? ¿Dónde encontraríamos consuelo y
fortaleza ante las dificultades, si no supiéramos que Dios está sufriendo con
las víctimas y en las víctimas? ¿Cómo no vamos a «exaltar» la cruz de Jesús si
en ella Dios nos está revelando que nos ama con un amor infinito y
absolutamente incondicional?
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