Instituto de Ciencia Procesal Penal LA CRISIS DEL PRINCIPIO ACUSATORIO A PROPÓSITO DE LA DECLARACIÓN DE NULIDAD POR PARTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA I. Ciertos puntos de partida Por: Alcides Chinchay Castillo 1. «[…] es de discrepar tajantemente contra esta facultad toda vez que no se condice con la naturaleza persecutoria del proceso penal y confunde el verdadero rol del órgano jurisdiccional al vincularlo con el material probatorio bajo un supuesto “deber de esclarecimiento” que nuestra ley fundamental no le atribuye»1. 2. «Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físicoquímicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución. Las crisis pueden ocurrir a un nivel personal o social. Pueden designar un cambio traumático en la vida o salud de una persona o una situación social inestable y peligrosa en lo político, económico, militar, etc. También puede ser la definición de un hecho medioambiental de gran escala, especialmente los que implican un cambio abrupto. De una manera menos propia, se refieren con el nombre de crisis las emergencias o las épocas de dificultades.»2 3. «crisis. (Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις). 1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente. 2. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. 3. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese. 4. f. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes. 5. f. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente. 6. f. Escasez, carestía. 7. f. Situación dificultosa o complicada.»3 1 SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lima, Grijley, 2003, segunda Edición, Tomo I, p. 620: citado por la STC sobre el expediente Nº 02005-2006-PHC/TC, del 13.MAR.2006 (caso UMBERT SANDOVAL), FJ Nº 9. 2 De www.wikipedia.org (consulta del 22.JUN.2008). 3 Diccionario de la Real Academia Española, en: www.rae.es (consulta del 22.JUN.2008). II. Planteamiento de la crisis 1. En griego κρίσις quiere decir «juicio»; y de allí surge la idea de que hacer la crítica a algo significa evaluar o juzgar ese algo. De esta noción primordial, vienen los demás significados del término, entre los que (como vemos de la 5ª acepción que le da la Real Academia) está la de un juicio, precisamente; un juicio de valor. Deseo destacar la idea según la cual crisis comprende un cambio, con toda la connotación —muchas veces traumática— que ello implica. Respecto de la facultad de la Sala Penal de la Corte Suprema para declarar la existencia de nulidad sobre procesos que ascienden a dicho órgano jurisdiccional, mencionamos el término crisis en esa doble significación: primero como proceso de cambio por el cual pasa dicha institución procesal, y segundo como puesta en cuestión del sentido con el cual tradicionalmente ha sido entendida. 2. Esta crisis o puesta en cuestión que tiende hacia un cambio, toma dos matices; una aplicable a todo tipo de jueces y otra que específicamente se refiere a un órgano jurisdiccional que conoce de una impugnación en materia penal. Los siguientes gráficos describen cuáles son el punto de partida y cuáles los puntos de llegada (o por lo menos puntos hacia los cuales tiende la crisis) ese cambio de conceptualización. a. Crisis aplicable a todo tipo de órgano jurisdiccional Momento Actuación de la Corte Suprema Premisa gnoseológica 2 Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación Momento Premisa gnoseológica Actuación de la Corte Suprema A quo4 La verdad es una sagrada tarea del juzgador; permitir que alguna vez se resuelva en contra de ella es traicionar la nobilísima función judicial La verdad debe ser impuesta cuando el magistrado supremo la “descubre”; ante tal divina revelación, todo otro principio procesal ha de ceder Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación El juez deja de ser juez y pasa a ser tutela de la verdad Se lesionan principios como la seguridad jurídica y la igualdad de partes 4 A quo en latín quiere decir «desde el cual», y bajo ese término lo utilizo: punto desde el cual parte la crisis, o situación originaria que se pone en crisis. Esta locución se ha utilizado tradicionalmente para que una instancia de grado aluda al órgano jurisdiccional inferior “desde el cual” (precisamente) proviene la sentencia impugnada. La ignorancia en latín ha hecho que muchos le den al término los más variados significados: «juzgado de primera instancia», «sentencia emitida por el juzgado de primera instancia», «juez de primera instancia», entre otros. Alguna resolución de Sala Superior he hallado por allí que se refería a dos órganos jurisdiccionales de primera instancia llamando a ambos a quo, aunque uno de ellos no era el órgano desde el cual provenía la resolución materia de impugnación. En fin… 3 Momento Premisa gnoseológica Actuación de la Corte Suprema Ad quem5 Lo que a un juez le interesa en un proceso es lo que las partes aleguen, porque si tuviera preocupaciones más allá de ello, entonces dejaría de ser juez y pasaría a ser abogado de una de las partes, pues todo interés “más allá” de lo que las partes aleguen beneficiará a una o a otra necesariamente La Corte Suprema no ha de resolver más allá de lo que las partes soliciten; si ve algo que una parte “debería” haber alegado a su favor, pero que no lo hizo, ha de guardar respetuoso silencio por la imparcialidad que todo juez ha de tener si quiere seguir siendo tal Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación Si las partes fallaran en su “hallazgo” de la verdad, o claudicaran en su postulación de ella, no habría nadie que defienda a la verdad y ésta quedaría fuera de la sentencia b. Crisis aplicable a un órgano jurisdiccional que conoce de una impugnación en materia penal Momento Actuación de la Corte Suprema Premisa gnoseológica Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación Ad quem en latín quiere decir «hacia el cual», y bajo ese término lo utilizo: punto hacia el cual se dirige la crisis, o situación final en que acabará la crisis. Esta locución se ha utilizado tradicionalmente para que un órgano jurisdiccional de grado aluda a sí mismo, pues es aquél “hacia el cual” (precisamente) se eleva la sentencia impugnada. La ignorancia en latín ha hecho que muchos le den al término los más variados significados: «sala superior», «resolución emitida por una sala superior», «juez de segunda instancia», entre otros. 5 4 Momento A quo Premisa gnoseológica La injusticia manifiesta y la nulidad evidente deben poder ser declaradas aun cuando no hayan sido materia de impugnación, porque de otro modo el órgano jurisdiccional de grado no sería un administrador de justicia ni un defensor de la verdad 5 Actuación de la Corte Suprema Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación Declarar la nulidad de oficio, aun cuando no haya sido invocada por las partes (amparo legal de esta tesis en el art· 299º del C· Pp· Pp·) La determinació n de la materia del proceso ya no corre a manos de las partes, sino del juez. La declaratoria de nulidad es algo que beneficia a una de las partes necesariame nte y se supone que el juez no está para aportar cosas que las partes requieren para su defensa Momento Premisa gnoseológica Actuación de la Corte Suprema Ad quem Las afirmaciones «esto es injusto» y «esto es nulo» son (más allá de la verdad que puedan contener) asertos que benefician a una de las partes y perjudican a la otra. Si ellas son introducidas por el juez y no por las partes, aquél deja de ser juez y pasa a ser defensor de la parte beneficiada Respetando su rol de juez imparcial (valga especialmente la tautología) la Sala Penal Suprema se guarda filosóficamente su opinión de que algo es injusto o nulo, si no ha sido invocado por las partes Problema (real o aparente) suscitado con tal actuación ¿Y quién defiende a la verdad? ¿Quién saca cara por la justicia? ¿No era que “el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”? c. La nulidad del acto jurídico procesal como cuestión erga omnes o como un asunto propter partem. El Código de Procedimientos Penales no nos brinda una definición de la nulidad procesal y se limita a decirnos cuáles son los casos en que una resolución judicial es nula6 y qué resoluciones7 son las susceptibles de incurrir 6 En el artículo 298º, que tiene los siguientes: «1.- Cuando en la sustanciación de la instrucción, o en la del proceso de juzgamiento, se hubiera incurrido en graves irregularidades u omisiones de trámites o garantías establecidas por la Ley Procesal Penal; 2.Si el Juez que instruyó o el Tribunal que juzgó no era competente; 3.- Si se ha condenado por un delito que no fue materia de la Instrucción o del Juicio Oral, o que se haya omitido instruir o juzgar un delito que aparece de la denuncia, de la instrucción o de la acusación». 7 En el artículo 292º, que se refiere a las siguientes: «a) las sentencias en los procesos ordinarios; b) los autos expedidos por la Sala Penal Superior en los procesos ordinarios que, en primera instancia, revoquen la condena condicional, la reserva del fallo condenatorio, la pena de multa o las penas de prestación de servicios a la comunidad o de limitación de días libres; c) los autos definitivos dictados por la Sala Penal Superior que, en primera instancia, extingan la acción o pongan fin al procedimiento o a la instancia; d) los autos emitidos por la Sala Penal Superior que, en primera instancia, se pronuncien sobre la refundición de penas o la sustitución de la pena por retroactividad benigna, o que limiten el derecho fundamental a la libertad personal; y, e) las resoluciones expresamente previstas 6 en nulidad. Por ello no queda otro solución que ahondar en el derecho común supletorio (el derecho civil y el derecho procesal civil) para ver de qué estamos hablando. (i) El Código Civil concibe la nulidad como un vicio que implica un interés público en su ablación del ordenamiento jurídico: «Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres» (art· V del Título Preliminar). Por ello, si bien en principio se concede su deducción a parte interesada (art· 220º, primer párrafo), se concede que el juez la declare de oficio si es manifiesta (art· 220º, segundo párrafo). Y por ello no es convalidable (art· 220º, tercer párrafo), al contrario del acto anulable (art· 230º). (ii) El Texto Único Ordenado del Código Procesal Civil tiene una regulación diferente: se puede convalidar un acto procesal nulo (art· 171º, segundo párrafo, y art· 172º), a diferencia del acto nulo en el Código Civil. Hay una convalidación absoluta cuando el interesado no la aduce en la primera oportunidad que hubiese tenido al respecto (art· 172º, tercer párrafo); y llamamos a esta convalidación absoluta porque no se limita a casos de notificación (primer párrafo) o a errores formales (segundo párrafo), sino que es aplicable a todo tipo de nulidades. Adicionalmente, se reconoce el principio pas de nullité sans grief8 (cuarto párrafo). En estrecha relación con este principio, se establece que para recurrir en nulidad hay que tener legítimo interés (art· 174º). La nulidad de oficio sólo se deja librada para casos excepcionales (art· 176º, último párrafo), en que ella no es subsanable9, es decir no se pueden hacer actos para recomponer con validez. En conclusión, hay una marcada diferencia entre la nulidad sobre actos jurídicos de derecho sustantivo, y la nulidad sobre actos jurídicos procesales. En el primer caso estamos hablando de un asunto de orden público, y en ello por la ley». Éste último supuesto es bastante confuso; su expresión literal significa que toda resolución judicial cuya emisión se halle prevista en una norma legal, sería susceptible del recurso de nulidad penal. Probablemente lo que se quiso decir fue «las resoluciones contra las que la ley conceda expresamente el recurso de nulidad». Curiosa falla del art· 1º del Decreto Legislativo N° 959, que introdujo un cambio cuya intención era evitar que llegaran al recurso de nulidad las resoluciones de segunda instancia de los procesos sumarios; para ese efecto se suprimió el último párrafo del art· 292º en su redacción dada por el art· 1º del Decreto Legislativo Nº 126 («En casos excepcionales, la Corte Suprema por vía de recurso de queja, podrá disponer que se conceda el recurso de nulidad cuando mediare o se tratare de una infracción de la Constitución o de grave violación de las normas sustantivas o procesales de la ley penal») Con la modificación dada por el Decreto Legislativo Nº 959 ya no hay “casos excepcionales”. Pero en contra de esa intención de cerrar el recurso de nulidad, se cambia el antiguo, y muy preciso y muy delimitador inciso 6 del art· 292º (en su redacción dada por el Decreto Legislativo Nº 126): «En los casos en que la ley confiera expresamente dicho recurso», por el abiertísimo y tan ambiguo actual inciso e: «las resoluciones expresamente previstas por la ley». Definitivamente las dos expresiones no quieren decir lo mismo. Saque el lector sus propias conclusiones. 8 «Ninguna nulidad sin agravio». Magnífico principio que le quita a la nulidad (por lo menos a la procesal, en cuyo seno nació) un sentido en sí misma, y la coloca en función de algún perjuicio que haya producido. De otro modo, la nulidad es un bizantinismo. 9 Para la lógica del Código, un acto nulo es subsanable si se pueden recomponer las cosas para que dicho acto quede incorporado al proceso sin los vicios que le trajeron nulidad; y un acto nulo de convalidado si se tiene la oportunidad para deducir su nulidad y sin embargo ello no se hace, con lo que el interesado se conforma con el acto tal como está. 7 priman los principios del derecho público por encima de los intereses de las partes. En el segundo hablamos de un acto cuya nulidad perjudica a por lo menos una de las partes y en ese caso, ha de estarse a lo que las partes perjudicadas quieran aludir al respecto. La Corte Suprema está autorizada para pronunciarse sobre nulidades, aun cuando no se hayan alegado por alguna de las partes: «La Corte Suprema, cualquiera que sea la parte que interponga el recurso o la materia que lo determine, puede anular todo el proceso y mandar rehacer la instrucción por el mismo u otro juez instructor; o declarar sólo la nulidad de la sentencia y señalar el Tribunal que ha de repetir el juicio» (art· 299º del Código de Procedimientos Penales). De más está decir que el art· 299º del C· Pp· Pp· consagra un modelo de nulidad más parecido a la nulidad sustantiva que a la procesal y se pone en posición de sancionar nulidad de oficio como si en ello primara un sagrado interés cósmico y no el interés de la parte que pueda considerarse o no afectada por dicha nulidad. En suma, el art· 299º del C· Pp· Pp· no se afilia (al menos no necesariamente) al principio pas de nullité sans grief10. Así las cosas, es de temer que las emisiones de resoluciones judiciales sobre la base del artículo mencionado, ni respeten dicho principio, ni consideren a la nulidad como un problema básicamente de interés de las partes, sino como un problema cuya solución debe ser dada por el Poder Judicial como una suerte de deber sagrado. Claro, si el artículo normativo lo consagra de esa forma (como potestad mayestática de la Corte Suprema), uno podría preguntarse qué de malo podría haber en que una Sala Penal de esa suprema instancia utilice dicha facultad. Lo “único” que sucede es que esa potestad se halla en su “estado puro”; y con ello quiero decir que el artículo 299º se encuentra en su texto originario de 1939. Y cuando el Código de Procedimientos fue promulgado, el juez podía abrir instrucción de oficio; podía hacerlo “contra los que resulten responsables”; el Poder Judicial decidía libérrimamente si una persona iba a pasar por la instrucción estando detenida o en libertad, sin mayor fundamentación; y la Corte Suprema, en recurso de nulidad, podía hacer La única alusión que hace nuestro Poder Judicial, en el fuero penal, al principio pas de nullité sans grief es en el III Pleno Jurisdiccional de Vocales Supremos en lo Penal – 2007, del 16.NOV.2007, cuyo tema Nº 5 fue aprobado por dicho pleno en los siguientes términos: «TEMA 5 : Determinación alternativa de la pena: principio past [sic] de nullite sans grief Referencia : R. N. Nº 2490-2006 Ponente : César San Martín APROBADO, establecer como Precedente Vinculante el Considerando Cuarto de la referida ejecutoria suprema. Art. 22° de la LOPJ. UNANIMIDAD» La sustentación, sin embargo, dada en el Acuerdo Plenario N° 4-2007/CJ-116 (que se puede hallar en http://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/juriprudencia/07_marzo_2008/pleno_jurissdiccional.pdf), no menciona en lo absoluto el principio procesal pas de nullité sans grief, ni como locución francesa, ni como su traducción ni como contenido conceptual. De modo que inclusive la mención de la frase en francés en el acta resumen del Pleno podría muy bien tomarse como un lapsus calami. 10 8 reformatio in peius de la sentencia del Tribunal Correccional, aun cuando hubiese sido recurrida sólo por el propio condenado. En ese contexto, no tiene nada de malo que una nulidad se declare de oficio, aun cuando no haya sido invocada por las partes, o aun cuando no haya causado un real perjuicio al proceso, o por lo menos no un perjuicio que influya en el sentido final de lo que se resuelve. Decir alegremente que podemos ahora, en el siglo XXI, aplicar el art· 299º sin los principios de razonabilidad y de proporcionalidad que deben teñir toda la actuación estatal, es poco menos que impertinente11. En suma, es muy tentador utilizar literalmente y sin mayor reflexión sobre su sentido actual, el artículo en mención, pues ello genera una serie de ventajas a las que es difícil renunciar. Entre ellas: La nulidad como forma de hacer sentir el poder de ser Supremo, en lugar de herramienta al servicio del proceso. La conservación de una manera de entender el proceso que no permite la consolidación del Modelo Adversarial, y mantiene en sus términos una concepción paternalista del Poder Judicial12; y es paternalismo puro resolver una nulidad extra petita, pues el mensaje que se lanza con ello es: «más allá de lo que ustedes, las partes, ven sobre sus intereses y derechos, yo, que soy su padre, lo veo mejor y más claramente; por eso me permito decidir sobre aquello que ustedes ni siquiera vieron». Se puede recurrir a esta nulidad de oficio como medio de salir (provisionalmente) de una carga monstruosa e inmanejable. Y este uso de la nulidad de oficio es especialmente significativa: es la solución para un problema que no existiría si es que (al menos en parte) tal potestad de pronunciarse de oficio no existiera. En vano la Comisión Especial de Reforma Integral de la Administración de Justicia (CERIAJUS) propuso una Corte Suprema reducida; en vano se 11 Conocemos que estos principios están mencionados en el último párrafo del art· 200º de la Constitución, que se refiere a los procesos constitucionales; y concretamente este párrafo se refiere a la facultad de iniciar tales procesos en régimen de excepción. Pues bien, si incluso en esos momentos de peligro para la subsistencia del Estado, éste debe conducirse de manera razonable y proporcional, entonces con mucha mayor razón en el resto de sus actividades el Estado se halla vinculado por dichos principios. El Tribunal Constitucional ha expresado la sujeción a la razonabilidad y a la proporcionalidad, bajo el término interdicción de la arbitrariedad, por ejemplo en las sentencias sobre los expedientes números: 6167-2005-PHC/TC (caso Fernando CANTUARIAS SALAVERRY); 2050-2002-AA/TC (caso Carlos Israel RAMOS COLQUE) y 005-2001-AI/TC (caso Dec. Leg N.° 895 y otras disposiciones). 12 Nunca estará de más revisar la Acusación a la sociedad paternalista de Alexander MITSCHERLICH (Barcelona, Editorial Sagitario, 1996), que hasta hace algunos años se podía hallar todavía en la biblioteca del Goethe Institut de Lima. La tendencia de conservar esquemas de autoridad que se revisten —más o menos abiertamente— bajo el manto de la autoridad paternal es muy fuerte, pues si una autoridad se quiere hacer pasar por nuestro padre, tendrá más oportunidades de mantener la sujeción, ya que invoca una relación de dependencia y sumisión que está muy grabada en la mente humana. Las ideas de «dime lo que tengo que hacer» y «el sólo imaginar que pueda llegar a cuestionarte es un crimen horrendo» son los cimientos perfectos para que una persona, grupo de personas o institución mantenga un verticalismo inconmovible que —para qué nos vamos a engañar— hace sentir muy bien a quien lo ejerce. 9 consideró en sus sesiones la implantación del certiorari13, como método de mejorar la calidad de la Administración de Justicia a nivel de la Corte Suprema, en dos sentidos: o o Al ser menos los casos, la Corte Suprema iba a poder resolver con mayor profundidad que decir que unas piezas del expediente están en desorden14. La Corte Suprema sólo iba a admitir casos en los que iba a marcar la pauta jurisprudencial con la que se guiaría en adelante el Poder Judicial. Au contraire, la Corte Suprema, al seguir utilizando el art· 299º del C· Pp· Pp· “tal cual”; es decir en su literalidad de 1939, sin ponerla en relación con la evolución del principio acusatorio (para no resolver más allá de lo que postulara el Ministerio Público) y sin la introducción de elementos del principio adversarial (para, en general, no resolver más allá de lo que las partes el trajeran a su conocimiento, sobres casos que, sin certiorari, ya son demasiados, y aun con las restricciones que se le hicieron al art· 292º del Código de Procedimientos por parte del D· Leg· Nº 959); lo único que logra es verse forzada a tener miles de casos para resolver y ello con resentimiento de la calidad en algunas ocasiones. Es decir, no tiene tiempo para resolver con calidad porque tiene demasiados casos y tiene demasiados casos porque ha decidido no tener tiempo para resolver con calidad (al no filtrar sus casos y al ponerse a resolver lo que nadie le ha pedido). Corte Suprema llena de casos 13 Certiorari puede ser traducido como «para ser buscado», o «lo que debe ser buscado». Se refiere al escrito que se presentaba ante un tribunal superior, para que éste ordene a uno inferior (que tenía bajo su conocimiento una causa de la que el recurrente era parte) que le eleve los autos para resolver sobre él (se entiende, como instancia de grado). Así el solicitante pedía que el tribunal superior busque el expediente, por medio de la orden de que se lo traigan. Ahora ha pasado a ser sinónimo de la facultad de un tribunal (usualmente de la Corte Suprema o del Tribunal Constitucional), para que éste conozca discrecionalmente sólo de los casos que considere importantes. Hay una cierta forma de certiorari en el art· 427º.4 del Código Procesal Penal de 2004: «Excepcionalmente, será procedente el recurso de casación en casos distintos de los arriba mencionados, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema, discrecionalmente, lo considere necesario para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial», lo cual estaría perfecto de no ser por aquello de «en casos distintos de los arriba mencionados», lo cual nos indica que en esos otros 3 casos —y supuesto que se den los requisitos específicos del art· 429º y los genéricos del art· 405º, claro está— la Corte Suprema tiene que conocer la casación. En suma, el certiorari del Código Procesal Penal de 2004 no es un medio para que la Corte Suprema conozca de temas transcendentes que merecen precedente jurisprudencial, sino que es un medio para que —además de toneladas de casos que tendrá que resolver— la Corte Suprema vea si tal vez, a lo mejor, se da un tiempo para conocer cosas importantes. Esto podría dejar la sensación de espantosa indefensión para quien considere que en su contra se ha perpetrado una espantosa resolución digna de ser casada. No es así, si tenemos una Corte Suprema sabia (como de seguro ha de ser). Pues la primera vez que se dé esa clase de espanto, la Corte, en su sapiencia, aceptará conocer la casación para poner las cosas en orden. Y ese espanto ocurre más de una primera vez, lo que pasará es que la Corte Suprema ya tendrá sentado un precedente al respecto que se deberá seguir por los demás órganos jurisdiccionales. 14 Una cosa es descubrir —de paso y en medio de un pronunciamiento sobre cosas más importantes— que las piezas están en desorden, y otra es hacer una ejecutoria para decir eso y cosas de semejante ralea. 10 Aliento para el crecimiento desmesurado de la carga No admisión del certiorari No interpretación acusatoria y adversarial del art· 299º Autoridad paternalista15 Complejo de dueño de la verdad16 Complejo de vocero de 17 Dios Creencia de que ser Supremo no es ser sólo el gran orientador de las resoluciones del Poder Judicial (predictibilidad, precisión, opciones; seguridad jurídica), sino que consiste en resolverlo (casi) todo Concepto cuantitativo no cualitativo de ser Supremo: Producción de muy poca jurisprudencia vinculante y miles de sentencias intrascendentes Veremos algunos ejemplos de cómo ello se plasma en las resoluciones de nuestra Corte Suprema. III. Problemas hallados en algunas sentencias de la Corte Suprema, a propósito de la crisis mencionada. 1. Primer caso Sala Suprema Sala Penal Permanente Nº de exp· R.N. N° 1754-2002 – LAMBAYEQUE Fecha de trece de enero del dos mil tres resolución «Pobrecitas las partes, qué va a ser de ellas sin nosotros». «Es increíble cómo los órganos jurisdiccionales inferiores y las partes se equivocan; ¿por qué no serán infalibles como nosotros?». Recordemos las palabras de César San Martín antes citadas: «un supuesto “deber de esclarecimiento” que nuestra ley fundamental no le atribuye». 17 «La verdad nunca llegará al mundo si nosotros no nos pronunciamos sobre ella, sea que nos lo pidan o no». 15 16 11 Contenido relacionado con la crisis […] no se ha efectuado una debida apreciación de los hechos ni de las pruebas con el fin de establecer fehacientemente la responsabilidad o inocencia del encausado Manuel Zurita Ojeda en la comisión del delito que se le atribuye, por lo que su situación jurídica será definida en un nuevo juzgamiento, debiendo el colegiado realizar un estudio integral de los hechos y valoración de la prueba real e indiciaria siendo necesario se disponga la concurrencia obligatoria de de los agraviados Luís Ayay Leiva, Angel Aranda Yahuara y Juan Carlos Rodríguez Quinde, tal como será ordenara en la ejecutoria suprema obrante a fojas cuatrocientos cinco y de los testigos Juana Zaquinaula Robledo, José Manuel Ortiz Romero Cose Cruz Barco y Gumercinco Cruz Barco, los que en su oportunidad se confrontaran con el citado encausado […] a. Ha de empezar mencionándose que la Ejecutoria no expresa cuál de las partes ha aducido esa supuesta causa de nulidad (no haber “valorado debidamente”); de modo que cabe inferir que se ha utilizado el art· 299º. Bajo la lógica de la propia Corte Suprema, sería “causa de nulidad” (figuradamente, por cierto) que una parte haya expresado dicha causa, y sin embargo la Corte Suprema termine resolviendo sin decir nada sobre dicha alegación, ni para darle la razón ni para denegársela. b. ¿Qué es no valorar debidamente? La Corte Suprema va contra su misión de orientadora de la labor de los órganos jurisdiccionales, al decir simplemente (en el peor sentido del adverbio «simplemente») que no se ha valorado, pero sin tomarse la molestia de precisar en qué estaría aquello indebido: ¿qué hizo la sala superior en su juicio oral que no debió hacer, o qué dejo de hacer que sí debido hacer? La Corte Suprema le dice a la Corte Superior: lo hiciste mal, pero al no decirle en qué estuvo lo malo, la Corte Superior puede muy bien volver a hacer lo mismo, y en tal caso la Corte Suprema perdería autoridad moral para volver a hallar nulidad en la nueva sentencia, puesto que no puede sancionar una conducta que mandó corregir, sin haber orientado sobre cómo debió corregirse. c. Bien es cierto que la (supuesta) necesidad de ciertas declaraciones debe de haber surgido en mérito de los actuados de la instrucción o del juicio oral. Sin embargo en la instancia Suprema, la redacción de la ejecutoria hace aparecer como una iniciativa de la propia Sala el actuar cierta prueba, máxime con la expresión «tal como será ordenara en la ejecutoria suprema obrante a fojas […]». La actuación de prueba de oficio es uno de los atentados más graves contra los principios acusatorio (según el cual el Fiscal es quien tiene la carga de la prueba de su pretensión) y adversarial (según el cual sólo las partes presentan pruebas para sustentar su pretensión, dado que sólo ellas tienen pretensión; el juez no tiene ninguna, así que no tiene prueba alguna que actuar). Aquí probablemente no se trate de una prueba propiamente de oficio; como se ha sostenido, es probable que se trate de pruebas pedidas por alguna de las partes. El hecho es 12 que no se expresa en la ausencia de dichas pruebas sea causa de nulidad; por ello se entiende que no la petición de que actúen, sino su vinculación con una supuesta causa de nulidad, no ha sido iniciativa de ninguna parte impugnante, sino de la propia sala suprema, por sí y ante sí. Una vez más remarcamos: ¿”puede” hacer ello la Sala Suprema? En virtud del pie de la letra del art· 299º es indudable que sí. ¿“Debe” hacerlo? Si nos atenemos a que el derecho penal y el derecho procesal penal se están constitucionalizando cada vez con mayor claridad y que estamos en las puertas de la implantación del Código Procesal Penal, era de esperar que la Corte Suprema supiera ponerse más en la línea de esta evolución y darle una interpretación “en clave garantista”18 del artículo de marras. ¿Era demasiado pedir? 2. Segundo caso Sala Suprema SALA PENAL TRANSITORIA Nº de exp· R.N. N° 3009-02 – CUZCO Fecha de quince de abril del dos mil tres resolución Que conforme se aprecia de lo actuado en el juicio oral se ha incurrido en una serie de irregularidades de índole procesal, al haberse tramitado el proceso por un lado, sin haber consignado las preguntas del director de la sala, del fiscal y de la parte civil; aunado a esto que no se le tomo juramento al intérprete, así como tampoco se ha señalado cual es la lengua materna del procesado, solo se indica que no habla castellano, no consignándose las preguntas del intérprete, ni se ha recibido sus generales de ley, habiéndose transgredido lo previsto en el Contenido numeral ciento treinticuatro del Código de Procedimientos relacionado Penales; igualmente se advierte que el orden de las piezas con la crisis procesales se encuentra invertido, toda vez que el acta final que pone fin al proceso se encuentra a fojas doscientos cuarenticuatro mientras que a fojas doscientos cuarenticinco obran las cuestiones de hecho y a fojas doscientos cuarentisiete la sentencia; siendo esto asi se ha transgredido el principio del debido proceso; además que no se han glosado las piezas del proceso por el director de debates, incurriendo en causal de nulidad prevista en el artículo doscientos noventiocho del código adjetivo a. La gran ausente de esta resolución es la trascendencia de la nulidad declarada. No, no es que el imputado fuera interrogado en un idioma que no entendía, no es que no haya sido asistido por un traductor. Es que no se han puesto ciertos 18 Expresión muy del gusto de un insigne procesalista, hoy vocal supremo. 13 datos en las actas. No es que no estén las piezas del proceso, es que no están en orden. b. No hay la menor consideración por las «graves irregularidades u omisiones de trámites» (art· 298º.1 del Código de Procedimientos), lo cual nos lleva a la sencilla conclusión que una cosa es hallar irregularidades, y otra cosa es que esas irregularidades lleven o no a una nulidad. Si toda irregularidad acarreara nulidad, entonces la inclusión del adjetivo «graves» estaría de más en el inciso citado. Así pues, no bastaba con hacer esos interesantes y sin duda lúcidos descubrimientos, sino que se debía señalar cómo es que ellos generaban nulidad; en qué extremos estaba lo grave de esas fallas. c. Y una vez más, el hacerlo sin invocar expresión de agravios de las partes es una actitud paternalista: «yo sé cuál es tu bien, mejor que tú mismo». d. La mención de «lo actuado en el juicio oral» es contradictoria con «habiéndose transgredido lo previsto en el numeral ciento treinticuatro del Código de Procedimientos Penales», puesto que ese artículo (que a propósito, se debe denominar «ciento treinta y cuatro» y no «ciento treinticuatro») corresponde a la fase de instrucción, y en consecuencia no puede ser aplicable al juicio oral. 3. Tercer caso Sala Suprema Sala Suprema Penal Permanente Nº de exp· R.N Nº 884-2005 – AREQUIPA Fecha de 26 de mayo de 2005 resolución 14 Contenido relacionado con la crisis VISTOS; el recurso de nulidad interpuesto por los acusados Senobio Huacho Alejandro y Mercedes Vargas Cama contra la sentencia condenatoria de fojas cuatrocientos treinta y siete, su fecha veintiuno de diciembre de dos mil cuatro; con lo expuesto por el señor Fiscal Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero: Que el acusado Senobio Huacho en su recurso formalizado de fojas cuatrocientos cincuenta y siete cuestiona la aplicación del último párrafo del artículo ciento ochenta y nueve del Código Penal al no haberse demostrado que pertenecía a una organización delictiva ni los demás supuestos fijados en dicha norma; agrega que es confeso y que la anulación del auto que disponía la conclusión anticipada del juicio oral es ilegal; que, por su parte, la abogada del acusado Vargas Cama cuestiona la pena de cadena perpetua por ser inconstitucional, que su defendido es confeso y, como tal, debe merecer una pena por debajo del mínimo legal. Segundo: Que si bien el señor Fiscal Superior no formuló acusación por el último párrafo del artículo ciento ochenta y nueve del Código Penal, la Sala sentenciadora cumplió con plantear la tesis sugiriendo la aplicación de esa circunstancia agravante específica, según se aprecia del acta de fojas cuatrocientos veintisiete, por lo que en principio el fallo emitido en ese extremo no vulnera el principio de contradicción al cumplirse con la exigencia estipulada en el artículo doscientos ochenta y cinco - A del Código de Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo número novecientos cincuenta y nueve; que, por otro lado, aún cuando la Sala por auto de fojas cuatrocientos doce, del nueve de diciembre de dos mil cuatro, anuló indebidamente el auto que disponía la conclusión anticipada de la audiencia –en tanto que, como este Supremo Tribunal ya lo estableció mediante sentencia vinculante, el artículo cinco de la Ley número veintiocho mil ciento veintidós no está sujeto a los límites de los artículos anteriores de dicho dispositivo legal–, ello no genera la nulidad del juicio y de la sentencia en tanto que el efecto de la referida resolución fue llevar a cabo el juicio con arreglo a sus pasos regulares, sin que se haya producido indefensión material. Tercero: Que la Sala Superior consideró la presencia de la circunstancia agravante de organización delictiva porque en los dos delitos objeto de proceso participaron cuatro personas se pusieron de acuerdo para delinquir; que, sin embargo, aun cuando está probada la existencia de los dos delitos y el concierto delictivo de los participantes en los robos, no está acreditada la presencia de una organización delictiva, en tanto que dicha circunstancia agravante requiere que dos o más personas de manera organizada y cierta vocación de permanencia se agrupen [sobre la base de] una estructura jerárquica y una división funcionales de roles con la finalidad de perpetrar delitos; que no se ha probado la comisión de numerosos delitos, 15 ni que antes de los hechos submateria los acusados ya estaban organizados y los perpetraban sobre la base de una división funcional de roles. Cuarto: Que, por a. La secuencia expuesta es la siguiente: (i) El fiscal acusa por A (ii) Los acusados aceptan A en vía de conclusión anticipada (iii) La Sala Superior dice que no es A, sino A2 (iv) Anula la conclusión anticipada (v) Se hace un juicio por A2 (vi) Se condena por A2 (vii) Los acusados recurren contra la sentencia (viii) La Corte Suprema dice que es correcto (o por lo menos que no porta nulidad) haber: (A) Anulado la aceptación de la conclusión anticipada (B) Hecho juicio por A2 (ix) Lo que sucede es que estuvo mal condenar por A2, ya que no hay pruebas al respecto, y debe condenarse por A. b. Al final, el fiscal, los acusados y la Corte Suprema están de acuerdo: era A (robo con ciertos agravantes) y no A2 (robo agravado del último párrafo del art· 189º), con lo que todo parece estar en lo correcto. c. Sin embargo hay un pequeño detalle: ese tour de force se hace mientras que se declara que la actuación de la Corte Superior fue correcta. Lo curioso es que la propia ejecutoria cita el precedente vinculante dado por la propia Corte Suprema; y en él se dice que la conclusión anticipada del juicio oral privilegia la aceptación de cargos: […] dos institutos procesales penales: la conclusión anticipada de la instrucción judicial (artículos uno al cuatro) – a la que hace mención el título de la ley – y la conclusión anticipada del debate o del juicio oral (artículo cinco), que aún cuando vinculadas al principio de celeridad o aceleramiento de la justicia penal se diferencian en que en este último supuesto rige básicamente el principio del consenso, dado que la decisión del imputado y su defensa es determinante para dar inicio al procedimiento de conclusión anticipada del debate o juicio oral, lo que no es de recibo cuando se trata de concluir anticipadamente la instrucción judicial, que requiere cumplir – sin que la voluntad del imputado pueda impedirlo – determinados requisitos previstos; que la conclusión anticipada de la instrucción judicial se circunscribe a determinados tipos penales y a procesos simples, siempre que se presenten puntuales supuestos procesales, tales como flagrancia delictiva, investigación preliminar con la intervención del Fiscal con suficiencia probatoria y confesión sincera, lo que se explica porque causalmente se tiende a limitar los actos de investigación judicial y, por ello, podría afectar la incorporación de fuentes de prueba y elementos de convicción para que, en su día, se funde una acusación o se sostenga una defensa razonable; que, empero, en el caso de la conclusión anticipada del debate oral se privilegia la aceptación de los cargos por parte del imputado y su defensa – ella es la titular de esta institución-, cuya seguridad – de cara al principio de presunción de inocencia – parte de una instrucción cumplidamente 16 actuada con sólidos elementos de convicción, y valorada, a los efectos de la pretensión acusadora, por el Fiscal Superior y, luego, por la defensa, de suerte que el artículo cinco – precisamente por tratarse de una institución procesal autónoma y distinta de la anterior no impone límite alguno en orden al delito objeto de acusación o a la complejidad del proceso ni remite su aplicación a las exigencias de los artículos uno y dos; que, asimismo, es de aclarar que cuando el artículo cinco hace mención a la “confesión sincera”, en rigor nos remite al numeral uno de dicha norma que por tal expresión, a estos solos efectos – aunque dogmáticamente cuestionable-, entiende únicamente aceptar en ese trámite ser autor o partícipe del delito materia de la acusación y responsable de la reparación civil, de modo que en este caso tampoco cabe concordarlo necesariamente con el artículo ciento treinta y seis del Código de Procedimientos penales o con el artículo uno, numeral tres, de la citada Ley. Cuarta: Que, en el presente caso, luego de instalarse el juicio oral y fijar los términos del debate se preguntó al imputado y su defensa si el primero se consideraba ser autor del delito materia de la acusación fiscal y responsable del pago de la reparación civil, quien al responder en sentido positivo con aceptación de su defensa y sin exigencia de actuación probatoria alguna, dio lugar a la sentencia recurrida; que es de acotar que el acto de disposición del imputado y su defensa se circunscribe al reconocimiento de la responsabilidad penal y civil atribuida, no es un allanamiento a la pena pedida y a la reparación civil solicitada, por lo que – como postula la doctrina procesalista – el Tribunal está autorizado, al reconocerse los hechos acusados, a recorrer la pena en toda su extensión, desde la más alta prevista en el tipo penal hasta la mínima inferida, llegando incluso hasta la absolución si fuere el caso […]19 d. Así las cosas, lo que no debió hacer la Sala Superior es declarar nula la aceptación de cargos en sede de conclusión anticipada: El Fiscal quería A, y los imputados aceptaron A. En tal contexto, utilizar el art· 285º-A es realmente impertinente. La Sala Superior, por disposición del precedente vinculante acabado de citar, se hallaba atado a lo acusado y aceptado. La nulidad debió aplicarse a esa actitud de la Sala Superior. e. Así que si bien los otros comentarios de este artículo se refieren a nulidades que nunca debieron declararse, aquí tenemos a una nulidad que debió declararse y que se dejó pasar con cierta aprobación de la Sala Suprema. 4. Cuarto caso Sala Suprema Nº de exp· R.N. Nº 1312-2003 – CALLAO Fecha de dieciocho de julio de dos mil tres resolución Resolución sobre el R.N. N° 1766-2004 – Callao, del 21.SEP.2004, de la Penal Permanente de la Corte Suprema. Los remarcados son míos. 19 17 Contenido relacionado con la crisis PRIMERO.- Que del análisis de la sentencia recurrida, se advierte que se ha incurrido en graves irregularidades que atentan contra el principio de congruencia en la motivación, pues además de no haberse actuado todas las pruebas pertinentes para el total esclarecimiento de los hechos materia de inculpación, no se ha compulsado adecuadamente la prueba de autos, a fin de establecer la responsabilidad o irresponsabilidad penal de todos y cada uno de los procesados, incurriéndose por lo tanto en la causal de nulidad prevista y sancionada por el artículo doscientos noventiocho, inciso uno del Código de Procedimientos Penales. SEGUNDO.- […] el juez del Cuarto Juzgado Especializado en Tráfico Ilícito de Drogas, Víctor Barrera Flores, por resolución de fojas dos mil treintitrés, solo ordenó la actuación de algunas de tales pruebas, omitiendo sin justificación alguna la actuación de otras que resultan de trascendental importancia, como […] TERCERO.- Que tampoco se ha investigado la certeza de las comunicaciones cursadas por facsímil y que en copias han sido presentadas a fojas […] CUARTO.- Que a pesar del prolongado tiempo en que se ha tramitado esta causa, no se ha determinado aún en forma plena la cantidad de droga incautada, pues según el dictamen pericial químico de fojas […] a. Fácil es ver que «graves irregularidades que atentan contra el principio de congruencia en la motivación» es más bien incongruente con «no se ha compulsado adecuadamente la prueba de autos», pues ninguno de los dos términos explica al otro, sino que más bien cada uno se apoya en el otro: hay grave irregularidad porque no se compulsó “adecuadamente” y no se compulsó adecuadamente sólo porque hay graves irregularidades (y esto último es cierto porque nunca se explica qué es no compulsar “adecuadamente”). b. Lo mismo hay que decir de la expresión «omitiendo sin justificación alguna la actuación de otras que resultan de trascendental importancia, como […]», pues — justamente para orientar a la Corte Superior cuando tenga que rehacer el juicio— no se dice en qué está la “trascendental importancia” de las pruebas omitidas. Acaso los señores vocales supremos no han tomado en cuenta que “la prueba no habla sola”, como dice la litigación oral; es decir —para nuestro caso— esa supuesta trascendencia es para demostrar algo: algo que postula la acusación o que postula la defensa; ¿cómo podría ello ser trascendente para el juez, si se supone que el juez no está interesado en demostrar nada (salvo al precio de dejar de ser juez, es decir de dejar de ser un encargado de decidir de modo neutral)? 18 5. Quinto caso Sala Suprema SALA PENAL PERMANENTE Nº de exp· R.N Nº 1990-2005 – PUNO Fecha de seis de septiembre de dos mil cuatro resolución Segundo: Que, en el acta de incautación de fojas trece se advierte que en el domicilio Flores Choque se encontró gran cantidad de hojas de coca e insumos para la elaboración de la droga, y además existen declaraciones referenciales con claro Contenido contenido incriminatorio; que estos elementos de convicción relacionado no han sido debidamente valorados por el Tribunal de con la crisis Instancia, ni han sido compulsados con las demás pruebas actuadas; que siendo así, de conformidad con el artículo trescientos uno in fine del Código de Procedimientos Penales, es de rigor proceder a realizar un nuevo juicio oral […] a. Si el titular de la carga de la prueba, si el acusador, si el impulsor de la acción penal no ha considerado una prueba como “con claro contenido incriminatorio”, ¿qué derecho tiene el juez (neutral, imparcial) de calificar a un elemento con “con claro contenido incriminatorio”? ¿Cómo puede un juez pretender decidir de manera imparcial sobre una causa, si —antes (o fuera en este caso) del debate contradictorio— ha decidido ya que un elemento tiene “claro contenido incriminatorio”? b. Refulge con fuerza desmoralizante la idea del juez como tutela de la verdad, que el gran tratadista, hoy vocal supremo, señalaba como ajena al rol constitucional del juzgador: si ellos no se han dado cuenta, es mi deber darme cuenta y así declararlo; lo que menos importa en tal caso es si las partes lo han invocado o no. c. ¿Hay que ser demasiado lúcidos para notar el puerto a donde tan peligrosa embarcación lleva? ¿Cuánto tendremos que esperar para que un juez diga que ante la negativa del fiscal a acusar, una resolución judicial remplazará la acusación cumplidamente? Los señores vocales supremos acaso digan que jamás, que se trata de dos cosas distintas. Pues no, señores magistrados: ambas invasiones en los campos de la acusación y de la lucha jurídica de adversarios en el proceso, tienen la misma índole y portan el mismo veneno que emponzoña la lucha por el estado de derecho y por la naturaleza misma de un proceso judicial dado en un contexto democrático, republicano y con autoridades que no pretendan ser los cumplidores de un rol constitucionalmente bien delimitado, sino los paternalistas padres que —es bien seguro y con especial énfasis en la tautología— no es bueno tener. 19