Por: Alcides Chinchay Castillo I. Ciertos puntos de partida 1. «[…] es

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Instituto de Ciencia Procesal Penal
LA CRISIS DEL PRINCIPIO ACUSATORIO A PROPÓSITO DE LA DECLARACIÓN DE
NULIDAD POR PARTE DE LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA
I. Ciertos puntos de partida
Por: Alcides Chinchay Castillo
1. «[…] es de discrepar tajantemente contra esta facultad toda vez que no se condice
con la naturaleza persecutoria del proceso penal y confunde el verdadero rol del
órgano jurisdiccional al vincularlo con el material probatorio bajo un supuesto
“deber de esclarecimiento” que nuestra ley fundamental no le atribuye»1.
2. «Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en
cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución;
especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles,
tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado
de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físicoquímicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen
consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar
revolución.
Las crisis pueden ocurrir a un nivel personal o social. Pueden designar un cambio
traumático en la vida o salud de una persona o una situación social inestable y
peligrosa en lo político, económico, militar, etc. También puede ser la definición de
un hecho medioambiental de gran escala, especialmente los que implican un
cambio abrupto. De una manera menos propia, se refieren con el nombre de crisis
las emergencias o las épocas de dificultades.»2
3. «crisis.
(Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις).
1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para
agravarse el paciente.
2. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico,
ya históricos o espirituales.
3. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación,
modificación o cese.
4. f. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
5. f. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
6. f. Escasez, carestía.
7. f. Situación dificultosa o complicada.»3
1 SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lima, Grijley, 2003, segunda Edición, Tomo I, p. 620: citado
por la STC sobre el expediente Nº 02005-2006-PHC/TC, del 13.MAR.2006 (caso UMBERT SANDOVAL), FJ Nº 9.
2 De www.wikipedia.org (consulta del 22.JUN.2008).
3 Diccionario de la Real Academia Española, en: www.rae.es (consulta del 22.JUN.2008).
II. Planteamiento de la crisis
1. En griego κρίσις quiere decir «juicio»; y de allí surge la idea de que hacer la crítica a
algo significa evaluar o juzgar ese algo. De esta noción primordial, vienen los
demás significados del término, entre los que (como vemos de la 5ª acepción que
le da la Real Academia) está la de un juicio, precisamente; un juicio de valor. Deseo
destacar la idea según la cual crisis comprende un cambio, con toda la connotación
—muchas veces traumática— que ello implica. Respecto de la facultad de la Sala
Penal de la Corte Suprema para declarar la existencia de nulidad sobre procesos
que ascienden a dicho órgano jurisdiccional, mencionamos el término crisis en esa
doble significación: primero como proceso de cambio por el cual pasa dicha
institución procesal, y segundo como puesta en cuestión del sentido con el cual
tradicionalmente ha sido entendida.
2. Esta crisis o puesta en cuestión que tiende hacia un cambio, toma dos matices; una
aplicable a todo tipo de jueces y otra que específicamente se refiere a un órgano
jurisdiccional que conoce de una impugnación en materia penal. Los siguientes
gráficos describen cuáles son el punto de partida y cuáles los puntos de llegada (o
por lo menos puntos hacia los cuales tiende la crisis) ese cambio de
conceptualización.
a. Crisis aplicable a todo tipo de órgano jurisdiccional
Momento
Actuación de
la Corte
Suprema
Premisa
gnoseológica
2
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
Momento
Premisa
gnoseológica
Actuación de
la Corte
Suprema
A quo4
La verdad es
una
sagrada
tarea
del
juzgador;
permitir
que
alguna vez se
resuelva
en
contra de ella es
traicionar
la
nobilísima
función judicial
La verdad debe
ser impuesta
cuando
el
magistrado
supremo
la
“descubre”;
ante tal divina
revelación,
todo
otro
principio
procesal ha de
ceder
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
 El juez deja
de ser juez y
pasa a ser
tutela de la
verdad
 Se lesionan
principios
como
la
seguridad
jurídica y la
igualdad de
partes
4 A quo en latín quiere decir «desde el cual», y bajo ese término lo utilizo: punto desde el cual parte la crisis, o
situación originaria que se pone en crisis. Esta locución se ha utilizado tradicionalmente para que una instancia de
grado aluda al órgano jurisdiccional inferior “desde el cual” (precisamente) proviene la sentencia impugnada. La
ignorancia en latín ha hecho que muchos le den al término los más variados significados: «juzgado de primera
instancia», «sentencia emitida por el juzgado de primera instancia», «juez de primera instancia», entre otros. Alguna
resolución de Sala Superior he hallado por allí que se refería a dos órganos jurisdiccionales de primera instancia
llamando a ambos a quo, aunque uno de ellos no era el órgano desde el cual provenía la resolución materia de
impugnación. En fin…
3
Momento
Premisa
gnoseológica
Actuación de
la Corte
Suprema
Ad quem5
Lo que a un
juez le interesa
en un proceso
es lo que las
partes aleguen,
porque
si
tuviera
preocupaciones
más allá de ello,
entonces dejaría
de ser juez y
pasaría a ser
abogado de una
de las partes,
pues
todo
interés
“más
allá” de lo que
las
partes
aleguen
beneficiará
a
una o a otra
necesariamente
La
Corte
Suprema no ha
de resolver más
allá de lo que
las
partes
soliciten; si ve
algo que una
parte “debería”
haber alegado a
su favor, pero
que no lo hizo,
ha de guardar
respetuoso
silencio por la
imparcialidad
que todo juez
ha de tener si
quiere seguir
siendo tal
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
Si las partes
fallaran en su
“hallazgo” de la
verdad,
o
claudicaran en
su postulación
de ella, no
habría
nadie
que defienda a
la verdad y ésta
quedaría fuera
de la sentencia
b. Crisis aplicable a un órgano jurisdiccional que conoce de una impugnación en
materia penal
Momento
Actuación de
la Corte
Suprema
Premisa
gnoseológica
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
Ad quem en latín quiere decir «hacia el cual», y bajo ese término lo utilizo: punto hacia el cual se dirige la crisis, o
situación final en que acabará la crisis. Esta locución se ha utilizado tradicionalmente para que un órgano
jurisdiccional de grado aluda a sí mismo, pues es aquél “hacia el cual” (precisamente) se eleva la sentencia impugnada.
La ignorancia en latín ha hecho que muchos le den al término los más variados significados: «sala superior»,
«resolución emitida por una sala superior», «juez de segunda instancia», entre otros.
5
4
Momento
A quo
Premisa
gnoseológica
La
injusticia
manifiesta y la
nulidad
evidente deben
poder
ser
declaradas aun
cuando
no
hayan
sido
materia
de
impugnación,
porque de otro
modo
el
órgano
jurisdiccional
de grado no
sería
un
administrador
de justicia ni un
defensor de la
verdad
5
Actuación de
la Corte
Suprema
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
Declarar
la
nulidad
de
oficio,
aun
cuando no haya
sido invocada
por las partes
(amparo legal
de esta tesis en
el art· 299º del
C· Pp· Pp·)
 La
determinació
n de la
materia del
proceso ya
no corre a
manos de las
partes, sino
del juez.
 La
declaratoria
de nulidad
es algo que
beneficia a
una de las
partes
necesariame
nte y se
supone que
el juez no
está
para
aportar
cosas que las
partes
requieren
para
su
defensa
Momento
Premisa
gnoseológica
Actuación de
la Corte
Suprema
Ad quem
Las
afirmaciones
«esto
es
injusto» y «esto
es nulo» son
(más allá de la
verdad
que
puedan
contener)
asertos
que
benefician
a
una de las
partes
y
perjudican a la
otra. Si ellas
son
introducidas
por el juez y no
por las partes,
aquél deja de
ser juez y pasa
a ser defensor
de la parte
beneficiada
Respetando su
rol de juez
imparcial (valga
especialmente
la tautología) la
Sala
Penal
Suprema
se
guarda
filosóficamente
su opinión de
que algo es
injusto o nulo,
si no ha sido
invocado por
las partes
Problema
(real o
aparente)
suscitado con
tal actuación
¿Y
quién
defiende a la
verdad? ¿Quién
saca cara por la
justicia?
¿No
era que “el día
en
que
encuentres en
conflicto
el
derecho con la
justicia, lucha
por la justicia”?
c. La nulidad del acto jurídico procesal como cuestión erga omnes o como un
asunto propter partem.
El Código de Procedimientos Penales no nos brinda una definición de la
nulidad procesal y se limita a decirnos cuáles son los casos en que una
resolución judicial es nula6 y qué resoluciones7 son las susceptibles de incurrir
6 En el artículo 298º, que tiene los siguientes: «1.- Cuando en la sustanciación de la instrucción, o en la del proceso de
juzgamiento, se hubiera incurrido en graves irregularidades u omisiones de trámites o garantías establecidas por la Ley Procesal Penal; 2.Si el Juez que instruyó o el Tribunal que juzgó no era competente; 3.- Si se ha condenado por un delito que no fue materia de la
Instrucción o del Juicio Oral, o que se haya omitido instruir o juzgar un delito que aparece de la denuncia, de la instrucción o de la
acusación».
7 En el artículo 292º, que se refiere a las siguientes: «a) las sentencias en los procesos ordinarios; b) los autos expedidos por la
Sala Penal Superior en los procesos ordinarios que, en primera instancia, revoquen la condena condicional, la reserva del fallo
condenatorio, la pena de multa o las penas de prestación de servicios a la comunidad o de limitación de días libres; c) los autos definitivos
dictados por la Sala Penal Superior que, en primera instancia, extingan la acción o pongan fin al procedimiento o a la instancia; d) los
autos emitidos por la Sala Penal Superior que, en primera instancia, se pronuncien sobre la refundición de penas o la sustitución de la
pena por retroactividad benigna, o que limiten el derecho fundamental a la libertad personal; y, e) las resoluciones expresamente previstas
6
en nulidad. Por ello no queda otro solución que ahondar en el derecho común
supletorio (el derecho civil y el derecho procesal civil) para ver de qué estamos
hablando.
(i) El Código Civil concibe la nulidad como un vicio que implica un interés
público en su ablación del ordenamiento jurídico: «Es nulo el acto jurídico
contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres» (art· V
del Título Preliminar). Por ello, si bien en principio se concede su
deducción a parte interesada (art· 220º, primer párrafo), se concede que el
juez la declare de oficio si es manifiesta (art· 220º, segundo párrafo). Y por
ello no es convalidable (art· 220º, tercer párrafo), al contrario del acto
anulable (art· 230º).
(ii) El Texto Único Ordenado del Código Procesal Civil tiene una regulación
diferente: se puede convalidar un acto procesal nulo (art· 171º, segundo
párrafo, y art· 172º), a diferencia del acto nulo en el Código Civil. Hay una
convalidación absoluta cuando el interesado no la aduce en la primera
oportunidad que hubiese tenido al respecto (art· 172º, tercer párrafo); y
llamamos a esta convalidación absoluta porque no se limita a casos de
notificación (primer párrafo) o a errores formales (segundo párrafo), sino
que es aplicable a todo tipo de nulidades. Adicionalmente, se reconoce el
principio pas de nullité sans grief8 (cuarto párrafo). En estrecha relación con
este principio, se establece que para recurrir en nulidad hay que tener
legítimo interés (art· 174º). La nulidad de oficio sólo se deja librada para
casos excepcionales (art· 176º, último párrafo), en que ella no es
subsanable9, es decir no se pueden hacer actos para recomponer con
validez.
En conclusión, hay una marcada diferencia entre la nulidad sobre actos
jurídicos de derecho sustantivo, y la nulidad sobre actos jurídicos procesales.
En el primer caso estamos hablando de un asunto de orden público, y en ello
por la ley». Éste último supuesto es bastante confuso; su expresión literal significa que toda resolución judicial cuya
emisión se halle prevista en una norma legal, sería susceptible del recurso de nulidad penal. Probablemente lo que se
quiso decir fue «las resoluciones contra las que la ley conceda expresamente el recurso de nulidad». Curiosa falla del art· 1º del
Decreto Legislativo N° 959, que introdujo un cambio cuya intención era evitar que llegaran al recurso de nulidad las
resoluciones de segunda instancia de los procesos sumarios; para ese efecto se suprimió el último párrafo del
art· 292º en su redacción dada por el art· 1º del Decreto Legislativo Nº 126 («En casos excepcionales, la Corte Suprema por
vía de recurso de queja, podrá disponer que se conceda el recurso de nulidad cuando mediare o se tratare de una infracción de la
Constitución o de grave violación de las normas sustantivas o procesales de la ley penal») Con la modificación dada por el Decreto
Legislativo Nº 959 ya no hay “casos excepcionales”. Pero en contra de esa intención de cerrar el recurso de nulidad,
se cambia el antiguo, y muy preciso y muy delimitador inciso 6 del art· 292º (en su redacción dada por el Decreto
Legislativo Nº 126): «En los casos en que la ley confiera expresamente dicho recurso», por el abiertísimo y tan ambiguo
actual inciso e: «las resoluciones expresamente previstas por la ley». Definitivamente las dos expresiones no
quieren decir lo mismo. Saque el lector sus propias conclusiones.
8 «Ninguna nulidad sin agravio». Magnífico principio que le quita a la nulidad (por lo menos a la procesal, en cuyo
seno nació) un sentido en sí misma, y la coloca en función de algún perjuicio que haya producido. De otro modo, la
nulidad es un bizantinismo.
9 Para la lógica del Código, un acto nulo es subsanable si se pueden recomponer las cosas para que dicho acto
quede incorporado al proceso sin los vicios que le trajeron nulidad; y un acto nulo de convalidado si se tiene la
oportunidad para deducir su nulidad y sin embargo ello no se hace, con lo que el interesado se conforma con el acto
tal como está.
7
priman los principios del derecho público por encima de los intereses de las
partes. En el segundo hablamos de un acto cuya nulidad perjudica a por lo
menos una de las partes y en ese caso, ha de estarse a lo que las partes
perjudicadas quieran aludir al respecto.
La Corte Suprema está autorizada para pronunciarse sobre nulidades, aun
cuando no se hayan alegado por alguna de las partes: «La Corte Suprema,
cualquiera que sea la parte que interponga el recurso o la materia que lo determine, puede
anular todo el proceso y mandar rehacer la instrucción por el mismo u otro juez instructor; o
declarar sólo la nulidad de la sentencia y señalar el Tribunal que ha de repetir el juicio»
(art· 299º del Código de Procedimientos Penales).
De más está decir que el art· 299º del C· Pp· Pp· consagra un modelo de
nulidad más parecido a la nulidad sustantiva que a la procesal y se pone en
posición de sancionar nulidad de oficio como si en ello primara un sagrado
interés cósmico y no el interés de la parte que pueda considerarse o no
afectada por dicha nulidad. En suma, el art· 299º del C· Pp· Pp· no se afilia (al
menos no necesariamente) al principio pas de nullité sans grief10. Así las cosas, es
de temer que las emisiones de resoluciones judiciales sobre la base del artículo
mencionado, ni respeten dicho principio, ni consideren a la nulidad como un
problema básicamente de interés de las partes, sino como un problema cuya
solución debe ser dada por el Poder Judicial como una suerte de deber
sagrado.
Claro, si el artículo normativo lo consagra de esa forma (como potestad
mayestática de la Corte Suprema), uno podría preguntarse qué de malo podría
haber en que una Sala Penal de esa suprema instancia utilice dicha facultad.
Lo “único” que sucede es que esa potestad se halla en su “estado puro”; y con
ello quiero decir que el artículo 299º se encuentra en su texto originario de
1939. Y cuando el Código de Procedimientos fue promulgado, el juez podía
abrir instrucción de oficio; podía hacerlo “contra los que resulten
responsables”; el Poder Judicial decidía libérrimamente si una persona iba a
pasar por la instrucción estando detenida o en libertad, sin mayor
fundamentación; y la Corte Suprema, en recurso de nulidad, podía hacer
La única alusión que hace nuestro Poder Judicial, en el fuero penal, al principio pas de nullité sans grief es en el III
Pleno Jurisdiccional de Vocales Supremos en lo Penal – 2007, del 16.NOV.2007, cuyo tema Nº 5 fue aprobado por
dicho pleno en los siguientes términos:
«TEMA 5 : Determinación alternativa de la pena: principio past [sic] de nullite sans grief
Referencia : R. N. Nº 2490-2006
Ponente
: César San Martín
APROBADO, establecer como Precedente Vinculante el Considerando Cuarto de la referida
ejecutoria suprema.
Art. 22° de la LOPJ.
UNANIMIDAD»
La sustentación, sin embargo, dada en el Acuerdo Plenario N° 4-2007/CJ-116 (que se puede hallar en
http://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/juriprudencia/07_marzo_2008/pleno_jurissdiccional.pdf), no menciona
en lo absoluto el principio procesal pas de nullité sans grief, ni como locución francesa, ni como su traducción ni como
contenido conceptual. De modo que inclusive la mención de la frase en francés en el acta resumen del Pleno podría
muy bien tomarse como un lapsus calami.
10
8
reformatio in peius de la sentencia del Tribunal Correccional, aun cuando hubiese
sido recurrida sólo por el propio condenado.
En ese contexto, no tiene nada de malo que una nulidad se declare de oficio,
aun cuando no haya sido invocada por las partes, o aun cuando no haya
causado un real perjuicio al proceso, o por lo menos no un perjuicio que
influya en el sentido final de lo que se resuelve.
Decir alegremente que podemos ahora, en el siglo XXI, aplicar el art· 299º sin
los principios de razonabilidad y de proporcionalidad que deben teñir toda la
actuación estatal, es poco menos que impertinente11. En suma, es muy
tentador utilizar literalmente y sin mayor reflexión sobre su sentido actual, el
artículo en mención, pues ello genera una serie de ventajas a las que es difícil
renunciar. Entre ellas:



La nulidad como forma de hacer sentir el poder de ser Supremo, en lugar
de herramienta al servicio del proceso.
La conservación de una manera de entender el proceso que no permite la
consolidación del Modelo Adversarial, y mantiene en sus términos una
concepción paternalista del Poder Judicial12; y es paternalismo puro
resolver una nulidad extra petita, pues el mensaje que se lanza con ello es:
«más allá de lo que ustedes, las partes, ven sobre sus intereses y derechos,
yo, que soy su padre, lo veo mejor y más claramente; por eso me permito
decidir sobre aquello que ustedes ni siquiera vieron».
Se puede recurrir a esta nulidad de oficio como medio de salir
(provisionalmente) de una carga monstruosa e inmanejable. Y este uso de
la nulidad de oficio es especialmente significativa: es la solución para un
problema que no existiría si es que (al menos en parte) tal potestad de
pronunciarse de oficio no existiera.
En vano la Comisión Especial de Reforma Integral de la Administración
de Justicia (CERIAJUS) propuso una Corte Suprema reducida; en vano se
11 Conocemos que estos principios están mencionados en el último párrafo del art· 200º de la Constitución, que se
refiere a los procesos constitucionales; y concretamente este párrafo se refiere a la facultad de iniciar tales procesos
en régimen de excepción. Pues bien, si incluso en esos momentos de peligro para la subsistencia del Estado, éste
debe conducirse de manera razonable y proporcional, entonces con mucha mayor razón en el resto de sus
actividades el Estado se halla vinculado por dichos principios. El Tribunal Constitucional ha expresado la sujeción a
la razonabilidad y a la proporcionalidad, bajo el término interdicción de la arbitrariedad, por ejemplo en las sentencias
sobre los expedientes números: 6167-2005-PHC/TC (caso Fernando CANTUARIAS SALAVERRY); 2050-2002-AA/TC
(caso Carlos Israel RAMOS COLQUE) y 005-2001-AI/TC (caso Dec. Leg N.° 895 y otras disposiciones).
12 Nunca estará de más revisar la Acusación a la sociedad paternalista de Alexander MITSCHERLICH (Barcelona, Editorial
Sagitario, 1996), que hasta hace algunos años se podía hallar todavía en la biblioteca del Goethe Institut de Lima. La
tendencia de conservar esquemas de autoridad que se revisten —más o menos abiertamente— bajo el manto de la
autoridad paternal es muy fuerte, pues si una autoridad se quiere hacer pasar por nuestro padre, tendrá más
oportunidades de mantener la sujeción, ya que invoca una relación de dependencia y sumisión que está muy grabada
en la mente humana. Las ideas de «dime lo que tengo que hacer» y «el sólo imaginar que pueda llegar a cuestionarte
es un crimen horrendo» son los cimientos perfectos para que una persona, grupo de personas o institución mantenga
un verticalismo inconmovible que —para qué nos vamos a engañar— hace sentir muy bien a quien lo ejerce.
9
consideró en sus sesiones la implantación del certiorari13, como método de
mejorar la calidad de la Administración de Justicia a nivel de la Corte
Suprema, en dos sentidos:
o
o
Al ser menos los casos, la Corte Suprema iba a poder resolver con
mayor profundidad que decir que unas piezas del expediente están en
desorden14.
La Corte Suprema sólo iba a admitir casos en los que iba a marcar la
pauta jurisprudencial con la que se guiaría en adelante el Poder
Judicial.
Au contraire, la Corte Suprema, al seguir utilizando el art· 299º del
C· Pp· Pp· “tal cual”; es decir en su literalidad de 1939, sin ponerla en
relación con la evolución del principio acusatorio (para no resolver más
allá de lo que postulara el Ministerio Público) y sin la introducción de
elementos del principio adversarial (para, en general, no resolver más allá
de lo que las partes el trajeran a su conocimiento, sobres casos que, sin
certiorari, ya son demasiados, y aun con las restricciones que se le hicieron
al art· 292º del Código de Procedimientos por parte del D· Leg· Nº 959);
lo único que logra es verse forzada a tener miles de casos para resolver y
ello con resentimiento de la calidad en algunas ocasiones.
Es decir, no tiene tiempo para resolver con calidad porque tiene
demasiados casos y tiene demasiados casos porque ha decidido no tener
tiempo para resolver con calidad (al no filtrar sus casos y al ponerse a
resolver lo que nadie le ha pedido).
Corte Suprema
llena de casos
13 Certiorari puede ser traducido como «para ser buscado», o «lo que debe ser buscado». Se refiere al escrito que se
presentaba ante un tribunal superior, para que éste ordene a uno inferior (que tenía bajo su conocimiento una causa
de la que el recurrente era parte) que le eleve los autos para resolver sobre él (se entiende, como instancia de grado).
Así el solicitante pedía que el tribunal superior busque el expediente, por medio de la orden de que se lo traigan.
Ahora ha pasado a ser sinónimo de la facultad de un tribunal (usualmente de la Corte Suprema o del Tribunal
Constitucional), para que éste conozca discrecionalmente sólo de los casos que considere importantes. Hay una cierta
forma de certiorari en el art· 427º.4 del Código Procesal Penal de 2004: «Excepcionalmente, será procedente el recurso de
casación en casos distintos de los arriba mencionados, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema, discrecionalmente, lo considere necesario
para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial», lo cual estaría perfecto de no ser por aquello de «en casos distintos de los arriba
mencionados», lo cual nos indica que en esos otros 3 casos —y supuesto que se den los requisitos específicos del
art· 429º y los genéricos del art· 405º, claro está— la Corte Suprema tiene que conocer la casación. En suma, el
certiorari del Código Procesal Penal de 2004 no es un medio para que la Corte Suprema conozca de temas
transcendentes que merecen precedente jurisprudencial, sino que es un medio para que —además de toneladas de
casos que tendrá que resolver— la Corte Suprema vea si tal vez, a lo mejor, se da un tiempo para conocer cosas
importantes. Esto podría dejar la sensación de espantosa indefensión para quien considere que en su contra se ha
perpetrado una espantosa resolución digna de ser casada. No es así, si tenemos una Corte Suprema sabia (como
de seguro ha de ser). Pues la primera vez que se dé esa clase de espanto, la Corte, en su sapiencia, aceptará conocer la
casación para poner las cosas en orden. Y ese espanto ocurre más de una primera vez, lo que pasará es que la Corte
Suprema ya tendrá sentado un precedente al respecto que se deberá seguir por los demás órganos jurisdiccionales.
14 Una cosa es descubrir —de paso y en medio de un pronunciamiento sobre cosas más importantes— que las piezas
están en desorden, y otra es hacer una ejecutoria para decir eso y cosas de semejante ralea.
10
Aliento para el
crecimiento
desmesurado de
la carga
 No admisión
del certiorari
 No
interpretación
acusatoria y
adversarial del
art· 299º
 Autoridad
paternalista15
 Complejo de
dueño de la
verdad16
 Complejo de
vocero
de
17
Dios
Creencia de que
ser Supremo no
es ser sólo el gran
orientador de las
resoluciones del
Poder Judicial
(predictibilidad,
precisión,
opciones;
seguridad
jurídica), sino que
consiste en
resolverlo (casi)
todo
Concepto
cuantitativo no
cualitativo de ser
Supremo:
Producción de
muy poca
jurisprudencia
vinculante y miles
de sentencias
intrascendentes
Veremos algunos ejemplos de cómo ello se plasma en las resoluciones de
nuestra Corte Suprema.
III. Problemas hallados en algunas sentencias de la Corte Suprema, a propósito de
la crisis mencionada.
1. Primer caso
Sala Suprema
Sala Penal Permanente
Nº de exp·
R.N. N° 1754-2002 – LAMBAYEQUE
Fecha
de
trece de enero del dos mil tres
resolución
«Pobrecitas las partes, qué va a ser de ellas sin nosotros».
«Es increíble cómo los órganos jurisdiccionales inferiores y las partes se equivocan; ¿por qué no serán infalibles
como nosotros?». Recordemos las palabras de César San Martín antes citadas: «un supuesto “deber de
esclarecimiento” que nuestra ley fundamental no le atribuye».
17 «La verdad nunca llegará al mundo si nosotros no nos pronunciamos sobre ella, sea que nos lo pidan o no».
15
16
11
Contenido
relacionado
con la crisis
[…] no se ha efectuado una debida apreciación de los hechos ni
de las pruebas con el fin de establecer fehacientemente la
responsabilidad o inocencia del encausado Manuel Zurita
Ojeda en la comisión del delito que se le atribuye, por lo que su
situación jurídica será definida en un nuevo juzgamiento,
debiendo el colegiado realizar un estudio integral de los hechos
y valoración de la prueba real e indiciaria siendo necesario se
disponga la concurrencia obligatoria de de los agraviados Luís
Ayay Leiva, Angel Aranda Yahuara y Juan Carlos Rodríguez
Quinde, tal como será ordenara en la ejecutoria suprema
obrante a fojas cuatrocientos cinco y de los testigos Juana
Zaquinaula Robledo, José Manuel Ortiz Romero Cose Cruz
Barco y Gumercinco Cruz Barco, los que en su oportunidad se
confrontaran con el citado encausado […]
a. Ha de empezar mencionándose que la Ejecutoria no expresa cuál de las partes
ha aducido esa supuesta causa de nulidad (no haber “valorado debidamente”);
de modo que cabe inferir que se ha utilizado el art· 299º. Bajo la lógica de la
propia Corte Suprema, sería “causa de nulidad” (figuradamente, por cierto) que
una parte haya expresado dicha causa, y sin embargo la Corte Suprema termine
resolviendo sin decir nada sobre dicha alegación, ni para darle la razón ni para
denegársela.
b. ¿Qué es no valorar debidamente? La Corte Suprema va contra su misión de
orientadora de la labor de los órganos jurisdiccionales, al decir simplemente (en
el peor sentido del adverbio «simplemente») que no se ha valorado, pero sin
tomarse la molestia de precisar en qué estaría aquello indebido: ¿qué hizo la
sala superior en su juicio oral que no debió hacer, o qué dejo de hacer que sí
debido hacer? La Corte Suprema le dice a la Corte Superior: lo hiciste mal, pero
al no decirle en qué estuvo lo malo, la Corte Superior puede muy bien volver a
hacer lo mismo, y en tal caso la Corte Suprema perdería autoridad moral para
volver a hallar nulidad en la nueva sentencia, puesto que no puede sancionar
una conducta que mandó corregir, sin haber orientado sobre cómo debió
corregirse.
c. Bien es cierto que la (supuesta) necesidad de ciertas declaraciones debe de
haber surgido en mérito de los actuados de la instrucción o del juicio oral. Sin
embargo en la instancia Suprema, la redacción de la ejecutoria hace aparecer
como una iniciativa de la propia Sala el actuar cierta prueba, máxime con la
expresión «tal como será ordenara en la ejecutoria suprema obrante a fojas […]». La
actuación de prueba de oficio es uno de los atentados más graves contra los
principios acusatorio (según el cual el Fiscal es quien tiene la carga de la prueba
de su pretensión) y adversarial (según el cual sólo las partes presentan pruebas
para sustentar su pretensión, dado que sólo ellas tienen pretensión; el juez no
tiene ninguna, así que no tiene prueba alguna que actuar). Aquí probablemente
no se trate de una prueba propiamente de oficio; como se ha sostenido, es
probable que se trate de pruebas pedidas por alguna de las partes. El hecho es
12
que no se expresa en la ausencia de dichas pruebas sea causa de nulidad; por
ello se entiende que no la petición de que actúen, sino su vinculación con una
supuesta causa de nulidad, no ha sido iniciativa de ninguna parte impugnante,
sino de la propia sala suprema, por sí y ante sí. Una vez más remarcamos:
¿”puede” hacer ello la Sala Suprema? En virtud del pie de la letra del art· 299º
es indudable que sí. ¿“Debe” hacerlo? Si nos atenemos a que el derecho penal y
el derecho procesal penal se están constitucionalizando cada vez con mayor
claridad y que estamos en las puertas de la implantación del Código Procesal
Penal, era de esperar que la Corte Suprema supiera ponerse más en la línea de
esta evolución y darle una interpretación “en clave garantista”18 del artículo de
marras.
¿Era demasiado pedir?
2. Segundo caso
Sala Suprema
SALA PENAL TRANSITORIA
Nº de exp·
R.N. N° 3009-02 – CUZCO
Fecha
de
quince de abril del dos mil tres
resolución
Que conforme se aprecia de lo actuado en el juicio oral se ha
incurrido en una serie de irregularidades de índole procesal, al
haberse tramitado el proceso por un lado, sin haber consignado
las preguntas del director de la sala, del fiscal y de la parte civil;
aunado a esto que no se le tomo juramento al intérprete, así
como tampoco se ha señalado cual es la lengua materna del
procesado, solo se indica que no habla castellano, no
consignándose las preguntas del intérprete, ni se ha recibido sus
generales de ley, habiéndose transgredido lo previsto en el
Contenido
numeral ciento treinticuatro del Código de Procedimientos
relacionado
Penales; igualmente se advierte que el orden de las piezas
con la crisis
procesales se encuentra invertido, toda vez que el acta final que
pone fin al proceso se encuentra a fojas doscientos
cuarenticuatro mientras que a fojas doscientos cuarenticinco
obran las cuestiones de hecho y a fojas doscientos cuarentisiete
la sentencia; siendo esto asi se ha transgredido el principio del
debido proceso; además que no se han glosado las piezas del
proceso por el director de debates, incurriendo en causal de
nulidad prevista en el artículo doscientos noventiocho del
código adjetivo
a. La gran ausente de esta resolución es la trascendencia de la nulidad declarada.
No, no es que el imputado fuera interrogado en un idioma que no entendía, no
es que no haya sido asistido por un traductor. Es que no se han puesto ciertos
18
Expresión muy del gusto de un insigne procesalista, hoy vocal supremo.
13
datos en las actas. No es que no estén las piezas del proceso, es que no están en
orden.
b. No hay la menor consideración por las «graves irregularidades u omisiones de
trámites» (art· 298º.1 del Código de Procedimientos), lo cual nos lleva a la
sencilla conclusión que una cosa es hallar irregularidades, y otra cosa es que
esas irregularidades lleven o no a una nulidad. Si toda irregularidad acarreara
nulidad, entonces la inclusión del adjetivo «graves» estaría de más en el inciso
citado. Así pues, no bastaba con hacer esos interesantes y sin duda lúcidos
descubrimientos, sino que se debía señalar cómo es que ellos generaban
nulidad; en qué extremos estaba lo grave de esas fallas.
c. Y una vez más, el hacerlo sin invocar expresión de agravios de las partes es una
actitud paternalista: «yo sé cuál es tu bien, mejor que tú mismo».
d. La mención de «lo actuado en el juicio oral» es contradictoria con «habiéndose
transgredido lo previsto en el numeral ciento treinticuatro del Código de Procedimientos
Penales», puesto que ese artículo (que a propósito, se debe denominar «ciento
treinta y cuatro» y no «ciento treinticuatro») corresponde a la fase de instrucción, y
en consecuencia no puede ser aplicable al juicio oral.
3. Tercer caso
Sala Suprema
Sala Suprema Penal Permanente
Nº de exp·
R.N Nº 884-2005 – AREQUIPA
Fecha
de
26 de mayo de 2005
resolución
14
Contenido
relacionado
con la crisis
VISTOS; el recurso de nulidad interpuesto por los acusados
Senobio Huacho Alejandro y Mercedes Vargas Cama contra la
sentencia condenatoria de fojas cuatrocientos treinta y siete, su
fecha veintiuno de diciembre de dos mil cuatro; con lo
expuesto por el señor Fiscal Supremo en lo Penal; y
CONSIDERANDO: Primero: Que el acusado Senobio
Huacho en su recurso formalizado de fojas cuatrocientos
cincuenta y siete cuestiona la aplicación del último párrafo del
artículo ciento ochenta y nueve del Código Penal al no haberse
demostrado que pertenecía a una organización delictiva ni los
demás supuestos fijados en dicha norma; agrega que es confeso
y que la anulación del auto que disponía la conclusión
anticipada del juicio oral es ilegal; que, por su parte, la abogada
del acusado Vargas Cama cuestiona la pena de cadena perpetua
por ser inconstitucional, que su defendido es confeso y, como
tal, debe merecer una pena por debajo del mínimo legal.
Segundo: Que si bien el señor Fiscal Superior no formuló
acusación por el último párrafo del artículo ciento ochenta y
nueve del Código Penal, la Sala sentenciadora cumplió con
plantear la tesis sugiriendo la aplicación de esa circunstancia
agravante específica, según se aprecia del acta de fojas
cuatrocientos veintisiete, por lo que en principio el fallo
emitido en ese extremo no vulnera el principio de
contradicción al cumplirse con la exigencia estipulada en el
artículo doscientos ochenta y cinco - A del Código de
Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo
número novecientos cincuenta y nueve; que, por otro lado, aún
cuando la Sala por auto de fojas cuatrocientos doce, del nueve
de diciembre de dos mil cuatro, anuló indebidamente el auto
que disponía la conclusión anticipada de la audiencia –en tanto
que, como este Supremo Tribunal ya lo estableció mediante
sentencia vinculante, el artículo cinco de la Ley número
veintiocho mil ciento veintidós no está sujeto a los límites de
los artículos anteriores de dicho dispositivo legal–, ello no
genera la nulidad del juicio y de la sentencia en tanto que el
efecto de la referida resolución fue llevar a cabo el juicio con
arreglo a sus pasos regulares, sin que se haya producido
indefensión material. Tercero: Que la Sala Superior consideró la
presencia de la circunstancia agravante de organización delictiva
porque en los dos delitos objeto de proceso participaron cuatro
personas se pusieron de acuerdo para delinquir; que, sin
embargo, aun cuando está probada la existencia de los dos
delitos y el concierto delictivo de los participantes en los robos,
no está acreditada la presencia de una organización delictiva, en
tanto que dicha circunstancia agravante requiere que dos o más
personas de manera organizada y cierta vocación de
permanencia se agrupen [sobre la base de] una estructura
jerárquica y una división funcionales de roles con la finalidad de
perpetrar delitos; que no se ha probado la comisión de
numerosos delitos,
15 ni que antes de los hechos submateria los
acusados ya estaban organizados y los perpetraban sobre la
base de una división funcional de roles. Cuarto: Que, por
a. La secuencia expuesta es la siguiente:
(i) El fiscal acusa por A
(ii) Los acusados aceptan A en vía de conclusión anticipada
(iii) La Sala Superior dice que no es A, sino A2
(iv) Anula la conclusión anticipada
(v) Se hace un juicio por A2
(vi) Se condena por A2
(vii) Los acusados recurren contra la sentencia
(viii) La Corte Suprema dice que es correcto (o por lo menos que no porta
nulidad) haber:
(A) Anulado la aceptación de la conclusión anticipada
(B) Hecho juicio por A2
(ix) Lo que sucede es que estuvo mal condenar por A2, ya que no hay pruebas
al respecto, y debe condenarse por A.
b. Al final, el fiscal, los acusados y la Corte Suprema están de acuerdo: era A
(robo con ciertos agravantes) y no A2 (robo agravado del último párrafo del
art· 189º), con lo que todo parece estar en lo correcto.
c. Sin embargo hay un pequeño detalle: ese tour de force se hace mientras que se
declara que la actuación de la Corte Superior fue correcta. Lo curioso es que la
propia ejecutoria cita el precedente vinculante dado por la propia Corte
Suprema; y en él se dice que la conclusión anticipada del juicio oral privilegia la
aceptación de cargos:
[…] dos institutos procesales penales: la conclusión anticipada de la instrucción
judicial (artículos uno al cuatro) – a la que hace mención el título de la ley – y la
conclusión anticipada del debate o del juicio oral (artículo cinco),
que aún cuando vinculadas al principio de celeridad o aceleramiento de la justicia
penal se diferencian en que en este último supuesto rige básicamente el
principio del consenso, dado que la decisión del imputado y su
defensa es determinante para dar inicio al procedimiento de conclusión
anticipada del debate o juicio oral, lo que no es de recibo cuando se trata de concluir
anticipadamente la instrucción judicial, que requiere cumplir – sin que la voluntad del
imputado pueda impedirlo – determinados requisitos previstos; que la conclusión
anticipada de la instrucción judicial se circunscribe a determinados tipos penales y a
procesos simples, siempre que se presenten puntuales supuestos procesales, tales como
flagrancia delictiva, investigación preliminar con la intervención del Fiscal con
suficiencia probatoria y confesión sincera, lo que se explica porque causalmente se
tiende a limitar los actos de investigación judicial y, por ello, podría afectar la
incorporación de fuentes de prueba y elementos de convicción para que, en su día, se
funde una acusación o se sostenga una defensa razonable; que, empero, en el caso de la
conclusión anticipada del debate oral se privilegia la aceptación de los cargos por parte
del imputado y su defensa – ella es la titular de esta institución-, cuya seguridad – de
cara al principio de presunción de inocencia – parte de una instrucción cumplidamente
16
actuada con sólidos elementos de convicción, y valorada, a los efectos de la pretensión
acusadora, por el Fiscal Superior y, luego, por la defensa, de suerte que el artículo
cinco – precisamente por tratarse de una institución procesal autónoma y distinta de la
anterior no impone límite alguno en orden al delito objeto de acusación o a la
complejidad del proceso ni remite su aplicación a las exigencias de los artículos uno y
dos; que, asimismo, es de aclarar que cuando el artículo cinco hace mención a la
“confesión sincera”, en rigor nos remite al numeral uno de dicha norma que por tal
expresión, a estos solos efectos – aunque dogmáticamente cuestionable-, entiende
únicamente aceptar en ese trámite ser autor o partícipe del delito
materia de la acusación y responsable de la reparación civil, de modo
que en este caso tampoco cabe concordarlo necesariamente con el artículo ciento treinta
y seis del Código de Procedimientos penales o con el artículo uno, numeral tres, de la
citada Ley. Cuarta: Que, en el presente caso, luego de instalarse el juicio oral y fijar
los términos del debate se preguntó al imputado y su defensa si el primero se
consideraba ser autor del delito materia de la acusación fiscal y responsable del pago de
la reparación civil, quien al responder en sentido positivo con aceptación de su defensa
y sin exigencia de actuación probatoria alguna, dio lugar a la sentencia recurrida; que
es de acotar que el acto de disposición del imputado y su defensa se circunscribe al
reconocimiento de la responsabilidad penal y civil atribuida, no es un allanamiento a
la pena pedida y a la reparación civil solicitada, por lo que – como postula la doctrina
procesalista – el Tribunal está autorizado, al reconocerse los hechos acusados, a
recorrer la pena en toda su extensión, desde la más alta prevista en el tipo penal hasta
la mínima inferida, llegando incluso hasta la absolución si fuere el caso […]19
d. Así las cosas, lo que no debió hacer la Sala Superior es declarar nula la
aceptación de cargos en sede de conclusión anticipada: El Fiscal quería A, y los
imputados aceptaron A. En tal contexto, utilizar el art· 285º-A es realmente
impertinente. La Sala Superior, por disposición del precedente vinculante
acabado de citar, se hallaba atado a lo acusado y aceptado. La nulidad debió
aplicarse a esa actitud de la Sala Superior.
e. Así que si bien los otros comentarios de este artículo se refieren a nulidades
que nunca debieron declararse, aquí tenemos a una nulidad que debió
declararse y que se dejó pasar con cierta aprobación de la Sala Suprema.
4. Cuarto caso
Sala Suprema
Nº de exp·
R.N. Nº 1312-2003 – CALLAO
Fecha
de
dieciocho de julio de dos mil tres
resolución
Resolución sobre el R.N. N° 1766-2004 – Callao, del 21.SEP.2004, de la Penal Permanente de la Corte Suprema.
Los remarcados son míos.
19
17
Contenido
relacionado
con la crisis
PRIMERO.- Que del análisis de la sentencia recurrida, se
advierte que se ha incurrido en graves irregularidades que
atentan contra el principio de congruencia en la motivación,
pues además de no haberse actuado todas las pruebas
pertinentes para el total esclarecimiento de los hechos materia
de inculpación, no se ha compulsado adecuadamente la prueba
de autos, a fin de establecer la responsabilidad o
irresponsabilidad penal de todos y cada uno de los procesados,
incurriéndose por lo tanto en la causal de nulidad prevista y
sancionada por el artículo doscientos noventiocho, inciso uno
del Código de Procedimientos Penales.
SEGUNDO.- […] el juez del Cuarto Juzgado Especializado en
Tráfico Ilícito de Drogas, Víctor Barrera Flores, por resolución
de fojas dos mil treintitrés, solo ordenó la actuación de algunas
de tales pruebas, omitiendo sin justificación alguna la actuación
de otras que resultan de trascendental importancia, como […]
TERCERO.- Que tampoco se ha investigado la certeza de las
comunicaciones cursadas por facsímil y que en copias han sido
presentadas a fojas […]
CUARTO.- Que a pesar del prolongado tiempo en que se ha
tramitado esta causa, no se ha determinado aún en forma plena
la cantidad de droga incautada, pues según el dictamen pericial
químico de fojas […]
a. Fácil es ver que «graves irregularidades que atentan contra el principio de congruencia en la
motivación» es más bien incongruente con «no se ha compulsado adecuadamente la
prueba de autos», pues ninguno de los dos términos explica al otro, sino que más
bien cada uno se apoya en el otro: hay grave irregularidad porque no se
compulsó “adecuadamente” y no se compulsó adecuadamente sólo porque hay
graves irregularidades (y esto último es cierto porque nunca se explica qué es
no compulsar “adecuadamente”).
b. Lo mismo hay que decir de la expresión «omitiendo sin justificación alguna la
actuación de otras que resultan de trascendental importancia, como […]», pues —
justamente para orientar a la Corte Superior cuando tenga que rehacer el
juicio— no se dice en qué está la “trascendental importancia” de las pruebas
omitidas.
Acaso los señores vocales supremos no han tomado en cuenta que “la prueba
no habla sola”, como dice la litigación oral; es decir —para nuestro caso— esa
supuesta trascendencia es para demostrar algo: algo que postula la acusación o
que postula la defensa; ¿cómo podría ello ser trascendente para el juez, si se
supone que el juez no está interesado en demostrar nada (salvo al precio de
dejar de ser juez, es decir de dejar de ser un encargado de decidir de modo
neutral)?
18
5. Quinto caso
Sala Suprema
SALA PENAL PERMANENTE
Nº de exp·
R.N Nº 1990-2005 – PUNO
Fecha
de
seis de septiembre de dos mil cuatro
resolución
Segundo: Que, en el acta de incautación de fojas trece se
advierte que en el domicilio Flores Choque se encontró gran
cantidad de hojas de coca e insumos para la elaboración de la
droga, y además existen declaraciones referenciales con claro
Contenido
contenido incriminatorio; que estos elementos de convicción
relacionado
no han sido debidamente valorados por el Tribunal de
con la crisis
Instancia, ni han sido compulsados con las demás pruebas
actuadas; que siendo así, de conformidad con el artículo
trescientos uno in fine del Código de Procedimientos Penales,
es de rigor proceder a realizar un nuevo juicio oral […]
a. Si el titular de la carga de la prueba, si el acusador, si el impulsor de la acción
penal no ha considerado una prueba como “con claro contenido
incriminatorio”, ¿qué derecho tiene el juez (neutral, imparcial) de calificar a un
elemento con “con claro contenido incriminatorio”? ¿Cómo puede un juez
pretender decidir de manera imparcial sobre una causa, si —antes (o fuera en
este caso) del debate contradictorio— ha decidido ya que un elemento tiene
“claro contenido incriminatorio”?
b. Refulge con fuerza desmoralizante la idea del juez como tutela de la verdad,
que el gran tratadista, hoy vocal supremo, señalaba como ajena al rol
constitucional del juzgador: si ellos no se han dado cuenta, es mi deber darme cuenta y
así declararlo; lo que menos importa en tal caso es si las partes lo han invocado o no.
c. ¿Hay que ser demasiado lúcidos para notar el puerto a donde tan peligrosa
embarcación lleva? ¿Cuánto tendremos que esperar para que un juez diga que
ante la negativa del fiscal a acusar, una resolución judicial remplazará la
acusación cumplidamente? Los señores vocales supremos acaso digan que
jamás, que se trata de dos cosas distintas.
Pues no, señores magistrados: ambas invasiones en los campos de la acusación y de la
lucha jurídica de adversarios en el proceso, tienen la misma índole y portan el mismo
veneno que emponzoña la lucha por el estado de derecho y por la naturaleza misma de un
proceso judicial dado en un contexto democrático, republicano y con autoridades que no
pretendan ser los cumplidores de un rol constitucionalmente bien delimitado, sino los
paternalistas padres que —es bien seguro y con especial énfasis en la tautología— no es
bueno tener.
19
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