Las Compañías Mineras Canadienses en el Banquillo de los

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Las Compañías Mineras Canadienses en el Banquillo de los Acusados
Las inversiones mineras canadienses en África aumentaron en gran medida en la década pasada.1
El continente africano recibe aproximadamente el 20% del capital de inversión minera
canadiense, el que fue avaluado en el año 2009 en una cifra superior a los $20 billones de
dólares.23 Al igual que en otras regiones mineras, en África existen numerosas acusaciones de
abusos en materia de derechos humanos y destrucción del medioambiente asociado a estas
inversiones. Hace poco cinco personas murieron por disparos en disturbios ocurridos en la mina
North Mara de Barrick Gold en Tanzania, y junto con esto se han dado a conocer acusaciones de
abusos sexuales en el mismo lugar. La empresa Barrick reconoció que existen “sospechas
fundadas” de que sus guardias de seguridad habrían cometido abusos en contra de mujeres
locales.4
Las empresas mineras canadienses parecen gozar de impunidad en virtualmente todos los lugares
donde operan en el exterior. Esto debido a que muchos gobiernos son incapaces, o no tienen
voluntad política, para regular efectivamente corporaciones transnacionales, y los sistemas de
administración de justicia están trabados por innumerables circunstancias. Por lo mismo no
sorprende que las víctimas de abusos por parte de estas empresas canadienses hayan puesto su
mirada en Canadá. Ésta es la jurisdicción que otorgó la personalidad jurídica a muchas
compañías mineras al momento de su creación. Canadá es también la mayor fuente de capital a
nivel mundial para el sector minero.5 El gobierno canadiense promueve proactivamente la
industria minera financiando y asegurando las operaciones en el exterior, a través de
instituciones domésticas o por medio de la banca de desarrollo multilateral. Canadá proporciona
además apoyo político a las compañías mineras y promociona activamente el concepto de
‘responsabilidad social empresarial.’ El gobierno canadiense es también un importante accionista
en este sector por la vía de un fondo público de pensiones cuyos activos están avaluados en $148
billones de dólares.6
A la fecha, Canadá ha abdicado de su responsabilidad de gobernanza con respecto a las
actividades del sector minero en el extranjero, ya sea regulando las compañías o regulando las
agencias gubernamentales que las apoyan, o asumiendo iniciativas legislativas que aseguren que
quienes han resultado perjudicados por las actividades de éstas, aún siendo no-nacionales,
puedan demandar indemnizaciones en Canadá.
En 1997, un grupo de indígenas de Guyana inició una demanda en la Corte Superior de Justicia
de Quebec. Los ciudadanos guyaneses fueron víctimas de un desastre medioambiental como
consecuencia de la operación de la mina de oro Omai. La demanda basada en conductas
negligentes fue presentada en Quebec, por encontrarse allí el domicilio legal del propietario
mayoritario de la mina, Cambior. Esta fue la primera demanda presentada por no-nacionales en
una corte de justicia canadiense en relación a las actividades mineras de compañías canadienses
1
Alrededor de un 700% entre los años 2001 al 2009.
Todos los valores en dólares canadienses excepto que se indique lo contrario.
3
Recursos Naturales Canada. Datos no publicados.
4
http://www.thestar.com/business/article/999866--barrick-probes-assault-allegations
5
http://www.tmx.com/en/pdf/Mining_Sector_Sheet.pdf
6
http://www.cppib.ca/Investments/Total_Portfolio_View/default.html 2
1 en el extranjero. La Corte desestimó el caso, renunciando a ejercer jurisdicción. La decisión del
juez señaló al estado de Guyana como el lugar apropiado para presentar la acción, a pesar de
existir testimonios en la causa acerca de la imposibilidad del sistema de justicia de ese país para
proveer a las víctimas con un juicio justo,7 y condenó a los demandantes al pago de las costas a
la compañía. Subsecuente demandas presentadas en Guyana fueron desestimadas, dejando a las
víctimas sin reparación alguna.
El caso ‘Cambior’ implicó arrojar un vaso de agua fría en materia de litigación en Canadá con
respecto a las actividades de compañías mineras canadienses en el extranjero. Potenciales
demandantes fueron desalentados por este precedente judicial y la condena al pago de las costas
judiciales.
Alentadas por la obtención de precios récor en minerales, las compañías mineras canadienses
han experimentado un desenfrenado crecimiento a nivel mundial, pero más y más acusaciones de
violaciones a los derechos humanos y daños medioambientales se levantan a su paso. Pasados
más de diez años desde el caso Cambior, existe una mayor conciencia en Canadá respecto del
impacto de la actividad minera a nivel global, incluida la comunidad jurídica, lo que ha llevado a
algunos extranjeros a intentar nuevamente el camino judicial en busca de reparaciones.
Desde el año 2009, se han presentado ante Cortes de Justicia de Canadá cuatro demandas
interpuestas en contra de mineras canadienses. La primera fue presentada en la provincia de
Ontario por tres ecuatorianos quienes fueron amenazados y agredidos físicamente por fuerzas de
seguridad al parecer contratadas por la empresa minera Copper Mesa.8 Los demandantes
interpusieron una acción por negligencia en contra de la Bolsa de Valores de Toronto (TSX) y
dos directores de la compañía minera. La Corte Superior de Justicia de Ontario desestimó los
argumentos con respecto al ‘deber legal de cuidado’ por parte de los demandados, desechando la
idea de que la Bolsa de Valores de Toronto o los directores corporativos tenían un vínculo con
los demandantes de una entidad tal como para generar una obligación legal. La decisión fue
confirmada en la apelación.
Dos casos adicionales9 en que los demandantes son guatemaltecos fueron presentados en Ontario
en contra de la compañía Hudbay Minerals Inc. El primer caso se basa en denuncias de que
guardias de seguridad contratados por la empresa minera asesinaron a un líder indígena quien se
oponía a la operación de la mina. La segunda demanda fue presentada por once mujeres
indígenas quienes alegan haber sido masivamente violadas por guardias de seguridad de la
compañía, oficiales de policía y de la armada al desalojar a sus familias para permitir las
operaciones de la minera. La Corte Superior de Ontario debe aún decidir si tiene jurisdicción
para conocer estos casos y pronunciarse respecto de las peticiones formuladas por los ciudadanos
guatemaltecos.
7
Scott, Craig & Robert Wai, “Transnational Governance of Corporate Conduct through the Migration of Human
Rights Norms: The Potential Contribution of Transnational ‘Private’ Litigation,” en C. Joerges, P. Sand and G.
Teubner, eds., Transnational Governance and Constitutionalism (Oxford: Hart Publishing, 2004) 287-319.
8
http://www.ramirezversuscoppermesa.com/
9
http://www.chocversushudbay.com/ 2 Finalmente, el año pasado, nacionales congoleses presentaron una petición de certificación de
una ‘acción pública’ ante la Corte Superior de Quebec, la misma Corte que rechazó la petición
presentada por los guyaneses. La petición se basa en violaciones flagrantes a los derechos
humanos ocurridas en 2004 en el poblado congolesa de Kilwa. Al menos setenta y tres civiles
fueron ejecutados sumariamente cuando las Fuerzas Armadas congolesas atacaron a los
residentes locales. Otros sufrieron tortura y detenciones ilegales. Una investigación de las
Naciones Unidas reveló que la compañía canadiense, Anvil Mining, proveyó a la armada con
aviones, vehículos, personal y comida durante el ataque.
En 2006, un fiscal militar congoleño presentó cargos de crímenes de guerra en contra de
soldados congoleses implicados en los hechos. Tres ex empleados de la minera Anvil Mining
fueron también sindicados como cómplices en la comisión de los crímenes. Sin embargo, la
Corte Militar exculpó a todos los demandados, incluido el ex-gerente general de la subsidiaria
congolesa de la compañía Anvil, Pierre Mercier, un ciudadano canadiense. Los procedimientos
judiciales fueron ampliamente criticados. Louise Arbour, ex-jueza de la Corte Suprema de
Canadá y la entonces Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas
expresó su preocupación, tanto con el procedimiento judicial como con los resultados del
mismo.10
La demanda de 2010 fue presentada por sobrevivientes de los hechos ocurridos en Kilwa y
familiares de las víctimas ante la Corte en Quebec. Los argumentos de los demandantes eran que
la ayuda logística proporcionada por Anvil a la armada congolesa había facilitado la comisión de
violaciones a los derechos humanos y por ello la compañía estaba implicada en los hechos. En
concreto, los demandantes alegaban que se usaron vehículos de la compañía Anvil para
transportar civiles a las afueras de la ciudad, donde luego fueron ejecutados, y que aviones
arrendados por la compañía fueron usados para llevar militares a Kilwa, lugar en que fueron
cometidos los crímenes.
En marzo, la empresa Anvil intentó que el caso fuese desestimado, argumentando falta de
jurisdicción. Se señaló que la conexión entre Quebec y los incidentes investigados era demasiado
leve como para alegar que Quebec tenía jurisdicción para resolver sobre los mismos. La
compañía enfatizó, por ejemplo, que su casa matriz estaba localizada en Australia y que no
existían decisiones respecto de las operaciones efectuadas en la mina Dikilushi que hubiesen sido
adoptadas en Quebec. Finalmente, Anvil argumentó que en caso de considerar la Corte que tenía
competencia para conocer del asunto, debía declinar resolver sobre el caso pues existían
jurisdicciones más idóneas como la Republica Democrática del Congo (DRC) o Australia, tal
como ya había sido resuelto en el caso Cambior.
Al mes siguiente, la Corte Superior de Quebec rechazó la petición de inadmisibilidad presentada
por Anvil y decidió que tenía competencia para conocer del caso. El juez Emery estimó que “es
imposible determinar si las autoridades del Congo o Australia son claramente más competentes
para conocer del caso. Por lo demás, a esta altura en el proceso, todo indica que si esta Corte no
conoce del asunto […] no existiría otra posibilidad para demandar reparaciones civiles por parte
de las víctimas.”11
10
11
http://www.unhchr.ch/huricane/huricane.nsf/view01/9828B052BBC32B08C125730E004019C4?opendocument
http://www.ccij.ca/media/ccij-in-the-news/index.php?DOC_INST=15 3 La decisión de la Corte es significativa. Implica una nueva apertura por parte del poder judicial,
al menos en la provincia de Quebec, al considerar casos en que los demandantes son extranjeros
y los hechos acaecieron fuera de Canadá. Sin embargo, en el último capítulo de lo que promete
ser un muy controversial caso, la decisión adoptada a comienzos de junio fue declarada apelable
a solicitud de la compañía minera.
La reciente ola de litigios en Canadá, interpuesta por demandantes foráneos, constituye un
desarrollo alentador que podría eventualmente ofrecer a las victimas reparaciones por daños
sufridos y producir un efecto disuasivo de malas prácticas corporativas. Los esfuerzos efectuados
para avanzar hacia la responsabilidad de corporaciones transnacionales contrastan con la
situación bastante menos alentadora de otro sector transnacional: las instituciones financieras
internacionales.
En 2004, con anterioridad a la masacre de Kilwa, el Organismo Multilateral de Garantía de
Inversiones (OMGI) otorgó a Anvil una garantía de US$13.6 millones de dólares contra riesgos
de guerra y disturbios civiles en el Congo. OMGI, organismo del Banco Mundial, tiene como
labor facilitar inversión privada en mercados emergentes y en vías de desarrollo. La Corporación
Financiera Internacional (CFI), otra agencia del Banco Mundial, efectúa una labor similar
otorgando créditos a compañías privadas. Durante el año financiero 2010, OMGI y CFI
otorgaron en total a las empresas mineras más de US$900 millones de dólares de ayuda.12 Dada
la naturaleza multilateral de estas instituciones, las Cortes canadienses difícilmente aceptarán
jurisdicción en casos que los involucren como cómplices con respecto a malas prácticas
corporativas de sus clientes.
Las reparaciones a víctimas de abusos por corporaciones es un tema que requiere urgente
atención. Una prioridad obvia es fortalecer la institucionalidad judicial en los países en que se
cometan los abusos. Sin embargo, es también muy relevante que los poderes judiciales de los
países en que las multinacionales tienen su domicilio legal, como es el caso de Canadá, se
declaren competentes para conocer de casos en que se alega negligencia o malas prácticas con
consecuencias penales de las compañías nacionales en el extranjero, especialmente en los casos
en que las víctimas carecen de otra alternativa para recibir justicia. El rol de los gobiernos donde
las compañías tienen su domicilio legal al facilitar la comisión de violaciones a los derechos
humanos y otras clases de abusos, debería ser examinado por cortes domésticas.
Finalmente, al igual que con el sector privado, la naturaleza multinacional de las instituciones
financieras internacionales no debiera obstaculizar el control de los tribunales de justicia. 12
Grupo del Banco Mundial sobre Industrias extractivas, Anuario 2010.
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