Libro: M. Mollis (comp..) Universidad y memoria, Centro Cultural de Cooperación/CLACSO, Bs.As., 2008 ESCENARIOS Y PROSPECTIVAS DE LA EDUCACION SUPERIOR ARGENTINA Dr. Augusto PEREZ LINDO, Ph.D., Director de la Maestría en Gestión y Políticas Universitarias del MERCOSUR, UNLZ Para el Simposio “Historia y prospectiva de la Educación Superior”, Departamento de Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 28 de noviembre de 2007 RESUMEN Se propone en este artículo presentar tendencias y prospectivas de la educación superior argentina para identificar los desafíos que deben afrontar las ciencias de la educación y las instituciones educativas en el país. A partir de una serie de datos elaborados en el marco de un programa de la Secretaría de Ciencia y Tecnología el autor destaca los escenarios deseables para colocar a los centros de formación de especialistas en educación en el centro de los problemas a resolver. I Nos proponemos en esta comunicación analizar tendencias de la educación superior para situar en prospectiva los desafíos para el campo pedagógico e institucional. El valor de la educación para el futuro no es un invento del progresismo moderno ni una reliquia que la postmodernidad debe enterrar. Desde hace miles de años es el recurso que nuestros ancestros primitivos descubrieron para transmitir los saberes adecuados para vivir mejor. Quiere decir que está ligado a mecanismos evolutivos por los cuales hemos estado intentando de humanizarnos durante los últimos milenios. El concepto mismo de “hominización”, que modernamente se interpreta como “humanización” depende sobre todo de la educación de los individuos para aprovechar eficientemente los recursos técnicos y del aprendizaje para la convivencia. 1 Con este introito queremos alejarnos de discusiones estériles sobre los fundamentos o las funciones de la educación. Todos compartimos ciertas expectativas en cuanto a la educación. Esperamos de ella que forme ciudadanos, que transmita el saber científico básico, que desarrolle la inteligencia de los individuos, que socialice a los niños y jóvenes, que enseñe valores. En nuestro análisis vamos a tratar de situar los escenarios de la educación superior en el futuro de la Argentina. . El hecho de que nos centremos en ciertos aspectos necesarios para el desarrollo del país no significa que ignoremos la importancia de los aspectos pedagógicos. Nos proponemos mirar el futuro de la educación superior argentina señalando tendencias, necesidades, obstáculos para lograr una capacidad educativa acorde con nuestras aspiraciones de bienestar y de solidaridad. II Hacia el 2020, de acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Ciencia y Tecnología1 podríamos llegar a tener unos 43 millones de habitantes y una población económicamente activa del orden de los 20 millones de individuos entre los 17 y los 65 años. ¿Qué lugar ocuparía en este horizonte la educación superior?. El número de estudiantes universitarios para entonces sería del orden de los 4 millones. En la actualidad estamos en unos 2 millones. Siguiendo tendencias actuales lo más probable es que la matrícula de la educación superior se reparta en este orden: un 60% en el sector universitario público, un 20% en las universidades privadas y un 20% en los institutos de educación superior no universitarios (IES). A todo esto hay que agregar que en la población económica activa tendríamos también más de 1,5 millón de personas con educación superior, entre profesionales, científicos, tecnólogos y docentes. O sea, que en conjunto serían más de 5 millones de personas. Argentina tendría entonces el más alto perfil educativo de la población activa en Sudamérica. Si a partir de 2008 adoptáramos políticas para mejorar los rendimientos académicos (que actualmente son muy bajos con una tasa de graduación del orden del 19% de los ingresantes) la escolarización superior en Argentina seguiría siendo la más 1 Secretaría de Ciencia y Tecnología, Plan estratégico nacional de ciencia, tecnología e innovación “Bicentenario” (2006-2020), Ministerio de Educación, Buenos Aires, 2007. El autor ha preparado en el marco de este Programa el Informe Prospectiva Educación Superior 2020. 2 alta de Sudamérica y comparable a la de Europa. La tasa de escolarización superior actual que ronda el 60% de la población entre 18-24 años podría llegar al 80%. De por sí estos escenarios nos indican la importancia que tiene para el futuro el diseño de políticas para la educación superior. Pero los desafíos son aún mayores si tenemos en cuenta otros aspectos. Hacia el 2005 el conjunto de la Educación General Básica (escuela primaria y secundaria) involucraba a unos 10 millones de alumnos y unos 572.000 docentes. Siguiendo con las tendencias nacionales e internacionales es muy probable que en poco tiempo la posesión de un grado universitario sea un requisito exigible para cualquier maestro o profesor. Pero esto supone una gran capacidad de formación y capacitación pedagógica por parte de las universidades, los institutos de educación superior y los organismos especializados como el Instituto Nacional de Formación Docente. En el período 2008-2020 tendríamos entonces un vuelco muy importante hacia las funciones pedagógicas de las universidades. En la actualidad ya existen unos veinte posgrados de formación docente superior. El hecho es que con unos 180.000 profesores universitarios, del sector público y privado, las instituciones tienen problemas de selección y de calidad para la enseñanza superior. A esto hay que agregar que hasta el 2020 el número de docentes a renovar o a incorporar sería del orden de los 40.000. El número total de profesores de la educación superior, estaría cerca de los 240.000. Agreguemos otro dato más: se va a generalizar el requisito de un título de posgrado para acceder a los cargos de profesor universitario. De hecho algunas universidades nacionales lo tienen ya incorporado a sus estatutos. En las Fuerzas Armadas ya comienza a aparecer el reconocimiento de los títulos de posgrados como un elemento importante para los ascensos a los mandos superiores. Hacia el 2020 deberíamos tener, además, unos 20.000 nuevos cargos de investigador ya sea por ampliación de los cargos actuales (unos 68.000) ya sea por renovación del personal que se jubila. El correlato evidente de este objetivo sería alcanzar a un 3% del PBI en gastos para investigación y desarrollo. El Plan Estratégico de Ciencia y Tecnología prevé alcanzar un 1% del PBI en 2010, actualmente estamos en un 0,58%, netamente por debajo de Brasil (1%) III 3 Todos estos elementos nos llevan a una consideración de otro nivel. ¿Podemos suponer la existencia de una masa de personas altamente calificadas sin modificar el modelo del Estado y de la economía? En otras palabras: ¿debemos seguir invirtiendo con mayor empeño en la formación de recursos humanos de alto nivel sin prever su aprovechamiento? De hecho, la Argentina de las últimas décadas es un ejemplo de “fuga de cerebros”. Tenemos unos 100.000 graduados de la educación superior trabajando en el extranjero. Entre ellos unos 5.000 doctores e investigadores. Los profesionales subempleados abundan, sobre todo en el sector público. Este desaprovechamiento del capital intelectual del país se refleja en la baja productividad, en la ineficiencia de los servicios, en la vida ciudadana. Es decir, vivimos todavía en el marco de un Estado sin capacidad estratégica y en una sociedad que valoriza marginalmente la educación y la ciencia. Para el 2020 suponemos que esta contradicción habrá estallado mucho antes para dar lugar a un modelo de desarrollo fundado en el uso intensivo del conocimiento. En ese contexto, podremos contar con un Estado inteligente y eficiente, es decir, al servicio del bienestar colectivo. El “Estado inteligente” supondrá la profesionalización de los cuadros de la función pública. Por de pronto habrá que formar y renovar unos 20.000 profesionales de la función pública entre 2008-2020. En la Administración Nacional y en provincias como las de Mendoza, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fé y otras ya existen institutos especializados para eso. Pero se requerirá una gran colaboración de las universidades para orientar a muchos graduados de abogacía, contabilidad, administración, ingeniería y otras disciplinas hacia la función pública. Varias facultades de Derecho en la actualidad ya están introduciendo materias específicas para ese fin en los planes de estudio. El Estado es el principal empleador de profesionales en la actualidad. Pero esto está cambiando no solo porque en las empresas se requieren perfiles educativos más altos sino también porque el desempeño de profesionales y especialistas se está expandiendo en nuevas direcciones: pequeñas y medianas empresas, organizaciones sociales, cuentapropismo. Las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) están provocando transformaciones visibles como la expansión de las ofertas de educación superior a distancia (con cerca de 400 programas y unos 200.000 usuarios), el teletrabajo, con unas 4 900.000 personas involucradas y la informatización de las organizaciones (que podríamos denominar el “socialware”, una etapa superior de la cultura del “hardware” y del “software”). Los fenómenos aludidos brindan apenas una idea de lo que significará la informatización de la sociedad en la perspectiva del 2020. Telemarketing, teletrabajo, mercado virtual, educación virtual, gobierno electrónico, medicina a distancia, burótica, robótica y otras transformaciones en curso seguirán expandiéndose modificando las relaciones sociales. Estas son algunas de las manifestaciones del cambio en el modo de producción y de transmisión de conocimientos que ya tienen consecuencias pedagógicas y organizacionales. Nos interesa en nuestro caso resaltar el impacto en la educación superior. Para el 2020 podemos suponer que habrá unas cinco o seis universidades virtuales (en la actualidad solo la Universidad Nacional de Quilmes tiene un campus virtual). El número total de usuarios de educación a distancia podría llegar a 800.000 contando con los alumnos de cursos de grado, posgrado y libres. Pero además, tendremos un número equivalente a esta cifra de usuarios de programas educativos virtuales provistos por servidores del exterior. La virtualización de la enseñanza va a estar ligada a la internacionalización. (La Universidad de Los Lagos en Chile está orientada a la venta de servicios educativos a distancia para el exterior y lo mismo estan haciendo instituciones o empresas de distintos lugares del mundo). Por lo tanto, podemos considerar que hacia el 2020 el país habrá acordado internamente, con países de América del Sur y con otros países, reglas para el reconocimiento de créditos educativos que permitirán transitar de una institución a otra, de un país a otro, a través de universidades presenciales y virtuales. La movilidad estudiantil permitirá que unos 100.000 alumnos realicen estudios en el extranjero de manera presencial o virtual. Asimismo, el número de usuarios extranjeros de las ofertas universitarias argentinas podría llegar a unos 50.000 (en la actualidad, 2007, el número de estudiantes extranjeros se cuenta en unos 15.000). IV El panorama que sugiere estos datos nos permite intuir los cambios institucionales y los replanteos pedagógicos que habrán de producirse en el camino hacia el 2020. En primer lugar, es evidente que las políticas de formación docente a 5 todos los niveles van a ocupar un lugar importante, tanto por el valor intrínseco de lo que está en juego como por el volumen de la demanda. Siendo coherentes con esa perspectiva podemos imaginar que la profesión docente se va a valorizar, que el perfil académico de los docentes va ser más elevado y que el gasto educativo del país va a estar por encima del 6% del PBI, que es la meta para el 2010. De hecho, en la actualidad se computa dentro de la meta del 6% del PBI en educación al gasto en ciencia y tecnología (del orden del 0,58 %). En segundo lugar, los efectos combinados de la informatización, la internacionalización, la educación a distancia, la valorización de los posgrados, la transdiciplinariedad y la generalización de la educación superior, van a provocar transformaciones académicas y pedagógicas. Podemos anticipar que el sistema de créditos, o sea de las unidades acreditables académicamente en cualquier lugar del mundo, que ya está propuesto en el MERCOSUR Educativo (SEM) facilitará la movilidad de los estudiantes en todos los sentidos. La valorización de los créditos, a su vez, obligará a programar con mayor rigor los cursos para que tengan un reconocimiento universal. Las universidades tenderán a ser bi-modales, o sea, a ofrecer alternativamente cursos en forma presencial o a distancia para todas las materias. A su vez, va a ser frecuente que se reconozcan cursos realizados simultáneamente con otras instituciones en formato virtual. Estimamos que se podría crear en pocos años una Universidad Virtual Argentina (UVA) a partir de la convergencia de todos los programas de educación a distancia de las universidades nacionales que en la actualidad ya están trabajando en Red. La experiencia europea a partir de los Acuerdos de Bolonia (1999-2010) permitirá evaluar las ventajas del modelo de currículo básico universitario por competencias. Un número importante de carreras y facultades va a adherirse a esa propuesta. De hecho, el Consejo de Decanos de Ingeniería (CONFEDI) ya analizó y admitió esta posibilidad en dos informes (el Libro Azul y el Libro Verde). El Proceso de Bolonia se está convirtiendo en una referencia o paradigma internacional. El currículo por competencias, la transdisciplinariedad, la flexibilidad curricular, el sistema de créditos, la educación en alternancia (presencial-virtual; escolar-laboral, nacional-internacional), todos estos aspectos van a redefinir la pedagogía universitaria. Por lo tanto, las investigaciones y los posgrados en docencia superior van a cobrar una gran relevancia. 6 En tercer lugar, no creemos que la estructura académica actual centrada en las carreras profesionales de grado y en una gran compartimentación institucional pueda resistir los procesos que venimos señalando. ¿Cómo justificar el individualismo institucional cuando las universidades están cooperando a nivel regional e interactuando a escala mundial? ¿Cómo desconocer la centralidad que van a tener el posgrado y los programas de investigación? ¿Cómo rechazar las oportunidades que ofrecen la informatización y la educación a distancia para atender de manera más personalizada y sin presiones espaciales a los estudiantes? En suma, debería producirse un cambio sustancial en las organizaciones académicas actuales para enfrentar el futuro. La pedagogía universitaria, la actividad científica y los posgrados van a tener una nueva centralidad. V Mirando al futuro desde una perspectiva social encontraremos otros desafíos. Sabemos que en la actualidad necesitamos un gran esfuerzo para integrar a todos los niños y jóvenes. Todo el mundo comparte este objetivo. ¿Qué puede aportar la educación superior? El grupo de edad entre 17-24 años hacia el 2020 va a estar compuesto por cerca de seis millones de jóvenes. Existe un amplio consenso nacional e internacional en cuanto a la necesidad de asegurar la inclusión social de los jóvenes a través de la educación. En definitiva, la educación tiene siempre una función socializadora, como ya lo había visto Emilio Durkheim desde comienzos del siglo XX. Argentina va a estar muy cerca de cumplir con el propósito de universalizar el acceso a la educación superior. La extensión y la diversificación de las instituciones así como la creación de nuevos mecanismos de acceso harán posible alcanzar esta meta. Sin embargo, se necesitará un esfuerzo convergente de reformas pedagógicas y políticas sociales para lograr retener a la mayoría de los alumnos que acceden a la educación superior. Con la tasa de graduación actual (cercana al 20% de los ingresantes) los fracasos académicos afectarían a más de 3 millones de jóvenes entre 2008-2020. Las respuestas a este desafío mayúsculo no pueden ser parciales. Podemos imaginar un fortalecimiento de las opciones que ofrecen las carreras intermedias y cortas a través de los Institutos de Educación Superior, Colegios Universitarios y otras opciones que ya introdujeron algunas universidades (como el título intermedio de 7 Bachiller Universitario que la Universidad Nacional de Córdoba ha propuesto ante el Ministerio de Educación). También podemos prever el acortamiento de carreras, cursos preparatorios y de reorientación, mayor asistencia pedagógica a los alumnos a través de sistemas tutoriales. Pero, el instrumento al que han recurrido todos los países que han querido conservar al mismo tiempo la democratización del acceso y la permanencia en la educación superior ha sido la creación de programas efectivos de becas para que los alumnos puedan dedicarse plenamente al estudio. En este sentido, podemos imaginar la creación de un Fondo Nacional de Becas Universitarias, con aportes públicos y privados, para atender las solicitudes de unas 100.000 becas equivalentes a un salario mínimo. (En la actualidad el programa de Becas Universitarias alcanza a unos 6.000 alumnos con un subsidio de 2.500 $ anuales). VI ¿Cómo se sustentarán estas políticas transformadoras en el futuro? En otras palabras: ¿cuál será la base económica de estos cambios?. Sabemos por los estudios especializados y por las experiencias comparadas que el impacto de la educación y la investigación en el crecimiento económico es significativo. Cuanto más aplicamos el conocimiento a la resolución de problemas logramos mayor valor agregado en los productos y servicios, los ingresos individuales y colectivos son mayores, la tasa de desempleo disminuye con el nivel educativo. Argentina seguirá teniendo una ventaja comparativa en las producciones agropecuarias en el futuro próximo no solo por las demandas crecientes de alimentos sino también por las posibilidades de obtener subproductos que permiten afrontar los déficits energéticos. Nos referimos a los biocombustibles. También podemos observar que las industrias culturales, entre ellas el turismo, han cobrado una gran relevancia y su contribución al PBI supera ya al valor de rubros tradicionales como la exportación de carnes. Si el país mantiene la política de industrialización vigente y la búsqueda de mejores mecanismos de vinculación entre los grupos de investigación y las demandas económico-sociales, es evidente que la demanda de conocimientos se va a incrementar en distintas direcciones. Hay demandas vacantes en rubros bien determinados de la minería, la energía, la informática, industria plástica o las biotecnologías. También hay temas vacantes en campos teóricos o tecnológicos como las nanotecnologías, nuevos 8 materiales, ciencias cognitivas y ciencias de la educación. Por último, el país tiene por delante programas para reactivar la industria nuclear, la aeroespacial y la ferroviaria. Estos y otros factores empujan hacia un modelo de desarrollo fundado en el uso intensivo del conocimiento. A su vez, la valorización del potencial científico, educativo y tecnológico, permitirá invertir más y mejor en estas áreas. Los resultados económicos justificarán las inversiones realizadas y se ampliarán las posibilidades de la educación superior. Es el círculo virtuoso que todos esperamos de la interacción entre los productores de conocimiento y las necesidades del país. Si aceptáramos las tendencias actuales probablemente nos encontraremos en pocos años con mayores desequilibrios sociales y mayores brechas de desarrollo frente a países como Brasil o Chile, sin contar con las distancias profundas que nos separarán de países de Europa, China o el sudeste asiático. Esto quiere decir que el camino que nos conduce a un futuro mejor pasa necesariamente por un modelo de desarrollo con uso intensivo del conocimiento ya que tenemos el potencial para lograrlo. VII Dentro de este escenario tenemos por delante algunas tareas importantes. Ante todo, necesitamos invertir en varias direcciones para fortalecer el campo de las ciencias de la educación. Más investigación, más posgrados, más doctorados, más especializaciones, más becas, más reconocimiento institucional. En Argentina las ciencias de la educación ocupan un lugar marginal en casi todos estos aspectos. En Estados Unidos, de acuerdo al Report de la National Science Foundation en noviembre 2007, los doctorados en Educación representaron 6.124, el segundo grupo disciplinario luego del campo de las Ciencias Biológicas con 6.631 doctorados2. La suma de expectativas favorables puede permitirnos saldar la brecha que tenemos en las teorías del aprendizaje, en el campo de las ciencias cognitivas, en informática pedagógica, en psicología educacional. Hacia el 2020 deberíamos tener algunos núcleos de investigación consolidados en distintos lugares del país. El número de becas del Conicet y las universidades para ciencias de la educación debería estar en el orden de 1.000 becas anuales para investigación, maestrías y doctorados (la Universidad Nacional del 2 National Science Foundation, Doctorate Recipients from United status Universities. Summary Report 2006,University of Chicago, Illinois, 2007 9 Nordeste estableció desde el año 2000, becas para que sus docentes puedan cursar la especialización y maestría en docencia universitaria). En el campo de los posgrados, y sobre todo en los doctorados, Argentina figura en retraso con respecto a países como Brasil, Chile, Cuba, Venezuela. 3 Mientras nuestro sistema universitario gradúa unos 500 doctores por año, en Brasil se gradúan más de 6.000 doctores por año. Con las tendencias actuales esa brecha es irresoluble. Tanto la Secretaría de Políticas Universitarias como la Secretaría de Ciencia y Tecnología son concientes del desafío. El Ministerio de Educación firmó un acuerdo con la CAPES de Brasil para crear posgrados cooperativos entre universidades argentinas y brasileras. El FONCYT está apoyando un programa de doctorados tecnológicos. Para el 2020 el país podría tener unos 1.000 doctores por año y debería tener por lo menos unos 100.000 estudiantes de posgrado. Esto significa que se va a reforzar el presupuesto de las universidades nacionales para que los posgrados tengan un financiamiento propio y sean gratuitos. (En la actualidad se sostienen con los aportes de los mismos estudiantes, muchos de los cuales son docentes universitarios o terciarios). VIII ¿Esto es lo que esperamos o lo que deseamos del 2020?. Podríamos colocar este discurso en el campo de las previsiones. El hecho de anticiparse al futuro previendo sus posibilidades constituye un aporte para los actores y sobre todo para los que tienen que tomar decisiones. Nuestras universidades y nuestros centros de decisión política deberían tener tiempos y espacios para pensar el futuro. La Universidad de Shangai dispone de un instituto donde las anticipaciones del futuro cubren los próximos 120 años. Nosotros no pretendemos tanto. Ya el hecho de pensar una o dos décadas de nuestro futuro nos produce una cierta angustia. Las generaciones coetáneas de la sociedad argentina actual siempre hemos vivido en la coyuntura. De crisis en crisis nos habituamos a olvidar el futuro. Pero no podemos seguir con este comportamiento si no queremos convertirnos en meros epifenómenos de los cambios del mundo. Asumir el futuro significa más que preverlo. Como decía Bertrand de Jouvenel “el futuro no se prevé sino que se construye”. Esto es lo que nos interesa: proponer 3 Ver: Claudio Rama (2007). Los postgrados en América Latina en la sociedad del conocimiento, Fondo Editorial Ipasme, Caracas 10 cursos para la acción. En esta encrucijada del futuro las ciencias de la educación tienen una gran responsabilidad. De ellas depende el diseño de estrategias para la reforma académica y pedagógica que necesitamos urgentemente para construir otros futuros. De ellas depende, como ayer, la formación de los profesionales y dirigentes que necesita la sociedad. BIBLIOGRAFIA - IESALC – UNESCO (2006) Informe sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe 2000-2005, IESALC, Caracas - LOPEZ SEGRERA, Francisco (2006) Escenarios mundial de la Educación Superior. Análisis global y estudios de casos, CLACSO, Bs.As. - MORA, J.G.; FERNANDEZ LAMARRA, N. (2005) Educación Superior. Convergencia entre América Latina y Europa, Eduntref, Bs.As. - PEREZ LINDO, A. (2003) Universidad, conocimiento y reconstrucción nacional, Biblos, Buenos Aires - PEREZ LINDO, A. y otros (2005) Gestión del conocimiento. 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