Yad Vashem Vida, libertad y el legado de los supervivientes

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Yad Vashem
Autoridad para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto
Vida, libertad y el legado de los supervivientes
Señor secretario general,
Señor vicepresidente de la Asamblea General ……
Señor presidente del Estado de Israel
Excelencias, supervivientes del Holocausto, veteranos, señoras y señores…
El 28 de noviembre de 1944, poco tiempo antes de que dejara de funcionar
el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, 20 niños judíos –diez varones
y diez, niñas de entre seis y doce años- fueron seleccionados por el
tristemente célebre doctor Josef Mengele. Rivka, Edward, Mania, Roman y su
hermana Eleonora, los hermanos Edward y Alexander, Jacqueline, Sergio,
Leah y otros diez, fueron enviados por tren al campo de concentración de
Neuengamme, situado en las cercanías de Hamburgo, Alemania.
Mengele estaba cumpliendo con la solicitud de un colega, el médico de las
SS Dr. Kurt Heissmeyer, de proporcionarle sujetos para sus investigaciones
pseudocientíficas sobre enfermedades contagiosas. Al llegar los niños fueron
infectados con el bacilo de la tuberculosis y los terribles efectos de la
enfermedad se estudiaron durante varios meses. El Dr. Heissmeyer testificó
así, 20 años después, durante el juicio al que fue sometido en Alemania
Oriental: "Yo no creía que tenían valor como seres humanos… Para mí no
había diferencias básicas entre judíos y cobayos".
Auschwitz-Birkenau fue liberado por el Ejército Rojo hace exactamente 70
año pero en todo lugar que todavía estaba bajo control nazi, el exterminio
continuó.
En Neuengamme eso significó el asesinato de los 20 niños judíos. Ocho días
antes de que el ejército británico entrase a Hamburgo, los chicos fueron
llevados a un edificio escolar. Allí se les inyectó morfina, colgados en
ganchos adosados a la pared y dejados morir.
La Alemania nazi y sus colaboradores habían asesinado a un tercio del
pueblo judío. El exterminio de seis millones de judíos fue motivado e
impulsado por una ideología antisemita racista y homicida, que consideraba a
todo judío, en cualquier parte del globo, como un peligro letal para la nación
alemana y el Nuevo Orden mundial alemán. De tal modo que era
imprescindible destruir hasta el último judío, en todo lugar, a cualquier precio.
La evocación de la horrible magnitud y naturaleza de ese genocidio
constituye el núcleo de la conmemoración del Holocausto. Pero la
conmemoración se extiende más lejana y profundamente.
Al finalizar la guerra la mayoría se regocijó por la victoria aliada, pero los
supervivientes judíos no pudieron regocijarse. En duelo por sus familias y
comunidades, lastimados por sus terribles experiencias durante la Shoah,
PODRÍAN haberse convertido en personas desesperadas, amargadas y
vengativas. Y aun así, de forma notable, esa no fue su actitud.
De hecho, la gran mayoría de los supervivientes del Holocausto hicieron lo
contrario: eligieron la ESPERANZA. La mayoría de ellos prefirieron echar
raíces en la tierra ancestral de Israel, mi lugar de nacimiento, donde se
unieron a una entidad judía preholocáustica, autosuficiente y viable.
En CADA lugar del globo al que llegaron los supervivientes demostraron su
compromiso restaurado con la libertad humana y su fe en la humanidad.
Sobre esos valores reconstruyeron sus vidas y las de sus nuevas familias y
comunidades.
En 2002, cientos de supervivientes del Holocausto se reunieron en Yad
Vashem, en el Monte del Recuerdo en Jerusalén, para participar en una
conferencia internacional dedicada al Legado de los Supervivientes del
Holocausto. Allí firmaron una "Declaración de los supervivientes" conjunta,
en la que afirmaron:
Después de la Shoah no nos convertimos en animales salvajes, hambrientos
sólo de venganza. Este es un testamento a los principios que poseemos
como pueblo imbuido de la fe en el hombre y la providencia. Elegimos la vida.
Durante las primeras décadas que sucedieron al Holocausto muchos de los
supervivientes expresaron la preocupación de que el recuerdo de éste se
esfumaría de la conciencia del mundo. Temían que quedaría registrado
únicamente en los libros de historia. Pero no fue así.
Mi mentor, el profesor Israel Gutman, él mismo un superviviente del
Holocausto, afirmó que "la Shoah se niega a convertirse en historia".
Desde la primavera de 1945 y en las décadas siguientes gran parte de la
humanidad comenzó gradualmente a percibir al Holocausto como un hito
fundamental para la civilización moderna.
Incluso regiones y culturas que no estuvieron originalmente relacionadas con
los eventos de la Shoah los hallaron persuasivos y significativos.
Pero ¿POR QUÉ? ¿Por qué se niega la Shoah a convertirse en historia?
¿Por qué continúa siendo relevante para gente tan personas diferente?
Genocidios y atrocidades terribles ocurrieron antes del Holocausto y –para
nuestro pesar- después del Holocausto.
La identidad judía específica de sus víctimas tampoco proporciona al
Holocausto sus implicancias universales.
Propongo, más bien, que lo que resuena poderosamente en nuestra
existencia moderna y posmoderna es la chocante FACILIDAD y RAPIDEZ
con la que los perpetradores e ideólogos del Holocausto consiguieron sus
propósitos.
Hasta estos días nos cuesta entender cómo los nazis y sus colaboradores
fueron capaces de implementar su bárbara y brutal ideología.
¿Cómo pudieron cientos de años de progreso humano haber producido tal
inhumano y masivo horror?
La sociedad moderna se engaña con la idea de que el avance tecnológico va
aparejado con el progreso moral. Lamentablemente esto NO es verdad.
Los nazis pretendían aniquilar a todo el pueblo judío e imponer un régimen
totalitario inmisericorde. Esto fue concebido por individuos sumamente
educados e implementado por una sociedad alemana avanzada
tecnológicamente.
La mentalidad asesina que los nazis expresaron y ejecutaron es difícil que se
repita en la forma histórica exacta de los años 1930 y 1940. Pero como lo
advirtiera el superviviente de Auschwitz Primo Levi: Ocurrió, por lo tanto
puede volver a ocurrir.
Actualmente una maldad destructiva, que incluye un antisemitismo feroz,
reaparece en distintos contextos e ideologías. Estas ideologías reniegan de
los derechos humanos y la dignidad del hombre en otras formas peligrosas y
circunstancias.
Confrontado con esta realidad, me pregunto: ¿Cómo podremos asegurar que
los valores morales sean tan esenciales para nuestra existencia como lo es el
progreso de la tecnología?
Con esta pregunta que vengo a la Asamblea General, un marco
generalmente asociado con estadistas y políticos.
Soy un educador y maestro de otros educadores. Como educador centrado
en el Holocausto he aceptado la amable invitación de la ONU para dirigirme
hoy a ustedes, en el décimo aniversario del Día internacional de
Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Junto con asociados y colaboradores de todo el mundo Yad Vashem enseña
a educadores sobre el Holocausto –miles de estos anualmente venidos de
decenas de países-, a extraer de los anales de la Shoah conclusiones
relevantes para nuestros días.
Ellos aprenden que, además de la inmensa atrocidad, el Holocausto fue
también el contexto dentro del cual se llevó a cabo una lucha dramática por el
espíritu humano.
Los judíos pelearon para conservar su humanidad a través de innumerables
actos de solidaridad, asistencia mutua y resistencia física, cultural y espiritual.
Los Justos de las Naciones, aunque pocos en número, eligieron
heroicamente poner en peligro su existencia en el intento de salvar judíos.
Estos ejemplos a seguir ayudan a los educadores a enseñar sobre nuestra
responsabilidad de actuar como freno ante la violencia y el odio social. Para
identificar al racismo, la xenofobia y la persecución y combatirlos – de forma
abierta y efectiva.
Por supuesto que la responsabilidad de la educación en valores no cabe sólo
a los maestros. Líderes políticos, económicos y sociales, como muchos de
ustedes en esta sala, y aquellos que representan, tienen también que asumir
la responsabilidad de determinar pautas de comportamiento y normas
morales.
Nuestro mundo está plagado de crueles conflictos por la dominación y los
recursos.
Ante lo sombrío de esos conflictos podemos y debemos educar a la nueva
generación de ciudadanos y líderes a elegir el comportamiento ético y
humano.
A la advertencia de Primo Levi, agreguemos:
No debió haber ocurrido entonces y por lo tanto NO debe ocurrir nuevamente.
Estimados amigos, desde este podio hago un llamado a mis compañeros
educadores en cada rincón del mundo al esfuerzo y la perseverarancia en pro
de la moralidad del género humano.
Una lucha que ayudará a asegurar que nadie será tratado como lo fueron los
20 niños en Neuengamme, como “desprovistos de valor como seres
humanos”.
El filósofo Victor Frenkel, un superviviente del Holocausto, afirmó: Se puede
quitar todo al hombre, excepto su libertad de elegir su propio camino.
Para la humanidad siempre hay una alternativa.
Esa alternativa, acentuada en el libro de Deuteronomio, es eterna:
‫ְראֵ ה‬
‫נָתַ תִּ י לְפָ נֶיָך הַ ּיֹום אֶ ת הַ חַ ּיִּים ו ְאֶ ת הַ ּטֹוב‬
‫ו ְאֶ ת הַ מָ ו ֶת ו ְאֶ ת הָ ָרע‬
‫ּובָחַ ְרתָ בַחַ ּיִּים‬
‫לְמַ עַ ן תִּ חְ י ֶה‬
‫אַ ָתה וְז ְַרעֶ ָך‬
Mira que pongo hoy delante de ti la vida y el bien, y la muerte y el mal.
Escogerás pues la vida para que vivas, tú y tu descendencia.
Muchas gracias
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