Surgimiento de la sociología

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Surgimiento de la sociología
El desarrollo de la teoría sociológica
Cuando se empieza a estudiar sociología, a menudo se siente uno desconcertado
por la diversidad de perspectivas con las que se encuentra. No todos los sociólogos
comparten un mismo punto de vista teórico; con frecuencia discuten entre ellos
sobre el modo de abordar el comportamiento humano y sobre cuál es la mejor
manera de interpretar los resultados de las investigaciones. ¿A qué se debe esto?
¿Por qué no pueden los sociólogos estar de acuerdo de un modo más consistente
como ocurre entre los científicos naturales?
La respuesta a estas preguntas está íntima
relacionada
con
la
propia
naturaleza
sociología. Estudia nuestras propias vidas y n
propio comportamiento, y estudiarnos a no
mismos es la tarea más compleja y difícil que
En todas las disciplinas académicas —inclu
las
ciencias
naturales—
existe
mucho
desacuerdo sobre los enfoques teóricos que
la investigación empírica, pues el trabajo em
se puede comprobar directamente o repet
existen diferentes criterios sobre los hecho
disputas teóricas siempre dependen en parte
interpretación, y rara vez pueden resolverse d
única manera. En sociología, las dificultades inherentes al hecho de someter a
estudio nuestro propio comportamiento complica aún más el problema. Por ello las
controversias y los debates teóricos ocupan un lugar central en la disciplina.
En este capítulo analizaremos el desarrollo de los principales enfoques teóricos en
sociología e identificaremos los dilemas que plantea cada uno. Empezaremos
recordando las ideas de algunos de los fundadores de la sociología moderna —pues
muchas de las que ellos aportaron siguen siendo influyentes— antes de pasar a
analizar los enfoques teóricos predominantes actualmente en la disciplina, y luego
discutiremos algunos de los problemas que plantean.
Orígenes
Los seres humanos siempre han sentido curiosidad por las fuentes de su propio
comportamiento, pero durante miles de años los intentos por comprendernos a
nosotros mismos se apoyaban en los modos de pensamiento transmitidos de una
generación a otra, modos de pensar que se expresaban en términos religiosos. El
estudio sistemático del comportamiento humano y de la sociedad humana es un
hecho relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a fines del siglo XVIII. EI
contexto en el que surgió la nueva perspectiva fueron los cambios profundos a los
que nos hemos referido en este libro asociados a la industrialización y el urbanismo.
La sacudida sufrida por las formas de vida tradicionales, promovieron el intento de
plantear una nueva forma de entender tanto el mundo social como el natural.
Augusto Comte
Ningún individuo solo puede, obviamente, fundar toda una disciplina, y de hecho
existieron numerosos hombres que contribuyeron en los orígenes del pensamiento
sociológico. El puesto de honor suele adjudicársele al autor francés Augusto Comte
(1769 -1857), aunque sólo sea porque fue él el que acuñó el término «sociología».
Inicialmente, Comte empleó el término «física social» para referirse al nuevo campo
de estudio, pero otros autores habían comenzado ya a utilizar ese término y Comte
quiso distinguir su perspectiva de la de los demás, así que acuñó un término nuevo
para denominar la nueva disciplina que se proponía crear. Comte pensaba que la
sociología era la última ciencia que quedaba por crear, la cual era a su vez la más
significativa y compleja de todas las ciencias. Creía que la sociología debía contribuir
al bienestar de la humanidad; al final de su carrera elaboró ambiciosos planes para
la construcción de la sociedad francesa en particular y de las sociedades humanas
en general.
Emile Durkheim
La obra de Comte tuvo una influencia directa en otro autor francés, Emile Durkheim
(1858 -1917). Aunque recogió algunos aspectos de la obra de Comte, Durkheim
consideraba que la mayor parte de sus trabajos eran demasiado especulativos y
vagos,
y pensaba
que
Comte
no
había
llevado
a
cabo
su
programa
satisfactoriamente —establecer la sociología sobre una base científica. Según
Durkheim, para llegar a ser científica la sociología debía estudiar «hechos sociales».
Es decir, debía abordar el estudio de las instituciones sociales con la misma
objetividad con que los científicos estudian la naturaleza. El famoso principio de la
sociología para Durkheim es: « ¡estudia los hechos sociales como cosas!». Con ello
lo que quería decir era que la vida social puede ser analizada con el mismo rigor que
los objetos o los sucesos de la naturaleza.
Al igual que los demás fundadores de la sociología, Durkheim estaba interesado en
los cambios que estaban transformando la sociedad. Trató de explicar estos cambios
en términos del desarrollo de la división del trabajo (el crecimiento cada vez mayor
de diferencias complejas entre las distintas ocupaciones) como parte del fenómeno
de la industrialización. Durkheim sostiene que la división del trabajo desplaza
gradualmente a la religión como núcleo central de la cohesión social. A medida que
se expande la división del trabajo, la gente se va haciendo cada vez mas
dependiente de los demás porque cada persona necesita bienes y servicios que le
proporcionan los que realizan otras ocupaciones. Según Durkheim, los procesos de
cambio en el mundo moderno son tan rápidos e intensos que crean grandes
trastornos sociales, a los que Durkheim vinculó con la Anomía. Anomía es el
sentimiento de carecer de propósitos u objetivos en la vida producido por
determinadas
condiciones
sociales.
Los
controles
y
estándares
morales
tradicionales, que normalmente proporcionaba la religión, han sido prácticamente
Uno de los más famosos estudios de Durkheim
destruidos por el desarrollo social moderno, y ello deja a muchos individuos de las
análisis del suicidio (Durkheim, 1952; p
sociedades modernas con el sentimiento de que su vida cotidiana carece de sentido.
originalmente en 1897). Muchos piensan que el
es un acto puramente personal; aparentemen
resultado de una profunda infelicidad personal. D
señala que, por el contrario, los factores sociale
una influencia decisiva en el comportamiento su
siendo la Anomía una de dichas influencias. Las
suicidio proporcionan cifras regulares cada año,
regularidades
tienen
que
ser
ex
sociológicamente. Se pueden poner muchas obje
ciertos aspectos del estudio de Durkheim, pero
siendo una obra clásica cuya relevancia
sociología actual sigue vigente.
Karl Marx
Las ideas de Karl Marx contrastan agudamente con las de Comte y Durkheim. Marx
nació en Alemania en 1818 y murió en Inglaterra en 1883. Aunque fue educado en la
tradición alemana de pensamiento, pasó gran parte de su vida en Gran Bretaña,
donde escribió sus obras más célebres. Marx no pudo estudiar una carrera
universitaria, pues las actividades políticas de su juventud le ocasionaron conflictos
con las autoridades alemanas. Tras una breve estancia en Francia se estableció permanentemente en su exilio de Gran Bretaña.
Los trabajos de Marx cubren diversas áreas. Incluso sus críticos más severos
consideran que su obra tiene una enorme relevancia para el desarrollo de la sociología, aunque Marx nunca se consideró a sí mismo un “sociólogo”. Gran parte de su
obra se centra en cuestiones económicas, pero considerando que siempre trató de
conectar los problemas económicos con las instituciones sociales, su obra está llena
de interesantes observaciones sociológicas.
La perspectiva teórica de Marx se apoya en lo que el llamó la concepción
materialista de la historia. Según Marx, las ideas o los valores de los seres
humanos no son la principal fuente de cambio social. Por el contrario, el cambio
social está primordialmente inducido por influencias económicas. Estas están
vinculadas a los conflictos entre las clases, los cuales constituyen el motor del
desarrollo histórico.
En palabras de Marx: «Toda la historia humana hasta el presente es la historia de
las luchas de clases» (Marx,-1968, p. 35).
.Aunque escribió sobre distintos períodos de la historia, Marx concentró su atención
en el cambio en la época moderna. Para él, los cambios más importantes ocurridos
en el periodo moderno están ligados al desarrollo del capitalismo. El capitalismo es
un sistema de producción que contrasta radicalmente con los anteriores órdenes
económicos de la historia, ya que conlleva la producción de bienes y servicios que
luego se venden a una amplia variedad de consumidores. Los que poseen el capital
—fábricas, maquinaria y grandes sumas de dinero— conforman una clase
dominante. La masa de la población constituye una clase de trabajadores
asalariados, o clase trabajadora, que no poseen los medios para su propia
supervivencia, por lo que se ven en la situación de tener que aceptar los empleos
que les ofrecen los propietarios del capital. El capitalismo es, consecuentemente, un
sistema de clases en el cual el conflicto entre clases es una constante.
Para Marx el capitalismo será suplantado en el futuro por el socialismo o el
comunismo (el empleaba estos términos indistintamente), y en la sociedad socialista
no existirán las clases. Ello no significa que desaparecerán todas las desigualdades
entre los individuos; la sociedad no estará dividida en una clase reducida que
monopolice el poder económico y político y una gran masa de gentes que apenas se
beneficien de la riqueza que genera su trabajo. El sistema económico pasará a ser
de propiedad comunal y se establecerá un orden social más igualitario y
participativo.
Según Marx, el estudio del desarrollo y del predecible futuro del capitalismo
proporcionaría los medios para su transformación activa a través de la acción
política. Las observaciones sociológicas de Marx estaban íntimamente ligadas a un
programa político. Independientemente de que los escritos de Marx se consideren o
no válidos, este programa ha tenido un efecto de amplio alcance en el mundo del
siglo XX. Más de un tercio de la población mundial viven en sociedades cuyos
gobiernos dicen estar inspirados en las ideas de Marx.
Es importante tratar de abordar la obra de Marx sin perjuicios. Ello no resulta fácil,
porque la enorme influencia de los escritos de Marx ha dado lugar a grandes
diferencias de opinión sobre su valor. Incluso aquellos que han estado fuertemente
influidos por Marx han enfocado su obra desde muy distintos puntos de vista —existen profundas diferencias entre las ideas de aquellos que se llaman a sí mismos
«marxistas». Actualmente, muchos marxistas de los países del Este, por ejemplo,
son muy críticos con la Unión Soviética y con otros países comunistas, en los qué se
supone que las ideas de Marx constituyen la base del sistema social.
Max Weber
Al igual que Marx, Max Weber (1864 -1920) no puede ser etiquetado únic
como «sociólogo» —sus intereses y preocupaciones se extendieron a d
disciplinas. Nació en Alemania y pasó toda su carrera académica en es
Weber tenía un carácter depresivo, y no pudo conseguir un puesto
profesor con dedicación exclusiva en una universidad; una renta priv
permitió dedicarse a tareas intelectuales. Hombre de una vasta cultura, e
obras sobre economía, derecho, filosofía e historia comparativa, adem
sociología, y gran parte de su obra centra en el estudio del desarro
capitalismo.
Estuvo influido por Marx,
pero fue también muy crítico con algunas de sus
principales ideas. Rechazaba la concepción materialista de la historia y consideraba
que los conflictos de clase eran menos relevantes de lo que suponía Marx. Para
Weber el impacto de las ideas y los valores sobre el cambio social es tan
significativo como las condiciones económicas.
Weber dedicó algunos de sus más célebres escritos al análisis de lo característico
de la sociedad y la cultura occidentales en comparación, con otras grandes civilizaciones. Dedicó extensos estudios al Imperio chino tradicional, la India y el Próximo
Oriente (Weber, 1951, 1958, 1952), y en el curso de estas investigaciones hizo importantísimas aportaciones a la sociología de la religión. Comparando los sistemas
religiosos dominantes en China e India con los de Occidente. Weber concluye que
ciertos aspectos de la doctrina cristiana tuvieron un papel fundamental en el surgimiento del capitalismo (Veáse capítulo 14: «Religión»).
Uno de los intereses constantes en la obra de Weber es el estudio de la burocracia.
La burocracia es una organización a gran escala dividida en departamentos y regida
por funcionarios de distintos rangos; ejemplos de ella son las grandes compañías
industriales, las organizaciones gubernamentales, los hospitales y las escuelas. Para
Weber el crecimiento de la burocracia es un rasgo inevitable de nuestra época.
Posibilita el funcionamiento eficaz de las grandes organizaciones, pero plantea problemas en lo que a la participación democrática efectiva en las sociedades
modernas se refiere. La burocracia implica el gobierno de los expertos, cuyas
decisiones se ponen en práctica sin consultar a aquellos a quienes les afectan.
Las aportaciones de Weber se extienden a otros muchos campos, incluyendo el
estudio del crecimiento de las ciudades, los sistemas legales, distintos tipos de economías y la naturaleza de las clases. Además, escribió extensamente sobre el carác-
ter general de la sociología. Weber es más cauto que Durkheim o Marx a la hora de
postular que la sociología es una ciencia. Para Weber es erróneo pensar que
podemos estudiar a las personas utilizando los mismos procedimientos que emplearíamos para investigar el mundo físico. Los seres humanos son entes pensantes, y
razonadores; otorgan significado y trascendencia a lo que hacer y cualquier disciplina que se ocupe del comportamiento humano debe tener esto en cuenta.
Desarrollos posteriores
Así como los orígenes de la sociología fueron básicamente europeos, durante este
siglo la disciplina se ha establecido en todo el mundo, y algunas de sus aportaciones
más importantes han provenido de Estados Unidos. La obra de Georg Herbert Mead
(1863 -1931), un filósofo que daba clases en la Universidad de Chicago, ha tenido
una influencia decisiva en el desarrollo de la teoría sociológica. Mead destaca la
centralidad del lenguaje, y de los símbolos en general, en la vida social humana. La
perspectiva que elaboró se llamó más tarde interaccionismo simbólico. Mead
prestó mayor atención a los procesos sociales a pequeña escala que a las
sociedades como un todo.
Talcott Parsons (1902-79) fue el más prominente teórico de la sociología americana
del periodo de la posguerra. Autor prolífico, escribió sobre numerosas áreas de la
sociología empírica así como teórica. Hizo aportaciones al estudio de la familia, la
burocracia, las profesiones y la política, entre otras. Fue uno de los autores que más
contribuyó al desarrollo del funcionalismo, un enfoque teórico introducido
originalmente por Durkheim y Comte. Desde la perspectiva funcionalista, para
estudiar cualquier sociedad hay que acudir a sus diversas «partes» o instituciones
las cuales se combinan para asegurar a esa sociedad continuidad en el tiempo.
No obstante, los pensadores europeos continúan destacando en el desarrollo más
reciente de la sociología. Un enfoque que ha obtenido una especial preeminencia ha
sido el estructuralismo, el cual vincula estrechamente el análisis sociológico con el
estudio del lenguaje. El pensamiento estructuralista surgió dentro del campo de la
lingüística, y fue el antropólogo Claude Lévi-Strauss (1908- ) quien lo introdujo en las
ciencias sociales. Pero sus orígenes bien pueden remontarse a Durkheim y Marx.
Claude Lévi-Strauss
Enfoques actuales
Las principales divisiones teóricas de la sociología actual reflejan los diferentes
enfoques elaborados tiempo atrás, y los más importantes actualmente son el funcionalismo, el estructuralismo, el interaccionismo simbólico y el marxismo.
Funcionalismo
El funcionalismo, como ya dijimos, comenzó con Comte, para quien esta forma de
pensamiento estaba estrechamente ligada al planteamiento general de la sociología.
Para Durkheim, el análisis funcionalista constituía una parte central en su formulación de las tareas de la teoría y la investigación sociológica. El desarrollo del
funcionalismo moderno, sin embargo, estuvo fuertemente influenciado por el trabajo
de los antropólogos. Hasta principios de este siglo la antropología se basaba
fundamentalmente en los informes y documentos redactados por administradores
coloniales, misioneros y viajeros. La antropología del siglo XIX, era, por tanto, básicamente especulativa y estaba insuficientemente documentada. Los escritores producían libros recogiendo ejemplos de todo el mundo, sin preocuparse demasiado por
su autenticidad o por el contexto cultural del que provenían. Por ejemplo, la religión
se analizaba mediante la comparación de numerosos ejemplos de creencias y
prácticas extraídos de las más diversas culturas.
La antropología moderna data de los tiempos en que los investigadores empezaron
a encontrar insatisfactorio este enfoque y decidieron pasar largas temporadas
realizando trabajo de campo en diferentes culturas de todo el mundo. Dos pioneros
en el trabajo de campo de antropología fueron un autor británico seguidor de Durkheim, A. R. Radcliffe-Brown (1881-1955) y Bronislaw Malinowski (1884-1942), un
polaco que desarrolló gran parte de su carrera en Gran Bretaña. Malinowski escribió
algunos de los estudios antropológicos más célebres de todos los tiempos, como
resultado de su prolongada estancia en las islas Trobriand en el Pacífico. RadcliffeBrown estudió a los habitantes de las Islas Andaman, un archipiélago próximo a las
costas de Birmania.
Radcliffe-Brown y Malinowski sostienen que debemos estudiar una sociedad o una
cultura en su conjunto si queremos comprender sus principales instituciones y
explicar el comportamiento de sus miembros. Podemos estudiar las creencias y
costumbres religiosas de una sociedad, por ejemplo, analizando simplemente el
modo en que se relacionan con otras instituciones, pues las diferentes partes de una
sociedad se desarrollan en una estrecha relación mutua.
Estudiar la función de una práctica o una institución social es analizar la contribución
que esa practica o institución hace a la continuidad de la sociedad en su conjunto.
La mejor manera de entender esto es por analogía con el cuerpo humano, una
comparación que han utilizado Comte, Durkheim y otros muchos autores
funcionalistas posteriores. Para estudiar un órgano del cuerpo, como el corazón,
debemos mostrar de qué modo se relaciona con otras partes del cuerpo:
Bombeando sangre a todo el cuerpo, el corazón desempeña una función vital en la
continuación de la vida del organismo. De modo similar, analizar la función de un
elemento social implica mostrar el papel que juega en el funcionamiento de una
sociedad. Por ejemplo, según Durkheim, la religión refuerza la adhesión de las
personas a los valores sociales centrales, y por ello contribuye al mantenimiento de
la cohesión social. (Para una exposición más detallada de la teoría de la religión de
Durkheim. ver capítulo 14: «Religión».)
La versión del funcionalismo de Merton
El funcionalismo «regresó» a la sociología a través de los escritos de Talcott
Parsons y Robert K. Merton, para quienes el análisis funcionalista proporcionaba las
claves del desarrollo de la teoría y la investigación sociológicas. La versión del
funcionalismo de Merton ha sido particularmente influyente, pues ha servido para
centrar la obra de toda una generación de sociólogos americanos, aunque ha sido
utilizada en otras muchas partes. Merton elaboró una versión más sofisticada del
análisis funcionalista que la de Radcliffe-Brown o Malinowski. Al mismo tiempo, la
readaptó al estudio de las sociedades industrializadas, las cuales difieren en ciertos
aspectos básicos de las culturas simples estudiadas por los antropólogos.
Merton distingue entre funciones manifiestas y latentes. Las funciones manifiestas
son aquellas conocidas, e intencionadas, por los participantes en un tipo específico
de actividad social. Las funciones latentes son consecuencias de dicha actividad
desconocidas por los participantes (Merton, 1957). Para ilustrar esta distinción,
Merton utiliza el ejemplo de una danza de la lluvia realizada por los indios hopi de
Nuevo México. Los hopi creen que el ceremonial traerá la lluvia que necesitan para
sus cosechas (función manifiesta). Esta es la razón por la que organizan la
ceremonia y participan en ella. Pero esta danza de la lluvia, sostiene Merton
siguiendo la teoría de la religión de Durkheim, tiene también el efecto de promover la
cohesión de la sociedad (función latente). Según Merton, gran parte de la
explicación en sociología consiste en sacar a la luz las funciones latentes de las
actividades e instituciones sociales.
Merton distingue, además, entre funciones y disfunciones. Las pequeñas culturas
que estudian los antropólogos, señala, suelen estar más integradas y ser más
solidarias que las extensas sociedades industrializadas de las que se ocupa
primordialmente la sociología. Radcliffe-Brown y Malinowski podían concentrarse
única y exclusivamente en identificar las funciones, pues las culturas que analizaban
eran estables e integradas. Al estudiar el mundo actúal tenemos que ser conscientes
de las tendencias desintegrativas. El termino «disfunción» se refiere a ciertos
aspectos de la actividad social que tienden a producir cambios porque suponen una
amenaza para la cohesión social.
Buscar los aspectos disfuncionales del comportamiento social significa centrarse en
aquellos rasgos de la vida social que suponen un desafío para el orden existente.
Por ejemplo, es erróneo suponer que la religión es siempre funcional, que,
únicamente contribuye a la cohesión social. Cuando dos grupos tienen diferentes
religiones, o incluso versiones distintas de la misma religión, se pueden producir
graves conflictos sociales que pueden dar lugar a un aumento del desorden social.
Así, se han declarado muchas guerras entre comunidades religiosas, como ha sido
el caso de las luchas entre protestantes y católicos en la historia europea.
Desarrollos recientes
Durante mucho tiempo el pensamiento funcionalista fue, probablemente, la tradición
teórica más relevante en sociología, particularmente en Estados Unidos. En los
últimos años su popularidad se ha visto mermada y sus limitaciones se han hecho
evidentes, aunque sigue teniendo importantes defensores (Alexander, 1985). Si bien
no es el caso de Merton, muchos pensadores funcionalistas (Talcott Parsons es un
ejemplo) enfatizan en exceso determinados factores que favorecen la cohesión
social a expensas de aquellos que originan división y conflicto. Además, muchos
críticos comparten la idea de que el análisis funcionalista atribuye a la sociedad una
serie de cualidades que no posee. A menudo los funcionalistas hablan como si las
sociedades tuvieran «necesidades» y «objetivos», aunque estos conceptos sólo
tengan sentido cuando se aplican a los seres humanos individuales. Pensemos, por
ejemplo, en el análisis que hace Merton de la danza de la lluvia de los hopi, Merton
se refiere a ella como si una vez que hubiéramos demostrado que el ceremonial
favorece la integración de la cultura hopi habríamos explicado por qué existe
«realmente» —porque, después de todo, nosotros sabemos que la danza en sí no
trae la lluvia. Pero eso no es así realmente, a menos que pensemos que de un modo
u otro la sociedad hopi «impulsa» a sus miembros a actuar de una manera
«necesaria» para evitar su desintegración. Pero ése no es el caso, porque las
sociedades no están dotadas de voluntad o de propósito; sólo los individuos poseen
voluntad.
Estructuralismo
Al igual que el funcionalismo, el estructuralismo ha estado influido por la obra de
Durkheim, aunque el empuje básico para su desarrollo proviene de la lingüística.
La obra del lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1931) fue la primera y más
importante fuente de las ideas estructuralistas. Aunque Saussure escribió sobre el
lenguaje, las ideas que desarrolló fueron posteriormente incorporadas a numerosas
disciplinas tanto en las ciencias sociales como de las humanidades.
Con anterioridad a la obra de Saussure, el estudio del lenguaje consistía básicamente en el seguimiento de los cambios en el modo de utilizar las palabras. Según
Saussure, este procedimiento omite la característica central del lenguaje. En ningún
caso podemos identificar las características básicas —o estructuras— del lenguaje
fijándonos únicamente en las palabras que emplean las personas cuando hablan
(Saussure, 1974). El lenguaje consiste en una serie de reglas de gramática y significación que «residen detrás» de las palabras, pero que no se explicitan en ellas. Para
poner un sencillo ejemplo: en ingles añadimos normalmente «-ed» a un verbo cuando queremos señalar que nos referimos a un suceso del pasado. Esta es una de las
miles de reglas gramaticales que todo hablante de una lengua conoce y que emplea
pura construir lo que dice. Para Saussure, analizar las estructuras del lenguaje significa atender a las reglas que subyacen al habla. La mayor parte de estas reglas las
conocemos de un modo implícito; no podríamos explicar fácilmente en que consisten. La labor de la lingüística consiste, de hecho, en hacer evidente lo que sabemos
implícitamente, pero sólo a nivel de ser capaces de emplear la lengua en la práctica.
Lenguaje y significado
Saussure sostiene que el significado de las palabras deriva de las estructuras del
lenguaje, no de los objetos a los que se refieren las palabras. De un modo ingenuo
se puede pensar que el significado de la palabra «árbol» es el objeto con hojas al
que se refiere el término. Sin embargo, para Saussure esto no es así. Sabemos esto
por el hecho de que existen muchas palabras en el lenguaje que no se refieren a
nada, como «y», «pero» o «no obstante». Además, .existen palabras cargadas de
significado que se refieren a objetos míticos y que carecen totalmente de existencia
real, como «unicornio». Si el significado de una palabra no proviene del objeto al que
se refiere, ¿de dónde proviene entonces? La respuesta de Saussure es que el
significado se crea por las diferencias entre conceptos relacionados que reconocen
las reglas del lenguaje. El significado de la palabra «árbol» deriva del hecho de que
distinguimos «árbol» de «arbusto», «matorral», «bosque» y de una serie de palabras
que tienen significados parecidos, pero distintos. Los significados se crean dentro
del lenguaje, y no por referencia a los objetos del mundo real a los que nos referimos
por medio de ellos.
Estructuralismo y semiótica
Al anterior análisis Saussure añade la relevante observación según la cual no sólo
los sonidos (habla) o los signos sobre el papel (escritura) son capaces de crear
significados. Cualquier objeto que podamos distinguir sistemáticamente puede ser
utilizado para crear significados. Un ejemplo de ello es un semáforo. Utilizamos el
contraste entre verde y rojo para significar «adelante» y «deténgase» (ámbar
significa «prepárese para arrancar» o «prepárese para parar»). Véase que es la
diferencia lo que crea el significado, no los colores en sí mismos. Daría lo mismo
que utilizáramos el verde para significar «deténgase» y el rojo para significar
«adelante», siempre que fuéramos consistentes a la hora de reconocer la diferencia.
Saussure denomina semiología al estudio de los significados no lingüísticos, pero el
término más comúnmente empleado es el de semiótica.
Los estudios de semiótica pueden hacerse sobre muy distintos aspectos de la
cultura humana. Un ejemplo es el vestido y la moda. ¿Qué hace que un estilo de
vestir esté de moda en un momento dado? No se trata de la ropa en sí, pues la falda
corta puede estar de moda un año y dejar de estarlo al año siguiente. Lo que hace
que algo esté de moda es, una vez más, la diferencia entre lo que llevan aquellos
que están «en la onda» y los que no lo están. Otro ejemplo de la esfera del vestir es
la costumbre de llevar luto. En nuestra cultura demostramos que estamos de luto
vistiendo de negro. En otras culturas, por el contrario, los que están de luto visten de
blanco. Lo relevante no es el color en sí mismo, sino el hecho de que las personas
que están de luto vistan de un modo diferente del estilo normal.
El enfoque estructuralista se ha utilizado más en antropología que en sociología,
particularmente en Estados Unidos. Siguiendo la línea de Lévi-Strauss —quien
popularizó el término estructuralismo— el análisis estructuralista se ha aplicado al
estudio del parentesco, el mito, la religión y otras áreas. No obstante, numerosos
teóricos de la sociología han estado influidos por diversas nociones procedentes del
estructuralismo. Los conceptos estructuralistas se han aplicado al estudio de los
medios de comunicación (periódicos, revistas, televisión), las ideologías y la cultura
en general.
El pensamiento estructuralista presenta una serie de debilidades que limitan su
atractivo como marco teórico general en sociología. El estructuralismo nació a partir
del estudio del lenguaje, y ha demostrado ser más relevante para el análisis de
ciertos aspectos del comportamiento humano que de otros. Resulta muy útil para
estudiar la comunicación y la cultura, pero su aplicación es menor para los aspectos
más prácticos de la vida social, como son la actividad económica y política.
Interaccionismo simbólico
El interaccionismo simbólico presta mayor atención al individuo activo y creativo que
cualquier otro enfoque teórico. Desde Mead lo han aplicado otros muchos autores, y
en Estados Unidos ha sido el principal rival de la perspectiva funciona-lista. Como en
el caso del estructuralismo, el interaccionismo simbólico surge de una preocupación
por el lenguaje, pero Mead lo desarrolla en una dirección diferente.
Símbolos
Mead sostiene que es el lenguaje lo que nos hace ser seres autoconscientes —
conscientes de nuestra propia individualidad—, y la clave de ello está en los
símbolos, un símbolo es algo que representa otra cosa. Siguiendo el ejemplo
utilizado por Saussure, la palabra «árbol» es un símbolo por medio del cual
representamos el objeto árbol. Una vez que dominamos dicho concepto, dice Mead,
podemos pensar en un árbol incluso sin verlo. Hemos aprendido a pensar en los
objetos de un modo simbólico. El pensamiento simbólico nos libera de estar
limitados en nuestra experiencia a lo que vemos, oímos o sentimos.
A diferencia de la mayoría de los animales, los seres humanos viven en un rico
universo simbólico. Ello se aplica a la idea que tenemos de nosotros mismos. (Los
animales carecen de esa conciencia de sí mismos que poseen los seres humanos.)
Cada uno es consciente de sí mismo porque aprendemos a «mirarnos» a «nosotros
mismos» desde fuera, vemos como nos ven los demás. Cuando un niño empieza a
utilizar «yo» para referirse a ese objeto (él o ella) que otros llaman «tú», él o ella
están empezando a exhibir el nacimiento de la conciencia.
«Socialización y ciclo vital»
Para los interaccionistas simbólicos prácticamente toda interacción entre individuos
conlleva un intercambio de símbolos. Cuando interactuamos con los demás
buscamos constantemente «claves» que nos indiquen cuál es el tipo de
comportamiento más apropiado en ese contexto, así como sobre el modo de
interpretar las intenciones de los demás. El interaccionismo simbólico dirige nuestra
intención hacia los detalles de la interacción interpersonal y hacia el modo por el cual
esos detalles se utilizan para dar sentido a lo que dicen y hacen los demás. Por
ejemplo, supongamos que un hombre y una mujer salen juntos por primera vez. Lo
más probable es que ambos dediquen gran parte de la noche a formarse una
opinión del otro y a calibrar el modo en que puede evolucionar esa relación, si fuese
el caso. Ninguno querrá que ello resulte demasiado evidente, aunque ambos saben
que es así. Ambos se mostrarán cautelosos en su comportamiento y desearán que
el otro se cree una imagen favorable de ellos pero, aun sabiendo esto, los dos
buscarán aspectos del comportamiento del otro que desvelen sus verdaderas
opiniones. Entre ambos tiene lugar un complejo y sutil proceso de interpretación
simbólica.
Los sociólogos que han estado influidos por el interaccionismo simbólico se centran
por lo general en la interacción cara a cara en el contexto de la vida cotidiana. Erving
Goffman, ha contribuido de un modo particularmente brillante a este tipo de estudios,
introduciendo agudeza y agilidad a lo que en manos de Mead era un enfoque árido y
abstracto. A partir de Goffman y otros autores el interaccionismo simbólico ha
aportado múltiples observaciones sobre la naturaleza de nuestras acciones en el
curso de la vida social cotidiana. Una crítica que se le hace al interaccionismo
simbólico en su excesiva focalización en los fenómenos a pequeña escala. Los
interaccionistas simbólicos siempre han tenido dificultad a la hora de tratar con
estructuras y procesos a una mayor escala, precisamente aquellos fenómenos que
enfatizan las otras dos tradiciones.
Marxismo
El funcionalismo; el estructuralismo y el interaccionismo simbólico no son las únicas
tradiciones teóricas con influencia dentro de la sociología, ni tampoco esta triple
división es la única forma de clasificar los enfoques teóricos. Un tipo de enfoque de
gran importancia que fractura esta división es el marxismo. Obviamente, los
marxistas, de un modo u otro, han heredado sus ideas de Marx, pero es posible
hacer múltiples; interpretaciones de las principales ideas de Marx, y así lo
demuestran las muy diversas posiciones teóricas que han adoptado las distintas
escuelas de pensamiento marxista.
En términos generales, el marxismo puede subdividirse siguiendo las líneas de
demarcación entre las tres tradiciones teóricas antes descritas. Ya sea implícita o
abiertamente; muchos marxistas han adoptado, un enfoque funcionalista sobre el
materialismo
histórico
(Cohén,.1978).
Su
versión
del
marxismo,
difiere
sensiblemente de la de los marxistas que han estado influidos por el estructuralismo,
y el autor más célebre que ha desarrollado esta última perspectiva ha sido el francés
Louis Althusser (Althusser, 1969). Ambas versiones del pensamiento marxista
difieren del marxismo, que pone un mayor énfasis en el carácter activo y creativo del
comportamiento humano. De entre estos últimos, muy pocos autores han estado
influidos por el interaccionismo simbólico,
sí han En
adoptado
una perspectiva muy
Enfoquespero
Teóricos
Sociología
próxima a él (Fromm, 1967; Marcuse, 1968).
Auguste Comte
(1789-1857)
Emile Durkheim
(1858-1917)
Funcionalismo
Ferdinand de Saussure
(1857-1913)
Estructuralismo
Karl Marx
(1818-1883)
Marxismo
Max Weber
(1864-1920)
George Herbert
Mead
(1863-1931)
Interaccionismo
simbólico
Las líneas continuadas indican una influencia directa, y las líneas discontinuas una conexión
indirecta. No es cierto que Saussure hubiera heredado gran parte de sus ideas directamente de
Durkheim, aunque algunas de sus ideas principales se solapen. Mead no es heredero de la
ideas de Weber, pero estas –que enfatizan la naturaleza significativa y premeditada de la acción
humana- tienen afinidades con los temas que tienen interaccionismo simbólico.
En todas sus versiones el marxismo difiere de las tradiciones no marxistas en
sociología. La mayor, parte de los autores marxistas conciben el marxismo como
parte de un «paquete» de análisis sociológico y de reforma política radical. Creen
que el marxismo genera un programa de cambio político radical. Además, los marxistas ponen un mayor énfasis en las divisiones de clase, el conflicto, el poder y la
ideología que muchos de los sociólogos no marxistas, y particularmente la mayoría
de los marxistas que han estado influidos por el funcionalismo. Considero más apropiado concebir el marxismo no como un tipo de enfoque dentro de la sociología sino
como una serie de escritos que permean la sociología, superponiéndose y con frecuencia influenciándose mutuamente. La sociología no marxista y el marxismo siemDilemas teóricos
pre han existido en una relación de influencia y oposición mutua.
¿De qué modo debemos valorar estos cuatro
enfoques teóricos? Aunque todos tienen
sus
defensores acérrimos, existen zonas claras en las
que se complementan entre si. El funcionalismo, así
como la mayor parte de las versiones del marxismo,
se centran en las propiedades a gran escala de los
grupos sociales o sociedades. Su interés se orienta
hacia las «grandes preguntas», como por ejemplo, «
¿cómo se mantiene la unidad de las sociedades?»,
o
« ¿cuáles son los factores principales que provocan el cambio social?». La
interacción simbólica, por el contrario, se centra en las situaciones cara a cara de la
vida social. El estructuralismo difiere, de los demás enfoques en su interés
dominante por los rasgos culturales de la actividad social.
Por lo tanto, hasta cierto punto todas estas teorías son válidas a la hora de
enfrentarse a problemas sociológicos específicos; pero en ciertos aspectos chocan
claramente. Existen diversos dilemas teóricos básicos —puntos de controversia o
disputa constante— que se nos evidencian a través de estos choques, y algunos de
ellos conciernen a cuestiones generales relacionadas con el modo de interpretar los
asuntos humanos y las instituciones sociales. A continuación exponemos cuatro de
estos dilemas.
1. El primer dilema se plantea en relación a la acción humana y a la estructura
social. Dice lo siguiente: ¿hasta qué punto somos actores creativos que controlan
activamente las condiciones de sus vidas o por el contrario, gran parte de lo que
hacemos es el resultado de fuerzas sociales generales que escapan a nuestro
control? Esta pregunta ha producido siempre, y continúa produciendo, una división
entre los sociólogos. El interaccionismo simbólico enfatiza los componentes activos y
creativos del comportamiento humano. Los otros tres enfoques (con excepción de
algunas variantes del marxismo) resaltan la naturaleza restrictiva de las influencias
sociales sobre nuestras acciones.
2. El segundo dilema teórico concierne al consenso y al conflicto en la sociedad.
Algunas posturas dentro de la sociología —incluyendo algunas vinculadas al
funcionalismo— enfatizan el orden y la armonía inherente a las sociedades
humanas. Aquellos que adoptan esta perspectiva —como es el caso de Talcott
Parsons— conciben la continuidad y el consenso como las características más
evidentes de las sociedades, a pesar de los cambios que puedan experimentar en el
tiempo. Por el contraria, otros sociólogos —particularmente aquellos que han tenido
una fuerte influencia de Marx o Weber— acentúan la omnipresencia del conflicto
social (Collins, 1974). Para ellos las sociedades están permeadas de divisiones,
tensiones y luchas. Según ellos es una ilusión mantener la idea de que las personas
tienden a vivir amigablemente unas con otras la mayor parte del tiempo; incluso
cuando no se producen confrontaciones abiertas, sostienen, siguen existiendo
profundas divisiones de intereses que en un determinado momento pueden estallar y
dar lugar a conflictos activos.
3. Un tercer dilema no se refiere tanto a las características generales del
comportamiento humano o de las sociedades como un todo cuanto a los rasgos del
desarrollo social moderno. Concierne a las influencias decisivas que afectan a los
orígenes y a la naturaleza de las sociedades modernas, y surge de las diferencias
entre los enfoques no marxistas y los marxistas. Este dilema se resume en la
siguiente pregunta: ¿hasta qué punto el mundo moderno es producto de los factores
económicos que señaló Marx, en concreto, los mecanismos del sistema económico
capitalista? Por otro lado, ¿hasta qué punto otras influencias (factores sociales,
políticos o culturales) han contribuido a configurar el desarrollo social en la época
moderna?
4. Existe un cuarto problema teórico fundamental al que apenas se presta atención
en ninguna de las tradiciones ortodoxas de la sociología, pero que no puede
continuar ignorado. Se trata del problema de cómo incorporar una comprensión
satisfactoria del género al análisis sociológico. Todos los personajes célebres en la
historia de la teoría sociológica hasta nuestro días han sido hombres, y en sus
escritos apenas si prestaron atención alguna al hecho de que los seres humanos
están divididos en géneros (Sydie, 1987). En sus obras los individuos aparecen
como seres «neutros», «actores» abstractos, no hombres y mujeres diferenciados.
Dado que dentro de las formas establecidas de pensamiento teórico en sociología
poseemos una base muy débil sobre la que elaborar cuestiones relativas al género,
de los cuatro problemas que hemos planteado quizás sea éste el más difícil de
abordar. Uno de los dilemas teóricos principales en relación al género es el
siguiente. ¿Debemos introducir el «género» como categoría general en el
pensamiento sociológico existente? O, de modo alternativo, ¿es necesario analizar
las cuestiones relativas al género atendiendo a las influencias más concretas que
afectan al comportamiento de mujeres y hombres en diferentes contextos? En otras
palabras: ¿existe alguna característica que divida a hombres y mujeres en términos
de sus identidades y de su comportamiento social en todas las culturas? ¿O, por el
contrario, las diferencias entre los géneros se deben explicar siempre en términos de
otras diferencias que dividen a las sociedades (como las divisiones de clase)?
Cada una de estas cuestiones exige ser tratada por separado.
Estructura y acción
Una de las preocupaciones centrales en Durkheim, y en otros muchos sociólogos
posteriores, ha sido el hecho de que la sociedad a la que pertenecemos ejerce una
constricción social sobre nuestras acciones. Durkheim sostenía que la sociedad
tiene primacía sobre la persona individual. La sociedad es mucho más que la suma
de los actos individuales; cuando se analiza la estructura social se estudian las
características que poseen una «firmeza» o «solidez» comparable a las estructuras
en el entorno natural. Pensemos en una persona que se encuentra en una
habitación con varias puertas. La estructura de la habitación limita el abanico de sus
posibles actividades. La posición de las paredes y puertas, por ejemplo, define las
rutas de entrada y salida. De forma paralela, según Durkheim, la estructura social
limita nuestras actividades, marcando los límites de lo que como individuos,
podemos hacer. Es «exterior» a nosotros, al igual que las paredes de la habitación.
Este punto de vista lo expresa Durkheim en un celebre párrafo:
Cuando cumplo con mis obligaciones como hermano, marido o ciudadano y
satisfago las responsabilidades a las que me he comprometido, cumplo con
una serie de obligaciones definidas por la ley y la costumbre y que son
externas a mi mismo y a mis acciones [...]. De modo similar, el creyente
descubre tras el nacimiento, y luego desarrolla, las creencias y prácticas de
su vida religiosa; si existieran antes que el, de ello se deduciría que existen
fuera de él. El sistema de signos de empleo para expresar mis pensamientos,
el sistema monetario que utilizo para pagar mis deudas, los instrumentos
crediticios de los que me sirvo en mis relaciones comerciales, las pautas que
sigo dentro de mi profesión, etc.. Todo ello funciona independientemente del
uso que haga de él. Considerando separadamente a cada miembro de la
sociedad, las siguientes observaciones podrían aplicarse a cada uno de ellos.
(Durkheim. 19S2. pp. 50-51.)
Aunque la perspectiva de Durkheim tiene muchos adeptos también ha recibido duras
críticas. ¿Qué es la «sociedad», se preguntan los críticos, sino la suma de múltiples
acciones individuales? Si estudiamos un grupo no vemos una entidad colectiva sólo
individuos que interactúan entre sí de diversos modos. La «sociedad» es
simplemente numerosos individuos que actúan de un modo normal en sus relaciones
entre sí. Desde el punto de vista de los críticos (entre los que se incluyen la mayoría
de los sociólogos influidos por el interaccionismo simbólico), como seres humanos
tenemos razones para hacer lo que hacemos, además de vivir en un mundo social
permeado de significados culturales. Para ellos, los fenómenos sociales no son
exactamente «cosas» y dependen de los significados simbólicos que asignamos a lo
que hacemos. No somos criaturas, de la sociedad, sino que somos sus creadores.
Valoración
Lo más probable es que esta controversia no se resuelva nunca ya que ha existido
desde que los pensadores modernos trataron de explicar sistemáticamente el comportamiento humano. Además, es un debate que no se restringe a la sociología sino
que preocupa a los expertos de todas las áreas de las ciencias sociales. Cada uno •
debe decidir, después de reflexionar sobre lo que se ha dicho en este libro, sobre la
posición que considera más acertada.
Pueden exagerarse las diferencias entre ambas perspectivas. Ninguna de las dos es
absolutamente correcta, y además existen conexiones entre ellas. La perspectiva de
Durkheim es válida en ciertos aspectos. Las instituciones sociales preceden, deshecho, a cada individuo; también resulta evidente que nos imponen restricciones.
Por ejemplo, yo no he inventado el sistema monetario que existe en Gran Bretaña.
Tampoco puedo elegir emplearlo o no, si lo que quiero es disfrutar de los bienes y
servicios que se compran con el dinero. El sistema monetario, como toda institución
creada, existe independientemente de cada uno de los miembros de la sociedad y
limita las actividades de esos individuos.
Por otro lado, es ciertamente erróneo suponer que la sociedad es “externa” a los
individuos del mismo modo que el mundo físico. El mundo físico seguiría existiendo
independientemente de que sobreviviera o no algún ser humano, mientras que
carecería totalmente de sentido decir lo mismo de la sociedad. Aunque la sociedad
sea externa a cada individuo por separado, por definición no puede ser externa a
todos los individuos tomados conjuntamente.
Además, aunque lo que Durkheim llama «hechos sociales» puedan limitar nuestras
acciones, no las determinan. Uno podría decidir vivir sin dinero, estar firmemente
decidido a ello aún sabiendo las dificultades que uno encontrará para sobrevivir día
a día. Como seres humanos elegidos, no nos limitamos a responder pasivamente a
lo que ocurre a nuestro alrededor. El modo más satisfactorio de establecer un puente
de unión entre el enfoque «estructural» y el de la «acción» consiste en admitir que
todos participamos en la construcción y la reconstrucción de la estructura social en el
curso de nuestras actividades cotidianas. Por ejemplo, el hecho de que emplee el
sistema monetario contribuye en una parte mínima, aunque necesaria, a la
existencia misma de dicho sistema. Si todos, o incluso la mayoría de la gente,
decidieran en un momento dado dejar de utilizar el dinero el sistema monetario
desaparecería.
Consenso y conflicto
Resulta muy útil referirse a Durkheim para contrastar las perspectivas del consenso
y del conflicto. Para Durkheim la sociedad está constituida por una serie de partes
interdependientes. De hecho, para muchos funcionalistas la sociedad es un todo
integrado compuesto de estructuras que forman un engranaje. Esta idea concuerda
con el énfasis que pone Durkheim en el carácter restrictivo y «externo» de los
«hechos sociales». Sin embargo, la analogía que emplea no es la de las paredes de
un edificio, sino la fisiología del cuerpo.
El cuerpo está compuesto de partes especializadas (como el cerebro, el corazón, los
pulmones, el hígado, etc.), cada una de las cuales contribuye al mantenimiento de la
vida del organismo. Dichas partes actúan en armonía unas con otras; si no fuera así
la vida del organismo se vería amenazada. Lo mismo ocurre, para Durkheim (y
Parsons), con la sociedad. Pura que una sociedad perviva en el tiempo sus
instituciones especializadas (como el sistema político, la religión, la familia y el
sistema educativo) deben funcionar en armonía unas con otras. La pervivencia de
una Suciedad depende, por tanto, de la cooperación, la cual, a su vez, requiere un
consenso o acuerdo general entre sus miembros sobre una serie de valores básicos.
Los autores que se centran en el conflicto tienen un enfoque muy diferente. Los
presupuestos de los que parten se pueden esbozar tomando como ejemplo las ideas
de Marx sobre el conflicto de clases. Según Marx, las sociedades se dividen en
clases que poseen recursos desiguales. Partiendo de que existen esas marcadas
desigualdades, existirán divisiones de intereses que «pasan a formar parte» del
sistema social. Dichos conflictos de intereses estallan en un momento dado en
luchas activas entre clases, lo que puede generar procesos de Cambio radical. No
todos los que comparten esta visión dan la misma importancia que Marx a las
clases; existen otras divisiones que se consideran importantes como promotoras del
conflicto —por ejemplo; las divisiones entre grupos raciales o las facciones políticas.
Sean cuales fueren los grupos conflictivos en los que se ponga mayor énfasis, se
considera que la sociedad está esencialmente cardada de tensión —incluso el
Valoración
sistema social más estable representa un equilibrio inestable entre los grupos
antagonistas.
Como en el caso de la estructura o
no es probable que este debate te
resuelva alguna vez. Pero, también,
más, la diferencia entre la perspe
consenso y la del conflicto parece m
de lo que en realidad es. Las dos po
son totalmente incompatibles. To
sociedades
poseen
un
cierto
g
acuerdo sobre determinados valore
duda alguna, en todas ellas existe a
de conflicto.
Como regla general del análisis so
Por ejemplo, incluso en la descripción de Marx del conflicto de clases, las distintas
clases comparten ciertos intereses comunes al tiempo que existe una fuerte
oposición entre ellas. Así, los capitalistas dependen de la fuerza de trabajo para sus
empresas del mismo modo que los trabajadores dependen de ellos para la obtención
de su salario. El conflicto abierto no es constante en tales circunstancias; por el
contrario, lo que en ciertas ocasiones ambos comparten supera sus diferencias,
mientras que en otras situaciones ocurre lo contrario.
Un concepto de gran utilidad a la hora de analizar las interrelaciones entre el
conflicto y el consenso es el de ideología: los valores y las creencias que ayudan a
asegurar la posición de grupos más poderosos a expensas de los más débiles.
Poder, ideología y conflicto están siempre íntimamente ligados. Muchos de los
conflictos que surgen son acerca del poder, y ello debido a las gratificaciones que
brinda. Los que disponen de mayor poder pueden depender básicamente de la
influencia de la ideología para mantener su dominación, pero por lo general pueden
además emplear la fuerza si se considera necesario. Por ejemplo, en la época feudal
las normas aristocráticas estaban apoyadas por la idea de que una minoría había
«nacido para gobernar», pero los gobernantes aristocráticos con frecuencia acudían
al uso de la fuerza contra aquellos que osaban oponerse a su dominio.
La formación del mundo moderno
La perspectiva marxista
Las obras de Marx suponen un importante desafío para el análisis sociológico; y, de
hecho, no han pasado desapercibidas. Desde la época de Marx hasta hoy
numerosos debates sociológicos, han girado en torno a las ideas de Marx sobre el
desarrollo de las sociedades modernas. Como ya dijimos, para Marx. Las
sociedades modernas son capitalistas. El impulso motor que subyace al cambio
social en la era moderna es la presión por la constante transformación económica, la
cual es parte integrante de la producción capitalista. El capitalismo es un sistema
económico infinitamente más dinámico que cualquiera de los precedentes. Los
capitalistas compiten unos con otros para vender sus bienes a los consumidores, y
para poder sobrevivir en un mercado competitivo las compañías deben producir sus
mercancías con el menor coste posible y del modo más eficaz posible. Ello conlleva
una constante innovación tecnológica, pues el incremento de la eficacia de la
tecnología empleada en un proceso de producción determinado es una de las
formas que tienen las compañías de poder asegurarse un margen con respecto a
sus rivales.
Existen además fuertes incentivos para buscar nuevos mercados en los que vender
bienes, adquirir materias brutas a un bajo precio y hacerse con mano de obra barata.
El capitalismo, consecuentemente, y de acuerdo a Marx, es un sistema en constante
expansión que presiona por extenderse por todo el mundo. Esta es la explicación
que, a grandes rasgos, da Marx de la expansión de la industria occidental.
La interpretación de Marx de la influencia del capitalismo ha encontrado muchos
defensores, y autores marxistas posteriores han matizado considerablemente las
ideas de Marx. Por otro lado, numerosos críticos han tratado de refutar las ideas
marxistas, ofreciendo análisis alternativos de las influencias que han contribuido a la
construcción del mundo moderno. Prácticamente todos los autores admiten que el
capitalismo ha jugado un papel fundamental en la creación del mundo en el que
vivimos actualmente. Pero otros sociólogos sostienen que Marx exageró el impacto
de los factores puramente económicos en la producción de cambios y que el
capitalismo es menos central en el desarrollo social moderno de lo que suponía
Marx.
La perspectiva de Weber
Uno de los primeros y más duros críticos de Marx fue Max Weber. De hecho, se ha
llegado a decir de las obras de Weber que fueron una lucha permanente contra el
«fantasma de Marx», contra el legado intelectual que dejó Marx. La posición
alternativa que elaboró Weber continúa ejerciendo una gran influencia. Según
Weber, los factores no económicos han Jugado un papel central en el desarrollo de
las sociedades modernas. La célebre y muy controvertida obra de Weber La ética
protestante y el espíritu del capitalismo, sostiene la tesis de que los valores
religiosos —especialmente aquellos asociados con el puritanismo— fueron de una
importancia fundamental en la construcción de una actitud capitalista. Esta actitud no
surgió, como suponía Marx, de los cambios económicos en si mismos.
Las perspectivas de Weber en relación a la naturaleza de las sociedades modernas
y a las razones de la expansión de los modos de vida occidentales por todo el
mundo contrastan sustancialmente con la perspectiva de Marx. Según Weber, el
capitalismo —un modo particular de organización del sistema económico— es uno
más entre los muchos factores relevantes que contribuyeron al desarrollo social en la
época moderna. Subyaciendo a los mecanismos económicos capitalistas, y en
ciertos aspecios superándolos en importancia, se encuentra el impacto de la ciencia
y de la burocracia. La ciencia ha creado la tecnología moderna, y es de presumir que
continuará haciéndolo en una futura sociedad socialista. La burocracia es el único
modo de organizar a grandes masas de gente de un modo eficaz, y por ello es
inevitable que su expansión acompañe al crecimiento económico y político. AI
fenómeno colectivo del desarrollo de la ciencia, de la moderna tecnología y de la
burocracia
Weber
lo
denomina
racionalización.
Racionalización
significa
organización de la vida social y económica de acuerdo a los principios de la eficacia,
sobre la base del conocimiento técnico.
Evaluación
¿Qué tipo de interpretación de las sociedades modernas, la que proviene de Marx o
la que proviene de Weber es correcta? Una vez más los expertos están divididos al
respecto. El cuadro enumera algunas de las diferencias. (No debemos olvidar que
dentro de cada apartado existen variaciones, y que no todos los teóricos estarán de
acuerdo en cada uno de los puntos.)
Las diferencias entre las perspectivas de Marx y Weber iluminan numerosas áreas
de la sociología. Influyen no sólo en el modo de analizar la naturaleza de las
sociedades industrializadas, sino también en las ideas que desarrollemos sobre el
Tercer Mundo. Además, ambas perspectivas están ligadas a posiciones políticas
distintas y, por regla general, los autores de izquierdas adoptan las ideas de la parte
A y los liberales y conservadores las de la parte B. Pero los factores que influyen en
este dilema son de una naturaleza más directamente empírica que los de los
restantes dilemas. Los estudios empíricos de los estadios de desarrollo de las
sociedades modernas, así como de los países del Tercer Mundo, nos ayudan a
evaluar hasta qué punto los modelos de cambio adoptan una u otra de las dos
posiciones.
El problema del género
A) Principales Ideas Marxistas
B) Principales Ideas Weberianas
1. La dinámica principal del desarrollo, 1. La dinámica principal del desarrollo
moderno
es
la
expansión
de
los moderno es la racionalización de la
mecanismos económicos capitalistas.
2.
Las
sociedades
modernas
producción.
están 2. Las clases constituyen un tipo de
atravesadas por desigualdades de clase desigualdad entre otras —como las
que son esenciales para su propia desigualdades
naturaleza.
entre
hombres
y
mujeres— en las sociedades modernas.
3. Grandes divisiones de poder, como las 3 El poder dentro del sistema económico
que afectan a la posición diferencial del es separable de otras fuentes. Por
hombre y la mujer, derivan en última ejemplo,
instancia
de
las
las
desigualdades
hombre-
desigualdades mujer no pueden ser explicadas en-
.económicas.
términos económicos.
4. Las sociedades modernas tal y como 4. La racionalización se incrementará en
las conocemos hoy (las sociedades el futuro en todas las esferas de la vida
capitalistas) son de un tipo transicional — social. Esto explica por qué ciertas
se
supone
que
sufrirán
una sociedades como la Unión Soviética, que
reorganización radical en el futuro. El se suponen «socialistas», se asemejan
socialismo,
de
un
tipo
o
de
otro, mucho a los países occidentales. Todas
desplazará eventualmente al capitalismo. las
sociedades
modernas
son
dependientes de los mismos modos
5.
La
expansión
de
la
influencia
occidental en el mundo es principalmente
el
resultado
de
las
básicos
de
organización
social
y.
económica.
tendencias
expansionistas del sistema económico 5. El impacto mundial de Occidente
capitalista.
proviene de su control de los recursos
industriales y de su poder militar superior.
Las cuestiones relativas al género rara vez ocupan un lugar central en la obra de las
figuras principales que elaboraron el marco de la moderna sociología. Sin embargo,
los escasos pasajes en los que tocan el tema del género nos permiten al menos
especificar las líneas generales de un dilema teórico básico —aunque el escaso
material existente en sus obras no ayude ostensiblemente a resolverlo. La mejor
manera de describir este dilema es contrastar un tema que surge ocasionalmente en
los escritos de Durkheim con otro que aparece en los de Marx. En un momento del
curso de su discusión sobre el suicidio, Durkheim señala que un hombre es «casi
totalmente producto de la sociedad», mientras que una mujer es «en mucho mayor
grado producto de la naturaleza». Extendiéndose en estas observaciones, dice del
hombre: «sus gustos, aspiraciones y sentido del humor tienen mayoritariamente un
origen colectivo, mientras que los de su compañera están más directamente influidos
por su organismo. Sus necesidades son, por tanto, notablemente diferentes de las
de ella...» (Durkheim, 1952, p. 385). En otras palabras, mujeres y hombres poseen
identidades, gustos c inclinaciones diferentes porque Lis mujeres están menos
socializadas v se encuentran mas "próximas a la naturaleza” de los hombres.
Nadie aceptaría hoy día una afirmación como la anterior. La identidad femenina
depende tanto de la localización como la del hombre. Pero, con alguna modificación,
la afirmación de Durkheim representa un posible punto de vista sobre la formación y
la naturaleza del género. Este sostiene que las diferencias entre los géneros se
deben básicamente a las variaciones genéticas entre los hombres y las mujeres.
Esta perspectiva no implica necesariamente que las diferencias de género sean fundamentalmente innatas. Mas bien presume que la posición social y la identidad de la
mujer viene determinado en gran parte (como sugiere Chodorow; ver capítulo 6:
“Genero y sexualidad”) por su capacidad reproductora y por el cuidado de los hijos.
Si este punto de partida es correcto, entonces las diferencias de género están profundamente arraigadas en todas las sociedades. Las diferencias de poder entre la
mujer y el hombre reflejan el hecho de que las mujeres crían a los hijos y son las que
más se ocupan de ellos, mientras que los hombres son activos en las esferas
«públicas» de la política, el trabajo y la guerra.
La perspectiva de Marx es radicalmente contraria a la anterior. Para Marx, las
diferencias de poder y status entre la mujer y el hombre son básicamente reflejo de
otras divisiones —desde su punto de vista, divisiones de clase. De acuerdo a Marx,
en las formas primarias de la sociedad humana no existían ni divisiones de género ni
de clase. El poder de los hombres sobre las mujeres surge con la aparición de las
divisiones de clase. La mujeres se convierten en una forma de «propiedad privada»
de los hombres mediante la institución del matrimonio. Las mujeres se liberarán de
esta situación de esclavitud cuando las divisiones de clase sean abolidas. Tampoco
habrá en este caso muchos que acepten hov este análisis, pero podría resultar más
plausible si generalizásemos aún más. Las clases no son el único factor causante de
las divisiones sociales que afectan al comportamiento de hombre y mujer. Otros
factores influyentes son la etnicidad y el bagaje cultural. Por ejemplo, podríamos
argumentar que las mujeres pertenecientes a una minoría (por ejemplo, los negros
en Estados Unidos) tienen más punto en común con los hombres de esa minoría que
con las mujeres del grupo mayoritario (a saber, las mujeres blancas). O se podría
decir que las mujeres de una cultura determinada (por ejemplo, una cultura de
cazadores y recolectores) tienen más características en común con los varones de
esa cultura que con las mujeres de una sociedad industrial.
Evaluación
Las cuestiones que plantea este cuarto dilema son de una enorme importancia y
están íntimamente vinculadas con el desafío que las autoras femeninas han lanzado
contra la sociología. Nadie podría negar el hecho de que una gran parte del análisis
sociológico en el pasado ha ignorado a las mujeres o ha operado con interpretaciones de la identidad y el comportamiento femeninos que son profundamente inapropiadas. A pesar del gran número de estudios sobre la mujer que se han llevado a
cabo en sociología en los últimos veinte años aún quedan muchas áreas en las que
siguen sin estudiarse suficientemente las actividades y las preocupaciones propias
de las mujeres. Pero «introducir el estudio de la mujer en sociología» no es
propiamente lo mismo que abordar problemas de género, ya que el género trata de
las relaciones entre las identidades y el comportamiento de mujeres y hombres. Por
el momento debe quedar como una pregunta abierta hasta qué punto otros
conceptos sociológicos (clase, etnicidad, bagaje cultural, etc.) pueden ayudar a
explicar las diferencias de género o, por el contrario, hasta qué punto otras
divisiones sociales exigen ser explicadas en términos del género. Sin duda, algunas
de las principales tareas explicativas de la sociología en el futuro dependerán de que
se aborde este dilema de un modo eficaz.
Teorías
Es posible hacer una distinción entre
teóricos y teorías. En este capítulo n
ocupado
de
los
enfoques
teóricos,
orientaciones generales sobre el conten
sociología. Las teorías tienen un obj
limitado, y constituyen intentos de explica
de
condiciones
sociales
o
tipos
de
concretos. Normalmente forman parte del
investigación,
planteando
problemas
investigadores. Un ejemplo sería la teoría
de Durkheim.
En las diferentes áreas de investigación
trabajan los sociólogos se han elaborado
teorías. Algunas de ellas ofrecen un pla
preciso, y en ocasiones se presentan
matemática —aunque esto es más comen
ciencias sociales (especialmente la econ
en sociología.
Algunas teorías tratan de explicar más cosas que otras, y existen diversas opiniones
sobre hasta qué punto es deseable o útil para los sociólogos el hecho de
embarcarse en esfuerzos teóricos de muy amplio alcance. Robert Merton, por ejemplo, defiende enérgicamente la postura de que los sociólogos deberían concentrar su
atención en lo que él llama teorías de alcance medio (Merton, 1957). En lugar de
tratar de elaborar grandes sistemas teóricos (al estilo de Parsons, por ejemplo), los
sociólogos deberían ser más modestos.
Las teorías de alcance medio son lo suficientemente específicas para poder ser
contrastadas mediante la investigación empírica y lo suficientemente generales
como para cubrir un abanico de fenómenos diversos. Un ejemplo es la teoría de la
privación relativa. Esta teoría sostiene que el modo en que las personas evalúan
sus circunstancias depende de con quién se comparen a sí mismas. Así, los
sentimientos de privación no se corresponden directamente con el nivel de pobreza
material en que se encuentran los individuos. Una familia que vive en una pequeña
casa de un barrio pobre, en el que todos están más o menos en las mismas
circunstancias, probablemente se sentirá menos pobre que otra familia que viva en
una casa similar pero en un barrio en el que la mayoría de los hogares son mucho
mayores y más ricos.
Es cierto que cuanto más ambiciosa y mayor pretenda ser el alcance de una teoría
más difícil resultará su contrastación empírica. Pero no parece existir una razón
evidente por la cual el pensamiento teórico en sociología deba acotarse al «alcance
medio». Para entender por qué esto es así tomaremos como ejemplo la teoría de
Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Un ejemplo: la ética protestante
En La ética protestante (1976; publicada originalmente en 1904-05). Weber aborda
una importante cuestión: por qué el capitalismo se desarrolló exclusivamente en
Occidente. Durante quince siglos después del ocaso de la antigua Roma otras civilizaciones ocupaban una posición más destacada que Occidente en la historia mundial. Europa en concreto era un área relativamente insignificante del globo, mientras
que China, India y el Imperio Otomano en el Próximo Oriente eran todos ellos
potencias superiores. Los chinos en particular estaban a años luz de los europeos
en términos de su nivel de desarrollo tecnológico y económico. ¿Qué sucedió para
que se produjese un salto radical en el desarrollo económico de Europa a partir del
siglo XVIl?
Para responder a esta pregunta, razona Weber, debemos saber lo que diferencia a
la industria moderna de los anteriores tipos de actividad económica. Encontramos el
deseo de acumular riqueza en civilizaciones muy diferentes, y ello no es difícil de
explicar; la gente ha valorado la riqueza por las comodidades, la seguridad, el poder
y el gozo que proporciona. Desearían verse libres de necesidades y, una vez acumulada la riqueza, la emplean para vivir más cómodamente.
Si prestamos atención al desarrollo económico de Occidente, continúa Weber,
encontramos algo muy diferente. Según Weber, existía una actitud hacia la acumulación de riqueza desconocida en la historia. Esta actitud es lo que Weber llama el
espíritu del capitalismo: una serie de creencias y valores que poseían los primeros
comerciantes e industriales capitalistas. Estas personas mostraban una fuerte tendencia a acumular riqueza personal. Pero, a diferencia de los ricos de otras zonas
del mundo, ellos no tenían la intención de emplear sus riquezas acumuladas para
obtener un estilo de vida basado en el lujo. Su estilo de vida era, ciertamente,
abnegado y frugal; vivían con sobriedad y tranquilidad, rehuyendo las manifestaciones ordinarias de riqueza. Weber trata de demostrar que esta inusual combinación
de características fue de importancia vital para el temprano desarrollo económico de
Occidente. Pues a diferencia de los grupos opulentos de épocas anteriores y de
otras culturas, estos grupos no dispersaron su riqueza. Por el contrario, la
reinvirtieron en promocionar la subsiguiente expansión de las empresas que
lideraban.
El núcleo de la teoría de Weber contiene la idea de que las actitudes que se
manifestaron en el espíritu del capitalismo derivaban de la religión. La cristiandad en
general jugó su parte en la promoción de esa actitud, pero la fuerza motora esencial
provino del impacto del protestantismo —y especialmente de una variedad del
protestantismo, e! puritanismo. Los primeros capitalistas fueron en su mayoría
puritanos, y muchos de ellos suscribían las ideas calvinistas. Weber sostiene que
ciertas doctrinas calvinistas fueron la fuente directa del espíritu del capitalismo. Una
de dichas doctrinas mantenía que los seres humanos son instrumento de Dios en la
Tierra, y que reciben del Todopoderoso la exigencia de trabajar en una vocación—
una ocupación— para la máxima gloria de Dios.
Un segundo e importante aspecto del calvinismo era la noción de predestinación,
según la cual ciertos individuos predestinados se encuentran entre los «elegidos»
para aspirar al cielo en el más allá. En la doctrina original de Calvino nada de lo que
hace una persona en la tierra puede alterar el hecho de que él o ella se encuentren
entre los elegidos, ello está predeterminado por Dios. Sin embargo, esta creencia
causó tal ansiedad entre sus seguidores que tuvo que ser modificada para que los
creyentes pudiesen reconocer ciertos signos de elección. El éxito conseguido por la
dedicación a la vocación propia, representado por la prosperidad material se
convirtió en el signo principal de que una persona era realmente una de las elegidas.
Se creó un tremendo impulso hacia el éxito económico entre los grupos
influenciados por estas ideas. A esto se sumaba la necesidad del creyente de llevar
una vida regida y por la sobriedad y la frugalidad. Los puritanos consideraban el lujo
como un pecado, y, por ello, la tendencia a acumular riqueza se dio junto a un estilo
de vida severo y sin adornos. Los primeros empresarios tenían poca conciencia de
que estaban contribuyendo a que se produjesen cambios decisivos en la sociedad;
les movían, por encima de todo, motivos religiosos. Posteriormente el estilo de vida
ascético—es decir; austero— de los puritanos ha pasado a formar parte integral de
la civilización. Como señala Weber:
Los puritanos deseaban trabajar por vocación; nosotros nos vemos obligados
a ello.Cuando el ascetismo fue sacado de las celdas monásticas y llevado a la
.vida cotidiana y comenzó a dominar la moralidad mundana jugó su papel en la
construcción del enorme cosmos del orden económico moderno [...]. Desde
que el ascetismo emprendió la tarea de remodelar el mundo y de plasmar sus
ideales en el mundo los bienes materiales han obtenido un creciente y,
finalmente, un inexorable poder sobre las vidas de los hombres como nunca
antes en la historia [...]. La idea de deber contenida en la propia vocación vaga
por nuestras vidas como el fantasma de las creencias religiosas muertas.
Cuando la realización de la vocación no está directamente relacionada con los
más altos valores espirituales y culturales, o cuando, por el contrario, no se
siente simplemente como una compulsión económica, el individuo por lo
general abandona cualquier intento de justificación: Allí donde su desarrollo ha
alcanzado las más altas cotas, Estados Unidos, el deseo de riqueza, separado
de sus connotaciones éticas y religiosas, tiende a asociarse con las pasiones
puramente mundanas... (Weber, 1976, pp. 181-82.)
La teoría de Weber ha sido criticada desde distintos ángulos. Algunos argumentan,
por ejemplo, que la actitud que él llamó «el espíritu del capitalismo» se encuentra en
las primeras ciudades comerciales italianas mucho antes de que se hubiese siquiera
oído hablar del calvinismo. Otros son de la opinión de que la noción central de
«trabajar por vocación», que Weber asociaba con el protestantismo, ya existía en las
creencias católicas. Pero lo esencial de la explicación de Weber siguen aceptándolo
muchos, y la tesis que elaboró continúa siendo tan aguda y reveladora como cuando
fue formulada. Si la tesis de Weber es válida, entonces el desarrollo económico y
social moderno ha estado decisivamente influido por algo que a primera vista parece
muy distante de él; una serie de ideales religiosos.
La teoría de Weber reúne una serie de criterios de gran importancia en el
pensamiento teórico de la sociología.
1. Es contra-intuitiva: sugiere una interpretación que rompe con lo que nos dicta el
sentido común. La teoría desarrolla una perspectiva nueva sobre los temas que
trata. La mayor parte de los autores anteriores a Weber reflexionaron
insuficientemente sobré la posibilidad de que los ideales religiosos hubieran podido
jugar un papel fundamental en el origen del capitalismo.
2. La teoría no es una explicación ni puramente «estructural» ni puramente
«individual». El desarrollo temprano del capitalismo fue una consecuencia no
intencionada de aquello a lo que los negociantes puritanos aspiraban llevar una
existencia virtuosa según los designios de Dios.
3. La teoría da sentido a algo que de otro modo sería enigmático: por qué querrían
los individuos vivir frugalmente cuando estaban realizando un gran esfuerzo por
acumular riqueza.
4. La teoría viene luz sobre una serie de circunstancias más allá de aquellas que
originalmente estaba destinada a explicar. Weber remarcó que sólo trataba de
explicar los orígenes del capitalismo. No obstante, parece razonable suponer que en
otras situaciones en las que triunfó el desarrollo del capitalismo existieron otros
valores paralelos a los promulgados por los puritanos.
5. Una teoría buena no es aquella que simplemente se considera válida. Es además,
aquella que es provechosa en términos de su capacidad para generar ideas nuevas
y para estimular el trabajo de investigación. La teoría de Weber ha sido muy
satisfactoria a este respecto, y ha sido el trampolín de una enorme cantidad de
investigaciones y nuevas teorías.
Pensamiento teórico en sociología
Evaluar teorías, y especialmente los enfoques teóricos, en sociología constituye una
tarea desafiante y formidable. Los debates teóricos son por definición más abstractos que las controversias de carácter empírico. El hecho de que no exista un solo
enfoque teórico predominante en sociología podría parecer un signo de debilidad de
la disciplina. Pero ése no es el caso en absoluto. Por el contrario, la pugna entre
enfoques teóricos y teorías rivales es una expresión de la vitalidad de la empresa
sociológica. Al estudiar a los seres humanos —a nosotros mismos— la diversidad
teórica nos libra del dogmatismo. El comportamiento humano es complicado y polifacético, y sería del todo imposible que una única perspectiva teórica pudiera cubrir
todas sus facetas. La diversidad en el pensamiento teórico proporciona una rica
fuente de ideas en la que se inspira la investigación y que estimula la capacidad
imaginativa tan esencial para el progreso de los trabajos sociológicos.
Resumen
1. En sociología (y en otras ciencias sociales) existe una diversidad de enfoques
teóricos. La razón de ello no es particularmente enigmática: las disputas teóricas no
son en absoluto fáciles de resolver ni siquiera en las ciencias naturales, y en
sociología nos enfrentamos a dificultades añadidas a causa de los complejos
problemas que se plantean al someter a estudio nuestro propio comportamiento.
2. Entre las figuras más destacadas en los orígenes de la teoría sociológica se
incluyen Auguste Comte (1789-1857). Emile Durkheim (1858-1917), Karl Marx
(1818-83) y Max Weber (1864-1920). Mucha de sus ideas continúan vigentes en la
sociología actual.
3. Los principales enfoques teóricos en sociología son el funcionalismo, el
estructuralismo, el interaccionismo simbólico y el marxismo. En determinados
aspectos estos enfoques son complementarios. Sin embargo, existen también
profundas diferencias entre ellos que influyen en el modo en que los autores que
adoptan distintos enfoques abordan cuestiones teóricas.
4. Uno de los principales dilemas en sociología tiene que ver con el modo de
relacionar la acción humana con la .estructura social. ¿Somos nosotros los
creadores de la sociedad o, por el contrario, somos producto de ella? La elección
entre estas dos alternativas no es tan terrible como pudiera parecer a primera vista,
y el problema real reside en cómo relacionar estos dos aspectos de la vida social.
5. Un segundo dilema se plantea sobre si las sociedades son armoniosas y
ordenadas o si, por el contrario, están marcadas por un conflicto permanente. De
nuevo, las dos perspectivas no son totalmente excluyentes, y la cuestión reside en
mostrar cómo interrelacionan el consenso y el conflicto. Los conceptos de ideología
y poder resultan de gran utilidad en esta tarea.
6. Un tercer foco de continuos debates en sociología tiene que ver con el análisis del
desarrollo social moderno. ¿Los procesos de cambio en el mundo moderno se
deben principalmente al desarrollo económico capitalista o a otros factores,
incluyendo los factores no económicos? Las posiciones que se adopten en este
debate están influidas en parte por las ideas y actitudes políticas de los sociólogos.
7. Un cuarto dilema surge al plantearnos cómo deberíamos abordar el tema del
género en el análisis sociológico. Las feministas han lanzado un desafío a la
sociología que está empezando a dar sus frutos en relación con la investigación
empírica: actualmente se están realizando muchos más estudios sobre las
preocupaciones y las actitudes de las mujeres que anteriormente. Pero, en si
mismos, estos estudios no responden a la pregunta de cuál sería el mejor modo de
analizar el género en relación a los enfoques y conceptos existentes en la teoría
sociológica.
8. La tesis de Weber sobre la influencia del puritanismo en el desarrollo económico
moderno proporciona un útil ejemplo de lo que constituye una teoría valiosa. Las
ideas de Weber siguen siendo controvertidas, pero en múltiples aspectos su teoría
abrió un nuevo campo de estudio y estimuló la investigación subsiguiente.
Conceptos Básicos
División Del Trabajo
Interaccionismo Simbólico
Semiótica
Racionalización
Anemia
Funcionalismo
Símbolo
Privación Relativa
Concepción
Estructuralismo
Materialista De La Historia
Pensamiento Contra-Intuitivo
Marxismo
Funciones Manifiestas
Capitalismo
Funciones Latentes
Dilema Teórico
Constricción Social
Burocracia
Lecturas Complementarias
Richard J. Bernstein, The Restructurin
Social and Political Theory (Oxford: Basil B
well. 1976). un repaso de los princi
cambios que se están produciendo actualm
en los enfoques teóricos de las cie
sociales.
Anthony Giddens, Capitalism and Modern S
Theory
Press.
(Cambridge:
1971).
capitalismo
y
Cambridge
Edición
la
en
moderna
Univ
castellano
teoría
s
Barcelona, Labor. 1977. Un examen d
obras de Marx, Durkheim y Max Weber.
C. Wright Mills. The Sociological imagination (Harmondsworth: Penguin. 1979).
Edición en castellano; La imaginación sociológica, México. F.C.E.. 1974. Un análisis
clásico de los temas que debería abordar el pensamiento teórico en sociología.
Quentin Skinner (ed.), The Return of Grand Theory (Cambridge; Cambridge
University Press. 1986. Edición en castellano: El retorno de la gran teoría en las
ciencias humanas, Madrid. Alianza. 1989. Una colección de artículos sobre las
principales tradiciones teóricas.
Jonathan Turner, The Structure of Sociological Theory (Holmewood: Dorsey, 1986).
Cubre varios de los principales enfoques teóricos en sociología.
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