Parábola del hijo pródigo

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EL HIJO PRÓDIGO. AMBIENTACIÓN. En este momento nos encontramos de nuevo con el Señor. Una vez más nos brinda la oportunidad de estar junto a Él. Estamos en tiempo de Cuaresma, y es un tiempo para reflexionar sobre nuestra vida, nuestro compromiso con Él. Vamos a mirarnos por dentro y vamos a descubrir qué es lo que el Señor quiere de nosotros, Él como en la parábola del Hijo Pródigo nos está esperando con los brazos abiertos, a que vayamos con nuestras cosas buenas y menos buenas. A que le pidamos perdón al hermano y a reconocer nuestras miserias, para que Él nos las convierta en grandezas. Es tan grande el Amor de Dios, que cuando nos ve venir, ya tiene los brazos abiertos, y sin escucharnos, ya nos perdona, nos ama y sabe lo que queremos de Él, es una experiencia tan grande que quien lo ha vivido, posee el don de amar más y más cada día. EN MOMENTOS ASÍ.
En momentos así, levanto mi voz,
Levanto mi canto a Cristo.
En momentos así, levanto mi ser,
Levanto mis manos a Él.
Cuanto te amo, Dios (3) te amo. PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO (Lc 15,1­3.11­32): En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre. »Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta. “Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener
una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’”. REFLEXIÓN. Dejar la casa paterna significa mucho más que alejarse de un lugar en un momento determinado. Significa negar la realidad espiritual de nuestra pertenencia a Dios. De hecho pedir la herencia del padre es desear de algún modo un tanto sutil la muerte del padre. Tal vez, hemos tenido la experiencia de esto en algún momento de nuestra vida. Al inicio notamos que todo va de maravillas. No tenemos a nadie que nos diga lo que tenemos que hacer, contamos con los “amigos”, música, aventuras en tierras lejanas, etc. Pero puede ser que actuemos así porque no nos percatamos de que los fundamentos de nuestra vida no están en aquellos lugares lejanos, sino en nuestra casa paterna. Nosotros también somos hijos pródigos cada vez que pedimos la herencia a Dios para alejarnos del Él. Somos hijos pródigos cada vez que buscamos el amor donde no podemos encontrarlo. No es fácil recorrer el camino de la vida sin la ayuda de un Padre que nos ame, nos comprenda y nos anime. Uno de los grandes retos de la vida consiste precisamente en reconocernos pecadores delante de Dios y pedirle su perdón. Porque la parábola que nos narra el evangelio no es una simple novela entre muchas otras. Es la historia de cada una de nuestras vidas llamadas a reconciliarnos con el Padre. Él nos espera con los brazos abiertos para darnos de nuevo su amor. Y en ese amor tan grande del que hablamos al comenzar la oración, busquemos ese amor verdadero que nos regala Dios. ANAWIN
Haz de mí, un Anawin,
Hazme pobre, un Anawin,
Un Anawin, un pobre,
Haz de mí, mi Dios, un Dios. SALMO 129. DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
ORACIÓN FINAL. Ayúdame, Dios mío, por tu bondad. Perdóname por lo que no hago bien, tú sabes cómo soy. Yo sé que no miras lo que está mal, sino lo bueno que es posible. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me das sabiduría. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me dejes vagar lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Enséñame a vivir la alegría profunda de tu salvación, Hazme vibrar con espíritu generoso: entonces mi vida anunciará tu grandeza, enseñaré tus caminos a quienes están lejos, los que se alejan volverán a ti. Hazme crecer, Dios, Salvador mío, y mi lengua cantará tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera ritos sólo por cumplir, no los querrías. Lo que te ofrezco es un espíritu frágil; mi persona, un corazón quebrantado y pequeño, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a tus hijos. Haznos fuertes en tu presencia. Entonces te ofreceremos lo que somos, tenemos, vivimos y soñamos, y estarás contento. PADRE, VUELVO A TI
Querido padre, cansado vuelvo a tí,
haz que conozca el don de tu amistad;
vivir por siempre el gozo del perdón,
y en tu presencia tu fiesta celebrar.
Pongo en tus manos, mis culpas Oh Señor,
estoy seguro de que eres siempre fiel;
dame la fuerza para poder andar,
buscando en todo hacer tu voluntad.
PADRE YO BUSCO TU AMOR
PADRE, VUELVO A TI.
MIRA QUE TU HIJO SOY,
PADRE VUELVO A TI.
Lo reconozco, a veces lo olvidé,
que eres mi Padre y que a mi lado estás;
que soy tu hijo y me aceptas como soy,
sólo me pides: vive en sinceridad.
Quiero sentirte cercano a mí Señor,
oír tu voz que me habla al corazón;
sentirme libre desde tu libertad,
ser signo vivo de la fraternidad.
PADRE YO BUSCO...
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