La escuela a examen; Mariano Fernández Enguita

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FERNÁNDEZ ENGUITA, Mariano (1990) La escuela a examen. EUDEMA, Madrid
En el presente libro, el autor intenta recoger las funciones −y disfunciones− esenciales que a la escuela se
asocian actualmente. Para ello no duda en hacer hablar de la educación como proceso de socialización, por
encima del proceso de transmisión y asunción de conocimientos.
... suele designarse a la educación escolar como `socialización secundaria', frente a la `primaria' que tiene
lugar en la familia...(p. 20)
...La escuela saca su fuerza de otra peculiaridad, a saber: no sólo transmite información, conocimientos,
ideas, sino que también es un poderoso organizador de la experiencia de los alumnos. (...) Esta capacidad de
organizar la experiencia personal es la gran ventaja, desde el punto de vista de la socialización, que posee la
escuela sobre los medios de comunicación... (p. 22)
...Esta es la alternativa aquí adoptada: reconocer y analizar los conflictos y contradicciones que surcan el
espacio social global, el escenario escolar y la articulación entre ambos. Este reconocimiento debe servir
para matizar de antemano un análisis que va a estar predominantemente centrado en la dinámica
reproductiva de la escuela... (p. 26)
Alude Fernández Enguita a los patrones sociales que la escuela va inculcando en los niños y jóvenes de
manera sutil y, precisamente por ser sutil, más efectiva: la autoridad, las condiciones de trabajo que en un
futuro tendrán que acatar, las diversas características del régimen político en el que se encuentra el Estado, las
relaciones de género...
...[La escuela] es la primera organización formal y burocrática a la que accede el niño... (p. 23)
...La formación de los jóvenes para su incorporación al trabajo es, sin lugar a dudas, en la práctica, la
función más importante de la escuela... (p. 28)
...la escuela procede directamente a la inculcación de los conocimientos, valores y actitudes que favorecen la
perpetuación de la estructura política de la sociedad de la que forma parte... (p. 34)
Uno de los temas a los que el autor hace constante referencia es la igualdad de oportunidades, desde una
postura crítica hacia la meritocracia que hoy en día vive nuestra sociedad. Para ello retoma las diferencias en
el rendimiento escolar entre personas de diverso origen social, la problemática de la mujer en el ámbito
escolar, y las diversas contradicciones a las que se ve sometido el sistema educativo.
...en la misma medida en que el mercado deja de ocupar un lugar en la legitimación meritocrática de nuestra
sociedad, pasa a ocuparlo la escuela... (p. 44)
...Aunque la escuela trata a todos, al menos en principio, por igual, comprobamos que existen diferencias y se
buscan soluciones en las diversas reformas. Se trata de lograr la igualdad de oportunidades... (p. 45)
...La sociedad deja de ser culpable porque cada uno es ya responsable de su propia suerte. La imagen de la
discriminación social deja paso a la del éxito o fracaso individual y, para más señas, escolar... (p. 46)
...La práctica real de las escuelas pasa por la instauración de una competencia destructiva entre los
alumnos... El fracaso ajeno es el éxito propio y viceversa. La escuela pone todo su empeño en romper la
solidaridad grupal entre los alumnos para que cada uno de ellos se enfrente aisladamente a la institución...
(p. 111)
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...Es también en la escuela donde los excluidos aprenden a aceptar su exclusión como culpa propia... (p. 113)
...Puede afirmarse que la idea de una meritocracia social basada en la educación formal ha servido en la
misma medida para legitimar las diferencias de clase y deslegitimar las diferencias de género... (p. 132)
No escapa del análisis la situación del sistema educativo español, y la última reforma que éste ha
experimentado, haciendo referencia a la LOGSE. Sin embargo, el autor muestra en sus palabras la amargura
que le produce pensar que el cambio en la educación no logre cambiar las reglas del juego de la sociedad.
...Reformar la educación es la manera de no reformar los salarios, ni las relaciones de propiedad o la
distribución de ésta, ni la estructura de las empresas ni, en definitiva, nada que forme parte esencial del
orden establecido... (p. 173)
...Todo esto no significa que la educación no merezca o deba ser reformada, sino simplemente, que reformar
la educación no es reformar la sociedad (...) Cambiar algo para que nada cambie. Sin embargo, la reforma
de la educación no es por ello menos necesaria... (p. 175)
Podemos observar a lo largo del libro el tono crítico que destilan sus páginas.
Podemos pues afirmar que el autor afronta este estudio desde la sociología del conflicto, como queda reflejado
en el vocabulario utilizado, en la constante crítica a las estructuras capitalistas y a la sociedad de consumo, a
la referencia permanente a la explotación y a la discriminación a la que se confina a los individuos; habla
siempre de las estructuras e instituciones, sin descender al plano del individuo.
No le falta razón a Fernández Enguita cuando afirma que las desigualdades sociales no se borran en la
escuela, sino que se disfrazan de fracaso personal; que la escuela ofrece los modelos de adulto que la sociedad
acepta. Sin embargo, se olvida de la libertad personal de cada individuo, de la abundancia de escuelas
existentes en las que se prima la atención a la persona, por encima de los contenidos y de las formas.
Finalmente criticar al autor que nos presenta la problemática de la escuela, pero no hace mención alguna a las
posibles soluciones. Es necesario el análisis de las causas, de los medios y de las consecuencias, pero no
podemos quedarnos en los aspectos oscuros de dicha institución. Es necesario centrarse en la búsqueda de
caminos alternativos, desde la escuela, para evitar la exclusión, la desigualdad por cualquier motivo. Y el
principal camino para lograr el desarrollo de las capacidades de los individuos, la libertad, la independencia y
la igualdad es, sin duda, la educación.
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