La esclavitud en la historia

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La sociedad esclavista
La esclavitud es un estado social definido por la ley y las costumbres como la forma más absolutamente
involuntaria de servidumbre humana. Un esclavo se caracteriza porque su trabajo o sus servicios se obtienen
por la fuerza y su persona física es considerada como propiedad de su dueño, que dispone de él a su voluntad.
Desde los tiempos más remotos, el esclavo se definía legalmente como una mercancía que el dueño podía
vender, comprar, regalar o cambiar por una deuda, sin que el esclavo pudiera ejercer ningún derecho u
objeción personal o legal. A menudo existen diferencias étnicas entre el tratante de esclavos y el esclavo, ya
que la esclavitud suele estar basada en un fuerte prejuicio racial según el cual el grupo étnico al que pertenece
el tratante es considerado superior al de los esclavos. Es muy raro que los esclavos sean miembros del mismo
grupo étnico que el dueño, pero una de las pocas excepciones se dio en Rusia durante los siglos XVII y XVIII.
La práctica de la esclavitud data de épocas prehistóricas, aunque su institucionalización probablemente se
produjo cuando los avances agrícolas hicieron posible sociedades más organizadas en las que se necesitaban
esclavos para determinadas funciones. Para obtenerlos se conquistaban otros pueblos, algunos individuos se
vendían o lo hacían con miembros de su familia para pagar deudas pendientes, o se esclavizaba como castigo
a los delincuentes.
La esclavitud en la antigüedad
La esclavitud era una situación aceptada y a menudo esencial para la economía y la sociedad de todas las
civilizaciones antiguas. En la antigua Mesopotamia, India y China utilizaron esclavos en los hogares, en el
comercio, en la construcción a gran escala y en la agricultura. Los antiguos egipcios los utilizaron para
construir palacios reales y monumentos. Los antiguos hebreos también utilizaron esclavos, pero su religión les
obligaba a liberar a los de su misma etnia en determinadas fechas. En las civilizaciones precolombinas
(aztecas, incas y mayas) también se utilizaba a los esclavos en la agricultura y en el ejército.
En los poemas épicos de Homero, la esclavitud es el destino lógico de los prisioneros de guerra. Los filósofos
griegos no consideraban la condición de esclavo como moralmente reprobable, a pesar de que Aristóteles
proponía liberar a los esclavos fieles. En la antigua Grecia los esclavos, salvo raras excepciones, fueron
tratados con consideración. Sin embargo, los ilotas de Esparta (descendientes de un pueblo conquistado y
obligados a trabajar duramente en el campo y a luchar en los ejércitos espartanos) fueron tratados con
severidad, principalmente debido a que se encontraban en mayor número que sus gobernantes. Por lo general
los esclavos eran utilizados en el hogar, en el comercio, como trabajadores del campo y como marineros y
remeros. Cuando trabajaban en el hogar normalmente el trato que recibían era muy familiar.
La esclavitud romana difería de la griega en varios aspectos importantes. Los romanos tenían más derechos
sobre sus esclavos, incluido el legal sobre la vida y la muerte. La esclavitud también era mucho más necesaria
para la economía y el sistema social de Roma, especialmente durante el periodo del Imperio, que en la antigua
Grecia. Los romanos acomodados, que a menudo poseían grandes mansiones en la ciudad y en el campo,
dependían de gran número de esclavos para mantener sus hogares y sus propiedades agrícolas. Las conquistas
imperiales diezmaron los ejércitos romanos, de forma que se hizo necesario importar gran número de esclavos
extranjeros para que realizaran el trabajo del campo. La principal fuente de esclavos era la guerra: decenas de
miles de prisioneros de guerra fueron traídos a Roma como esclavos. Otras fuentes eran las personas convictas
de crímenes graves y los deudores, que se vendían o vendían a miembros de su familia para pagar sus deudas.
La esclavitud en la edad media
La adopción de la religión cristiana como religión oficial por el Imperio romano y su posterior difusión
durante la edad media por Europa y parte de Oriente Próximo supuso un intento de mejora de las condiciones
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de los esclavos, aunque no consiguió eliminar la práctica de la esclavitud. Después de la caída del Imperio
romano, durante las invasiones bárbaras entre los siglos V y X, la institución de la esclavitud se transformó en
un sistema generalmente menos vinculante conocido como servidumbre.
El islam en el siglo VII reconoció desde un principio la institución de la esclavitud, aunque el profeta
Mahoma exhortaba a sus seguidores que tuvieran un trato correcto para con los esclavos. En términos
generales, los esclavos de los árabes, que en su mayoría realizaban trabajos domésticos, eran tratados con
consideración.
La esclavitud en la era moderna
La exploración de las costas de África, el descubrimiento de América por los españoles en el siglo XV y su
colonización en los tres siglos siguientes impulsó de forma considerable el comercio moderno de esclavos.
Portugal, que necesitaba trabajadores para el campo, fue el primer país europeo que cubrió su demanda de
trabajo con la importación de esclavos. Los portugueses iniciaron esta práctica en 1444 y en 1460 ya
importaban cada año de 700 a 800 esclavos procedentes de diferentes puntos de la costa africana. Éstos eran
capturados por otros africanos y transportados a la costa occidental de África. Pronto España imitó esta
práctica, aunque durante más de un siglo Portugal siguió monopolizando el comercio de esclavos africanos.
Durante el siglo XV, los comerciantes árabes del norte de África enviaban esclavos de África central a
mercados de Arabia, Irán e India.
En el siglo XVI los colonizadores españoles de Centroamérica obligaron a los indígenas a cultivar la tierra.
Pero estos indígenas no estaban acostumbrados a vivir como esclavos y no podían sobrevivir en estas
condiciones, en parte debido a su falta de inmunización contra las enfermedades europeas y a las duras
condiciones de trabajo. Entonces se optó por importar a las colonias españolas esclavos africanos que se
pensaba podrían soportar mejor el trabajo forzado bajo el clima de América Latina. La llegada masiva de
esclavos a Brasil se inició en la segunda mitad del siglo XVI, pero ya en 1501 se registró la presencia de
esclavos en Santo Domingo y otras islas del Caribe. La concesión de derechos en el tráfico de esclavos fue
siempre una prerrogativa real.
A finales del siglo XVI, Inglaterra empezó a competir por el derecho a abastecer de esclavos a las colonias
españolas, detentado hasta entonces por Portugal, Francia, Holanda y Dinamarca. A continuación las propias
colonias inglesas compitieron por este mercado. En 1713 la British South Sea Company consiguió el derecho
exclusivo de suministro de esclavos a las colonias españolas.
Los primeros esclavos africanos llegaron a Jamestown (Virginia) en 1619. Estos esclavos, traídos por los
primeros corsarios ingleses, estaban sujetos a la llamada 'servidumbre limitada', una situación legal propia de
los siervos blancos, negros e indígenas, que era precursora de la esclavitud en la mayoría de las colonias
inglesas del Nuevo Mundo. Al principio el número de esclavos importados era pequeño, por lo que no pareció
necesario definir su situación legal. Sin embargo, el reconocimiento legal de la esclavitud se produjo en
Massachusetts en 1641, en Connecticut en 1650 y en Virginia en 1661, aunque estos estatutos se referían
principalmente a los esclavos fugitivos.
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Con el desarrollo en la segunda mitad del siglo XVII del sistema de plantaciones en las colonias del sur, el
número de esclavos africanos importados como trabajadores del campo aumentó considerablemente y varias
ciudades costeras del norte se convirtieron en centros de tráfico de esclavos. En las colonias del norte se solían
utilizar los esclavos en el hogar y en el comercio y en las colonias del sur (donde la agricultura en las
plantaciones era la ocupación principal) casi todos los esclavos eran utilizados para trabajar en ellas.
A medida que los esclavos africanos fueron adquiriendo una mayor relevancia en las colonias inglesas
(especialmente en el sur, donde eran considerados fundamentales para la economía y la sociedad) se hizo
necesario modificar la legislación correspondiente. En la guerra de la Independencia estadounidense
(1776−1783) ya no eran siervos sino esclavos en el más amplio sentido de la palabra con una legislación que
definía claramente su situación legal, política y social.
Los esclavos en Estados Unidos tenían algunos derechos, como el de asistencia en la vejez o en la
enfermedad, el de una instrucción religiosa limitada y el de representación y defensa legal. La costumbre
también confería a los hombres numerosos derechos (de propiedad privada, matrimonio, tiempo libre,
capacidad de contratación) y a las mujeres un trabajo en el hogar o un trabajo liviano en la plantación que, sin
embargo, el propietario no estaba obligado a respetar. En la práctica, los derechos humanos básicos a menudo
no eran respetados. En ocasiones las esclavas eran violadas repetidamente por el dueño y se dividían las
familias al vender a sus miembros a distintas plantaciones. Los malos tratos (como mutilación, marcado a
fuego, encadenado y asesinato) estaban, en teoría, regulados o prohibidos por la ley, pero hasta el siglo XIX
era muy frecuente el trato cruel hacia los esclavos.
Subasta de esclavos en Estados Unidos
Abolición de la esclavitud
Dinamarca fue el primer país europeo que abolió el comercio de esclavos en 1792, seguido de Gran Bretaña
en 1807 y de Estados Unidos en 1808. En el Congreso de Viena de 1814, Gran Bretaña intentó convencer a
otros países para que adoptaran políticas similares consiguiendo que casi todos los países europeos aprobaran
una normativa al respecto o firmaran un tratado que prohibiera este tipo de tráfico. El Tratado de Ashburton
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de 1842 entre Gran Bretaña y Estados Unidos estableció el mantenimiento por parte de ambos países de
fuerzas en la costa africana para vigilar el cumplimiento de la ley.
En 1845 la colaboración de las fuerzas navales de Inglaterra y Francia fue sustituida por el derecho mutuo de
inspección de barcos para vigilar el cumplimiento de la normativa vigente. La limitación del suministro de
esclavos condujo a una mejora de las condiciones de vida de los esclavos por parte de los dueños.
Los esclavos franceses obtuvieron la libertad en 1848 y los holandeses en 1863. La mayor parte de las nuevas
repúblicas de Suramérica aprobaron la emancipación de los esclavos en sus actas de creación. Sólo en Brasil
la esclavitud perduró hasta 1888.
En las guerras de independencia, la población negra en algunos países de la América española, se alineó
simultáneamente del lado de los patriotas criollos, pero también formaron algunos contingentes en favor de
los realistas. Así ocurrió en México, pero tanto el padre Miguel Hidalgo, como José María Morelos,
proclamaron la abolición de la esclavitud y trataron de incorporar la población de origen africano a sus filas.
En general, el proceso de abolición de la esclavitud, en los primeros años de las nuevas repúblicas, chocó con
los intereses y las exigencias de las burguesías conservadoras, reacias a su aceptación.
En España, a pesar de repetidos intentos liberales, la abolición de la esclavitud sólo fue posible tras una serie
de conflictos y tensiones especialmente en la Isla de Cuba, tras proclamarse la primera República, en 1872.
La esclavitud en el siglo XX
Un avance importante fue la celebración en 1926 de la Convención Internacional sobre la Esclavitud por parte
de la Sociedad de Naciones. En esta convención se aprobó la supresión y prohibición del comercio de
esclavos y la abolición de cualquier forma de esclavitud. Las propuestas surgidas de esta convención se
confirmaron en la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por las Naciones Unidas en 1948.
En 1951 un comité de las Naciones Unidas sobre la esclavitud informó que esta práctica estaba disminuyendo
rápidamente y que sólo quedaban vestigios en algunas partes del mundo (Mauritania fue el último país en
abolir la esclavitud en 1980). El comité informó asimismo que un gran número de personas vivían aún bajo
formas de servidumbre similares a la esclavitud. Estos tipos de servidumbre incluían la peonía, abusos
surgidos en la adopción de niños y la entrega de mujeres en matrimonio sin su consentimiento. En 1956, y por
recomendación del Comité, se celebró en Ginebra una conferencia a la que asistieron 51 países. La
conferencia decidió celebrar una convención adicional sobre abolición de la esclavitud, comercio de esclavos
e instituciones y prácticas similares a la esclavitud, que complementase la Convención de 1926. Esta nueva
convención condenó las formas de servidumbre similares a la esclavitud y estableció penalizaciones para el
comercio de esclavos.
La sociedad feudal
La sociedad feudal, o también llamada feudalismo consiste en un sistema contractual de relaciones políticas y
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militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se
caracterizó por la concesión de feudos, casi siempre en forma de tierras y trabajo, a cambio de una prestación
política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el
vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema
contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la
prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su
desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.
Orígenes
Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente pusieron también
fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios, formados con guerreros que servían
a sus caudillos por razones de honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que,
como luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos
y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con
unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia, después el rey
Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania, cedieron caballos a algunos de
sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No parece que estas tropas combatieran a caballo;
más bien tenían la posibilidad de perseguir a sus enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es
probable que se produjeran acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos.
Con total seguridad esto ocurrió en el siglo XI. Véase Orden de caballería.
Origen del sistema
Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos militarmente exigía años de práctica.
Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las
posesiones de la Iglesia. Estas tierras, denominadas 'beneficios', eran cedidas mientras durara la prestación de
los soldados. Éstos, a su vez, fueron llamados vasallos (término derivado de una palabra gaélica que
significaba sirviente). Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes carolingios se
rodeaban, se convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del
Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus propios
grupos de vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de su servicio. Algunos de los
hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y ceder sus tierras al señorío de los más
poderosos, recibiendo a cambio los beneficios feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los
vasallos de la misma forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.
Feudalismo clásico
Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es denominada feudalismo
carolingio, pero carecía aún de uno de los rasgos esenciales del feudalismo clásico desarrollado plenamente
desde el siglo X. Fue sólo hacia el año 1000 cuando el término 'feudo' comenzó a emplearse en sustitución de
'beneficio'; este cambio de términos refleja una evolución en la institución. A partir de este momento se
aceptaba de forma unánime que las tierras entregadas al vasallo eran hereditarias, con tal de que el heredero
que las recibiera fuera grato al señor y pagara un impuesto de herencia llamado 'socorro'. El vasallo no sólo
prestaba el obligado juramento de fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de homenaje al
señor feudal, el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en una
institución tanto política como militar, basada en una relación contractual entre dos personas individuales, las
cuales mantenían sus respectivos derechos sobre el feudo.
Causas de la aparición del sistema feudal
La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó esta situación; al
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contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable del colapso del Imperio
Carolingio; más bien, el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del régimen feudal. El Imperio Carolingio
se hundió porque estaba basado en la autoridad de una sola persona y no estaba dotado de instituciones lo
suficientemente desarrolladas. La desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de
anarquía: cientos de señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de
cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores
renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la dirección
de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados
feudales de cierta importancia y complejidad. Una vez que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y
emperadores lo adoptaron para fortalecer sus monarquías.
Plenitud
El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna
fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar
sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera
Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de
feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso
Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo
cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada.
Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con
el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samurai japoneses los que más
se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los shogun de la familia Ashikaga; pero las relaciones
entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.
Características
En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe
soberano bien el rey, el duque, el marqués o el conde que la recibía "de nadie sino de Dios". El príncipe cedía
los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que
prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus
feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de
las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio
exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos
caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey.
Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en
su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de
su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya
que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran
proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que
estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el
monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la
convocatoria real.
Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la
institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como su señor
feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto
quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el señor de mi señor no es mi señor"; de ahí que no se
considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor. Sin embargo, en Inglaterra,
Guillermo I el Conquistador y sus sucesores exigieron a los vasallos de sus vasallos que les prestaran
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juramento de fidelidad.
Obligaciones del vasallo
La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo
para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo
guarnecieran, en una prestación denominada 'custodia del castillo'. El señor también esperaba de sus vasallos
que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros
vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo
largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios
que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del
rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al rey salvo en tres ocasiones: en el
matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del
rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la
financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los
vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones
militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.
La carta Magna
Herencia y tutela
Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se
hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado 'socorro'. Su cuantía fue en
ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por
caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el
propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones.
Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar
su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el
control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o que la heredera se casara con un
hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores
de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso
que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por
vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que también llevaba a provocar el
interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias.
En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de
un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron
normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la
propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía
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quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Ruptura del contrato
Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular cometida por las partes podía
originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no llevaba a cabo las prestaciones exigidas, el señor podía
acusarle, en su corte, ante sus otros vasallos y si éstos encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la
facultad de confiscar su feudo, que pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo intentaba defender su
tierra, el señor podía declararle la guerra para recuperar el control del feudo confiscado. El hecho de que los
pares del vasallo le declararan culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a cumplir su
juramento y pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus pares. En el caso
contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus obligaciones, podía desafiarle esto es,
romper formalmente su confianza y declarar que no le consideraría por más tiempo como su señor, si bien
podía seguir conservando el feudo como dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en
ocasiones el señor consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar con fuertes
apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.
Autoridad real
Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además de su señorío feudal. El
renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho Romano, con su tradición de poderosos
gobernantes y de la administración territorial. La Iglesia consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia
de Dios y estaban revestidos de un derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la industria dio lugar
al desarrollo de las ciudades y a la aparición de una incipiente burguesía, la cual exigió a los príncipes que
mantuvieran la libertad y el orden necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa población
urbana también demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su riqueza. En Italia se
organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza feudal que incluso fue forzada a
residir en algunas de las urbes. Las ciudades del norte de los Alpes enviaron representantes a los consejos
reales y desarrollaron instituciones parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual
que la nobleza feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar
sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y
hacerse más independientes del servicio de sus vasallos.
Decadencia
El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces inició su
decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener las
prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium o tasas por
escudo) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez los señores tendieron a preferir el dinero,
que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más
disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de
nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra.
La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las
caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los
soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales combatieron en
unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no
hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este 'feudalismo bastardo' estaba a un
paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.
Su papel en el desarrollo político
La figura jurídica del feudo estaba contenida en el derecho consuetudinario de Europa occidental, y en
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aspectos feudales como la tutela y el matrimonio, la revertibilidad y la confiscación, continuaron en vigor
después de que la prestación militar hubiera desaparecido. En Inglaterra las posesiones feudales fueron
abolidas por ley en 1660, pero se prolongaron en algunas zonas de Europa hasta que el derecho
consuetudinario fue sustituido por el Derecho Romano, proceso concluido por Napoleón.
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