Tres figuras centrales en la historia familiar

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14 NEGOCIOS
LATERCERA Domingo 20 de octubre de 2013
“Jamás nos hemos
aproximado a nuestra
historia familiar en
términos de algún orgullo
que pueda generar alguna
forma de arrogancia”.
“Nosotros hemos
heredado un
patrimonio y la idea es
hacerlo crecer, pero al
mismo tiempo
disfrutarlo”.
“Ser Cousiño no es ni un
peso ni un orgullo. Es
una condición que viene
dada y se vive con ello
no más. Hay que
saberse la historia sí”.
“Ninguno de nosotros
estaría dispuesto a
jugarse todo por los
negocios, porque son
sólo una parte de la
vida. Mi padre nunca
los llevó a la casa”.
“Desde nuestro abuelo no
había la gran fortuna del
siglo XIX. Nos tocó vivir
como una familia más en
un Chile que crecía y se
achicaba con los vaivenes
de la economía”.
“Como socios hemos
hecho cosas buenas y
cosas malas, y siempre
hemos tenido tiempo
para dedicarle a las
cosas que nos gustan”.
Carlos Cousiño, presidente
de Viña Cousiño Macul.
Emilio Cousiño, presidente de
Arturo Cousiño, presidente de
Inversiones Cousiño Macul.
Crillón Desarrollo Inmobiliario.
La fundación que construyó un nuevo colegio en Lota
Es una de las fundaciones más antiguas
del país -fue creada en 1939- y lleva el
nombre de Adriana Cousiño, hija de Luis
Cousiño e Isidora Goyenechea. “Ella tenía un impedimento mental, probablemente un autismo, y no pudo disponer de
su patrimonio”, cuenta Carlos Cousiño.
Sus seis hermanos tomaron su herencia
y dieron forma a la entidad. En años recientes, el directorio tomó la decisión de
concentrar sus esfuerzos en Lota, a sugerencia de Carlos Figueroa, quien fue ministro de Interior del gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, bajo el cual se cerraron
definitivamente las minas de carbón en
Chile. Este año, la fundación inauguró un
nuevo colegio en la zona, en reemplazo
del que se cayó en el terremoto de 2010.
Con una matrícula de 800 alumnos de
educación básica, la idea es ampliarlo
hasta cuarto medio. Otro de sus focos
está puesto en el desarrollo de orquestas juveniles e infantiles en el lugar.
VIENE DE PAGINA 13 3
Crillón es un nombre que atraviesa la historia familiar y una marca
registrada de los Cousiño. El edificio homónimo, ubicado en Ahumada con Agustinas, donde funcionó el mítico hotel Crillón y donde
hoy opera una galería comercial y
una tienda Ripley, dio también su
nombre a la empresa inmobiliaria
del grupo.
Antes de desarrollar el paño de Macul, la familia estaba enfocada en la
construcción y renta de oficinas,
principalmente en el centro de Santiago. Tras ver el éxito de algunos
proyectos de viviendas en Macul, decidieron entrar a ese rubro. A la fecha, han desarrollado 200 hectáreas
en Macul. Donde antes había viñedos, hoy hay casas, edificios, dos colegios, comisarías, dos stripcenter, el
mall Paseo Quilín, un hipermercado
Jumbo y servicios.
En viviendas, están instalados en un
segmento alto del mercado, con precios de entre 4.500 y 8.000 UF en casas y de entre 3.500 y 3.800 UF en departamentos. Emilio, quien encabeza Crillón, indica que han hecho
inversiones considerables en esta industria y que también mantienen el
negocio de rentas, pues en el caso del
RR El liceo de Lota depende del Arzobispado de Concepción.
comercio, siguen conservando la propiedad de los terrenos.
En Macul, el próximo desafío en
este rubro es desarrollar la franja del
paño que colinda con Américo Vespucio, probablemente con oficinas e
instalaciones comerciales. Pero también están abriéndose paso en regiones. Junto al empresario Sergio
Mujica se adjudicaron la concesión
del terminal de buses de Valdivia y
miran con interés otras oportunidades que están surgiendo fuera de
Santiago.
La organización
Los negocios familiares están organizados con directorios por empresa, en los que participan los tres hermanos y asesores específicos para
determinadas materias. Cristián
Eyzaguirre Johnston, Tomás Bunster
y Pascal Marty son profesionales cercanos a ellos.
En esta dinámica, los tres Cousiño
Valdés se complementan desde sus
ámbitos de experiencia. “Nos vamos
apuntalando entre los tres. Cuando
uno presenta algo, los otros le dan la
segunda mirada y, como tenemos
debilidades múltiples, nos ayudamos a superarlas”, señala Arturo.
Los hermanos ocupan hoy tres oficinas contiguas en la viña de Macul
y, por definición, sólo abordan allí los
temas vinculados a las compañías.
“Mi padre nunca llevó los negocios a
la casa”, afirma Carlos. “La filosofía
es dejar los negocios en la oficina, que
es donde se tratan. En la casa es el
ocio”, agrega Emilio.
También coinciden en la principal
enseñanza que quieren dejarles a sus
hijos. “El legado que nos gustaría
dejar a nuestros hijos, y también hablo por mi mamá, no está en los negocios, sino en una forma de vida.
Que sepan disfrutar la vida, tener
humor, que se sepan sentar, reír, tomar y comer juntos”, resume Carlos.
Agrega que los negocios pueden ser
un obstáculo en las relaciones familiares, pero que para él y sus hermanos ha sido un “vehículo de gran
amistad”.
Pero todavía no está escrito el último capítulo de la historia empresarial de esta familia. Hoy los hermanos Cousiño Valdés están preparando un protocolo familiar que
definirá cómo las generaciones futuras pueden integrarse al negocio. Entre los tres suman diez hijos,
de entre 19 y 31 años, y cinco nietos. “La idea es involucrar a los niños y que conozcan lo que hay y que
después tomen sus decisiones”, sostiene Emilio. N
Tres figuras
centrales en la
historia familiar
L
A historia de la
familia tiene, en
su pasado, al
menos tres figuras centrales:
Matías Cousiño
y Luis Cousiño, e Isidora
Goyenechea.
El primero fue un descendiente de inmigrantes provenientes de Galicia, quien
partió sin gran fortuna en el
corretaje de animales, en
1835, y a continuación siguió
en el norte, en Chañarcillo,
donde consolidó una posición como empresario minero. Con los años, sus pasos
lo llevaron a la creación de la
Asociación de Molineros del
Sur, que buscaba abastecer
de trigo y harina a California,
en plena fiebre del oro en Estados Unidos, y luego a la
creación del primer ferrocarril chileno y del segundo en
Sudamérica.
Dotado de experiencia y de
un gran patrimonio, Matías
Cousiño incursionó después,
a mediados del sigo XIX, en
la industria del carbón, una
tarea que le demandó no sólo
capital, sino además un gran
esfuerzo tecnológico, dada la
existencia de extensos mantos minerales en el mar que
hubo que explotar de manera submarina.
Por esos años, también,
siendo senador de la República, dio origen a la actividad
vitivinícola de la familia, con
la compra de cerca de 1.000
hectáreas en Santiago, próximas a la cordillera, a María
Teresa Gandarillas. Pero no
fue él, sino su único hijo Luis,
quien proyectó el negocio,
trajo personalmente las primeras cepas desde Francia,
encargó a ingenieros franceses la edificación de las bodegas y orientó la empresa hacia vinos de calidad. Descrito como un hombre refinado
y elegante, no sólo fue uno de
los fundadores del Club Hípico, sino también quien
concibió y mandó a construir
el Palacio Cousiño, el Parque
de Lota y el Parque Cousiño
en Santiago, que a fines de los
70 se transformó en el Parque
O’Higgins.
Pero Luis Cousiño no alcanzó a ver terminada su
obra. De viaje por Perú, en
1873, falleció a los 38 años.
Fue su viuda, Isidora Goyenechea, quien terminó lo iniciado por su marido y tomó
las riendas de la familia -tuvieron siete hijos- y del, a
esas alturas, importante patrimonio empresarial.
En particular en el vino, su
influencia fue decisiva. “En
esta industria las mujeres
han desempeñado papeles
bien importantes. Es el caso
de Nicole Barbe Ponsardin,
viuda de Francois Clicquot
(quien en la época de Napoleón popularizó el champagne) o de Mathilde Perrier. Isidora Goyenechea
transformó de manera definitiva la forma de hacer vino
de Chile”, relata Carlos Cousiño. Isidora Goyenechea
falleció a los 61 años en Paris. Su hijo Luis Arturo heredó las tierras. N
RR Matías Cousiño.
RR Isidora Goyenechea.
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