LOS APRIORI Y APOSTERIORI KANTIANOS EN CONTABILIDAD.

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DOCUMENTO DE TRABAJO
(No citar).
LOS APRIORI Y APOSTERIORI:
EN EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO DE LA CONTABILIDAD.
Preparado por:
Edgar Gracia López1
Introducción.
Parte de los desarrollos de la Contabilidad se sustentan en versiones que tienen que ver
menos con razones filosóficas y de filosofía de las ciencias, y más con posturas
relacionadas con visiones que adscriben los argumentos contables a criterios
convencionales y de regulación derivada del imperio de la norma. En esta dinámica las
contradicciones se han hecho presentes identificando una problemática que tiene relación
con la racionalidad social y la científica.
En los cauces de desarrollo de la contabilidad se logran establecer dos vertientes,
claramente deslindadas, aquella que se relaciona con las posturas regulativas y otra que
ha intentado recorrer los senderos de la fundamentación científica. En el campo de la
regulación al identificar este proceso, se establece que las derivaciones obedecen a los
contenidos demandados por interpretaciones más del corte jurídico que económico. En
este sentido la contabilidad recorre los lugares de la institucionalización, la norma y el
campo de la legitimidad política marcada por la presencia de intereses disimiles y
contradictorios.
Desde el campo de los fundamentos científicos, la contabilidad ha trasegado
intentando digerir y conectar para su construcción y reconstrucción, con diversas
corrientes metodológicas inaugurándose especialmente desde el siglo XX una tendencia de
construcción teórica de la que aún—por su juventud, no se conocen los efectos. En este
plano, se inscriben desarrollos que han tenido que ver con la axiomatización, la
formalización de contenidos, el lenguaje y categorización de la ciencia contable.
Por supuesto en el plano de la ciencia son variados los matices que se asumen,
comprendiendo que con la ciencia moderna se desarrollan atributos relacionados con el
1
Miembro Académico del Centro de Investigaciones Contables, C-Cinco.
control, la comprobación y la verificación. De facto, los factores relacionados con la
medición y la concepción de la misma tomaron relevancia en la determinación y control de
los objetos del mundo. La contabilidad que no escapó de estas determinaciones también ha
pretendido la formalización de un cuerpo científico de conocimiento donde exista
coherencia entre los objeto(s), el método, los conceptos y las categorías en relación con un
saber que pretende (así parece) su clasificación desde el marco de la racionalidad
científica.
Desde luego en este escenario de la racionalidad científica, la contabilidad se
debate entre el análisis de los hechos y la síntesis de los mismos, pues como afirma el
profesor Pérez Soto, la racionalidad científica se caracteriza históricamente porque es una
racionalidad analítica y atomista y la razón moderna es muy eficiente en el análisis y es
siempre poco eficiente en la síntesis (1998: 164).
En el marco de las discusiones sobre la racionalidad científica, la estructuración de
teorías, el alcance del método, las metodologías empleadas, se encuentra la razón. Los
argumentos y desarrollo Kantianos se muestran como aquellos que en grado sumo
permiten explicar la disyunción entre subjetividad y formalismo, al parecer las dos
direcciones fundamentales que históricamente se han presentado en la interpretación de lo
a priori (SIERRA: 87).
En tal sentido se justica el objetivo de: caracterizar desde el conocimiento, los apriori y a-posteriori que posiblemente se evidencien en la construcción de las teorías
contables, permitiendo elaboraciones argumentadas sobre la naturaleza y alcance, de este
especial saber.
El Problema.
En la actualidad continúan los debates sobre la contabilidad normativa y positiva, asunto
que seguirá prevalente en las discusiones del presente siglo. Por supuesto en este debate se
generan tensiones entre quienes defienden una u otra posición de la contabilidad. En este
marco de discusiones, las vías metodológicas y metódicas sobre la construcción de las
teorías contables se han visto fuertemente implicadas y cuestionadas, tanto, que
caracteriza una especial problemática que se puede resumir como: la tensión entre lo
cognoscitivo y lo epistemológico de la contabilidad.
Desde luego, en el marco de los desarrollos positivos y normativos de la
contabilidad se descubren racionalidades a la hora de las argumentaciones, las que hablan
sobre el tipo(s) de pensamiento que acompaña actualmente a esta disciplina del
conocimiento.
Por una parte, una forma racional que prefija lo que se supone “debe ser” la
contabilidad. En este pensamiento, las hipótesis como formulaciones deductivas prefijan
los contenidos y regiones que observa y acota el saber contable. En este sentido, no se
acepta nada de la contabilidad que no obedezca a las determinaciones expuestas desde el
entendimiento. Por esta vía, la racionalidad de la disciplina—parece, se adhiere a
formalizaciones que evidencian patrones ligados a intereses de comportamiento del
sistema social, en especial de las regularidades y comportamientos del capital.
En buena medida, la racionalidad hipotético-deductiva que acompaña a la
contabilidad, evidencia sentidos e intereses adscritos principalmente a la lógica de
reproducción de las condiciones del capital, basadas en relaciones de propiedad privada.
Esta racionalidad se evidencia en la estructura lógica que asumen los modelos contables
como aplicaciones teóricas.
El modelo de contabilidad nacional, por ejemplo, expresa relaciones funcionales
entre los gastos y los ingresos, las financiaciones e inversiones, la determinación del
producto interno de la nación y la forma como se distribuyen los excedentes de
explotación; cálculos que se establecen desde objetivos que no tienen relación con posturas
derivadas desde la concepción de patrimonio social y humano. El modelo contable de
empresa igual registra deficiencias al no considerar de entrada la naturaleza y contexto de
la sociedad a la que entrega informes y resultados. En el marco de esta racionalidad—
parece, la contabilidad responde a finalidades referidas al control del dato por parte de la
economía, limitando drásticamente sus formas de representación las que en la vía de la
expresión sólo asumen una caracterización formal.
Por otra parte, una forma racional que se relaciona con la presencia de prácticas
contables en relación con las prácticas de gestión de las empresas. En este escenario, los
artefactos de la contabilidad y desde lo empírico,
intentan la construcción de
conocimientos que respondan realmente al entorno en el marco de contextos
caracterizados por el conflicto y los intereses particulares. La contabilidad desde la óptica
del control es un buen ejemplo de las múltiples intenciones que se tejen a la hora de decidir
sobre los asuntos del comportamiento de riquezas y patrimonios. En este sentido la
contabilidad política trata de aquellas prácticas contables que en relación con la gestión
apalancan la producción, distribución y consumo de riquezas y patrimonios
considerados.
En el marco de las racionalidades formales (hipotético- deductivas) y de prácticas
sociales contables (contexto y entorno) se encuentra enredada la postulación y sentido que
se le otorga a la razón y el razonar. En estos aspectos, se trata—como lo afirma Jürgen
Habermas, de litigar contra la razón misma con el objetivo de descentrar ciertos
arquetipos o estructuras conceptuales que reciben el valor exclusivo de verdad desde la
posición explicativa del entendimiento estrictamente Kantiano. Al respecto, se abre el
abanico de postulaciones entre al menos dos maneras de observar la razón: aquella que
explica la razón como exclusivamente centrada en la cabeza del sujeto y la otra manera en
relación con reconocer plenamente que la razón no está en la cabeza de los sujetos sino
fuera, es decir en la sociedad misma y manifiesta a través de las formas comunicación.
En uno u otro de los casos de la polémica emerge con fuerza el sentido otorgado a la
experiencia. En este sentido, Kant advertía de como la razón se pierde cuando se aleja de la
experiencia.
En este plano de discusiones sobre la identificación racional, emerge con fuerza el
sentido de experiencia a través del reconocimiento empírico. Al respecto es sugerente
aquella posición que afirma, “lo que quiero dar a entender con la expresión empirismo
mínimo es justamente la idea que media en el modo en que nuestro pensamiento es
responsable ante como son las cosas, si es que queremos entender tal pensamiento
precisamente como pensamiento” (McDOWELL: 1993: 18).
En el asunto de la
racionalidad, entonces, es posible identificar la necesidad de acudir a la experiencia como
una manera de establecer con meridiana claridad las intricadas relaciones que se presentan
entre las formas de representación teóricas (conceptos, categorías, enunciados) y los
contenidos empíricos (la realidad misma)
Por supuesto la racionalidad se descubre en los lenguajes y representaciones que se
asumen al explicar el mundo. De tal manera, es menester indagar en las postulaciones y
enunciados hasta ahora alcanzadas por la contabilidad, para establecer el sentido(s) bajo
los cuales se presentan las categorías y estructuras teóricas, en relación con la manera
como esta disciplina intenta dar respuesta a los problemas de la realidad.
En este plano hay necesidad de aclarar supuestos que enmarcan las explicaciones
que brinda la contabilidad como ciencia social. En el caso de la contabilidad se trata de
entender las razones de comprensión de su mundo, como paso imperioso para ubicar en
correcto la emergencia y sostenibilidad de este saber. De tal manera, se trata de entender
la realidad social como construcción, para repensar el método y la verdad, con la
posibilidad de construir conocimientos que tengan la potencia de intervenir la realidad. En
este sentido, el examen de los a- priori y a-posteriori en un buen punto de partida para
establecer la naturaleza y alcance del conocimiento científico contable, es decir lograr
identificar ¿Cómo se manifiestan los a priori y a-posteriori, en los conocimientos contable?
A Priori y A Posteriori:
El significado otorgado a un a-priori se expresa en términos de previo-a (en latín previo a)
mientras el dado a un a-posteriori se refiere como posterior-a (en latín posterior a). En otros
términos, un a priori dice de un conocimiento postulado independiente de la experiencia.
En contrario, a-posteriori refiere a conocimientos que de alguna manera derivan o tienen
relación de dependencia con la experiencia.
El examen de lo contenido y explicado como a priori o a-posteriori, conduce a
precisar asuntos relacionados con: lo temporal, el pensamiento, la experiencia, el hecho, el
conocimiento y la validez del mismo. Felipe Martínez refiriéndose a lo temporal, asegura
que se debe distinguir en la cuestión del sentido de las expresiones <comienza con> y
<procede de>. Este autor señala que es preciso aclarar el sentido de las tesis: todo nuestro
conocimiento comienza con la experiencia y no por ello todo él procede de la experiencia
(1992: 11).
De las precisiones explicativas dadas a estas dos tesis, según Martínez, se derivan
consideraciones respecto de la distinción entre los conocimientos asequibles mediante la
pura razón y los conocimientos obtenibles en relación con la experiencia. Desde este
ángulo de reflexión, emergen posiciones respecto a las construcciones que se elaboran de
acuerdo a la lógica de las razones y aquellas que se referencian desde una posición distinta
basada en las razones de la lógica (razón pura).
En un sentido aclaratorio de lo que significa a-priori y a-posteriori, D. Hume,
señala que el conocimiento de causa- efecto sólo puede proceder de la asimilación de la
experiencia y no y en ningún caso derivado del razonamiento propiciado por el a-priori.
Hume dice, oso afirmar como proposición general que no admite acepciones, que el
conocimiento de la relación causa-efecto, no es ningún caso, lograda a-priori, sino que
surge por entero de la experiencia, cuando observamos que algunos objetos particulares se
encuentran constantemente unidos a otros (ABRANNANO: 1998: 97).
Todo parece indicar que la principal acepción de lo significado como a-priori, está
ligado a la forma como se comprenda la experiencia. En términos de lo dicho, lo a-priori es
con independencia de la experiencia; pero, surge entonces la pregunta ¿qué se comprende
o que significa la noción de experiencia? Al respecto desde la noción de justificación apriori, se expresa, si la noción de experiencia es cualquier cosa que uno puede
experimentar o vivenciar, entonces la distinción entre justificaciones a-priori y a-posteriori
pierde todo valor, pues toda justificación vendría a ser posterior (ALVARADO: 2008: 99).
Si se comprende que la experiencia está ligada a <hechos> o por algunos denominados
como <hechos de experiencia>, el asunto de los a-priori es posible aclararlos y
comprenderlos de una manera complementaria a lo anteriormente dicho. Es decir, los apriori se significan independientes de la experiencia, pero no de cualquier experiencia del
sujeto que conoce, sino de aquella que se liga a la validez. En estos términos la experiencia
no es que contenga un lugar fáctico sino que contenga una legitimidad. En este sentido la
palabra conocimiento no designa un hecho, sino una legitimidad; no un factum sino un ius;
la cuestión del conocimiento como tal no es un quxaestio fact, sino un quastio iuris. La
validez o legitimidad tiene lugar no en la génesis fáctica, sino en la demostración o
fundamentación (MARTINEZ: 1992: 12).
En este plano entonces, la demostración será la que cargue el peso necesario e
indispensable para decidir lo a-priori. En principio, un conocimiento a priori no es tal que
se relacione con un conocimiento que se tiene antes de tener experiencia, sino aquel que en
su demostración no ha de entrar como premisa dato empírico alguno (MARTINEZ: 1992:
14).
Un elemento más para caracterizar los a-priori, nos lo entrega el profesor Rubén
Jaramillo en su aclaratoria desde los dos sentidos otorgados por Kant. Según el profesor
Jaramillo, son dos sentidos distintos: uno, eminentemente lógico que introduce para
caracterizar los principios de la lógica formal y el otro, en el sentido epistemológico. En su
acepción epistemológica, el concepto de a-priori en el pensamiento Kantiano tiene como
función dar razón de la universalidad y de la necesariedad de los juicios de la ciencia.
(JARAMILLO: 88). En este sentido, necesidad y universalidad estricta son, pues, señales
seguras de un conocimiento a priori. En el conocimiento humano, hay realmente juicios
necesarios y universales, en el más estricto sentido, juicios, puros a priori. Por ejemplo,
todas las proposiciones de la matemática (GARCIA: 2009: 113).
Desde luego en el sentido de los a priori y a posteriori se encierra una polémica entre
empiristas y racionalistas. Kant intenta colocarse en medio de estas dos tendencias para
posibilitar soluciones distintas a las planteadas por las dos corrientes. En el fondo, con
Kant, emerge una nueva manera o perspectiva de formular las soluciones a los problemas
que se plantean empiristas y racionalistas: esta nueva manera, parece, tiene que ver con la
precisión de la distinción entre los juicios analíticos y juicios sintéticos.
Kant no entiende por juicio el proceso psicológico de la creencia, ni tampoco la
enunciación en palabras de una creencia. Juicio es la proposición expresada en un
enunciado, el sentido de este enunciado (GARCIA: 2009: 48). Kant llama analíticos aquellos
juicios cuya verdad se funda en el principio de contradicción. Según Leibniz, estas son las
verdades eternas que se conocen a través de la razón que se apoya exclusivamente en
principios lógicos: el principio de identidad y el de no-contradicción. Para Leibniz Las
verdades de razón están contenidas necesariamente en la noción de una cosa, y se las
puede conocer, por tanto, a priori, por la mera consideración de esa noción. Las verdades
de hecho, para este autor sólo pueden conocerse a posteriori y de un modo experimental o
histórico (MARIAS J: 2002: 113). Mientras que los juicios analíticos se conocen con la razón,
los sintéticos precisan de la experiencia.
La polémica entre racionalistas y empiristas, tal vez, se centre precisamente en la
manera como se explican los hechos de que trata la ciencia. Para los racionalistas estrictos,
los juicios analíticos son elementos constitutivos de las ciencias o bases enunciativas a
partir de los cuales y por derivación se explican los fenómenos del mundo. Kant se aparta
de esta explicación racionalista, porque si bien los enunciados analíticos son necesarios y
auténticamente universales, estos en la práctica resultan triviales y por tal no pueden ser
elementos constitutivos de las ciencias. Según Kant, la lógica por sí sola no nos basta para
conocer el mundo, las relaciones lógicas entre nuestros conceptos no equivalen a todas las
relaciones reales entre las cosas (GARCIA: 2009: 49).
La distinción entre empirismo y racionalismo, nos la precisa el profesor Erasmo
Bueno cuando dice: el empirismo tiende a fundamentar el papel decisivo de los órganos
sensibles en la distinción de los objetos y fenómenos y la obtención de un conocimiento
verdadero. En el caso de la escuela racionalista tiende a privilegiar el pensamiento lógico
en la obtención del conocimiento verdadero. El racionalismo en este sentido pone el
énfasis en las posibilidades gnoseológicas del pensamiento, las reglas que satisfagan la
secuencia lógica y el manejo exacto de los conceptos en el conocimiento (2003: 9)
Por supuesto que la distinción kantiana entre juicios a priori y juicios a posteriori no
se queda sólo con la separación entre lo denominado como juicios analíticos (a priori) y
juicios sintéticos (a posteriori); precisamente su posibilidad teórica toma relevancia cuando
observa la presencia de una tercera clase de juicios. Estos nuevos juicios intermedios entre
los analíticos a priori y los sintéticos a posteriori tendrán que gozar de la universalidad y la
necesidad, pero igual tener la capacidad de ampliar el conocimiento. En este sentido serán
sintéticos a priori. Esta aclaración se especifica al afirmar: la expresión sintético a priori
parece a primera vista un oxímoron2. Si es sintético, proviene de la experiencia, es decir, es
dado mediante una intuición; es, pues, a posteriori y no tiene los caracteres de la
universalidad y la necesidad que distingue a lo a priori (GARCIA: 2009: 50).
En síntesis inicial la demarcación a priori y a posteriori han servido para designar
tres aspectos de importancia para las apreciaciones sobre la constitución de la ciencia:
[a] La distinción que va de la causa al efecto y la que en contrario va del efecto a la causa.
[b] La distinción entre los conocimientos asequibles mediante la pura razón y los
obtenibles mediante la experiencia.
[c] La distinción que debe hacerse entre lo tautológico y lo que realmente se constituye en
verdades empíricas.
Respecto de la distinción causa- efecto y efecto—causa [a], para su precisión, se retoma la
distinción aristotélica entre: lo que por una parte “es anterior y más notorio por
naturaleza” y por otra, “lo que es anterior y más conocido por nosotros”. Según Aristóteles
lo más conocido por nosotros es la sensación. En este aspecto entonces, al decir
Oxímoron: figura literaria que consiste en combinar en una misma estructura sintáctica
de las palabras o expresión de significado opuesto, que originan un nuevo sentido
(Diccionario de la Lengua Española).
2
“absolutamente conocido” el enunciado se halla más alejado de la sensación. De tal
manera, los objetos más alejados de la sensación son los universales y los más cercanos son
los singulares.
Según Alberto de Sajonia mencionado por ABBAGNANO (2007) la demostración
es doble y la precisa de la siguiente manera:
De la causa al efecto, el a priori (propter quid), en el sentido que se hace conocer la razón por
la cual el efecto es.
De los efectos a las causas, el a posteriori (quia), que se trata como una demostración
imperfecta y nos hace conocer las causas por las cuales el efecto es.
Ligado con lo anterior se explica la distinción entre conocimientos asequibles
mediante la pura razón y los obtenibles por la experiencia [b]. Al respecto una de las
primeras aclaraciones viene de Hume cuando niega que el conocimiento de la causa al
efecto, sea a priori. Según este autor, el conocimiento no surge de la razón sino de la
experiencia cuando observamos que algunos objetos particulares se encuentran
constantemente unidos unos con otros. Wolff, complementa la reflexión afirmando que lo
que aprendemos con la experiencia decimos conocerlo a posteriori, mientras que lo que es
conocido por el razonamiento decimos conocerlo a priori.
Desde la versión de Kant, a priori es el conocimiento independiente de la
experiencia, pero al respecto efectúa una observación en sentido cronológico, o sea,
independiente de la experiencia pero que no precede a la experiencia misma. Aclara Kant
que existen conocimientos a priori puros, es decir, aquellos conocimientos que además de
no depender de la experiencia están privados de todo elemento empírico.
Ejemplo. “todo cambio tiene una causa”
[es a priori, pero no es puro, porque “cambio” es un concepto que sólo puede ser obtenido
a través de la experiencia]
Un asunto importante de precisar es lo relacionado con forma y contenido, en este
sentido. En Kant, a priori no constituye un campo o un dominio aparte de conocimientos
sino la condición de todo conocimiento objetivo, es decir la forma, que en otros términos no
es en sí mismo conocimiento, sino la función que condiciona todo conocimiento sea
sensible, sea intelectual. De tal manera, el a priori es la forma como el a posteriori es el
contenido. En este sentido los juicios sintéticos a priori son posibles, en virtud de las formas a
priori de la sensibilidad y del intelecto (ABBANANO: 2007: 97).
Respecto de la distinción entre lo tautológico y las verdades empíricas [c], la
filosofía contemporánea niega por lo común la existencia de un a priori en el sentido
kantiano. En esto, Popper reconoce un sentido menos técnico al a priori sosteniendo que
toda observación corresponde a una esperanza previamente concebida que no permite a
nuestra mente presentarse jamás como tabula rasa (p.98).
Fundamentaciones a priori en Contabilidad.
En el siguiente apartado se trata de caracterizar los a priori y a posteriori que
posiblemente se evidencien en la construcción de teorías contables. Para el efecto es
importante precisar desde lo cronológico, la ruta de examen. En tal sentido se comprenden
dos periodos de la contabilidad en términos de un antes y un después.
El antes caracterizado por la presencia de escuelas que a través de sus narrativas y
prácticas contables, caracterizaron la contabilidad. La escuela personalista de cerboni,
controlista de Besta, la escuela de las cuentas, son buenos ejemplos para caracterizar este
denominado cronológicamente el antes de la contabilidad. En este periodo las narrativas y
lenguajes cumplían estrictamente el propósito de verbalizar argumentaciones sobre las
propiedades de las cosas.
Un después en la contabilidad, caracterizado por la necesidad de dotar a este
cuerpo de conocimientos de algún tipo de estatus que le permitiese al menos enarbolar
requisitos en función del cumplimiento de los cánones estipulados para lo considerado
como científico. En este después se pueden mencionar entre otros, los trabajos de
Mattessich, Ijiri y Moisés García, quienes de alguna manera intentan explicaciones de la
contabilidad desde concepciones adheridas a la ciencia moderna.
Si bien existen diversas taxonomías cronológicas para observar el desarrollo y
progreso de la contabilidad, es tal vez la presencia de lo que podemos denominar como
paradigma económico-deductivo, el punto de inflexión a partir del cual se observe con
mayor nitidez y demarcación, la presencia de factores ligados a la necesidad de
construcción científica de la contabilidad.
Tal vez no es equivoco afirmar que el primer paso para adentrar a la contabilidad
en el mundo de lo científico, se constituyó desde lo conocido como axiomatización
contable. En este aspecto, es tal vez Richard Mattessich la persona que inicia con
rigurosidad especial este entramado de enunciados axiomáticos y de postulación.
Para algunos críticos de sus desarrollos como el profesor Moisés García3, este tipo
de axiomatización formulada por Mattessich no generó nuevo conocimiento, lo único,
Moisés García, afirmó: “los de mayor alcance teórico (Mattessich, Ijiri) y por tanto los más
radicales, tratan de meter en un esquema axiomático formal el viejo cuerpo de doctrina
(axiomatización contable) y aunque este esfuerzo formalizador lleva a ciertas abstracciones
importantes (principio de dualidad) el propio objetivo limita enormemente los resultados
del empeño (1986).
3
organizar este cuerpo de conocimientos para otorgar a la contabilidad un carácter de
disciplina del conocimiento. Las formulaciones de Mattessich—en este sentido, se apoyan
en el lenguaje matemático otorgando una formulación conjuntista de los denominados
fundamentos contables. Desde las formulaciones de la matemática, entonces, procedió a la
organización de este tipo de conocimiento.
Desde luego el denominado antes en relación cronológica con un después, puede
caracterizarse como de intensa búsqueda, periodo que igual puede señalarse como de
construcción de los elementos principales de definición de la disciplina en el
adentramiento de lo conocido como científico. Este periodo de construcción que cobija
especialmente el siglo XX, encuentra su máxima expresión en la década de los cincuenta y
los primeros años del sesenta, reconocida o calificada como “edad de oro de la
investigación a priori en contabilidad”. Según Tua Pereda, se trata del florecer de un
considerable volumen de hipótesis normativas, las cuales indicaron la necesidad de la
investigación empírica. En palabras de este autor, la investigación empírica surge cuando
la mayoría de los investigadores concluyen que ya no pueden construirse más teorías
aceptables por el simple procedimiento de pensar sobre ellas (1990: 80)
En mención a la construcción científica de la contabilidad y desde una posición de
derivación de las enseñanzas kantianas—tal vez no sea equivoco afirmar que con el uso de
la axiomatización se inauguró un nuevo sentido de lo considerado como a priori en
contabilidad, en franca superación del periodo pre-científico de la misma. Esto es así, si se
considera como lo afirma el profesor Jaramillo, que el concepto de a priori tiene la función
de dar razón del carácter universal y necesario de las proposiciones de la ciencia (p.88).
Cuando se ha agotado el procedimiento de formulación de hipótesis normativas en
contabilidad lo que se declara es una insuficiencia por el examen de la experiencia que
desde la observación dice asuntos contrarios a la argumentación contable. Desde la
enseñanza de Kant, la insuficiencia de la experiencia para proporcionar un conocimiento
que no sea probable, postula una facultad a priori de conocer en la cual se encuentran los
fundamentos de la ciencia (p.88).
En el anterior sentido es posible afirmar—para el caso de la contabilidad-- con la
aceptación de la emergencia producida por la saturación de hipótesis normativas y el
adentramiento en el cumplimiento de los cánones de la ciencia (caso Mattessich), en la
práctica lo que se da es la inauguración de un siguiente periodo lógico- formal,
caracterizado como de fundamentación científica, asunto que lleva a preguntar sobre
¿Cuáles son los nuevos a priori planteados por la contabilidad?, o de si en últimas lo que
se vive en la actual contemporaneidad, es sólo la extensión del periodo apriorístico de la
misma?
En el caso de R. Mattessich, los a priori que fundamentan su teoría, en el sentido de
generalidad de la misma, se refieren a lo denominado desde la versión conjuntista como:
los valores, periodos, agentes económicos, objetos económicos asimilados a cuentas,
transactores positivos (asimilados a los negociadores que adquieren el derecho de
propiedad), transactores negativos (asimilados a los negociadores que ceden el derecho de
propiedad), entidad (GARCIA: 1999: 11).
Es posible que mediante este proceder desde la versión conjuntista, se haya
inaugurado una nueva etapa de conocimiento de la contabilidad aún no precisada en
cuanto sus alcances e impactos, sin embargo, igual es posible que los procedimientos
apuntados sólo se inscriban dentro de la corriente denominada como de filosofía analítica,
que cuando habla de los a priori lo hace, para referirse a aquellas proposiciones que no son
una descripción de la estructura del mundo. Al no tener carácter de descripción del
mundo no son juicios a posteriori. En este caso, igual es posible reconocer que se trata—
parece, de solo una variante de corte positivista, de interpretación empirista del saber con
la aplicación compleja de los métodos matemáticos.
En el anterior sentido como lo explican los partidarios del empirismo lógico, los
métodos de argumentación elaborados por las ciencias matemáticas y los métodos
experimentales de estudio del mundo, se presentaban a la reflexión filosófica como dos
vías rivales en el conocimiento de la realidad. El empirismo lógico trata de unificar esta
dicotomía, aunque ni la lógica, ni la matemática sirven para descubrir las estructuras del
mundo extralingüístico (KOLAKOWSKI: 1981: 210)
En Mattessich, el problema de la construcción teórico-científico de la
contabilidad—al menos en sus trabajos iniciales, consistió en el uso de un enfoque
fundamentalista. Esta afirmación es posible si se tiene en cuenta que este enfoque, según
Rescher: a) comienza sus tareas epistemológicas con una pequeña colección inicial de
verdades absolutas, ciertas, b) para el fundamentalista la materia de entrada son verdades
indudables, c) el inductivismo fundamentalista adopta la sistematización (típica de la
matemática) básicamente lineal del razonamiento, d) se parte de la consideración:
presumiblemente conocido, entonces debidamente sistematizable (1981). En este plano de
construcción teórica- fundamentalista en Mattessich, sólo cabe afirmar que las verdades de
entrada a la construcción del edificio teórico, consistieron en los a priori, como tales
alejados de la experiencia real, soportados en la versión de las razones determinadas por la
lógica.
Tal proceder axiomático y fundamentalista en Mattessich, le llevaría a aceptar
apriorísticamente la presencia de un sistema teórico (el sistema como dado), igual, a
aceptar sin mayor cuestionamiento las relaciones causa-efecto (a priori) y las de efectocausa (a posteriori). Esto en el sentido de adelantar razones sobre los efectos (causa-efecto, a
priori) o en el sentido de conocer las causas por las cuales se dan los efectos (efecto-causa, a
posteriori). Esto puede leerse en la formulación de los axiomas de pluralidad, doble efecto y
axioma del periodo, planteados por Mattessich.
En el axioma de pluralidad se expone que siempre existirán al menos dos objetivos
que tengan una propiedad en común. Este enunciado parte de suponer por razonamiento
a priori que efectivamente es siempre cierta la presencia de al menos dos objetivos con
propiedades comunes. Es decir sólo si, la presencia de dos objetivos para que se
determinen cabalmente las causas que identifican la pluralidad. En este axioma, se acepta
como verdad a priori que son los fines los que identifican la pluralidad y no los medios.
Desde un ángulo critico, resulta al menos no procedente aceptar que los medios sean
unidimensionales y no igualmente plurales, como puede entenderse desde la posición de
lógica de las razones.
El axioma del doble efecto, igual cae en una versión apriorística cuando se acepta de
primera mano y de manera intuitiva, que siempre se produzca un aumento en la
propiedad de un objeto, se supone una disminución del mismo grado en la propiedad de
otro. En este plano Mattessich se coloca en el sentido de las razones lógicas elementales,
desconociendo que en el plano de los efectos estos son múltiples como múltiples las
causas. En el carácter de la física teórica actual—por ejemplo, los asuntos se tratan menos
como materia de objetos y más como sistemas de relaciones complejas, asunto que al
parecer rebasa la concepción positivista de la ciencia en los términos planteados por la
física mecánica de causas y efectos.
En el axioma del periodo, el asunto no es diferente de los anteriores. Aceptar que
los sistemas circulatorios y en consecuencia los sistemas contables se dividen en periodos
de tiempo, es proponer apriorísticamente que la realidad se ajuste a los modelos
propuestos para la definición de los balances. En este aspecto Mattessich asume a priori
una convención formal-social, más que una apreciación de examen de la realidad como
una realidad estructurada desde contextos específicos de observación y actuación.
El axioma de pluralidad y doble efecto otorga piso al principio de dualidad a partir
del cual Mattessich define los conceptos de transacción, sistema de circulación de
operaciones, cuenta, entidad contable, sistema contable cerrado y abierto y operación de
,,saldar, de los cuales sólo para decir que por derivación resultan falsados o al menos de
relativo poder de verdad. En este tipo de construcciones, la materia prima de entrada al
edificio teórico se toma como verdades a priori absolutas y cuando estas no lo son, en este
sentido, es fácil suponer el derrumbe de la arquitectura teórica formulada. En un sistema
axiomático, un cambio en alguna parte se ramifica en todas partes. Toda la estructura es
afectada cuando se falsea o se quita uno de los sustratos básicos. De tal manera, si los
axiomas son falsos, las derivaciones por consecuencia también lo son.
En el examen de la riqueza—por ejemplo, se suponen aumentos y disminuciones
de la misma, más con base en el modelo como estructura formal, que como causa o
consecuencia de un sistema de relaciones socio-políticas propias de los contextos y de los
entornos de propiedad. Por ejemplo, en el modelo presupuestario postulado por
Mattessich y reflexionado por Leandro Cañibano, se puede identificar: el a priori de los
asuntos en cuanto la estructura formal del modelo, y el a posterihori en tanto se trata de los
pretendidos isoformismos entre la representación y la observación de la realidad (después
de). “una vez definida la estructura formal, basta alimentar la misma con unos datos de entrada
para poder comprobar fácilmente si los resultados son apetecibles o no. El llegar a estos se convierte
en el ejercicio de una serie de operaciones puramente mecánicas, respecto de las cuales no necesita
conocer otra cosa que los datos a manejar pero no su conexión con la realidad” (CAÑIBANO:
1976: 165).
Por supuesto al considerar la categoría riqueza, en el modelo contable aparece una
nueva dimensión de juicios que de entrada pueden caracterizarse como de naturaleza
sintética a priori. En cuanto a la forma la riqueza se constituye en el a priori necesario para
aplicar reglas de derivación en cuanto al contenido de la riqueza, el que de alguna manera
se traduce en el a posteriori, pues demarca la manera aparentemente legitima como se
valida la tenencia o propiedad de cosas y relaciones.
A manera de síntesis inicial se puede afirmar que la contabilidad en su tránsito por
la constitución de lo científico ha debido asumir precisamente referentes que en general se
identifican con las formas de validación de los cánones científicos. En este sentido, el
conocimiento de los a priori y a posteriori se constituye en un paso inicial para develar la
naturaleza de teorías que soportan la contabilidad. En estas teorías—las que manifiestan
rasgos de la racionalidad moderna, se encuentra cuestionado el método científico es decir
la razón misma. Desde el análisis de los a priori y a posteriori es posible indagar sobre el
tipo de lenguajes que han servido para la construcción de teorías contables. Igual, para
establecer la validez y legitimidad que al parecer tiene lugar menos en la génesis fáctica y
más en las demostraciones o fundamentaciones. Mediante el sencillo examen de los
axiomas empleados por Mattessich al formular su arquitectura teórica de explicación
contable, es posible encontrar que en el caso de esta región de conocimientos, las aperturas
han consistido más en formalizaciones que obedecen a razones lógicas y menos desde
categorías con contenidos histórico-lógicos, asunto que demarca posiblemente una especie
de contabilidad científica adherida fuertemente a la racionalidad matemática. En este
sentido las aperturas podrían especificarse desde los a posteriori como asunto derivado
del pleno conocimiento de lo significado como experiencia. ¿Contabilidad empírica? o
¿Contabilidad experencial?
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