comentario lingüístico - Colegio Sagrada Familia Siervas de San José

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SAGRADA FAMILIA
SIERVAS DE SAN JOSÉ
Departamento de Letras
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Resucitar
MANUEL VICENT 01/03/2009
Si es cierto, como lo es, que todo el tiempo que ya hemos vivido es el que ya hemos muerto, cualquier
experiencia que nos devuelva al pasado hay que tomarla como una forma de resurrección. Basta con hojear
el álbum de fotos. Ese niño con el caballo de cartón, esa chica de la bicicleta, el chaval que aparece con los
amigos en un parque, la adolescente con el primer carmín en los labios, el barbudo con la trenca apoyado
en el pretil del Sena en París, todas esas criaturas sucesivas que fuimos una vez, ya se las ha tragado la
vida. Pertenecen al reino de los muertos. Por fortuna seguimos vivos, porque vivir no es sino flotar cada día
en la superficie de nuestro propio abismo. Esta teoría tiene una aplicación práctica.
Profetas de toda índole coinciden en diagnosticar la extrema gravedad de la actual crisis económica, pero
a la hora de pronosticar qué va a ser de nosotros no se ponen de acuerdo. Los oráculos más pesimistas
indican que esta recesión nos va a retrotraer al nivel de vida del final de la posguerra; los más optimistas
confían en que podremos vivir como lo hacíamos veinte años atrás. En todo caso, si esto es así, sucederá
un hecho feliz: con el regreso al pasado este colapso económico nos va a hacer más jóvenes. El
constructor, hoy arruinado, volverá a ser de nuevo aquel barbudo de la trenca con un libro de Sartre en la
mano; la chica de amianto abrazada a un motero macarra recuperará la falda de flores y la bicicleta con la
que iba a la playa; el ejecutivo de una multinacional en quiebra será otra vez un simple oficinista con la
bufanda de felpa cruzada en el pecho; el progresista gastrónomo que adora el faisán lo cambiará por el
pollo de Carpanta; el contertulio de la caverna que suelta soflamas incendiarias contra la izquierda
recobrará el perfil de leninista sectario de hace unos años. La crisis nos dará la oportunidad de resucitar
cada cual en su edad de oro. Bastará con abrir el álbum de fotos y uno podrá elegir a su antojo ser de
nuevo el joven que luchaba por cambiar el mundo, o el que todavía creía en Dios, o el que aun no tenía
tripa, o el que se arriesgaba por los demás, o el que soñaba con las estrellas compartiendo con su amante
un bocadillo de sardinas. [...]
1.
Resumen del texto
Cuando recordamos los tiempos del pasado, es como si resucitáramos. Así que la actual crisis
económica, que va a hacer que vivamos como si hubiéramos retrocedido en el tiempo treinta años atrás,
nos va permitir que resucitemos o que recordemos aquello que fuimos y que ya sólo permanece en nuestra
memoria.
2.
Comentario crítico del texto:
2.1 Ideas que expresa el autor, tesis que defiende, argumentos que utiliza, importancia y actualidad de esas
ideas. Conclusión y opinión personal sobre el texto
El autor de este artículo periodístico, el novelista y periodista Manuel Vicent, parte de una idea casi
filosófica: volver al pasado, a los tiempos que ya hemos vivido, es como resucitar. No pretende Manuel
Vicent defender ninguna tesis, ya que no nos encontramos ante un texto expositivo-argumentativo, sino que
lo que presenta son emociones y sentimientos expresados con su peculiar estilo.
Sostiene el autor que la crisis económica en la que nos encontramos inmersos, pese a lo que vaticinen
los más pesimistas o a lo que anuncien los más optimistas, nos va a hacer “más jóvenes”. Regresaremos a
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los tiempos en que éramos, como diría García Márquez, “felices e indocumentados”. Los ejemplos que
aduce (el constructor, antes enriquecido, ahora arruinado; el ejecutivo agresivo, ahora en quiebra; el
progresista gastrónomo, ahora famélico) señalan a personajes venidos a menos, que no tendrán más
remedio que resignarse a repetir los tiempos más modestos de hace años; a tiempos que Vicent presume,
pese a todo, más felices por la ilusión que siempre el joven siente ante su futuro, a pesar de las dificultades
y obstáculos.
El escritor expone una reflexión de carácter sentimental, acude al saber universal y a la experiencia de
todos sobre el paso del tiempo y el sentido de la vida. Cabría deducir que la actual crisis nos hará tan
pobres como éramos antes. El autor lo ve desde un punto de vista positivo: la crisis nos rejuvenecerá.
Vicent aborda un tema de candente actualidad: la crisis, de la que oímos hablar todos los días en los
periódicos. Lo que ocurre es que, en vez de escribir un artículo de tema social, político o económico, escribe
un texto literario y expone las ideas desde un punto de vista subjetivo, envuelto en nostalgia y melancolía, al
ser consciente del paso del tiempo y de las ilusiones perdidas de la juventud.
Se trata de un texto brillante, como muchos de los artículos de Vicent, teñido de nostalgia y que incita al
lector a que reflexione sobre su propia experiencia vital y sus recuerdos y sobre cómo le afectará, o cómo le
está afectando a él la crisis de la que tanto se habla.
2.2 Claridad expositiva, léxico y recursos expresivos
Manuel Vicent expone estas particulares ideas con gran claridad, siguiendo un orden sencillo. En el
primer párrafo parte de una idea general, una especie de máxima filosófica: el retorno al pasado, a lo que
una vez fuimos, es una manera de resucitar. En cambio, en el segundo párrafo, se centra en un aspecto
más concreto, de esa “aplicación práctica” que menciona el autor: la actual crisis económica. Del pasado, de
lo que fuimos, al futuro: lo que será de nosotros, lo que se nos viene encima con la tan anunciada época de
penurias.
En cuanto a la sintaxis, alterna la más culta (“Si es cierto, como lo es, que todo el tiempo que ya hemos
vivido es el que ya hemos muerto, cualquier experiencia que…”) con la más sencilla, basada en oraciones
simples y lapidarias: “Basta con hojear el álbum de fotos”, “Pertenecen al reino de los muertos”). A veces se
reparte el período sintáctico con paralelismos: “Los oráculos más pesimistas…”; “los más optimistas…”. Y
otras veces se alarga con el recurso del polisíndeton:”…el joven que luchaba por cambiar el mundo, o el que
se arriesgaba por los demás, o el que…”.
El vocabulario es un vocabulario sencillo que alude a elementos costumbristas, cotidianos, pero que
adquiere un marcado valor connotativo de nostalgia y melancolía: caballo de cartón, bicicleta, parque,
amigos, carmín, trenca, París. Estas sencillas palabras marcan la historia sentimental de una persona:
desde su infancia y juventud, hasta su madurez. Éste es un rasgo peculiar del estilo de Manuel Vicent:
trazar emociones a partir de realidades cotidianas, familiares al lector.
Señala el novelista que todo lo que una vez fuimos, “todas esas criaturas sucesivas…ya se las ha
tragado la vida”, con una violenta metáfora que expresa el efecto destructor del paso del tiempo. Es una
especie de “ubi sunt” nostálgico. El tono sentencioso y casi metafísico del texto es visible en expresiones
como “lo es”, “basta con…”, “vivir no es sino…”.
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Son frecuentes las metáforas de tono dramático: “reino de los muertos”, “nuestro propio abismo”. Un
lenguaje literario sencillo pero dramático y melancólico. Los cultismos como “colapso, recesión, soflamas”,
contrastan con expresiones coloquiales como “macarra”. Y abundan los verbos en fututo (“sucederá”
“recuperará”) que expresan lo que ha de suceder con la recesión. En la segunda parte del texto se
recuperan expresiones ya utilizadas y se añaden variaciones: el barbudo de trenca y libro de Sartre en la
mano (que representa el espíritu del mayo del 68) es “el joven que luchaba por cambiar el mundo”; la chica
de amianto (metonimia) “recuperará la falda de flores”; el progre gastrónomo se tendrá que conformar con el
“pollo de Carpanta”, popular personaje de los tebeos de los años 60 y 70. Encontramos también
expresiones humorísticas cotidianas, como “el que aún no tenía tripa” o “bocadillo de sardinas”. Vicent
siempre utiliza este recurso en sus artículos: la expresión de sentimientos a través de la utilización de
elementos cotidianos, reconocibles para quien vivió esos tiempos.
Por último señalaremos el recurso de la adjetivación expresiva: “leninista sectario”, “soflamas
incendiarias” y las alusiones literarias (“Edad de Oro”: la juventud).
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