Violencia familiar y alcohol

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Violencia familiar y alcohol
Conceptos y recomendaciones para profesionales
Que atienden a víctimas y agresores
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Proyecto financiado por la Iniciativa Daphne de la Comisión Europea
Gudrun Wiborg
José-Manuel Alonso
Pilar Fornes
Asun VAl
IFT-Nord, Institute for Therapy and Health Research
Düsternbrooker Weg 2
24103 Kiel
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F: +34 - 93 - 244 05 73
[email protected]
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ÍNDICE
Prólogo
Capítulo 1. Introducción al fenómeno de la violencia familiar
1.1.Mitos y creencias erróneas sobre la violencia familiar
1.2.Tipos de violencia familiar
1.3.La dinámica de la violencia familiar
1.4.Consecuencias de la violencia familiar
1.5.Algunos datos de España y Alemania sobre la violencia familiar
1.6.El papel del alcohol: ¿causa de violencia familiar o tan sólo factor desencadenante?
Capítulo 2. El estudio en Alemania y España: aspectos metodológicos y algunos
resultados
2.1. Desarrollo del cuestionario
2.2. Características de las muestras
2.3. Resultados del estudio en Alemania y España
Capítulo 3. Recomendaciones y ejemplos de buenas prácticas para la intervención en la
violencia familiar relacionada con el abuso de alcohol
3.1. Recomendaciones para las instituciones
3.2. Recomendaciones en la intervención con víctimas y agresores
3.3. Buenas prácticas para la prevención de la violencia familiar
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Prólogo
Este documento, fruto de un proyecto financiado por la Iniciativa Daphne de la Unión Europea,
está basado principalmente en un estudio realizado en España (Catalunya) y Alemania (SchleswigHolstein) durante el año 1999, así como en la revisión de investigaciones internacionales recientes
sobre el tema.
El objetivo del estudio era la valoración de diversos aspectos de la violencia familiar asociada al
alcohol, sus posibles causas y factores desencadenantes, así como conocer ejemplos de buenas
prácticas en la prevención e intervención. El grupo diana más importante del estudio estuvo
formado por profesionales provenientes de diversos ámbitos de trabajo con víctimas, agresores,
familias y parejas. Para el estudio se pidió la colaboración de una amplia selección de
profesionales provenientes del ámbito legal, policial, sanitario y social.
En el primer capítulo se presenta una introducción general al fenómeno de la violencia familiar, y
una discusión sobre el papel del alcohol en la violencia familiar.
El capítulo segundo se dedica a nuestra investigación llevada a cabo en Alemania y España y a
la presentación de los principales resultados.
Eln el tercer capítulo se proporcionan recomendaciones generales y ejemplos de buenas
prácticas en el trabajo con víctimas y agresores.
Agradecemos la colaboración y la gran ayuda de los/las trabajadores sociales, profesionales de
las centros de atención a mujeres y de los centros de tratamiento de alcoholismo, psicólogos/as,
médicos, psicoterapeutas, enfermeras, pedagogos/as y agentes de policía. También a los
responsables técnicos de los servicios que facilitaron tanto la participación de esos profesionales,
como documentación respecto a la temática. Asimismo este proyecto no hubiera sido posible sin la
asistencia en la traducción y corrección de textos de Alícia Molins (ABS).
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1. Introducción al fenómeno de la violencia familiar
La violencia familiar es una forma de violencia estructural, pues para que ocurra es necesario
un cierto nivel de aceptación y tolerancia social (apoyada por la cultura, el derecho, la ideología...)
hacia esa violencia. La violencia familiar está asociada con variables como el género y la edad de
las víctimas, pues los más vulnerables son las mujeres, los niños y adolescentes y las personas
mayores. Los comportamientos abusivos pueden ocurrir en todo tipo de relaciones. Respecto al
debate sobre si los hombres son también víctimas de la violencia familiar, no hay duda de que
existen mujeres que pueden llegar a ejercer conductas violentas dentro de la familia; pero ha
quedado demostrado, según apunta Gelles (1997) que en la mayoría de éstos casos, las mujeres
actúan como reacción a la violencia provocada por los agresores. Aproximadamente el 90% de las
víctimas de violencia entre las parejas son mujeres.
El Consejo de Europa define la violencia familiar como:
”Todo acto u omisión sobrevenido en el marco familiar por obras de uno de sus componentes que
atente contra la vida, la integridad corporal o psíquica, o la libertad de otro componente de la
misma familia, o que amenace gravemente el desarrollo de su personalidad” (Consejo de Europa,
1987)
Por lo que se desprende de esta definición, la conducta violenta no se limita a los ataques físicos,
sino que incluye el abuso psicológico.
En este documento, solamente hacemos referencia a la viole ncia familiar ejercida
por hombres contra sus parejas femeninas y/o sus hijos/as. Llamamos a estos
hombres violentos agresores. Como víctimas consideramos a la pareja y/o hijos/as de
estos hombres.
1.1 Mitos y creencias erróneas sobre la violencia familiar
La violencia contra las mujeres es un fenómeno complejo que no se debe a un único elemento
sino a una combinación de factores de riesgo.
Existen muchos mitos populares y prejuicios sobre la violencia familiar que son producto de una
falta de conocimientos suficientes sobre este tema. Estos mitos ofrecen una explicación simplista
de un fenómeno muy complejo y tienen la función de reducir el miedo de las personas a
convertirse en víctimas de la violencia, al suponer que los abusos sólo ocurren a cierto tipo de
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personas y bajo ciertas circunstancias. Muchas víctimas de la violencia también se convierten en
víctimas de los mitos, lo cual las conduce a sentirse incapaces de pedir ayuda, y por ello dificultan
su capacidad de buscar formas de escaparse del entorno violento.
Algunas de las creencias erróneas más comunes sobre la violencia familiar son:
1. ”Las mujeres que son maltratadas se lo merecen”
Este mito también es conocido por la ”Teoría de la co-responsabilidad” y se sustenta en la
idea equivocada de que sólo cierto tipo de mujeres son maltratadas, por ejemplo, las mujeres
que provienen de familias desestructuradas, mujeres que beben demasiado o mujeres que
tienen algún tipo de personalidad masoquista. De hecho, las investigaciones han demostrado
que las mujeres maltratadas no provienen de familias sustancialmente más desestructuradas de
las que no lo son (Hotaling y Sugarman, 1990), ni tampoco suelen ser alcohólicas con mayor
frecuencia que otras mujeres. Está comprobado que muchas mujeres empiezan a beber como
una reacción a los abusos (Barnett y Fagan, 1993; ver posteriormente el apartado 1.4).
Por otro lado, se acusa a las mujeres maltratadas de no abandonar las relaciones violentas. La
violencia familiar consiste en una conducta abusiva y controladora que utilizan mayoritariamente
los hombres para mantener control y poder sobre ”sus” esposas, compañeras o hijos. Los
motivos por los cuales las mujeres normalmente no abandonan las relaciones abusivas pueden
ser desde emocionales y económicos hasta el sentimiento de terror absoluto por las
consecuencias que podría conllevar abandonar al agresor.
2. ”Violencia y amor no coexisten en las familias”
Ejercer una conducta violenta no significa que no haya afecto en los periodos en los que no
hay agresión. Es probable que las esposas maltratadas tengan sentimientos de amor hacia el
marido o compañero agresor, incluso muchos niños/as maltratados quieren a sus padres a
pesar de las agresiones. Algunos autores como Gelles y Strauss (1997) destacan que las
mismas características propias del entorno familiar (las diferencias de sexo y edad, el amplio
conocimiento de las biografías personales, la posibilidad de influirse mutuamente, etc.) en
algunos casos pueden favorecer la aparición de violencia y en otros casos pueden favorecer
entornos cálidos y acogedores.
3. ”La violencia es el fruto de una enfermedad me ntal”
Strauss (1980) demostró en un estudio que menos de un 10% de agresiones son causadas por
enfermedades mentales o trastornos psiquiátricos.
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4. ”La violencia familiar sólo sucede en familias de nivel socioeconómico bajo”
Las víctimas y los agresores provienen de todas las clases sociales. La violencia familiar supera
barreras sociales, económicas, profesionales, religiosas y culturales.
A pesar de ello, diferentes estudios han demostrado que los factores sociales son muy
importantes cuando se intenta entender la violencia familiar. Aunque existen abusos en familias
de niveles socio-económicos elevados, es más probable encontrar abusos en familias de
condiciones menos favorecidas. Sin embargo, este hecho puede atribuirse a que las mujeres
de nivel social bajo no suelen tener muchas opciones cuando necesitan ayuda, y tienden a
acudir a las instituciones públicas, siendo, por consiguiente, detectadas más a menudo, y
evidentemente al menor número en nuestra sociedad de familias de niveles socio-económicos
elevados.
5. ”Los niños que han sido maltratados se convertirán en agresores cuando sean
adultos”
Es más probable que las personas que han sufrido abusos se conviertan en agresoras
(Holthworth-Munroe, 1994). Sin embargo, sería determinista esperar que esto sucediera
siempre así. Muchos hombres violentos con sus familias o pareja provienen de familias sin
historial de violencia.
6. ”El alcohol y el abuso de drogas son las causas de la violencia familiar”
Algunos estudios apuntan que el alcohol y las drogas son, en algunas ocasiones, la causa
principal de los malos tratos. Sin embargo, en la mayoría de casos en los que aparece el
alcohol este parece tener un papel activador de la conducta violenta. De hecho, el abuso de
drogas y alcohol sirven para que los agresores se otorguen el permiso de tener conductas no
permitidas socialmente, como por ejemplo agresiones en el núcleo familiar. (”No sabía lo que
estaba haciendo, estaba borracho”). Trataremos este tema con más detalle en el apartado 1.6
de éste mismo capítulo.
1.2 Tipos de violencia familiar
Se han identificado tres tipos de violencia familiar, aunque estas tres tipologías suelen combinarse:
•
Violencia física o malos tratos físicos
•
Violencia psíquica o malos tratos psíquicos
•
Violencia sexual o abuso sexual
7
En el caso de la violencia de tipo físico, ésta puede consistir en acciones como pegar, golpear,
dar patadas, quemar o herir con un arma blanca. Éstas pueden conducir a heridas permanentes y
algunas veces a la muerte de la víctima. Los indicadores que se detectan son la presencia de
magulladuras, heridas, quemaduras, moratones, fracturas, dislocaciones, cortes, pinchazos,
lesiones internas, asfixia o ahogamientos.
La violencia psíquica consiste en cualquier relación crónica o conducta intencionada que causa
desvalorizaciones, sufrimiento o agresión psicológica a la víctima. Se puede producir a través de
insultos, humillaciones en público, castigos, muestras de desafecto, amenazas de abandono,
menosprecio. Además puede tratarse de violencia de tipo emocional o mental que se evidencia
con constantes críticas, menosprecio a la víctima como persona, insultos sobre su físico, etc.
También puede consistir en amenazas de matar o herir a la víctima o a los hijos, intimidaciones,
encerrar a la víctima en casa o mantenerla alejada de la familia o amigos, privarle de dinero,
comida, sueño y libertad. El terror psíquico persiste en forma de amenazas, lo cual hace que las
víctimas se mantengan en un clima de angustia, destruyendo su equilibrio psicológico.
Es frecuente que se den comportamientos de maltrato psicológico, socialmente aceptados, que
entren dentro de los límites de la ”normalidad”.
Cuando se trata de violencia sexual, se puede incluir el hecho de que la víctima es obligada a
mantener relaciones sexuales, es degradada sexualmente y forzada a tener relaciones sexuales
dañinas o abusivas. El abuso sexual dentro de la pareja consiste en cualquier contacto realizado
contra la voluntad de la mujer desde una posición de poder o autoridad. En el caso del abuso
sexual acompañado de violencia física, las mujeres que suelen presentar denuncias lo hacen
respecto a los golpes recibidos, pero omiten la violencia sexual. Existe la confusión, debido a los
prejuicios culturales y jurídicos, según la cual no se llama ni violación ni abuso sexual a este tipo
de ”contacto” entre marido y mujer: para las víctimas la violación es un acto que se produce entre
dos personas desconocidas. La mujer agredida sexualmente suele tener un pensamiento
constante del tipo: no tener salida, no poder evitar la situación y sentirse incapaz de luchar contra
ello.
1.3 La dinámica de la violencia familiar
Un modelo explicativo del desarrollo de la conducta violenta
No es posible proporcionar una explicación sencilla del desarrollo de la violencia familiar. Por una
parte, existen varios factores inherentes a las propias personas, como rasgos de personalidad,
8
carencias de habilidades sociales, experiencias vividas en la infancia o abuso de drogas por parte
del agresor, y por otra, existen factores en el entorno y en la cultura que pueden fomentar una
conducta violenta (por ejemplo, actitudes y creencias aprendidas respecto al derecho de ejercer la
violencia contra las mujeres). Aunque se relacionan diferentes factores con el desarrollo de la
conducta violenta, esto no significa, como ya se ha dicho, que tener ciertos antecedentes, como
haber sufrido una infancia violenta, deban conducir necesariamente a una conducta violenta.
Como veremos más adelante, el alcohol, por ejemplo, puede precipitar una conducta violenta, pero
esto no ocurre en todos los casos, puesto que existen muchos agresores que abusan del alcohol y
no causan agresiones, y también existen muchos agresores que no abusan del alcohol. Así pues,
en cada caso, el profesional debería establecer detalladamente las posibles causas y
desencadenantes de la conducta violenta para poder iniciar una intervención adaptada a cada
situación.
El siguiente modelo explicativo (adaptado de Echeburúa, 1998) expone la variedad de factores
causantes y desencadenantes que se considera que podrían tener un impacto en el desarrollo de
la conducta violenta.
9
1
Provocada por la mezcla de características del agresor, de la víctima y de estereotipos
sociales y sexuales (sumisión de la mujer, legitimación social de la violencia, etc.).
2
Se trata de expresiones de ira inapropiadas, descontroladas, con actitudes hostiles
generalmente, y que deterioran la relación con los demás.
3
Impiden la canalización adecuada de los conflictos. Se agrava con la presencia de
alteraciones de la personalidad.
4
No es casual que la descarga de ira se haga sobre las personas más vulnerables de la
familia (niños, ancianos y mujeres).
5
El agresor consigue sus objetivos a través del control y la sumisión. Suele haber una
negación de las conductas de maltrato, buscándose excusas, haciendo atribuciones
externas, considerándolas normales, minimizando las consecuencias negativas de la
conducta o reclamando privacidad en su ámbito familiar.
El ciclo de la violencia
Los malos tratos no consisten únicamente en una agresión física, emocional o sexual sino en una
agresión que cumple una función básicamente de control. Los agresores son hombres que tienen
una necesidad extraordinaria de control y que están convencidos de que todo lo que hacen para
dominar a su pareja está justificado, y por eso el abuso también.
El ciclo de la violencia suele pasar por ciertas etapas (Walker, 1979):
•
Construcción de la tensión. La situación de tensión se genera a partir de pequeños
incidentes y conflictos. En las relaciones donde no hay abusos, el proceso de escalada de
la tensión se detiene en algún momento y a ésto se le llama el ritual de interrupción. En
parejas en las cuales se producen abusos es importante destacar que en esta etapa no se
da el ritual de interrupción. Cuando los agresores ya se han activado traspasan una línea
y a partir de ese momento se manifiesta la violencia. Para las víctimas, es muy difícil saber
exactamente cuando se cruzará la línea y esto hace que la violencia sea impredecible en
muchos casos. Los abusos físicos pueden empezar con un abuso emocional, un recurso
muy común en los agresores, pero éste no es un indicio seguro de abuso físico inminente.
10
A pesar de que las víctimas desarrollan un sentido muy agudo para detectar el peligro y
aprender a leerlo en el lenguaje corporal de sus parejas, el tono de voz y la expresión
facial, a menudo es demasiado tarde para reaccionar.
•
Agresión. El agresor pasa a la acción. Cuando el episodio violento ya ha empezado, las
víctimas poco pueden hacer para cambiar su curso. Cuando hay niños implicados, la
situación es incluso más peligrosa para todos.
•
Calma. El episodio violento se detiene cuando el control es restablecido. El agresor está
arrepentido y tiene miedo de perder a su pareja, o intenta minimizar el episodio violento. La
reacción de la víctima ante el ataque violento es intentar aportar tanta normalidad a su
vida como sea posible. En muchos casos, las mujeres no abandonan a sus maridos a
pesar de que éstos sigan golpeándolas y abusando de ellas.
Punto de partida y final de la violencia familiar
La violencia familiar puede empezar en cualquier momento en una relación, incluso después de
varios años de vivir en pareja. Aunque con mayor frecuencia aparece al iniciarse la relación, o con
un embarazo, y va aumentando en severidad y frecuencia con el tiempo.
Cuando la violencia se produce antes del matrimonio, a menudo continúa después de éste.
Asimismo, cuando la violencia es severa, es muy poco probable que se detenga de inmediato en
cualquier momento (Leonard & Senchak, 1996). En muchos casos en los cuales se detienen los
abusos sexuales y físicos, la violencia psíquica y emocional sigue presente todo el tiempo, hecho
que tiene como consecuencia que la víctima se sienta siempre insegura y ansiosa en la relación.
Aldorondo (1996) averiguó en un estudio en el que investigó a recién casados y a parejas que
habían estado juntas durante varios años, que en las parejas que no detenían la conducta
abusiva, la violencia emocional era mucho mayor que en las que sí lo hacían. En su muestra, los
hombres que ya no ejercían la violencia física todavía mostraban como mínimo algún tipo de
abuso emocional.
Incluso cuando la mujer logra separarse del hombre violento, el abuso puede continuar a través de
contactos no deseados, por ejemplo a través de las visitas con los hijos.
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Características de las víctimas
Existen muchos estudios que examinan las diferencias entre los agresores y que establecen
diferentes tipologías, sin embargo, apenas existen estudios sobre víctimas.
Según Saunders (1992), durante algunos años ciertos estudios clínicos presentaron perfiles
similares del agresor y de las víctimas. Se observó que ambos provenían de familias violentas,
estaban aislados, tenían carencias en habilidades de comunicación y una autoestima baja.
Sin embargo, estudios recientes muestran claramente que es el agresor el que difiere más de la
norma. En su estudio Hotaling y Sugarman (1986) revisaron estudios de control sobre la violencia
marido-esposa. De quince factores de riesgo revisados, los hombres tenían nueve, incluyendo
falta de asertividad, abuso de alcohol y tendencia a maltratar a los hijos. Las mujeres sólo tenían
un factor de riesgo: una mayor probabilidad de haber presenciado violencia entre sus padres.
El Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid (1998) describe una serie de características
psicosociales de la mujer maltratada (las cuales deben considerarse en muchos casos secuelas
del maltrato y no previas a él):
§
Autoestima pendular.
§
Interiorización del machismo, de la dependencia del varón y en general de todas las figuras de
autoridad.
§
Miedo, estrés, conmoción física aguda, crisis de ansiedad, depresión, desorientación.
§
Incomunicación y aislamiento provocado por el continuo desamparo social.
§
Sometimiento, subordinación, dependencia.
§
Incertidumbre, dudas e indecisiones por bloqueo emocional.
§
Asume la responsabilidad de los sucesos (culpabilización).
§
Desmotivación, ausencia de esperanzas.
§
Carencia de poder real para solucionar el problema (impotencia/indecisión)
§
Vivencia y transmisión de roles sexistas.
§
Poco o nulo margen en la toma de decisiones en la vida de pareja y en su propia vida.
§
Trastornos alimentarios severos y del sueño
La Generalitat de Catalunya (1998) distingue en un protocolo tres tipologías de mujeres
maltratadas:
A. Aquella víctima denuncia los malos tratos físicos de los cuales es objeto.
B. La víctima denuncia amenazas y/o malos tratos psíquicos.
C. Son aquellos casos en que la posible víctima pide información sobre qué puede hacer y a
dónde dirigrse, pero no hay denuncia, ya sea porque la víctima no quiere admitir públicamente los
malos tratos, o bien porque tiene miedo.
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Características de los agresores
No existe un perfil preciso del agresor, pero sí unas características comunes. Respecto a la
personalidad del maltratador, existen como mínimo dos tipologías (Holthworth-Munroe, 1994;
Jacobson y Gottman, 1998):
•
”Dominantes”: muestran rasgos de personalidad antisocial y ejercen conductas violentas
fuera y dentro de la familia.
•
”Dependientes”: violentos sólo dentro de la familia, suelen ser depresivos y celosos.
Según Echeburúa (1996), los hombres que en su infancia han sido testigos de experiencias de
maltrato, que tienen rasgos de personalidad antisocial y que abusan de las drogas y/o del alcohol,
tienen una mayor probabilidad de maltratar a su pareja que los hombres que no tienen estas
características. El hombre violento no es exclusivo de una determinada clase social y la mayoría
proceden de familias donde existían malos tratos. El hombre violento no sólo puede haber sido un
niño maltratado, sino que también es el producto de un sistema social que ofrece los ingredientes
adecuados para alimentar esa forma de ser.
Comparando los hombres violentos con los que no lo son, los hombres violentos poseen una serie
de déficits en cuanto a habilidades sociales. Muchos agresores tienen carencias de asertividad,
como dificultad para expresar sus puntos de vista de manera convincente y para preguntar de
manera apropiada (Mairuro, Cahn y Vitaliano, 1986). Estudios longitudinales indican que la falta de
asertividad es un indicador de riesgo para la agresión a la pareja.
Los estudios indican que, comparados con los hombres no violentos, los que lo son:
a. poseen habilidades limitadas para generar respuestas competentes en situaciones de conflicto
dentro de la pareja (Holtzworth-Munroe y Anglin, 1991). En particular, los hombres que se
comportaban de manera violenta con sus esposas son los que presentan más dificultad de
generar respuestas adecuadas a situaciones que implican rechazo por parte de su esposa y
celos.
b. expresan más afecto negativo (por ejemplo, conductas ofensivas y tonos violentos de voz) en
situaciones conflictivas (Gottman y Jacobson, 1998).
c. proporcionan menos respuestas adecuadas socialmente en situaciones que se producen fuera
de la pareja (Anglin y Holthworth-Munroe, 1997).
1.4.Consecuencias de la violencia familiar...
13
...para las víctimas en general
Es probable que, a menudo, las mujeres no identifiquen su situación como de violencia familiar,
sobre todo si ésta no encaja con los estereotipos comúnmente establecidos para una relación
violenta. Así, muchas mujeres permanecen en la relación de abuso durante un tiempo
considerable antes de identificar el problema y buscar ayuda.
Las consecuencias de la violencia son devastadoras para las mujeres:
•
El Informe de Desarrollo Mundial de 1995 realizado por las Naciones Unidas (Servicio de
Inspección Social, 1996) muestra que, a escala mundial, es una causa significativa de
incapacidad y muerte en mujeres y niños agredidos.
•
La violencia familiar es un factor en 1 de cada 4 intentos de suicidio por parte de
mujeres (Stark, Flitcraft and Frazier, 1979).
•
Como mencionamos anteriormente, el embarazo puede significar el comienzo de la
violencia. La violencia durante los embarazos causó abortos no provocados en un 13%
de las 127 mujeres entrevistadas en un estudio de violencia familiar en Irlanda del Norte
(Casey, 1998).
•
En el aspecto psicológico, las víctimas muestran: miedo, depresión, baja autoestima,
pérdida de afecto, desesperación, ataques de pánico, intentos de suicido, ira, sentimientos
de confusión o locura, sentimientos de culpabilidad, vergüenza y humillación, falta de
confianza, ansiedad crónica y estrés, y el Trastorno por Estrés Postraumático. Este
último es un trastorno ansioso causado por un suceso extremadamente estresante (por
ejemplo, violación, tortura, malos tratos continuados). Los síntomas típicos de éste
trastorno son: revivir el trauma a través de recuerdos dolorosos; evitación persistente de
estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general de la persona;
falta de interés en actividades importantes; sentimientos de desapego (DSM-IV, 1994; ICD10, 1996).
Mediante estudios recientes también se ha encontrado un patrón de síntomas (Síndrome
de la Mujer Maltratada) que podrían ser considerados como una subcategoría del
Trastorno por Estrés Postraumático. Las mujeres que lo sufren muestran elevados niveles
de disfunciones psicosexuales, depresión mayor, Trastorno por Estrés Postraumático, y
trastornos ansiosos discapacitadores (Walker, 1993).
•
En el aspecto físico, a menudo muestran moratones, heridas, quemaduras, fracturas,
dislocaciones, cortes, pellizcos, heridas internas...
...para la mujer que abusa del alcohol o drogas
Existen hogares donde hay violencia familiar relacionada con el consumo de alcohol en los que la
víctima (la mujer maltratada), también abusa del alcohol. Algunas mujeres maltratadas empiezan a
14
abusar del alcohol y otras drogas para poder afrontar su miedo e ira y poder continuar con su vida
diaria (teoría de la co-dependencia).
Barnett y Fagan (1993) hallaron en un estudio en que investigaron a 133 agresores y a sus
parejas, que las mujeres de los agresores bebían con menor frecuencia que ellos con anterioridad
o durante las agresiones, pero que bebían con mucha más frecuencia después de haber sido
agredidas, como si se tratara de una especie de automedicación.
Existe la creencia generalizada de que éstas mujeres deberían dejar de beber para salir de la
relación violenta. Esta creencia equivocada causa un perjuicio a las víctimas ya que las
responsabiliza de la violencia y aumenta su victimización.
Probablemente son las propias mujeres precisamente las que ofrecen resistencia a participar en
un proceso de recuperación hasta que tienen la seguridad de que se encuentran a salvo de su
pareja violenta (Zubretsky, 1994).
...para los hijos
Los hijos de familias donde la bebida y los malos tratos forman parte de la vida normal, crecen en
un entorno que inhibe su desarrollo sano. Sufren un trauma emocional inmediato, desarrollan
problemas de conducta y tienen muchas más probabilidades que otros niños de convertirse en la
siguiente generación de abusadores y víctimas (Rosenberg, 1987).
Además del grave impacto físico que los malos tratos suponen para su desarrollo, crecen en un
ambiente muy confuso e inseguro. Los niños maltratados se enfrentan a una serie de problemas
físicos que comprenden desde heridas leves a discapacidades y desfiguraciones graves, y en
casos extremos los malos tratos pueden tener como consecuencia la muerte del niño. Las heridas
más típicas son morados, heridas en la cabeza, pecho y abdomen, quemaduras y fracturas. Por
otro lado, también muestran funciones cognitivas e intelectuales reducidas; déficits en la facilidad
verbal, en las habilidades para recordar, perceptivos y motrices. Los niños/as agredidos muestran
interacciones sociales pobres con sus iguales así como con los adultos. Muestran dificultades para
hacer amigos, déficits en conductas prosociales (por ejemplo, sonreír) y retrasos en una serie de
habilidades para el juego interactivo. Además, los estudios señalan una mayor incidencia de
dificultades emocionales, por ejemplo niveles bajos de autoestima.
Crecer en un hogar violento puede tener graves consecuencias a largo plazo: una revisión de la
bibliografía que relaciona el abuso de drogas con una historia de maltratos infantiles mostró que
los adultos que abusan de ciertas sustancias presentan una mayor incidencia de abusos infantiles
físicos comparados con la población general (Barnett, Miller-Perrin & Perrin, 1997).
Holtzworth-Monroe (1994) realizaron un meta-análisis en el cual constataron que los agresores
habían crecido muy frecuentemente en un hogar donde se producían malos tratos y que los
15
agresores tendían a carecer de habilidades sociales importantes.
1.5 Algunos datos de España y Alemania sobre la violencia familiar
Cuando se analiza la prevalencia de la violencia familiar se debe hacer referencia a los casos
denunciados, que a pesar de todo, no reflejan la realidad. Se supone que existe un número
significativo de casos no denunciados. Esto se debe a la tendencia de las víctimas y las familias a
ocultar información. A continuación se presentan algunos datos de denuncias y muertes
relacionadas con la violencia familiar.
España
Denuncias de malos tratos
Se sabe que los casos de violencia contra mujeres que se denuncian son pocos (entre el 10 y
30% de los casos reales). Según la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y
Divorciadas en el año 1997, el número de denuncias por este tipo de delitos apenas alcanzó un
5% de los casos reales que se produjeron.
Según un estudio realizado por Themis (1999), aproximadamente el 56% de las mujeres retira la
denuncia. De éstas, el 19% retiran expresamente la denuncia y el 37% no comparecen al juicio o
perdonan al agresor. Además, las denuncias no se tratan adecuadamente, ya que no existe una
definición clara del término ”violencia familiar” para cada una de las instituciones que aportan los
datos.
En la mayoría de los casos detectados, los malos tratos provienen de los sectores sociales menos
favorecidos, pues son las personas que utilizan con más frecuencia la red de servicios sociales, y
además las agresiones en familias de niveles sociales y económicos más elevados no suelen
generar denuncias en comisaría.
En los últimos años, según datos del Ministerio del Interior, el número de denuncias en las
comisarias españolas ha sido el siguiente:
AÑO
DENUNCIAS
1994
13.547
1995
13.278
1996
13.198
1997
24.641
16
En España el hecho de que en los dos últimos años haya aumentado el número de denuncias y
disminuido ligeramente el número de muertes por la violencia doméstica puede estar influido por
algunas campañas de sensibilización y por la mayor visibilidad del tema en los medios de
comunicación.
De las denuncias presentadas en 1997, en el 80% no se llevaron a cabo diligencias previas y tan
solo unas 3.000 dieron lugar a condenas penales. El SAM (Servicio de Atención a Mujeres) de la
Policía Nacional de Barcelona atendió en 1997 a 4.721 personas y recibió alrededor de 5.000
llamadas, la mayoría relacionadas con las agresiones que sufren las mujeres en el seno de la
familia.
El aumento de las denuncias por malos tratos psíquicos es más elevado que el de las denuncias
por malos tratos físicos, en el período 90/96 han aumentado un 20,12%. A escala nacional, la
duración media de las agresiones es de 10 años antes de que las víctimas decidan acudir a
la policía y denunciar la relación de abuso.
Muerte de las víctimas
En 1997, 350 mujeres sufrieron heridas considerables desde apuñalamientos hasta fractura de
huesos. El 98% de las víctimas muertas habían presentado denuncia y estaban separadas o en
trámite de separación del agresor. Los datos obtenidos respecto a las mujeres que fallecieron en
los últimos años como consecuencia de las agresiones de sus maridos o compañeros son los
siguientes:
AÑO
TOTAL ESPAÑA
1995
65
1996
97
1997
91
1998
35
1999 (enero-septiembre)
33
Alemania
Investigaciones recientes en Alemania mostraron que la violencia contra mujeres ocurre mucho
más a menudo en el ámbito privado que en el público. Los estudios mostraron que una de cada
17
tres mujeres ha experimentado algún tipo de violencia por parte de su pareja, y 3/4 de todos los
actos violentos ocurren en el entorno privado. Se presupone que más de 100.000 niños (teniendo
en cuenta la cifra estimada de casos no denunciados) sufren abusos sexuales en un año. En este
caso, el 70% de los agresores provienen del entorno familiar y 3/4 de las víctimas son mujeres.
Por otro lado, los mitos acerca de que la violencia familiar sólo tiene lugar en clases sociales bajas
ya no se puede sostener: la violencia familiar ocurre en todas las clases y todos los grupos de
edad y en general, las víctimas han sufrido los abusos durante muchos años.
En Alemania, el gobierno empezó a interesarse por las víctimas de la violencia familiar hace 20
años. En 1976, la primera casa de acogida para mujeres se abrió en Berlín y en Rendsburg (una
pequeña localidad en el norte de Alemania). Estas dos casas de acogida se abrieron como un
proyecto piloto para las zonas rurales y urbanas de Alemania. En la actualidad existen 300 casas
de acogida para mujeres en Alemania (100 en los nuevos estados federados, en Alemania del
Este).
Además, en Alemania existen 250 líneas telefónicas de emergencia (principalmente en áreas
urbanas). Según las estimaciones, más de 40.000 mujeres buscan refugio en casas de acogida
anualmente.
1.6 El papel del alcohol: ¿causa de la violencia familiar o tan sólo factor
desencadenante?
Hay numerosos datos que nos hablan de la asociación entre alcohol y violencia:
Según el Informe Merck (1997) la variable alcohol aparece en el 25% de situaciones de violencia
entre la pareja y en el 27% de las situaciones de maltrato infantil. En diferentes estudios realizados
en España alrededor del 50% de las parejas de mujeres ingresadas en los centros de
acogida para maltratadas presentaban un abuso de alcohol, alrededor del 18% un policonsumo
de diferentes sustancias, y un 7% trastornos psíquicos (según las propias mujeres). Preguntadas
sobre el desencadenante de la agresión, estas mismas mujeres señalan en un 48% al alcohol, el
24% a otras toxicomanías, y a trastornos mentales el 2,4% (Informe del Defensor del Pueblo,
1998)
En España, los datos sobre los malos tratos infantiles apuntan a la misma asociación: según la
Generalitat de Catalunya (1999), en una muestra de 500 menores tutelados,
las
drogodependencias (incluido el alcohol) fueron el origen principal (19%) de la situación de
desamparo. Respecto a todas las drogas, el alcohol era la droga principal en el 56,5% de los
casos, seguido de la heroína (15,2%) y de la cocaína (12,3%). Según un estudio llevado a cabo
18
por la Junta de Andalucía (1995), el abuso y dependencia del alcohol fue la causa de un 30% de
todos los casos de maltrato y negligencia infantil, y el resto de drogas en el 27%.
Las estadísticas criminales ofrecen una clara evidencia de que existe una relación definida entre
el abuso de alcohol y delitos. Según un análisis de 155.235 actos criminales realizado por la
Oficina Federal de Investigación Criminal, en Alemania (1997), la mayoría de sospechosos de
crímenes violentos estaba bajo la influencia del alcohol. Un 92,8% de los criminales eran hombres
y un alto índice de víctimas eran mujeres, niños/as y personas jóvenes. El 32,2% de todos los
casos de homicidio, el 32,1% de todos los casos de violación, el 30,5% de todos los casos de
heridas corporales con resultado de muerte, el 25,0% de todos los casos de heridas corporales
graves y peligrosas, el 23,7% de todos los casos de asesinato y el 25,9% de todos los casos de
asesinato sexual se cometieron bajo la influencia del alcohol.
Investigación actual sobre la relación entre alcohol y violencia
Casi todos los investigadores mantienen que la relación del alcohol y la violencia es compleja. Sin
embargo, los investigadores no entran en detalle acerca de por qué el alcohol está tan a menudo
relacionado con la violencia y existen diferentes teorías que intentan buscar la explicación de esta
relación. Comentaremos dos de ellas: el Modelo de Desinhibición y los Factores de Contexto. La
diferencia principal entre ellas es el papel que juega el alcohol: para la primera es considerado
como la causa de la violencia, y para la segunda como el factor desencadenante del
incremento de la posibilidad de aparición de una conducta violenta; las causas reales de la
violencia estarían ligadas al estatus económico y a la actitud general hacia la violencia.
A continuación se describen brevemente ambas teorías:
(a) El Modelo de Desinhibición
Este modelo se centra en el efecto farmacológico directo del alcohol de liberar las inhibiciones y
distorsionar la capacidad de análisis. Según ésta teoría, el alcohol reduce el autocontrol que
normalmente inhibe a una persona de actuar violentamente. Actualmente, la teoría de la
desinhibición como única explicación está desacreditada porque no explica de manera satisfactoria
porqué el alcohol no siempre conduce a la violencia, y también porque la prevalencia de la
violencia relacionada con el alcohol varía según el contexto cultural. Bushman (1997) realizó un
meta-análisis de 60 estudios experimentales y concluyó que el alcohol no es el causante directo de
la agresión, descubrimiento que no sustenta la teoría de la desinhibición.
(b) Factores de contexto
Muchas investigaciones y profesionales destacan que cuando se trata de explicar la relación entre
19
el abuso del alcohol y la violencia familiar se deben tener en cuenta los factores de contexto.
Cuando se valora la influencia del alcohol en los malos tratos se debe considerar la aceptación
normativa de la violencia. Kaufman-Kantor (1987) observó en su estudio que entre hombres que
trabajaban en oficinas que rechazaban la legitimidad de golpear a la pareja, había sólo una
pequeña relación entre el abuso del alcohol y las agresiones a la pareja. Parece que el alcohol
interactúa con diferentes factores de contexto.
Se puede concluir que sin duda existe una relación entre el alcohol y la violencia (familiar). Sin
embargo, se observa de manera cada vez más clara que el alcohol no es la causa de la violencia,
aunque parece plausible que el consumo de alcohol incremente la probabilidad y gravedad de los
incidentes de violencia familiar. Existen sub-tipos de agresores, por ejemplo los que suelen beber
con anterioridad o durante el acto violento a diferencia de otros que no lo hacen (HoltzworthMunroe & Stuart, 1994).
Además, como se mencionó anteriormente el alcohol puede servir de excusa para la conducta
violenta porque los agresores aprenden que si están ebrios cuando ejercen la violencia no son
plenamente responsabilizados por sus actos, y porque el tratamiento legal suele ser mas tolerante.
Debido a que el alcohol puede precipitar las agresiones y ser utilizado como excusa, Zubretsky y
Digirolamo (1994) destacan que por si solo el tratamiento del alcoholismo o del abuso de drogas
no eliminará los problemas de la violencia familiar, ya que no tiene en cuenta los probables
factores básicos que subyacen a ella, como por ejemplo la pobreza y la desigualdad económica, la
tradición cultural que tolera la violencia contra las mujeres y las características de los agresores,
incluyendo sus creencias y actitudes respecto a las mujeres. Así pues, los profesionales deben
considerar el tratamiento del alcohol sólo como una parte de la intervención.
De todas maneras, los estudios recientes también indican que abandonar el consumo del alcohol
es una condición necesaria para la reducción de la violencia: O’Farrell y Murphy (1995)
condujeron un estudio de grupo control, en el cual valoraron la prevalencia y frecuencia de la
violencia conyugal de alcohólicos y no alcohólicos. Las parejas recibieron una terapia de conducta
conyugal, que se centraba en modelos de comunicación de pareja. Los niveles de violencia
disminuyeron después del tratamiento, pero se observó que mientras que los alcohólicos que
detuvieron su consumo no manifestaron niveles elevados de violencia en comparación con el
grupo control, los alcohólicos que reiteraron su consumo todavía mostraban niveles elevados de
violencia.
Abordar la violencia familiar asociada al alcohol debería servir para relacionar dos campos
temáticos y de intervención profesional que tienen habitualmente poca comunicación entre sí: el
de las personas con problemas de abuso de alcohol y el de las víctimas (adultas y
niños/adolescentes) de la violencia familiar.
20
21
2. El estudio en Alemania y España: aspectos metodológicos y algunos
resultados
La obtención y valoración de los datos del estudio se llevó a cabo en Alemania (SchleswigHolstein) y España (Catalunya) mediante cuestionarios y entrevistas, entre mayo y septiembre de
1999. Se evaluaron datos de expertos que trabajan con víctimas de la violencia familiar,
agresores, parejas o familias. Previamente al envío del cuestionario se realizaron entrevistas con
personas de instituciones significativas. En el caso español éstas fueron: departamentos de
Sanidad (Òrgan Tècnic de Drogodependències) y de Bienestar Social (Institut Català Assistència i
Serveis Socials) de la Generalitat de Catalunya, áreas de Asuntos Sociales (Programa d’atenció a
la dona, infància i adolescència) y de Sanidad (Pla Municipal de Drogodependències) del
Ayuntamiento de Barcelona, Equip d’Atenció a la Dona del Ajuntamento de L’Hospitalet, Hospital
de Bellvitge (Servei d’urgències), Hospital Clínic i Provincial de Barcelona (Servei d’urgències),
Policía Nacional y CARITAS. En Alemania se entrevistaron los siguientes grupos de profesionales:
un enfermero, un policías y dos psicoterapeutas.
2.1 Desarrollo del cuestionario
Se elaboraron idénticos cuestionarios para los dos países para poder hacer una comparación de
los datos. El cuestionario se dividió en 6 apartados e incluyó un total de 44 preguntas. Los
apartados principales consistían en preguntas abiertas porque se consideró que no era apropiado
valorar la mayoría de los datos de manera cuantitativa.
El cuestionario se basó en una amplia revisión de bibliografía y en las entrevistas mencionadas. El
objetivo principal del cuestionario era valorar aspectos de las agresiones, las víctimas y los
agresores para desarrollar estrategias preventivas en el futuro. Por otro lado, se hizo hincapié
principalmente en la valoración del trabajo actual de los profesionales, así como en su
colaboración con otras instituciones y la necesidad de formación adicional sobre el tema de la
violencia familiar.
A continuación realizamos una breve descripción del cuestionario.
En la Primera Parte se solicita información general sobre la institución, por ejemplo:
•
con quién trabaja en su institución (víctimas, agresores, parejas o/y familias/niños)
•
principales áreas de trabajo
•
colaboración con otras instituciones y valoración de la colaboración
En la Segunda Parte se pregunta la opinión de los expertos respecto a:
•
posibles causas de la violencia familiar
22
•
factores desencadenantes de la violencia familiar
•
el papel del alcohol en la violencia familiar y
•
la eficacia del tratamiento de la violencia relacionada con el abuso del alcohol
En la Tercera Parte se destaca la opinión de los profesionales sobre:
•
recomendaciones y estrategias que se consideran eficaces en la prevención de la
violencia familiar, tanto por parte de las víctimas como por la de los agresores
•
aspectos educativos, legales, sociales y sanitarios importantes para la prevención de la
violencia familiar relacionada con el abuso del alcohol.
•
interés en acudir a talleres de formación para mejorar sus conocimientos en diferentes
ámbitos, como la evaluación y supervisión de su trabajo, aspectos legales, métodos de
detección precoz de la violencia familiar, intervención en crisis y cómo mejorar las
habilidades sociales y las relaciones de pareja.
La Cuarta Parte investiga la frecuencia y las características de las agresiones. Se pide a los
expertos que estimen:
•
en qué medida ocurren los distintos tipos de violencia física, emocional y sexual
•
si el agresor también es violento con otras personas dentro o fuera de la familia
•
el papel que juegan el alcohol y otras drogas en las agresiones
Las partes Quinta y Sexta tratan de las características de las víctimas y los agresores y su
relación:
•
si existen diferentes tipos de víctimas y agresores
•
qué tipo de características personales y conductas muestran las víctimas y los agresores
•
si las víctimas están informadas sobre sus derechos legales
•
cómo valorarían estos profesionales de intervención directa las habilidades sociales de las
víctimas y los agresores
•
lo que los profesionales consideran como situaciones conflictivas típicas para aquellas
parejas que se encuentran en una relación violenta
Además, también se pregunta a los profesionales si estarían interesados en participar en nuestro
proyecto en el futuro y si estarían dispuestos a realizar otra entrevista para profundizar sobre las
preguntas.
2.2 Características de las muestras
Para la obtención de los datos, se solicitó la participación de profesionales provenientes de
23
diferentes ámbitos profesionales. En Alemania y España participaron en el estudio representantes
de las siguientes profesiones:
•
educadores/as
•
abogados/as
•
médicos
•
enfermeras
•
pedagogos/as
•
policías
•
psiquiatras (sólo en Alemania)
•
psicólogos/as
•
psicoterapeutas
•
trabajadores/as sociales
•
voluntarios (sólo Alemania)
En primer lugar, se contactó telefónicamente con las instituciones, se les informó acerca del
proyecto y se solicitó su participación en el estudio. Las instituciones que estuvieron dispuestas a
participar recibieron un cuestionario y un sobre franqueado. En las instrucciones sobre cómo
rellenar el cuestionario, se aseguró a los profesionales que toda la información se trataría de
manera confidencial.
La muestra del estudio en Alemania y España fue distribuida en tres grupos:
a. Policía (guardia civil, policía nacional, autonómica y local)
b. Centros de Atención a Mujeres
Casas de acogida para mujeres
Centros de atención de mujeres
Asociaciones para la ayuda de mujeres maltratadas
Centros de planificación familiar (sólo España)
Centros de día para mujeres y niños/as en riesgo (sólo España)
Equipos oficiales para la protección de menores (sólo España)
c. Centros de Atención al Alcoholismo
Centros de atención ambulatoria para personas alcohólicas y drogodependientes
Centros de tratamiento para personas alcohólicas y drogodependientes (talleres,
comunidades terapéuticas, hospitales psiquiátricos)
Además, había dos cuestionarios procedentes de urgencias de hospitales generales (sólo
España) y dos cuestionarios de un centro de tratamiento para agresores y víctimas de España y
un cuestionario de un centro de tratamiento para agresores de Alemania. Estos cuestionarios se
clasificaron en un cuarto grupo (”Otros”).
La Tabla 1 y 2 muestran el número de cuestionarios que se enviaron a las diferentes instituciones
24
de interés y el índice de cuestionarios respondidos en Alemania y España.
Tabla 1: Instituciones que se contactaron a través del cuestionario e índice de
respuestas en Alemania
Institución
Enviados
Respondidos
%
1
Policía
10
6
60,0
2
Mujeres
20
9
45,0
3
Alcohol
30
16
53,0
4
Otros
3
1
33,3
Total
63
32
51,6
En Alemania, el 51,6% de las instituciones contactadas respondieron el cuestionario. Las
instituciones que no habían respondido después de 6 semanas recibieron una carta solicitando de
nuevo su participación en el estudio, lo cual supuso la contestación de 5 cuestionarios más.
Tabla 2: Instituciones contactadas mediante el cuestionario e índice de respuestas en
España
Institución
Enviados
Respondidos
%
1
Policía
15
9
60
2
Mujeres
23
19
82’6
Niños/as
18
5
28
3
Alcohol
20
13
65
4
Otros
4
4
100
Total
80
50
62,5
En España, un 62,5% de las instituciones contactadas respondieron al cuestionario. Las
instituciones que pertenecían al grupo ”mujeres y niños/as” mostraron el porcentaje más alto de
respuesta (el grupo ”otros” no fue incluido puesto que la cantidad de cuestionarios respondidos
fue muy pequeña). Los servicios que respondieron en España fueron:
ATENCIÓN A MUJERES: CAID Hospitalet , Centro Atención a la Mujer de Badalona, COPF
25
(Canyelles, Torre Llobeta, Erasme Janer), Casa de acogida, Piso de acogida Aura, Casa de
acogida Llar Pau (Ayuntamiento de Barcelona), Casa de acogida (Segrià, Barcelonés, Girona)
(Generalitat), TAMAIA (Asociación de Mujeres contra la Violencia Familiar), Asociación de Mujeres
Agredidas Sexualmente; EAF Equipo de atención a familias y víctimas de violencia doméstica
(IRES), Servicio de Atención a hombres maltratadores (IRES), Casa Acogida (Gràcia, Poble Nou)
(Cáritas)
ATENCIÓN A ALCOHÓLICOS: CAS (Barceloneta, Creu Roja, Sant Feliu de Llobregat, Sabadell,
Nou Barris, Sants), UCA Hospital de Sant Pau, Unidad Alcohologia HCP, Taller socio-laboral
(L’Hospitalet) , Taller ocupacional (Alcoi), Centro de Día L’Hospitalet, Centro de Acogida (Castelló).
POLICÍA: Guardia Civil (EMUME), Policía Nacional, Mossos d’Esquadra, Policía Local l’Hospitalet
ATENCIÓN A INFANCIA: Materno-Infantil (Badalona, Gavà St. Boi, Carmel) de Caritas, EAIA Nou
Barris del Ayuntamiento de Barcelona.
SERVICIOS URGENCIAS: Hospital Bellvitge, Hospital Clínic i Provincial (Barcelona).
2.3 Resultados del estudio en Alemania y en España
En los siguientes apartados se presenta un resumen de los resultados más relevantes del
estudio para lo cual seguiremos el orden de aparición de estos aspectos en el cuestionario.
2.3.1 Aspectos de la práctica profesional
Principales tareas desarrolladas por los profesionales
A continuación se incluye un listado por ámbitos de las principales tareas desarrolladas por los
profesionales que componen la muestra. Se han unido los datos de Alemania y España.
Profesionales que trabajan en Comunidades Terapéuticas y centros de atención a
drogodependientes
- desintoxicación especializada del alcohol
- atención e información sobre ayudas adicionales y posibilidades de tratamiento
- terapia de conducta/psicoterapia
- tratamiento de la motivación
- prevención de recaídas y desarrollo de estrategias de afrontamiento
- intervención en crisis para víctimas
- tratamiento farmacológico
- trabajo específico con agresores
26
Profesionales que trabajan en casas de acogida y centros de atención para mujeres
- intervención en crisis
- acogida
- apoyo/consejo
- desarrollo de perspectivas para una nueva vida
- ayudar a elaborar una plan de seguridad
- relacionar a las víctimas con las instituciones legales
Profesionales que trabajan en cuerpos policiales
- intervención en crisis
- interrogatorio de víctimas y agresores
- derivación de víctimas a otras instituciones, por ejemplo, centros de atención para mujeres,
casas de acogida para mujeres, en caso de abusos de alcohol u otras drogas derivación a centros
de atención
- proporcionar a las víctimas información sobre sus derechos legales, direcciones de casas de
acogida, líneas telefónicas de ayuda, etc.
Profesionales que trabajan en urgencias y en centros de atención para agresores
- intervención en crisis
- formación sobre habilidades sociales para prevenir violencia posterior (centros de atención a
agresores)
Con quién tratan mayoritariamente los profesionales en su trabajo
Como ya se ha descrito anteriormente los profesionales fueron distribuidos en tres grupos
principales: ”Alcohol”, ”Mujeres” y ”Policía”. En el estudio se preguntó a los profesionales a quién
atendían en su institución. Los profesionales estudiados en España y Alemania tratan mucho más
a menudo con víctimas y menos frecuentemente con parejas. Ninguno de los profesionales
pertenecientes al grupo ”Mujeres” trataba nunca con agresores ni parejas, mientras que los
profesionales pertenecientes al grupo ”Alcohol” así como al de ”Policía” trataban con víctimas,
agresores y parejas.
En España el 57% de los profesionales dicen atender ”siempre” a víctimas y el 43% restante dice
atenderlos ”a veces”. Es decir, las víctimas son las personas más atendidas y por tanto mas
visibles para todos los grupos de profesionales estudiados, lo cual es un buen punto de partida
para mejorar la atención a las víctimas.
27
Valoración de la colaboración con otras instituciones
Se pidió a los profesionales que mencionaran otras instituciones con las que colaboraban y su
opinión sobre dicha colaboración. En los dos países los tres grupos de profesionales valoran la
colaboración con su respectiva red de instituciones y servicios de forma satisfactoria en general.
Esto es importante puesto que se revela cada vez más con más fuerza el consenso por parte de
expertos procedentes de diferentes ámbitos de que una red entre las instituciones
provenientes de la salud, el sistema legal, educativo y social es uno de las premisas básicas para
establecer un sistema de tratamiento y ayuda eficaz para las víctimas y los agresores.
En Alemania, en general, los profesionales pertenecientes a los tres grupos (Alcohol, Mujeres y
Policía) valoraron la colaboración con varias instituciones de manera satisfactoria o incluso buena.
Sin embargo, los profesionales que trabajaban en la policía así como en comunidades
terapéuticas y centros de atención para drogodependientes declararon haber experimentado una
colaboración insatisfactoria con casas de acogida para mujeres y centros de atención para
mujeres. En entrevistas con el personal de casas de acogida para mujeres, se evidenció que el
personal de las casas de acogida para mujeres a menudo sentía que la policía usaba las casas de
acogida para mujeres como una especie de ”párquing” para las mujeres maltratadas que debían
ser apartadas de una situación de violencia peligrosa.
Sin embargo, para las casas de acogida es muy importante que las propias mujeres decidan
abandonar a su pareja violenta y acudir a uno de estos centros. Los profesionales informan que la
mayoría de mujeres que han sido llevadas por la policía a una casa de acogida para mujeres en
caso de emergencia se marchan al día siguiente de su llegada.
De todas maneras, los profesionales de la policía informaron que a menudo tenían el problema de
que en una situación de emergencia, las casas de acogida para mujeres era el único lugar que
podían ”ofrecer” a las víctimas para apartarlas de la situación peligrosa.
En España los servicios mejor valorados fueron los sanitarios, los centros de atención a mujeres y
los centros de atención a drogodependientes. Se ve necesaria la mejora de la colaboración con
los servicios judiciales y con los de salud mental.
Las necesidades de formación
En el estudio se consideró interesante valorar si los profesionales observaban la necesidad de la
creación de diferentes talleres de formación sobre el tema de violencia familiar. Además, se les
preguntó qué temas considerarían más necesarios para su trabajo.
Según los profesionales, existe una clara necesidad de formación para mejorar la cualificación
de su trabajo: un 98% de la muestra en España y un 94% de la muestra alemana indicaron su
28
disposición a participar en talleres específicos que trataran de diferentes aspectos de la violencia
familiar.
En España, los temas que eran relevantes para la mayoría de profesionales fueron Cómo crear
motivación en el cliente para que acuda a la terapia (69%), Cómo detectar la violencia familiar
(63%) y la intervención en crisis (63%).
En Alemania los profesionales consideraron que la formación adicional sobre Intervención en la
crisis (57%) era lo más importante seguido de ”Cómo detectar la violencia familiar” (50%).
2.3.2 Posibles causas de la violencia familiar
Existen diversos factores que posiblemente contribuyan al desarrollo de la violencia familiar. Como
se ha descrito en la primera parte de este documento, es difícil determinar un cierto modelo de
características y comportamientos que conduzcan a una conducta violenta.
Esta dificultad fue confirmada por los profesionales de Alemania y España, que proporcionaron
una amplia variedad de causas posibles, pero destacaron que estos factores no tienen porqué
conducir a una conducta violenta en todos los casos. A continuación se listan las causas y factores
desencadenantes que se mencionaron con más frecuencia:
-
un pasado de violencia familiar
-
factores culturales, como la cultura social que tolera la conducta violenta contra las mujeres
-
abuso de alcohol y drogas
-
tratar la violencia familiar como un asunto familiar, que no se puede discutir en público
-
falta de educación
-
desempleo y preocupaciones económicas
-
celos
La mayoría de profesionales que trabajan con alcohólicos y los que provienen del grupo ”policía”
señalaron al abuso de alcohol y drogas como uno de los factores principales del desarrollo de la
violencia familiar, mientras que los representantes del grupo ”mujeres” consideraron más
importantes los factores sociales y culturales.
A continuación, examinamos detenidamente el rol que juega el alcohol en la violencia familiar
según los profesionales.
El papel del alcohol en la violencia familiar
Se preguntó a los profesionales qué drogas juegan un papel relevante en la violencia familiar.
Entre las drogas que los profesionales podían clasificar se encontraba el alcohol, cocaína,
29
heroína, speed, marihuana, LSD/Éxtasis, medicamentos y la categoría ”policonsumo”.
En la Tabla 3 se incluyen los promedios de las tres drogas que fueron listadas con más frecuencia.
En ambos países, el alcohol, la cocaína y el abuso de varias drogas (policonsumo de sustancias)
son consideradas como las drogas que juegan un papel más relevante en las conductas violentas
de las parejas:
Tabla 3: Qué drogas juegan un papel importante en la violencia familiar (datos indicados
en promedios)
España
Alemania
Alcohol
3,22
Alcohol
3,61
Policonsumo
2,86
Policonsumo
2,21
Cocaína
2,46
Cocaína
1,73
0= nunca; 1= raramente; 2= en algunas ocasiones; 3= a menudo; 4= muy a menudo
Es obvio que en España y en Alemania el alcohol es considerado como la droga más significativa
cuando tiene lugar la violencia contra la pareja. Un 92,0% de los profesionales alemanes y un
72,9% de los españoles declararon que el alcohol ”a menudo” o ”muy a menudo” juegan un papel
importante en actos violentos contra la pareja.
Se pidió a los profesionales que estimaran el porcentaje de actos violentos en la familia que se
cometían bajo la influencia del alcohol. La mayoría de los profesionales no tenían estadísticas
precisas a su disposición. Por ese motivo, los datos deben leerse con cautela.
Según los profesionales alemanes, el porcentaje medio de los actos violentos que se cometen bajo
la influencia del alcohol es de 66,75%, mientras que los profesionales españoles consideran que,
por término medio, la mitad de los actos (51,13%) están relacionados con el abuso del alcohol. En
este sentido, es interesante diferenciar los datos para los grupos estudiados, ”Alcohol”, ”Mujeres”,
”Policía” y ”Otros”.
En España el grupo ”mujeres” es el que reconocía un papel mas importante del alcohol en la
violencia familiar y el que menos el grupo ”policía”. Igualmente, según los profesionales, la mayoría
de actos violentos cometidos bajo la influencia del alcohol lo son contra personas mas próximas
(otros familiares y amigos) y no tanto contra compañeros de trabajo y vecinos. Esto nos hace
suponer que los agresores que consumen alcohol conservan cierto control sobre su agresividad.
En esta misma línea, la tipología de agresor mas frecuentemente identificada por los profesionales
españoles es la del que es violento solo dentro del ámbito familiar (”dependientes”) y no el que lo
es en cualquier contexto (”dominantes”).
Se podría concluir, pues, que según los profesionales estudiados en Alemania y España el alcohol
30
juega un papel muy importante en la violencia familiar:
•
un porcentaje significativo de actos violentos dentro de la familia parece estar relacionado
con el abuso de alcohol.
•
el alcohol está relacionado con la violencia familiar con más frecuencia que otras drogas
•
el alcohol incrementa el riesgo de violencia familiar y por ello es importante integrar el
tratamiento del abuso de alcohol para prevenir la violencia posterior
2.3.3 Sobre la agresión
Formas de violencia que se perciben con más frecuencia
Las formas de la violencia que las víctimas experimentaron incluyen diferentes formas de abuso
físico, sexual y emocional. Según los expertos, la valoración del abuso sexual y emocional es difícil
en muchos casos, debido a que las mujeres en muchas ocasiones no interpretan que la conducta
de poco respeto y de abuso de sus parejas sea violenta. En consecuencia, los expertos advierten
que es posible que se esté subestimando el alcance del abuso emocional.
En la tabla 4 se indican las formas de violencia mencionadas con más frecuencia en Alemania y
España.
Tabla 4: Formas de violencia indicadas con más frecuencia
Violencia física
Media
Abofetear o golpear con la mano:
3,26
Apretar, agarrar o empujar
3,24
Dar una paliza
2,80
Violencia física contra los hijos
2,07
Violencia sexual
Acoso sexual
2,40
Violación
2,05
Violencia emocional
Amenazar
3,11
Actos en contra de la libertad personal
3,05
Violencia emocional contra los hijos
2,75
Restricciones económicas
2,63
31
0= nunca; 1= raramente; 2= en algunas ocasiones; 3= a menudo; 4= muy a menudo
2.3.4 Características de las víctimas y los agresores
Conducta típica y características de las víctimas
Como se describe en el capítulo 1, las víctimas de la violencia pueden mostrar una variedad de
trastornos, por ejemplo, depresión, Síndrome de Estrés Postraumático y el Síndrome de la Mujer
Maltratada. En el presente estudio, se preguntó a los profesionales la frecuencia con que las
víctimas mostraban ciertas conductas y síntomas que podían ser asociadas a estos cuadros
clínicos.
Los datos de España y Alemania se han unido ya que no había diferencias significativas. Las
conductas que son ”a menudo” comunicadas por las víctimas o percibidas por los profesionales
son por este orden:
- baja autoestima
- sentimiento de impotencia
- miedo
- desesperanza
- aislamiento social
También se preguntó a los profesionales la frecuencia con que las víctimas mostraban síntomas
de alcoholismo. La frecuencia media para el alcoholismo es de 1,91 lo cual quiere decir que por
término medio sólo en algunas ocasiones las víctimas muestran abuso del alcohol. Según los
profesionales, las víctimas tienden a consumir alcohol como estrategia de afrontamiento para
poder continuar llevando una vida normal - una observación que confirma el argumento hallado en
la bibliografía. Además, los profesionales a menudo declaran que las mujeres que viven con
hombres que abusan del alcohol desarrollan una co-dependencia.
Más del 92% de la muestra española y un 87% de la alemana estuvieron de acuerdo en que
existían diferentes tipologías de víctimas. A continuación, se presentan algunas características
que los profesionales alemanes y españoles han percibido como más frecuentes en las víctimas
(todas estas características no necesariamente ocurren en una sola víctima):
- origen familiar y experiencias de infancia violentos
- falta de recursos para protegerse de la violencia
- sentirse obligada socialmente a permanecer junto a un marido violento (por ejemplo, los niños
necesitan a su padre, mantener la estructura familiar ”normal”)
- mujeres que tienen características extremadamente dependientes y sumisas tienen una
32
tendencia especial a convertirse en víctimas de la violencia
- la co-dependencia en mujeres cuyas parejas abusan del alcohol y drogas
Conductas típicas y características de los agresores
En este apartado se indican las conductas y características de los agresores que se perciben con
más frecuencia. Se debe tener en cuenta que únicamente alrededor de un 60% de la muestra
estudiada pudo contestar a esta pregunta. Esto se debe al hecho de que, como se menciona
anteriormente, varios de los profesionales entrevistados trabajaban principalmente con víctimas y
por lo tanto no pudieron responder. Debido a diferencias menores entre los datos españoles y
alemanes, se presentan conjuntamente los resultados para ambos países.
Según más del 85% de los profesionales, los agresores a menudo o muy a menudo muestran
una conducta agresiva o irritable. Además, un 75% de los profesionales observaron que los
agresores ”a menudo” o ”muy a menudo” mostraban celos excesivos así como una extrema
ansiedad por la separación de su pareja. Un 75,5% declararon que los agresores mostraban
síntomas claros de alcoholismo, mientras que un 33% mencionó que el abuso de drogas ocurre ”a
menudo” o incluso ”muy a menudo”.
Con relación a diversas habilidades interpersonales sociales, los datos muestran que los
agresores tienen, en general, una carencia de ellas, sobre todo en su compromiso en las
relaciones y respecto a la solución de problemas. Los resultados siguen el argumento de recientes
estudios experimentales con grupos control, indicando que los agresores tienen déficits
substanciales de habilidades sociales comparados con los no agresores.
Para los profesionales la identificación de estas áreas problemáticas específicas, tanto de
víctimas como de agresores, juega una importante función en la planificación y ejecución de una
intervención adecuada que se adapte a los déficits específicos y áreas problemáticas tanto de
unos como de otros.
33
3. Recomendaciones y ejemplos de buenas prácticas para la
intervención de violencia familiar relacionada con el abuso de alcohol
3.1. RECOMENDACIONES PARA LAS INSTITUCIONES
3.2. RECOMENDACIONES EN LA INTERVENCIÓN CON VÍCTIMAS Y AGRESORES
a) RECOMENDACIONES PARA LA DETECCIÓN Y LA VALORACIÓN
CREAR UN CONTEXTO DE AYUDA
DETECTAR LA VIOLENCIA (RELACIONADA CON EL ABUSO DE ALCOHOL)
DOCUMENTAR DETALLADAMENTE EL ABUSO
SUGERENCIAS PARA INTERVENIR CON VÍCTIMAS QUE TIENEN HIJOS
b) RECOMENDACIONES PARA EL TRATAMIENTO
INTERVENCIONES CON VÍCTIMAS QUE ABUSAN DEL ALCOHOL
INTERVENCIONES CON HOMBRES AGRESORES QUE ABUSAN DEL ALCOHOL
INTERVENCIÓN CON LOS HIJOS DE FAMILIAS VIOLENTAS Y ALCOHÓLICAS
3.3. BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR
DESDE EL ÁMBITO EDUCATIVO
DESDE EL ÁMBITO LEGAL
DESDE EL ÁMBITO POLICIAL
DESDE LOS ÁMBITOS SOCIO-SANITARIOS
34
Entendemos por buenas prácticas las intervenciones que ya se están realizando tanto en el ámbito
nacional como en el internacional, que suponen una mejora en la situación actual, sobre las que
hay un cierto consenso profesional al respecto y por tanto son posibles y útiles. Asumir criterios de
buenas prácticas para intervenir sobre situaciones de violencia familiar, supone que los
interventores tomemos conciencia de los propios valores y actitudes. Se trata de aumentar
nuestra conciencia y sensibilidad para descontaminarnos de mitos, prejuicios y estereotipos.
Los objetivos de la intervención con víctimas y agresores tendría que ser:
•
potenciar a las víctimas y darles apoyo para promover su seguridad.
•
responsabilizar al agresor y ofrecerle tratamiento efectivo para que deje de utilizar tácticas
abusivas.
Además, las instituciones deberían ayudar y proteger a los y las profesionales que trabajan en el
ámbito de la violencia familiar.
Las recomendaciones presentadas en este apartado se basan en:
a. Revisiones de bibliografía sobre violencia familiar y programas de prevención implementados
actualmente.
b. Los resultados de nuestro estudio (presentados en el capítulo anterior).
c. Reuniones y entrevistas con profesionales de diferentes ámbitos.
d. La propia práctica profesional de los autores
3.1. RECOMENDACIONES PARA LAS INSTITUCIONES
Los servicios públicos todavía no se han hecho totalmente responsables del tema de la violencia
familiar, que en general aún es considerado como un problema privado. Hace falta incrementar la
conciencia y sensibilidad sobre la violencia familiar como un problema social, y también sobre el
alcoholismo como una enfermedad y a la vez, como un problema social. Es necesario concienciar
sobre la gravedad de estos fenómenos y demostrar que trabajar sobre ellos es rentable incluso
económicamente, por ejemplo, en lo que respecta a las consecuencias para los niños que sufren
malos tratos.
La barrera y la falta de colaboración que existe entre diversos servicios e instituciones (Sanidad,
Justicia, Policía, etc.) que trabajan en violencia familiar debería superarse para ofrecer ayuda
sustancial y continuada a todas aquellas personas afectadas.
Además, según los resultados de esta investigación se desprende que hay, a escala general, una
necesidad de mayor coordinación y planes conjuntos entre los servicios de tratamiento de
alcohol, los servicios de atención a las mujeres maltratadas y los servicios de atención a infancia y
adolescencia, así como desde los diferentes ámbitos de intervención (salud, policía, servicios
35
sociales).
Es necesario que existan más recursos sociales, económicos y educativos para las víctimas, de
tratamiento para los agresores, la creación de más casas de acogida y diversificar recursos para
la inclusión de las mujeres en el mundo laboral.
Existen ejemplos de programas que se basan en la integración de diversos servicios provenientes
de los sistemas legal, social y sanitario. Uno de los primeros programas dedicados a la integración
de los diferentes servicios y instituciones que trabajan con víctimas y agresores es el Proyecto de
Intervención en la Violencia Doméstica (Domestic Abuse Intervention Project, DAIP), descrito en
Schall & Schirrmacher, 1995. El programa se inició en Minnesota (EUA) y actualmente sirve como
modelo para la integración de programas de intervención eficaz. En este programa, cuando se
detecta un caso de violencia familiar se inician los siguientes pasos:
- en caso de emergencia, el agresor es arrestado (encarcelamiento hasta 24-36 horas) para
desactivar la situación, así como para dar la oportunidad de que la mujer abandone el hogar.
- se informa claramente al agresor sobre el hecho de que ha actuado contra la ley (sin minimizar
la situación).
- La policía informa a los profesionales de los servicios sociales que están en contacto con la
víctima para ofrecerla ayuda y facilitarle la realización de los trámites legales necesarios, así
como para que encuentre refugio, proporcionándole direcciones de grupos de autoayuda, etc.
- Al mismo tiempo, un profesional entra en contacto con el agresor y ofrece un curso de formación
al que puede acudir en lugar de afrontar una condena. El curso de formación exige la reflexión
del acto violento y las posibles razones por las cuales tiene lugar, así como el aprendizaje de
distintas actitudes y diversas conductas no-violentas.
Todos los servicios públicos tendrían que:
•
estar provistos de instrucciones y teléfonos de urgencia escritos, y de una base de datos
sobre recursos e información en violencia familiar.
•
dar información de forma sencilla y completa de los recursos, procesos y circuitos y prevenir
la victimización secundaria. Para conseguir este objetivo hace falta más formación y,
sobretodo, trabajar el tema de las actitudes y prejuicios de los profesionales frente al tema de
la violencia familiar.
•
Asumir como principio básico que la seguridad de mujeres, niños y profesionales es lo
prioritario a considerar, y en situaciones de urgencia, proveer una atención lo más rápida
posible.
•
saber que tienen la responsabilidad legal en la denuncia de malos tratos y el deber legal de
informar a los hombres sobre las consecuencias de todas las formas de violencia. Estas
actuaciones tendrían que realizarse con mucho tacto por la posibilidad de violencia contra el
profesional.
36
3.2 RECOMENDACIONES EN LA INTERVENCIÓN CON VÍCTIMAS Y AGRESORES
Las intervenciones profesionales erróneas, lejos de ser neutras, tienden a agravar la situación de
quienes están en riesgo. Es posible que algunas de las mujeres sólo acudan una vez (por diversos
motivos) a una entrevista; esa puede ser la única oportunidad para ”sembrar” algo que haga que
la mujer no abandone o se abandone. En situaciones de violencia familiar no se trabaja siempre
con demanda explícita; de ahí que este tipo de intervenciones requieran de un ejercicio
permanente de análisis, reflexión y creatividad profesional. En otras situaciones, se habrá de
considerar el ejercicio de control social (notificar, denunciar).
Es necesario afrontar el tema de cómo los profesionales trabajan con hombres violentos, pues
algunas veces el miedo de los profesionales hacia ellos ha supuesto que se trabaje
mayoritariamente con mujeres en la red de protección infantil. La intimidación que sufren los
profesionales frente a la violencia puede ensombrecer el protagonismo del hombre en la violencia
y focalizar la responsabilidad en la mujer.
Sugerimos en general en las intervenciones profesionales con víctimas de violencia familiar:
•
realizar un buen diagnóstico de la situación de violencia, y de los riesgos que suponer.
•
trabajar con las víctimas el hecho de que están sufriendo una relación abusiva.
•
clarificar quién es el abusador y quién la víctima.
•
proporcionar recursos diversificados de tratamiento para que las víctimas puedan optar en
función de sus necesidades y situación.
•
facilitar la presentación de la denuncia, ofrecer apoyo y seguimiento.
a) RECOMENDACIONES PARA LA DETECCIÓN Y LA VALORACIÓN
Existen algunos requisitos generales importantes para los profesionales que trabajan con las
víctimas. Pueden parecen ser simples, pero en ocasiones son difíciles de seguir por diversos
motivos como, por ejemplo, la falta de prioridad que se concede al tema, las capacidades
económicas de la institución, las actitudes y creencias, y la inseguridad acerca de cómo intervenir
una vez que se ha detectado la violencia.
Para la intervención con víctimas se propone trabajar con las siguientes premisas:
CREAR UN CONTEXTO DE AYUDA:
•
Proporcionar un espacio individual y suficiente tiempo para trabajar el tema,
37
especialmente en los primeros contactos. Ello facilitará que las víctimas se sientan seguras
y que todo lo que dicen es creído y tomado seriamente. Es básico que la víctima no se
sienta juzgada, pues necesita sentirse protegida y respetada.
En principio, creer la explicación de abuso y maltrato que la víctima hace. Para ello se
•
ha de crear un ambiente de apoyo y ser especialmente empáticos en las primeras
intervenciones: escuchar, acoger y hacer que la víctima se sienta cómoda (especialmente
en instituciones oficiales como comisarías de policía y las salas de urgencias de los
centros sanitarios).
Verbalizar que el agresor es responsable de su comportamiento y reconocer la
•
capacidad de la víctima para manejarse en situaciones de violencia. Tratar a la mujer
como a una persona que necesita apoyo, incrementando sus habilidades y promoviendo
su autoestima.
Animar a que describa el riesgo que ella percibe y pensar conjuntamente maneras de
•
aumentar su seguridad. Muchas veces las mujeres han construido estrategias para resistir
la violencia, por lo cual una buena intervención puede ser explorarlas.
Ofrecer la posibilidad de retomar el contacto con el profesional. En caso de que las
•
víctimas sean mujeres, es preferible que hablen con una mujer del equipo.
DETECTAR LA VIOLENCIA (RELACIONADA CON EL ABUSO DE ALCOHOL):
•
El objetivo general es recoger información sobre lo que la víctima está experimentando, el
nivel de abuso y sus necesidades actuales. Los profesionales que tratan con las víctimas
tendrían que detectar síntomas de violencia, así como síntomas de abuso de alcohol lo
antes posible, para que puedan planificar una intervención y realizar derivaciones
adecuadas a servicios especializados de ayuda .
•
Para médicos o profesionales que trabajan en centros de apoyo para mujeres, los métodos
de detección deberían incluir preguntas dirigidas a detectar abuso en el historial médico
(por ejemplo, dispareunia o trastornos menstruales, extenso historial de accidentes,
pérdida de audición, desprendimiento de retina, fatiga y pérdida de peso). Además se
deben valorar los trastornos psicológicos típicos que incrementan la posibilidad de
violencia familiar (por ejemplo el Síndrome de Estrés Post-traumático o trastornos de
ansiedad). En estos casos, es de gran importancia para la mujer o los niños recibir terapia
inmediatamente. Las entrevistas con los pacientes también deberían incluir preguntas
sobre las áreas privada y social, como relaciones familiares y historias sexuales.
38
Ejemplos para la detección de la violencia familiar
Aunque reconocer delante de alguien que se está en una relación de abuso puede ser
humillante, muchas víctimas han explicado que les hubiese gustado, en ocasiones, que
alguien les preguntara sobre esta relación abusiva. Podemos ayudar a las víctimas a crear
una atmósfera en la cual la víctima se sienta suficientemente segura para reconocer que
está en una relación destructiva.
Posibles preguntas:
•
¿Cómo va todo en casa?
•
¿Cómo se siente?
•
¿Tiene el apoyo en casa que necesita?
•
Me parece ver algunas señales..., ¿qué ha sucedido? ¿cómo?
•
¿De alguna manera siente miedo de su pareja?
•
¿Su pareja reacciona a veces de manera explosiva o agresiva?
•
¿Alguna vez le ha prohibido ver a gente o ir a ciertos lugares?
•
¿Le ha amenazado con agresiones a usted o a sus hijos?
•
¿Alguna vez le ha empujado, pegado, agarrado?
•
¿Alguna vez su pareja le ha forzado a tener relaciones sexuales?
Ejemplos para la detección del abuso de alcohol (John et al., 1996)
Para la detección del abuso de alcohol (según el cuestionario ”Cage”, Ewing, 1994)
§
¿Ha tenido alguna vez la sensación de que debería reducir su consumo de alcohol?
§
¿Alguna vez se ha sentido molesto porque alguien ha mencionado que Ud. bebe demasiado?
§
¿Alguna vez se ha sentido culpable debido a su consumo de alcohol?
§
¿Alguna vez ha bebido alcohol a primera hora de la mañana para eliminar pequeños temblores
de manos?
Criterios para el diagnóstico de la dependencia de alcohol y otras sustancias (según
DSM IV, 1994)
A. Un modelo desadaptado de consumo de sustancias que conduce clínicamente a una
discapacidad significativa, como se manifiesta por tres (o más) de las siguientes características
39
que puedan ocurrir en cualquier momento en un período de 12 meses.
1
Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes síntomas
a) necesidad de cantidades significativamente incrementadas de la sustancia para
conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
b) Efecto reducido significativamente con el consumo continuado de la misma cantidad de
la sustancia.
2
Síndrome de abstinencia manifestado por cualquiera de los siguientes síntomas
a) el típico síndrome de abstinencia para la sustancia
b) la sustancia se toma para aliviar o evitar los síntomas del síndrome de abstinencia
3
La sustancia a menudo se consume en grandes cantidades o durante un período más largo de
lo que se pretendía
4
Existe un deseo persistente o un esfuerzo inútil de reducir o controlar el consumo de la
sustancia.
5
Una gran cantidad de tiempo se dedica a actividades necesarias para conseguir la sustancia.
6
Se abandonan o reducen actividades sociales, laborales, o recreativas importantes por el
consumo de la sustancia.
7
El consumo de la sustancia es continuado a pesar de reconocer o tener problemas físicos o
psíquicos persistentes o recurrentes que probablemente han sido causados o aumentados por
la sustancia.
DOCUMENTAR DETALLADAMENTE EL ABUSO:
Es necesario que existan buenos documentos/ protocolos consensuados para valorar situaciones
de violencia familiar. Una vez se ha detectado el abuso y se ha documentado detalladamente, se
deben identificar las variables de contexto (como el entorno socio-familiar) para poder trazar un
plan de seguridad e iniciar la ayuda necesaria para las víctimas. Para los profesionales, es
importante la colaboración entre ellos para que puedan complementar su intervención.
Finalmente se tendrían que registrar todos los casos de violencia tanto cuando existe certeza
como cuando hay sospecha de maltrato.
SUGERENCIAS PARA INTERVENIR CON MUJERES VÍCTIMAS QUE TIENEN HIJOS
•
Es importante ayudar a las víctimas a hacerles ver la influencia de la violencia en sus hijos
y que sean conscientes de la interrelación entre violencia familiar y el efecto sobre los
niños.
•
Es importante animar a las mujeres a ser honestas con los hijos respecto a los hechos y
las circunstancias relacionadas con la violencia familiar.
40
•
En los contextos de servicios de protección infantil hay que entender la ambigüedad de
algunas mujeres respecto a sus hijos ya que pueden querer que sean internados para
poder protegerlos mejor. Esto puede suponer que a veces sean injustamente tratadas y
aumentar sus sentimientos de culpa puesto que se las responsabiliza sólo a ellas del
bienestar de sus hijos. Los hombres son bastante invisibles en la red de protección a la
infancia y muchas veces la responsabilidad se le da a las madres, que en algunos casos
son maltratadas también. Estas son áreas difíciles de explorar y hace falta tratarlas con
extremo cuidado.
b) RECOMENDACIONES PARA EL TRATAMIENTO
Un indicador de avance social en el tema, seria abordar el tratamiento y la prevención de
todos los actores de las situaciones de violencia. Ello a pesar de que, en el caso de los
agresores, se debe hacer frente a conductas muy arraigadas en la historia individual de estos
hombres, a una fuerte desmotivación para el cambio de la conducta violenta y a una connivencia
social que complica aún mas el abordaje y la solución del problema. Esta apuesta por el
tratamiento de los hombres violentos en ningún caso debería suponer una merma en los recursos
que se han de poner en marcha para atender adecuadamente a las mujeres y niñas/os que sufren
violencia.
Antes de tratar a los agresores, es muy importante valorar la seguridad y protección para el resto
de miembros de la familia que pueden estar sufriendo malos tratos. Mantenemos que se ha de
trabajar con los agresores, entre otras razones porque alrededor de un 50% de las mujeres
agredidas vuelven con el agresor, y porque aunque ellas no vuelvan con el agresor, ellos pueden
agredir a otras parejas.
Sabemos que el tratamiento a agresores que no forma parte de un programa general dentro del
marco judicial, normalmente funciona con mayores dificultades. Los agresores necesitan una razón
muy poderosa externa para realizar cambios.
No se recomienda trabajar con todos los miembros de la familia a la vez en situaciones de
violencia familiar. Cada uno debe hacer su propio proceso por separado y cuando esté avanzado
el proceso de rehabilitación tal vez podrán decidir realizar un tratamiento en conjunto, partiendo de
un nivel equivalente de poder, independencia y seguridad en sí misma/o. Tampoco se aconseja
que un mismo profesional trate a la víctima y al agresor, si bien las intervenciones han de estar
integradas y coordinadas.
41
INTERVENCIONES CON VÍCTIMAS QUE ABUSAN DEL ALCOHOL
Un problema especialmente identificado en los servicios de tratamiento de alcohol es la
preparación insuficiente para tratar los aspectos familiares del problema, a la vez que los servicios
de tratamiento a familias, mujeres maltratadas, protección a la infancia, etc. pueden no estar
preparados suficientemente para detectar problemas de alcohol y otras drogas.
No es suficiente trabajar la abstinencia si se quiere hacer una intervención de tipo global. Los
enfoques utilizados tradicionalmente en el campo de las adicciones son hoy en día insuficientes
para satisfacer las necesidades de las víctimas de la violencia, tanto si son mujeres con parejas
alcohólicas como si ellas mismas presentan problemas de alcoholismo. Esto es debido a que estos
enfoques sólo se concentran en el tratamiento de la adicción, pero no en la prevención de futuros
abusos. Entender que la víctima es co-responsable y tratarla juntamente con el agresor sin darle
una atención individualizada (el enfoque tradicional de la co-dependencia) puede facilitar una
escalada de agresiones.
En muchos casos la recuperación de la víctima que abusa del alcohol puede suponer un aumento
de la violencia. Las víctimas manifiestan que durante el tratamiento de su alcoholismo el abuso no
sólo continúa sino que puede aumentar. Los planes para el tratamiento no deberían incluir
acciones que pusieran en peligro a las víctimas directa o indirectamente.
INTERVENCIONES CON HOMBRES AGRESORES QUE ABUSAN DEL ALCOHOL
Los hombres que ejercen la violencia familiar pueden tener una serie de problemas relacionados
con el alcohol. En general, el alcohol y las drogas deben ser observadas más bien como factores
precipitadores de la violencia familiar que como factores causales. En algunos centros de
tratamiento y comunidades terapéuticas todavía existe la creencia generalizada de que el
tratamiento del alcoholismo por si solo eliminará la conducta violenta, lo que desgraciadamente en
muchos casos no es cierto.
Un plan de tratamiento para hombres que agreden y que presentan problemas de alcoholismo
debe incluir un programa específicamente diseñado para tratar las actitudes y creencias que
apoyan el comportamiento agresor, pues los alcohólicos con problemas de violencia familiar
necesitan tratar el problema del alcohol y la violencia separadamente. Este programa específico
podría ser realizado en el mismo centro de tratamiento de alcoholismo u en otros centros.
Para planificar una intervención adaptada a las necesidades de los agresores que abusan del
alcohol u otras drogas habría que valorar aspectos como:
•
Las pautas del consumo de alcohol y los problemas médicos, legales y sociales relacionados
42
con el alcohol u otras drogas.
•
las características de los diferentes tipos de agresores y la relación violenta: falta de
habilidades sociales en el agresor, celos extremos, etc.
La identificación de estas áreas problemáticas específicas desempeña una función importante en
la planificación y la ejecución de una intervención apropiada que se adapte a las carencias
específicas y las áreas problemáticas de los hombres violentos.
En algunas ocasiones, en las cuales la persona con abuso de alcohol y conductas violentas no
está suficientemente motivada para realizar tratamiento se ha conseguido a través de la
coordinación con el sistema judicial, que la denuncia de la víctima favorezca que se haga presión
judicial para que esta persona inicie un programa de tratamiento.
INTERVENCIÓN CON LOS HIJOS DE FAMILIAS VIOLENTAS Y ALCOHÓLICAS
Como se indicó en el capítulo 1, los niños/as que se encuentran en contextos de violencia y abuso
de alcohol podrían quedar seriamente afectados, incluyendo la posibilidad de convertirse en
agresores o víctimas tanto en la adolescencia como en la edad adulta. El espacio de atención a
los niños y adolescentes hijos de alcohólicos tiene un doble efecto preventivo: por un lado de la
posible dependencia futura, y por otro, de las posibles repeticiones del rol de agresor y del rol de
víctima. Así pues, es necesario llevar a cabo una intervención individual y grupal para prevenir
ciertos trastornos psico-sociales.
Algunas sugerencias para trabajar con estos niños/adolescentes atendidos en los servicios serían:
•
Creerlos cuando explican que son víctimas de violencia.
•
Darles la oportunidad de poder comunicar sus dificultades, para lo cual han de sentirse
seguros y cómodos para poder expresar que son víctimas de violencia.
•
Proporcionarles espacios individuales para que entiendan las experiencias que están viviendo,
y comprendan los efectos que esto tiene respecto a su imagen y autoestima
•
Darles la oportunidad de interaccionar con modelos de convivencia diferentes al del patrón
violento.
3.4. BUENAS PRÁCTICAS PARA LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR
Para prevenir la violencia relacionada con el consumo de alcohol, es necesario abordar el
problema desde diferentes perspectivas. A continuación presentamos diferentes medidas
preventivas que los profesionales con los que hemos contactado consideran importantes.
43
DESDE EL ÁMBITO EDUCATIVO
§
Implementar programas de formación en habilidades sociales en escuelas y jardines de
infancia con el fin de conseguir un desarrollo saludable y para la prevención de conductas
violentas y de abuso de drogas. Estos programas se basan en aprender a resolver conflictos y
mejoras en habilidades de comunicación, pues los estudios demuestran que los agresores a
menudo tienen una carencia de estas habilidades.
§
Implementar programas para promover ”la inteligencia emocional” en los niños, y no sólo
aspectos intelectuales y competitivos.
§
Enseñar a los chicos y chicas una distribución de roles en la familia flexible, en los cuales el
hombre no domine a la mujer
§
Sensibilizar sobre las imágenes distorsionadas que la publicidad ofrece sobre el alcohol.
§
Sensibilizar sobre las imágenes distorsionadas que la publicidad y los medios de comunicación
ofrecen respecto a la distribución de roles.
§
Aumentar la capacitación de los profesionales que trabajan con víctimas de violencia en la
creación de pautas claras sobre el proceso de intervención y revisión de prejuicios y actitudes.
La formación también debería enseñar métodos para la detección del abuso de alcohol, así
como de la violencia relacionada con el alcohol así como sus características y aspectos
legales.
DESDE EL ÁMBITO LEGAL
Actualmente existen instrumentos jurídicos positivos para intervenir en el tema de la violencia
familiar pero es necesario un cambio de mentalidad para aplicarlos.
Algunas medidas concretas propuestas por los profesionales son:
•
Aplicar de forma efectiva los juicios rápidos en casos relacionados con violencia familiar pues
ya lo permite la actual Ley de Enjuiciamiento Criminal
•
Que la medida del alejamiento del agresor no se aplique solo en delitos graves.
•
Elaborar criterios comunes a los órganos judiciales para el establecimiento de la figura de
habitualidad como criterio tipificador del maltrato.
•
Coordinar las actuaciones en el ámbito civil y penal. Los jueces civiles que conozcan casos
donde se produzca violencia familiar (por ejemplo en situaciones de separación y divorcio)
deberían instar al juzgado penal para que actuara y sancionara el hecho.
•
Que existan para cada provincia fiscales y Tribunales especializados en violencia familiar.
§
Que las medidas judiciales a aplicar otorguen la responsabilidad clara y total al agresor. La
terapia no debe sustituir al castigo por el delito cometido, sino que sólo se puede realizar en
combinación con una sanción legal. Las condenas deberían ser: prisión, trabajo en beneficio
de la comunidad, etc. incluso si estuvieran ebrios, para que no puedan utilizar su estado como
44
excusa.
•
Ordenar la protección policial a las víctimas de alto riesgo
•
Tramitar las denuncias como delitos y no como meros juicios de faltas.
§
Mejorar el acceso de las víctimas a asesoramiento legal ágil y gratuito si éstas lo solicitan (por
ejemplo, en caso de separación).
§
Leyes más estrictas en relación con el consumo de alcohol en menores y prohibición de la
publicidad de alcohol.
DESDE EL ÁMBITO POLICIAL
•
Facilitar la presentación de denuncia por parte de las mujeres
•
Acumular las denuncias que se tramiten contra el mismo imputado por la misma víctima
•
Dar prioridad a la investigación y coordinar los recursos en la instrucción, evitando que la
víctima tenga que hacer múltiples declaraciones
•
Buscar denuncias anteriores relacionadas
•
Proteger tanto físicamente a la víctima como su privacidad e intimidad.
•
Informar a la mujer de los trámites, derechos y diligencias que se realicen, así como informar
de los servicios de atención a la mujer de su comunidad, y facilitar el acceso a ellos.
•
Creación de cuerpos especiales para el fenómeno de la violencia familiar
•
Mayor coordinación entre los cuerpos policiales y otras instituciones.
DESDE LOS ÁMBITOS SOCIO-SANITARIOS
La atención primaria de salud es uno de los niveles mas adecuados para detectar. Diversos
estudios han identificado que los médicos diagnostican problemas de violencia familiar en
aproximadamente 1 de cada 25 casos. Esta baja detección puede deberse a que algunos creen
que no les compete; que pueden hacer poco o bien a que no saben que hacer.
Algunas medidas concretas propuestas por los profesionales son:
§
Aumentar la implementación y evaluación de programas eficaces para el tratamiento de
agresores que abusan del alcohol.
§
Desarrollar métodos de detección eficaces para identificar variables que influyen en la
aparición de la violencia.
§
Incrementar los recursos sociales y los servicios para las víctimas
§
Proporcionar apoyo económico rápido
§
potenciar la colaboración e intercambio de experiencias entre los diferentes servicios y equipos
multidisciplinarios
§
Ofrecer la posibilidad de tratamiento de alcohol en el lugar de trabajo
§
Aumentar la formación de los equipos de salud para que ”no nieguen lo social”, y sobre los
aspectos legales e instituciones a los que se pueden derivar las víctimas para que, desde el
45
principio de la detección de la violencia, se pueda pasar a la acción. Informar a las víctimas de
sus derechos y posibilidades de salir del entorno violento.
§
En cualquier momento en que los profesionales tratan con víctimas deberían escribir un
informe detallado sobre la acción violenta que se pueda utilizar en un juicio, por ejemplo. En
los partes médicos es conveniente que la agresión quede muy bien explicitada. Además que se
recoja lo que dice la víctima sobre cómo y quién estaba con ella cuando se produjeron las
lesiones. Para ello se precisaría que se dedicara más tiempo a las visitas médicas.
§
Se tendrían que realizar partes conjuntos entre policía y servicios médicos.
§
Cuando se encuentren con una mujer agredida, el equipo socio-sanitario debería coordinarse
con alguna asociación de mujeres para ofrecer a la víctima apoyo y acompañamiento
inmediato.
46
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