DESCANSO DOMINICAL

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Exp. 3612/13
2 de octubre de 2013
DESCANSO DOMINICAL
Artículo 1: Sustitúyase el artículo 204 de la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo
por el siguiente texto:
Artículo 204. Prohibición de trabajar. Queda prohibida la ocupación del
trabajador desde las trece (13) horas del día sábado hasta las veinticuatro (24)
horas del día domingo, salvo los casos de excepción que las leyes o
reglamentaciones prevean, en cuyo caso el trabajador gozará de un descanso
compensatorio en la semana siguiente, pago, de goce íntegro y continuado entre
las trece (13) y las veinticuatro (24) horas del día siguiente.
Artículo 2: Sustitúyase el artículo 207 de la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo
por el siguiente texto:
Artículo 207. Salarios por días de descanso no gozados. Cuando el trabajador
prestare servicios entre las trece (13) horas del día sábado y las veinticuatro (24)
horas del día domingo, medie o no autorización, sea por las circunstancias
previstas en el artículo 203 o por estar comprendido en las excepciones que con
carácter permanente o transitorio se dicten, el empleador estará obligado a abonar
el salario habitual con el ciento por ciento (100 %) de recargo, ello sin perjuicio de
la obligación de otorgar franco compensatorio.
El empleador estará obligado a otorgar el franco compensatorio en la semana
siguiente, con las modalidades dispuestas en el artículo 204. Su omisión será
sancionada de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3 del Anexo II del Pacto
Federal del Trabajo (Ley 25.212)
El trabajador podrá disponer por sí el goce del franco compensatorio omitido a
partir de la semana subsiguiente y hasta la extensión del vínculo laboral, previa
comunicación formal de ello efectuada con una anticipación no menor de
veinticuatro (24) horas a su efectivo goce y con indicación de su extensión en
caso de acumulación de francos no gozados.
En el caso de existir francos compensatorios pendientes de goce y se produjera la
extinción del vínculo por renuncia del trabajador, éste tendrá derecho a percibir el
ciento por ciento (100 %) de los salarios pertinente; si la extinción fuese
consecuencia de despido, los salarios compensatorios adeudados se
incrementarán en un ciento por cien (100 %) adicional al monto referido
precedentemente.
Artículo 3: Deroganse los artículos 18 y 19 del decreto Nº 2284/91 de
desregulación económica.
Artículo 4: Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
El derecho del trabajo ha sido históricamente una valla de contención a la
explotación y un reaseguro del respeto a la dignidad del trabajador. El derecho del
trabajo desempeñó en este sentido un papel revolucionario, en cuanto significó la
contención del capitalismo salvaje.
Los derechos del trabajador fueron conseguidos con impetuosa lucha y en nuestro
país con denodado esfuerzo se fueron consagrando legislativamente desde 1904;
era el “Nuevo Derecho” que se agitaba en nuestro Parlamento y en toda la
sociedad. Se remitía en aquel año el primer proyecto de Código de Trabajo
impulsado por Joaquín V. González, y Alfredo Palacios iniciaba su obra,
impulsando un derecho en expansión, en una Argentina que se organizaba en una
economía capitalista dependiente de los designios de las metrópolis de turno.
Precisamente la primera ley que lograría sancionar Alfredo Palacios en 1904, y
que iniciaría el corpus normativo que integraría este “Nuevo Derecho” sería la Ley
Nº 4.661 de descanso hebdomadario (descanso dominical). Le seguirían muchas
otras, como la Ley 5.291 reglamentaria del trabajo de mujeres y menores, la Ley
9.104 extendiendo los alcances de la ley de descanso hebdomadario, la Ley 9.688
de Accidentes de Trabajo, la Ley 11.933 de Seguros de Maternidad, entre otras.
En la década del ’40 el derecho del trabajo recibiría un fuerte impulso, como
herramienta de transformación social, toda vez que sus normas eran instrumento
de una política de redistribución de la renta a favor del sector asalariado. Los
derechos sociales se abren paso en nuestra legislación, en una década donde el
Estado desempeña un rol activo como motor y regulador de la economía.
Argentina aparece así como uno de los pocos países latinoamericanos en el cual
la llamada “sociedad salarial” tuvo un fuerte desarrollo.
Las hondas transformaciones que sacudieron al país en los últimos 30 años como
producto de la aplicación de las políticas neoliberales, terminaron por reconfigurar
completamente las bases de la sociedad. Este proceso de mutación estructural,
marcado por el desempleo generalizado, la precariedad, el empobrecimiento, la
vulnerabilidad y la exclusión social, si bien arrancaría a mediados de los ’70 con la
dictadura militar más sangrienta que conoció nuestro país, tendría su
profundización en la década del ´90.
El sistema de relaciones laborales definido en base a un importante grado de
intervención estatal en el mercado de trabajo, sufrió en la década del ’90
modificaciones legislativas en sus principales características. Fue entonces
cuando, al calor del “Consenso de Washington”, se fueron imponiendo un conjunto
de reformas en la legislación laboral y en el sistema de seguridad social en base al
falaz argumento de que los problemas del mercado de trabajo eran producidos por
la acción combinada de una rígida legislación laboral y de costos laborales muy
altos. Por ello, las políticas recomendadas por los organismos internacionales
debían, por un lado, introducir mecanismos de flexibilidad para la contratación y el
uso de la fuerza de trabajo, y por el otro, reducir los costos de las empresas para
financiar la seguridad social.
La falacia de este discurso no permitió otra cosa más que aumentar la explotación,
precarizar a los trabajadores, y volcar la relación de fuerzas aún más hacia el
capital, en la medida en que tendió a satisfacer las demandas de las grandes
organizaciones empresarias/financieras, y de los organismos internacionales de
crédito. No sólo no logró intensificar la creación de empleo, sino que incluso en los
períodos de expansión la relación entre crecimiento y empleo no difirió de la que
había caracterizado a la década anterior.
Flexibilizar las normas laborales equivalía a aceptar que el ordenamiento entonces
vigente tenía caracteres rígidos. Y, ¿cuáles eran esos caracteres supuestamente
rígidos? Indudablemente, aquellos que las partes no pueden modificar ni en forma
unilateral ni por acuerdo, por cuanto las normas son de orden público, y fijar
límites inalterables sustentados en razones de justicia social, parten de reconocer
la desigualdad real existente entre las partes intervinientes en el contrato de
trabajo.
Precisamente, es esa desigualdad, que genera desprotección del trabajador
(considerado la parte más débil pues solo cuenta con su fuerza de trabajo), la que
debe aspirar a morigerar el derecho laboral, plasmando en la legislación su sello
protectorio de la parte más débil.
El impacto de la reforma laboral sobre el funcionamiento del mercado de trabajo
fue enorme: la desocupación, los fenómenos de exclusión y la precarización de las
condiciones de trabajo de los que permanecieron en la condición salarial fueron
sus consecuencias más palpables. Y además, estas transformaciones operadas
en el mercado de trabajo afectaron profundamente el perfil de la estructura social.
Como el empleo había constituido históricamente no sólo la principal fuente de
ingresos, sino también el principal vehículo de integración social, su degradación
puso en cuestión la propia capacidad integradora de la sociedad.
El descanso dominical.
Con la sanción del decreto Nº 2284/91 de desregulación económica se favoreció
el proceso de concentración y predominio económico de las grandes empresas del
rubro comercio y servicios. Desde entonces, la prohibición del trabajo dominical
que en nuestro país se respetaba desde comienzos del siglo pasado con la ley de
Palacios, pasó a ser letra muerta en la ley.
De esta forma, en función de la ambición de lucro de muchos grupos económicos
que operan en el país (hipermercados, shoppings, cadenas de comida rápida, etc.)
se avasalló el derecho a la protección integral del tiempo de descanso y
recreación de los trabajadores y sus familias.
En este contexto, creemos que es indispensable desmontar las reformas
características de la flexibilización laboral, aportando al restablecimiento pleno del
principio protectorio, vector fundamental del derecho del trabajo.
El presente proyecto de ley tiene entonces por objeto privilegiar el disfrute del
descanso hebdomadario, manteniendo como principio la prohibición de ocupación
desde las 13 horas del día sábado hasta las 24 horas del día domingo.
Por ello, proponemos modificar la redacción vigente de la Ley de Contrato de
Trabajo a fin de que el texto legal sea muy claro respecto a que el descanso
semanal debe ser gozado entre las 13 horas del día sábado y las 24 horas del día
domingo; que cuando exista excepción al goce de dicho franco el trabajo prestado
debe remunerarse con el 100 % de recargo con independencia de que el franco
compensatorio sea o no gozado. Asimismo, se establece expresamente el derecho
del trabajador a gozar de los períodos de descanso semanal no gozados hasta la
extinción del vínculo laboral.
Entendiendo que, como nos enseñaba Scalabrini Ortiz, lo que no se legisla
explicita taxativamente a favor del débil, queda legislado implícitamente a favor de
poderoso, solicitamos la aprobación del presente proyecto de ley.
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