apuntes sobre los orígenes de los estudios teóricos sobre el

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ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS ORÍGENES DE LOS ESTUDIOS
TEÓRICOS SOBRE EL DESARROLLO.
MSc. Rosa García Chediak
Encontrar las fuentes teóricas que han alimentado el caudal de las modernas
teorías del desarrollo –como le llaman Blomström y Hettne a la polémica que se inicia
con las teorías del crecimiento en los 50´s1- es un proceder crítico de suma importancia.
Si se
da por sentado que las nociones teóricas no surgen ni se desarrollan por
generación espontánea sino que estas expresan problemas de una sociedad concreta, o
en otras palabras, son el modo (contradictorio) en que una sociedad se piensa a sí
misma, entonces escarbar y organizar un cúmulo de proposiciones actuales
vinculándolas a sus matrices teóricas deja de ser un mero ejercicio lógico para arrojar
luz sobre la realidad social, sobre el conjunto de fenómenos históricos que siguen
concediéndole relevancia a ciertos debates, sobre los conflictos sin resolver de una
civilización determinada. En otras palabras, el conjunto de teorías agrupadas en torno al
concepto de desarrollo no deben considerarse un punto de partida, sino una de las
derivaciones de los planteamientos elaborados mucho antes por los teóricos de la
modernidad, esto es, por aquellos pensadores que primero advirtieron la cualidad
esencialmente nueva de un sistema social que organiza la vida no con fines de
reproducir lo existente como una repetición idéntica sino como una complejidad
creciente. El surgimiento, afianzamiento y expansión de la sociedad capitalista está por
tanto gravitando sobre los autores aquí tratados, los cuales además asumen posiciones
diferentes que transitan entre la legitimación y la crítica de estas dinámicas sociales.
Con fines metodológicos se organizará el análisis de estos autores en dos planos. Uno
de corte más económico centrado en el sistema de producción y otro más sociológico
atento a las instituciones y procesos sociales, en su sentido más amplio. Es preciso
insistir –y es un presupuesto del presente trabajo- que la distinción sólo obedece a fines
expositivos, pues en todos los casos se trata de pensadores que más allá de los énfasis
particulares y los tópicos que los han encasillados como economistas, sociólogos o
filósofos, están teorizando sobre una sociedad existente y a la vez potencial, o sea sobre
1
Citado por: Mario Gonzáles Arencibia. De la teoría del crecimiento al desarrollo humano sostenible.
En: Sociedad y Desarrollo Sostenible. Univ. Santiago 2000, p.31
2
lo que la sociedad que es y a la vez la sociedad que puede llegar a ser, y por ello es
frecuente que intercalen tesis sobre moral o política.
1.1 Afluente económico.
Según Carlos del Valle el origen del fenómeno del desarrollo podría situarse en la
revolución industrial alrededor del 17502, aunque señala que ya en el siglo XIV los
mercantilistas hablaban de un desarrollo de las fuerzas productivas acentuando en el
excedente monetario resultante de la balanza comercial. Sin embargo parece existir un
consenso en que es la economía clásica de Adam Smith (1723 –1790) donde la teoría
del desarrollo tiene sus raíces fundamentales3
Para Smith el crecimiento y el progreso tienen sus raíces en la división del trabajofuente de productividad creciente y por tanto de aumento de capital, gracias al
intercambio que se producía en el mercado- y son conducidos por una mano invisible
apoyándose en el supuesto de que en el sistema económico la búsqueda del interés
individual necesariamente redundaría en bienestar colectivo si se reforzaba con la
acumulación de capital, la expansión del mercado y la división del trabajo. De aquí se
deriva la apreciación del crecimiento como algo orgánico, inmanente, irreversible y por
tanto del desarrollo como proceso unilateral y propio del sistema, que automáticamente
emerge de la actuación racional de los individuos cuando buscan optimizar sus propios
beneficios. La acumulación creciente y la consiguiente inversión de capital –que solo
podía emprender la clase social de los capitalistas industriales- son considerados por
Smith las claves del crecimiento económico, idea que junto al papel que le otorga al
mercado como “mano invisible” ha dejado un fuerte impacto en las discusiones acerca
de las causas del crecimiento a largo plazo4 . Es significativo también que Smith
reconoce a la nación como la organización social donde se definían los intereses
2
Carlos del Valle. La Deuda Externa de América Latina. Relaciones Norte-Sur. Perspectiva ética.Ed.
Verbo Divino, España 1992. pp.113
3
Ver: Carlos del Valle. La Deuda Externa de América Latina. Relaciones Norte-Sur. Perspectiva
ética.Ed. Verbo Divino, España 1992; Mario Gonzáles Arencibia. De la teoría del crecimiento al
desarrollo humano sostenible. En: Sociedad y Desarrollo Sostenible. Univ. Santiago 2000;J, Martinussen
. Society, State and Market. Eds Zed Books Ltd & Frenwood Publishing, Canada,1997
.
4
J, Martinussen. o.c .p. 20
3
económicos y por tanto otorgaba al Estado-nación
un carácter prominente sobre
cualquier otra forma de organización social.5
Sumamente interesante para el debate posterior sobre el desarrollo será el aporte
de David Ricardo, también ubicado en el paradigma clásico dentro de la economía. Con
su obra “Principios de Economía Política y Tributación” de 1817 se centra en el
análisis de la distribución de la producción- tocando cuestiones como la renta y la
tierra- encontrando en ello el problema primordial de la Economía Política. Ricardo
planteaba que la creación de riquezas debe asociarse a la eficiencia con que una nación
utiliza sus recursos en comparación con el resto del mundo. De esta sugerente
especialización en el mercado mundial
se desprende la tesis de las ventajas
comparativas: participar en el mercado con aquellas producciones de menores costos y
mayores ventajas relativas, asignando un papel determinante en este nexo al desarrollo
del capital industrial.
El último autor a tratar dentro de la teoría clásica será John S. Mill quién en 1848
publica su obra “Principios de Economía Política” donde indaga sobre el papel que
desempeña el progreso técnico dentro del proceso económico, situando así desde la
economía el primer antecedente a la idea de desarrollo, exponiendo la noción de
progreso como los cambios sujetos a la introducción de nuevas tecnologías.6
Podría resumirse el aporte de la economía clásica no en términos de la definición
del desarrollo como fenómeno, pues no era este el objetivo de los clásicos de la
Economía Política, sin embargo implícitamente puede extraerse la identificación que
operaron entre crecimiento económico y el sentido de progreso como tendencia
ascendente de la historia hacia etapas mejores. Ellos se consagraron a explicar la
acumulación de capital y la distribución del ingreso como realidades medibles, lo cual
establecieron como base a la concepción moderna de progreso. Dicho en
otros
términos, sentaron las bases para una concepción de la historia y de la sociedad
explicada en términos de la interacción trabajo humano-naturaleza, observando el
fabuloso poder creador de las fuerzas inmanentes, cognoscibles y controlables. Se
convirtieron así en los primeros materialistas de la nueva época.
5
Mario Gonzáles Arencibia. o.c. p.31
Mario Gonzáles Arencibia. o.c. p. 32
66
4
Carlos Marx será siempre un autor polémico a la hora de afiliar su pensamiento a
algún paradigma o a una disciplina científica determinada. Analizando su perspectiva
económica algunos autores lo incluyen dentro del paradigma clásico en tanto estudió los
dos problemas fundamentales del mismo: la acumulación de capital y la distribución del
ingreso, aunque el estudio de Marx traza una comprensión más compleja del proceso
productivo como núcleo determinante de un sistema social y su desenvolvimiento
histórico, dando lugar a una perspectiva más sociológica que se ha llamado concepción
materialista de la historia:
“...en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones
determinadas, necesarias, independientes de su voluntad, estas relaciones de
producción
corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la
estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la cual se eleva las
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de
conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de
vida social, política, intelectual en general. No es la conciencia de los hombres lo que
determina su ser, por el contrario, su ser social es quine determina su conciencia. En
una fase determinada de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes...De estas formas evolutivas
de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas a estas
fuerzas. Entonces se abre una época de revolución social 7
Nos centraremos en el aporte de Marx a la explicación del proceso productivo.
Para este autor existe una estructura económica conformada por las fuerzas productivas
y las relaciones de producción, la cual denomina modo de producción, como aparece en
el fragmento citado arriba. El origen de los cambios históricos se sitúa por tanto en los
conflictos que se dan al interior del modo de producción. Aquí reside el rasgo distintivo
del pensamiento marxiano respecto a los economistas clásicos. Marx postula la
conflictividad del proceso de acumulación, fin del proceso productivo capitalista.
Afirma que la tendencia a la valorización y acumulación se ha acelerado de un modo
imperecedero pero que ello descansa en la explotación de la fuerza de trabajo y la
enajenación de las relaciones sociales, aportando en su explicación el concepto de
7
Carlos Marx. Contribución a la crítica de la economía política. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1966,
p.10
5
plusvalía, el cual enuncia el carácter conflictivo al que se hace referencia. 8 Por lo tanto,
el legado de Marx sobre la economía capitalista, desemboca en un posicionamiento
político a favor de una revolución que libere a los hombres del yugo impuesto por la
propiedad privada y el imperio de las relaciones monetario-mercantiles. Es por tanto un
progresista pero en sentido integral y no unilateral-económico, su propuesta es
obviamente política, auténticamente histórica y por ello coherentemente humanista.
El otro gran paradigma para la comprensión del desarrollo desde el punto de vista
económico es propuesto por la escuela neoclásica que según Carlos del Valle no es una
más que una readaptación de la teoría económica clásica a nuevas circunstancias9: el
crecimiento a largo plazo se daba por conseguido y en consecuencia se mudó la
atención hacia cómo alcanzar la mejor utilización (efectividad y eficiencia) de los
recursos dados. Puede situarse históricamente la corriente neoclásica dentro de un
cuadro de crisis del comercio exterior originado por la superproducción resultante de la
revolución industrial y por ende como expresión de la fuerte competencia entre las
potencias industriales del momento en su búsqueda de mercados exteriores. A diferencia
de los economistas clásicos, enfrascados en la formación de un sólido mercado interior
para los factores fundamentales de la producción, los neoclásicos se plantean el
problema de las relaciones económicas internacionales y en concreto del comercio
exterior. Es preciso decir que los aportes neoclásicos son el último reflejo de un patrón
acumulativo basado en la producción industrial y el comercio como motores
económicos para dar paso a otro que apuesta en primer lugar por la especulación
financiera y la inversión internacional directa de capitales, que se impondrá
decisivamente con la segunda postguerra. A nivel teórico-ideológico, varios autores
dentro de esta corriente buscan desconstruir la teoría clásica del valor, en parte como
reacción a la incendiaria elaboración marxista de la misma. Se enfrascan por tanto en
una teoría subjetivista y ahistórica del valor, la teoría marginal, de marcado carácter
reaccionario. Una de las teorías marginales que más popularidad alcanzó fue la del
italiano Wilfredo Pareto.
Al igual que sus antecesores, los neoclásicos defienden con entusiasmo el papel
del mercado y del comercio exterior – retoman la teoría de las ventajas comparativas de
8
9
J, Martinussen . Society, State and Market. Eds Zed Books Ltd & Frenwood Publishing, Canada,1997
Carlos del Valle, o.c , p.137
.
6
David Ricardo- como motor de crecimiento, se preocupan por tanto de cómo el mercado
puede asignar óptimamente los recursos en la sociedad. Asimismo, se apoyan en el
supuesto de que el desarrollo de una parte del mundo originaría el desarrollo del resto
por un efecto de difusión. Mantienen además la identificación de desarrollo con
crecimiento económico, en cuya obtención juzgan determinante la actividad inversora
resultante de los ahorros o de la ayuda exterior. Uno de los primeros teóricos dentro de
este paradigma fue Alfred Marshall que con sus “Principios de economía” (1890) vino a
sustituir la obra de Mills “Principios de Economía Política”10.
Por otra parte, es importante resaltar que el paradigma originado a partir del
replanteamiento de los clásicos de la Economía Política
domina
una proporción
significativa de la investigación económica porque supuso un impulso importante a la
estandarización y el cálculo económico, desarrollando numerosos modelos matemáticos
a estos propósitos. Este proceso de estandarización encuentra sus presupuestos en la
teoría marginal, y en su decidida abstracción del sujeto que ya no es pensado como ente
histórico inmerso en relaciones concretas, sino como homo oeconomicus de
comportamientos universales y atemporales, como un permanente optimizador de
beneficios. Dicha concepción del sujeto optimizador, por una parte es la hipótesis sobre
la que descansan los modelos matemáticos construidos para el cálculo económico, y
constituye una de las ideas económicas preconcebidas más arraigadas. Por la otra, ha
sido la expresión sublimada del efecto uniformador que acompaña a la penetración de
las relaciones capitalistas de producción en sociedades organizadas de un modo más
primitivo.
Por último resulta significativa para los estudios sobre el desarrollo las
aportaciones que realizó John Maynard Keynes (1883-1946) a raíz de la crisis
económica mundial de 1929. En este contexto, el interés primordial no fue tanto el
crecimiento económico sino, dicho con más precisión, la reorganización del sistema
capitalista en las condiciones de producción marcada por una economía monopolista, en
la que el Estado debía asumir un rol económico explícito, y en este sentido una fuerte
actividad interventiva en la regulación tanto en la esfera productiva regulando los
mercados de trabajo y los mercados financieros así como en la redistribución de la
10
J, Martinussen, o.c, p.24.
7
riqueza. Esto en Keynes se expresa respectivamente como una preocupación por la
economía planificada, que viene a inspirar modelos como el Harrod-Domar11; en su
importante indagación acerca de las causas del desempleo y por último en
sus
proposiciones de las bases para instituciones encargadas del control internacional del
comercio y las finazas.
Se hace necesario un comentario breve, antes de finalizar, acerca de la curiosa
interacción entre las propuestas neoclásicas y las keynesianas que está en el origen de
las teorías y políticas neoliberales, emprendidas desde finales del siglo XX por algunos
Estados y entidades internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario
internacional. Dichas medidas son similares en cuanto al impulso de la actividad
inversora privada, en especial del capital trasnacional y al repliegue de las funciones
redistributivas del Estado, cuya manifestación más evidente resulta el recorte del gasto
público en servicios o prestaciones sociales. Cabe destacar que de ellas parte una serie
de estudios sobre el desarrollo que ponen de moda el concepto de lo local.
Hasta aquí los autores que en lenguaje económico se consideran de mayor
trascendencia para las teorías del desarrollo. Es importante
acotar que dichos
pensadores y las teorías por ellos elaboradas solo conforman las bases y en cierto modo
disponen el posterior debate que sobre el desarrollo aparecerá más adelante,
especialmente en lo referente a :
- La identificación de desarrollo con
crecimiento económico y sus
indicadores propios
- El debate en Estado - mercado en cuanto actores del desarrollo.
- El carácter natural y progresivo del desarrollo v.s el carácter conflictual y
dialéctico del mismo. Derivado de esto, la prevalencia de la eficiencia
económica o del compromiso social.
- La tendencia que en el futuro tendrán las teorías del desarrollo de incluir
un fuerte correlato estratégico, es decir de inspirar modelos y estrategias de
desarrollo.
11
J, Martinussen, o.c, p.25
En este modelo se analizan los factores que afectan la velocidad del crecimiento, entendiendo por
ellos no sólo el volumen del empelo o del capital, sino la productividad de uno y otro.
8
1.2 Afluente sociológico.
Resulta imprescindible para analizar la influencia de la sociología en las teorías
del desarrollo hacer una breve mención de la Ilustración como matriz filosófica en la
que la idea de progreso adquiere unos tintes especiales. La Ilustración impregna todo el
pensamiento sociológico que interesa en este estudio, con su visión optimista de la
historia, su fe en el progreso y en el crecimiento indefinido de la sociedad 12. La idea de
progreso surge en los escritores ilustrados, en especial Voltaire, Turgot y Condorcet,
como una filosofía de la historia que identifica las leyes de la historia con las leyes del
progreso, entendido este como avance de las ciencia y de la técnica, como desarrollo
social, bienestar y triunfo de la tolerancia. Subyace por tanto en la idea de progreso la
noción de mejora, de avance que en al ilustración francesa es motivada por la fe en la
razón, la ciencia y la educación13, en sentido general por un despliegue de la
racionalidad enfrentado a las ideas religiosas y la inmovilidad de los privilegios
aristocráticos o monárquicos. De esta manera, el lenguaje de la Ilustración está
expresando el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción y de la clase
burguesa en el contexto de una Francia organizada por la Monarquía Absoluta, en
alianza con el poder de la Iglesia Católica y la aristocracia. En Fracia por tanto el
lenguaje de la nueva época es más político que económico.
El vínculo entre la Ilustración francesa y la sociología se hace evidente ya en
Comte con su Sociología Positiva donde puede distinguirse la herencia ilustrada en
cuanto a su concepción del progreso de la sociedad mediante su famosa ley de los tres
estadíos14. No obstante, resulta más relevante para el estudio de las teorías del
desarrollo la posterior obra de Durkheim, “La división del trabajo social” en la que
curiosamente coincidió con los economistas clásicos en el estudio de la división social
del trabajo pero ya no desde su importancia para el proceso de crecimiento económico
sino en sus implicaciones sociales, es decir como la fuente de cohesión social en las
sociedades modernas. La nueva sociedad se diferenciaba de la sociedad tradicional –
12
J.E ,Rodríguez Ibáñez. La Perspectiva sociológica. Historia, Teoría y método. Taurus Humanidades,
Madrid 1989.pp 27.
13
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.
Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu
14
Ver: A.Comte. Curso de Filosofía positiva.
9
según terminología de Durkheim- al articularse gracias a la especialización estructural y
diferenciación funcional (tareas), inherentes a la división social del trabajo que
requerían un modelo asociativo basado en la adscripción voluntaria o solidaridad
orgánica que uniera a las personas debido al hecho de que tienen diferentes tareas y
responsabilidades.15 La asociación marcada por la solidaridad orgánica requería de una
fuerte densidad moral, garantía de la institucionalización de las relaciones sociales y de
la integración social. Esta solidaridad orgánica da cuenta de la secularización
experimentada por la sociedad francesa a raíz de todo el proceso de la Revolución. En
realidad, Durkheim se está preguntando como puede integrarse una sociedad no
religiosa, cual puede ser la garantía de un orden moral que no se base en la religión. Le
preocupa el debilitamiento de la dimensión moral que denomina anomia, y la describe
como la incapacidad del orden colectivo de regular mediante normas la vida moral de
los individuos y sus aspiraciones, que en su obra “El Suicidio” vincula a la tasas que
alcanza este fenómeno en una sociedad.16 En Durkheim aparece un esfuerzo
considerable por plantear el problema de la sociedad moderna como un problema de
repercusiones morales, y por vincular este a la estructura de la sociedad, pero
desentendiéndose de su correlato económico, en el empeño de crear una ciencia de lo
social en sí.
Como ya fue anunciado, la obra de Karl Marx también tiene relevancia
sociológica, en primer lugar por su perspectiva globalizadora que logra a partir de su
concepción materialista de la historia –cuyo núcleo presentamos con palabras del propio
Marx en el epígrafe anterior, y que en esencia se basa en la dinámica entre fuerzas
productivas y relaciones de producción como estructura profunda del cambio social. La
expresión de las contradicciones al interior de dicho sistema son los enfrentamientos
clasistas, otro aspecto importante de la teoría de Marx y que precisamente se torna en el
motor del cambio o de la revolución social, a lo largo de la historia. En esto Marx se
diferencia de la traducción positivista de la idea de progreso. Para él, el progreso no es
algo que acontece mecánicamente como una ley natural, sino el resultado de las fuerzas
vivas de la historia, de los sujetos concretos que mediante la actividad práctica logran
superar un conjunto de condiciones e imprimir otra dirección a los procesos sociales,
J.E ,Rodríguez Ibáñez. o.c pp. 87-93; George Ritzer. Teoría Sociológica clásica. Ed. MacGraw –Hill,
Madrid 1996 p.210
16
H.E Barnes; H.Becker. Historia del pensamiento social. Corrientes sociológicas en los diversos países.
FCE, T II, México D.1984 p.42
15
10
afectando el modo de vida de toda la sociedad. El determinismo económico que se le
endilga a Marx no es más que una interpretación reduccionista de sus teorías, que no
toma en cuenta su original apropiación de la dialéctica hegeliana ni tampoco el
profundo interés que suscitaron en él las revoluciones burguesas europeas,
especialmente la francesa donde la importancia de la lucha política se puso de
manifiesto con una nitidez especial. Marx por tanto asume que la nueva sociedad no
producirá por si misma una forma de vida superior, más justa o humana, sino que es
preciso conocer las relaciones que dan permanencia a su organización e intervenir
activamente en ellas.
De estimable influencia parecen también las contribuciones de Max Weber a las
teorías del desarrollo, esta vez desde el ángulo del idealismo alemán cuyas influencia se
deja sentir en el pensamiento weberiano por su propensión hermenéutica. Para Weber,
la Sociología basaba su conocimiento en la comprensión del sentido que le otorgaban a
sus acciones los ejecutores, es decir la finalidad o la intención de la misma. Distingue
entonces a partir de este presupuesto diversos tipos de racionalidad que han marcado la
historia de las sociedades. Este novedoso enfoque se hace presente en todas las obras
del autor.
Desde el punto de vista de su influencia en las teorías que en este caso nos ocupan
resulta muy significativo su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, la
cual muchas veces se ha interpretado como una polémica abierta con la propuesta
marxiana17 sin embargo en el presente trabajo se considera complementaria y cómo
aclara el propio Weber:
“...Así pues nuestra primera incumbencia es determinar y explicar
genéticamente la peculiaridad especial del racionalismo occidental y, dentro de este
campo, la de la forma occidental moderna. Reconociendo la fundamental
importancia del factor económico, todo intento de explicación tiene sobre todo que
tomar en cuenta las condiciones económicas. Pero al mismo tiempo no debe dejarse
a un lado la correlación opuesta. Pues aunque el desarrollo del racionalismo
económico depende en parte de la técnica y derecho racionales, está determinado al
mismo tiempo por la capacidad y disposición de esos de los hombres para adoptar
ciertos tipos de conducta racional práctica. Cuando esos tipos han sido obstruidos
por obstáculos espirituales, el desarrollo de la conducta económica racional ha
17
J.E ,Rodríguez Ibáñez, o.c pp 87-93
11
encontrado una seria resistencia interior. Las fuerzas mágicas y religiosas y las ideas
éticas del deber fundadas en ellas siempre figuraron en el pasado entre las influencias
formativas más importantes de la conducta. En los estudios aquí seleccionados
examinaremos esas fuerzas.
... (el problema que tratamos de percibir es) la influencia de ciertas ideas
religiosas sobre el desarrollo de un espíritu económico, o del ethos de un sistema
económico. En este caso trataremos de la conexión de la vida económica moderna
con la ética racional del protestantismo ascético”18
Como declara el propio Weber su interés investigativo es indagar el papel de
ciertas ideas y normas religiosas en la conformación del sistema capitalista moderno,
sin menospreciar el análisis en un sentido opuesto, resaltando la importancia de las
“condiciones económicas”.
Sin embargo es en “Economía y Sociedad” donde Weber se plantea la disyuntiva
de mayor importancia para el porvenir de la cultura moderna. En esta obra asume la
esencia de la nueva sociedad como un proceso de racionalización, esto es de
organización de toda la vida social de acuerdo a un tipo específico de racionalidad: la
instrumental. Para este pensador alemán, todas las formas de vida moderna están
sujetas a un criterio de eficiencia que se hace más evidente en la economía bajo la
forma de la empresa pero que debe permear también al Estado y con él a la burocracia.
Sabe Weber que los valores asociados a la racionalidad instrumental marginan a otras
consideraciones de carácter sustantivo provenientes de la religión o la moral, y percibe
que sin ellas la propia existencia humana puede quedar en el absurdo. Surge en este
marco la solución del liderazgo carismático: si la sociedad y el Estado debe
abandonarse a la consecución de la máxima eficiencia ¿cómo es posible establecer a
qué fines debe consagrarse todo ese esfuerzo de organización? ¿qué sentido tiene? Un
líder carismático, de gran magnetismo, que sepa conseguir la legitimidad por resortes
emotivos será la única solución para unificar a la sociedad masificada y dirigirla. Es
inevitable por tanto vincular el pensamiento de Max Weber a los procesos que
condicionaron la aparición del fascismo en Alemania.
Además de sus consistentes propuestas teóricas, las contribuciones de Weber son
especiales en el campo de la metodología en cuanto a la construcción de los tipos
18
55
Amitai y Eva Etzioni,. Los cambios sociales. Fuentes tipos y consecuencias. FCE, México, 1968, pp.
12
ideales y la cuestión de la relevancia valorativa
19
, propuestas que tuvieron amplia
acogida en la teoría de la modernización bien de modo directo o por la apropiación
parsoniana de las mismas, en la cual se combinan con la herencia de Durkheim.20
Los derroteros que siguen las propuestas de los clásicos aquí enunciadas son en
buena medida inescrutables dada la riqueza del nuevo horizonte de estudio que han
abierto las teorías del desarrollo. No obstante en el riesgo de una síntesis se pudiera
afirmar que los estudios sobre el desarrollo aparecidos en los 50´s reciben la herencia
fundamental de los tres importantes clásicos de la Sociología mencionados que marcan
en ellos un sentido progresivo de la historia, la necesidad de una comprensión holística
de la sociedad y la atención sobre los valores y la cultura en los procesos de desarrollo.
19
Según Ritzer, relevancia valorativa significa revindicar el papel de los valores en el investigador como
criterio de selección del objeto a investigar, pero una vez comenzados los procederes investigativos
esforzarse por mantener clara la distinción entre el ser y el deber ser. George Ritzer, o.c, pp. 259
20
J, Martinussen, o.c, p.50
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