Introducción a la Teoría Psicoanalítica

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-1Introducción a la Teoría Psicoanalítica
Trabajo Práctico 2
Conferencia 28: La terapia analítica
 Sugestión hipnótica / Terapia analítica
La terapia hipnótica busca encubrir y tapar algo en la vida anímica, trabaja como una cosmética; utiliza la sugestión
para prohibir los síntomas, refuerza las represiones, pero deja intactos todos los procesos que han llevado a la
formación de los síntomas. Esta terapia deja a los pacientes inactivos e inmodificados, y por eso, igualmente, sin
capacidad de resistir cualquier nueva ocasión de enfermar. La terapia analítica busca sacar a la luz y remover algo,
trabaja como una cirugía; hinca mas hacia la raíz, llega hasta los conflictos de los que han nacido los síntomas y se
sirve de la sugestión para modificar el desenlace de esos conflictos. La cura analítica impone a medico y enfermo un
difícil trabajo que es preciso realizar para cancelar unas resistencias internas. Mediante la superación de estas, la
vida anímica del enfermo se modifica duramente, se eleva a un estadio más alto del desarrollo y permanece
protegida frente a nuevas posibilidades de enfermar. Este trabajo de superación constituye el logro esencial de la
cura analítica; el enfermo tiene que consumarlo, y el medico se lo posibilita mediante el auxilio de la sugestión, que
opera en el sentido de una educación. Por eso se ha dicho con acierto que el tratamiento sicoanalítico es una suerte
de pos-educación.
 La transferencia como instrumento
En cualquier otro tratamiento sugestivo, la transferencia es respetada cuidadosamente: se la deja intacta; en el
analítico, ella misma es objeto del tratamiento y es descompuesta en cada una de sus formas de manifestación.
Para la finalización de una cura analítica, la transferencia misma tiene que ser desmontada; y si entonces
sobreviene o se mantiene el éxito, no se basa en la sugestión, sino en la superación de resistencias ejecutada con
su ayuda y en la transformación interior promovida en el enfermo. Toda la libido, así como toda resistencia contra
ella, converge en una única relación, la relación con l medico; es inevitable entonces que los síntomas queden
despojados de libido. En lugar de la enfermedad propia del paciente, aparece la de la transferencia, producida
artificialmente: la enfermedad de la transferencia; en lugar de los diversos tipos de objetos libidinales irreales,
aparece un único objeto, también fantaseado: la persona del medico. Capturamos el total de la libido sustraída del
gobierno del yo en la medida en que atraemos sobre nosotros, mediante la transferencia, una parte de ella.
 La transferencia como “campo de batalla”
La tarea terapéutica consiste, entonces, en desasir la libido de sus provisionales ligaduras sustraídas al yo, para
ponerla de nuevo al servicio de este. Ahora bien, ¿Dónde esta la libido del neurótico? Esta ligada a los síntomas,
que le procuran la satisfacción sustitutiva, la única posible por el momento. Por tanto, es preciso apoderarse de los
síntomas, resolverlos; es justamente lo que el enfermo nos pide. Para solucionar los síntomas es preciso
remontarse hasta su génesis, hasta el conflicto del cual nacieron; es preciso renovar este conflicto y llevarlo a otro
desenlace con el auxilio de fuerzas impulsoras que en su momento no estaban disponibles. Esta revisión del
proceso represivo solo en parte puede consumarse en las huellas mnemicas de los sucesos que originaron la
represión. La pieza decisiva del trabajo se ejecuta cuando en la relación con el medico, en la transferencia, se crean
versiones nuevas de aquel viejo conflicto, versiones en las que el enfermo querría comportarse como lo hizo en su
tiempo, mientras que uno, reuniendo todas las fuerzas anímicas disponibles (del paciente), lo obliga a tomar otra
decisión. La transferencia se convierte entonces en el campo de batalla en el que están destinadas a encontrarse
todas las fuerzas que se combaten entre si.
 Las dos fases del trabajo terapéutico
El trabajo terapéutico se compone de dos fases: en la primera, toda la libido es esforzada a pasar de los síntomas a
la transferencia y concentrada ahí, my en la segunda se libra batalla en torno de este nuevo objeto, y otra vez se
libera de el a la libido. El cambio decisivo para el buen desenlace consiste en que se elimine el circuito de la
represión en este conflicto así renovado, de suerte que la libido no pueda sustraerse nuevamente al yo mediante la
huida al inconsciente. Ese cambio es posibilitado por un cambio en el yo, que se consuma bajo la influencia de la
sugestión médica. Mediante el trabajo de interpretación, que traspone lo inconciente en conciente, el yo es
engrosado a expensas de eso inconciente; por obra de la enseñanza, se reconcilia con la libido y se inclina a
concederle alguna satisfacción, y su horror ante los reclamos de la libido se reduce por la posibilidad de neutralizar
un monto parcial de ella mediante sublimación. La terapia psicoanalítica encuentra sus límites en la falta de
movilidad de la libido, que puede mostrarse remisa a abandonar sus objetos, y en la rigidez del narcisismo, que no
permite que la transferencia sobre objetos sobrepase cierta frontera.
-2 El papel de la interpretación de los sueños en el tratamiento
Los sueños de los neuróticos nos sirven, como sus operaciones fallidas y sus ocurrencias libres, para colegir el
sentido de los síntomas y descubrir la colocación de la libido. Nos muestran, en la forma del cumplimiento de deseo,
los deseos que cayeron bajo la represión y los objetos a los cuales quedo aferrada la libido sustraída al yo. Por eso
la interpretación de los sueños desempeña un destacado papel en el tratamiento psicoanalítico y en muchos casos
es, durante largas épocas, el instrumento de trabajo más importante. Ya sabemos que el estado de dormir, por si
solo, provoca cierto receso de las represiones. Este atemperamiento de la presión que gravita sobre la moción
reprimida hace posible que ella se procure en el sueño una expresión mucho mas clara que la que durante el día
puede otorgarle el síntoma. Así, el estudio del sueño se convierte en la vía de acceso más cómoda para el
conocimiento de lo inconsciente reprimido, a lo cual pertenece la libido sustraída al yo. Los sueños de los
neuróticos no se diferencian de los sueños de las personas normales y quizás ni sean diferenciables. Tenemos que
decir, entonces, que la diferencia entre neurosis y salud vale solo para el día; no se continúa en la vida onírica. Nos
vemos precisados a trasladar también a los hombres sanos una cantidad de supuestos que en el neurótico se
obtienen a raíz de la trabazón entre sus sueños y sus síntomas. También la persona sana posee en su vida anímica
lo único que posibilita tanto la formación del sueño como la del síntoma: debemos inferir que también ella ha
realizado represiones y hace un cierto gasto para mantenerlas, que su sistema del inconciente oculta mociones
reprimidas, aunque investidas de energía, y que una parte de su libido ya no esta disponible para su yo. Por tanto,
también la persona sana es virtualmente neurótica, pero el sueño parece ser el único síntoma que ella es capaz de
formar. Y en verdad, si sometemos a un examen mas preciso su vida de vigilia, descubrimos que esta vida
supuestamente sana esta surcada por innumerables formaciones de síntoma, aunque mínimas y carentes de
importancia practica. La diferencia entre salud nerviosa y neurosis se circunscribe, pues, a lo practico, y se define
por el resultado, a saber, si le ha quedado a la persona en medida suficiente la capacidad de gozar y producir.
Probablemente se reconduzca a la proporción relativa entre los montos de energía que han quedado libres y los
ligados por represión, y es de índole cuantitativa, no cualitativa. No me hace falta advertirles que esta intelección es
el fundamento teórico de la convicción de que las neurosis son curables en principio, a pesar de su arraigo en la
disposición constitucional. Pero en cuanto al sueño mismo se sigue esta otra conclusión: no podemos desasirlo de
sus vínculos con los síntomas neuróticos; no debemos creer en la formula según la cual es una transposición de
pensamientos en una forma arcaica de expresión agota su naturaleza, y tenemos que suponer que realmente nos
muestra colocaciones libidinales e investiduras de objeto preexistentes.
 La posición de Freud frente al menosprecio del tratamiento psicoanalítico / Resistencia externa
La terapia analítica es joven; se requirió largo tiempo hasta que pudiera establecerse su técnica, y ello solo pudo
hacerse en el trabajo mismo y merced a una experiencia creciente. A causa de las dificultades que ofrece la
instrucción, el medico que se inicia en el psicoanálisis esta librado, en mayor medida que otro especialista, a su
propia capacidad en cuanto a su ulterior formación, y los resultados que obtenga en sus primeros años nunca
permitirán juzgar la productividad d la terapia analítica. Muchos intentos de tratamiento fracasaron en la época inicial
del análisis porque se emprendieron en casos para los que en modo alguno resulta apto este procedimiento; y que
hoy excluimos de nuestro registro de indicaciones. No se sabía de antemano, en aquel tiempo, que la paranoia y la
dementia praecox en sus formas acusadas son inaccesibles. Empero, la mayoría de los fracasos de aquellos
primeros años no se produjeron por culpa del medico ni por una inapropiada elección del paciente, sino por el
carácter desfavorable de las condiciones externas. Solo nos hemos referido a las resistencias internas, las del
paciente, que son necesarias y superables. Las resistencias externas que ofrecen al análisis las condiciones de vida
del enfermo, su ambiente, tienen escaso interés teórico, pero la máxima importancia práctica. El tratamiento
psicoanalítico ha de equipararse a una intervención quirúrgica y, como esta, exige realizarse dentro del marco más
favorable para lograr éxito. En los tratamientos psicoanalíticos, la intromisión de los parientes es directamente un
peligro, y de tal índole que no se sabe como remediarlo. Tenemos armas contra las resistencias internas de los
pacientes, cuyo carácter necesario reconocemos, pero, ¿Cómo nos defenderíamos contra aquellas resistencias
externas? A los parientes no es posible moverlos a que se mantengan apartados de todo el asunto, y jamás se
puede hacer causa común con ellos, pues se correría el peligro de perder la confianza del enfermo (tal como sucede
en el cado de Elizabeth von R, donde se hace causa común con su madre).
 Ejemplo de un caso
Freud nos cuenta un caso entre muchos d los que podría contar donde se ve como victima: “hace muchos años
tome bajo tratamiento analítico a una muchacha joven; a causa de su angustia, desde hacia largo tiempo no podía
andar por la calle ni permanecer sola en su casa. Poco a poco se le fue escapando la confesión de que su fantasía
había sido capturada por unas observaciones casuales del tierno vínculo entre su madre y un adinerado amigo de la
casa. Dar a la madre indicios sobre lo que se hablaba en las sesiones de análisis altero su comportamiento para con
ella, empeñándose en que nadie mas que la madre podía protegerla del terror de estar sola, e interponiéndosele en
la puerta, presa de angustia, cuando pretendía abandonar la casa. También la madre había estado antes muy
enferma de los nervios; pero se había curado, hacia años, en un instituto hidropático. O mejor digan ustedes que en
-3ese instituto había conocido al hombre con quien pudo entablar una relación satisfactoria en todo sentido. Alterada
por las tormentosas demandas de la muchacha la madre comprendió de pronto el significad de la angustia de su
hija. Esta enfermaba para retener prisionera a la madre y quitarle la libertad de movimientos que le era
indispensable para la relación con el amado. La madre tomo rápidamente su decisión: puso fin al dañino
tratamiento. La muchacha fue internada en un instituto para enfermos mentales y durante largo años la exhibieron
como una “pobre victima del psicoanálisis”. Y en todo ese tiempo se proyecto obre mi la mala fama por el pésimo
desenlace de ese tratamiento”
 Perspectiva del tratamiento psicoanalítico
Freud cierra la conferencia marcando las potencialidades del tratamiento psicoanalítico y desestimando los
prejuicios que se han alzado en su contra. Al tratarse de una ciencia joven, desmerece las rígidas estadísticas que
además de no contar con el mínimo de tiempo para la evaluación de resultados, tampoco obedecen a la gran
diversidad de sujetos y patologías. Y en cuanto a las falencias y peligros de la transferencia, las compara con otras
ciencias, como la medicina, donde instrumentos como el bisturí podrían obrar de manera nefasta si son usados por
profesionales “inescrupulosos”
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