Reconciliados y unificados en el Amor, anunciamos a Jesús a los

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Reconciliados y unificados en el Amor, anunciamos a Jesús a los
jóvenes
Sor Emilia Musatti
02/2010
Llego a vosotras con alegría para anunciar el tema de la fiesta de la gratitud y para iniciar
con todo el Instituto la preparación a este momento que une, desde los cinco Continentes,
a cada FMA y a cada comunidad educativa en torno a la Madre. Para todas nosotras es
una cita querida, una experiencia de comunión y de unidad. Juntas expresamos las
gracias al Señor por cada hermana, por las jóvenes y los jóvenes, por cuantos comparten
con nosotras la misión educativa. Sobre todo damos espacio a las manifestaciones de
afecto y agradecimiento por nuestra Madre, por su continuo darse, por su ser signo del
amor del Padre, guía que indica, con claridad de vida y de palabra, al Señor Jesús.
Nos sentimos particularmente en comunión de afecto, oración y solidaridad con nuestras
Hermanas de Haití, probadas por tanto dolor y llamadas a ser signo de esperanza para su
pueblo.
La fiesta del 26 de abril nos llevará, con la Madre, a Madagascar, en la que, desde 1986,
nuestra presencia educativa se ha desarrollado con una respuesta creativa y generosa a
las exigencias educativas de las jóvenes generaciones.
Reconciliados y unificados en el Amor, anunciamos a Jesús a los jóvenes es el tema
propuesto por la Inspectoría. En él intuimos los horizontes misioneros del reciente Sínodo
para África y advertimos la invitación a actuar en profundidad los caminos de conversión
indicados por el CG XXII para unificar nuestra vida en el Amor y ser sus signos en el
mundo de hoy.
El tema nos sumerge en el misterio del amor de Dios que, en Jesús, ha hecho de la
humanidad un solo pueblo, derribando toda división y separación (cf. Ef 2,14). Es un
misterio de comunión, del que nuestra Madre es, con su vida y con su palabra, artífice y
testimonio.
La reconciliación es gracia que genera paz: con Dios, en nosotras mismas, en los otros y
con los demás, en el cosmos y en la creación. Abraza toda la realidad y manifiesta que el
mundo es amado por Dios, objeto de sus cuidados, habitado por su presencia, orientado
hacia una perspectiva de comunión.
La escucha cotidiana de la Palabra y la Eucaristía son gracia de reconciliación, fuentes de
unidad vocacional. Llaman a recorrer como discípulas y misioneras los caminos del
Maestro, con la pasión de quien va a anunciar la paz que Jesús da, “vertiendo” la propia
vida en la misión educativa actuada con las Hermanas y los seglares.
Reconciliadas con Dios podemos convertirnos en personas de reconciliación con nosotras
mismas y nuestra historia, con los otros. La comunidad se hace así el lugar de los pasajes
hacia el amor, con la alegría de una vida enteramente unificada y entregada en la misión
educativa, mediación para los jóvenes del encuentro con el Señor Jesús.
El símbolo de la barca propuesto por la Inspectoría María fuente de Vida expresa la
llamada a ir a llevar la alegría del Evangelio, con la gracia de una vida unificada por la
única pasión de anunciar a Jesús, de ser memoria viviente de Él, yendo más allá de toda
barrera de cultura, nacionalidad, idioma y religión.
Es tu experiencia Madre, el testimonio que cada día nos das, los horizontes que siempre
abres para el Instituto, para cada comunidad y Hermana, confirmando en nosotras la
certeza de que ”vamos” con María, la mujer fiel a un solo Amor, la Auxiliadora y la Madre
de la Iglesia y del Instituto.
Madre, queremos preparar tu fiesta dando cabida a la actitud de la gratitud. Es la actitud
del Magníficat, que nos indicó Don Bosco como característica peculiar de nuestra
identidad. Nos comprometemos a vivir cada jornada en la comunión, en el agradecimiento
recíproco, encontrando de nuevo y dando testimonio de la alegría de nuestra vocación.
Estamos seguras de que ésta es la más hermosa y más verdadera gratitud para ti Madre.
Acogemos y llevamos a la vida tu palabra siempre abierta a los horizontes de la
esperanza y de la alegría, tu testimonio, sobre todo la fuerte llamada que constantemente
nos haces, a ser cada una responsable de la vitalidad del carisma y de su fecundidad
misionera.
Nuestro ¡Gracias a ti Madre! ¡María lo deposite en tu corazón!
¡Feliz fiesta!
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