La sierra de la Virgen es una alineación montañosa de

Anuncio
NATURALEZA DE LA SIERRA DE LA VIRGEN EN ANIÑON
La Sierra de la Virgen es una alineación montañosa de gran entidad, que se
dispone inmediatamente al sur de las sierras del Moncayo y de Tablado, y que se
prolonga siguiendo una dirección principal noroeste-sureste, con la sierra de
Vicort. Las cimas más características en el municipio son el pico de Cabrera que
separa Villarroya y Aniñón y el pico Estecillo con cerca de 1420 m en cuya cima
confluyen los límites de Gotor, Aniñón y Viver de la Sierra (Sestrica). Dicha cresta
separa las cuencas de dos ríos principales, el Aranda, que discurre por el norte
próximo a la sierra entre Pomer y Brea de Aragón, y el Ribota, que sigue su curso al
sur de la Sierra.
De materiales de edad Paleozoica, estas montañas tienen un origen
hercínico, y constituyen un importante núcleo Cámbrico que forma parte de lo que
los geólogos conocen como zócalo Paleozóico del Sistema Ibérico, integrante del
macizo de Calatayud-Montalbán. El sustrato geológico está compuesto
principalmente por materiales silíceos, donde predominan cuarcitas y dolomías.
Esta sierra presenta marcados contrastes de altitud y una gran variedad de
orientaciones que se traducen, como es lógico, en una diversidad paralela de
ambientes que acaban determinando una gama importante de asociaciones de
vegetación y, en menor medida, de comunidades faunísticas. En la sierra de la
Virgen, aunque ha tenido a lo largo de los años una clara vocación maderera con la
instauración de amplias repoblaciones de pinos, se encuentra representado un
amplio elenco de formaciones vegetales de bosques de quercíneas, quizá uno de los
aspectos del medio natural más relevante de estas montañas.
Dada la antigüedad de su origen, y a pesar de sus fuertes desniveles (hasta
de más de 900 metros de desnivel máximo en la vertiente norte), no puede
considerarse como una sierra muy abrupta, siendo predominantes las laderas que
dibujan unos perfiles relativamente suaves y faltando casi totalmente las paredes
rocosas.
La red hidrográfica está formada por arroyos por lo general de caudal
estacional, que descienden por las dos vertientes principales a los ríos Aranda y
Ribota. En la vertiente sur algunos de estos son aprovechados para su embalse en
las laderas de la Sierra, en Villarroya y Aniñón. En nuestro municipio se encuentran
el Embalse del Niño Jesús y otras dos balsas de regulación (El Estanque y Malpelo).
Los principales cauces de Aniñón son el arroyo del Fresno, regulado por las balsas
mencionadas, que conserva en los primeros kilómetros un bosque de ribera de alta
calidad encajado entre las cuarcitas con fresnos, chopos, sauces y arces. El
segundo arroyo más importante es el de Acuadrón de carácter más efímero con
pequeños sotos y zonas húmedas y con gran cantidad de gravas que arrastra con su
torrencialidad. Ambos están limitados en su tramo medio por los cultivos que
limitan el desarrollo de la vegetación de ribera.
ESPECIES ANIMALES Y VEGETALES:
Deberemos diferenciar inicialmente dos grandes unidades de vegetación, las
naturales, dominadas por formaciones de quercíneas, y las de origen antrópico,
referidas a las diferentes especies de pino cultivadas en la Sierra.
Entre las segundas, y según los niveles de altitud, encontraremos desde las
especies más xéricas como el pino carrasco (Pinus halepensis), hasta el más
montano, el silvestre o pino royo (Pinus sylvestris) que encontraremos en los niveles
más altos y en orientaciones preferentemente norteñas. En una posición intermedia
se encuentra el pino negral (Pinus pinaster), que ocupa amplias superficies en
ambas vertientes. Sin embargo, si la vegetación de esta Sierra tiene un valor
natural especial es por la variedad de formaciones de quercíneas que alberga. La
carrasca (Quercus rotundifolia) se encuentra poblando los niveles más bajos,
subiendo hasta los 1.300 m o más en las solanas; pero además de esta especie,
verdadero valuarte de la vegetación mediterránea, en la sierra de la Virgen se
localizan en las umbrías y en los niveles superiores rebollos o marojos (Quercus
pyrenaica)), quejigos (Quercus faginea), que seleccionan ubicaciones intermedias
entre las dos especies anteriores, aunque con frecuencia aparecen mezclados con
la encina, y finalmente lo que puede considerarse como una auténtica reliquia
botánica, el alcornocal (Quercus suber). Esta especie, tan característica en el sur
de la península Ibérica, alcanza localizaciones muy aisladas en el nordeste
peninsular. Esta especie, que reconoceremos por su característica corteza de
corcho se encuentra de forma residual, exclusivamente en la sierra de Algairén y,
sobre todo en la Sierra de la Virgen, en Aniñón en El Santo, intercalados en el
bosque de quercíneas, en Viver de la Sierra, y en Sestrica, donde sobre terrenos
particulares han sido conservados hasta nuestros días gracias a la iniciativa de sus
propietarios, efectuando un aprovechamiento racional de los mismos para la
extracción de corcho.
De manera aislada pueden encontrarse otras dos especies de robles, el
carballo (Quercus robur) y el albar (Quercus petraea), en localizaciones
periféricas respecto a las poblaciones del Moncayo y que encuentran en esta sierra
su límite de distribución, denotando las influencias atlánticas de este macizo
montañoso.
Los matorrales que conforman el sotobosque de todas estas formaciones son
igualmente variados, pero a grandes rasgos podemos decir que en los encinares, que
suelen ubicarse en las localizaciones más secas, se encuentran por lo general
especies más termófilas y más heliófilas. Entre las más abundantes destacaremos
el cantueso (Lavandula stoechas) y varias especies de jaras (Cistus laurifolius,
Cistus albidus, Cistus populifolius). Estas últimas pueden formar matorrales muy
densos en zonas carentes de arbolado, incluso en los niveles superiores de la
sierra. En barranqueras o bien en márgenes de bosques, aparecen formaciones
arbustivas espinosas formadas principalmente por endrino (Prunus spinosa),
majuelo o espino albar (Crataegus monogyna) y escaramujo (Rosa canina), aunque
estas especies con frecuencia pueden entrar a formar parte del estrato arbustivo
de robledales, o incluso del alcornocal.
Los bosques más húmedos, principalmente de pino albar, pueden presentar
sotobosques bien conservados dominados por brezos (Erica sp.), madreselvas
(Lonicera sp.), cornejo (Cornus sanguinea), sauco (Sambucus nigra) y rosales (Rosa
sp.) Es en estos suelos, cubiertos por tapices de musgos y helechos, donde se
desarrollan pies arbustivos de mostajo (Sorbus aria), arce menor (Acer campestre)
y majuelo, mientras que en las crestas rocosas trepan tupidas hiedras (Hedera
helix).
Las crestas más expuestas se encuentran cubiertas de una vegetación
arbustiva de piorno azul (Erinacea anthyllis) cuyo aspecto almohadillado y sus hojas
pinchudas nos indican una óptima adaptación a lugares fríos y poco abrigados del
viento, mientras que habitualmente, en suelos más húmedos, encontraremos
alfombras de brezo (Erica arborea). En estos niveles son comunes los matorrales
rastreros de sabina (Juniperus sabina) y enebro (Juniperus communis).
La fauna vertebrada es muy diversa si consideramos los desniveles y el
importante gradiente ecológico existente entre los ambientes más húmedos y
fríos, de carácter norteño, y los más secos y termófilos, de carácter
mediterráneo. En el primer grupo podemos destacar algunas aves que tiene en la
sierra de la Virgen núcleos de nidificación aislados en el entorno mediterráneo de
esta área geográfica. Entre ellas podemos destacar el verderón serrano (Serinus
citrinella) y el bisbita arbóreo (Anthus trivialis). En el otro extremo se
encontrarían, mucho más representadas, especies de amplia distribución en el área
mediterránea como pueden ser la cogujada montesina (Galerida thecklae), la
collalba rubia (Oenanthe hispanica), o el abejaruco (Merops apiaster). El listado de
especies orníticas es amplio, pero predominan en cuanto a número y abundancia las
forestales, dada la buena representación de estos ambientes, siendo en su mayoría
bastante eclécticas. Entre las más asociadas a los pinares se encuentran algunos
páridos carbonero garrapinos (Parus ater) o el herrerillo capuchino (Parus
caeruleus) o el mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli) que encontraremos
abundantes en robledales y encinares. No faltan las rapaces, pudiendo observarse
el azor común (Accipiter gentilis) y el gavilán común (Accipiter nisus), dada la
buena cobertura forestal igualmente podemos ver ejemplares de otras especies
mayores como el águila real (Aquila chrysaetos) o la aguililla calzada (Hieraetus
pennatus).
Entre los mamíferos, destacar la presencia abundante del jabalí (Sus
scrofa), cuya captura es muy apreciada en el pueblo, y que encuentra buenos
refugios en las espesuras montaraces de encinares y robledales, y de un cérvido, el
corzo (Capreolus capreolus), que se ha convertido en un nuevo recurso cinegético
en la zona.
Igualmente puede observarse el zorro (Vulpes vulpes) que tiene una
actividad diurna importante.
Por sus rastros hallaremos indicios de la presencia de tejones (Meles meles),
garduñas (Martes foina) o
gatos monteses (Felis sylvestris). La presencia de vallados cinegéticos ha
representado la introducción de especies halóctonas entre la que destacaremos el
ciervo (Cervus elaphus).
_______
Extraído en su mayor parte de Espacios Naturales de Zaragoza.- Sierra de la Virgen. Alcornocal de
Sestrica por Francisco Javier Sampietro Latorre, ornitólogo aragonés, publicado por El Periódico de
Aragón con la colaboración de la D.P.Z.
Descargar