Tras la huella de Amado Nervo

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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ÍNDICE
Semblanza
Presentación
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MAÑANA DEL POETA (1886-1891)
Anhelos
12
PERLAS NEGRAS (1890-1898)
I
XI
XXXV
XLII
13
13
13
14
MÍSTICAS (1896-1898)
Transmigración
Incoherencias
Un padrenuestro
15
16
17
DE AQUELLOS TIEMPOS (1894-1900)
Guerrero y fraile
El pacto
El héroe
Galardón
18
19
20
21
LA HERMANA AGUA (1901)
El agua que corre bajo la tierra
El agua que corre sobre la tierra
La nieve
El hielo
El granizo
El vapor
La bruma
Las voces del agua
El agua multiforme
23
24
25
26
27
28
29
30
31
EL ÉXODO Y LAS FLORES DEL CAMINO (1900-1902)
Viejo estribillo
Evocación
Esperanza
Glosa
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LOS JARDINES INTERIORES (1905)
Mi verso
Tritoníada
El metro de doce
Condenación del libro
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38
39
40
EN VOZ BAJA (1909)
Vieja llave
Hojeando estampas viejas
Tal vez
Es un vago recuerdo
La bella del bosque durmiente
Inmortalidad
Yo estaba en el espacio
La sombra del ala
No me mueve, mi Dios, para quererte
41
43
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45
46
47
48
51
52
LA AMADA INMÓVIL (1914)
Reparación
Aquel olor
Me besaba mucho
53
54
55
SERENIDAD (1914)
La montaña
Mediumnidad
Via, Veritas et Vita
Paz lunar
Fidelidad
Hata-Yoga
Temple
Sol
Limpidez
Comunión
Soñar es ver
Canto de amor
¡Amemos!
Una española
¡Quién sabe!
Sí, pobre viejecita
Los cuatro coroneles
ELEVACIÓN (1916)
Resolución
La galera sombría
Fides
Amable y silencioso
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Sé como la montaña
Se va una tarde más
En paz
Expectación
Tú
El castaño no sabe
Dos sirenas
Si una espina me hiere
Éxtasis
Contigo
Callemos
¡Oh, dolor!
Sicut naves
Como el venero
Pecar
La mejor poesía
Dios te libre, poeta
¿Qué estás haciendo, rosa?
El puente
En las heladas cumbres
EL ARQUERO DIVINO (1915-1918)
Al oído
Lo más inmaterial
La llama
Paz
¡Como una mariposa!
Todavía no
Destino
La hiedra
La puerta
¿Qué ansías?
El día que me quieras
Sueña
POESÍAS VARIAS (1894-1919)
El picapedrero
¡Imposible!
Una estatua
Al amor que se fue
A un amigo que lloró mis versos
El gnomo
Nupcias
Las alas
La raza de bronce (fragmentos)
Águilas y leones
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Nuevas luciérnagas
Pensando
EL ESTANQUE DE LOS LOTOS (1919)
Los manantiales
Timonel pensativo
La sed
El guerrero
Envejecer
Las dos redes
Llévete yo
La venda
La diosa
Lo que nos queda
¡Soy un viejo!
El dios interior (fragmento)
El gran viaje
LA ÚLTIMA LUNA (abril-mayo 1919)
En ti sola pensando
Por mirarte
Pobres páginas
Novissima verba
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SEMBLANZA
Habla el poeta
Nací en Tepic (Méjico), pequeña ciudad de la costa del Pacífico, el 27 de agosto de
1870. Mi apellido es Ruiz de Nervo; mi padre lo modificó, encogiéndolo. Se llamaba
Amado y me dio su nombre. Resulté, pues, Amado Nervo, y esto, que parecía seudónimo
–así lo creyeron muchos en América– y que en todo caso era raro, me valió, quizá no
poco, para mi fortuna literaria. ¡Quién sabe cuál habría sido mi suerte con el Ruiz de
Nervo ancestral, o si me hubiera llamado Pérez y Pérez!
Empecé a escribir siendo muy niño, y en cierta ocasión, una hermana mía encontró mis
versos, hechos a hurtadillas, y los leyó en el comedor a toda la familia reunida. Yo
escapé a un rincón. Mi padre frunció el ceño. Y eso fue todo. Un poco más de rigidez y
escapo para siempre. Hoy sería, quizá, un hombre práctico. Habría amasado una
fortuna con el dinero de los demás, y mi honorabilidad y seriedad me abrirían todos los
caminos. Pero mi padre sólo frunció el ceño... Por lo demás, mi madre escribía también
versos, y también a hurtadillas. Su sexo y sus grandes dolores la salvaron a tiempo, y
murió sin saber si tenía talento: ahora lo habrá descubierto con una sonrisa piadosa...
No he tenido, ni tengo tendencia alguna literaria especial. Escribo como me place.
Según el spiritus qui flat ubi vult. No sostengo más que una escuela: la de mi honda y
perenne sinceridad.
He hecho innumerables cosas malas en prosa y verso, y algunas buenas; pero sé cuáles
son unas y otras. Si hubiese sido rico, no habría hecho más que las buenas, y acaso hoy
sólo se tendría de mí un pequeño libro de arte consciente, libre y altivo. ¡No se pudo!
Era preciso vivir en un país donde casi nadie leía libros, y la única forma de difusión
estaba constituida por el periódico. De todas las cosas que más me duelen, es ésta la
que me duele más; el libro breve y precioso que la vida no me dejó escribir: el libro
libre y único.
He publicado, hasta hoy, en prosa: EL BACHILLER, EL DONADOR DE ALMAS, PASCUAL
AGUILERA, OTRAS VIDAS –en el que están los tres anteriores reeditados–, ALMAS QUE
PASAN, e infinitos artículos de todos géneros en infinitos periódicos y revistas. La
prensa y los críticos en general se han ocupado muchísimo de mí; pero casi siempre
para decirme horrores. Me he comido diez toneladas de sapos frescos... y los he
digerido.
EL BACHILLER, por lo audaz e imprevisto de su forma, y especialmente de su desenlace,
ocasionó en América tal escándalo, que me sirvió grandemente para que me
conocieran. Se me discutió con pasión, a veces con encono; pero se me discutió, que
era lo esencial. EL BACHILLER fue publicado en francés, por Vanier, el editor de
Verlaine, y se han hecho de él tres ediciones en español.
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En cuanto a mi lírica, hela aquí: PERLAS NEGRAS (versos de adolescencia), MÍSTICAS,
POEMAS (que incluye EL PRISMA ROTO y LA HERMANA AGUA), LIRA HEROICA, JARDINES
INTERIORES y EL ÉXODO Y LAS FLORES DEL CAMINO (prosa y verso).
Preparo EN VOZ BAJA, que será un libro exclusivamente de tono menor, en el que no hay
que buscar ni sonoridades, ni oratorias, ni conceptuosismo: es la Vida, en lo que tiene
de enigmático, de insinuante y bellamente impreciso, que pasa cuchicheando por esas
páginas.
Amado Nervo
Madrid, octubre de 1907
Cartas autobiográficas
(Fragmentos)
[...] Vivo porque sí; amo no sé qué ideales, y ya que es preciso, para que la vida valga
la pena de ser vivida, esperar algo, espero el completo reinado del progreso en mi
patria, para que esplendan las dos únicas aristocracias que acepto: la del corazón y la
del talento [...]
Amado Nervo
Méjico, diciembre de 1895
[...] Mucho agradezco a usted su generoso intento de publicar algunos datos
biográficos míos. Desgracia-damente pocos puedo proporcionarle, porque mi vida ha
sido muy poco interesante: como los pueblos felices y las mujeres honradas, yo no
tengo historia.
[...] Soy descendiente de una vieja familia española que se estableció en San Blas a
principios del siglo pasado. Hice mi instrucción primaria en las modestas escuelas de
mi ciudad natal; muerto mi padre cuando yo tenía nueve años, mi madre me envió a un
colegio de Padres Romanos, al de Jacona, en Michoacán, que entonces gozaba de
cierta fama. En este colegio y después en el Seminario de Zamora, Michoacán, hice mis
estudios preparatorios, empezando, naturalmente, por el latín. Quise seguir la carrera
de abogado y estudié dos años, pero el quebrantamiento rápido de la herencia paterna
me obligó a volver a Tepic a ponerme al frente de lo poco que nos quedaba y a trabajar
para ayudar a mi familia, que era numerosa. Después, buscando mejor destino, marché
a Mazatlán, donde escribí en el Correo de la tarde mis primeros artículos. Más tarde
me dirigí a la capital (en 1894) y ahí con los esfuerzos y penalidades consiguientes,
logré abrirme camino.
En 1900 me vine a Europa y logré, con mi pluma, vivir en París. Torné a Méjico, y el
año pasado, en junio (1905), fui nombrado segundo secretario de la Legación de
nuestro país en Madrid, donde me tiene a sus órdenes [...].
Amado Nervo
San Sebastián, agosto de 1906
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En 1900, cuando es enviado como corresponsal a la Exposición Universal de París,
lugar de encuentro obligado para la generación de los modernistas, el destino le tenía
reservado el gran amor de su vida: Ana Cecilia Luisa Dailliez, su compañera durante
más de diez años, encontrada en el camino de la vida el 31 de agosto de 1901. Perdida
(¿para siempre?), el 7 de enero de 1912, y cuya muerte le causó la amputación más
dolorosa de sí mismo. Experiencia que recogería después, en su libro LA AMADA
INMÓVIL, que no fue publicado hasta después de fallecer el poeta.
En España escribió muchos de sus mejores libros, entre ellos EN VOZ BAJA, SERENIDAD,
LA AMADA INMÓVIL, ya mencionado, ELEVACIÓN y PLENITUD.
Diferentes circunstancias le llevaron una y otra vez de la estabilidad a la pobreza, hasta
que en 1918 fue nombrado ministro plenipotenciario ante los Gobiernos de Argentina y
Uruguay. Partió de Méjico hacia su nuevo destino a principios de 1919, para nunca más
volver, ya que murió en la ciudad de Montevideo (Uruguay), el 24 de mayo de 1919.
Sus restos mortales retornaron a la patria, a mediodía del 10 de noviembre de 1919, pero
no pudieron ser desembarcados hasta el día siguiente debido a la furia desatada de los
elementos. Y descansa definitivamente en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la
vieja Tenochtitlán, quien fuera citado por muchos como “el hombre más amable que
conocieron”: Amado Nervo.
M. T. C.
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PRESENTACIÓN
¿Quién mirará al abismo del alma de un poeta sino otro poeta? El divino Platón
afirmaría que los poetas no se poseen a sí mismos, que son hijos de un dios que canta en
sus versos; hijos de un misterio que corre cantando a través de ellos.
Y es que son los versos de Rubén Darío el pincel que mejor ha esbozado el alma y la
poesía de Amado Nervo:
Fraile de los suspiros, celeste anacoreta
que tienes en blancura l’azúcar y la sal;
muéstrame el lirio puro que sigues en la veta,
y hazme escuchar el eco de tu alma sideral.
FRAILE DE LOS SUSPIROS, porque su vida entera fue una pregunta, un grito en el desierto
llamando a Dios. Y porque hay una nota de melancolía que le hace triste y sereno a la
vez, a él, que enamorado de las flores sabe que son de un día, que son juguetes de una
ilusión que se deshace ante sus ojos.
CELESTE ANACORETA, a la manera, diríamos, de un yogui de las montañas que se forja a
sí mismo en la soledad y en el silencio. Que se disciplina como un monje severo pues
debe devolver a Dios, intacta, la llama que le fuera entregada, cantando a la Voluntad
como la imagen más viva de Dios en el hombre.
Él, que ha bebido, con la sed de años de desierto, las enseñanzas teosóficas de H. P.
Blavatsky, él, que invoca para la batalla de la vida al Guerrero interno, se convierte en
un maestro de hombres en su obra Plenitud, recordándonos en pequeños capítulos la
clave del arte de vivir. En uno de ellos leemos:
La conquista de almas es la conquista por excelencia. Diariamente debes levantarte
con el propósito de conquistar a todos aquellos de tus hermanos con quienes el destino
te ponga en contacto. A unos los conquistarás con tus palabras amables, a otros con tus
miradas afectuosas, a los de más allá con tus servicios. Sé un Don Juan de las almas.
Deja en cada una de las que encuentres una huella de luz.
QUE TIENES EN BLANCURA L’AZÚCAR Y LA SAL. Blanca, para sí, la sal que consume las
humedades del deseo. Blanca, para los suyos, el azúcar que la dulzura vierte en los
labios. Tanto los que se acercaron a él y frecuentaron su trato como los que bebieron de
su poesía, dicen de lo dulce de su alma.
MUÉSTRAME EL LIRIO PURO QUE SIGUES EN LA VETA. ¡Ah, éste es el enamorado de la
diosa del Amor y la Belleza! Y es que para nuestro poeta, ella siempre espera y sonríe
desde la veta nacarada del alma.
Más allá, más grande y más luminoso que el poeta de las melancolías, se halla en pie,
gigantesco y amable, el Amado Nervo que sirve a la diosa del Amor, diosa que le
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susurra versos enigmáticos, arcanos que desafían al más sabio, poemas que no podemos
explicar pues contienen un no se qué de abismo...
En el poema CANTO DE AMOR, aunque parece dedicado a una joven de dieciséis abriles,
el tono del verso descarta, sin embargo, toda posibilidad distinta de un canto a la diosa.
¿Sabía Amado Nervo que en Egipto, Hathor, la diosa del Amor, la Alegría y la Belleza,
era la “diosa del número dieciséis”? Dieciséis por los años en que se despierta al amor y
al sexo. Dieciséis, número que traza en su geometría una estrella de David con un punto
en el centro, símbolo de la Naturaleza fecundada y fecundante.
Este himno del poeta al Amor en nada desdice los poemas al Amor, sublimes, que
cantaron los egipcios, los órficos, Ovidio en su ARS AMANDI, Lucrecio en su NATURA
RERUM... Pero Amor es también lo que inspira la ternura humana: sus caricias y sus
arrullos, las palabras musitadas al oído, las manos que se entrelazan, los labios que se
besan, las frentes que se unen y sueñan juntas.
Y HAZME ESCUCHAR EL ECO DE TU ALMA SIDERAL. La misma alma sideral que se
preguntase, en uno de sus artículos, junto a un meteorito, el origen y el rumbo de todo
cuanto vive. Amado Nervo se sentía hermano del meteorito, hijo de la Noche y en una
tierra que no es la suya. De su libro en prosa HABLA EL POETA, extraemos las siguientes
meditaciones:
Es un intruso caído del cielo, un aerolito que desde tiempos lejanos se yergue inmóvil y
silencioso como esfinge... Somos buenos amigos. Me detengo por las tardes, sobre todo,
cuando amenaza la tormenta, junto a él. Me detengo a su lado; acaricio una de sus
superficies, ligeramente convexa, estriada por las lluvias de bandas más o menos
oscuras, y donde los líquenes no han osado prender, como si supieran instintivamente
que aquella piedra no es de las suyas. Mudos los dos, en la majestad del paisaje,
soñamos. Ambos somos extranjeros. El aerolito vino de las negras reconditeces de la
noche. Yo también. Las gentes y las rocas no nos hacen caso: no somos de este planeta.
Un derrumbamiento súbito, desde las excelsitudes estrelladas, nos hizo anclar en los
barrizales de la tierra.
¿Y cuál es el eco de este alma sabia y bondadosa, sideral, al golpear los barrotes de
ilusión de este mundo? ¿Qué armonías tañen los dedos de viento de su alma, al pasar
fácilmente por su caverna de ermitaño? Lo sabemos porque nos lo dijo, no a media voz
como un secreto de enamorado, sino fuerte y claro, como el grito de batalla de un héroe:
¡No más música...! Pero
algo mejor que el sortilegio antiguo:
...el Amor, el Amor por todo, a todos...
José Carlos Fernández
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AL LECTOR
Lector mío, estos versos, que son prosa (rimada),
llegan a tu alma humildes y sin pedirte nada.
No quieren tus elogios... Mas sería mi gusto
que pudieses leerlos al terminar el día,
a los fulgores cárdenos de algún poniente augusto,
que fuese como el marco de mi filosofía...
Amado Nervo
EL ESTANQUE DE LOS LOTOS
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MAÑANA DEL POETA
1886-1891
ANHELOS
La aurora es el fulgor de tu mirada...
Cuando se pinta en el sereno río
con tinta nacarada
la bóveda serena y azulada,
semeja tu sonrisa, ¡Dueño mío!
Las entreabiertas flores
muestran en cada pétalo tus huellas...
Los pájaros cantores
dicen tu nombre, y con sin par fulgores
¡lo escriben en el cielo las estrellas!
¡Dios, Dios por dondequiera!
Los mares, la montaña, la pradera,
la luz amarillenta de la luna,
del viejo templo la grietosa ruina,
los mirlos que se arrullan en la encina,
la gaviota que cruza la laguna.
Todo me habla de ti, todo me advierte
tu amor y tu ternura,
y mi espíritu anhela ya por verte...
¿Qué me importa morir, si con la muerte
te encuentro tras la negra sepultura?
Morir... y estar contigo...
¡Dulce esperanza, bienhechor abrigo
donde mi corazón halla el consuelo
que su ventura encierra!
¿Por qué peregrinar tanto en la Tierra
si la patria del alma está en el cielo?
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PERLAS NEGRAS
1890-1898
I
¡Mentira! Yo no busco las grandezas;
me deslumbra la luz del apoteosis,
y prefiero seguir entre malezas
con mi pálida corte de tristezas
y mi novia bohemia: la Neurosis.
Dejadme. Voy muy bien por la existencia
sin mendigar un vítor ni una palma,
pues bastan a mi anhelo y mi creencia
un pedazo de azul en la conciencia
y un rayito de sol dentro del alma.
XI
¡La calma...! Tan solo es buena
para el débil que la ama:
me gusta el mar cuando brama
y la nube cuando truena.
La corriente, cuando llena
de espuma, se lanza al plan;
el monte, cuando en volcán
convertido, centellea
y se estremece y humea
como fragua de titán.
¡La lucha...! Tan solo es buena
para el fuerte que la quiere:
me gusta el mar cuando muere
cantando sobre la arena;
la nube, cuando serena
me finge crespón muy leve;
el río, cuando se mueve
entre céspedes y cañas,
y las inmensas montañas
si se coronan de nieve.
XXXV
Que ya tu juventud está marchita
y no puedes amar –frase solemne,
mas inútil, ¡oh rubia Margarita!–
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
El amor es un Lázaro perenne:
cuando apenas ha muerto, resucita.
XLII
Yo también, cual los héroes medievales
que viven con la vida de la fama,
luché por tres divinos ideales:
¡por mi Dios, por mi Patria y por mi Dama!
Hoy que Dios ante mí su faz esconde,
que la Patria me niega su ternura
de madre y que a mi acento no responde
la voz angelical de la Hermosura,
rendido bajo el peso del destino,
esquivando el combate, siempre rudo,
heme puesto a la vera del camino,
resuelto a descansar sobre mi escudo.
Quizá mañana, con afán contrario,
ajustándome el casco y la loriga,
de nuevo iré tras el combate diario,
exclamando: ¡Quién me ame que me siga!
...Mas hoy dejadme, aunque a la gloria pese,
dormir en paz sobre mi escudo roto;
dejad que en mi redor el ruido cese,
que la brisa noctívaga me bese
y el Olvido me dé su flor de Loto...
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MÍSTICAS
1896-1898
TRANSMIGRACIÓN
A veces, en sueños, mi espíritu finge
escenas de vidas lejanas: yo fui
un sátrapa egipcio de rostro de esfinge,
de mitra dorada, y en Menfis viví.
Ya muerto, mi alma siguió el vuelo errático,
ciñendo en Solima, y a Osiris infiel,
la mitra bicorne y el efod hierático
del gran sacerdote del Dios de Israel.
Después, mis plegarias alcé con el druida
y en bosque sagrado Velleda me amó.
Fui rey merovingio de barba florida;
corona de hierro mi sien rodeó.
Más tarde, trovero de nobles feudales,
canté sus hazañas, sus lances de honor,
yanté a la su mesa, y en mil bacanales
sentíme beodo de vino y de amor.
Y ayer, prior esquivo y austero, los labios
al Dios eucarístico, temblando, acerqué:
por eso conservo piadosos resabios,
y busco el retiro siguiendo a los sabios
y sufro nostalgias inmensas de fe.
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INCOHERENCIAS
Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla?
Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?
Fui templario, ¿do está mi recia malla?
¿En qué campo sangriento de batalla
me dejaron así, triste y vencido?
¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena
tu fulgor mi conciencia? Tengo miedo
a la duda terrible que envenena,
y me miras rodar sobre la arena
¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!
¡Oh, siglo decadente, que te jactas
de poseer la verdad! Tú que haces gala
de que con Dios y con la muerte pactas,
devuélveme mi fe, yo soy un Chactas
que acaricia el cadáver de su Atala...
Amaba y me decías: “Analiza”
y murió mi pasión; luchaba fiero
con Jesús por coraza, y en la liza
desmembró mi coraza, triza a triza,
el filo penetrante de tu acero.
¡Tengo sed de saber y no me enseñas;
tengo sed de avanzar y no me ayudas;
tengo sed de creer y me despeñas
en el mar de teorías en que sueñas
hallar las soluciones de tus dudas!
Y caigo, bien lo ves, y ya no puedo
batallar sin amor, sin fe serena
que ilumine mi ruta, y tengo miedo...
¡Acógeme, por Dios! Levanta el dedo,
vestal, ¡que no me maten en la arena!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
UN PADRENUESTRO
Por el alma del rey Luis II de Baviera*
Aquí fue donde el rey Luis Segundo
de Baviera, sintiendo el profundo
malestar de invencibles anhelos,
puso fin a su imperio en el mundo.
Padre nuestro que estás en los cielos...
Un fanal con un Cristo, en un claro
del gran parque, al recuerdo da amparo;
y al caer sobre el lago los velos
de la noche, el recuerdo es un faro.
Padre nuestro que estás en los cielos...
En el lago tiritan las ondas,
en el parque se mueren las frondas
y ya muertos abaten sus vuelos;
¡qué tristezas tan hondas... tan hondas...!
Padre nuestro que estás en los cielos...
¡Pobre rey de los raros amores!
Como nadie sintió sus dolores,
como nadie sufrió sus desvelos,
le inventaron un mal los doctores.
Padre nuestro que estás en los cielos...
Su cerebro de luz era un foco;
mas un nimbo surgió poco a poco
de esa luz, y la turba, con celos
murmuró: “Wittelsbach está loco”.
Padre nuestro que estás en los cielos...
Sólo Wagner le amó como hermano,
sólo Wagner, cuya alma-oceano
su conciencia inundó de consuelos,
y su vida fue un lied wagneriano.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea el tu nombre,
venga a nos el tu reino...
(*) En Schdosberg, lugar de su tránsito, Reino de Baviera.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
DE AQUELLOS TIEMPOS
1894-1900
GUERRERO Y FRAILE
Paseó dondequiera su airón de pluma,
sus mesnadas briosas y sus pendones,
y, ansioso de conquistas, a cien naciones
sometió al vasallaje que las abruma.
Después, atormentado por el reúma,
que no por religiosas meditaciones,
confinó sus guerreras inclinaciones
en la celda de un claustro lleno de bruma.
Allí, comiendo el blanco pan eucarístico,
vegeta, consumido de tedio místico,
delira del combate con el estrago;
a la voz que le manda llorar su yerro
contesta con taimado: ¡Desperta ferro!
y en vez de Jesucristo reza a Santiago.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL PACTO
–¡Oh, mi reina!, en un tiempo mi estrofa errática
en loor de tus gracias alzó su vuelo;
mi boca pecadora, cuando la plática
nocturna, de tu boca llegó hasta el cielo.
Los genios de la noche viéronte extática
junto a mí, y escucharon con hondo celo
el fru-fru misterioso de mi dalmática
al rozar tu justillo de terciopelo.
¿Por qué ahora me esquivas? –Ciño corona;
descender a un hidalgo fuera desdoro:
el desliz de una reina, ¡quién lo perdona!
–Mas... ¿si yo pereciese batiendo al moro
mañana? –Hoy disfrutaras de mi persona.
–¡Moriré! –¿Me lo juras? –¡Por la cruz de oro
de mi tizona!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL HÉROE
¿Qué caeré? ¡Puede ser! Mas imponente
en mi mudo reproche, iré a la tumba:
nací roca enemiga del torrente,
¡tú sabrás si el torrente me derrumba!
Erguí mi mole y afilé mi diente,
y el titán, que me odia, ruge, zumba,
culebrea, vacila en la pendiente
y me ensordece al fin con su balumba.
Mas cuando pasa el aluvión inmenso,
yo estoy de pie y tranquilo, porque pienso
que fuera insensatez –¡oh, Dios, que fraguas
contra cada opresión un heroísmo!–
ponerme como coto en el abismo
para hundirme después bajo sus aguas...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
GALARDÓN
El ejército enemigo destruyó la barbacana,
ya los fosos se colmaron de cadáveres rivales
y la inmensa catapulta, del estrago soberana,
lanza teas encendidas y granitos colosales.
Los custodios del castillo desesperan; sangre mana
de sus pechos a torrentes, sus heridas son mortales...
Mas asoma de improviso la soberbia castellana
tras la ojiva de una torre, y así dice a sus leales:
– “Defensores, ¡sus!, ¡a ellos! Heme juez de vuestro brío;
al guerrero más osado, rey haré de mi belleza,
dueño haré de mis primicias; seré suya, será mío...”
Resurgió, cual por ensalmo, de los mozos la fiereza,
y al fulgor del rojo incendio viose huir con desvarío
las mesnadas agresoras, a través de la maleza.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA HERMANA AGUA
1901
A QUIEN VA A LEER
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que
gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba, que canta a mi soledad y en
ella me acompaña: un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, esas gotas
incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros. El alma del Agua me ha
hablado en la sombra –el alma santa del Agua– y yo la he oído con recogimiento y con
amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser
dócil, ser cristalino [...] y tales páginas han formado un poema.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL AGUA QUE CORRE BAJO LA TIERRA
Yo canto al cielo porque mis linfas ignoradas
hacen que fructifiquen las savias; las llanadas,
los sotos y las lomas por mí tienen frescura.
Nadie me mira, nadie; mas mi corriente oscura
se regocija luego que llega la primavera,
porque si dentro hay sombras, hay muchos tallos fuera.
Los gérmenes conocen mi beso cuando anidan
bajo la tierra, y luego que son flores me olvidan.
Lejos de sus raíces las corolas felices
no se acuerdan del agua que regó sus raíces...
¡Qué importa! Yo alabanzas digo a Dios con voz suave.
La flor no sabe nada, ¡pero el Señor sí sabe!
Yo canto a Dios corriendo por mi ignoto sendero
dichosa de antemano; porque seré venero
ante la vara mágica de Moisés; porque un día
vendrán las caravanas hacia la linfa mía;
porque mis aguas dulces, mientras que la sed matan,
el rostro beatífico del sediento retratan
sobre el fondo del cielo, que en los cristales yerra;
porque copiando el cielo lo traslado a la tierra,
y así el creyente triste, que en él su dicha fragua,
bebe, al beberme, el cielo que palpita en mi agua,
y como en ese cielo brillan estrellas bellas,
el hombre que me bebe comulga con estrellas.
Yo alabo al Señor bueno porque, con la infinita
pedrería que encuentro de fuegos policromos,
forjo en las misteriosas grutas la estalactita,
pórtico del alcázar de ensueño de los gnomos;
porque en ocultos senos de la caverna umbría
doy de beber al monstruo que tiene miedo al día.
¡Qué importa que mi vida bajo la tierra acabe!
Los hombres no lo saben, pero Dios sí lo sabe.
Así me dijo el Agua que discurre por los
antros, y yo: –¡Agua hermana, bendigamos a Dios!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL AGUA QUE CORRE SOBRE LA TIERRA
Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores
para mi fondo gemas, para mi margen flores;
porque cuando la roca me muerde y me maltrata,
hay en mi sangre (espuma) filigrana de plata;
porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo,
adorno de arco iris triunfal es el abismo,
y el rocío que salta de mis espumas blancas
riega las florecitas que esmaltan las barrancas;
porque a través del cauce llevando mi caudal,
soy un camino que anda, como dijo Pascal;
porque en mi gran llanura donde la brisa vuela,
deslízanse los élitros nevados de la vela;
porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla,
mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla,
mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte,
a fin de que originen catástrofes de muerte,
y la onda que arrulla sea la onda que hiere...
¡Quién sabe los designios de Dios que así lo quiere!
Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda
soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda,
maelstrom de remolino fatal o golfo amigo;
porque, mar, di la vida y, diluvio, el castigo.
Docilidad inmensa tengo para mi Dueño:
Él me dice: “Anda”, y ando: “Despéñate”, y despeño
mis aguas en la sima de roca, que da espanto;
y canto cuando corro, y al despeñarme canto,
y cantando, mi linfa tormentas o iris fragua.
Fiel al Señor... –¡Loemos a Dios, hermana Agua!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA NIEVE
Yo soy la movediza perenne; nunca dura
en mí una forma; porque pronto mi ser se transfigura
y ya entre guijas de ónix cantando peregrino,
ya en témpanos helados detengo mi camino,
ya vuelo por los aires trocándome en vapores,
ya soy iris en polvo de todos los colores,
o rocío que asciende, o aguacero que llueve...
Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve,
la albura de la nieve enigmática y fría
que cae de los cielos como una eucaristía,
que por los puntiagudos techos resbala leda
y que cuando la pisan cruje como la seda.
Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo.
Subí a la altura niebla, desciendo al suelo copo;
subí gris de los lagos que la quietud estanca,
y bajo blanca al mundo... ¡Oh, qué bello es ser blanca!
¿Por qué soy blanca? En premio del sacrificio mío,
porque tirito para que nadie tenga frío,
porque mi lino todos los fríos almacena.
¡y Dios me torna blanca por haber sido buena!
¿Verdad que es llevadera la palma del martirio
así? Yo caigo como los pétalos de un lirio
de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura
con murmurios de linfa, la canto con blancura.
La blancura es el himno más hermoso y más santo;
ser blanca es orar: siendo yo, pues, blanca, oro y canto.
Ser luminosa es otro de los cantos mejores,
¿no ves que las estrellas salmodian con fulgores?
Por eso el rey poeta dijo en himno de amor:
“El firmamento narra la gloria del Señor”.
Sé tú como la Nieve que inmaculada llueve.
Y yo clamé: –¡Alabemos a Dios, hermana Nieve!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL HIELO
Para cubrir los peces del fondo, que agonizan
de frío, mis piadosas ondas se cristalizan,
y yo, la inquietuela, cuyo perenne móvil
es variar, enmudezco, me aduermo, quedo inmóvil.
¡Ah! ¡Tú no sabes cómo padezco nostalgia
de sol bajo esa blanca sábana siempre fría!
Tú no sabes la angustia de la ola que inmola
sus ritmos ondulantes de mujer –su sonrisa–
al frío, y que se vuelve –mujer de Lot– banquisa:
ser banquisa es ser como la estatua de la ola.
Tú ignoras esa angustia; mas yo no me rebelo,
y ansiosa de que en todo mi Dios sea loado,
desprendo radiaciones al bloque de mi hielo,
y en vez de azul oleaje soy témpano azulado.
Mis crestas en la noche del polo son fanales,
reflejo el rosa de las auroras boreales,
la luz convaleciente del Sol, y con deleite
de Seraphita, yergo mi cristalina roca
por donde trepan lentas las morsas y la foca,
seguidas de lapones hambrientos de su aceite...
¿Ya ves cómo se acata la voluntad del cielo?
Y yo recé: –¡Loemos a Dios, hermano Hielo!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL GRANIZO
¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en insensato
redoble, al campo y todos los céspedes maltrato.
¡Tin, tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera!
Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera!
Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura
tan finos y suaves como una dentadura,
y en un derroche de ópalos blancos me multiplico.
La linfa canta, el copo cruje, yo... ¡yo repico!
¡Tin, tin, tin, tin! Mi torre es la nube ideal,
¡oye mis campanitas de límpido cristal!
La nieve es triste, el agua turbulenta, yo sin
ventura, soy un loco de atar. ¡Tin, tin, tin, tin!
... ¿Censuras? No por cierto, no merezco censuras;
las tardes calurosas por mí tienen frescuras,
yo lucho con el hábito rabioso del verano
y soy bello... –¡Loemos a Dios, Granizo hermano!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL VAPOR
El Vapor es el alma del agua, hermano mío,
así como sonrisa del agua es el rocío,
y el lago sus miradas y su pensar la fuente;
sus lágrimas, la lluvia; su impaciencia el torrente,
y los ríos sus brazos; su cuerpo, la llanada
sin cotos de los mares, y las olas sus senos;
su frente, las neveras de los montes serenos,
y sus cabellos de oro líquido, la cascada.
Yo soy alma del agua, y el alma siempre sube:
las transfiguraciones de esa alma son la nube;
su Tabor es la tarde real que la empurpura:
como el agua fue buena, su Dios la transfigura...
Y ya es el albo copo que en el azul riela,
ya la zona de fuego, que parece una estela,
ya el divino castillo de nácar, ya el plumaje
de un pavo hecho de piedras preciosas, ya el encaje
de un abanico inmenso, ya el cráter que fulgura...
Como el agua fue buena, su Dios la transfigura...
–¡Dios! Dios siempre en tus labios está como en un templo;
Dios, siempre Dios... ¡en cambio yo nunca le contemplo!
¿Por qué si Dios existe no deja ver sus huellas?
¿Por qué taimadamente se esconde a nuestro anhelo?
¿Por qué no se halla escrito su nombre con estrellas
en medio del esmalte magnífico del cielo?
–Poeta, es que lo buscas con la ensoberbecida
ciencia, que exige pruebas y cifras al Abismo...
Asómate a las fuentes oscuras de tu vida,
y ahí verás su rostro: tu Dios está en ti mismo.
Busca el silencio y ora: tu Dios execra el grito;
busca la sombra y oye: tu Dios habla en lo arcano;
depón tu gran penacho de orgullo y de delito...
–Ya está. –¿Qué ves ahora? –La faz del infinito.
–¿Y eres feliz? –¡Loemos a Dios, Vapor hermano!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA BRUMA
La Bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma!
La Bruma es el ensueño del agua, y en su empeño
de inmaterializarse lo vuelve todo ensueño.
A través de su velo mirífico, parece
como que la materia brutal se desvanece:
la torre es un fantasma de vaguedad que pasma;
todo en su blonda envuelto, se convierte en fantasma,
y el mismo hombre que cruza por su zona quieta
se convierte en fantasma, es decir, en silueta.
La Bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma,
de la Bruma que sueña con la aurora lejana!
Y yo dije: –¡Ensalcemos a Dios, oh, Bruma hermana!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LAS VOCES DEL AGUA
–Mi gota busca entrañas de roca y las perfora.
–En mí flota el aceite que en los santuarios vela.
–Por mí raya el milagro de la locomotora
la pauta de los rieles. –Yo pinto la acuarela.
–Mi bruma y tus recuerdos son por extraño modo
gemelos; ¿no ves cómo lo divinizan todo?
–Yo presto vibraciones de flautas prodigiosas
al cristal de los vasos –Soy triaca y enfermera
en las modernas clínicas. –Y yo, sobre las rosas,
turiferario santo del alba en primavera.
–Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída.
–Yo escarcho los ramajes. –Yo, en tiempos muy remotos
di un canto a las sirenas. –Yo, cuando estoy dormida,
sueño sueños azules, y esos sueños son lotos.
–Poeta, que por gracia del cielo nos conoces,
¿no cantas con nosotras? –Sí canto, hermanas Voces.
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EL AGUA MULTIFORME
“El agua toma siempre la forma de los vasos
que la contienen”, dicen las ciencias que mis pasos
atisban y pretenden analizarme en vano;
yo soy la resignada por excelencia, hermano.
¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila?
Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila;
hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas,
me mostraba cilíndrica en las ánforas plenas,
y así pitagorizo mi ser, hora tras hora:
hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora,
todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe.
¡Los hombres no lo saben, pero Dios sí lo sabe!
¿Por qué tú te rebelas? ¿Por qué tu ánimo agitas?
¡Tonto! ¡Si comprendieras las dichas infinitas
de plegarse a los fines del Señor que nos rige!
¿Qué quieres? ¿Por qué sufres? ¿Qué sueñas? ¿Qué te aflige?
¡Imaginaciones que se extinguen en cuanto
aparecen...! ¡En cambio, yo canto, canto, canto!
Canto, mientras tú penas, la voluntad ignota;
canto cuando soy chorro; canto cuando soy gota,
y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos,
murmuro: –¡Que se cumpla la santa ley de Dios!
¿Por qué tantos anhelos sin rumbo tu alma fragua?
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien, sé como el agua;
sé como el agua, llena de oblación y heroísmo,
sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo;
sé como el agua, dócil a la ley infinita,
que reza en las iglesias en donde está bendita,
y en el estanque arrulla meciendo la piragua.
¿Pretendes ser dichoso? Pues bien, sé como el agua;
lleva cantando el traje de que el Señor te viste,
y no estés triste nunca, que es pecado estar triste.
Deja que en ti se cumplan los fines de la vida;
sé declive, no roca; transfórmate y anida
donde al Señor le plazca, y al ir del fin en pos,
murmura: –¡Que se cumpla la santa ley de Dios!
Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro
de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro;
si eres nube, la tarde te dará su arrebol;
si eres fuente, en tu seno verás temblando al Sol;
tendrán filetes de ámbar tus ondas, si laguna
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
eres, y si océano, te plateará la luna.
Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada,
y una crencha de arco iris en flor si eres cascada.
Así me dijo el Agua con místico reproche,
y yo, rendido al santo consejo de la Maga,
sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche,
clamé con el apóstol: –Señor, ¿qué quieres que haga?
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EL ÉXODO Y
LAS FLORES DEL CAMINO
1900-1902
VIEJO ESTRIBILLO
¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
–Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
–Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
Di, ¿quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter? –Son las nubes que pasan,
mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo...
–Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
¡Oh, Señor! La belleza sólo es, pues, espejismo
nada más Tú eres cierto: ¡sé Tú mi último Dueño!
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
–Un poquito de ensueño, te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EVOCACIÓN
Yo la llamé del hondo misterio del pasado,
donde es sombra, entre sombras, vestiglo entre vestiglos,
fantasma entre fantasmas... Y vino a mi llamado,
desparramando razas y atropellando siglos.
Atónitas, las leyes del tiempo la ceñían;
el alma de las tumbas, con fúnebre alarido,
gritábale: ¡detente! –Las épocas asían,
con garfios invisibles, su brial descolorido.
¡Mas, todo inútil! Suelta la roja cabellera,
la roja cabellera que olía a eternidad,
aquella reina extraña, vestida de quimera,
corría desalada tras de mi voluntad.
Cuando llegó a mi lado, le dije de esta suerte:
–¿Recuerdas tu promesa del año mil? –Advierte
que soy tan sólo sombra... –Lo sé. –Que estaba loca...
–¡Me prometiste un beso! –¡Lo congeló la muerte!
–¡Las reinas no perjuran...! Y me besó en la boca.
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ESPERANZA
¡Oh, sí! ¡Yo tornaré, París divino!
–¿En qué nave?
–Dios sabe...
¡Yo no sé!
Mas sé que ni la vida ni el destino
impedirlo podrán. Es un camino
fatal el que nos une. Tornaré.
Veré tus bosques tranquilos
en que dormitan los tilos.
Veré tus parques espesos
llenos de citas y besos...
Veré
¡todo, todo lo que amé!
Yo tornaré. Me aguardan los castaños
de un verde transparente, los huraños
muelles mohosos de tu grácil río.
Lejos de ti mis años no son años:
son nostalgia y pasión y angustia y frío...
Veré tus brumas livianas
que te arropan como en tules,
en tus divinas mañanas
azules.
Veré tus abriles breves,
llenos de aromas y broches,
y el armiño de tus nieves,
y la plata de tus noches.
Veré
¡todo, todo lo que amé!
¡Oh, sí, yo tornaré...! Mas si no alcanza
mi alma esta dulce aspiración suprema,
¿qué haré? ¡Clavar, sañudo, mi esperanza
en el ancla divina que es su emblema!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
GLOSA
Estoy triste y sereno ante el paisaje
y desasido estoy de toda cosa.
Ven, ya podemos emprender el viaje
a través de la tarde misteriosa.
Lleno parto de amores y de olvido:
olvido inmenso para todo ultraje
y amor inmenso a los que me han querido.
El mar finge un titán de azur, dormido...
Estoy triste y sereno ante el paisaje.
Trabajé, padecí, fui peregrino
resignado; en mi ruta borrascosa
vi los bienes y males del destino
como se ven las flores del camino,
y desasido estoy de toda cosa...
¡Oh, mi Señor!, tu juicio no me asusta:
ni llevo honores ni riquezas traje,
y fue mi vida de pasión adusta.
Cuán serena la tarde y cuán augusta...
¡Ven, ya podemos emprender el viaje!
Los astros que nos miran de hito en hito
parecen, con pestaña luminosa,
invitarnos al viaje que está escrito:
ese viaje sereno al infinito,
a través de la tarde misteriosa.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LOS JARDINES INTERIORES
1905
MI VERSO
Querría que mi verso, de guijarro
en gema se trocase y en joyero;
que fuera entre mis manos como el barro
en la mano genial del alfarero.
Que lo mismo que el barro, que a los fines
del artífice pliega sus arcillas,
fuese cáliz de amor en los festines
y lámpara de aceite en las capillas.
Que, dócil a mi afán, tomase todas
las formas que mi numen ha soñado,
siendo alianza en el rito de las bodas,
pastoral en el índex del prelado.
Lima noble que un grillo desmorona
o eslabón que remata una cadena,
crucifijo papal que nos perdona
o gran timbre del rey que nos condena.
Que fingiese a mi antojo, con sus claras
facetas en que tiemblan los destellos,
florones para todas las tïaras
y broches para todos los cabellos.
Emblemas para todos los amores,
espejos para todos los encantos,
y coronas de astrales resplandores
para todos los genios y los santos.
Yo trabajo, mi fe no se mitiga,
y, troquelando estrofas con mi sello,
un verso acuñaré del que se diga:
Tu verso es como el oro sin la liga:
radiante, dúctil, poliforme y bello.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
TRITONÍADA
¡Cómo surgen mis memorias ante el mar alborotado!
El mar es mi padre augusto... Deja, deja que recuerde:
en los viejos episodios fui tritón, enamorado
de una joven oceánida ojiverde.
Sus cabellos impregnaban de su olor mi cuerpo todo,
cuando trémulos mis brazos musculosos la ceñían;
sus cabellos algas eran verdinegras, que de iodo
y de ozono los perfumes embriagantes despedían.
¡Qué dichoso si los besos de sus labios escarlata
se posaban en mis labios, descendían por mi tronco
y, erizando de deleite mis escamas de oro y plata,
inspiraban a mi oblicuo caracol su canto ronco!
¡Cuántas veces en la noche, de la luna a los reflejos,
en la roca hospitalaria más distante y más esquiva,
constelada de rojizos carapachos de cangrejos
entregábase a mis ansias, melancólica o lasciva!
¡Cómo hendíamos las olas irritadas o serenas,
con su mano entre mi mano y en la suya mi pupila,
y qué dulces serenatas nos brindaban las sirenas
en los hoscos arrecifes de Caribdis y de Scila!
***
¿Quién dio muerte a mis venturas? Un delfín gallardo y bruno.
–¿Te burlaron? –Me burlaron. –¿Te vengaste? –¡Sabiamente!
Demandando su tridente formidable al dios Neptuno,
¡los clavé sobre mi lecho de coral con el tridente!
¡Cómo surgen mis memorias ante el mar alborotado!
El mar es mi padre augusto... [Deja, deja que recuerde...
En los viejos episodios fui tritón, enamorado
de una joven oceánida ojiverde.
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EL METRO DE DOCE
El metro de doce son cuatro donceles;
donceles latinos de rítmica tropa;
son cuatro hijosdalgo con cuatro corceles:
el metro de doce galopa, galopa...
Eximia cuadriga de casco sonoro
que arranca al guijarro sus chispas de oro,
caballos que en crines de seda se arropan
o al viento las tienden como pabellones;
pegasos fantasmas, los cuatro bridones
galopan, galopan, galopan, galopan...
¡Oh, metro potente, doncel soberano
que montas nervioso bridón castellano
cubierto de espumas perladas y blancas;
apura la fiebre del viento en la copa
y luego galopa, galopa, galopa,
llevando el Ensueño prendido a tus ancas!
El metro de doce son cuatro garzones,
garzones latinos de rítmica tropa;
son cuatro hijosdalgo con cuatro bridones:
el metro de doce galopa, galopa...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
CONDENACIÓN DEL LIBRO
EL PRELADO
Condenamos este libro por exótico y perverso,
porque enciende sacros nimbos en las testas profanadas,
porque esconde, bajo el oro leve y trémulo del verso,
la dolosa podredumbre de las criptas blanqueadas.
Cierto: a veces algo emerge con virtudes misteriosas,
pero es más lo que se abate, lo que cede y se derrumba;
de la noche de estas rimas surgen raras mariposas,
pero son las agoreras mariposas misteriosas
que germinan en la tumba...
Y por tanto, Nos, Fidelio, por la gracia de la Sede
Pontificia, Obispo in partibus de Quimera y Utopía,
decretamos que este libro de tristeza y mofa, quede
relegado a la ignominia y al olvido que precede
al abismo sin fronteras...
EL POETA
Del abismo brota el día...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EN VOZ BAJA
1909
VIEJA LLAVE
Esta llave cincelada
que en un tiempo fue, colgada
(del estrado a la cancela,
de la despensa al granero)
del llavero
de la abuela,
y en continuo repicar
inundaba de rumores
los vetustos corredores,
esta llave cincelada,
si no cierra ni abre nada,
¿para qué la he de guardar?
Ya no existe el gran ropero,
la gran arca se vendió;
sólo en un baúl de cuero,
desprendida del llavero,
esta llave se quedó.
Herrumbrosa, orinecida,
como el metal de mi vida,
como el hierro de mi fe,
esta llave sin llavero
¡nada es ya de lo que fue!
Me parece un amuleto
sin virtud y sin respeto;
como mi querer de acero,
nada abre, no resuena...
¡me parece una alma en pena!
Pobre llave sin fortuna
... y sin dientes, como una
vieja boca; si en mi hogar
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada
¿para qué te he de guardar?
*
Sin embargo, tú sabías
de las glorias de otros días:
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
del mantón de seda fina
que nos trajo de la China
la gallarda, la ligera
española nao fiera.
Tú sabías de tibores
donde pájaros y flores
confundían sus colores;
tú, de lacas, de marfiles
y de perfumes sutiles
de otros tiempos; tu cautela
conservaba la canela,
el cacao, la vainilla,
la suave mantequilla,
los grandes quesos frescales
y la miel de los panales,
tentación del paladar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para qué te he de guardar?
*
Tu torcida arquitectura
es la misma del portal
de mi antigua casa oscura,
(que en un día de premura
fue preciso vender mal).
Es la misma de la ufana
y luminosa ventana
donde Inés, mi prima, y yo
nos dijimos tantas cosas,
en las tardes misteriosas
del buen tiempo que pasó...
Me recuerdas mi morada,
me retratas mi solar;
mas si hoy, abandonada,
ya no cierras ni abres nada,
pobre llave desdentada,
¿para qué te he de guardar?
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
HOJEANDO ESTAMPAS VIEJAS
Dime, ¿en cuál de estas nobles catedrales,
hace ya muchos siglos –¡oh, Señora!–,
silenciosos, mirando los vitrales,
unimos nuestras manos fraternales
en la paz de una tarde soñadora?
Dime, ¿en cuál de los árboles copudos
de este bosque, medrosos y desnudos,
oímos, en los viejos milenarios,
rugir a los leones solitarios
y aullar a los chacales testarudos?
Di si en esta enigmática ribera
me esperabas antaño, compañera,
sólo teniendo, en noches invernales,
por chal para tus senos virginales,
la húmeda y salobre cabellera.
¿En cuál de estos torneos tus colores
llevé, y en cuál castillo tus loores
entonaron mis labios halagüeños?
Y si nunca te vi ni te amé viva,
¿por qué hoy vas y vienes pensativa
por la bruma de nácar de mis sueños?
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
TAL VEZ
Este despego de todo,
esta avidez de volar,
estos latidos que anuncian
el advenimiento de la libertad;
esta pasión por lo arcano,
me hacen a ratos pensar:
–Alma, tal vez estoy muerto
y no lo sé... ¡como don Juan!
Esta nostalgia de mundos
¡ay!, que ni sé dónde están;
estas vislumbres de seres
y cosas sin nombre, que no vi jamás;
esta embriaguez de infinito,
me hacen a ratos pensar:
–Alma, tal vez estoy muerto
y no lo sé... ¡como don Juan!
Estos amagos de vértigo,
cual si mi espíritu ya
fuese flotando en el éter;
esta misteriosa sensación de paz,
estos perfumes de enigma,
me hacen a ratos pensar:
–Alma, tal vez estoy muerto
y no lo sé... ¡como don Juan!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ES UN VAGO RECUERDO
Es un vago recuerdo que me entristece
y que luego, en la noche, desaparece;
que surge de un ignoto pasado;
que viene de muy lejos y como muy cansado;
que llega de las sombras de un tiempo indefinido;
un recuerdo de algo muy bello, que se ha ido
hace ya muchos siglos, hace... ¡como mil años.!
Sutiles añoranzas y dejos muy extraños...
Es un vago recuerdo que me entristece
y que luego, en la noche, desaparece...
Es una vieja esencia que el alma me perfuma,
y que se desvanece después entre la bruma;
es el matiz de un pétalo de rosa desvaído,
es un resabio como de un gran amor perdido
del tiempo en la frontera,
donde está lo que ha sido,
lo que fue y lo que era...
Es un vago recuerdo que me entristece
y que luego, en la noche, desaparece...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA BELLA DEL BOSQUE DURMIENTE
–Decidme, noble anciana, por vuestra vida:
¿yace aquí la princesa que está dormida,
esperando ha dos siglos un caballero?
–La princesa de que hablan en tu conseja
¡soy yo...!, pero ¿no miras?, estoy muy vieja,
¡ya ninguno me busca y a nadie espero!
–Y yo que la procela de un mar de llanto
surqué... ¡Yo que he salvado montes y ríos
por vos! –¡Ay, caballero, ¡qué desencanto!
... Mas no en balde por verme sufriste tanto:
tus cabellos son blancos, ¡como los míos!
Asómate al espejo de esta fontana,
oh, pobre caballero... ¡Tarde viniste!
Mas, aún puedo amarte como una hermana,
posar en mi regazo tu frente cana
y entonar viejas coplas cuando estés triste...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
INMORTALIDAD
No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
¡No puedes olvidarme! Te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! Ésa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia,
y una estela inmortal dentro de tu alma!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
YO ESTABA EN EL ESPACIO
Yo estaba en el espacio.
¿En qué punto? ¡Quién sabe!
El espacio es un círculo
cuyo centro se halla en todas partes
y su circunferencia en ninguna.
Yo estaba en alma y carne
en el espacio, libre y poderoso
como un ángel.
En mi torno bogaban las estrellas,
las estrellas gigantes,
como una imponderable flota de oro
incendiada, en un mar imponderable.
Recuerdo de dos soles,
verde el uno y el otro blanco; errantes,
el uno eternamente en pos del otro,
buscándose los dos sin encontrarse.
¡Qué esmeralda! ¡Qué diamante!
¡Qué milagro de blancuras impolutas!
¡Qué prodigio de verdes ideales!
*
Recuerdo de un cometa
enorme, de verdosas tenuidades,
cuya cauda tenía
la forma de un alfanje
y que, bohemio sideral, cruzaba,
ingrávido, las noches inmutables,
sembrando acaso gérmenes de vida
en planetas distantes...
Y recuerdo de un sol sin sistema,
solitario coloso radiante,
que alumbra tan sólo el vacío,
como fuego ya inútil, que arde.
Y recuerdo de soles extintos,
que en siniestro enjambre,
arrastraban sus negros planetas
en donde pensaron las humanidades...
¡Sus negros planetas helados!
¡Sus negros planetas cadáveres!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡Oh!, no sé cómo estoy vivo ahora
después de ese viaje;
¡no sé cómo me atrevo a escribirlo!
Rojo padre Dante,
¡tú no viste las cosas tremendas
que me fue dado ver, rojo Padre!
*
Surgió una voz de pronto, que me dijo:“¡Detente!”
(Surgió dentro de mi alma, porque el espacio es mudo).
Y me detuve lleno de horrores, y mi mente
quiso exhalarse en una plegaria, mas no pudo.
“¡Detente, un sol avanza por su órbita. Pudiera
cruzarse con tu ruta la línea misteriosa
que sigue, y como pluma que cae en una hoguera,
como perla de ámbar, como gota de cera,
fundir tu cuerpo en esa fotosfera espantosa!”.
*
La estrella, en tanto, crecía,
y a medida que avanzaba,
el infinito invadía
y se desredondeaba
en tremendas explosiones,
en inmensas convulsiones;
y yo, viéndola, inmóvil estaba.
Pronto mi ángulo visual
fue a la estrella tangencial
y aprecié la mole aquella:
¡Cuán terrible, mas cuán bella!
¡Oh, cuán bella era la estrella,
roja dalia sideral!
Me olvidé de mis temores
ante aquella portentosa
visión, y cual mariposa
que enloquecen los fulgores,
quise mis alas quemar
en el inmenso crisol,
en su pos quise volar...
Mas, ¡ay!, al irlo a intentar
¡ya había pasado el sol!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
*
Un dios misterioso y fuerte,
que, como juglar divino,
en el éter se divierte,
lanza y recibe con tino
sus enjambres de cometas,
de soles y de planetas,
en perenne torbellino.
Y a tales juegos y a tal
torbellino, la ilusión
de un inglés original
llamó la Ley de atracción,
de atracción universal.
Mas yo que ese juego vi,
yo que al juglar admiré,
raro canto le ofrecí,
más raro libro pensé:
y el canto... ¡lo traigo aquí!
y el libro... ¡lo escribiré!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA SOMBRA DEL ALA
Tú que piensas que no creo
cuando argüimos los dos
no imaginas mi deseo,
mi sed, mi hambre de Dios;
ni has escuchado mi grito
desesperante, que puebla
la entraña de la tiniebla,
invocando al Infinito;
ni ves a mi pensamiento,
que empeñado en producir
ideal, suele sufrir
torturas de alumbramiento.
Si mi espíritu infecundo
tu fertilidad tuviese,
forjado ya un cielo hubiese
para completar su mundo.
Pero di, ¿qué esfuerzo cabe
en un alma sin bandera
que lleva por dondequiera
su torturador ¡quién sabe!,
que vive ayuna de fe
y, con tenaz heroísmo,
va pidiendo a cada abismo
y a cada noche un por qué?
De todas suertes me escuda
mi sed de investigación,
mi ansia de Dios, honda y muda;
y hay más amor en mi duda
que en tu tibia afirmación.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
NO ME MUEVE,
MI DIOS, PARA QUERERTE...
Señor, sin esperanza de un bien terreno
ni celeste, sin miedo de tu grandeza,
he de ser bueno, en nombre de la belleza,
del ritmo y la armonía que hay en ser bueno.
Y quiero estar sereno, siempre sereno,
como la santa madre Naturaleza
en las tardes de otoño, con la realeza
de un mar que late en calma como un gran seno.
Y quiero amarte sobre seres y cosas,
porque de las criaturas esplendorosas
eres el Arquetipo y el Soberano;
¡porque encarnas en todas las mujeres hermosas,
porque enciendes los astros y perfumas las rosas,
y dilatas la hondura del rebelde Oceano!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA AMADA INMÓVIL
1914
REPARACIÓN
¡En esta vida no la supe amar!
Dame otra vida para reparar,
¡oh, Dios!, mis omisiones,
para amarla con tantos corazones
como tuve en mis cuerpos anteriores;
para colmar de flores,
de risas y de gloria sus instantes;
para cuajar su pecho de diamantes
y en la red de sus labios dejar presos
los enjambres de besos
que no le di en las horas ya perdidas...
Si es cierto que vivimos muchas vidas
(conforme a la creencia
teosófica), Señor, otra existencia
de limosna te pido
para quererla más que la he querido,
para que en ella nuestras almas sean
tan una, que las gentes que nos vean
en éxtasis perenne ir hacia Dios
digan: “¡Cómo se quieren esos dos!”
A la vez que nosotros murmuramos
con un instinto lúcido y profundo
(mientras que nos besamos
como locos): “¡Quizás ya nos amamos
con este mismo amor en otro mundo!”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
AQUEL OLOR
¿En qué cuento te leí?
¿En qué sueño te soñé?
¿En qué planeta te vi
antes de mirarte aquí?
¡Ah!, ¡no lo sé..., no lo sé!
Pero brotó nuestro amor
con un antiguo fervor,
y hubo, al tendernos la mano,
cierta emoción anterior,
venida de lo lejano.
Tenía nuestra amistad,
desde el comienzo un cariz
de otro sitio, de otra edad,
y una familiaridad
de indefinible matiz...
Explique alguien (si lo osa)
el hecho, y por qué, además,
de tus caricias de diosa
me queda una misteriosa
esencia sutil de rosa
que viene de un siglo atrás...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ME BESABA MUCHO
Me besaba mucho como si temiera
irse muy temprano... Su cariño era
inquieto, nervioso... Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos... ¡Ella presentía!
Ella presentía que era corto el plazo,
que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya..., y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos una eternidad.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SERENIDAD
1914
LA MONTAÑA
Desde que no persigo las dichas pasajeras,
muriendo van en mi alma temores y ansiedad:
la Vida se me muestra con amplias y severas
perspectivas y siento que estoy en las laderas
de la montaña augusta de la Serenidad.
Comprendo al fin el vasto sentido de las cosas;
sé escuchar en silencio lo que en redor de mí
murmuran piedras, árboles, ondas, auras y rosas...
Y advierto que me cercan mil formas misteriosas
que nunca presentí.
Distingo un santo sello sobre todas las frentes;
un divino me fecit Deus, por dondequier;
y noto que me hacen signos inteligentes
las estrellas, arcano de las noches fulgentes
y las flores, que ocultan enigmas de mujer.
La Esfinge, ayer adusta, tiene hoy ojos serenos;
en su boca de piedra florece un sonreír
cordial, y hay en la comba potente de sus senos
blanduras de almohada para mis miembros, llenos
a veces de la honda laxitud del vivir.
Mis labios, antes pródigos de versos y canciones,
ahora experimentan el deseo de dar
ánimo a quien desmaya, de verter bendiciones,
de ser caudal perenne de aquellas expresiones
que saben consolar.
Finé mi humilde siembra; las mieses en las eras
empiezan a dar fruto de amor y caridad;
se cierne un gran sosiego sobre mis sementeras;
mi andar es firme... ¡y siento que estoy en las laderas
de la montaña augusta de la Serenidad!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
MEDIUMNIDAD
Si mis rimas fuesen bellas,
enorgullecerme de ellas
no está bien,
pues nunca mías han sido
en realidad: al oído
me las dicta... ¡no sé quién!
Yo no soy más que el acento
del arpa que hiere el viento
veloz,
no soy más que el eco débil,
ya jubiloso, ya flébil,
de una voz...
Quizá a través de mí
van departiendo entre sí
dos almas llenas de amor,
en un misterioso estilo,
... ¡y yo no soy más que el hilo
conductor!
NOTA DEL AUTOR. Gran número de altos poetas han confesado el carácter mediúmnico
de su inspiración. Y Gutiérrez Nájera expresa con delicado acierto:
Yo no escribo mis versos; no los creo.
Viven dentro de mí, vienen de fuera.
A ese, travieso, lo formó el deseo.
A aquel, lleno de luz, la primavera.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
“VIA, VERITAS ET VITA”
Ver en todas las cosas
del espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noches misteriosas,
la sana desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.
Mientras, amarlo todo... y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en la áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.
Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.
Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: “Ven a mí: soy el Camino,
la Verdad y la Vida”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
PAZ LUNAR
Llevas en ti mismo un amigo sublime,
a quien no conoces.
Krishna
Cuando en la sobria plata del cabello
su plata celestial posa la luna,
viene a mí una gran paz con su destello:
cierta vaga esperanza de algo bello
que tiene que llegar sin duda alguna.
Un instinto sutil, me dice: “Lucha
y aguarda: lo que sueñas no es mentira,
hay quizás un oído que te escucha,
y una mano invisible, siempre ducha
(no tu mano mortal), hiere tu lira”.
“En lo más escondido de tu mente,
detrás de una enigmática barrera,
vive un ser misterioso, un dios silente,
un inmortal y arcano Subconsciente,
y éste tiene razón: Espera, espera”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
FIDELIDAD
De todo y todo lo que yo he amado,
sólo las rimas no me han dejado.
Conmigo moran bajo la tienda,
o vuelan ágiles a mi lado,
mientras claudico, ya fatigado,
por agria senda.
Doliente, triste..., mas resignado
a que ninguno mi mal comprenda,
en el Misterio me he refugiado.
En la comarca de lo soñado,
frente al castillo de la Leyenda,
vivo ignorado.
Pero las rimas no me han dejado:
conmigo moran bajo la tienda.
¡Vae soli!... dice, rugiendo airado,
el Viento, en torno de mi vivienda.
¡Vae soli!... aúlla desesperado...
Y yo le grito (para que entienda):
– “No estoy tan solo, compadre alado,
tengo mis rimas; no me han dejado;
conmigo moran bajo mi tienda”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
HATHA-YOGA
Yo tengo la voluntad
en ejercicio perpetuo:
esa voluntad que acaba
por mandar (si persevero)
a las almas de los vivos
y a las almas de los muertos.
La voluntad, que en la lucha,
en el noble vencimiento
de si mismo, a cada instante
va creciendo, va creciendo,
y al fin transporta montañas,
y al cabo enciendo luceros.
Yo tengo la voluntad:
con ella todo lo tengo,
pues Dios mismo sólo es
una voluntad sin término,
que exterioriza, penetra
y mantiene el universo.
Yo tengo la voluntad...,
mas no la gasto en terrenos
antojos, ni en procurar
privanzas, honras, empleos.
Mis alas suben más alto:
van lejos, mucho más lejos.
Mi reino no es de este mundo,
y he de llegar a mi reino.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
TEMPLE
Estoy templado para la muerte,
templado para la eternidad,
y soy sereno porque soy fuerte:
la fuerza infunde serenidad.
¿En qué radica mi fuerza? En una
indiferente resignación
ante los vuelcos de la fortuna
y los embates de la aflicción.
En el tranquilo convencimiento
de que la vida tan sólo es
vano fantasma que mueve el viento,
entre un gran “antes” y un gran “después”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SOL
Mi alma, serena vive y sumisa.
Maté tristezas, ansia, inquietud.
Sobre el desastre de mi salud,
brilla el sol claro de mi sonrisa.
Nada mi firme sosiego altera.
La vida amasa barro a mis pies;
pero mi frente más limpia es
que un mediodía de primavera.
Doliente amigo: ven de mí en pos.
Si estás por sombras oscurecido,
yo con los tristes mi sol divido:
¡hay luz bastante para los dos!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LIMPIDEZ
No remuevas el poso de tu vida.
Si hay légamo en el fondo,
qué importa: está muy hondo,
y mancillar no logra los cristales.
Sobre el agua dormida,
puede aún retratarse la escondida
verdura de las frondas estivales...
El légamo no merma
la transparencia casta de la fuente,
a condición de que en el fondo duerma
perennemente,
o de que síntoma de su existencia
sea sólo la nítida presencia
de nenúfares blancos, desmayados
de amor sobre los límpidos espejos
del agua, y cuyos tallos alargados
nos dan la flor... ¡dejando el cieno lejos!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
COMUNIÓN
Son horas de infinita serenidad, muy bellas,
y en idéntico ensueño comulgamos los dos.
La noche nos regala con un montón de estrellas;
la paz está en las almas... ¡Bendigamos a Dios!
Dilata tus pupilas para que el firmamento
refleje y copie en ellas su augusta majestad.
¡Ensancha bien tu espíritu!, abre tu pensamiento,
para que en ellos quepa toda la eternidad!
SOÑAR ES VER
Soñar es ver: un ángel que llega callandito,
deshace nuestras vendas con dedos marfileños...
La noche es de los dioses; soñando, los visito.
¡Quién sabe qué ventanas que dan al Infinito
nos abren los ensueños!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
CANTO DE AMOR
He rasgado mi capuz,
y te muestro (¿no te asombra?)
el prodigio de una sombra
toda trémula de luz.
Espinas, gólgota, cruz,
¡no más!, ¡se han desvanecido!
Revientan la flor y el nido
en las ramas de mi huerto...
Amor, yo no estaba muerto:
¡estaba sólo dormido!
Eres, ¡oh, gracia infinita!,
voz de vida y de batalla
que dice a la yema: “¡Estalla!”
y al corazón: “¡Resucita!”
¡Eres el numen que grita
con inflexión soberana:
el numen de Ramayana,
robusto como un atleta,
en el ánfora discreta
de una rima becqueriana!
Tus ojos son mar risueño
o doliente, adonde llega
tenue luz, y en que navega
cual góndola azul, el sueño...
¡Oh! tu mirar... ¡qué beleño
da a mi mal! ¡Qué singulares
radiaciones estelares
hay, ¡oh, diosa!, en tu mirar,
ya lo empañes con pesar,
ya con sonrisa lo aclares!
Para que mi mente ejerza
su vigor, la galvanizas,
la despiertas, la electrizas
con heroísmos de fuerza.
¿Quién hay que mi rumbo tuerza,
si mi alma se resiste?
A ti voy, pues que tú hiciste
con tu ternura ideal
una aurora boreal
de mi luna enferma y triste.
A ti voy, dejando huella
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
de fulgor, joven Señora.
¡Voy mudo, como la aurora,
pero radiante, cual ella!
La luz que mi ser destella,
inundará la creación;
y animará la pasión
en ti, con el centelleo
del fuego de Prometeo,
la estatua de Pigmalión.
Seré Apolo y seré Marte
por ti; vigor o desmayo.
Para protegerte, rayo,
y jazmín para tocarte...
Te vestiré toda de arte,
para que tu alma presienta
el prodigio que me alienta,
y la canción que me inspiras
será un acorde de liras
glosado por la tormenta.
Te labraré, sola y fiera,
en marfil de Singapur,
una lis en campo azur:
¡la realeza en la quimera!
Y en lampo de primavera,
con un rayito sutil,
dibujaré tu perfil
–tu perfil de medallón–,
¡que brillará en la extensión
en las mañanas de abril!
Oye: fuera un arrebol
por volverte nube hermosa;
oye: fuera nebulosa
¡con tal de volverte sol!
¡Oh, mi alma, girasol
de una estrella soberana,
que vas con angustia vana
demandando sus reflejos!
¿No ves que brilla muy lejos?
–Y el alma dice: “¡Mañana!”
Di, ¿qué virtudes exhalas
que, aunque estoy de ti distante,
hay en mi cielo constante
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
peregrinación de alas?
¿Por qué en mi espíritu igualas
con tu beldad a la inmensa
visión de Dios?... ¡Cuán intensa
es la fe que te interroga!
Soy el cometa que boga,
y tú la estrella que piensa.
¡No! Yo no tengo en mi historia
un cariño al tuyo igual:
quererte es un ideal
y alabarte es una gloria.
¡Que perezca la memoria
de antiguas insensateces!
Sólo tú laudes mereces,
y ante tu alteza y mi amor,
he de ser siempre mayor,
puesto que tú me engrandeces.
¡Oh, mi Señora! Un profundo
clamor diciéndome está
que eres un ángel que va
de incógnito por el mundo.
Tu poder al infecundo
estro donó la simiente;
y es hoy el estro potente,
hasta unir en sus querellas
al salmo de las estrellas
la rapsodia del torrente.
Pero tu fuerza no ignora
tampoco los cantos suaves:
¡es mar que arrulla las naves
después de azotar la proa!
Para ti, mi emprendedora,
pues que te quiero, no temas:
tendrá caricias supremas,
será leve como un tul
inmenso: un piélago azul
pródigo en iris y gemas.
Y si ayer los embelesos
de tus dieciséis abriles
canté con versos gentiles
en que temblaban los besos,
hoy ya no más serán ésos
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
tus pregones ideales:
pues que tus gracias son tales,
te labraré con mis brazos
estrofas a martillazos
en granitos inmortales.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡AMEMOS!
Si nadie sabe ni por qué reímos
ni por qué lloramos;
si nadie sabe ni por qué vivimos
ni por qué nos vamos;
si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en rededor y arcano,
¡a lo menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
UNA ESPAÑOLA
Deseo que me quiera una española
de tez mate, de oscura trenza lisa,
de ojos negros, (Pilar, Carmen o Lola,
si gustáis...), sosegada, fiel, sumisa.
Un poco maternal en su dulzura,
casta al darse, aunque tierna en su abandono,
y que sepa poner en mi ventura
cierto lánguido y tenue medio tono...
Que tenga mucha paz en la alma sana,
mucha luz en los ojos de trigueña,
y un timbre en el reír, de sevillana,
y un ritmo en el andar, de malagueña.
Que en un caserón viva, rodeado
de íntimo huerto, misterioso a veces,
en donde yergan, junto al olmo osado,
el terso tronco pardo los almeces.
Y allí, gozando su beldad morena,
mientras el oro de su voz escucho,
pasar mi vida, mansa, honda, serena,
viendo que ella me mima, que es muy buena,
que reza un poco ¡y que me besa mucho!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡QUIÉN SABE!
Esa indefinible devoción lejana
que vibra en tus cartas, está bien hermana.
Ese amor vestido de melancolía,
tiene una sutil y honda poesía.
Me place que digas que me conociste
quizá en otros mundos, que por mí estas triste;
que en vano me llamas... Me place. Me place.
¡Oh! espíritu ausente, ¿cuánto tiempo hace
que los dos vivimos?
Tal vez tú recuerdes en dónde nos vimos...
Eso de existencias anteriores, gusta
a muchos. A mí me gusta... ¡y me gusta
por la inenarrable, por la atroz fatiga
de ir viviendo vidas sin cesar, amiga!
¡Qué horror en el dogma brahmánico cabe!
Mas, después de todo, quién sabe..., quién sabe...
Y si el karma quiso, si hoy ya no lo quiere,
es cruel que a mi alma tu pobre alma espere
junto a un mar de sombras, viendo con afán
las olas que vienen, las olas que van...
¡Qué horror en el dogma brahmánico cabe!
Mas después de todo, ¡quién sabe!, ¡quién sabe!...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SÍ, POBRE VIEJECITA
Sí, pobre viejecita, ¡ya ninguno te escucha!
Los fastidias a todos con tu buena memoria.
Tu lentitud es grande; su frivolidad mucha...
y te huyen porque siempre narras la misma historia.
Pero yo soy paciente, y sentado a tu puerta,
escucharé. No temas; puedes hablar tranquila,
mientras menea el viento las ramas de la huerta
y se muere a lo lejos un crepúsculo lila.
Déjalos que se vayan, en su atolondramiento,
a decir, ellos y ellas, palabras mentirosas,
y cuéntame, abuelita, tu mismo viejo cuento,
al compás de tus manos largas y sarmentosas.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LOS CUATRO
CORONELES DE LA REINA
La reina tenía
cuatro coroneles:
un coronel blanco,
y un coronel rojo,
y un coronel negro,
y un coronel verde.
El coronel blanco nunca fue a la guerra;
montaba la guardia cuando los banquetes,
cuando los bautizos y cuando las bodas;
usaba uniforme de blancos satenes;
cruzaban su pecho brandeburgos de oro,
y bajo su frente,
que la gran peluca nívea ennoblecía,
sus límpidos ojos de un azul celeste
brillaban, mostrando los nobles candores
de un adolescente.
El coronel rojo, siempre fue a la guerra
con sus mil jinetes,
o, llevando antorchas en las cacerías,
con ellas pasaba cual visión de fiebre.
Un yelmo de oro con rojo penacho
cubría sus sienes;
una capa flotante de púrpura
al cuello ceñía con vivos joyeles,
y su estoque ostentaba en el puño
enorme carbúnculo ardiente.
El coronel negro para las tristezas,
los duelos y las
capillas ardientes;
para erguirse cerca de los catafalcos
y a las hondas criptas descender solemne,
presidiendo mudas filas de alabardas,
tras los ataúdes de infantes y reyes.
Mas cuando la reina dejaba el alcázar,
a furto de todos, recelosa y leve;
cuando por las tardes, en su libro de horas,
miniado por dedos de monje paciente,
murmuraba rezos tras de los vitrales;
cuando en el reposo de los escabeles
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
bordaba rubíes sobre los damascos,
mientras la tediosa cauda de los meses
pasaba arrastrando sus mayos floridos,
sus julios quemantes, sus grises diciembres;
cuando en el ensueño sumergía su alma,
silencioso, esquivo, la guardaba siempre
con la mano puesta sobre el fino estoque,
el coronel verde...
El coronel verde llevaba en su pecho
vivo corselete
color de cantárida; fijaba en su reina
ojos de batracio, destilando fiebre;
trémula esmeralda lucía en su dedo,
menos que sus crueles
miradas de ópalo, henchidas de arcanos
y sabiduría, como de serpiente...
Y desde que el orto sus destellos lanza
hasta que en ocaso toda luz se pierde,
quizás como un símbolo, como una esperanza,
¡iba tras la reina su coronel verde!
(Escrito para complacer a la hermosa muchacha
que me pidió “un cuento de hadas muy raro”).
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ELEVACIÓN
1914-1916
RESOLUCIÓN
Alma, tienes por fuerza que alcanzar en la vida
el Ideal sublime que a seguir te convida
por entre breñas ásperas. Alma, en vano recelas
del dolor: mis propósitos son como dos espuelas
que te harán sangre... Fuerza será, cuando te pares,
que sientas, despiadada, clavarse en tus ijares
mi voluntad de acero; fuerza será subir...
¡Contempla allá, muy lejos, la cima de zafir,
adonde has de llegar antes que la jornada
termine! ¡Alma, no esperes de mí piedad ni nada
que no sea espolazo, aguijón y castigo!
... Hoy has de sonreír al cruel enemigo
que ayer te hincó su dardo... Bien sé que anhelarías
quebrantar su soberbia; que sin duda podrías
hundir su oscura frente en la tierra que pisa;
mas sólo habrás de darle la flor de tu sonrisa,
y por cada punzante, por cada dolorosa
espina que te clave, ¡devolverle una rosa!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA GALERA SOMBRÍA
Si deseas que pronto de tus mares se aleje
la galera sombría que te trae las penas,
ten paciencia y aguarda: la paciencia es el eje
moral y el gran secreto de las almas serenas.
La paciencia hizo el mundo, lo rige la paciencia;
el arte es una larga paciencia (¿y el amor?)...
La santidad más alta, la más profunda ciencia,
de una maravillosa paciencia son la flor.
Sé paciente y aguarda que fulgure tu día.
¿Sabes tú si las perlas de la santa alegría
con que sueñas, anidan en las heces del vino?
Bebe, pues, todo el cáliz... No hay bonanza tardía,
ni existencia que acabe sin cumplir su destino.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
“FIDES”
No te resignes antes de perder
definitiva, irrevocablemente,
la batalla que libras. Lucha erguido
y sin contar las enemigas huestes.
¡Mientras veas resquicios de esperanza,
no te rindas! La suerte
gusta de acumular los imposibles
para vencerlos en conjunto, siempre,
con el fatal y misterioso golpe
de su maza de Hércules.
¿Sabes tú si el instante
en que, ya fatigado, desesperes,
es justo aquél que a la definitiva
realización de tu ideal precede?
Quien alienta una fe tenaz, al hado
más torvo compromete
en su favor. EL SINO a la fe sólo
es vulnerable y resistir no puede.
La fe otorga el divino privilegio
de la CASUALIDAD, a quien la tiene
en grado heroico. Cuando las tinieblas
y los espectros y los trasgos lleguen
a inspirarte pavor, ¡cierra los ojos,
embraza tu fe toda, y arremete!
¡Verás cómo los monstruos más horribles,
al embestirlos tú, se desvanecen!
Cuanto se opone a los designios puros
del hombre, es irreal; tan sólo tiene
la imaginaria vida
que le dan nuestro miedo y nuestra fiebre.
Dios quiso en su bondad que los obstáculos
para aguzar las armas nos sirviesen;
quiso que el imposible
estuviera no más para vencerle,
como está la barrera en los hipódromos,
a fin de que la salten los corceles.
Búrlate, pues, de cuanto en el camino
tu altivo impulso detener pretende.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡No cedas ni a los hombres ni a los ángeles!
(Con un ángel luchó Jacob, inerme,
por el espacio entero de una noche,
... y el ángel le bendijo, complaciéndose
en la suprema audacia del mancebo,
a quien llamó Israel, porque era fuerte
contra Dios...) ¡Ama mucho: el que ama embota
hasta los aguijones de la muerte!
Que tu fe trace un círculo de fuego
entre tu alma y los monstruos que la cerquen,
y si es mucho el horror de los fantasmas
que ves, cierra los ojos, y ¡arremete!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
AMABLE Y SILENCIOSO
Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
Amable y silencioso como rayo de luna...
En tu faz, como flores inmateriales, deben
florecer las sonrisas.
Haz caridad a todos de esas sonrisas, hijo.
Un rostro siempre adusto es un día nublado,
es un paisaje lleno de hosquedad, es un libro
en idioma extranjero.
Amable y silencioso ve por la vida, hijo.
Escucha cuanto quieran decirte, y tu sonrisa
sea elogio, respuesta, objeción, comentario,
advertencia y misterio...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SÉ COMO LA MONTAÑA
Sé como la montaña, que mira al Sol primero
que el valle. ¿Por ventura con la Poesía, el don
no se te dio más alto, más noble y verdadero;
la ventana escondida por donde el prisionero
yo se asoma al arcano del mundo: la Intuición?
Sé también como torre, que platea la luna
antes que el caserío, y sé como fanal
que atalaya el océano más que mirada alguna.
Empina bien tu ensueño para que, a su oportuna
luz, divises más pronto tu lejano Ideal.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SE VA UNA TARDE MÁS...
Se va una tarde más... ¿Viviremos mañana?
¿Volveremos a veros, crepúsculos de grana?
¿Tornaremos a oírte, plañidera campana?
Se va una tarde más. Suena en la ENCARNACIÓN,
incomparablemente mística, la oración.
Se bañan ya de sombra los muros del convento,
mientras que de la esquila solloza el ritmo lento.
Quizás en este instante, muchas monjas extáticas
con el divino Esposo mantienen dulces pláticas,
y gozan de sublimes caricias interiores...
En tanto que tú, presa de continuos dolores,
con tus anhelos libras la más porfiada lucha,
e inútilmente pides la paz al escondido
Señor que mora en tu alma; pero que no te escucha,
porque no lo mereces... ¡o porque está dormido!
¡Recuérdalo! Quién sabe si su corazón vela
para que no zozobre tu barca en la procela...
Sacúdelo con fuerza si prosigue durmiendo:
clama en su oreja misma con desusado brío.
Verás cómo a la postre despierta sonriendo,
te ampara entre sus brazos y murmura: “¡HIJO MÍO!”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EN PAZ
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas,
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EXPECTACIÓN
Siento que algo solemne va a llegar en mi vida.
¿Es acaso la muerte? ¿Por ventura el amor?
Palidece mi rostro; mi alma está conmovida,
y sacude mis miembros un sagrado temblor.
Siento que algo sublime va a encarnar en mi barro,
en el mísero barro de mi pobre existir.
Una chispa celeste brotará del guijarro,
y la púrpura augusta va el harapo a teñir.
Siento que algo solemne se aproxima, y me hallo
todo trémulo; mi alma de pavor llena está.
Que se cumpla el destino, que Dios dicte su fallo.
Mientras, yo, de rodillas, oro, espero y me callo,
para oír la palabra que el abismo dirá.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
TÚ
Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa
hondura del vacío y en la hondura interior:
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.
Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas
las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas;
Tú en el beso primero y en el beso postrer.
Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera, y también
en las graves ternezas de los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén.
Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: “Yo creo”.
¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL CASTAÑO NO SABE...
El castaño no sabe que se llama castaño,
mas al aproximarse la madurez del año
nos da su noble fruto de perfume otoñal;
y Canopo no sabe que Canopo se llama
pero su orbe coloso nos envía su llama
y es de los universos el eje sideral.
Nadie mira la rosa que nació en el desierto;
mas ella, ufana, erguida, muestra el cáliz abierto,
cual si mandara un ósculo perenne a la extensión.
Nadie sembró la espiga del borde del camino,
ni nadie la recoge; mas ella, con divino
silencio, dará granos al hambriento gorrión.
¡Cuántos versos, ¡oh, cuántos! pensé, que nunca he escrito,
llenos de ansias celestes y de amor infinito,
que carecen de nombre, que ninguno leerá;
pero que, como el árbol, la espiga, el sol, la rosa,
cumplieron ya, prestando su expresión armoniosa
a la inefable esencia, que es, ha sido y será!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
DOS SIRENAS
Dos sirenas que cantan: el Amor y el Dinero.
Mas tú sé como Ulises, previsor y sagaz:
tapa bien las orejas a piloto y remero,
y que te aten al mástil de tu barco ligero;
que, si salvas la sirte, ¡tu gran premio es la paz!
Es engaño el Dinero y el Amor es engaño:
cuando juzgas tenerlos, una transmutación
al Amor trueca en tedio; trueca al oro en estaño...
El Amor es bostezo y el placer hace daño.
(Esto ya lo sabías, ¡oh, buen rey Salomón!)
Pero el hombre insensato por el oro delira,
y de Amor vanamente sigue el vuelo fugaz...
Sólo el sabio, el asceta, con desprecio los mira.
Es mentira el Dinero y el Amor es mentira:
si los vences, conquistas el bien sumo: ¡la Paz!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SI UNA ESPINA ME HIERE...
Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
... ¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina,
hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ÉXTASIS
Cada rosa gentil ayer nacida,
cada aurora que apunta entre sonrojos,
dejan mi alma en el éxtasis sumida...
¡Nunca se cansan de mirar mis ojos
el perpetuo milagro de la vida!
Años ha que contemplo las estrellas
en las diáfanas noches españolas
y las encuentro cada vez más bellas.
¡Años ha que en el mar, conmigo a solas,
de las olas escucho las querellas,
y aún me pasma el prodigio de las olas!
Cada vez hallo a la Naturaleza
más sobrenatural, más pura y santa.
Para mí, en rededor, todo es belleza;
y con la misma plenitud me encanta
la boca de la madre cuando reza
que la boca del niño cuando canta.
Quiero ser inmortal, con sed intensa,
porque es maravilloso el panorama
con que nos brinda la creación inmensa;
porque cada lucero me reclama,
diciéndome, al brillar: “¡Aquí se piensa
también, aquí se lucha, aquí se ama!”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
CONTIGO
Espíritu que no hallas tu camino,
que hender quieres el cielo cristalino
y no sabes qué rumbo
has de seguir, y vas de tumbo en tumbo,
llevado por la fuerza del destino.
¡Detente! Pliega el ala voladora:
¡buscas la luz, y en ti llevas la aurora!
Recorres un abismo y otro abismo
para encontrar al Dios que te enamora,
¡y a ese Dios tú lo llevas en ti mismo!
¡Y el agitado corazón latiendo,
en cada golpe te lo está diciendo,
y un misterioso instinto,
de tu alma en el oscuro laberinto,
te lo va noche a noche repitiendo!
... ¡Mas tú sigues buscando lo que tienes!
Dios, en ti, de tus ansias es testigo;
y, mientras pesaroso vas y vienes,
como el duende del cuento, Él va contigo.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
CALLEMOS...
¡Cuánto, cuánto se habla
sin ton ni son; qué declamar perpetuo
de retóricas nulas!
¿No es mejor por ventura el silencio?
Que el espíritu selle nuestra boca
con sus siete sellos,
y florezcan en paz nuestros enigmas...
¡Callemos, callemos!
¡Oh, la estéril balumba... ¡Y ser la VIDA
tan honda como es! ¡Ser el misterio
tan insondable! Triste afán de ruido
que mancilla lo eterno
que palpita en nosotros...
¡Callemos! ¡Callemos!
Los ángeles vendrán a reposarse
en las ramas del árbol mudo y quieto,
como divinos pájaros de nieve.
¡Hay tantas cosas que callar con ellos!
Debe callarse todo lo sublime,
todo lo excelso.
Hasta los nombres que a las cosas damos,
empañan el espejo
del ser en que se mira
el arquetipo, trémulo
de luz, de santidad y de pureza.
¡Callemos, callemos!
En el callar hay posibilidades
sin límite, hay portentos
celestes, hay estrellas, más estrellas
que en todo el firmamento.
El alma y Dios se besan, se confunden,
y son una sola alma en el inmenso
mar del éxtasis, manso, inalterable...
¡Callemos, callemos!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡OH, DOLOR!
¡Oh, dolor!, buen amigo, buen maestro de escuela,
gran artífice de almas, incomparable espuela
para el corcel rebelde..., ¡hiere, hiere hasta el fin!
¡A ver si de ese modo,
con un poco de lodo,
forjas un serafín!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
“SICUT NAVES...”
Los hombres son cual naves que pasan en la noche...
¿Adónde van, adónde? ¡Qué negro está en redor
el mar! Chocan las olas con el casco, y producen
un plañido monótono... Hace frío. Los astros
se recatan; el viento su látigo implacable
chasquea entre las sombras.
El pobre nauta tiembla de miedo. Las heladas
garras de un gran enigma su corazón oprimen;
sus esperanzas gimen
solas y abandonadas,
uniendo a los plañidos del agua su reproche.
En redor ¡cuántas cosas hostiles e ignoradas!
Los hombres son cual naves que pasan en la noche...
Pero de pronto el nauta mira al cielo: ¿es de un astro
ese rayito pálido que desgarró la nube?
¡Fue la visión tan breve!... Mas un sutil instinto,
un no sé qué, en lo hondo del conturbado espíritu,
le dice: “No estás solo. La noche es un engaño.
Dios hizo las tinieblas para obligar al triste
a que cierre los ojos y mire en su interior
la verdad escondida.
Si los ojos abiertos son para ver la vida,
con los ojos cerrados es como ve el amor.
“La rosa del arcano tiene invisible broche,
pero tenaz perfume, que denuncia el camino.
Los hombres son cual naves que pasan en la noche;
¡mas en el alma llevan un timonel divino!”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
COMO EL VENERO
Recibe el don del cielo, y nunca pidas
nada a los hombres, pero da si puedes;
da sonriendo y con amor; no midas
jamás la magnitud de tus mercedes.
Nada te debe aquél a quien le diste;
por eso tú su gratitud esquiva.
Él fue quien te hizo el bien, ya que pudiste
ejercer la mejor prerrogativa,
que es el dar, y que a pocos Dios depara.
Da, pues, como el venero cristalino,
que siempre brinda más del agua clara
que le pide el sediento peregrino.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
PECAR...
En la armonía eterna, pecar es disonancia;
pecar proyecta sombras en la blancura astral.
El justo es una música y un verso, una fragancia
y un cristal.
En la madeja santa de luz de los destinos,
pecar es negro nudo, tosco nudo aislador.
Pecar es una piedra tirada en los caminos
del amor...
Pecar es red de acero para el plumaje ingrávido;
membrana en la pupila que quiere contemplar
el ideal; parálisis en el ensueño, ávido
de volar.
¡Oh, mi alma!, ya no empañes tu pura esencia ignota;
no te rezagues de la bandada, que veloz
traza una gran V trémula en la extensión remota.
¡Oh, mi alma!, une al gran coro de los mundos la nota
de tu voz...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA MEJOR POESÍA
“No escribiré más versos, ¡oh, misteriosos númenes!,
no imprimiré más vanos y sonoros volúmenes”
–el poeta decía–.
“De hoy más, sea el silencio mi mejor poesía.
De hoy más, el ritmo noble de mis actos diversos,
sea, celestes númenes, el ritmo de mis versos.
De hoy más, estos mis ojos, de mirar claro y puro,
cerca de cuya lumbre todo verso es oscuro,
traduzcan lo inefable de mis ansias supremas,
mejor que las estrofas de los hondos poemas...
Y lo que su silencio no supiere expresar,
leedlo en las estrellas, las montañas, el mar;
en la voz temblorosa de una amante mujer
(siempre y cuando su enigma sutil sepáis leer);
en las brisas discretas, en el trueno salvaje,
y en la nube andariega que siempre va de viaje...
¡Oh, diáfano hilo de agua; lo que yo callo di!
¡Oh, rosa milagrosa: haz tú versos por mí!”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
DIOS TE LIBRE, POETA...
Dios te libre, poeta,
de verter en el cáliz de tu hermano
la más pequeña gota de amargura.
Dios te libre, poeta,
de interceptar siquiera con tu mano
la luz que el Sol regale a una criatura.
Dios te libre, poeta,
de escribir una estrofa que contriste;
de turbar con tu ceño
y tu lógica triste
la lógica divina de un ensueño;
de obstruir el sendero, la vereda
que recorra la más humilde planta;
de quebrantar la pobre hoja que rueda;
de entorpecer, ni con el más suave
de los pesos, el ímpetu de un ave
o de un bello ideal que se levanta.
Ten, para todo júbilo, la santa
sonrisa acogedora que lo aprueba;
pon una nota nueva
en toda voz que canta,
y resta, por lo menos,
un mínimo aguijón a cada prueba
que torture a los malos y a los buenos.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, ROSA...?
–¿Qué estás haciendo, rosa? –Estoy en éxtasis.
–Agua, ¿qué estás haciendo? –Aparta, aparta;
no perturbes mi espejo con tu imagen...
Estoy copiando un ala.
Estoy copiando un ala peregrina,
¡blanca, muy blanca!
–Inmóviles follajes de los olmos,
¿por qué están silenciosas vuestras arpas?
Se dijera que, en vez de dar conciertos,
los escucháis... –¡Por Dios, aguarda, aguarda!
que estamos aprendiendo melodías
misteriosas, que pasan
en la inquietud augusta de estas noches
estivales: son almas
que revuelan cantando...
¡Si tú escuchar pudieras lo que cantan,
ya no más a las músicas terrestres
les pedirías nada!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL PUENTE
Dime, ¿has estado en éxtasis alguna vez? ¿Sentiste
uno de esos instantes en que el pensar no existe
porque –lo dijo Wordsworth– “expiró en la alegría”?
¿En que mueren las dudas, en que se explica todo:
la excelencia del astro, la ignominia del lodo,
y el mundo es como un símbolo de sutil poesía?
¡Qué blanduras entonces nos ofrece el camino!
Tienen seres y cosas un sentido divino,
amoldándose a una misteriosa justicia.
El dolor para siempre nos parece proscrito
y se anegan las almas en un mar infinito
de suprema delicia.
Para tales momentos fue creado el poeta:
es él sólo que puede traducir la secreta
concordancia del hombre con su Dios siempre ignoto.
Es el mágico puente de fulgor dulce y tenue,
arrojado en el piélago de la noche perenne
como el trémulo rayo de un lucero remoto...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EN LAS HELADAS CUMBRES
En las heladas cumbres
del propio vencimiento,
del dominio absoluto
de sí mismo, radía
un sol perenne, sol
que lo ilumina todo
sin calentarlo, sol
que te torna visibles
y palpables las cosas
más oscuras y arcanas.
¡Duro ascender! Cual Sísifo,
cuando llevas la roca
de tu anhelo más alto,
miras que se despeña,
y hay que empezar de nuevo...
¡Oh!, las blancas sirenas
de este mar de la vida,
¡cómo cantan! Unánimes
te buscan... ¡Qué promesas
hay en sus verdes ojos!
A veces, tú no puedes
ya más, y de la altura
te arrojas a sus brazos.
Pero la voz aquella
implacable, que dice:
“¡arriba!”, y el azote
que tortura tus lomos,
te fuerzan... ¡Es preciso
recomenzar! La ruta
serpentea a lo largo
de la montaña. Sube,
pues, ¡desdeña el momento
ilusorio y fugaz!
¡Salva el zarzal hirsuto!
Más allá de la nube
que opaca el firmamento,
te aguarda lo ABSOLUTO
con su divina paz.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL ARQUERO DIVINO
1915-1918
AL OÍDO
Con voz tenue, velada
por emoción muy honda, bajo la luz discreta
de la lámpara, así decía aquel poeta
viril a una mimosa púdica, su adorada:
“¡No te impongan los rasgos altivos de mi cara,
no temas la energía de mi mirar, que doma
espíritus hostiles con su fijeza clara:
yo tengo perfil de águila... y entrañas de paloma!
“¡Mi garra duerme oculta bajo plumón mullido,
y sólo estrangulando víboras se contrae!
Mi boca nunca dice: Yo quiero; dice: Pido.
Mi voluntad es fuerte, mas con dulzor atrae.
“Mi voz conoce todos los registros del clave;
mi beso es docto y no aja ni un pétalo de rosa.
Mi instinto, en los problemas de amor, todo lo sabe,
con una ciencia arcana, profunda y misteriosa.
“No mires si en mis sienes hay escarcha octubreña;
nuestras almas sin años hablan un mismo idioma.
¡Junta tu cara nívea con mi cara trigueña;
reclínate en mi hombro sin miedo; duerme..., sueña!
¡Yo tengo perfil de águila y entrañas de paloma!”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LO MÁS INMATERIAL
Me dejaste (como ibas de pasada)
lo más inmaterial, que es tu mirada.
Yo te dejé (como iba tan de prisa)
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro, quedó flotando el mismo ensueño.
LA LLAMA
En tu frialdad esquiva,
quieres que, quien te ama con fervor de poeta,
sin inquietarte viva...
¡Y cómo podrá el mísero tranquilizar su llama!
¿Viste una llama inmóvil? ¿Viste una llama quieta?
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
PAZ
Entre las brasas vivas de esos tus labios rojos,
arde una llama cuyo poder es muy capaz
de consumir los áridos sarmientos y rastrojos
de mi heredad... ¡Aléjate! ¡Me conturban tus ojos!
Deja a mi pobre otoño desvanecerse en paz.
Deja que a Dios se vuelva para ofrecerle el fruto
de sus meditaciones y su dolor tenaz.
Ya para mí es sagrado, mujer, cada minuto.
No impidas que mi vuelo se pierda en lo absoluto.
¡Deja a mi pobre otoño desvanecerse en paz!
¡COMO UNA MARIPOSA!
Como una mariposa se para en un espino,
posáronse las alas del Ensueño divino
en mi alma triste y hosca. Posáronse un instante
sólo; mas la espinosa
planta ya nunca olvida la blancura radiante,
el blando impulso trémulo, la gracia palpitante
de aquella mariposa...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
TODAVÍA NO
¡Ah! No, no, todavía no te vayas, amor.
¡Ah! No, no, todavía... En mi otoño hay fulgor,
en mi cerebro lumbre.
El sol mágicamente reverbera en la cumbre.
¡Ah! No, no, todavía no te vayas, amor.
Algo aprendí en la vida, y un poquito de ciencia
da precio a las ternuras... Tengo mucha indulgencia
para las cabecitas jóvenes; mi alegría
es cordial; y aún conserva su virgen transparencia
mi ingenuidad de niño (tan docta en su inocencia).
Amor, no, no te vayas, quédate todavía.
Llevo en mi vieja alforja filtros para los males
más enconados; alas para los ideales
enfermos, para todo desánimo, vigor;
para melancolías de doncellas, remedio;
y sé contar historias que destierran el tedio...
¡Ah! No, no, todavía no te vayas, amor.
Amor, no, no te vayas; yo posaré en tus rosas
mis labios, tan ligeros como dos mariposas,
y no ajaré ninguna de sus corolas gayas.
Para tocar la carne de tus diosas,
serán mis manos blandas cual sedas temblorosas...
Amor, no, ¡no te vayas!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
DESTINO
Destino, dime dónde, cómo, cuándo...
¡Considera que un alma está esperando!
Considera su angustia, considera
todo el desesperar de quien espera.
Este amor, tanto y tal
que es a un tiempo todo carne, todo luz, todo ideal,
este amor que por grande me acerca a lo absoluto,
¿ha de morir sin flores?, ¿se ha de secar sin fruto?
¿Habré plantado en balde mis rosales?
¿Han de helarse, ya rubios, mis trigales?
(Preguntar estas cosas, ¡oh! Dios mío,
con la fe que yo tengo, ¿no es impío?)
Destino, cuya mano, si la toca,
hace nacer la linfa de la roca
y el bien o el mal con rudo impulso fragua:
acuérdate de mí: soy una boca
que se muere de sed junto del agua.
Soy, en la altiplanicie de la vida,
un alma que, a las luces del ocaso,
con febril ansiedad apura el paso
por llegar a la tierra prometida...
¡Destino, dime dónde, cómo, cuándo!
Considera que un alma está esperando.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA HIEDRA
No esperes que, vencido en la contienda,
levante yo de mi querer la tienda;
vine para triunfar, o a que me mate
tu esquivez, y ante ti, torre altanera,
has de ver ondeando mi bandera,
mientras no caiga muerto en el combate.
No me es dado cejar, no es culpa mía:
nací tenaz, mi voluntad bravía
es a la vez mi orgullo y mi tormento.
¡Qué más quisiera yo que no adorarte!
¡Qué más quisiera yo que desceparte
de la hondura sin fin del pensamiento!
¡Pero no puede ser! Tengo por fuerza
que idolatrarte; ¡quién habrá que tuerza
la ruta de diamante de mi hado!
*
Si un día, de tu ojiva, mi oriflama
no mirases flotar como una llama
sobre el hosco desierto desolado,
no pienses: “¡Ha cedido, ya me deja
y por la inmensa soledad se aleja,
de mi desdén inexorable cierto...”
Piensa más bien (y acertarás sin duda):
“Cayó por fin sobre la tierra muda...
¡Ay, mi más fiel adorador ha muerto!”
Mas no juzgues por eso que vencido,
este mi amor sin límites, ha sido:
¡tenaz aun bajo la misma piedra
que me oculta por siempre de tus ojos,
como un símbolo irá, de mis despojos,
reptando por tus muros una hiedra!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA PUERTA
Por esa puerta huyó, diciendo: “¡Nunca!”
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de mis ojos.
¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuánto habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales,
y, con un beso ha de llegarme ella,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh, Señor!, ya la pálida está alerta;
¡oh, Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
... ¡Por esa puerta ha de volver un día!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¿QUÉ ANSÍAS?
–¿Qué ansías? –Bien lo sabes: el dulce privilegio
de que, con esa voz más blanda que un arpegio,
un “te quiero” modules,
mientras vuelcan en mi alma su sin par sortilegio
las dos urnas de ensueño de tus ojos azules...
–¿Qué ansías? –Que fundidos los firmes corazones,
vayamos al misterio con las manos muy juntas,
llevando en nuestras bocas idénticas preguntas,
llevando en nuestros ojos idénticas visiones.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL DÍA QUE ME QUIERAS
El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cantarinas,
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo, serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano, cual rubias hermanitas
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas
delante de tus pasos, el día que me quieras...
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras, será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de las Mil y Una Noches; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
¡El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
SUEÑA
Si vivir sólo es soñar,
hagamos el bien soñando.
Sueña que vives amando,
que es tu solo fin amar;
y sueña que, sin cesar,
vas los bienes derramando.
POESÍAS VARIAS
1894-1919
EL PICAPEDRERO
El picapedrero, pedazo a pedazo,
quebranta la piedra, y es como el destino,
que esgrime su mazo,
y a fuerza de golpes te vuelve divino.
Sin golpe de mazo, la luz no chispea
como pensamiento del pedrusco herido...
Destino, buen picapedrero, golpea,
y nazca a tus golpes brillando la idea,
y surja en las almas el dios escondido.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡IMPOSIBLE!
"¡Imposible!" Palabra de cobarde;
luchar para vencer es nuestra suerte.
Si en la lucha se muere, haciendo alarde
de nobleza y valor, triunfo es la muerte.
La voluntad humana es inflexible:
¡Jamás el sino dominarla pudo!
Para el hombre no existe lo imposible
si lleva la energía como escudo.
Vivir es batallar siempre constante;
baldón para el que necio se amilana.
¿Tienes hoy techo y pan? Pues adelante:
Dios desde el cielo proveerá mañana.
¿Qué te asusta el futuro? ¡Es muy incierto!
¿Qué te busca el dolor? ¡Dale cabida!
Nunca demandes flores al desierto:
la dicha es planta exótica en la vida.
¡Adelante! Y si acaso se derrumba
la tierra que sostiene tu pisada,
no temas: el descanso está en la tumba;
lucha y cae como héroe: ¡con la espada!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
UNA ESTATUA
Rubia melena que detrás se anuda
con rosado listón formando trenza,
faz ovalada y de expresiones muda
donde lucen más negros que la duda
dos grandes ojos de mirada intensa.
Recta nariz, cuyos contornos raros
jamás pudo crear el arte heleno;
pequeña boca de corales caros,
¡un rostro, en fin, que ni esculpido en Paros
por la mano admirable de Cleomeno!
Estatura gentil y majestuosa,
cuerpo que viste con soberbio aliño,
dos pies enanos de color de rosa,
piel de lirio que muestra esplendorosa
la cándida blancura del armiño.
Tales formas te dio Naturaleza:
es de hermosura olímpica esa cara;
no tienes corazón mas sí belleza,
plástico trono, escultural cabeza...
¡Una estatua de mármol de Carrara!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
AL AMOR QUE SE FUE
Ya el laúd olvidó sus viejas notas.
¿Cómo puede vibrar con nuevas galas,
si sus débiles cuerdas están rotas
porque tú no las cubres con tus alas?
La musa de mis versos, la que viste
mis conceptos de luz, cantar no quiere;
le falta su sonrisa y está triste,
le falta tu calor... ¡y se me muere!
¿Anhelas que con dulces embelesos
vibre aún el cantar enardecido?
¡Pues vuélveme el calor de aquellos besos,
ven, arrulla otra vez sobre mi nido!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
A UN AMIGO QUE LLORÓ MIS VERSOS
Me dices que lloraste, mis versos escuchando
de labios de un amigo que los recita bien.
Si yo esos pobres versos los escribí llorando
¿qué raro es que al oírlos llorases tú también?
Mis rimas van al alma, porque del alma salen
...Hoy hallarás, acaso, poco artificio en mí;
pero en el cofre lírico, las perlas que más valen
son lágrimas sinceras (si es que del alma salen).
Si quieres tener genio, lo encontrarás allí.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL GNOMO
Era un gnomo pequeñito,
de pupilas maliciosas.
Capturélo entre unas rosas;
me miraba de hito en hito.
...–No te suelto, lo repito,
si me niegas dónde posas
de tus perlas más valiosas
la mejor, que necesito.
–Dame libre; ¡ya respiro!
Esa perla tan preciada
tú la tienes, no deliro...
–¿Yo la tengo?... –Sí, guardada
en los ojos de zafiro
de tu novia bien amada.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
NUPCIAS
Yo quiero que te sigan mis cantares
en lujosos y cándidos tropeles,
como un vasto cortejo de donceles
de honor, hasta el santuario de tus lares.
Quiero que, como pétalos dispersos
de azahar de simbólica pureza,
descienda blandamente a tu cabeza
la nieve misteriosa de mis versos.
Quiero que cada estrofa dulce y grave,
de este canto de nupcias que te envío,
se vuelva cuatro cisnes, que en un río
de azur, vayan tirando de tu nave.
Quiero que para ti cada cuarteto
de este poema, que te ruego acojas,
se convierta en un trébol de cuatro hojas
que te sirva de mágico amuleto.
Y quiero, en fin, que sean mis canciones
como un puro collar para tu cuello,
como un vivo destello en el destello
de tus hoy inefables ilusiones.
Y más nieve en tu frente inmaculada,
y más rosa en el rosa de tu anhelo,
y más oro en el oro de tu pelo,
y más luz en la luz de tu mirada.
Sé dichosa entre todas las dichosas,
haz de tu alma una tierra prometida,
y ve gallardamente por la vida,
rimando risas y regando rosas...
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LAS ALAS
El águila brava, de Méjico emblema,
devora una sierpe –figura del mal–
en medio de un lago que finge una gema,
sobre una esmeralda silvestre: el nopal.
Recuerdo que, siendo bebé todavía,
al verla en mi augusta bandera ondear
al soplo del viento y al beso del día,
temblando de anhelos clamé: –¡Madre mía,
yo quiero ser águila, yo quiero volar!
¿Por qué, si Dios alas brindó a los condores,
al hombre, su imagen, las niega cruel?–
Mi madre me dijo: –Tontuelo, no llores:
las alas del genio son alas mejores;
jamás los condores volaron como él.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA RAZA DE BRONCE
(Fragmentos)
VII
–Padre, te murmuré, quiero ser fuerte:
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.
Soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un guijarro: ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala
y que Dios te bendiga, Padre mío!
VIII
Y hablaron tus labios, tus labios benditos,
y así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias: – “No hay nada pequeño,
ni el mar ni el guijarro, ni el Sol ni la rosa,
con tal de que el sueño, visión misteriosa,
le preste sus nimbos, ¡y tú eres el sueño!”
“Amar, eso es todo; querer, ¡todo es eso!
Los mundos brotaron al eco de un beso,
y un beso es el astro, y un beso es el rayo,
y un beso la tarde, y un beso la aurora,
y un beso los trinos del ave canora
que glosa las fiestas divinas de mayo.
“[...] los besos de amores son siempre fecundos;
un beso de amores ha creado los mundos;
amar..., ¡eso es todo!; querer... ¡todo es eso!”
Así me dijeron tus labios benditos,
así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias y eternos anhelos.
Después, los fantasmas volaron en coro,
y arriba los astros –poetas de oro–
pulsaban la lira de azur de los cielos.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ÁGUILAS Y LEONES
Somos de raza de águilas y raza de leones;
maridaje sublime de una y otra realeza:
la del ala que burla todas las extensiones
y la del rey ungido por la Naturaleza.
Somos de raza de águilas y raza de leones;
ya apunta nuestra aurora, nuestro destino empieza.
Somos de raza de águilas y raza de leones;
de leones indómitos de coronas fulgentes,
y de águilas reales que en los hoscos peñones
estrangulan serpientes.
¿Cómo no ha de alumbrarnos el sol que a las naciones
transfigura, el divino sol de amor y bonanza?
Somos de raza de águilas y raza de leones.
¡Tengamos esperanza!
Nuestras estirpes áureas eclipsan los blasones
de los más grandes pueblos. Tenemos la fe, el estro
que inflama; la osadía, madre de altas acciones.
Somos de raza de águilas y raza de leones.
El mundo (aunque no quieran los otros) será nuestro.
En tanto, recordamos con emoción amante
el día en que unas naves, cruzando las llanuras
del nunca hollado Atlante,
trajeron a estos mundos al fiero león rapante,
para unirlo a las águilas, diosas de las alturas.
De entonces, juntos ambos, mientras el león defiende
la heredad que en sus garras formidables afianza,
el águila, su aliada, las extensiones hiende,
y su mirada inmóvil la emboscada sorprende,
sortea los peligros y burla la asechanza.
¡Oh, España, que nos diste tu altivo león rugiente:
gracias! Seremos dignos de su pujanza heroica,
y en premio del regalo y a cambio del presente,
te ofrendamos el vuelo del águila potente,
y en el combate brava y en el dolor estoica.
Los numerosos pueblos hermanos que en ti fijos
tienen los grandes ojos negros y soñadores,
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
y que como nosotros se ufanan de ser hijos
de cepa tan gloriosa, te ofrecen sus condores,
te brindan sus estrellas, sus manos enlazadas,
sus vivos gorros frigios, sus cerros humeantes;
y todos erigimos nuestras cimas nevadas
como torres gigantes,
para que a ellas asciendan las águilas osadas,
o rujan en sus crestas los leones rapantes.
¡Oh, madre, madre augusta de las veinte naciones,
rimemos los latidos de nuestros corazones;
y unidos para siempre nuestros veintiún pendones,
marchemos por caminos de paz y bienandanza!
Somos de raza de águilas y raza de leones:
¡tengamos esperanza!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
NUEVAS LUCIÉRNAGAS
–Diga, ¿cuántos escritores
hay en estas asambleas?
–Cincuenta, y de los mejores,
señor. –¿Y cuántas ideas?
*
Poeta, pobre y no sano,
¿qué llevaré, cuando muera,
al Paraíso cristiano?
¡El penacho de Cyrano!
¡El albor de mi quimera!
*
Soñador, oye este triste
cantar, y de traje muda:
“¡Al que de nubes se viste,
cualquier viento lo desnuda!”
*
Ayer dijiste, cobarde,
a mi amor: –¡Es muy temprano!
Hoy, que lo buscas en vano,
yo te respondo: –¡Es muy tarde!
Heriste ayer mi existencia;
hoy, yo te causo la herida...
¡Ay, nena, todo en la vida
es cuestión de coincidencia!
*
A dilección, dilección:
bien pago a quien me ama bien.
A inquina y odio, perdón:
ese es el mejor desdén.
*
Cantar que, sin fe de erratas,
les gustará a las mujeres:
–Amor, que después de gratas
caricias, al alma hieres:
te llaman bueno, y maltratas;
te llaman la vida, y matas;
te llaman eterno, y mueres.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
PENSANDO
1909
Es preciso poner
un poco de misterio en la mujer.
La mujer sin misterio es un manjar
un poco soso. Fuerza es confesar
que, en la noble cocina del amor,
sin enigma, no hay salsa ni sabor.
*
Eres rebelde al amor
y al beso nada propicia...
Mejor, amiga, mejor;
así tendrá tu primicia
cierto salvaje sabor,
y habrá no sé qué temblor
de gacela en tu caricia.
*
Si de asomarme al misterio
sintiere yo muchas ganas,
te juro que me asomara,
trémulo de ansias y antojos,
por las grandes, por las negras,
por las divinas ventanas
de tus ojos.
*
Los hombres de otra edad, cuando el planeta
madure, y no haya amores ni deseo
ni mentes soñadoras, ni alma inquieta,
disecarán al último poeta
y lo pondrán, cual momia, en un museo.
*
¿Cómo será la humanidad futura?
Yo me la finjo llena de nobleza,
yo me la finjo llena de hermosura.
Ni negocios, ni guerras, ni tristeza,
ni turbas proletarias cuya dura
misión es vegetar en la pobreza
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
mientras el rico, en insolente holgura,
apacienta sus piaras de pereza.
*
Sé de dos maravillosas majestades
que no son en los alcázares visibles:
¡la divina majestad de las estrellas,
la serena majestad de un hombre libre!
*
Bendigamos la sombra y el recodo
que esconden el camino en la existencia:
sin ellos, sólo fuera nuestra herencia
tedio infinito de saberlo todo.
*
No te sientas jamás desconsolado
porque el bien que persigues anhelante
y que hoy lograr creíste, no has logrado;
con echar tu esperanza hacia delante,
ya está todo arreglado...
*
Yo no vinculo versos a esta o aquella moda:
quiero que duren tanto como la humanidad...
*
Deja que con ridícula zozobra,
enfermos de avidez y de ansiedades,
los otros vayan tras sus vanidades
que a ti, teniendo a Dios, todo te sobra.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL ESTANQUE DE LOS LOTOS
1919
LOS MANANTIALES
Lee los libros esenciales,
bebe leche de leonas; gusta el vino
de los fuertes: tu Platón y tu Plotino,
tu Pitágoras, tu Biblia, tus indos inmemoriales,
Epicteto, Marco Aurelio... ¡Todo el frescor cristalino
que nos brindan los eternos manantiales!
TIMONEL PENSATIVO
Timonel pensativo, misterioso
Timonel que a seguirte me convidas:
yo cruzaré en tu barco luminoso
este mar de locura de las vidas.
¿Dónde va tu bajel? ¡Qué importa eso!
Iré contigo a cualesquiera playas.
Bien sé que nuestro viaje es un regreso,
y que mi patria está donde Tú vayas.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA SED
Inútil la fiebre que aviva tu paso;
no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad
por mucho que bebas... El alma es un vaso
que sólo se llena con eternidad.
¡Qué mísero eres! Basta un soplo frío
para helarte... Cabes en un ataúd;
¡y en cambio a tus vuelos es corto el vacío,
y la luz muy tarda para tu inquietud!
¿Quién pudo esconderte, misteriosa esencia,
entre las paredes de un vil cráneo? ¿Quién
es el carcelero que con la existencia
te cortó las alas? ¿Por qué tu conciencia,
si es luz de una hora, quiere el sumo BIEN?
Displicente marchas del orto al ocaso;
no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad
por mucho que bebas... ¡El alma es un vaso
que sólo se llena con eternidad!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL GUERRERO
“Busca al Guerrero y deja que pelee en ti”
Combate a mi lado, Guerrero sublime,
combate de todas tus armas vestido;
la selva es oscura, yo vago perdido,
y el miedo me hiela y el ansia me oprime.
¡Son muchos los trasgos!, y al pobre viajero
lo invaden continuas angustias y alarmas;
combate a mi lado, sublime Guerrero,
combate vestido de todas tus armas.
Sé que hay un abismo de horror, escondido
muy cerca: si caigo ¡ya quién me redime!
¡Combate a mi lado, Guerrero sublime,
combate de todas tus armas vestido!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
ENVEJECER...
¡Envejecer, envejecer... con una
alma inmortal, que crece cada día
en ardor y terneza! Luz de luna,
lumbre de sol; viril como ninguna,
¡mas... templada por la melancolía!
Envejecer con un ego potente
que nunca tuvo edad, en quien la huella
no existe del pasado ni el presente;
emanación de la Causa Eficiente,
sin fin y sin principio, como ella.
¡Envejecer, envejecer en medio
de tantas rosas! Con pereza y tedio
ir arrastrando por la vida triste
un cuerpo que se pudre sin remedio...
¡Oh, arcano, qué castigo el que nos diste!
¡Mas no! Como el leproso que cantaba
en su agujero sórdido, mirando
caer su carne vil, porque se estaba
con ella la prisión del alma esclava
para siempre jamás desmoronando,
quiero loar a la Vejez austera:
silenciosa y nevada carretera
que conduce derecho al Gran Convite;
a la Santa Vejez, que manumite
y es último escalón de la escalera.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LAS DOS REDES
“Dos redes arrojé –me dijo el nauta–
al fondo del Abismo
en que van buceando las preguntas
y en que se pierde todo raciocinio.
Fue la red del análisis, primero;
tras ella, todo el cable del navío
desenrollé y al cabo de los tiempos
pasados en errar, sin luz ni tino
por la llanura negra en que no hay playas,
enrollando fui el cable del navío.
Con tembloroso anhelo
examiné las mallas, hilo a hilo,
y de la red vi el fondo, con angustia,
y estaba el fondo de la red vacío.
“Dos redes arrojé –me dijo el nauta–
al fondo del Abismo
en que van las preguntas buceando
y en que se pierde todo raciocinio.
Fue la segunda intuición, el hondo
sentir, la malla firme del instinto,
el ojo misteriosamente abierto,
imperturbablemente claro y límpido,
que mira desde el fondo de las almas,
en lo más inviolado de uno mismo;
y al enrollar, después de breve tiempo,
el cable del navío,
encontré flora y fauna indescriptibles;
perlas enormes de oriente magnífico,
criaturas, de tan tenues, irreales,
y de tan bellas, sin igual prodigio:
un mundo, un mundo nuevo, todo un mundo,
hasta ayer, por mi mal, desconocido...
“Dos redes arrojé –me dijo el nauta–
al fondo del Abismo.”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LLÉVETE YO...
Lleven otros galeras de marfil por el río
de la vida: otros lleven acopio de ilusión;
otros, rockfellerescos tesoros, señorío...
¡Llévete yo, Dios mío, dentro del corazón!
Llévete yo, Dios mío, como perla divina
en el trémulo estuche del corazón que te ama;
llévete yo en la mente como luz matutina;
llévete yo en el pecho como invisible llama.
Llévete yo en la música de todo cuanto rime;
en lo más puro y noble de mi canción palpita,
y sé para mi espíritu el AMIGO SUBLIME
que anuncian tus palabras en el Baghavad Gita.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA VENDA
¡Oh, lóbrego Misterio, dime cómo me llamo!
Dime quién soy, qué velo tupido de ilusión
oculta al verdadero ser que me rige, al amo
imperioso y radiante de quien mis horas son.
Como a un hombre vendado a quien no se le muestra
la orientación siquiera del sitio adonde va,
una potente mano, cogido de la diestra,
me lleva a un fin oculto, que acaso cerca está.
Y me rebelo, a veces, y en mi congoja quiero
no más un solo instante la venda deshacer;
mas, ¡ay!, al intentarlo, la gran mano de acero
tritura mis falanges ¡y sigo así, sin ver!
¡Oh, enigma...! Y sin embargo, si con tesón concentro
en mí todo mi anhelo, toda mi voluntad,
hay una perspectiva de luz que se abre dentro,
y orea mi alma un soplo frío de eternidad.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA DIOSA
Cuando todos se marchen, tú llegarás callada.
Nadie verá tu rostro, nadie te dirá nada.
Pasarán distraídos,
con el alma asomada
a los cinco sentidos.
Espiando tu llegada,
yo seré todo ojos, yo seré todo oídos.
Tu hermosura divina
no tentará el anhelo
de esa caterva oscura,
que nunca alzó los ojos para mirar el cielo,
ni con trémulas manos quiso apartar el velo
que cubre tu hermosura.
Tu mirada, espaciosa como el mar, y tus labios,
de donde sólo fluyen, cual versos de poetas
eternos, las verdades
que allá en las soledades
persiguieron los sabios
y oyeron los ascetas,
serán para mí, únicamente, Diosa; no más
yo besaré, temblando, la orla de la túnica
que encubre las sagradas bellezas que me das.
En tanto, la manada
seguirá en su balido de amor y de deseo...
Después se irá, apretada
y espesa, hacia el establo del deleite prohibido,
y a ti, la incomparable, nadie te dirá nada,
nadie te habrá advertido.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LO QUE NOS QUEDA
Porque en este aluvión de sangre y lodo
se hundió nuestra fortuna, ¿te querellas?
En suma, deja que se pierda todo:
¡siempre habrán de quedarnos las estrellas!
¡Siempre habrá de quedarnos la argentina
palidez de las noches enlunadas,
y el júbilo de la hora matutina
y la paz de las tardes fatigadas,
y mi ternura casta, y la divina
serenidad azul de tus miradas!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
¡SOY UN VIEJO!
“Soy un viejo” significa: “Ya está cercana la hora
de cosechar”; significa: “La liberación me aguarda”,
y tras ella el ancho espacio, la Verdad consoladora,
cuya cita esperé ansioso, murmurando: “¡lo que tarda!”.
Cuando dices: “Ya soy viejo”, quieres decir: “Me aproximo
a la vida y condición naturales propias mías;
volveré al Regazo inmenso por cuyo calor y arrimo
suspiraba... Cesa el sueño; va a amanecer: ¡buenos días!”.
“Soy un viejo” es tanto como exclamar: “Nobles amigos,
fieles órganos, ministros de mis complejas funciones,
de mis actos instrumentos, de mis andanzas testigos,
ya vais a holgar. Como premio pienso daros vacaciones”.
“Seréis élitros fugaces, nidos tal vez..., tal vez rosas;
latiréis quizás en otro corazón lleno de fuego;
miraréis acaso en otras pupilas esplendorosas;
besaréis en otros labios... (¡besad mucho, yo os lo ruego!)”
“Soy vieja” es, amiga mía, como insinuar: “¡Seré joven!
Lo que llevo no envejece; lo que envejeció ya dejo;
¡pobre sexo desdeñado, tiempo habrá de que te troven
de nuevo...! Arrugas... ¡mañana seréis gloria de otro espejo!”.
“Soy un viejo” decir quiere: “Caed en buena hora, galas,
vueltas harapos. Ya vienen los bellos lujos que espero.
Rómpete, capullo inútil, porque estorbas a mis alas;
ataúd, sé cuna blanda... ¡Voy a nacer, pues que muero!”.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL DIOS INTERIOR
(Fragmento)
[...]
“Desde hoy has de mirar ese tu amor tirano
como algo muy seguro..., pero que está lejano.
Como se ve en invierno el campo húmedo y frío,
pensando: ¡ya se acerca la gloria del estío!
¡Como se ven las ramas en marzo, y se presiente
la savia milagrosa que sube ocultamente,
que ha sentido ya el beso del sol, y a cada rayo
responde con promesa de frondas para mayo!
¿A qué, cuando navegas, preguntas por el puerto?
Pon la proa en buen rumbo: tu arribo será cierto.
¡Marcha derechamente detrás de tu destino,
sin inquirir los días que faltan de camino,
a fin de que la espera no clave sin remedio
en tu ecuanimidad los colmillos del tedio!”
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
EL GRAN VIAJE
¿Quién será, en un futuro no lejano,
el Cristóbal Colón de algún planeta?
¿Quién logrará, con máquina potente,
sondar el oceano
del éter, y llevarnos de la mano
allí donde llegaran solamente
los osados ensueños del poeta?
¿Quién será en un futuro no lejano,
el Cristóbal Colón del algún planeta?
¿Y qué sabremos tras el viaje augusto?
¿Qué nos enseñaréis, humanidades
de otros orbes, que giran
en la divina noche silenciosa,
y que acaso hace siglos que nos miran?
Espíritus a quienes las edades,
en su fluir robusto,
mostraron ya la clave portentosa
de lo Bello y lo Justo,
¿cuál será la cosecha de verdades
que deis al hombre, tras el viaje augusto?
¿Con qué luz nueva escrutará el arcano?
¡Oh, la esencial revelación completa
que fije nuevo molde al barro humano!
¿Quién será, en un futuro no lejano,
el Cristóbal Colón de algún planeta?
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
LA ÚLTIMA LUNA
Abril y mayo de 1919
EN TI SOLA PENSANDO
En ti sola pensando
con los ojos despiertos
y los brazos abiertos,
yo te estoy esperando...
Sabes bien que te espero
¿por qué, pues, te demoras?
Ya no pierdas las horas
en mirar el sendero.
Ya tu paso apresura
que la tarde fenece,
y la noche parece
que será muy oscura...
Si en tus landas tranquilas
encontrases reparos,
que te sirvan de faros
mis ardientes pupilas.
Mis pupilas que, oteando
los parajes desiertos,
velan, ¡ay, desde cuándo!...,
mis dos ojos abiertos
que te están esperando.
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
POR MIRARTE
Por mirarte salí de mi castillo;
para darte la mano, hice el rastrillo
bajar; sólo por ti... Si me desdeñas,
me volveré a mis torres berroqueñas,
y sobre la planicie desolada
ya nunca más la luz de mi mirada
volará, atalayando los caminos...
O juntos han de ir nuestros destinos
por el sendero del amor... ¡o nada!
“POBRES PÁGINAS”
Pobres páginas, que ansiaron
con la mayor de las ansias
decir tan intensas cosas,
... ¡y al fin no dijeron nada!
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TRAS LA HUELLA DE AMADO NERVO
“NOVISSIMA VERBA”
Señor: yo te devuelvo lo que Tú me diste:
difundo tu don.
Poeta me hiciste,
y voy dando a todos, para bien del triste
y goce del pobre, mi ingenua canción.
*
Esta es mi riqueza:
toda para ti.
*
Mi verso es una oración
misteriosa y solitaria.
Júntalo tú a la plegaria
de tu noble corazón,
y llévalo en tu alma fiel
como en un celeste nido.
... Oirás junto al oído:
“Recemos los dos por él...”
AMÉN
Lector: este libro sin retórica, sin procedimiento, sin técnica, sin literatura, sólo quiso
una cosa:
elevar tu espíritu. ¡Dichoso yo si lo he logrado!
Amado Nervo
ELEVACIÓN
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