Raúl Prebisch y su teoría ·del capitalismo periférico

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Comercio Exterior, vol. 37 , núm. 5,
México, mayo de 1987, pp. 409-4 13
Raúl Prebisch y su teoría
·del capitalismo periférico
Pedro Vuskovic *
El pensamiento de Prebisch
1 nombre de Raúl Prebisch se asocia directamente con la idea
E
de un pensamiento económico latinoamericano, de una
voluntad latinoamerican a y de la acción conjunta de·América Latina. Con razón , puesto que explicó insistentemente que
a " los centros" nunca interesó la profundidad social del desarrollo
periférico y denunció que ellos no estaban dispuestos a actuar de
modo que la periferia dejara de serlo. Convenzámonos -decíade que la transformación no podrá venir de fuera, ni en las ideas
ni en los hec hos: tiene que ser obra nuestra, obra latinoamericana.
A esa tarea apo rtó lo suyo, a lo largo de su vida. Y sus contribuciones se manifestaro n, como es sabido, en variados planos :
en el reconocim iento objetivo de la rea lid ad económica de América Latin a, en la promoción y constru cc ión de instituciones que
ayudaran a la resolución de los problemas, en la elaboración de
propuestas de política económica y de acciones directas y, muy
señaladamente, en la conformación de un cuerpo de pensamiento
teórico sobre el desarrollo.
Estas notas se,circunscriben al último aspecto; es decir, a las
aportaciones de Prebisch en el terreno conceptual, teórico; al desarrollo de sus ideas sobre lo que él mismo entendía como la conformación paulatina de una "teorfa del capitalismo periférico".
Es la aventura intelectual que inició con aquel "manifiesto económico latinoamericano" constituido por sus primeros escritos
en la CEPAL y particularmente el Estudio económico de América
Latina 7949 1 y que siguió presente, como preocupación casi obsesiva, en todos sus escritos posteriores.
Muy pocos han trabajado con tal persistencia en ese propósito. Y por lo mismo, la desaparición de Prebisch implica el riesgo
de que se interrumpa una tarea que sin embargo es fundamen-
• Director del Instituto de Estudios de América Latina del Centro de
Investigación y Docencia Económicas (CIDE), México.
l. CEPA L, Santiago de Chile, 1951.
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tal. De ahí que, independientemente de cuánto se comparta la
posición que él ll egó a as umir o cuántas sean las reservas críti cas
que se tengan respecto de ell a, es preci so mantener ese ámbito
de trabajo, recoger la herencia que él dejó y agrega r nuevos empeños, como responsabi lidad singu lar de los eco nom istas latin oamerica nos. Más aún , ante la exte nsión y la profundidad de la cri sis del prese nte, cuya natural eza ese nc ial ta l vez no pueda ser
compre ndid a caba lmente si no se la sitúa co mo ex presión de las
modal idades específicas qu e as um e el desarro ll o capi tali sta en
A méri ca Lati na.
Las relaciones centro-periferia
E
n la construcció n progresiva de su esq uema de pensamiento,
los conceptos de "centro" y " perife ri a", de las relaciones entre
ell os, del pape l de los centros en el desarro ll o de la periferia, ocupan un lu ga r clave . No d iscute los " prob lemas del desarroll o"
en abstracto, sino en el marco específico de las relaciones asim étricas entre un mundo desarrol lado y uno subd esarrollado.
Identifica en la " índole centrípeta " de l ca pita li smo ava nzado
el origen princ ipal " del .retardo de nu estro desarro ll o, de la inferioridad eco nóm ica y tec no lógica y la fragmentac ión eco nómica
de la perife ri a". Los ·cent ros origin an el progreso técn ico y tienden a co ncentrar los frutos de la c rec iente productivid ad; impul san el desarro ll o de la periferia só lo en la medida de sus intereses . En función de éstos, atribuyen a la periferia un papel pasivo
y subordin ado, de modo que se constitu ya en •Jna " prolo ngació n
ape ndicular" de los ce nt ros, co n la respo nsab ilidad de su ministrarles productos primarios a bajo costo, para lo c ual tiene que
" ab rirse si n rese rvas a la eco no mía in ternaciona l, atrae r sin cond icion es cap ital ext ranjero" y aju sta rse a un os prin c ipi os de div isión intern ac iona l del trabajo que sin embargo ti ene com o resul tados un a mayor vinc ul ació n entre los centros y una creciente
fragme ntac ió n y aislami ento de la perife ri a.
En este marco globa l de entendimiento , Preb isc h sitúa lo q ue
id enti fica como co ntribu c iones positi vas y como factores adversos de la acc ión de los cen tros en relación con el desarro llo de
la periferia . Se co nstituyen en la fuente del avance tec no lógico,
pe ro limitan la propagaci ó n de la técn ica prod uctiva según su s
co nve ni enci as. No les interesa nuestro desarrollo; pero aun así
tien en gran sign ificación para nosotros, por el intercamb io, la tecnología y el capital , de manera que el p roblema radica en cómo
aprovecharlos con racionalidad y auto nomía. La inversión privada extranjera , especialmente de las transn aciona,es, es muy importante en· la dinámica del desarrollo; pero preocupa su ambivalen cia, su considerable potencial frerite a "aspectos negativos y
perturbadores". Tal vez fue preci samente por esta forma de comprender esas relaciones que, a la hora de llevarlas al plano de la
acción , Prebisch combi nó constantemente la dinámica de la dominación de los centros con la apelación a los intereses coinciden tes de la " comunidad internacional " .
Consideró la industrialización como el eje fundamental del
desarrollo. Y por lo mismo, su análisis destaca el hecho de que
la industria ha tendido a concentrarse en los centros, por la evolución técnica y la distribución de sus frutos; la periferia -decíallegó tarde y su retraso le ha traído graves consecuencias. Ha tenido, sin embargo, que encarar la tarea industrializadora, como " exigencia estructural " del desarrollo; y por razones coyunturales tuvo
reoría del capitalismo petiférico
que hace rlo med iante la sustitu c ión de im portaciones . Pero au n
así, la periferia no ha dejado de se r tal a pesar de su indu stri alización , pues no ha pod id o inco rporarse al progreso tec nológico de
·
los ce ntros.
En su avance industrial, así limitado, no encuentra el apoyo
sin o el obstáculo de los centros . He aquí un párrafo suyo sin gularmente expresivo a este respecto :" . . . el desarroll o, como fenómeno integral que con la indu stri alizac ió n se exti ende mucho más
allá de la producción prim aria, sólo ha sido posible cuando la periferia , en sucesivas crisis de los centros, ha podido so breponerse
al ju ego del mercado intern ac io nal, q ue refleja las relaciones de
poder entre aqu éllos y la periferia . Y si bi en estas relac iones se
han vuelto más, complejas, siguen dese nvolviérfdose bajo el signo históri co de la hegemo nía de los ce ntros, espec ialmente del
centro dinám ico principal".
Así, en el curso de la hi sto ri a, la periferia tiende, primero, a
quedar al margen del proceso de indu stri alizac ión , por el ju ego
de las leyes del mercado en el plano internac io nal. Y más tard e,
cuando se in dustria liza en respuesta a las crisis, tiende a quedar
exc luida del intercambio in dustri al.
Otro factor de poderosa influ enc ia proviene de la proyección
as imétrica de los ce ntros en la periferia. Ellos propaga n e irradian
sus téc nicas, fo rm as de consumo, institu cio nes, id eas, ideo logías;
pero no penetran en la estructura soc ial de la periferia. Las mismas empresas transnacion ales terminan por contribuir más a la
internaciona lizac ión de las·formas de consumo qye a las de producc ión.
En el marco de este co njunto de ideas matrices si túa Prebisc h
sus dos grandes campos de preocupac ión. De un lado, los fe nómenos de orden externo, que se expresa n fin almen te en el desequilibrio estructural y en las tendenc ias ,a l deterio ro de la re lación de precios del interca mbio, asociados a la forma específica
de participación que asume América Latina en la d ivisió n internac ion al del trabajo . Y d e otra parte, factores que co ntribuyen
a co nfigurar un a modalidad particular de desarroll o en la periferia , q ue no es una simple rep etici ón ta rdía del camin o que recorrieron los países hoy día d esa rrollados . En lo primero se encon trarán elementos de aproxim ación a los planteam ientos sobre el
" intercam bio desigu al" , así com o antecedentes que fuero n recogidos en la que ll egó a llam arse la "teo ría de la dependencia" ;
de lo segundo deriva su preocupaci ón fundamental por avanzar
hacia la ela borac ión de u na teo ría del capitalism o peri férico.
Los rasgos singulares
del capitalismo periférico
P
ara este últim o propósito, su punto de partida es el con cepto
de que el desarrollo perifér ico es pa rte integrante del sistema
mundial del capitalismo , pero que dentro de éste se desenvuelve
en condiciones mu y d isti ntas de las de los centros, no obstante
lo cual "el capitalismo periférico se insp ira cada vez más en los
centros y tiende a dese nvolverse a su imagen y semejanza".
Ésa es, en efecto, una referencia clave en la conformación del
pensamiento de Prebisch. Con estructuras sociales muy dispares,
la periferia se desenvuelve tardíamente bajo un patrón esencialmente imitativo; y ello plantea contradicciones en diversos pla-
4i i
comercio exterior, mayo de 1987
nos, muy vinculados además por estre chas relac iones de interdependencia : en las estru cturas téc nic as, productivas y oc upacionales, en las estructuras distributivas, en las estructuras de
poder, cuyas mutaciones es indi spe nsable analizar "pa ra desen trañar la compleja dinámica interna del capitalismo periférico .. .
Hemos caracteri zado -dice- el desarrollo periférico como un
proceso de· irradiación y propagac ión desde los centros de técni cas, modalic;l ades de consumo y demás formas culturales, ideas,
ideologías e instituciones . Todo ello en un a estru ct ura social fundamentalmente diferente. Allí se encuentra la raíz de las contradicc iones de donde surgen las grandes fallas internas del cap italismo periférico ... " , fallas que se acentúan por el ca rácter de unas
relaciones económicas externas que se desenvuelven bajo la hegemonía de los grandes países desarrollados.
Las contradicciones en el plano de la téc nica son evidentes.
Penetra la téc nica de los centros, con altos req uerimi entos de un
capital del que no se dispon e, y que absorbe cada vez con menos
intensidad una fuerza de trabajo que es rel ativamente abundan te. Las mutac iones estructurales que acompaña n esa abso rció n
téc nica desatan a su vez presiones perturbadoras, marcando tende1_1cias conflictivas internas como ca racterísti ca d el desarrollo
periférico .
Por su parte, la imitación de las formas de cqnsumo de los centros, sobre todo de los estratos superiores de las sociedades periféricas, no guarda correspondencia con los bajos niveles de productividad, determinados por su mismo retardo históri co. " Los
países latinoameri ca nos -advierte Prebisc h- di stan muc ho de
ser austeros; por ende la tendencia al desequilibrio interno es más
pronunciada que la que existió en los centros en una etapa similar de su desarrollo ."
La dimensión del excedente, en las eco nomías periféricas, se
ve así afectada negativam ente por las tendencias de un desequilibrio dinámico que lleva a la inflación y a las medidas co n qu e
se procura contrarrestarla . Procesos que a su vez acentúan las tendencias estructurales al desequilibrio en las rel aciones con los centros, en detrimento también del excedente periférico y de su papel
dinámico.
La intensidad del crecimiento queda, pues, comprometida por
estas tend encias tanto de desequilibrio interno como de desequilibrio externo, por lo demás est rec hamente vinculados. Y de ello
derivan directamente los requerimi entos de industrialización , de
sustitución de importaciones y de exportación de manufacturas,
que sin embargo no se satisfacen espontáneamente en la relació n
con los centros: su oportunidad proviene más bien de las fases
de crisis de ellos, cuando la perifería se ve obligada a reacc ion ar
contra su propia pasividad y acudir a la protección como respu esta
frente a la superioridad económica y tecnológi ca de los centros.
Las relaciones de poder
N
o se trata, sin embargo, de procesos estrictamente económicos. La misma hegemonía capitalista se expresa en las rel aciones de poder, en las que la superioridad técnica y económica
de los centros, con el apoyo decidido, además, de su poder político, permiten ejercer un a influencia inco ntrastab le en la periferia . Y tanto en los ce ntro s co mo en la perifería prevalece el interés económico de los grupos dominantes.
" Bajo el influj o de este pode r -escribe Preb isc h- los ce ntros
se articu lan co n la periferia, en una combin ac ión de intereses en
los estratos superi ores de ésta. Y así, además de su poder, de suyo
co nsid erab le, los ce ntros compa rten en medida variable el poder
económico y político de tales estratos." Dicho de otro modo , el
interés de los grupos dominantes de los ce ntros se comb in a co n
intereses estratégicos, ideo lógicos y políticos local es, consolidando
los fenóme nos de dependencia en las re lac iones ce ntro-periferi J.
La expresión de esos intereses en el ámb ito del mercado, tan to ·en el plano nac io nal co mo en el in te rn acio nal, podrá se r eiicaz en función de su propia conven iencia; pero ese mercado ,
ind ependientemente de la intensidad de su gravitación económica
y política, no podría se r "e l sup remo regu lador del desarrol lo cl t•
la periferia y sus relacio nes co n los centros ... El así. llamado juego
espontáneo ele la economía -co11 clu ye - respond e en rea lid ad
a esas decisiones de poder, a los intereses e impulsos que las mueven . Relaciones en q ue se manifiesta la comp lej idad del desa rrollo periférico, en el cua l el fe nóm enb eco nóm ico de penetració n
de la técnica de los cent ros va acompañ ado de fenómenos sociales, políticos y culturales, vinculados todo s ellos por estrec has rel,lciones ele int erd ependenc ia."
Sólo resta agrega r el ca rácter precario e inestabl e de esas relacio nes de pode r, en ate nció n a las co ntradiccion es que subyacen en ellas entre los int ereses del centro y la perife ri a cua ndo
se los ap recia en una visió n de más largo pl azo, y al interior de
la propia periferia : co ntrad icc ió n en el sistema mundial , en tanto
el cap itali smo desarrollado se expa nd e para aprovec har la periferia, no para desarrollarla; y contrad icción en el desarrollo interno
de la periferia, entre el proceso eco nómico y el proceso social ,
porque el prim ero tiende a c irc un scrib ir los fr utos de l desarrol lo
a un ámb ito limitado de la soc iedad, en ta nto que la democratizac ión busca difundirlos.
La dinámica del capitalismo dependiente
H
asta aq uí, Prebisc h ha reunido elementos bás icos de· reierencia qu e no sólo le sirve n pa ra sustentar propu es tas de
políticas e instrum entos -industriali zac ió n, diversifi cac ión del ·
comercio, funciones del Estado, planificac ión , coope rac ión internacio nal- sino para entrar de ll eno en el aná li sis del funcionamiento din ámico del capital ismo periférico.
Su referencia centra l pasa a ser ahora la del excedente, " fuen te principal de acumulación de capital reprod uctivo que acrecienta
la productividad y multiplica el empleo", y categoría que él recoc
noce como "de primordial importancia en mi interpretación " .
Id entifica un problema· fundamental en los desti nos que termina por as umir el excedente: los estratos superiores de la estructura soc ial se apropian de una parte co nsid erab le del excedente
eco nómi co y destinan un a alta proporción de él a la imitación
del consumo de los centros; otra parte sa le de la eco nomía nacional por la "exagerada succió n de in gresos po r los centros"; y las
mi smas fallas del sistema esterili za n otra cuota en la " hi pertrQfia
del Estado". De este modo, se deb ilita la capacidad de acumulación ; la ac umulac ión de cap ital se vuelve in suficiente fre nte al
aumento de la fuerza de trabajo y el sistema ti ende ·a "exc luir gran des masas que quedan vegetando en el fo ndo de la estructura
socia l" . La desigualdad pasa a ser una base fundamental de l capitalismo periférico.
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Se confi gura así lo que Prebisc h denom in a " la gran paradoja
del excedente". El excedente crece con los aum entos de productividad y decrece como co nsecuenc ia de las presion es redi stributivas; si el res ultado de los dos movimi entos opuestos es posi tivo, el sistem a fun cion ará reg ularmente. En tal caso, los estratos
superiores, que concentran la mayor parte de los· medios de
producción , pu eden aum entar si multáneame nte su co nsumo privilegiado y la acumulación de capital. Pero si las pres iones redi stributivas sobrepasa n los re sultados del_ incremento de producti.vidad , elevarán los costos y las empresas tend erá n a subir los
precios. Además, no tod a la presión redistributiva se manifi esta
en alzas de remun erac ion es; el Estado busca también amp li ar su
participación.
Esto ·quiere decir que tod a vez qu e aum enta el poder redistri butivo, como ocurre en procesos de democratización , o se cae rá
en la espiral inflacionar ia, qu e indirectamente afectará tambi én
al excedente, o se redu cirá la acumu lación. De manera que -concluye Prebisch- las reglas del ju ego del cap itali smo periféri co no
permiten atacar sus dos gra ndes fa ll as: " ni su sentido exc luyente,
que sólo podría corregirse con una ac umul ac ión más intensa de
capital a expensas de los estrato s pri vi legiados y de los ingresos
que se transfieren a los centros, ni su sentido co nflictivo qu e se
acentúa cada vez más en el ju ego irrest ri cto de relacion es de
poder".
Hay en su razonami ento la idea de un límite (re lativamente
estrecho) en la permi sibilid ad distributiva del sistema. Aunqu e el
excedente global permitiría una parti c ipac ión mayor de los salarios, las empresas no parece n dispu es tas a aceptar lo con ca rgo
a su propia cuota de apropiac ión del excedente: o redu ce n la
acumulación o tra slada n la elevación de remuneraciones a los precios. De manera que cuando se fortalece el poder de redistribución , sobre todo en el curso de procesos de ampliación democrática, o se intensifican los desequilibrios fin ancieros o el sistema
tiende a estancarse.
La " pugna distributiva", de la que participa también el Estado, tiene así un papel decis ivo, según la interpretación de Prebisch , en la evoluc ión del sistema y en defin iti va en su tend encia
a la crisis, pues " no hay forma perdu rab ie de evitar que la presión de compartimiento perjudique el pape l dinámico del excedente y lleve fatalmente a la espira l inflacion aria" .
La afirmación podría co ndu cir, por c ierto, a conc lusiones políticas peligro sas y desde lu ego contraria s a sus propias convicc iones. De ahí que se sienta obligado inmed iatamente a adve rtir que
el empleo de la fuerz a com o medio para restablecer la dinámi ca
del sistem a "está expuesto a seria s perturbac ion es en las cuales
suelen combinarse ciertas inconsistencias teóri cas con incongruenc ias prácticas"; no obstante lo cual sigu e pensa ndo que "si el sistema es manejado co n destreza podrían lograrse altas tasas de
acumulación y de desarrollo con notable prosperidad de los estratos sociales favorecidos, pero a costa d e una fuerte compresión '
de los ingresos de una parte considerable de la fuerza de trabajo". Sólo que en este último caso, al reanudarse la presión redistributiva en los empeños por la recuperación democrática, el sistema sería llevado a un nuevo crclo político, en condiciones aún
más difíciles como consecuencia de la deformación que habría
sufrido la estructura productiva "para responde r a la exaltación
de la sociedad privilegiada de con su m o" .
teoría del capitalismo periférico
Socialismo y liberalismo económico
amada en sentid o est ri cto, esta línea de pen sam iento pareciera co ndu cir in exorab lemente al desa hu cio de un sistema
cuyas fu erzas eco nómicas lo conducen a la desigualdad como condición de dinami smo, desde el ángul o d e la acumulac ió n, y cuyas
fuerzas socia les presionan por la distribución, como co ndició n
de democraci a. La crisis aparece como producto de la capacidad
de los asa lar iados, a través de su o rga ni zac ión sindi ca l y po lítica,
para defend er sus remun erac io nes y su partic ipac ión en la d istri bución del in greso .
T
Vi sto desde otro ángul o, un razo namiento de se ll o ese ncialmente prog res ista pareciera desemboca r en fata li smo reacc ion ari o. A menos que, co mo hace Prebisch a cont inu ación, un a
"opción transfo rm adora" venga a sa lva r los término s de aque ll a
co ntradicc ió n.
Su propu esta ar ranca de lo que ll ama una " teo ría de la transformac ión" y se ex presa en un a transfo rmación del sistema que
se base en un uso social del excedente. " Con ell o es toy bu sca ndo - dice- una síntes is entre soc ialismo y li bera li sm o eco nómico, qu e tarda en ll ega r": regulac ión global de la ac umulac ión y
la distribución , que sig ni fica ría soc iali smo, y aceptac ión del mercado como meca ni smo eficiente, aunqu e no co mo "s upremo
regulad o r de l desa rroll o", qu e signi ficaría libera li smo. Es decir,
una teo ría de la transform ación cuyos grandes objetivos serían
eq uid ad distributiva, vigor del desa rro ll o y nu eva s form as instituciona les de un a democrac ia ge nuin amente parti cipati va.
A l Estado co rrespo nd ería la función ese ncial de regul ar el uso
socia l del excede nte, co n el doble propósito de aum entar el ritmo de acumul ació n y co rregir las disparidades di stributi vas de
carácter estru ctural. Para ello no se ría necesa rio que tom e en sus
manos la propiedad y la gestión de los medios de producc ión:
en su opin ión, las grandes fa ll as del sistema no radica n en la propiedad privada en sí mism a, sino en la aprop iación privada del
excedente. Lo cual supone, a su vez, un cambio en la "composición soc ial de l cap ital", sin desca rtar tampoco solu c iones intermedias, " un a de las cuales podría co nsistir en promover la mayo r
acumu lac ió n, aun en las grand es empresas, en las mismas manos
en qu e se rea liza actua lmente", en un esquem a en que la orientación regul ado ra estatal se establ ezca por medio d e la planifica-'
c ión democráti ca.
A partir de estas ideas centra les, Prebisch ava nza en lo que
ll amó en un a de sus obras "esbozo de la transform ació n", en un
esfuerzo por aproximarl as al pl ano de la acción conc reta y demostrar con ell o su via,b ilid ad . Empeño en el cual el último rec urso
de su argumentación es aceptar qu e se trata de un cam in o largo
y difíc il , pero que no reco nocería altern ativa.
La asimilación
~rítica
y la tarea futura
E
sta rese ña de las id eas central es de Prebisc h sob re el capitalismo periférico tal vez sugiere, para muchos, una amplitud
de conceptos mayor que la q ue se suele asociar al "pensamiento
cepalino" y con unos alcances políticos q ue tampoco se corresponderían con la imagen institucional de la CEPAL .
Esas ideas conforman, en efecto, una herencia intelectual muy
importante. En ella será preciso reconocer su concepto del pro-
comercio exterior, mayo d e 1987
pio desarrollo, que evolucion a desde un a id entificación inicial con
el crec imi ento a la co ndic ión de que sea capaz de di seminar sus
frutos al conjunto de la soc iedad, y capaz tamb ién de sustentar
una din ámi ca propia de expa nsión co ntinua; su insi stencia en la
neces id ad de integrar, en el entendimiento de los procesos de
desa rrollo, la s dimen sion es económi cas y políti cas, y desentrañar la naturaleza de sus interre lac iones; su preoc up ac ión co nstante por los fenómenos de des igualdad , tanto en el interior de
ca da país co mo en el plano de las relacion es eco nómicas internacionales; su actitud de aprender directamente de la realid ad
latinoamericana, y su propós[to de sustentar en todo ell o una interpretación ca bal de la forma sin gu lar qu e ha asumido el desarroll o ca pitalista en Am érica Lati na.
Sería erróneo subest im ar esas contribuc iones bajo la disposi c ión de escepticismo que exp li cab lemente suele motivar la significación actual de la CEPAL. Como tuv e ocasión de manifestarlo
durante uno de los primeros homenajes a la memoria de don Raúl,
desd e que las circunstancias de la hi storia cambiaron el carácter
ini cial de la CEPAL -época en que representó a las causas más
progresistas de América Latina- de hecho Prebisch se disoció intelectu alm ente de ell a: en los últimos tiempos, Prebi sc h y la CEPAL
no se co nfundían , como sí ocurrió antes; al revés de lo que sue le
suceder, el hombre mostró más vita iLdad que la in stituc ión que
fo rjó.
Pero tampoco se trata de ac.oger pasi va mente esas id eas suyas.
Lo qu e corresponde es as imil ar las crít ica mente y constituirl as en
una referencia para seguir trabajando en una dirección que, como
se ha dicho , no está sufic ientemente presente en nuestro medio.
La reflexión crítica podrá asum ir, en efecto, dive rsos contenidos. Se señalará , por ejemplo, el idealismo que podría atribu irse
a su propuesta de disponer soc ialm ente de un excedente que se
, genera ·en medios de producc ión de propiedad privada altamente concentrada. O manifestar ab ierta di sco nformidad con los términos de su aná li sis de la " pugn a distributiva" y la función perturbadora que parec iera atribuir a la organ izac ión sindical y la
capac idad de defensa de su in greso real y su parti cipación en la
di st ribución del in greso de las clases trabajadoras .
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los trastornos que ya venían ocurriendo en su propio desarrollo";
y más tarde reafirma el mismo concepto: " Estamos viviendo una
crisis planetar ia del capita lismo . . . No podríamos comprender esta
crisis en el ámbito latinoamericano fuera del contexto global del
sistema."
No se trata por cierto, en esta s notas, de intentar una revisión
sistemática de conceptos como éstos, sino apenas sugerir la necesid ad de hacerlo. En efecto, habrá que exp licarse por qué precisa mente quien más atención ha prestado a los procesos que " terminan por debilitar el ritmo del excedente y con el andar del
tiempo ll eva n a la cris is de l sistema" -según sus propias palaqras-, a la hora de interpretar la crisis actua l atribuye más incidencia a los factores externos qu e a esas dinámicas internas. Más
aún si se tiene en cuenta que, sin subestim ar de ninguna manera
la influ enc ia que han tenido los acontecim ientos exte rnos, pero
con un a función rnás de precipitación que de origen de la crisis
latinoam,ericana, esta cr isis vendrá a representar por encima de
cua lqui er otra cosa una c risis de desigualdad.
Qu izás no por las mismas razones qu e hubiera aducido Prebisch. Porqu e el dese nvolvimiento de la crisis ha puesto también
de manifiesto algunos hechos que vienen a cuestionar aspectos
muy centra les de su argumentac ión . De nuevo sin la intención
de ir más all á del enunciado de otra lín ea de reflexión crítica,
cabría mencionar que la prolongación de esta crisis no aparece
asoc iada en modo alguno a una inten sificación de una pugna distributiva que estuviera resolviéndose en favor de los trabajadores
y debilitando por esa razón el excedente. Por el·contrario, las políticas neoliberales que fueron predominantes en varios países y
luego las políticas " de ajuste" que se han puesto en práctica en
casi todo s ellos, han tenido como e.fecto reducir niveles absolutos y participación de los salarios, en favor de un excedente acrecentado que sin embargo se acompaña de un descenso impresionante de las tasas de inversión . La succió n de ingresos por "los
centros" puede exp licar una parte pero no todo el fenómeno .
Según creo entender las cosas, la oportun idad no fue suficientemente aprovechada y la prueba no resultó decididamente positiva.
La exp losión de la cris is de desigualdad tal vez tenga, pues,
que ser comprend id a en otros términos, abriendo cuestionamientos a la afirmación repetida incansablemente por Prebisch y reiterada en uno de sus últimos escritos en el sentido de que "la
dinámica del sistema depende del crec imiento del excedente y
éste, a su vez, se basa sobre la desigualdad social. Y cuando el
desenvolvimiento del sistema trata de corregir esta desigualdad,
termina vulnerándose internamente el excedente y se resiente el
ritmo de acumulación reprodu ctiva con serias consecuencias dinámicas". Contrariamente a esa línea de razonamiento, podría sostenerse que el agotam iento dinámico del sistema no proviene de
unas conquistas sa lariales que reducen el excedente, sino de los
límites eco nómi cos de la concentración del ingreso, exace"rbada
aú n más por la crisis: siempre censurab le socialmente, la extrema concentración del ingreso habría dejado también de cumplir
una función de dinamismo económ ico, constituyéndose por el
co~trario en un obstáculo para la cont inuid ~d del crecimiento .
Si bien esc ribió en un mom ento que " la crisis es en verdad
una consecuencia de la lógica interna del capita li smo periférico",
no fue en esos términos que procuró ex plicar la evolu ción de esta
crisis de los ochenta. Acentuó mucho más la id ea de que se trata
de un a "c risis pl a n ~ t a ria ", del capita li smo y el soc ialismo, que
proyecta sus consecuenci as sobre América Latin a: " La crisis del
capitalismo a los centros se está extendiendo pl anetariam ente. Sus
efectos adversos son notorios en la periferia , en dond e agravan
_Diferir así de las proposiciones de Prebisch no significa atenuar el interés por su obra. In spiradora no sólo por su contenido,
sino también por el legado ejemplar de su autor, como expresión de compromiso latinoamericano, de valentía y audacia para
buscar respuestas propias a problemas propios. Con sus contribuciones a lo que concibió como una "teoría del capitalismo periférico" , dejó abierto un campo de trabajo que otros economistas
latin oamer icanos ti enen la ob ligac ió n de seguir cultivando. O
De manera genera l, podría decirse que la crisis por la que atrav'iesan actua lm ente las economías latinoamericanas viene a constituir al mi smo tiempo una oportunidad y una prueba para el pensam iento de Prebisch. Una oportun id ad, porque en la crisis están
quedando plenamente de manifiesto los límites de la modalidad
específica de desarrollo cap itali sta que ha predominado en América Latina, y convoca por lo mismo las transforma c iones que
pudieran abrir nu evos caminos de desarrollo; y una prueba, en
el sentid o de exa minar hasta dónd e las id eas de Prebisch ofrecen
un " diagnóstico" certero de la crisis.
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