LA ECONOMÍA ARGENTINA EN LA “EDAD DORADA” 1.

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Javier Villanueva
LA ECONOMÍA ARGENTINA EN LA
“EDAD DORADA”
A. Introducción
La evolución económica de la Argentina, a fines del siglo XIX
y comienzos del XX, ha sido siempre una inacabable fuente
de interrogantes para los estudiosos de los temas de desarrollo. Las
preguntas siempre se han agrupado alrededor de dos temas cruciales. Por una parte, las investigaciones han tendido a examinar cuáles fueron los factores que contribuyeron a producir la importante
expansión económica de aquellos años la que, a pesar de los conocidos vaivenes de la época, puso al país en una posición especialmente favorable en el contexto internacional de entonces.
En muchos otros casos, lo que se ha buscado es establecer
cuáles fueron las fuerzas que contribuyeron a hacer que el brillo de
la Belle Epoque se fuera opacando hasta llegar a un aterrizaje que,
aunque no siempre necesariamente negativo, poco tenía que ver con
las expectativas que se fueron creando previamente.
Desde el exterior, la Argentina en los años del “milagro económico" era observada frecuentemente con admiración. Por ejemplo,
después de una visita que efectuara al país, decía James Bryce, en
1916: “Buenos Aires... es algo entre París y Nueva York... uno se siente (allí) más cerca de Europa que en ninguna parte de Sudamérica".
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Anatole France, que visitó la Argentina en 1909, expresaba
con palabras entusiastas su admiración por los avances del país. Decía, entonces: “¡Felices argentinos! Vuestra fortuna no está fundada
en los productos inseguros que la moda que los sostiene puede muy
luego abandonar, y basados en substancias que el progreso de la industria puede despreciar en un instante. No, vosotros producís para
el inmortal consumidor... Exportáis con los cueros y las lanas de
vuestros rebaños, las carnes, los cereales, los productos indispensables para la alimentación y el vestido de los hombres y vuestra producción irá creciendo a medida que vuestra población aumente, con
la multiplicación de vuestros centros ganaderos y la roturación de
nuevas zonas incultas de vuestro inmenso territorio..." (C. Urien y E.
Colombo, 1910).
E. Levasseur, en la Introducción a la Geographie de la Republique Argentine de Latzina (1890), decía: “Les Argentins ont le droit
de s’ en enorgueillir: peu de contrées dans le monde pourraient fournir l’example de pareils progrès... Dans (le) concours de nations nouvelles, la République Argentine aura une place privilegiée, parce
qu’elle a des avantages particuliers: la nature de son climat dans la
zone tempérée, la vaste étendue de son territoire, les qualites de son
sol, la facilité d’établissement des voies ferrées, l’importance de l’estuaire de La Plata, la situation de ses côtes sur l’Atlantique en face
de l’Europe et à une distance relativement peu considerable de l’océan Indien, la puissance du courant d’inmigration qui s’y porte, le
peuplement rapide et le progrès de la richesse qui en sont les consequences, le génie propre de sa population et l’esprit liberal de ses
institutions politiques".
Como el de Anatole France, muchos son los ejemplos que pudieran darse de las expresiones de admiración que despertara el país
en aquellos años. También a medida que fue transcurriendo el tiempo, especialmente cuando los vaivenes económicos de la época y el
posterior descenso fueron trayendo consigo nuevas corrientes de reflexión, se hicieron presentes las dudas, las críticas y los desacuerdos.
Entre los analistas locales no faltaron las voces de admiración,
ni tampoco las posiciones adversas que tendían a acentuarse con el
correr del tiempo. El 6/11/1897, el diario “La Prensa" señalaba: “Vívese en este país demasiado a la ligera. La idea del estudio de cualquier cuestión de fondo, no prospera; es hasta un tema de broncas
chacotonas. Cuando la complicación estalla y el mal se despliega en
toda su magnitud, se da la nota de la exasperación, a manera de un
furibundo instantáneo. Y un día después, todo ha concluido quedando consumado el hecho".
En la misma vena crítica, y ya en los años en que se había ido
deteriorando la “Edad Dorada", decía Bunge (1920) haciendo referencia a la capacidad de reacción del país frente a los desafíos de las
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nuevas condiciones internacionales: “La falta de hábito de investigación, la ausencia de disciplina universitaria en el examen directo de los
hechos son, a mi juicio, las causas que más han contribuido a que conozcamos la verdad con diez, veinte y más años de atraso y en forma
incompleta o desfigurada, orientando con ella nuestras conclusiones,
cuando no preferimos fundarlas en la experiencia europea".
Tal vez, quien mas cerca estaba de comprender las excelencias
y trabas de la economía argentina en aquellos años era J. A. Terry.
En un artículo que publicara en la Revista Argentina de Ciencias Políticas (octubre de 1910) decía este autor: “Se ha dicho y se ha repetido hasta el cansancio que la situación económica del país y financiera del gobierno, reposan sobre la balanza económica, o sea en sus
saldos anuales... saldos favorables continuados, producen una situación próspera para el país y para el gobierno, salvo si éste último
desconociendo ciertas reglas de prudencia y de previsión, descuenta
el porvenir en una forma exagerada... Mucho tememos que en estos
últimos años, los fuertes saldos favorables de nuestra balanza económica hayan provenido en parte, de los capitales nuevos incorporados..."
Como quiera que fuera, lo cierto es que la experiencia de fines
del siglo XIX y principios del XX ha sido realmente excepcional dentro del contexto económico internacional de la época. En las
próximas secciones, procuraremos presentar, en forma sintética, los
datos disponibles que permiten efectuar comparaciones de desarrollo
argentino de aquellos tiempos, con otros países del mundo. En general, emplearemos, por un lado las recientes contribuciones empíricas
de Maddison (1995) y; por otra parte, utilizaremos los datos empleados para el examen de la realidad argentina que se pueden encontrar
en las publicaciones locales de comienzos del siglo XX.
B. Examen de los datos existentes: el crecimiento del PBI
Entre 1870 y 1913, el crecimiento del PBI per capita argentino fue de 2,5% (tasa de crecimiento compuesta, media anual). Al nivel alcanzado por la Argentina, le seguían Canadá (2,2%), Estados
Unidos (1,8%), México (1,7%) y Australia (0,9%). Así, según los datos que elaborara Maddison, en 1995, la Argentina fue el país cuyo
PBI real creció más rápido que en el resto del mundo incluyendo,
naturalmente, a los demás países de América latina.
Los datos de Maddison muestran también una Argentina que
después de alcanzar un PBI per capita (en dólares internacionales de
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1990) de 1.311, en 1870, había logrado ascender a un total de 3.797,
en 1913. Nivel que superaba a los siete países más importantes de
América latina (incluyendo a Brasil, Chile, Colombia, México, etc.) y
a varios países de Europa Occidental (Francia, Italia, España, Austria, por ejemplo).
Expansión de la población:
La tasa de crecimiento de la población argentina, entre 1870
y 1913, también constituyó un record internacional en la época. La
tasa media anual del crecimiento de la población, en el período indicado, fue de 3,4 por ciento. Es decir, un valor más elevado que el
de cualquiera de los 57 países examinados por Maddison (1995). En
escala decreciente le seguían: Nueva Zelandia con 3,2%, Australia
con 2,6%, Brasil con 2,15% y Estados Unidos con 2,1 por ciento.
El impacto de la inmigración tenía mucho que ver con los resultados exitosos mencionados más arriba. En 1889, ingresan al país
260.909 inmigrantes, en 1896 lo hacen 135.205 y en 1912 lo hacen
379.117. Así, en 1914, del total de la población 70%, eran argentinos y 30% extranjeros. De estos últimos, 12% eran italianos y cerca
del 11% eran españoles. Entre 1881 y 1915, la Argentina recibió el
11,6% de la inmigración internacional sobrepasando así a países como Australia, Nueva Zelandia, Brasil y Canadá. (Kenwood and Lougheed, 1971).
El ingreso de los inmigrantes era muy apreciado en el país.
“La Prensa" (1/2/1898) sobre el particular: “Para la República Argentina el inmigrante es un mensajero de la civilización... es un asociado en la inmensa empresa acometida de poblar y cultivar nuestro
suelo, procurando radicarlo para siempre por el vínculo de la familia y el bienestar al que aspira todo hombre".
La actividad donde se concentraba el mayor número de extranjeros, en 1914, era el comercio (38% argentinos, 62% extranjeros;
Tornquist, 1919). En las demás actividades predominaban los argentinos de origen, aún cuando en proporciones que giraban alrededor de
55% para los locales y alrededor de 45% para los inmigrantes.
Variaciones en el volumen de las exportaciones:
También en materia del crecimiento de las exportaciones, la Argentina presentaba un cuadro muy favorable. En el período 1870-1913,
la tasa de crecimiento compuesto media anual del volumen exportado
fue del 5,2 por ciento. Nivel superior a cualquiera de los países europeos, de los Estados Unidos y de Australia y Canadá en el período mencionado (Bélgica 4,2%; Alemania 4,1%; Australia 4,8%; Canadá 4,1%;
Estados Unidos 4,9%). Con respecto de América latina, lo alcanzado
fue cercano a la experiencia de México (5,4%) y de Perú (5,3) y superior al resto de los países de la región (Maddison, 1995).
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Las exportaciones, alrededor de 1910, consistían principalmente de productos de la ganadería (animales vivos y carne), de agricultura (materias primas y materiales vegetales elaborados) y de minerales (plata, plomo, cobre en barras, cal, etc.).
“El comercio internacional de la República, en 1909, señala las
más altas cifras que registra nuestra historia económica respecto de
su importación y exportación, y arroja un excedente a favor de la segunda, de pesos oro 95.000.000 aproximadamente, que es, por sí solo, igual al total del comercio exterior que la República realizaba hace cuarenta años... Las cifras que anteceden, además de ser sin precedentes en la historia comercial de la nación, revelan una prosperidad que coloca a nuestro país en un rango prominente entre los Estados de la América del Sud... La vitalidad extraordinaria de la República queda demostrada en esos guarismos, que son los exponentes
más brillantes de lo que el país ha trabajado en los últimos años del
siglo que festejamos, y nos hablan de faenas rurales intensísimas, cuyos frutos palpamos, en la expansión de nuestros ferrocarriles, en las
obras portuarias en construcción, en los progresos de la edificación,
en la valorización de las tierras, en los adelantos de la locomoción
marítima y terrestre, en el bienestar económico de sus habitantes y en
los importantes saldos comerciales que afluyen a la Caja de Conversión y a las instituciones bancarias, como beneficio lógico de la proficua labor realizada". (C. Urien y E. Colombo: La República Argentina en 1910).
Antes de cerrar este párrafo, convendría recordar que el destino principal de las exportaciones argentinas eran, en aquellos años
(1914), los puertos de Gran Bretaña. Por ejemplo el maíz, la carne
congelada, el lino, la avena, el “chilled beef". En cuanto al trigo, en
general era Gran Bretaña el principal comprador de la Argentina
(46% del total exportado en 1919; Tornquist, opus cit.)
Extensión territorial del país:
Aunque la superficie de la Argentina no había sido muy exactamente calculada, la versión más aceptada era la de que el país disponía de 2.952.551 kilómetros cuadrados. Sobre la base de esta estimación se llegaba a la conclusión de que la Argentina se encontraba entre aquellos países del mundo que más territorio tenían.
Del total de la tierra disponible, en 1909, una parte importante era poseída por la Nación y manejada por el Poder Ejecutivo. El
total de estas “tierras públicas" era de 80.444.032 hectáreas distribuidas en todo el territorio del país. Especialmente en el Sur, se encontraba este tipo de tierras: Santa Cruz, 19.401.632; Chubut,
18.761.695; Río Negro, 12.980.993.
Según C. Solberg (1985) la propiedad de la tierra en manos
privadas se distribuía de la siguiente manera, en 1912/1913: Los
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“rentistas" retenían el 55,1 por ciento. En cuanto a la explotación de
las tierras, los datos disponibles señalan que en 1872, las hectáreas
en cultivo llegaban a 580.008; en 1913 las mismas alcanzaban a
24.091.721. Es decir, se había logrado un ascenso de 23.511.718 en
las hectáreas en explotación. En 1909-1910, según C. Urien y E. Colombo (1910), del total de la superficie en actividad, el 77,5% era dedicada a los siguientes cultivos: trigo 30,15%; lino 7,52%; maíz
15,53%; alfalfa 24,31 por ciento.
Era consenso general el considerar, en 1910, que el territorio
argentino podía ser dividido en tres grupos: a) tierra arable que podía ser directamente cultivada (35%); b) tierra que sólo podía utilizarse en el estado actual para la cría de ganado (33,8%) y c) bosques,
montañas, lagos, ríos, salinas, regiones áridas, etc. (30,77%)
Extensión de las líneas férreas:
El “progreso ferroviario" era para la Argentina no sólo un motivo de orgullo, sino también una piedra fundamental en el desarrollo económico del país. Para lograrlo “no hemos omitido esfuerzo ni
sacrificio alguno, y aún en medio de guerras interiores y exteriores,
de crisis y dificultades financieras, toda clase de franquicias, privilegios y subvenciones se han acordado para lograr que el capital extranjero invirtiese sus ahorros en obras de utilidad general que, al
mismo tiempo que le ofrecen provechosos rendimientos, beneficiaba
directamente al país que los otorgaba" (C. Urien y E. Colombo, 1910).
Según los datos de la época la Argentina pasó a disponer de
una red ferroviaria de 732 kilómetros, en 1870, a una red de 25.508
en 1909. Según los datos de Maddison, la posición argentina, sobre
el particular era muy exitosa en comparación con otros países de la
región.
Kilómetros de vías férreas
1870
732
745
732
349
669
13
1.529
Argentina
Brasil
Chile
México
Perú
Venezuela
Australia
1913
33.478
22.614
24.614
20.447
3.276
858
31.453
Fuente: A. Maddison, opus cit, 1995.
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Las líneas férreas a las que hemos hecho referencia tendían a
converger hacia tres puntos de la ribera del Río de la Plata y del Paraná: Buenos Aires, Rosario y Santa Fe. Aunque todas, finalmente,
tendían a converger en Buenos Aires.
La distribución de la red ferroviaria, en 1908, en porcentaje
sobre el kilometraje total era la siguiente: Buenos Aires, 33.97%;
Santa Fe, 16,86%; Córdoba, 13,05; Santiago del Estero, 5.50%; Entre Ríos, 4.50% y la Pampa 4.40 por ciento.
Los aportes del capital externo
Los aportes del capital externo han sido considerados como
una pieza clave para comprender los adelantos económicos concretados en el país en el período que estamos examinando. Según los
datos utilizados por A. M. Taylor (1999), la Argentina figuraba en el
primer puesto, en materia de recepción de inversiones extranjeras
por unidad del PBI, en América latina y Asia, en 1900, con un valor de 4.15 por ciento, seguida por Uruguay (3,14%) y por Brasil
(2.55%). En 1914, la Argentina se encontraba en una segunda posición (2,60%), detrás de Brasil (2.96%).
Como puede verse en los datos de J. Rippy (1959), que seguidamente proporcionamos, la Argentina en 1890 (156.978.788 Libras)
y después en 1913 (357.740.661) era el principal receptor de los ahorros británicos colocados en América latina. A fines de la década del
noventa, la inversión británica tendía a concentrarse en los ferrocarriles (38.80%) en los préstamos a los gobiernos de la nación, de las
provincias y de los municipios (30.3%). En 1910, se añadían a las
previamente indicadas, las inversiones que se fueron realizando en
tranvías y otros servicios públicos (R. Gravil, 1985).
Inversiones británicas en América latina
Valores nominales en Libras
Argentina
Brasil
1890
156.978.788
66.669.619
1913
357.740.661
223.895.435
Fuente: J. Rippy, 1959.
En general, las principales contribuciones de capital extranjero provenían esencialmente de Gran Bretaña, aunque Francia y Alemania también efectuaban destacables aportes. Como lo señala T.
McGann (1954): “Los inversores europeos se encontraban tan entusiasmados como los propietarios de la tierra en Argentina por las
aparentemente ilimitadas potencialidades de las fértiles pampas. Los
consorcios de Inglaterra, y de menor grado los de Francia, atraídos
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por los beneficios que ascendían rápidamente, apenas si daban abasto para satisfacer la demanda de las nuevas emisiones de bonos argentinos".
En la Argentina, los capitales externos eran siempre bienvenidos, aunque algunas veces emergían voces de cautela como la de J. A.
Terry, en 1910: “Según referencias que tenemos a la vista, los rentistas
europeos, urgidos por la carestía de la vida y por el legítimo deseo
de no privarse de los goces y comodidad acostumbrada, buscan colocación más lucrativas para sus capitales, cambiando el título de 2
y 3% de renta por los americanos de 4 y 5%... incorporándose a
nuestro trabajo o empleados en cédulas, títulos de deuda interna o
en préstamos hipotecarios, corriente ésta que depende exclusivamente del grado de confianza que inspire la República, y del estado
económico de la Europa. Una paralización cualquiera en esta diaria
inmigración de capitales, podrá ser para nosotros de fatales consecuencias, a no ser que sepamos neutralizarla con el aumento en la
producción de exportables".
Importaciones
Las importaciones argentinas también crecieron en el período
que estamos cubriendo. En pesos oro, alcanzaban un total de
45.535.880, en 1880, y de 302.756.095, en 1909. Las importaciones,
señalaban Urien y Colombo en 1910, consistían principalmente de
substancias alimenticias, conservas y frutas, vinos y licores, tabacos,
productos químicos y farmacéuticos, papel, libros, hierro, maquinaria de todas clases, metales y maderas de construcción, piedras, cristalería, productos de cerámica y alfarería, hilados y tejidos, paños,
sederías, ropa hecha, confección, carbón de piedra, útiles para el
alumbrado de gas y para las instalaciones eléctricas.
Principales importaciones
% sobre total 1914
Carbón ........................................................ 8.81
Nafta (no refinada o petróleo).................. 3.90
Tejidos de algodón..................................... 2.78
Hierro........................................................... 2.16
Telas de lana................................................1.74
Caños de hierro...........................................1.69
Materiales para ferrocarriles .................... 1.51
Locomotoras................................................ 1.48
Aceite (comestible).................................... 1.39
Fuente: Tornquist, 1919.
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Las importaciones se encontraban sometidas a derechos arancelarios que representaban, como veremos más adelante, una parte
importante de los ingresos del estado nacional. La ley aduanera de
1854 establecía un 10% de derecho general y el 20% para varios artículos de fabricación nacional (Martín y Herrera, 1912).
En 1876 se eleva la protección a 40 por ciento. “En 1912 los
aranceles generales eran de 25%, pero existían cuotas especiales mayores para determinados artículos y otras menores para artículos
empleados en la industria nacional" (Martín y Herrera).
Los ingresos del estado
El gasto de la administración nacional fue también elevándose con el correr del tiempo. En 1880, el gasto público en pesos oro
era de 26.919.295, lo que implicaba un total del 7.8 per capita. En
1913, estas cifras se habían elevado a 177.513.150 en pesos oro y a
un 20.5 per capita. La deuda pública en oro había pasado en pesos
oro de 34 per capita, en 1880, a 72,8 en 1913. (Ver Tornquist, 1919).
Según este mismo autor, las fuentes del ingreso del estado nacional se habían apoyado fuertemente en los aranceles aduaneros
(50% del total, en 1899, y 57.20% en 1913). Las cargas sobre la exportación, los impuestos sobre el alcohol y el tabaco (5.47% y 7.66%
respectivamente, en 1913) era, otras fuentes importantes de los ingresos del estado nacional.
Aranceles como % de los ingresos
federales totales
1895
1900
1913
USA
%
46.9
27.6
21.1
Argentina
%
50.4
46.63
57.0
Fuente: Datos de USA: A Eckes (1995)
Datos de Argentina: Tornquist (1919)
El desarrollo de la industria
Después de 1880, las actividades industriales comenzaron a
experimentar ciertos avances. Especialmente aquellos que empleaban materias primas de extracción local para la elaboración de los
productos.
En 1895, según los datos disponibles, había en el país 24.831
establecimientos industriales; en 1913 el número llegaba a 48.779.
Entre los sectores más importantes, en 1895, figuraban: indumenta-
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ria y tocados (25.43% del número total); alimentos (27.63%); construcción (16.95) y metalurgia (13.69%).
En 1913, se pueden observar claros cambios en el orden de importancia de las distintas actividades industriales. Los alimentos pasan a ocupar el primer lugar (38.91%), seguidos de la construcción
(17.59%) y de la producción de indumentarias (14.52%).
Las llamadas actividades industriales y de artesanía representaban, sobre el total de los sectores productivos del país, en 1895 el
14.9% y en 1914 el 16.7 por ciento.
C. Conclusiones
El misterio de la declinación económica de la Argentina,
después de los años que hemos cubierto en los párrafos previos,
se fue constituyendo en uno de los “mayores y mal comprendidos
interrogantes de las historias nacionales, en la literatura del desarrollo" (C. Díaz Alejandro, 1988).
Muchos han tratado de establecer las causas básicas del éxito de
los años de la Belle Epoque, para después examinar cuales de tales factores fueron haciéndose escasos con el transcurrir del tiempo. Lafond,
en 1912, entendía que los tres factores determinantes de la positiva
evolución de la Argentina eran, con el apoyo básico de la abundancia de los recursos naturales, la inmigración, los ingresos de capital
y la organización y pacificación política. Cualquier falla en la disponibilidad de éstos podría traer consigo problemas económicos.
En una corriente de pensamiento semejante a la de Lafond,
Taylor (1994), y otros autores, entienden que el descenso de la economía argentina estaba relacionado con el conflicto bélico mundial
de la primera década del siglo veinte: “La Gran Guerra fue el ‘turning point’, en la declinación que se iniciaría”.
Con la Gran Guerra, se cortaron los flujos de capital, después
del colapso de los mercados internacionales y el desplazamiento de
Gran Bretaña hacia una posición de país deudor antes que acreedor.
Por otro lado, las corrientes inmigratorias tendieron a declinar también. Además, la Argentina, comparada con países como Australia y
Canadá, tenía una baja tasa de ahorro.
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Tasas de ahorro como % del ingreso nacional
Argentina
Australia
Canadá
1900-1913
4.52
15.61
15.90
1914-1929
5.00
13.41
16.55
Fuente: A. Taylor: 1992.
En tales condiciones, señala Taylor, los “motores del crecimiento" encontraban obstáculos para avanzar. Además, “la brecha
del balance de pagos no podía ya ser superada, y el peso demográfico dificultaba la acumulación Argentina a través del período entre
guerras" (A. Taylor, 1992). Otros estudiosos de la historia económica argentina entienden que, en realidad, el proceso de “aterrizaje"
económico se dio, como resultado del impacto de la Gran Depresión
(Díaz Alejandro) en los años treinta.
Victorino de la Plaza en su Mensaje al Congreso, en 1914,
puntualizaba que “la Guerra en los Estados Balcánicos, creó una situación delicada. La política europea parecía rodeada de incertidumbres y esto sembró la alarma que trajo la restricción mundial de los
capitales y la perturbación en todo el orden de las operaciones bursátiles". Como quiera que fuera, la Gran Guerra le trajo a la Argentina situaciones difíciles de superar. Situaciones que, regresando al
análisis de Lafond, no sólo incidían en el ingreso de capitales y la
inmigración, sino que también venían acompañadas de dificultades
políticas de difícil superación.
Bibliografía
- James Bryce: South American: Observations and Impressions; New York, 1916.
- Alejandro Bunge: Los Problemas Económicos del Presente; Buenos Aires, 1920.
- C. F. Díaz-Alejandro: “No Less Than One Hundred of Argentine Economic History
Plus Some Comparisons"; en Trade, Development and the World Economy: Selected Essays of Carlos F. Díaz Alejandro; edit. By A. Velasco; Oxford, 1988.
- Alfred E. Eckes: Opening America’s Market; Univ. of Carolina Press; USA, 1995.
- Roger Gravil: The Anglo Argentine Connection; 1990-1939; Syracuse University,
1985.
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B O L E T Í N D E L E C T U R A S S O C I A L E S Y E C O N Ó M I C A S 25
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ERSIDAD
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BOLETÍN
DE LECTURAS
SO C I A L E S Y
ECONÓMICAS
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BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
AÑO
8
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35
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