Pueblo Elegido

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EL PUEBLO ELEGIDO
“Tú nos elegiste entre todos los pueblos, nos amaste y nos quisiste...” (texto
extraído de la Tefilá)
“Bendito Seas ...Quien nos eligió entre todos los pueblos, y nos entregó Su
Torá...” (texto de la segunda bendición de la Torá)
¿Es el pueblo judío un “pueblo elegido”? En caso afirmativo, ¿en qué se manifiesta este
título?
Maimónides y Rabi Iehuda Haleví
Trataremos de dar respuestas a estos interrogantes, a través del estudio de dos textos
clásicos escritos por dos extraordinario pensadores judíos de la Edad Media: Rambam
(Maimónides) y Rihal (Rabi Iehuda Haleví), quienes exponen dos posturas difierentes
sobre el tema. Proponemos analizarlas sistemáticamente como exponemos a
continuación.
Iehuda Haleví, EL CUZARI (libro 1, parágrafo 95)
“SABIO JUDIO- Espera un poco y te demostraré la grandeza de este pueblo. Tengo la
certeza, por el testimonio de la Torá, que ellos fueron elegidos por D’s para ser Su
pueblo y Su nación entre todas las naciones del mundo, y que lo divino se encuentra en
todos ellos, hasta haber sido dignos de oír la palabra divina. Y de ellos se transmitió esta
virtud a sus mujeres, ya que también entre ellas hubo profetizas, siendo que
anteriormente lo divino se había presentado en individuos aislados a quienes les llegó tal
virtud del primer hombre. El primer hombre gozó de esta virtud por haber sido de
perfección suma… por tanto Adán, el primer hombre, es llamado ‘hijo de D’s’ y todos
los de su simiente semejantes a él fueron llamados hijos de D’s… y de este modo
continuó tal sucesión hasta Noé a través de individuos…”.
“…por tanto Adán, el primer hombre, es llamado ‘hijo de D’s’ y todos sus simientes
semejantes a él fueron llamados ‘hijos de D’s’… Y así sucedió durante las generaciones
desde Noé hasta Abraham … Los hijos de Jacob fueron todos predilectos, dignos de lo
divino. A partir de ese momento comenzó lo divino, que hasta entonces no se había
posado más que en individuos aislados, a morar en una congregación… por cierto hubo
entre ellos pecadores adversos a D’s, pero no cabe duda que también fueron electos en
un sentido consabido: tal predilección se hallaba en sus raíces y naturaleza, y ellos habrían
de engendrar a quienes serían predilectos”.
Cuzarí, libro 1, parágrafo 101:
“SABIO JUDIO- Moisés no presentó la Ley sino a su pueblo, a los que hablaban su
lengua, y D’s prometió al pueblo tornar y exhortarlo al cumplimiento de la Ley por
medio de los profetas”.
Explicación:
En el libro El Cuzarí, expone el sabio –el represante judío- los principales valores
judíos al rey de los Cuzares, explicando el orden cosmológico y la estructura de la
creación divina. En este contexto, el pueblo judío ocupa una posición singular entre los
demás pueblos.
Según el sabio, Adán, el primer hombre, fue creado como un ser completo y perfecto, en
el sentido en que respondía al mayor grado humano de semejanza a D’s. tal condición,
llamada por Rihal la “condición divina”, se transmitió en un principio de padre a sólo
uno de sus hijos, es decir, fue recibida por un hombre en cada generación. Abraham
ascendió un peldaño más en la escala de la “condición divina” al trasladarse a Eretz
Israel, que es según Rihal un lugar dotado de características especiales.
Es sólo a partir de Jacob que tal condición se transforma en cualidad de todos sus hijos –
siendo transmitida a todo el pueblo- y no existe fuera del ámbito del pueblo judío. Esta
característica grupal otorga a los judíos el privilegio de recibir la Torá y eternizar su
supremacía espiritual en una forma de vida particular.
Según Rihal, la prerrogativa de los judíos sobre los gentiles, es la “condición divina”,
cuyo significado es la facultad de profetizar. Para Rihal, Israel fue elegido como pueblo
para concretar su capacidad de llegar al más alto nivel espiritual cercano de D’s.
RAMBAM (Maimónides)
En el texto citado a continuación,Maimónides expone su explicación histórica respecto a
la formación del pueblo judío. A su juicio, la idolatría tiene su origen en el error. La
humanidad en sus comienzos adoptó una concepción errónea acerca de la creación del
universo y desarrolló toda una cultura de paganismo.
Abraham, el primer patriarca de los judíos, reconoció tal error y por sus propios
medios descubrió el camino hacia la fe en un sólo D’s, Todopoderoso, Creador del
universo.
A partir de ese momento Abraham recibió el mandato divino y de acuerdo a su
nueva misión, comenzó a educar a sus semejantes hacia la fe monoteísta, apartándolos
del camino erróneo de sus antepasados.
MISHNE TORA, Capítulo de Normas relativas a la idolatría y leyes de los gentiles:
“En los tiempos de Enosh (Génesis cap.4), los hombres cometieron un grave error. La
prudencia de los sabios de aquella generación se obnubiló; el mismo Enosh estuvo entre
los que cometieron el error. Su error fue éste: pensaron que, puesto que D’s creó los
astros y las esferas celestiales para guiar al mundo, los colocó en lo alto y les otorgó
honores – de hecho son sus lacayos que le sirven - merecían ser alabados, glorificados y
honrados. Es voluntad de D’s, bendito sea, enaltecer y honrar a quien lo enaltece y
honra, del mismo modo que un rey desea honrar a quienes sirven ante él, porque esa es la
honra del rey. Cuando concibieron esta idea, comenzaron a construir templos a los astros
y a ofrendarles sacrificios, a alabarlos y glorificarlos de palabra y a posternarse ante ellos,
creyendo equivocadamente que así se ganaban el favor del Creador.
Con el correr de los días, surgieron entre los hombres falsos profetas y afirmaron que D’s
les ordenó y les dijo: Servid a esta estrella en particular, o a todos los astros; ofrendadle
tales sacrificios y libaciones, construidle un templo y haced su imagen para que todo el
pueblo se posterne ante ella: mujeres, niños y el resto de la gente. – De esa manera,
empezaron a hacer imágenes en los templos, bajo los árboles y en las cimas de montes y
colinas, y a reunirse para posternarse ante ellas, diciendo a todo el pueblo que esa imagen
tenía el poder de beneficiar o perjudicar, por lo cual merecía ser servida y reverenciada.Entonces otros impostores comenzaron a aparecer, diciendo que astro en sí mismo, o la
esfera celeste, o el ángel, le había hablado y ordenado: “Servídme de tal y tal manera”,
haciéndoles saber así el rito para servirlo, y también “obrad de tal manera y no obreis de
tal otra”. Esto se difundió por todo el mundo: servir a las imágenes con ritos diferentes
unos de otros y ofrecerles sacrificios, y posternarse ante ellas. Y como el tiempo pasaba,
el Nombre glorioso y temible de D’s se borró de los labios y de las mentes de todos los
humanos, que ya no lo conocieron. Resultó pues, que la gente común, las mujeres y los
niños no conocían otra cosa que la imagen de madera o de piedra y el templo edificado,
que desde pequeños les habían enseñado a posternarse ante ellos, servirlos e invocar su
nombre. Por esa vía siguió rodando el mundo hasta que nació el patriarca Abraham, pilar
del mundo.
Desde que ese poderoso varón dejó el pecho materno, comenzó a pensar día y noche,
siendo muy pequeño aún, y se asombraba preguntándose: ¿cómo es posible que esta
esfera siempre se mueva sin que nadie la guíe? Pues es imposible que gire por sí misma!
Abraham no tenía maestro ni nadie que le enseñara nada. Por el contrario, vivía apartado
en Ur, en Caldea, entre los necios idólatras. Su padre, su madre y todo el mundo
adoraban a los ídolos, y él los adoraba junto a ellos. Pero su corazón pensaba e iba
entendiendo, hasta que llegó al camino de la verdad y entendió la línea correcta gracias a
su firme entendimiento. Supo así que hay un solo D’s que es quien guía a la esfera
celeste; que EL creó todo y que fuera de EL no hay otro dios en todo el universo. –
Abraham tenía cuarenta años cuando conoció a su Creador. Una vez que lo conoció,
comenzó a plantear objeciones a la gente de Ur y a debatir con ellos, diciendo: “El
camino por el que marchais no es el verdadero”. También destruyó los ídolos y comenzó
a enseñar al pueblo que nadie merece adoración, salvo el D’s del universo, y que solo
ante EL corresponde posternarse y ofrendarle sacrificios y libaciones, para que todos los
hombres futuros lo conozcan. Les dijo además que era menester suprimir y destrozar
todas las imágenes, para que la gente no se equivocara, imaginándose que no había otro
dios que aquellas. Como sus razones fueron irrefutables para ellos, el rey quiso matarlo,
pero se salvó gracias a un milagro y partió hacia Harán.
Comenzó entonces a convocar a voces a todo el mundo para hacerles saber que hay un
solo D’s en todo el universo, a quien se debe adorar. Solía deambular de ciudad en ciudad
y de reino en reino, convocando y reuniendo a la gente, hasta que llegó a la tierra de
Canaán, y también allí convocó, como está escrito:”Y llamó en nombre del Eterno, D’s
del universo” (Génesis XXI, 33). Cuando la gente se reunía a su alrededor y le
preguntaba por lo que él decía, le enseñaba a cada uno por separado, conforme a su
entendimiento, hasta que lo hacía tornar al camino de la verdad.
Así, hasta que se le reunieron muchos miles y decenas de miles, que son conocidos,
como los hombres de la casa de Abraham. El implantó en sus corazones este gran
principio, acerca del cual escribió tratados, y lo enseño a su hijo Isaac, quien a su vez se
dedicó a enseñar y advertir a otros. E Isaac lo enseño a Jacob y le encomendó que a su
vez enseñara a otros. Así lo hizo, fortaleciendo la fe de todos los que le sumaban. El
patriarca Jacob enseño a todos sus hijos, pero distinguió a Leví designándolo jefe de su
Ieshivá (academia) donde debía enseñar el camino de D’s y guardar lo que había
encomendado Abraham. Jacob ordenó a sus hijos que nunca dejase de haber uno
designado para esa función de entre los hijos de Leví, para que la doctrina no se olvidase.
Así la cosa fue fortaleciéndose entre los hijos de Jacob y quienes se les sumaban, hasta
que se formó en el mundo una nación que conocía al Eterno, hasta que, debido a su larga
permanencia en Egipto, los hijos de Israel recayeron y aprendieron de los actos idólatras
de sus vecinos, con la excepción de la tribu de Leví, que persistió en el cumplimiento de
lo ordenado por los patriarcas. La tribu de Leví jamás sirvió a los ídolos. El principio
fijado por Abraham estuvo a punto de quedar desarraigado y poco faltó para que los
hijos de Jacob recayeran en el error común de las gentes. Pero gracias al amor del Eterno
hacia nosotros y porque EL cumplió su promesa al patriarca Abraham, envió a nuestro
maestro Moisés como principal de todos los profetas.
Cuando comenzó Moisés su prédica profética, el Eterno eligió a Israel como sus heredad,
los coronó con sus preceptos y les enseño el modo de servirle y cómo tratar a la idolatría
y a todos los que se pierden tras ella.”
Según el Rambam, D-s eligó a Abraham y a su descendencia del pueblo de Israel para
llevar el mensaje del monoteísmo y la creencia de la fe judía a toda la humanidad.
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