Omisiones, falta de anuncios y amenazas a los empresarios por los

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POLÍTICA
| Domingo 2 De marzo De 2014
asamblea legislativa | el capítulo económico
Omisiones, falta de anuncios
y amenazas a los empresarios
por los aumentos de precios
Cristina no habló de inflación ni de suba de tarifas; defendió la gestión en YPF
y deslizó que impulsará la reforma de leyes para defender a los consumidores
Kicillof, definido por Cristina como “chiquito, pero cumplidor”, y Juan Carlos Fábrega, presidente del BCRA
Florencia Donovan
La NaCioN
En dos horas y cuarenta y seis minutos, la presidenta Cristina Kirchner
no habló ayer ni una sola vez de la
inflación. Culpó abiertamente a los
empresarios por la suba de precios e
incluso anticipó que impulsará en el
Congreso una ley para defender a los
usuarios de los “sectores concentrados, oligopólicos y monopólicos”.
En un raconto detallado de los logros de su gestión, la Presidenta pidió que los empresarios “valoren el
inmenso esfuerzo que se ha hecho en
estos años”, y afirmó que, gracias a las
políticas del Gobierno, se pudo “revertir el aquietamiento de 2012 de la
economía para crecer como hemos
crecido en 2013”. Es que, según las
estadísticas oficiales, la economía
avanzó el año pasado 4,9% (contra el
3% calculado por las consultoras).
“No hay justificativo para aumentos de precios por encima de valores
que no se condicen con la realidad
y que solamente saquean el bolsillo
de los argentinos”, dijo. “Por eso, creo
que entre muchas de las cosas que
estarán en la agenda de este año, vamos a tener que abocarnos desde el
Ejecutivo y también desde este Legislativo a sancionar instrumentos que
defiendan a los usuarios y consumidores frente al abuso de los sectores
concentrados, oligopólicos y monopólicos”, aseveró, en lo que parece ser
un guiño al proyecto de ley del diputado oficialista Héctor Recalde, que
habilita al Poder Ejecutivo a declarar
“de utilidad pública y sujetos a expropiación” todo tipo de bienes.
Cristina apuntó especialmente a la
industria automotriz que, a su juicio,
está exagerando en sus precios el im-
pacto del nuevo impuesto a los autos
de alta gama, para contrarrestar, en
realidad, la caída de ventas que sufrió
por la menor demanda de Brasil.
“algunos subieron, en promedio,
45% por arriba de lo que fue la devaluación. Me van a contestar: «Pero la
devaluación fue de tanto...» Sí, pero
vos los salarios no los pagás en dólares y la energía la tenés subsidiada
desde el Estado, y la mayoría de las
autopartes son nacionales. así que
no vengan a hacerme cuentos”, dijo la
Presidenta, quien de forma excepcional usó ayer la palabra “devaluación”
para referirse al salto cambiario que
el Gobierno convalidó en enero.
asimismo, pidió impulsar una
alianza con Brasil, para producir autopartes de valor agregado, la mayoría de las cuales hoy son importadas,
situación que, dijo, se replica en otros
sectores de la economía.
Los supuestos logros son todos
propios; los errores son ajenos
el análisis
Jorge Oviedo
La NaCioN
U
na argentina que crece en
soledad, gracias a las políticas del Gobierno, mientras
el mundo –hasta Brasil– se desbarranca y mientras los empresarios
locales hacen lo imposible por quedarse con una tajada más grande
que la que les corresponde a expensas del pueblo. Esa es la imagen del
país que presentó ayer Cristina Kirchner, que no sólo no usó la palabra
“inflación”, sino que, además plantó
como único proyecto claro volver a
las draconianas leyes contrarias a
la propiedad y la libertad en materia de comercio que el peronismo
más fascista instauró en los 70.
Para defender los logros de la administración que comenzó con la
presidencia de su esposo, según los
términos por ella establecidos, utilizó
citas de lo que pareció ser un reporte
de prensa o un comunicado acerca de
un informe reciente del Banco Mundial. Un primer problema: esas síntesis de prensa suelen tener citas laudatorias respecto de algunos países
miembros, como la argentina, que en
el estudio luego no se encuentran.
Pero en este caso, lo más importante parece ser lo que la Presidenta
omitió: “a pesar de la prevalencia de
los programas de transferencias de
efectivo condicionadas y el aumento
del gasto público social, el efecto de
la política fiscal en la desigualdad ha
sido modesto en argentina, Bolivia,
Brasil, México, Perú y Uruguay”.
Sí señala el trabajo que “el Cono
Sur –argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay– continuaron en
2012 liderando la reducción de la
pobreza en américa latina y el Caribe. De todas formas, los datos se
basan en la Encuesta Permanente
de Hogares del cuestionado indec,
además de otros indicadores.
Como quiera que sea, en el discurso presidencial, todo lo que se
creció desde 2003 no estuvo influido para nada por las condiciones de
los mercados internacionales de las
materias primas, ni tuvo nada que
ver el dinamismo del sector privado
local, particularmente el agrícola,
que en muchos casos (lechería, ganadería ovina, trigo) ha debido pelear contra adversas políticas.
En el caso de los automóviles, culpó de toda la caída de la actividad a
la menor demanda de Brasil. Pero
al dar un detalle de qué proporción
de unidades es alcanzada por el “impuesto al lujo”, convalidó las críticas
al sistema: no estaba allí el lugar por
donde se iban las divisas. Porque la
mayoría de los automóviles que se
venden en la argentina son importados, pero son mayoritariamente
los más baratos. También habló de
patentamientos récord de casi un
millón de unidades en 2012, pero
allí pareció confundir los tantos. Ese
número no se refiere a automóviles,
sino a automotores, lo que incluye
camiones y ómnibus.
Como al pasar, reconoció que la
deuda en moneda extranjera pasó
del 8 al 10% del PBi por “la variación
del dólar”. Y aunque al hablar de los
autos habló de “devaluación”, evitó
mencionar el porcentaje y dijo que
las terminales no tenían por qué
trasladarla a precios porque la mayoría de sus costos están en pesos, lo
cual es cuando menos discutible.
Probablemente sea el previsible
efecto dañino en el empleo de la
menor actividad en las terminales
lo que está preocupando a Cristina
Kirchner y los suyos.
La defensa de Kicillof, al que definió “chiquitito, pero rendidor”, sirvió para respaldar el acuerdo con
Repsol, que aparece como más que
costoso. Curiosamente, por primera vez en años la Presidenta elogió
lo ventajosa que fue para las provincias la privatización inicial de YPF
en 1993. Pero falseó la realidad al
decir que Santa Cruz “se vio obligada” a vender, junto con el Estado
nacional, su parte a Repsol en 1999,
desvirtuando el esquema original
y entregando el control total a una
única compañía extranjera.
También es notable que Cristina
Kirchner parece adjudicar la totalidad de la propiedad de Vaca Muerta
a YPF, cuando hay otras compañías
con concesiones allí.
Un párrafo aparte merece que haya defendido a De Vido y su política
energética, que hizo perder el autoabastecimiento, que según ella, no
existía, era una falacia. La Presidenta dijo que sobraba energía “porque
los argentinos no tenían nada para
enchufar” y no había actividad industrial. Nada dijo de la constante
declinación en las producciones de
petróleo y gas, incluida YPF, y del
modesto e insuficiente crecimiento
de la generación eléctrica.
Y cuando se refirió a la política
monetaria, dijo que es “el 50% de la
economía de un país”, rara definición para quien se dice contraria a
los monetaristas. Y al citar al sistema norteamericano confundió al
Departamento del Tesoro, que es
una dependencia del Ejecutivo, con
la Reserva Federal, que es una especie de banco central federalizado.
Nada dijo tampoco de los efectos
de la política fiscal en la economía en
general. En particular cuando un exceso de expansión del gasto se financia con emisión y lleva a la inflación
de altas tasas, como está ocurriendo
en los últimos tiempos en el país y
ahora lo reconoce hasta el indec.
Para ella, todo lo que está errado
o causa problemas no tiene nada
que ver con su gestión.ß
rodrigo néspolo
También hizo un llamado de atención para los laboratorios, con los que
el Gobierno acaba de firmar un acuerdo de precios. “No solamente esperamos que se respete, sino que tienda
a mejorarse porque es un sector de
inmensa rentabilidad”, advirtió.
En todo momento, Cristina avaló
la gestión del ministro axel Kicillof.
Elogió el programa de Precios Cuidados y destacó que la oNU lo consideró “una medida que facilita el acceso
a los alimentos”. Y hasta bromeó que
el ministro era “chiquito, pero cumplidor”, en referencia al rol que jugó
en el acuerdo de indemnización de
Repsol por la expropiación de su 51%
en YPF.
Por primera vez, Cristina justificó
ayer primero la privatización de YPF
a principios de los 90 (que respaldó
Néstor Kirchner), y también su estatización en 2012, en pos de la re-
cuperación del autoabastecimiento
energético. “Para las provincias petroleras la privatización, no la desnacionalización, había sido un muy
buen negocio. Porque cobrábamos
regalías. ¿Por qué fue el tema de la
privatización? Para poder pagarles
a las provincias las regalías que no
nos liquidaban”, dijo la Presidenta,
que a última hora, por Twitter, anticipó que había mandado al Congreso
el proyecto de ley para indemnizar a
Repsol.
Cristina no perdió oportunidad para reafirmar el relato en lo económico, aunque en la práctica el Gobierno
ya se distanció de él:
ß Defendió la expropiación de aerolíneas argentinas, que permitió
demostrar “que el Estado es más eficiente o puede ser tan eficiente como
los privados a la hora de la gestión”.
ß Reafirmó el valor del desendeudamiento (pese a que para compensar
a Repsol se emitirán US$ 6000 millones). Dijo que la argentina era el país
que más se había desendeudado en
el mundo. “Nuestra deuda es aproximadamente un 10% del PBi. ¿Por qué
un 10% cuando yo decía hasta hace
poquito que era un 8%? Por la variación que hubo en el dólar y ahí se incluye ese 10%”, concedió.
ß Dijo que el Gobierno había sufrido
ocho corridas cambiarias, todas bajo
su gestión, que implicaron una salida
de US$ 60.700 millones. “Es para ver
los obstáculos que hemos tenido que
superar”, dijo, aunque no exploró demasiado en las causas.
ß Elogió la expropiación de las aFJP,
“que sólo pagaban las jubilaciones
de la crema”. En programas como el
Procrear, el Conectar y el Progresar,
afirmó, hoy las inversiones de la anses representan 13,5% del PBi.
ß anunció, un vez más, inversiones
ferroviarias por US$ 1200 millones
para renovar los trenes del área metropolitana y del Gran Buenos aires,
electrificar el Roca y reactivar el Belgrano Cargas, una obra que se viene
presentando desde 2010.
Para los economistas, no obstante,
el discurso tuvo gusto a poco. “Hay
un ajuste que ya se concretó, pero
faltan definiciones en política fiscal.
Se habló de lo que se logró, falta saber cómo vienen los próximos dos
años”, dijo Ramiro Castiñeira, de
Econométrica. En la misma línea,
Dante Sica, de abeceb.com, opinó:
“El Gobierno reafirma la línea de
pensamiento, no habla de inflación,
sino sólo de aumentos de precios y
corridas cambiarias, con la idea de
que los problemas son producto de
la puja redistributiva y la resistencia
de las empresas de ceder parte de la
renta. Pero no asumió ayer, tiene que
hacerse cargo”.
Para José Luis Espert, “el relato no
tiene que ver con la realidad: dice que
crecemos y estamos estancados; que
la inflación es culpa de los empresarios, cuando está probado que es fenómeno monetario, y que al agro le
fue bien, cuando fue a pesar del Gobierno no por el Gobierno”.ß
Alivio parcial entre los
hombres de negocios
Preveían un discurso y
anuncios más duros,
pero sigue la inquietud
por las críticas
Francisco Olivera
La NaCioN
Esperaban que fuera más virulenta. Pero la inquietud persiste. El
discurso de Cristina Kirchner en la
apertura de sesiones ordinarias del
Congreso dejó a buena parte de los
hombres de negocios con una sensación ambivalente: la Presidenta
no materializó en anuncios lo que
ellos interpretan como una atmósfera antiempresarial expansiva, pero tampoco se despegó del proyecto
que pertenece al diputado Héctor
Recalde y que faculta al Gobierno a
declarar todo tipo de bienes como
sujetos a expropiación. al contrario:
sin mencionarlo, la jefa del Estado
pareció estar a favor de la iniciativa.
“Es un alivio, creí que se venía
con todo”, admitieron en la Unión
industrial argentina (Uia), donde
estaban, de todos modos, molestos
por los reproches de la Presidenta
a los aumentos en los precios de los
automóviles. “Le pasaron mal los números”, evaluaron. En una terminal
dijeron: “Los precios suben por la devaluación, porque el componente de
un auto es 60% importado”.
Muchos de ellos, principalmente aquellos que pertenecen al sector
de consumo masivo, venían de una
semana tensa por la irrupción de un
nuevo elemento perturbador para los
directorios: hace diez días, proveedores y cadenas de supermercados empezaron a recibir cartas de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, organismo que responde
políticamente al secretario de Comercio, augusto Costa. Esos textos, que
no existían ni con Guillermo Moreno
–con quien se relacionaban de palabra–, exigen ahora por escrito información sobre los últimos cinco balances, márgenes de rentabilidad, participación de mercado, precios, estructura de costos y productos de las compañías. En algunos casos, incluyen la
citación a audiencias. “Es demasiado”,
resumieron en una de las empresas.
El martes pasado, en una reunión
sobre el seguimiento de los acuerdos
de precios y el abastecimiento, miembros de la cámara alimenticia Copal le
preguntaron a Costa por esas cartas.
El secretario de Comercio reconoció
ser el autor de la iniciativa y explicó
que, luego de indagar en organismos
con atribuciones institucionales para
este tipo de requisitorias, el Ministerio
de Economía había caído en la cuenta
de que debía hacerlo la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia.
Es la etapa pos-Moreno, en la que el
papel reemplazó al teléfono.
De ahí que, ayer, cuando la Presidenta deslizaba que el Poder Ejecutivo centraría toda la atención en los
proyectos que defendieran los intereses de los consumidores, muchos
de ellos hubieran advertido un aval
a esa nueva forma de relacionarse
con las empresas. algo que, por lo
pronto, queda claro al repasar los
pocos funcionarios a quienes Cristina Kirchner nombró: su cuñada
alicia, axel Kicillof, Carlos Zannini, Eduardo de Pedro. “El poder y el
peso pasan por Kicillof y Zannini”,
entendió un operador empresarial.
No sorprendieron las alusiones
a los controles de precios ni la celebración presidencial al documento
que firmaron días atrás varias cámaras con el ministro de Planificación,
Julio De Vido, y que pone el foco en
combatir a los especuladores y a las
corporaciones que conspiran contra
la Patria. Es el léxico sobre el que redundará, de aquí a 2015, la relación
entre empresarios y Gobierno.ß
Un signo
claro de
impotencia
y fatiga
opinión
Sergio Berensztein
PaRa La NaCioN
S
e está acabando un ciclo”,
dijo ayer Cristina Kirchner.
Tiene razón. Su discurso
sorprende por la negación de los
problemas del presente y por la
ausencia de referencias al futuro,
síntomas del temprano agotamiento de su gestión.
Cristina habló para sí misma
y para su menguante núcleo de
seguidores. No mencionó la inseguridad ni el narcotráfico, dos
problemas que obsesionan a los
argentinos. Tampoco la inflación,
a pesar de que una mayoría considera que es su gobierno el principal responsable del aumento generalizado de precios. El trillado
argumento de que su causa reside en el egoísmo de empresarios,
que actúan en contra de sus intereses, solamente encuentra eco
en su reducida base de sustento,
que orilla el 30% de la población.
Prefirió ignorar que el Gobierno está implementando un severo
ajuste que incluyó una fuerte devaluación. Su recopilación del pasado reciente, pletórico de supuestos logros y récords (la Presidenta
sigue confundiendo la diferencia
entre aumentos reales y nominales), evadió curiosamente la derrota electoral de octubre. Suena
ilógico que un gobierno, en teoría
tan exitoso, sufriera una paliza
electoral tan terminal como contundente. Parece que los equivocados no son sólo los empresarios,
sino también los ciudadanos.
Fiel a sí misma, el discurso de
ayer constituye una síntesis perfecta de cómo piensa la Presidenta. La defensa acrítica y a ultranza
del papel del Estado en la economía fue el pilar conceptual a partir
del cual elaboró todo su argumento. Para ella, el Estado es bueno y
eficiente. No importa cuánto y cómo gaste. No importan la ausencia de prioridades o su flagrante
ineficiencia. Para la Presidenta,
este Estado es un instrumento de
igualdad y progreso.
Esto ocurre cuando es imposible disimular su absoluto fracaso
en brindar los bienes públicos
esenciales (seguridad, justicia, infraestructura, educación, salud y
cuidado del medio ambiente), a tal
punto que según el Índice de Confianza en el Gobierno, que elabora
la Universidad Torcuato Di Tella,
dos de cada tres argentinos piensan que el Gobierno no sabe resolver los principales problemas de
la sociedad.
Cristina Kirchner sigue aferrada a ese anacrónico prejuicio respecto de la naturaleza de la globalización en tanto juego de suma cero: si ganan los países ricos, deben
perder los pobres. Esto es particularmente notable en una líder de
un país emergente tan beneficiado
por el extraordinario ciclo de altos
precios de los bienes primarios. Su
defensa del nacionalismo proteccionista y autárquico surge de ese
preconcepto, que ignora el éxito
de países en desarrollo que se integran al comercio mundial gracias a su competitividad y al buen
clima de negocios, basado en la
estabilidad macroeconómica y la
seguridad jurídica. Para Cristina,
el mundo también vive equivocado, no sólo los empresarios y los
ciudadanos argentinos.
Desde el punto de vista político e
institucional, utilizó la crisis venezolana para reiterar su supuesta
defensa de todos los gobiernos elegidos por el voto popular, independientemente de su ideología. Ratificó, así, su convicción de que para
ella el triunfo permite que los gobernantes hagan prácticamente
lo que quieran cuando están en el
poder, al margen de límites constitucionales o desatinos. ignoró
no sólo las flagrantes violaciones
de los derechos humanos del régimen de Nicolás Maduro –cada vez
más criticado por referentes chavistas–, sino sobre todo el legítimo
derecho de protesta que tienen sus
ciudadanos. Cometió una nueva
contradicción: nunca condenó a
los manifestantes que en diciembre de 2001 contribuyeron a la caída de Fernando de la Rúa.
Eligió sostener en su penúltimo discurso como presidenta un
conjunto de viejos argumentos,
débiles y gastados. Mientras, implementa un giro pragmático que
contradice su reconstrucción de
la realidad y acelera su inexorable pérdida de poder. La política
comienza a reorganizarse con
ella como una influencia decreciente, camino de convertirse en
marginal.ß
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