Newsletter de la Cátedra de Empresa Familiar – Nº 29 TEMA DEL MES LAS EMPRESAS SE GOBIERNAN. LAS FAMILIAS, TAMBIÉN Instituciones y organizaciones de todo tipo se han basado siempre en unas pautas de gobierno para funcionar correctamente. La familia, una de las formas de organización humana más antiguas, no ha sido menos y se ha dotado desde sus orígenes de unas normas, de unos valores y de unos comportamientos de cohesión. Confucio, allá por el siglo V a.C., se refería al “Libro de las mutaciones”, en el que se afirmaba que “cuando la familia está en orden, todas las relaciones sociales de la humanidad lo están”. Y es que, ¿no es acaso la familia el núcleo de cualquier sociedad? Por ello, del mantenimiento del orden familiar y de su relación directa con el progreso social se ha teorizado de muy antiguo. A nadie se le escapa que las interacciones entre los miembros de una familia –y aún más a medida que ésta va creciendo– aumentan en complejidad. Cada uno manifiesta su propia personalidad, sus preferencias, normas, actitudes, valores y puntos de vista y por eso es difícil que siempre se produzca el encaje perfecto entre ellos. Resulta necesario, pues, dotar a la familia empresaria de instrumentos que garanticen su buen gobierno, gestionen las discrepancias y resuelvan conflictos. Al igual que la empresa, la familia debe disponer de normas y criterios de funcionamiento. Debe disponer, en definitiva, de un sistema de gobierno. Por otro lado, las relaciones familiares interpersonales necesitan un cuidado y mantenimiento esmerado ya que, a diferencia de otras, no se eligen, sino que vienen dadas. Así como en sede empresarial existe un marco normativo general, en sede familiar no, por lo que hay que establecer para cada familia empresaria un código familiar que le permita disponer de un sistema que garantice su cuidado y desarrollo. Este código debe servir para establecer hábitos de comunicación, de toma de decisiones y mecanismos para saber cómo proceder ante las diversas situaciones por afrontar. Hay que compaginar la tradición de anteriores generaciones con la capacidad de innovación de las nuevas, y basarse en unos valores familiares y personales que no dependan del tiempo ni del momento, sino que sean permanentes y legados. La objetividad de estos valores permite que sean aceptados por todos los miembros. ¿Qué diferencia a las familias empresarias del resto? Para empezar, las familias empresarias se definen precisamente por eso, por compartir, además de afecto, un proyecto empresarial. Sus miembros comparten valores acerca de las personas, y criterios adecuados respecto al trabajo, al dinero y al poder. Como norma general, están abiertas a aprender, se tienen respeto mutuo y ayudan a los otros miembros familiares. La comunicación en la familia empresaria Dada la naturaleza del ámbito familiar, cuyos objetivos no son de carácter meramente mercantil, la estructura de gobierno familiar tiene un desarrollo más horizontal que el vertical-jerárquico de las formaciones empresariales, lo cual no implica menor rigor ni formalidad en el desarrollo. Es cierto que hay familias que no suelen hablar entre ellas y que alguno de sus miembros trabaja y actúa sin contar con el consentimiento de los demás. Esta práctica es peligrosa porque, con el tiempo, socava la cohesión familiar y empresarial. Todos los negocios deben repensar continuamente su naturaleza y plantearse cómo hacer las cosas. De ahí que para lograr un proceso de creciente comunicación, responsabilidad compartida, conocimiento, planificación y resolución de conflictos sea necesario un sistema de gobierno familiar. En el mundo de los negocios, cualquier empresa necesita que haya armonía entre socios. Sea familiar o no, éstos deben seguir unas normas de funcionamiento de su organización. En el caso concreto de la empresa familiar, el vínculo familiar entre los socios implica que el sistema de gobierno se rija en función de algunas especificidades. Así, mientras en el sistema mercantil la finalidad de la empresa es únicamente regular y proteger los aspectos comerciales y económicos, en el familiar el objetivo es velar por esos mismos aspectos, pero fundamentalmente cuidando de la familia y de sus miembros. De ahí que la mera protección de intereses financieros dé paso a una voluntad de potenciar a las personas y sus capacidades. El capital humano e intelectual es, pues, un valor que se superpone al económico. El sistema mercantil común basa su organización en la junta de accionistas, es decir, el conjunto de socios que participan del capital de la empresa. En el sistema de gobierno familiar, el máximo órgano de gobierno es la “asamblea familiar”, cuyo principal criterio son la igualdad y las personas, en tanto que miembros de la familia. La representatividad en la asamblea se fija en función de criterios que estipula la propia familia, y no en proporción al capital invertido, como ocurriría en sede corporativa. En sede empresarial, los derechos y obligaciones de los accionistas son la información, la percepción de los dividendos y el derecho a voto. En la familia prima el bien común de unidad familiar, la información y formación de sus miembros, y el derecho al “consenso”. Con todo, la gran diferencia entre el sistema mercantil y el familiar es que mientras el primero tiene como objetivo la rentabilidad y el crecimiento sostenido en una posición competitiva adecuada, el sistema familiar apunta a la continuidad y el legado. Es decir, al traspaso, de generación en generación, de unos valores y principios fundacionales. La instauración de un gobierno corporativo en la empresa no es una tarea fácil y gratuita. Es más, requiere de unos recursos económicos y humanos muy elevados. Conlleva un cambio de mentalidad y de organización. El “rendir cuentas”, el explicar y consultar las decisiones, el acostumbrarse a no ir por libre y a contar con los demás conlleva un considerable esfuerzo. Pero bien es cierto que, sin un sistema de gobierno corporativo, una estructura empresarial no funcionaría. ¿Por qué no aplicarlo, del mismo modo, a la familia empresaria y dotarla de un buen sistema de gobierno familiar?