Lo que podríamos llamar al azar corregido E

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ENSAYÍSTICA KOSICIANA
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Lo que podríamos
llamar al azar corregido
Pluralidad y azar en el arte contemporáneo. Publicado en La Nación,
el domingo 29 de agosto de 1993.
Por Gyula Kosice
n poco menos de un siglo el hombre ha
conocido una gama pluralista y vertiginosa de movimientos artísticos. Desde 1900
hasta nuestros días se han sucedido, encadenado y refutado el expresionismo, el futurismo,
el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo, el
constructivismo, las enseñanzas de la Bauhaus,
el suprematismo, De Stijl, el arte concreto y no
figurativo, el informalismo, el pop art, el arte
geométrico, el op art, el nuevo realismo, los enviorenements ambientales o instalaciones,el arte hidrocinético, el arte neón que yo realizara
ya en 1946, el arte madí, del cual soy fundador,
también en 1946, el arte holográfico y por comutación, el video-arte, etcétera.
A esta genealogía polivalente cabría agregarle
la última versión de la llamada transvanguardia,
al cabo de un mero empobrecimiento del viejo
expresionismo, o en el campo específico de la
arquitectura las postulaciones del posmodernismo, que denotan un retroceso gris y una aridez creativa sólo capaz de transitar por fórmulas recetarios ya conocidos.
¿Qué explicación podemos encontrar para esa
abrumadora multiplicidad de manifestaciones
artísticas escalonadas en tan corto plazo? Desde comienzos de siglo hemos visto pasar raudamente al arte de un estilo a otro, hemos asistido al despliegue de modas efímeras y hemos
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sido testigos perplejos de aceptaciones y rechazos fulminantes en nombre de un hipotético
y efímero concepto de lo que “debería” hacer
ese mismo arte.
Aunque pueden ser invocadas otras razones -y
de hecho es uno de los territorios conjeturales
más ricos de la productividad y la imaginación
humana-, se plantea en este punto un tema tan
sustantivo para la comprensión estética como
lo es el del azar. Advertimos que la sólida autenticidad ya no parece ser un signo eminente
de la calidad artística, que el raciocinio del creador se ha transmutado en un aditamento
prescindible y a veces voluntariamente relegado, que la historia es un estorbo inoportuno, que
la creación es una fría reducción a puros conceptos, y que el azar es apenas el temor supersticioso del creador a las mera contingencias.
El pensamiento científico, sin embargo, ha demostrado que en el universo natural lo “imprevisible” es también “posible” y que la incertidumbre, el caos, el riesgo y el cálculo de las probabilidades son en todo caso, variables que pueden
transformarse paradójicamente en herramientas para la acción sobre el mundo real y tangible.
En tanto la búsqueda de sentido forma parte
de la vida humana, nos preguntamos si el azar
y el arte son indivisibles, y si en el campo específico de la producción artística se crea o se
revela. Para responder satisfactoriamente a estos interrogantes conviene establecer enlaces
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hopotéticos y vías de comunicación interactivas con los avances y construcciones recientes
de la ciencia, en relación con los conceptos de
caos, informatización, inteligencia artificial, etc.
Esas nuevas rutas de la ciencia tienen seguramente algo que decir en relación con los procesos creativos del hombre, aunque sus objetivos y despliegues epistemológicos sean de
índole diferente y aun opuesta.
La verdad, como sabemos por el constante
ejercicio de la experiencia y de la práctica humana, no se deja cercar con facilidad, y si existe en realidad una frontera última, ésta retrocede ante nosotros a medida que descorremos
sus velos y nos acercamos a su meollo. En esta persecución desvelada y sin término el arte
es nuestra mejor vía de acceso a ciertos absolutos siempre esquivos, inconclusos y fragmentarios. Una clave tentativamente seductora, en este sentido, sería la confluencia de arte y azar en una realidad operativa única.
En el París de 1963 André Malraux me decía,
memorando la punzante idea de su museo
imaginario, que el artista cosecha sus influencias y magisterios en las lecciones de otros artistas más que en las de la naturaleza. A su vez
Jean Cassou afirmaba que el azar siempre ha
sido un componente de alto voltaje en la creación artística. A esto podríamos agregar ahora
que también la ciencia aporta sus lecciones redituables al artista que sabe atender, en especial cuando sus operaciones legitiman y gobiernan el ancho curso del azar, convirtiéndolo en una suerte de juego impreciso pero jubilosamente convocante.
Sabemos que en el arte hay intentos y presencias de lo que podríamos llamar al azar corregido.
El propio acto creador es precedido por un cúmulo de posibilidades discernibles y cargadas, al
mismo tiempo, con ello juegos esquivos del
azar, que nivelan o desnivelan el fiel de la balanza. En todas las corrientes y expresiones artísticas se manifiesta con sorprendente tenacidad un momento previo a la reducción lógica,
un momento suspensivo de incertidumbre y
vacío que debemos manipular -para arriar a la
consumación de la obra- con el concurso de
ciertas reglas que podemos denominar convencionalmente como la técnica, la teoría, la visión intuitiva, el don creador, etcétera.
Las relaciones de una escultura de Naum Gabo, con otra de Nicolás Schoffer, que dejaba libradas intencionalmente al azar sus proyecciones lumínicas con imágenes imprevisibles se
amalgaman en un espacio-tiempo definido, en
el que ese “puro azar” del instante preliminar
ha sido metabolizado por las operaciones del
contexto, la energética del oficio, las presiones
estilísticas y las dotes intrínsecas de sus autores. Algo parecido se puede observar si extrapolamos las variables tempo-espaciales y etnográficas y desplazamos el cotejo hacia una
escultura etrusca y una cabeza megalítica de la
isla de Pascua.
Las fuerzas intrínsecas que controlan y operan
al azar son constitutivas tanto del arte de los
“primitivos” y “arcaicos” como de los grandes
creadores contemporáneos. Por eso el genuino arte de todos los tiempos ha sido siempre
un arte predictivo, capaz de descifrar las turbulencias de la dispersión y del azar, y de proponer, por añadidura, un nuevo devenir del ser
y estar en el mundo, más cerca de la poeticidad y el asombro.
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