2.2. Las discapacidades sensoriales. En este punto del tema vamos a abordar las deficiencias y las discapacidades de tipo sensorial, es decir, aquellas que afectan a los sentidos mediante los cuáles obtenemos la información del mundo que nos rodea. Ya sabemos por todo lo que hemos dado que esa información es completamente necesaria para desarrollar de forma autónoma las actividades de la vida diaria. Para comer, vestirnos, andar por la calle, conducir, coger un medio de transporte público, comunicarnos con otras personas, etc., necesitamos, sobre todo, ver y oír lo que tenemos a nuestro alrededor. En este punto no vamos a hablar del resto de los sentidos porque sus deficiencias son muy raras o no afectan demasiado a la posibilidad de desempeñar actividades o roles. Por eso nos vamos a centrar en la vista y el oído. a) Discapacidad visual. El sistema visual y su funcionamiento. El ojo es una máquina muy sofisticada que recoge información luminosa del exterior. En el siguiente dibujo podéis ver las diferentes partes que lo componen. Imaginaos que hacéis un corte en un ojo de arriba abajo. Aparecerán todas las estructuras que veis: Figura 2: Anatomía del ojo De todas ellas, las que más nos interesan son la mácula lútea, que es el punto central donde se produce una mayor agudeza visual, la retina, que es la capa situada en la parte posterior del ojo y que se estimula de diferente manera en función de la luz que le llega, y el cristalino, que es la lente que permite enfocar a los objetos situados a diferentes distancias, además, evidentemente, del nervio óptico, que lleva la información hasta el cerebro. Resulta interesante comentar que el punto donde el nervio óptico se conecta con el ojo es lo que se llama “punto ciego”, porque la luz que llega a ese punto no la vemos. El funcionamiento del ojo, en realidad, es fácil de entender. Pensemos que es Figura 3: Funcionamiento del ojo como una cámara de fotos. La retina es la película en la que se forman las imágenes que entran en una cámara oscura a través de una lente, que en el ojo es el cristalino y en la cámara, el cristal. La luz, al pasar por la lente, se da la vuelta y se refleja en la retina. Allí, las zonas de luz y las de oscuridad hacen que unas células que llamamos conos y bastones se pongan en funcionamiento, transmitiendo al cerebro, a través del nervio óptico, la información de la imagen que se ha “posado” sobre ellos. Capacidades o habilidades visuales. La capacidad de una persona en cuanto a su visión no solamente viene determinada por lo bien que es capaz de ver, es decir, por su agudeza visual, sino por otras muchas habilidades. Es decir, una persona puede tener muy buena agudeza visual, pero sufrir la pérdida o la deficiencia de otras habilidades que le dificultan la vida cotidiana. Por eso vamos a ver ahora cuáles son esas habilidades visuales: La agudeza visual: es la capacidad del ojo, en combinación con el cerebro, para percibir la figura y las formas de los objetos cuando su imagen cae dentro de la mácula lútea. Cuando eso se produce, una persona debe obtener una visión nítida de los objetos. El campo visual: es la zona de visión central y periférica que en una persona con una visión normal abarca los siguientes ángulos o 90º por el lado temporal (es el lado del ojo más próximo a la oreja). o 50º por el lado nasal (es el lado del ojo más próximo a la nariz). o 50º hacia arriba. o 65º hacia abajo. Visión cromática: es la facultad para distinguir los colores y se produce porque tenemos unas células en la retina que se llaman conos, que son sensibles a las diferentes longitudes de onda que reflejan los objetos. Adaptación: el ojo es capaz de acomodar la sensibilidad de la retina a las diferentes intensidades de la luz. Así, nos adaptamos a la oscuridad cuando de repente apagan la luz y tardamos unos instantes en volver a ver con cierta nitidez (eso sí, en gris si no hay luz y con menos agudeza) y también nos adaptamos a la luz cuando salimos de un sitio muy oscuro a otro muy iluminado. Movimientos oculares. Los ojos se mueven gracias a unos músculos que rodean el globo ocular, girando en todas las direcciones. Además, los ojos están alineados, coordinados y equilibrados. Esta situación se llama ortoforia. Hay un tipo de movimientos oculares que hacen que las imágenes caigan siempre sobre la fóvea. Son los movimientos sacádicos. Son esos que vemos en una persona Figura 4: Movimientos oculares. que está mirando al andén desde el metro. Parecen como pequeños movimientos laterales del ojo de los que ni siquiera nos damos cuenta. Problemas visuales que se corrigen con medios ópticos. Las dificultades que mejor conocemos en nuestra vida cotidiana y que tienen que ver con problemas de refracción, es decir, relacionados con la propagación de la luz por dentro del ojo como consecuencia tanto de su tamaño como de las capacidades de refracción del cristalino. Así, podemos diferenciar algunas de esos problemas habituales: Hipermetropía: se produce cuando las imágenes se enfocan por detrás de la retina porque el ojo es más corto de lo que debiera o porque el sistema de cristalino y córnea no se acomoda bien a la distancia de enfoque. La consecuencia es que la persona ve mal de cerca. Hay que considerar que para que una imagen se vea con nitidez tiene que haber una determinada distancia entre el objeto, la lente (el critalino) y la película (la retina). Tal y como vemos en la siguiente figura, si la lente fuera el critalino y la pantalla de la derecha fuera la retina, un ojo hipermétrope reproduciría la imagen con nitidez un poco más atrás. Es decir, que la imagen que se forma sobre la retina sería poco nítida porque necesitaría un poco más de espacio hacia atrás para formarse con nitidez. Por eso decimos que se forma “detrás” de la retina, aludiendo al punto en el que se debería reflejar para verse con nitidez. Figura 5: Recreación de la visión en el ojo. Miopía: se produce cuando las imágenes se enfocan por delante de la retina porque el ojo es más largo de lo que debiera o porque el sistema de cristalino y córnea no se acomoda bien a la distancia de enfoque. Si seguimos con la imagen de la figura 5, en el caso de la miopía la imagen necesitaría menos espacio para formarse con nitidez, por eso decimos que se forma “delante” de la retina. La consecuencia es que la persona ve mal de lejos. Astigmatismo: bien por problemas en la córnea o bien en el cristalino, las imágenes de forman en la retina de una forma borrosa, por lo que la persona tiene dificultades para ver los objetos con nitidez. Todas estas situaciones, al ser producidas por un problema de refracción, pueden ser corregidas por lentes, bien montadas en una gafa o bien en una lentilla directamente pegada a la córnea. Por este motivo no decimos que son discapacidades, pues no generan dificultades en el desenvolvimiento cotidiano de la persona. Deficiencia y discapacidad visual: criterios y clasificaciones. Para que podamos decir que una afección es una deficiencia que provoca una discapacidad se tienen que dar los siguientes criterios: Una disminución o anulación de las capacidades o habiliades visuales: distinguir diferentes grados de luminosidad, para adaptarse a la luz o a la oscuridad, percibir los colores, disponer de una amplitud del campo visual normal o la agudeza visual o varias de estas facultades al mismo tiempo. No es posible conseguir una visión normalizada ni siquiera mediante la aplicación de medios ópticos compensadores, como gafas o lentillas. En el caso en que se den esas condiciones decimos que hay una deficiencia visual grave y, por tanto, una discapacidad visual. Además de todo lo dicho, las discapacidades visuales se pueden clasificar en tipos: Clasificación médica Visión normal Baja visión Ceguera Clasificación educativa Visión normal Baja visión moderada Baja visión grave Baja visión profunda Ceguera grave o casi total Ceguera total Ceguera Personas con deficiencia visual grave sin restos aprovechables para la lectoescritura. Baja visión Personas con deficiencia visual grave con restos aprovechables para la lectoescritura. Figura 6: Clasificación de los tipos de discapacidad visual. Alteraciones funcionales que determinan la baja visión. Vamos a ir viendo afecciones del sistema visual que conllevan una baja visión en este punto del tema. Para ello, vamos a ir clasificando las alteraciones en función de la habilidad visual a la que afecta. Antes, podéis ver un esquema general con las principales alteraciones: Agudeza visual disminuida Limitaciones periféricas del campo visual Alteraciones patológicas del campo visual. Reducción concéntrica Escotadura nasal Escotadura temporal Limitaciones periféricas del campo visual Alteraciones en la percepción de los colores Alteraciones relacionadas con la luminosidad Fotofobia Ceguera nocturna Figura 7: Clasificación de las alteraciones de la baja visión. Agudeza visual disminuida: se produce cuando la persona tiene una sensación de visión borrosa, oscuridad o visión en nebulosa. Generalmente la agudeza visual de la que hablamos aquí, es decir, la que está relacionada con la discapacidad, y por tanto no se puede corregir completamente con medios ópticos, se produce por una lesión en la fóvea o en la mácula lútea (degeneración macular asociada a la edad, glaucoma…). Alteraciones patológicas del campo visual: cuando hay una anomalía en el sistema visual que provoca que una parte del campo visual no pueda percibirse o se vea de forma borrosa decimos que la persona tiene una alteración del campo visual. Las alteraciones del campo visual pueden ser de diferentes tipos: o Limitaciones periféricas del campo visual: pueden ser consecuencia de alteraciones tanto en la retina como en los nervios ópticos o en la zona del cerebro donde se procesan las señales visuales. Las limitaciones periféricas se producen cuando la zona de visión nula o baja visión no se sitúa en el centro. Estas personas tienen dificultad para ver los objetos grandes porque no tienen posibilidad de tener una visión de conjunto y también padecen ceguera nocturna, es decir, la dificultad de ver con cierta nitidez a oscuras. Dependiendo de donde se produce, pueden ser: Reducción concéntrica, cuando afecta a toda la zona periférica por igual. Cuando solamente deja intacta la visión central en una zona muy pequeña, se llama “visión en cañón de escopeta”. Escotadura nasal, cuando afecta a la visión periférica en el lado más cerca de la nariz. Escotadura temporal, cuando afecta a la visión periférica en el lado más cerca del lateral de la cabeza. Fig. 8: Limitación periférica del campo visual o Limitaciones centrales del campo visual: se producen cuando la zona que la persona no puede ver está permanentemente en el centro de la visión. El efecto es parecido a cuando nos deslumbramos porque hemos mirado directamente al sol. Allí donde queramos posar la vista veremos la impresión que el sol dejó en la retina. En una situación así nos cuesta mucho trabajo leer. Una persona con una lesión central tiene en penumbra o completamente oscura una zona bastante mayor, de manera que no puede centrar la visión en ningún sitio. Fig. 9: Limitación central del campo visual Alteración en la percepción de los colores. Estas alteraciones se manifiestan en que la persona que las padece tiene dificultad para clasificar o emparejar objetos en función de su color. Esta alteración suele ser hereditaria y puede ser la pérdida de la visión de un color o a la de todos los colores. Esta última se llama monocromatismo. Alteraciones relacionadas con la luminosidad ambiental. Ya sabemos que una de las habilidades de nuestro sistema visual consiste en acostumbrarse rápidamente a los cambios en la luminosidad. Lo comprobamos siempre que pasamos de un sitio oscuro a uno muy iluminado o lo contrario. Cuando esto se altera aparecen las siguientes dificultades: o Fotofobia: es una sensibilidad anormal a la luz que provoca que las personas que la padecen ven mejor en situaciones de baja luminosidad, ya que cuando hay un nivel normal de luz, se deslumbran. o Ceguera nocturna: consiste en una disminución de la capacidad para ver de noche o en ambientes con una luz tenue. Ambliopía u ojo vago. Este problema visual, que afecta a un 5% de la población, consiste en una pérdida de agudeza visual sin que exista una lesión apreciable que la justifique y afecta solamente a un ojo. Tiene un buen pronóstico si se trata antes de los 4 años. Es decir, que si un niño con ambliopía es tratado antes de los 4 años tiene un 90% de recuperación. La ambliopía puede ser consecuencia del estrabismo, que es una desviación del eje del ojo, de manera que, cuando miramos de frente a una persona estrábica, uno de los ojos no se encuentra alineado con el otro. En una situación de ese tipo, es habitual que la persona desarrolle una pérdida de agudeza visual en el ojo que está “desplazado”. Por ese motivo se tapa el ojo que ve bien a los niños para que el sistema visual utilice la información que llega por el ojo estrábico. Necesidades de las personas con discapacidad visual. Para que podamos hablar de estas necesidades, tenemos que mencionar cuáles son los problemas que las originan. PROBLEMAS NECESIDADES INTERVENCIÓN Figura 10: Esquema de las necesidades. Así, los principales problemas de las personas con este tipo de discapacidad sensorial son: Dificultad para recibir información completa del medio. Independientemente de la alteración que sufran, estas personas tienen una limitación en cuanto a las posibilidades de recoger la información que hay en el ambiente: letreros en el metro, las noticias en la televisión, los colores de un semáforo, el tamaño e inclinación de unos escalones… Todo ello determina la discapacidad y la minusvalía de la persona. Dificultad para tener una percepción analítica de la realidad. Cuando las personas tienen problemas en la agudeza visual o tienen una reducción grande del campo visual, la forma que tienen estas personas de ver los objetos es por partes. Imagínate que una persona con una reducción periférica concéntrica de la visión está a unos metros de un coche que se ha comprado un amigo que se lo quiere enseñar. Cuando se lo muestra, la persona con deficiencia visual tiene una gran dificultad en ver el coche completo de lejos porque tiene una baja agudeza visual. Seguramente verá un bulto de color, con unos límites poco claros, de manera que no podrá distinguir bien ni la forma ni la marca. Si se acerca, la pérdida de la visión periférica hará que solamente pueda contemplar los detalles, por ejemplo, un cristal, una rueda, etc., pero no tendrá una visión compleja y completa del coche completo. Dificultad para el aprendizaje por observación. En nuestro proceso de desarrollo personal desde que somos pequeños, aprendemos una gran cantidad de cosas por observación, por ejemplo, a atarnos los cordones de los zapatos, a realizar una actividad deportiva, a manejar una determinada herramienta… Las personas con una escasa facultad visual tienen muchos problemas para hacer estos aprendizajes. Lentitud en la adquisición de aprendizajes. Es una consecuencia de lo anterior. Si la persona tiene una menor capacidad para recoger del ambiente la información que le hace falta para aprender, entonces lo hará más despacio. Conociendo las dificultades, podemos pensar en las necesidades. Piensa que cuando decimos el problema que tenemos, por ejemplo, no ver bien los carteles del metro, es fácil pensar en la necesidad, que en el ejemplo no sería otra sino aumentar el tamaño del tipo de letra de los carteles e incluir carteles escritos en Braille, que es el alfabeto que utilizan las personas ciegas. Vamos a ver, entonces, cuáles son las necesidades de las personas de baja visión: En primer lugar, necesitan que se les facilite el acceso a una mayor cantidad de información a través de una adecuada estimulación visual. Esta necesidad viene determinada por todas las dificultades, en especial por las que afectan directamente al aprendizaje. Para ello, lo que debemos hacer es entrenar a la persona con baja visión para que pueda utilizar el resto visual que posea. En segundo lugar, las personas con baja visión necesitan una adecuación del entorno a sus características: o Controlar la iluminación, considerando que las superficies brillantes y los resplandores dificultan la visión de las personas con alteraciones visuales (usar superficies mate para las mesas, evitar luces directas, considerar si la persona tiene alteraciones respecto a la luminosidad, etc…). o Facilitar dispositivos de ampliación y/o aumento de la imagen: pueden ser macrotipos (información ampliada por ejemplo con una fotocopia), atriles para facilitar el acercamiento de los objetos, proyectores, lupas. Se utilizan para compensar los problemas derivados de la agudeza visual. En tercer lugar, las personas con baja visión necesita aprender, cuando son pequeños, técnicas de orientación y movilidad, que nosotros mismos tenemos que tener en cuenta para ayudar a estas personas. b) Discapacidad auditiva. El funcionamiento del oido. El sonido no es otra cosa que una vibración del aire. Cuando una persona habla, el aire que hay en sus pulmones sale hacia fuera. En su camino pasa por donde están las cuerdas vocales. Estas cuerdas vibran al pasar el aire y provocan un movimiento del aire. Este movimiento se transmite como las ondas del agua cuando tiramos una piedra en un estanque, llega hasta el oído, entra por el canal auditivo y hace vibrar el tímpano. Hasta aquí es la primera parte del oído, que llamamos oído externo. Figura 11: Estructura del oído. La vibración del tímpano hace que se muevan los huesos del oido (martillo, yunque y estribo). El último golpea en una ventana donde se comunica con un órgano que se llama “cóclea”. Este espacio donde están los huesecillos se llama oido medio. Dentro de este Figura 12: El oido interno órgano en forma de caracol hay un líquido que se mueve cuando es golpeado por el estribo. Al moverse, hace que se muevan los pelos de unas células (células pilosas) que transmiten diferentes informaciones al cerebro a través del nervio auditivo dependiendo de qué estímulo desencadene todo el proceso. Ese es el odio interno. Así es como oímos. Generalmente hablamos de intensidad del sonido para referirnos a su volumen. En la siguiente tabla podemos ver algunas cosas que provocan diferentes intensidades de sonido medidas en decibelios (dB) que es la medida de la intensidad. Fuente de sonido de sensación sonora Murmullo de las hojas Conversación en voz baja Radio en funcionamiento normal Automóvil en marcha moderada Conversación ordinaria Tráfico en una gran ciudad Tren Motocicleta Avión despegando Umbral de sensación desagradable Umbral1 dB 0 10 20 40 50 60 70 95 95 110-115 120 Figura 13: Ejemplos de intensidad del sonido. Deficiencia y discapacidad auditiva. Clasificaciones de la hipoacusia. Vamos a hablar en este punto de los conceptos relacionados con la discapacidad, la deficiencia y la minusvalía, según la clasificación del CIDDM. La deficiencia auditiva consiste en oír menos de lo normal, es decir, de aquellas intensidades para las que está preparado nuestro sistema auditivo, como consecuencia de la enfermedad o del funcionamiento incorrecto de un sistema biológico tan complejo como es el oído. El término de hipoacusia es fundamentalmente médico y se utiliza para señalar los trastornos de la función auditiva localizados tanto en el órgano periférico de la audición (oído externo, medio e interno) y como en el nervio auditivo2. Una hipoacusia puede estar provocada, por ejemplo, por una pérdida de células de la cóclea cuando envejecemos. Cuando las pérdidas de audición se deben a lesiones en las vías neurológicas más allá del nervio auditivo o de las áreas cerebrales encargadas de la audición, se denominan genéricamente trastornos centrales de la audición. Estos tratornos son mucho menos frecuentes y se producen, por ejemplo, cuando una persona tiene un traumatismo cerebral. 1 El umbral es la cantidad mínima de estimulación que necesitamos para darnos cuenta de la existencia de un estímulo. 2 Torres, S., Urquiza, R. y Santana, R. (1999) Deficiencia auditiva. Málaga, Aljibe Como resulta evidente, una pérdida en las posibilidades de recibir sonidos puede afectar al desarrollo del lenguaje y de las relaciones de la persona con el mundo que le rodea. Por ese motivo podemos decir que la deficiencia auditiva provoca una discapacidad en la comunicación en la persona que la sufre. De la misma manera podemos decir que la minusvalía es la consecuencia de no haber compensado esa discapacidad. Si una persona con hipoacusia es tratada clínicamente de manera que se le pone un implante coclear de pequeño y recupera una parte importante de la audición, no podemos decir que tenga una minusvalía, ya que es capaz de participar y desarrollarse plenamente en su ámbito social, aunque legalmente, en función de la deficiencia que padece, si se le puedan conceder las compensaciones sociales oportunas. Sin embargo, sí podemos decir que tiene una deficiencia que es el problema médico que le ha provocado la hipoacusia o la sordera. De la misma manera, si una persona sorda aprende el lenguaje de signos para comunicarse con otras personas, podrá solicitar un certificado de minusvalía, pero se desarrollará perfectamente en su entorno social. La hipoacusia puede clasificarse en diferentes tipos, que van a influir en la determinación de la gravedad de la deficiencia del individuo. Los criterios de clasificación son: Según la zona afectada. o Hipoacusias de transmisión o conducción: derivan de enfermedades del oido externo y/o medio y son conseuencia de problemas en la transmisión mecánica del sonido o Hipoacusias neurosensoriales: derivan de enfermedades de la cóclea o el nervio auditivo y son consecuencia de problemas en la transformación mecánico - eléctrica o en la transmisión nerviosa respectivamente. Suelen ser más graves e intensas que las primeras. Según el grado (deben ser bilaterales): o Hipoacusias leves: se sitúa el umbral entre 20 y 40 dB, produciendo afectaciones leves en las capacidades de comunicación oral. o Hipoacusias moderadas: se sitúa el umbral entre 40 y 70 dB, produciendo afectaciones moderadas en las capacidades de comunicación oral. o Hipoacusias severas: se sitúa el umbral entre 70 y 90 dB, produciendo afectaciones importantes en las capacidades de comunicación oral. o Hipoacusias profundas: se producen pérdidas superiores a las anteriores y la comunicación oral es imposible sin ayuda. Según el momento en que se instaura la hipoacusia en relación a la aparición del lenguaje: o Hipoacusias prelocutivas: ocurren de forma congénita o antes de que el niño haya adquirido el lenguaje (+ 2 años). o Hipoacusias perilocutivas: ocurren entre los + 2 y los + 4 años, periodo en el que el niño está en la fase temprana de adquisición del lenguaje. o Hipoacusias postlocutivas: adquirido el lenguaje. se instauran después de haber En los dos primeros casos, si no se interviene, el lenguaje no se desarrollará o lo hará de forma muy precaria, de manera que ocasionará retrasos en el desarrollo cognitivo y una discapacidad y una minusvalía importante. Podemos también clasificar las hipoacusias en función de los agentes etiológicos, es decir, causales, de las mismas. Así tendríamos hipoacusias hereditarias, infecciosas, ototóxicas, traumáticas, profesionales, degenerativas metabólicas, etc. Sin embargo, desde el punto de vista del Técnico de Atención Sociosanitaria, basta con conocer los aspectos anteriormente descritos. Las perspectivas de análisis de la discapacidad auditiva. Para analizar las características y necesidades de las personas hipoacúsicas o sordas, podemos seguir dos perspectivas: una médica y otra sociolingüística. La perspectiva médica. Desde este punto de vista, podríamos decir que cualquier grado de pérdida auditiva produce una deficiencia auditiva. Esta perspectiva es la de la Organización Mundial de la Salud y se centra en el diagnóstico precoz de la hipoacusia o sordera y en proporcionar un tratamiento adecuado para corregir esa deficiencia, que generalmente se detecta en la escuela cuando los niños se muestran distraídos, cuando abren mucho la boca para respirar mejor, cuando no atienden, etc. Desde esta perspectiva, se tienen en cuenta las diferentes implicaciones de la pérdida auditiva: o A nivel cognitivo, la sordera no influye directamente sobre las capacidades de las personas, pero al restringir las oportunidades de recibir estímulos del exterior, puede afectar al desarrollo del lenguaje, y esto, a su vez, influir en el desarrollo cognitivo del niño. o A nivel comunicativo, el nivel de adquisición del lenguaje oral por parte de los niños y jóvenes hipoacúsicos depende del grado de pérdida auditiva y del momento en que se produzca esa pérdida, ya que reduce la amplitud del entorno lingüístico. Mientras que un niño hipoacúsico puede tener problemas en el desarrollo lingüístico y cognitivo si se encuentra en un entorno de personas que utilizan el lenguaje oral, un niño hipoacúsico en un entorno signante (es decir, un entorno en el que se utiliza habitualmente como herramnienta comunicativa el lenguaje de signos), se desarrollará adecuadamente. o A nivel social, las personas sordas tienen un conocimiento social diferente al de las personas oyentes, pues pueden tener ciertas dificultades en resolver situaciones sociocognitivas, sin que ello signifique que tienen un problema social. Eso se produce porque no utilizan el lenguaje oral y eso impide que se puedan extraer algunos significados de ciertas exoeriencias sociales. Además, muchas personas sordas han sido sobreprotegidas en su infancia, lo cuál ha restringido su autonomía e independencia. La orientación sociolingüística. El colectivo de personas sordas forma un grupo con una entidad cultural determinada. Eso quiere decir que las personas sordas reclaman el hecho de sentirse diferentes a las personas oyentes, no con una disminución frente a ellas. Por este motivo, muchas asociaciones de personas sordas reclaman ser considerados como un grupo con un lenguaje propio (la lengua de signos) y una cultura también propia, basada en los procesos cognitivos que desarrollan al utilizar lo visual como herramienta para construir el lenguaje. De hecho, España ya ha dado entidad a la lengua de signos como una lengua más. Problemas y necesidades de la deficiencia auditiva. Los diferentes grados de hipoacusia dificultan el desarrollo normal del lenguaje, aunque si se interviene rápidamente podemos restringir la gravedad de los efectos de la hipoacusia, que además, se producen de una forma encadenada: 1. Se produce una restricción de las posibilidades de aprovechamiento de las experiencias del mundo circundante al limitarse el código de comunicación. 2. La falta de experiencias se traduce en restricciones del desarrollo cognitivo, que se aprecian especialmente en aquellos procesos cognitivos que requieren de la utilización de códigos fonológicos, como es la memoria a corto plazo. 3. Las restricciones afectan a la habilidad lectora, que es la herramienta cognitiva más potente para aprender. 4. Se puede dificultar el desarrollo lingüístico-oral haciéndolo lento y costoso, especialmente para palabras sin contenido semántico como preposiciones, conjunciones, interjeciones… 5. Como consecuencia del bajo dominio oral, se dificulta el dominio lector. 6. Las dificultades en la habilidad lectora dificultan el éxito social. La intervención en la hipoacusia y la sordera. La intervención sobre la propia deficiencia, desde un punto de vista médico, consistiría en intentar corregir la hipoacusia. Para ello se siguen diferentes pautas después de que un otorrinolaringólogo haya establecido un diagnóstico de las causas: De forma medicamentosa, ya que existen ciertas hipoacusias de transmisión que pueden curarse, por ejemplo las provocadas por infecciones, otras son susceptibles de frenarse a través de medicamentos y en otras se proporcionan fármacos que alivian síntomas dolorosos que pueden aparecer junto a la hipoacusia. De forma quirúrgica, bien para eliminar la enfermedad que causa la sordera, como pueden ser el caso de los tumores, o bien para mejorar el funcionamiento del sistema auditivo, como pueden ser las intervenciones que sustituyen un huesecillo del oido medio por una prótesis biocompatible. De forma audioprotésica, que se realiza cuando se han agotado las vías anteriores y que consiste en la colocación de diferentes tipos de audífonos, grupo en el que incluiríamos no solamente los tradicionales de vía aérea, sino los más avanzados de implantes cocleares. Desde un punto de vista no médico sino educativo, la intervención se puede centrar tanto en la enseñanza del lenguaje oral mediante procesos alternativos a los que utilizan los niños oyentes, o el aprendizaje de la lengua de signos como alternativa al lenguaje oral. Estas intervenciones pueden ser, entonces; De forma logopédica, que pretende, principalmente en las hipoacusias prelocutivas, paliar las secuelas de la deficiencia auditiva a nivel cognitivo - lingüístico. Para la intervención logopédica se pueden utilizar o Métodos oralistas, que pretenden enseñar a los niños hipoacúsicos el lenguaje oral (esta modalidad la defienden los que creen que solamente aprender el lenguaje de signos es perjudicial a largo plazo para los niños pues la sociedad es mayoritariamente oyente. o Métodos gestualistas, en los que se combina la enseñanza del lenguaje oral con algún sistema estructurado de gestos, sobre todo la lengua de signos. Se ha demostrado que el aprendizaje de la lengua de signos en edades tempranas es muy ventajoso porque permite un desarrollo cognitivo y lingüístico óptimo, proporcionando competencias similares a las de los niños oyentes. Además de estos sistemas, las personas sordas también utilizan otros, como el sistema bimodal, que consiste en comunicarse simultáneamente de forma oral y gestual, o la dactilología, que es el alfabeto manual. Trataréis estos temas más profundamente en segundo en el módulo de Comunicación Alternativa.