La disposición de los bienes sociales por un solo cónyuge. El lado

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Universidad Nacional Mayor de San Marcos
From the SelectedWorks of Marco Andrei Torres Maldonado
January, 2016
La disposición de los bienes sociales por un solo
cónyuge. El lado oscuro del artículo 315 del
Código Civil
Marco Andrei Torres Maldonado
Enrique Varsi Rospigliosi
Available at: http://works.bepress.com/marcoandreitorresmaldonado/26/
ESPECIAL
El lado oscuro del artículo 315
del Código Civil
La disposición de los bienes
sociales por un solo cónyuge
Enrique VARSI ROSPIGLIOSI*
Marco Andrei TORRES MALDONADO**
MARCO NORMATIVO
• Constitución: art. 4.
• Código Civil: arts. II y V TP., 156, 161, 162, 219 incs. 1,
4 y 8, 230, 292, 313, 326, 1315, 1366, 1367 y 1427.
• Código Procesal Civil: art. 65.
I.
Palabras liminares y planteamiento
de la cuestión
Con fecha 4 de diciembre de 2015, fue publicado en el diario oficial El Peruano, la convocatoria realizada por la Corte Suprema a
Tema relevante
Los autores sotienen que en el Derecho de Familia no se puede establecer a priori una
regla general que sirva de pauta normativa para la generalidad de los casos. En tal sentido, considera que en los casos de disposición de los bienes sociales por un solo cónyuge,
el remedio debe ser la eficacia suspendida, toda vez que existe una ausencia de legitimidad para actuar; no obstante, en los casos en que se demuestre la mala fe del adquirente,
devendrá en nulo, pues el acto jurídico presenta un vicio de finalidad ilícita (inciso 4 del
artículo 219).
efectos de llevar a cabo la Audiencia Pública
del VIII Pleno Casatorio Civil, el 22 de
diciembre del año en curso, que corresponde
a la Casación Nº 3006-2015-Junín.
El tema a determinar fue cuál es el remedio
que opera contra el negocio jurídico por el
que uno de los cónyuges, sin la intervención
del otro, dispone de los bienes de la sociedad de gananciales; i.e. ¿Se trata de un negocio jurídico nulo, anulable o ineficaz? Tal
situación, presupone analizar los alcances
del artículo 315 del Código Civil.
*
Dr. iur., Dr. h.c., Mg., Prof. Hon. Mult. Profesor e investigador de la Universidad de Lima. Representante del Perú ante el
Comité Intergubernamental de Bioética de la UNESCO. Socio internacional del Instituto Brasileiro de Direito de Familia - IBDFAM. Miembro honorario del Instituto Peruano de Derecho Civil. Consultor del Estudio Lazo, De Romaña &
Gagliuffi Abogados. Amicus curiae del VIII Pleno Casatorio Civil.
** Jefe de Prácticas de Derecho Civil, en los cursos de Derecho de las Personas, Acto Jurídico y Derecho de las Obligaciones
en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Universidad San Ignacio de Loyola. Asociado junior al Estudio Fernández, Heraud & Sánchez Abogados.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
Comentario relevante
te
de los autores
Esta comunidad de vida de la pareja
genera relaciones económicas, de
ganancias o pérdidas; una comunidad de intereses de carácter patrimonial que se regula de diferentes
formas tomando en cuenta las necesidades y características de los cónyuges. Implica un régimen de administración y disposición de bienes
que es tratado por el Derecho dentro del llamado Derecho familiar
patrimonial.
Conscientes de la trascendencia práctica contenida en la litis a ser resuelta por la Corte
Suprema, sobre la cual no han existido criterios uniformes, mediante el presente ensayo
exponemos nuestra tesis, a fin de ser evaluada y contrastada por la comunidad jurídica en general.
II. Sobre el Derecho familiar patrimonial y la titularidad de la sociedad de gananciales en el régimen
matrimonial
La familia, al igual que toda entidad, necesita de medios económicos. No es ajena a las
relaciones patrimoniales, lucrativas, financieras, monetarias, contractuales, mercantiles, de capitales. La unión de cuerpo y alma
del hombre y la mujer trae inexorablemente
reflejos patrimoniales para ambos. Al iniciarse el vínculo, durante la vida conyugal e,
1
2
3
4
incluso, después de la disolución del matrimonio, los cónyuges hacen frente a necesidades financieras para el sustento del hogar,
las relaciones patrimoniales resultan necesarias para la comunidad de vida1.
Como espacio de realización personal y
afectiva de sus miembros, la familia está
compuesta de relaciones de naturaleza patrimonial2, no siendo precisamente contenidos espirituales y morales los únicos que la
componen. Tiene ingresos y egresos. Compromete su patrimonio o lo protege de gravámenes. En un orden real, tanto las relaciones personales como las patrimoniales
cumplen una función preponderante en la
familia. La economía es gran parte de su
contenido y marca su estructura.
La familia está provista de un patrimonio que
le resulta indispensable para cumplir sus objetivos y finalidades, pareciendo evidente que el
término “matrimonio” es correlativo y complementario de “patrimonio” (entre ambas
palabras solo hay una letra de diferencia:
P-M- atrimonio), similitud esta que refleja
la importancia de las relaciones económicas.
El matrimonio es una institución en la que
un varón y una mujer se obligan a ejercer
sus respectivos roles tanto de pareja como
de padre y madre. A decir de Belluscio, la
unión matrimonial conlleva particularísimas
circunstancias en las relaciones particulares
entre los cónyuges y en las de ellos con terceros, que requieren regulación legal3. Dos
seres humanos que consolidarán un patrimonio mediante un esfuerzo conjunto y con
iguales derechos sobre él. El aspecto patrimonial difícilmente puede estar divorciado
de los deberes que producen en el matrimonio cierto grado de comunidad4.
VENOSA, Sílvio de Salvo. Direito Civil. Direito de familia. Volumen VI, 7ª edición, Atlas, São Paulo, 2007, p. 166.
LÔBO, Paulo. Familias (Direito civil). Saraiva, São Paolo, 2008, p. 10.
BELLUSCIO, Cesar Augusto. “Regímenes matrimoniales”. En: Enciclopedia jurídica Omeba. Tomo XXIV, Driskill, Buenos Aires, 1979, p. 410.
SAMBRIZZI, Eduardo. Tratado de Derecho de Familia. Tomo II, La Ley, Buenos Aires, 2010, p. 499.
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ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
Esta comunidad de vida de la pareja genera
relaciones económicas, de ganancias o pérdidas; una comunidad de intereses de carácter patrimonial que se regula de diferentes
formas tomando en cuenta las necesidades y
características de los cónyuges, como sostiene Lasarte5. Implica un régimen de administración y disposición de bienes que es
tratado por el Derecho dentro del llamado
Derecho familiar patrimonial.
Así, el matrimonio implica la unión de dos
personas que se da en el plano espiritual y
material. La sociedad de gananciales está
adaptada a este concepto y la finalidad básica
del matrimonio es la de compartir. Compartir los bienes, propios y comunes que conformen un patrimonio especial, presentándose
como un mecanismo de regulación6.
Los efectos del matrimonio, entonces, no solo
se reflejan sobre los cónyuges, a nivel personal sino, también, sobre sus patrimonios. El
vínculo conyugal genera, además de la sociedad de personas, una entre los patrimonios de
los cónyuges, reglamentadas ambas minuciosamente por el legislador, dada la trascendencia de la institución matrimonial, como componente básico de la organización social7.
La sociedad de gananciales es una forma
de comunidad de bienes aplicable al matrimonio compuesta por aquellos adquiridos
a título oneroso por los cónyuges, por los
frutos y productos de los bienes propios,
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Comentario relevante
te
de los autores
La sociedad de gananciales es una
forma de comunidad de bienes aplicable al matrimonio compuesta por aquellos adquiridos a título oneroso por los
cónyuges, por los frutos y productos
de los bienes propios, correspondiéndoles a cada uno la gestión de su patrimonio y a la sociedad conyugal la del
patrimonio social con base en el interés familiar.
correspondiéndoles a cada uno la gestión de
su patrimonio y a la sociedad conyugal la
del patrimonio social con base en el interés
familiar. Con la disolución del matrimonio
la sociedad de gananciales se liquida adjudicando a cada cónyuge, en partes iguales y a
título de gananciales, los bienes que quedasen luego de pagadas las cargas y deudas8.
Como bien es sabido, la sociedad de gananciales no solo resulta aplicable al matrimonio sino también a las uniones estables. En
efecto, según el artículo 5 de la Constitución Política “la unión estable de un varón
y una mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho, da
lugar a una comunidad de bienes sujeta al
LASARTE, Carlos. Derecho de familia. Principios de Derecho Civil. Tomo VI, 9a edición. Marcial Pons, Madrid: 2010,
p. 150.
La sociedad de gananciales se encuentra conformada por el conjunto de bienes sociales y bienes propios de cada cónyuge, constituyéndose en un mecanismo de regulación de dicho patrimonio. Casación Nº 145-2001, Huánuco, El Peruano,
01/10/2002, p. 8832.
OGLIASTRI PUERTA, Gilda y Luis Fernando ZUREK SALAS. Del régimen de la sociedad conyugal y sus reformas.
Facultad de Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 1995, p. 3.
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Tratado de Derecho de Familia. Tomo III, Fondo Editorial de la Universidad de Lima &
Gaceta Jurídica, Lima, 2013, p. 143. Según Saiz García, la finalidad principal del régimen económico de gananciales consiste en crear un patrimonio distinguible con el que los cónyuges puedan tanto hacer frente de manera equitativa a las cargas familiares, en sentido amplio, cuanto participar por mitad de las ganancias obtenidas durante la vigencia de la sociedad
conyugal. SAIZ GARCÍA, Concepción. Acreedores de los cónyuges y régimen económico matrimonial de gananciales.
Aranzadi, Navarra, 2006, p. 15.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
Comentario relevante
te
de los autores
La sociedad conyugal, titular de los
bienes sociales, es un patrimonio de
afectación con vida propia, pues los
bienes y deudas que la conforman tienen un fin determinado por tender a un
objeto que se ha fijado y hacia cual se
dirige. La sociedad conyugal es una
entidad distinta a sus miembros y con
personalidad jurídica propia. Un sujeto
de derecho independiente, autónomo,
de naturaleza ideal.
régimen de la sociedad de gananciales en
cuanto sea aplicable”, lo cual es replicado
por el artículo 326 caput del Código.
En ese entender, los alcances del artículo
315 tienen la misma consecuencia jurídica
para los actos en los que interviene un conviviente. Lo cual resulta significativo, sí se
toma en consideración que gran parte de la
población opta por esta forma de familia9.
La unión de hecho per se es producto de la
construcción social y se encuentra ligada a lo
más natural del hombre, que es el hecho de
convivir10.
9
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12
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Ahora bien, en el caso del matrimonio, la
sociedad conyugal es titular de los bienes
sociales bajo un régimen de propiedad en
mano común. La propiedad de los cónyuges respecto de los bienes sociales no se
encuentra representada en una parte alícuota o cuota ideal como ocurre en el régimen denominado en nuestro medio de
copropiedad.
La sociedad conyugal, titular de los bienes
sociales, es un patrimonio de afectación con
vida propia, pues los bienes y deudas que
la conforman tienen un fin determinado por
tender a un objeto que se ha fijado y hacia
cual se dirige11. La sociedad conyugal es una
entidad distinta a sus miembros y con personalidad jurídica propia. Un sujeto de derecho independiente, autónomo, de naturaleza
ideal12.
El artículo 65 del Código Procesal Civil
cataloga a la sociedad conyugal como un
patrimonio autónomo. Los bienes de una
sociedad conyugal, dentro del régimen de
sociedad de gananciales, no pertenecen a
ninguno de los dos cónyuges, sino a la sociedad conyugal, en su calidad de un patrimonio
autónomo. Según Ana María Arrarte13, en un
patrimonio autónomo no estamos frente a
más de una persona titular de una relación
jurídica material o derecho discutido, sino
que la titularidad y calidad de parte material
Según los resultados del XI Censo de Población y VI de Vivienda de 2007, llevado a cabo por el Instituto Nacional de
Estadística e Informática del Perú (INEI), se ha determinado que del total de jefes (as) de hogar que registró el Censo del
2007, el 74,5 % tienen pareja, sea estén casados o conviviendo: 42,2 % (2 847 765) casados (as), el 32,3 % (2 182 132) en
relación de convivencia. El 10,5 % (713 988) son solteros, el 8,2 % viudo, el 5,8 % separado y el 1,0 % divorciado. Asimismo, en otras realidades, se conoce que “en Francia el número de niños nacidos fuera del matrimonio es aproximadamente del cuarenta por ciento y en Inglaterra aproximadamente la cuarta parte”. GARCÍA RUBIO, María Paz. “Las uniones de hecho en España, una visión jurídica”. En: Anuario de la Facultad de Derecho. Nº 10, Universidad Autónoma de
Madrid, Madrid, 2006, p. 114.
CASTILLO FREYRE, Mario y TORRES MALDONADO, Marco Andrei. “¿Se puede desheredar o declarar indigno al
miembro de una unión de hecho?”. En: Gaceta Civil & Procesal Civil. Nº 16. Gaceta Jurídica, Lima, octubre de 2014, p. 15.
JOSSERAND, Louis. Derecho Civil. Tomo III, volumen 1, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1951,
p. 25.
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Tratado de Derecho de las Personas. Fondo Editorial de la Universidad de Lima y
Gaceta Jurídica, Lima, 2014, p. 113.
ARRARTE, Ana María. “Sobre el litisconsorcio y la intervención de terceros, y su tratamiento en el Código Procesal Civil
peruano”. En: Revista de Derecho Procesal. Communitas, Lima, 1998, pp. 135 y 136.
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ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
recae en un ente jurídico distinto a quienes lo
conforman y eventualmente lo representan.
Dentro de tal orden de ideas, los cónyuges
no van a poder ver concretado el porcentaje de titularidad que les corresponde respecto de los bienes sociales hasta que se
extinga el régimen y se proceda a su liquidación. Antes de ello, los cónyuges, a título
individual, solo tendrán un derecho expectativo, el mismo que estará sujeto, en cuanto
a su eventual disponibilidad, a la previa
liquidación del régimen de la sociedad de
gananciales14.
Ergo, los cónyuges, cuya voluntad hace la
sociedad conyugal, son los únicos legitimados para disponer de los bienes o comprometer el patrimonio social, salvo que se
trate de actos de disposición relacionados
con la potestad doméstica en los que bastará la sola intervención de uno de los cónyuges. Naturalmente, disuelta la comunidad
y siendo cada quien propietario de la parte
que le correspondió podrá libre e individualmente disponer de sus bienes.
III. Sobre la naturaleza y ratio del
artículo 315 del Código Civil. A propósito del interés familiar y la protección patrimonial de la familia
De conformidad con el artículo 315:
“Para disponer de los bienes sociales o
gravarlos, se requiere la intervención del
marido y la mujer. Empero, cualquiera de
ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene
poder especial del otro. Lo dispuesto en
el párrafo anterior no rige para los actos
de adquisición de bienes muebles, los
Comentario relevante
te
de los autores
Los cónyuges, cuya voluntad hace la
sociedad conyugal, son los únicos legitimados para disponer de los bienes
o comprometer el patrimonio social,
salvo que se trate de actos de disposición relacionados con la potestad
doméstica en los que bastará la sola
intervención de uno de los cónyuges.
Naturalmente, disuelta la comunidad
y siendo cada quien propietario de la
parte que le correspondió podrá libre
e individualmente disponer de “sus”
bienes.
cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco rige
en los casos considerados en las leyes
especiales”.
Se trata de una norma imperativa que responde a un criterio de orden público respecto
de la cual no puede pactarse en contra de
ella.
Las normas contenidas en el citado artículo
son:
a) Para disponer o gravar bienes sociales
(muebles o inmuebles) se requiere la
intervención del marido y la mujer.
b) Cualquiera de ellos puede ejercitar tal
facultad si tiene poder especial del otro,
(concordado con el artículo 156 del
Código).
14 Sobre el particular, con acierto, se ha señalado que “Durante la vigencia de la comunidad y hasta la disolución, cada cónyuge tiene un derecho en expectativa sobre la totalidad de la masa ganancial. Cuando cesa la ganancialidad el derecho en
expectativa se convierte en un derecho cierto y efectivo”. KRASNOW, Adriana. “El régimen patrimonial del matrimonio
en el derecho comparado. Caracterización del régimen vigente en el derecho argentino”. En: Revista de Derecho Privado.
Nº 17, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2009, p. 213.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
c) La adquisición de bienes muebles puede
ser efectuada por cualquiera de los
cónyuges.
d) El artículo 315 no rige en los casos considerados en las leyes especiales.
El término disposición (Del lat. disponĕre)
es omnicomprensivo. Disponer es “Ejercitar
en algo facultades de dominio, enajenarlo o
gravarlo, en vez de atenerse a la posesión y
disfrute”15.
Dentro de los actos de gestión del patrimonio, como el acto de conservación y el de
administración, a decir de Larroumet16, el
acto de disposición es el más grave y es el
que tienen por objeto comprometer la composición futura o actual del patrimonio.
Equivale a la transmisión del derecho a otra
persona dejando el titular actual de serlo.
Este acto de desapoderamiento puede ser
gratuito u oneroso17. No se limita solo a la
venta sino también a la compra18.
Asimismo, en el artículo 315 existe un borderline, zona fronteriza o limitante, entre
disposición y adquisición. ¿Cuándo es una
y cuándo otra? Al final cuando compramos
disponemos de dinero. Ese acto de disposición en la adquisición de bienes muebles
no requiere intervención conjunta (por el
supuesto escaso valor, res mobiles, res vilis)
pero hoy puede ser –no así en otrora– que
el costo de un mueble sea superior al de
un inmueble. La pequeñez o movilidad no
marca la naturaleza de los bienes.
Otro caso sería cuando frente a una acreencia se decide sustituir la prestación por otra,
v.g. me debes dinero pero acepto algo a cambio. Es en esta idea, a símili, que se discute el
caso de las acciones obtenidas vía aumento
de capital por capitalización de acreencias
situación en la que el acreedor accionista
cambia su deuda por acciones aumentando
su participación en el capital social por lo
que más que una disposición de bienes es
un acto de adquisición que podrá ser realizado por el acreedor sin intervención de su
cónyuge19.
Ahora bien ¿Cuál es la ratio del artículo 315
del Código Civil? ¿Por qué nuestro legislador exige la intervención de ambos cónyuges
para la disposición de los bienes sociales?
El principio rector de la disposición de los
bienes de la familia es el interés familiar.
Si bien no hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de
protección de la familia (artículo 4 de la
Constitución Política) y por la consideración
en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento,
está implícito que la disposición de los bienes debe responder al interés familiar.
Este se impone como un límite natural a la
disposición de bienes propios y sociales. Así,
el interés familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de
los bienes que perjudica a la familia o para
verificar la realización de uno que sea en
beneficio de esta.
15 Diccionario de la Lengua Española, 22ª edición.
16 LARROUMET, Christian. Derecho Civil. Introducción al Derecho Privado. Legis, Bogotá, 2008, p. 318.
17 SERRANO ALONSO, Eduardo y SERRANO GOMEZ, Eduardo. Manual de Derechos Reales. Edisofer, Madrid, 2005,
p. 42.
18 Constituyen actos de disposición de bienes sociales, tanto la enajenación de los mismos, como la adquisición a título oneroso de bienes en la medida que en este último supuesto, no obstante de producirse un incremento del patrimonio a través
de la incorporación de un bien, también se genera un egreso del patrimonio de la sociedad, a través de la entrega de dinero
u otro bien de la sociedad conyugal. Resolución 045-2008-SUNARP-TR-A, de fecha 21 de febrero de 2008.
19 Casación Nº 2021-2004, Lima. El Peruano, 30/03/2006. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Nº 115, Gaceta Jurídica,
Lima, año 13, abril de 2008, p. 161.
104
ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
En tal sentido, mediante la exigencia del
artículo 315, se busca proteger el contenido patrimonial de la familia, resguardando
el matrimonio como acto jurídico, reconociendo que es el acto fundamental y básico
que genera consecuencias económicas y a
la familia como institución. Esta protección
tiene como finalidad establecer la correcta
disposición y utilización de los bienes sociales, en aras de velar por el mejor interés
familiar.
Comentario relevante
te
de los autores
Mediante la exigencia del artículo
315 del Código Civil, se busca proteger el contenido patrimonial de la
familia, resguardando el matrimonio
como acto jurídico, reconociendo que
es el acto fundamental y básico que
genera consecuencias económicas y
a la familia como institución. Esta protección tiene como finalidad establecer
la correcta disposición y utilización de
los bienes sociales, en aras de velar
por el mejor interés familiar.
IV. Sobre las diversas teorías acerca
de la disposición de bienes sociales por uno de los cónyuges
Como hemos visto, nuestro Código no contiene sanción expresa para aquel negocio jurídico que contraríe los supuestos consagrados
en el artículo 315 lo cual, incluso, lo podemos detectar en los Códigos precedentes20.
Es decir, el artículo 315 única y exclusivamente brinda un tratamiento en el aspecto
funcional o fisiológico, más no indica lo
patológico, correspondiendo a la doctrina y
a la jurisprudencia diagnosticar y aplicar el
tratamiento legal.
Según Ramírez Jiménez 21 , el referido
artículo no precisa qué sanción debe aplicarse para los casos en que se producen actos
de disposición con la intervención de solo
uno de los cónyuges, lo que para algunos
debe generar la nulidad del acto jurídico por
faltar la manifestación de voluntad, mientras
que para otros es un tema de inoponibilidad,
pues puede disponerse de bienes ajenos.
Precisamente, a efectos de determinar frente
a qué tipo de remedio negocial se debe aplicar a este vacío normativo, conviene analizar
en este ítem las propuestas desarrolladas a
nivel jurisprudencial y doctrinal, que se han
desarrollado en nuestro medio, de las cuales
las más resaltantes son las siguientes:
1. Sobre la tesis de la nulidad
En el caso de nulidad se presentan diversas
posiciones:
-
Por ausencia de manifestación de
voluntad.
Se alega que el negocio jurídico es nulo
por ausencia de manifestación de voluntad (1 del artículo 219).
20 Históricamente, este vacío normativo constituido por la falta de sanción también ha estado presente en los códigos de
1852 y 1936. El artículo 182 del primero de ellos prescribía que “La mujer no puede dar, enajenar, hipotecar, ni adquirir a
título gratuito u oneroso, sin intervención del marido, o sin su consentimiento por escrito”. Mientras que el artículo 188 del
Código de 1936 establecía que “El marido es el administrador de los bienes comunes con las facultades que le confiere la
Ley requiriéndose la intervención de la mujer cuando se trate de disponer o gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso” (artículo modificado en 1968 por el Decreto Legislativo Nº 17838 de la versión original que si permitía al marido
disponer unilateralmente de los bienes de la sociedad conyugal, quedándole solo a la mujer poder oponerse dicho acto,
artículo 189).
21 RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson. “Necesidad de precisiones sobre ineficacia en el Código Civil”. En: Revista de la Academia de la Magistratura, Nº 2, Lima, noviembre de 1992, p. 12.
105
GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
Si los cónyuges son los legitimados para
manifestar válidamente voluntad de
celebrar un acto jurídico, la ausencia de
voluntad de uno vicia el acto de nulidad.
Esta posición es tomada de la norma del
Código alemán que indica “El negocio jurídico unilateral celebrado sin el debido consentimiento será invalido”, artículo 1367
(en concordancia con el 1427: “1. Si el cónyuge administrador realizare un negocio
jurídico sin el debido asentimiento del otro
cónyuge será de aplicación las disposiciones del artículo 1366, apartados 1, 3 y 4, y
las del artículo 1367 por analogía”)22.
-
Por ser un supuesto de ejercicio abusivo
de derecho.
Otra teoría busca encajar el acto jurídico
en un supuesto de abuso del derecho, lo
que generaría por su fin ilícito una invalidez, específicamente la nulidad (inciso 4
del artículo 219).
Para tal fin se amparan el artículo 924
(ejercicio abusivo del derecho de propiedad) y el artículo II del Título Preliminar
(abuso del derecho).
-
Por ser contrario a las normas que interesan al orden público y a las buenas
costumbres.
Se pretende la nulidad del negocio jurídico por ser contrario a las normas que
interesan al orden público y a las buenas
costumbres (inciso 8 del artículo 219 y al
artículo V del Título Preliminar), nulidad
virtual o tácita.
La norma que restringe los actos de disposición de los bienes sociales a ser hechos
de forma conjunta por ambos cónyuges
tiene carácter imperativo y responde a un
criterio de orden público, teniendo como
fundamento que la sociedad conyugal es la
titular de los bienes sociales y no manera
individual cada uno de los cónyuges.
Al respecto, nuestra jurisprudencia indica
que:
“Para disponer bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención del
marido y la mujer, salvo que uno de
ellos dé poder al otro para ese efecto, de
acuerdo el artículo 315 del Código Civil,
por lo que están prohibidos los actos de
disposición unilateral de bienes inmuebles o los bienes muebles registrables
sin intervención de ambos cónyuges; de
modo tal que si, contraviniendo dicha
norma, se practica actos de disposición
de bienes sociales por uno solo de los
cónyuges se incurra en la causal de nulidad absoluta de acto jurídico prevista en
el artículo 219, inciso 1 del Código Civil,
por falta de manifestación de voluntad
de los titulares del dominio del bien y
por ser contrario a las leyes que interesan
el orden público según el artículo V del
Título Preliminar del Código Civil”23.
Respecto a la titularidad se ha manifestado
lo siguiente: “Por la naturaleza propia de
la disposición contenida en el artículo 315
del Código Civil, la acción para perseguir
la nulidad de un acto jurídico celebrado por
uno de los cónyuges sin la intervención del
otro, solo corresponde al cónyuge que no
intervino o a sus herederos, acción en la que
se ventilará entre otras cuestiones, si el consentimiento tácito o expreso existió o no”24.
22 EIRANOVA ENCINAS, Emilio. Código Civil Alemán Comentado BGB. Marcial Pons, Barcelona, 1998.
23 Casación Nº 336-2006, Lima, 28/08/2006. “Tal como lo ha establecido la Sala Suprema en reiteradas ejecutorias es nulo
el acto de disposición de bienes sociales efectuado por uno de los cónyuges”. Casación Nº 1316-96, Lima, El Peruano,
17/09/2000, p. 6222.
24 Casación N° 849-95-Lima, Sala Civil de la Corte Suprema. En: HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Jurisprudencia
Civil. Tomo III, p. 25.
106
ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
Cabe precisar que el IV Pleno Jurisdiccional Civil y Procesal Civil 2015, celebrado
en Arequipa, concluyó que este negocio jurídico es nulo y no ineficaz. Dicha ponencia
señalaba lo siguiente:
“En los actos jurídicos en los que uno
de los cónyuges dispone de bienes de la
sociedad de gananciales sin la intervención del otro se advierte la falta del requisito de la manifestación de voluntad del
cónyuge preterido en la celebración del
acto, siendo la manifestación de voluntad un elemento primordial para su validez (inciso 1 del artículo 219 del Código
Civil). El objeto del acto es jurídicamente
imposible, toda vez que la ley establece
que para disponer de bienes de la sociedad de gananciales se necesita el consentimiento de ambos cónyuges (artículo 315
del Código Civil). Finalmente, el acto jurídico podría contener un fin ilícito, pues
existiría la voluntad de engañar y perjudicar al cónyuge que no interviene en dicho
acto jurídico”.
Sin embargo, la votación favorable fue ajustada; votaron:
-
a favor de la nulidad 49
-
a favor de la ineficacia siendo 45
En esta línea de la nulidad, Aguilar Llanos25 considera que aquel negocio jurídico
de disposición es un acto que va contra una
norma imperativa; asimismo, Pino Coa sostiene que la nulidad ofrece mayor garantía al cónyuge que sufre el menoscabo de
ese patrimonio, “optar por la ineficacia es
Comentario relevante
te
de los autores
En los actos jurídicos en los que uno
de los cónyuges dispone de bienes de
la sociedad de gananciales sin la intervención del otro se advierte la falta
del requisito de la manifestación de
voluntad del cónyuge preterido en la
celebración del acto, siendo la manifestación de voluntad un elemento primordial para su validez (inciso 1 del
artículo 219 del Código Civil). El objeto
del acto es jurídicamente imposible.
conducirlo a una situación incierta e insegura, porque –finalmente– es ineficaz para
su propósito”26.
Con ese mismo criterio, en el Derecho Comparado, el artículo 456 del Nuevo Código
Civil y Comercial argentino, estipula que
“Ninguno de los cónyuges puede, sin el asentimiento del otro, disponer de los derechos
sobre la vivienda familiar, ni de los muebles indispensables de esta, ni transportarlos fuera de ella. El que no ha dado su asentimiento puede demandar la nulidad del acto
o la restitución de los muebles dentro del
plazo de caducidad de seis meses de haberlo
conocido, pero no más allá de seis meses de
la extinción del régimen matrimonial. (…)”.
Asimismo, el artículo 470 establece en qué
casos se requiere el asentimiento del otro
cónyuge para ciertos casos27.
25 AGUILAR LLANOS, Benjamín. “Régimen patrimonial del matrimonio”. En: Revista PUCP. Nº 59, Revista de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2006, p. 331.
26 PINEDO COA, Vicente A. “La ineficacia de la ineficacia del acto jurídico de disposición de bienes conyugales”. En: Diálogo con la jurisprudencia. Nº 198, año 20, Gaceta Jurídica, Lima, marzo de 2015, p. 113 y ss.
27 Sobre el particular caso de limitación de disposición de bienes gananciales véase. SAMBRIZZI, Eduardo A.: El régimen
patrimonial del matrimonio en el nuevo Código civil y comercial. La Ley, Buenos Aires, 2015, p.335 y ss.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
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La propia especialidad del Derecho de
Familia impide que se pueda establecer a priori una regla general, en nuestra opinión, si bien el negocio de disposición de los bienes sociales por un
solo cónyuge ostenta una eficacia suspendida (artículo 161); en los casos en
que se demuestre la mala fe del adquirente, devendrá en nulo (inciso 4 del
artículo 219).
La jurisprudencia clásica indicó que “la contravención de esta disposición legal franquea la acción de nulidad y no de anulabilidad”28.
2. Sobre la tesis de la anulabilidad
Es planteada por Almeida Briceño29 indicando que, como la anulabilidad tiene
carácter expreso y no puede ser invocada
de forma virtual, es necesario incluir en el
Código como causal de anulabilidad, la falta
de asentimiento del cónyuge no interviniente
en los actos de disposición arbitraria del
patrimonio social. Con esta solución, i) no
se niega al cónyuge no interviniente la posibilidad de demandar la anulación del acto,
teniendo ello efecto a partir de la sentencia
que lo declare ii) ni se impide otorgar asentimiento con posterioridad a la celebración del
acto de disposición arbitrario vía confirmación (art. 230).
La propuesta de reforma al Libro de Derecho
de Familia30 estableció la sanción de la anulabilidad frente al acto de disposición en el
que participaba un solo cónyuge, la referida
propuesta establecía que:
Artículo 315.- Disposición o gravamen
de los bienes sociales.
1. Para disponer de los bienes sociales o
gravarlos, se requiere la intervención
de ambos cónyuges. El acto practicado en contravención de lo anterior
es anulable a solicitud del cónyuge
que no intervino o de sus herederos.
2. No obstante lo establecido en el
párrafo 1 cualquiera de los cónyuges
puede ejercer la facultad de disponer
de los bienes sociales o gravarlos, si
tiene poder especial del otro.
3. Lo dispuesto en el párrafo 1 no rige
para los actos de adquisición de bienes muebles, los cuales pueden ser
efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco rige en los casos
considerados en las leyes especiales.
4. Cualquiera de los cónyuges puede
ser autorizado judicialmente a realizar actos de disposición que requieran el asentimiento del otro, siempre que existan causas justificadas de
necesidad y utilidad, atendiéndose el
interés familiar. La pretensión se tramita como proceso sumarísimo.
5. El acto es oponible al cónyuge sin
cuyo asentimiento fue otorgado, pero
28 El Peruano, 14 de julio de 1984. En: GUZMAN FERRER, Fernando. Código Civil. Tomo I, Científica, Lima, s/f, 288.
29 ALMEIDA BRICEÑO, José. La sociedad de gananciales. Grijley, Lima, 2008, pp. 216 y 217.
30 Propuestas de Reforma del Código Civil, Separata Especial, diario oficial El Peruano, Lima, martes 11 de abril de 2006.
108
ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
de dicho acto no surgirá obligación
personal ni responsabilidad alguna
para él.
Según la Exposición de Motivos, con la propuesta se subsana la omisión y se regla la
diversidad de criterios que han tratado de
hallar la solución más correcta, estableciéndose que el acto practicado contraviniendo
la regla general de la intervención conyugal
conjunta para la disposición de bienes sociales es sancionada con la anulabilidad.
En tal sentido, cuando uno de los cónyuges disponga unilateralmente de los bienes sociales, el cónyuge que no interviene
en el acto de disposición o sus herederos
podrán demandar la anulabilidad. Como se
sanciona con anulabilidad –y no con nulidad el acto de disposición unilateral– es
posible la confirmación31 de este acto por
quienes están facultados para demandar la
anulabilidad.
La fórmula de la anulabilidad ha sido recogida, legislativamente, por el artículo 1322
del Código Civil español, según el cual
“Cuando la ley requiera para un acto de
administración o disposición que uno de los
cónyuges actúe con el consentimiento del
otro, los realizados sin él y que no hayan
sido expresa o tácitamente confirmados
podrán ser anulados a instancia del cónyuge
cuyo consentimiento se haya omitido o de
sus herederos”32.
3. Sobre la tesis de la ineficacia
Se trata de la tesis mayoritaria.
La ineficacia no implica invalidez, solamente el no despliegue de efectos jurídicos.
Son varios los supuestos que nos llevan a la
ineficacia de un acto jurídico pero, respecto
de la materia que analizamos, nos adherimos
a aquel sector de la doctrina que considera
como supuesto la falta de legitimación.
A efectos de sustentar esta teoría, la doctrina
y jurisprudencia que lo ampara se ha remitido al concepto de legitimación.
La legitimación, en opinión de Rómulo
Morales33, es aquella competencia que tiene
la parte contractual de disponer o de transferir las posiciones jurídicas o situaciones jurídicas subjetivas que serán objeto del contrato. Es un requisito subjetivo de eficacia
del acto jurídico. Solo quien es titular de una
posición jurídica puede regular las situaciones que serán objeto del contrato, salvo que
la ley disponga efecto diverso o que el propio interesado faculte a otro a hacerlo. La
falta de legitimación otorgará a la parte interesada la posibilidad de ejercer el derecho de
extinción de los efectos del contrato.
31 Conforme lo señala el artículo 315 del Código Civil, para disponer de los bienes sociales o gravarlos se requiere la intervención del marido y la mujer, lo que no significa que la voluntad sea necesariamente manifestada en un solo acto pudiendo
hacerse mediante acto complementario celebrado en momento y lugar diferente, por lo que siendo ello un requisito subsanable, no procede la tacha sustantiva sino la observación del título respectivo. Resolución Nº 192-2004-SUNARP-TR-A;
Arequipa, 22/11/2004.
32 El artículo 1322 del referido Código establece, entonces, la eventual sanción de los actos de administración o disposición
realizados, unilateralmente, por uno de los cónyuges en aquellos supuestos que la ley requiera una actuación conjunta a la
de uno de ellos con el consentimiento del otro. Supuesto ante el cual, se ha previsto, en el ordenamiento jurídico español,
la sanción de la anulabilidad. BELLO JANEIRO, Domingo. La defensa frente a tercero de los intereses del cónyuge en la
sociedad de gananciales. José María Bosch Editor, Barcelona, 1993, p. 73 y ss.
33 MORALES HERVIAS, Rómulo. Ob. cit., p. 173. Sobre el particular, Emilio Betti considera que la legitimación es aquella
competencia para alcanzar o soportar los efectos jurídicos de la reglamentación de intereses a que se ha aspirado, la cual
resulta de una específica posición del sujeto respecto a los intereses que se trata de regular. BETTI, Emilio. Teoría general
del negocio jurídico. Traducción de Martín Pérez. Comares, Granada: 2000, p. 203.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
La presencia de ambos cónyuges en un acto de
disposición o gravamen no supone un requisito
de validez del acto jurídico, sino una adecuada
legitimidad para contratar; i.e. la intervención
de ambos cónyuges supone dar cumplimiento
a un requisito de eficacia denominado legitimidad para contratar, el cual implica el poder
de disposición que tiene el sujeto con una
determinada situación jurídica34.
Por ende, la falta de legitimación lleva a
que el contrato surta consecuencias jurídicas deviniendo la ineficacia, no la invalidez.
Considerar la legitimación como un requisito de eficacia de un acto jurídico supone
admitir la validez del contrato traslativo pero
supone también su ineficacia ante la falta de
legitimación del agente35.
En nuestro medio, han asumido esta tesis
Moisés Arata36, Luciano Barchi37, Claudia
Canales 38, Rómulo Morales 39, Fort Ninamancco40, Nelson Ramírez41, Aníbal Torres42,
Carlos Agurto y Sonia Quequejana43.
4. Sobre la tesis de la tutela de carácter
real
Esta posición ha sido desarrollada por
Gunther Gonzáles44 quien considera que la
tutela real del propietario no disponente es
de carácter real y no contractual.
Según el autor, lo correcto son los remedios
de tutela de la propiedad, lo que se funda
en una razón muy simple: cuando las partes discuten la supuesta nulidad o inoponibilidad del contrato, en realidad, se enfrascan en cuestionar quién es el propietario
de la cosa, en cuanto este es el presupuesto
necesario para decidir si el negocio es nulo
o inoponible.
Solo una vez que se determine quién es el
titular, entonces recién se podría decidir si el
contrato es inoponible frente al verus dominus, pero ello justamente implica una previa declaración de la propiedad. Por tanto,
en estos procesos, se cuestiona en primer
lugar el dominio, la propiedad, el derecho
34 Casación Nº 111-2006, Lambayeque, 31/01/2007.
35 BARCHI VELAOCHAGA, Luciano. “La disposición de un bien social por uno de los cónyuges sin la intervención del
otro”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 90, Gaceta Jurídica, Lima, mayo de 2001, p. 13.
36 ARATA SOLÍS, Rómulo Moisés. La sociedad de gananciales. Régimen de comunidad y deudas. Gaceta Jurídica, Lima,
2011, pp. 244 y 248.
37 BARCHI VELAOCHAGA, Luciano. Ob. cit., p. 20. Asimismo, BARCHI VELAOCHAGA, Luciano. “Un asunto de familia: la venta de bienes sociales por uno de los cónyuges. Comentario a la Casación Nº 1815-2006, Callao”. En: Jus Jurisprudencia. Nº 2, Grijley, Lima, julio de 2007, pp. 21 y 39.
38 CANALES TORRES, Claudia. “Disposición de bienes sociales por uno de los cónyuges”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 108, Gaceta Jurídica, Lima, setiembre de 2007. Asimismo “El artículo 315 del Código Civil: nulidad vs. ineficacia. A propósito de los actos de disposición de bienes sociales por uno de los cónyuges”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 103, abril, 2007.
39 MORALES HERVIAS, Rómulo. “Validez y eficacia de los actos de disposición y de gravamen en la sociedad de gananciales. El concepto oculto en el artículo 315 del Código Civil”. En: Estudios sobre teoría general del contrato. Grijley, Lima,
2006, p. 512, asimilándolo al régimen de la venta del bien ajeno.
40 NINAMANCCO CORDOVA, Fort. “Confusión sobre los actos de disposición de bienes sociales por un solo cónyuge”.
En: La Ley. Nº 7, año I, Gaceta Jurídica, Lima, enero de 2015, p. 76. Así también en “El acto de disposición de bienes
sociales por un solo cónyuge”. En: Gaceta Civil & Procesal Civil. Tomo XXIX, Gaceta Jurídica, Lima, noviembre de
2015, pp. 67 y 68.
41 RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson. Ob. cit., p. 12.
42 TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. “Inoponibilidad del contrato”. En: Gaceta Civil & Procesal Civil. Tomo 29, Gaceta Jurídica, Lima, noviembre de 2015, pp. 87 y 88. Así también en: “Inoponibilidad de los actos de disposición o gravamen de
los bienes de la sociedad de gananciales por uno solo de los cónyuges”. En: Cuenta personal de Facebook <https://www.
facebook.com/anibaltorres.vasquez.58> revisada el 18/12/15.
43 AGURTO GONZALES, Carlos Antonio y QUEQUEJANA MAMANI, Sonia Lidia. “Familia, régimen patrimonial del
matrimonio y disposición de bienes sin el consentimiento del otro cónyuge”. En: Actualidad Civil. Nº 14, Instituto Pacífico, Lima, agosto de 2015, p. 68 y ss.
44 GONZÁLES BARRÓN, Gunther. “Venta por un solo cónyuge del bien social y otras hipótesis similares. Propuesta de
solución”. En: Actualidad Jurídica. Tomo Nº 237, Gaceta Jurídica, Lima, agosto de 2013, p. 47 y ss.
110
ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
real; y sobre ello se enfrasca el debate judicial, las alegaciones, la prueba; por tanto, la
acción es claramente de naturaleza real, y no
contractual.
Tal afirmación no resulta del todo exacta,
pues en la práctica dicho enfrascamiento
a la que alude Gunther Gonzáles se determina in limine por una cuestión de legitimad
del cónyuge no disponente quien, a efectos
de accionar, debe demostrar que se encuentra casado bajo un régimen de sociedad de
gananciales y que no había otorgado poder
alguno a su cónyuge.
Siendo ello así, queda claro que la titularidad le corresponde a la sociedad conyugal
por lo que resulta pertinente aplicar el remedio negocial (tutela contractual) que corresponda. La sociedad conyugal no pretende
que se le reconozca como propietario, pues
dicha exigencia se consuma al momento de
admitir la procedencia de la demanda, que
busca cuestionar la eficacia del negocio jurídico, en la medida que no le es oponible.
V. Nuestra posición: “La disposición
de bienes sociales por un solo cónyuge es un acto con eficacia suspendida; sin embargo, en los casos
en que se demuestre la mala fe del
adquirente, devendrá en nulo”.
La propia especialidad del Derecho de Familia impide que se pueda establecer a priori
una regla general, que sirva de pauta normativa para la generalidad de los casos. En tal
sentido, en nuestra opinión, si bien el negocio de disposición de los bienes sociales por
un solo cónyuge ostenta una eficacia suspendida (art.161); en los casos en que se
demuestre la mala fe del adquirente, devendrá en nulo (inciso 4 del artículo 219).
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de los autores
La presencia de ambos cónyuges en
un acto de disposición o gravamen
no supone un requisito de validez del
acto jurídico, sino una adecuada legitimidad para contratar. La intervención de ambos cónyuges supone dar
cumplimiento a un requisito de eficacia denominado legitimidad para contratar, el cual implica el poder de disposición que tiene el sujeto con una
determinada situación jurídica.
La ventaja de un régimen mixto (convivencia entre ineficacia y nulidad45 cuando exista
mala fe del comprador) radica en que se
evita el encasillamiento de los supuestos de
hecho que se vienen presentando en la realidad, que resulta conveniente con el carácter
especial del Derecho de Familia y la protección patrimonial del matrimonio y las uniones estables.
Siendo ello así, será labor de la judicatura el
análisis de caso por caso a efectos de determinar la existencia o no de mala fe por parte
del adquirente a efectos de sentenciarse
la ineficacia o nulidad del acto materia de
disposición.
1. Acto con eficacia suspendida
Como es sabido, el negocio jurídico ineficaz es aquel en el cual concurren todos los
elementos para que sea válido, los cuales se
encuentran debidamente establecidos en el
artículo 140 pero adolece de un vicio posterior a la conformación del negocio.
45 En alguna manera con similar criterio CANALES TORRES, Claudia. “Actos de disposición de bienes sociales por uno de
los cónyuges: el triunfo de la nulidad”. En: Gaceta Civil & Procesal Civil, Nº 30, diciembre 2015.
111
GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
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La ventaja de un régimen mixto (convivencia entre ineficacia y nulidad
cuando exista mala fe del comprador)
radica en que se evita el encasillamiento de los supuestos de hecho que
se vienen presentando en la realidad,
que resulta conveniente con el carácter especial del Derecho de Familia y
la protección patrimonial del matrimonio y las uniones estables.
La ineficacia no implica invalidez solamente
el no despliegue de efectos jurídicos.
En materia de la sociedad de gananciales la
regla es la representación y administración
conjunta y la excepción el actuar y administración individual. En efecto, la representación (art. 292) y la administración (art.313)
de la sociedad conyugal es ejercida por
ambos cónyuges, sin embargo cualquiera de
ellos puede otorgar poder al otro para que
ejerza dicha representación / administración
de manera total o parcial.
Con el mismo criterio, el artículo 315, parte
que la regla es la codisposición de los bienes sociales, siendo la excepción la disposición individual, cuando hay un poder o
la ley así lo permite. Este y los demás criterios responden a una función de eficiencia de la norma, estableciendo la posibilidad
de que uno de los cónyuges ejerza la representación de los bienes de la sociedad conyugal, hecho que no se configura como un
supuesto de validez del acto jurídico, sino
por el contrario como un supuesto de legitimación, el cual se constituye como un requisito de la eficacia del contrato, su ausencia
no implica la invalidez del negocio jurídico,
sino su ineficacia respecto de la parte del
cual no es titular.
Con este análisis tenemos que la trilogía normativa en materia de representación, administración y disposición de bienes sociales,
son los artículos 292, 313 y 315 del Código
Civil.
El Derecho de Familia cuenta con su propia
teoría jurídica. De llano tiene una teoría original del acto jurídico, de los Derechos Reales y de responsabilidad civil46. Sin embargo,
si bien la familia y su tratamiento legal se
caracterizan por su especialidad, ello no
obsta, ni restringe, la aplicación en su ámbito
de las normas generales de la representación
de la teoría negocial.
La especialidad del Derecho de Familia no
se encuentra per se en los supuestos normativos, sino en las circunstancias extrínsecas que podrían acompañar a ellas como,
por ejemplo, que cualquiera de los cónyuges
podría ser autorizado judicialmente a realizar actos de disposición que requieran el
asentimiento del otro, siempre que existan
causas justificadas de necesidad y utilidad,
atendiéndose el interés familiar47. Tal situación, evidentemente, no podría ocurrir en un
terreno ajeno al Derecho de Familia.
46 Dicha situación se repite en la aplicación de normas de la teoría general de la responsabilidad civil al Derecho de familia,
nada impide no realizarlo, tendiendo en consideración el principio pro damnato y el de reparación integral de la víctima.
En tal sentido, según López Herrera, el Derecho de Familia tiene autonomía en varias de sus disposiciones por la índole de
los derechos que reglamenta, pero no es cierto que no sea parte del Derecho Civil, ni hay ninguna norma que los excluya de
la reparación integral de los daños. LÓPEZ HERRERA, Edgardo. Teoría general de la responsabilidad civil. Lexis Nexis,
Buenos Aires, 2006, p. 815.
47 Dicho planteamiento fue recogido en las Propuestas de Reforma del Código Civil del año 2006 (numeral 4 del artículo 315
proyectado).
112
ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
La hipótesis normativa del artículo 315 es,
en realidad, un supuesto de representación48
sin poder, regulado en la teoría de la representación contenido en el artículo 161 del
Libro II - Acto jurídico del Código, según
el cual:
“El acto jurídico celebrado por el representante excediendo los límites de las
facultades que se le hubiere conferido,
o violándolas, es ineficaz con relación
al representado, sin perjuicio de las responsabilidades que resulten frente a este
y a terceros. También es ineficaz ante el
supuesto representado el acto jurídico
celebrado por persona que no tiene la
representación que se atribuye”.
La última parte del artículo hace referencia a la falta de poder de representación, o
como prescribe el Código, cuando la persona
(cónyuge) no tiene la representación (de la
sociedad conyugal) que se atribuye. Ergo,
en dicho supuesto, no existe una relación
jurídica de representación o acto de apoderamiento, ya sea porque se extinguió el que
tenía o porque nunca se le otorgó poderes
que el falso representante indica tener.
La actuación del falsus procurator (véase
cónyuge) se caracteriza por su intromisión
en la esfera jurídica ajena, por disponer de
bienes o derechos de un dominus (sociedad
conyugal) de quien no tiene poder para ello.
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Se puede decir, entonces, que el cónyuge que celebra una compraventa
sin autorización del otro, respecto de
un bien de la sociedad de gananciales, carece de facultades de representación y de legitimidad para contratar.
Por tanto, el acto jurídico de disposición del bien social celebrado es ineficaz e inoponible respecto al cónyuge
que no lo autorizó, y no nulo.
Se puede decir, entonces, que el cónyuge
que celebra una compraventa sin autorización del otro, respecto de un bien de la sociedad de gananciales, carece de facultades de
representación y de legitimidad para contratar. Por tanto, el acto jurídico de disposición
del bien social celebrado es ineficaz e inoponible respecto al cónyuge que no lo autorizó,
y no nulo49. En esta línea cuando uno de los
cónyuges se compromete a gravar o disponer
el patrimonio social, el acto jurídico es ineficaz por falta de representación de uno de los
cónyuges o de la disposición de los derechos
de uno de ellos50.
En principio, consideramos que esta teoría
es la más adecuada para la determinación de
48 Como es sabido, la representación tiene como presupuesto la existencia de una fuente de legitimación representativa, la
misma que mediante una autorización otorga un poder representativo al representante. Ahora bien, no solo es necesario
dicho presupuesto sino que se requiere la presencia de dos elementos: i) que quien está legitimado celebre negocios jurídicos dentro de los límites del poder que se le ha conferido, ya que solo dentro de estos límites actuará legítimamente; y,
además, ii) se hace necesario que los terceros con los que se relaciona sepan que quien actúa lo está haciendo por otra persona, y no a título personal. PRIORI POSADA, Giovanni. “La representación negocial. Del Derecho romano a la codificación latinoamericana”. En: Ius et Veritas. Nº 20, Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, año X, Lim, julio de 2000, p. 348.
49 Casación Nº 2893-2013, Lima, 29/11/2013. Francesco Romano, uno de los precursores de la teoría de la ineficacia del contrato del falsus procurator por defecto de legitimación, indica que el defecto de su legitimación (es decir, de su acción no
legítima) se traduce en la falta de eficacia. La legitimación es un presupuesto para el ejercicio eficaz del poder, el contrato
del falsus procurator es ineficaz por falta de legitimación privada del mismo; pero ese acto es recuperable y deviene eficaz por medio de la ratificación, que es un medio de legitimación sucesiva, que subsana el defecto de legitimación inicial.
ROMANO, Francesco. La ratifica nel Diritto Privato. Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1964, p. 168.
50 Casación Nº 3437-2010, Lima y Casación Nº 2893-2013, Lima.
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La teoría de la eficacia suspendida
es acorde con la seguridad del tráfico
jurídico y permite una manifestación
a posteriori de voluntad del cónyuge
que no participó en la celebración del
negocio jurídico de disposición, promoviendo con ello la conservación del
negocio jurídico –vía confirmación–
que no podría ocurrir con la nulidad.
los efectos jurídicos de aquellos actos de disposición de bienes sociales por obra de un
solo cónyuge. En efecto, en estos supuestos
entendemos que el cónyuge que celebra tales
actos manifiesta su voluntad frente al tercero
careciendo de legitimación, en la medida que
no existe relación jurídica de representación
de la sociedad conyugal a favor del cónyuge
que unilateralmente dispone el bien social, lo
cual tiene sentido en consideración a la protección patrimonial de la familia.
Otra ventaja de esta teoría es que se encuadra
dentro de la corriente que busca flexibilizar
el principio de actuación conjunta de los cónyuges51 lo que se logra a través de la subsanación52 de la ausencia de intervención del
cónyuge en la celebración del negocio jurídico familiar (ratificación del acto, artículo
162), lo cual maximiza los beneficios y
reduce los costos de transacción. Acorde con
la seguridad del tráfico jurídico permite una
manifestación a posteriori de voluntad del
cónyuge que no participó en la celebración
del negocio jurídico de disposición, promoviendo con ello la conservación del negocio
jurídico –vía confirmación– que no podría
ocurrir con la nulidad.
La disposición de los bienes sociales por un
solo cónyuge es un negocio válido, pues la
declaración de voluntad del falsus procurator en sí es íntegra (esto es, inmune de
vicios), el consentimiento se ha formado y
concurren una causa y los otros requisitos de
ley. Lo que pasa es que, según Messineo53,
en opinión que compartimos, el contrato no
es pertinente (perteneciente) al representado.
Este negocio es por lo general irrelevante respecto del dominus (sociedad conyugal); sin
embargo, inter partes no es ni nulo ni anulable, es un negocio ineficaz o, con más precisión, un negocio con eficacia suspendida
(pendet) porque, en todo caso, se atribuye al
interesado un derecho de ratificación54.
Entonces, el negocio es, lisa y llanamente,
ineficaz para el representado (cónyuge no
participante) mientras no lo ratifique, lo que
equivale a decir que es como si, para él, no
se hubiera celebrado. Para el tercero, aunque el artículo 161 no lo diga, el negocio
también es ineficaz si el poder o las facultades alegadas eran falsas. La ineficacia no
puede invocarla la parte negligente, que
51 ARATA SOLÍS, Rómulo Moisés. La sociedad de gananciales. Régimen de comunidad y deudas. Gaceta Jurídica, Lima,
2011, p. 244.
52 La ausencia de asentimiento de uno de los cónyuges es un defecto manifiesto pero que al mismo tiempo se trata de un vicio
subsanable que puede ser salvado. Cfr. MOISSET DE ESPANES, Luis. Publicidad registral. Sunarp, Lima, 2015, p.237.
53 MESSINEO, Francesco. “La sorte del contratto stipulato dal rappresentante apparente (falsus procurator)”. En: Rivista
Trimestrale di Diritto e Procedura Civile. Giuffrè, Bologna,1956, p. 394 y ss.
54 SANTORO PASSARELLI, Francesco. Doctrinas generales del Derecho Civil. Traducción de Luna Serrano. Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1964, p. 360. En igual sentido, Manuel Albaladejo considera que si bien no es un contrato nulo
ni anulable, sino válido; es, sin embargo, ineficaz para aquel en cuyo nombre se ha concluido, porque falta el poder e ineficaz para aquel que lo concluye, porque no lo concluye en su nombre; así, pues, su eficacia se halla suspendida, pendiente
de la ratificación; solución esta prácticamente la más conveniente, porque con ella se deja al interesado la posibilidad de
que, si lo estima conveniente, le haga producir efectos, ratificándolo. ALBALADEJO, Manuel. El negocio jurídico. Librería Bosch, Barcelona, 1958, pp. 378 y 379.
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ESPECIAL | VIII PLENO CASATORIO: LO QUE DIJERON LOS AMICUS CURIAE
puede ser el representado, si con sus conductas permitió que el tercero confiase al representante, o puede ser el tercero, que negligentemente no adoptó las precauciones de
verificar las facultades del interviniente con
ficta representación55.
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Resultará nula la venta unilateral
si el comprador tenía pleno conocimiento que el bien pertenecía a una
sociedad conyugal. Esto es, cuando
se trata de la venta unilateral de un
bien social cuyo comprador conocía
el estado civil de casado del vendedor, demostrándose su mala fe, pues
en este caso el fin sería manifiestamente ilícito.
2. Acto nulo
Resultará nula la venta unilateral si el comprador tenía pleno conocimiento que el bien
pertenecía a una sociedad conyugal. Esto
es, cuando se trata de la venta unilateral de
un bien social cuyo comprador conocía el
estado civil de casado del vendedor, demostrándose su mala fe56, pues en este caso el fin
sería manifiestamente ilícito.
La mala fe es aquel estado psicológico
(convicción) que tiene el adquirente de
haber obtenido la propiedad de un bien de
manera ilícita o fraudulenta. La mala fe, que
se deduce de hechos imputables a las partes contratantes, no se presume, sino que
requiere ser probada. Debe ponerse en evidencia que el adquirente tenía conocimiento
de una situación jurídica viciante.
Así, habiéndose demostrado la mala fe del
adquirente, que probaría además alguna
maquinación o colusión con el cónyuge transferente, dicho negocio jurídico no producirá
efecto legal alguno ya que no nace para el
Derecho, por lo que en tales supuestos no
cabría la confirmación. Con ello, el cónyuge
preterido, que imputa que las partes actuaron
de mala fe, demostraría el fin ilícito del negocio jurídico y, por consiguiente, su nulidad.
Conclusiones y recomendaciones
Luego del análisis realizado, llegamos a las
siguientes conclusiones:
-
La comunidad de vida de la familia
genera relaciones económicas, de ganancias o pérdidas; una comunidad de intereses de carácter patrimonial que se
regula de diferentes formas tomando en
cuenta las necesidades y características
de los cónyuges o convivientes. Implica
un régimen de administración y disposición de bienes que es tratado por el Derecho dentro del llamado Derecho Familiar
patrimonial.
-
La sociedad de gananciales es una comunidad de bienes compuesta por aquellos
adquiridos a título oneroso por los cónyuges, por los frutos y productos de los
bienes propios, correspondiéndoles a
cada uno la gestión de su patrimonio y
a la sociedad conyugal la del patrimonio
social con base en el interés familiar. La
sociedad de gananciales también resulta
aplicable a las uniones estables, por lo
que los alcances del artículo 315 del
Código Civil tienen los mismos efectos
55 LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Librería Studium, Lima, 1986, p. 164.
56 Casación Nº 835-2014, Lima Norte, El Peruano, 30/09/15.
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GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 31 • ENERO 2016
para los actos en los que interviene un
solo conviviente.
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En el caso del matrimonio, la sociedad
conyugal es titular de los bienes sociales bajo un régimen de propiedad en
mano común. La propiedad de los cónyuges respecto de los bienes sociales no
se encuentra representada en una parte
alícuota o cuota ideal como ocurre en el
régimen denominado en nuestro medio
de copropiedad. La sociedad conyugal
es una entidad distinta a sus miembros y
con personalidad jurídica propia.
En materia de la sociedad de gananciales la regla es la representación y administración conjunta y la excepción el
actuar y administración individual. En
efecto, la representación (artículo 292)
y la administración (artículo 313) de la
sociedad conyugal es ejercida por ambos
cónyuges; sin embargo, cualquiera de
ellos puede otorgar poder al otro para que
ejerza dicha representación/administración de manera total o parcial.
Consideramos que la ratio del artículo
315 del Código Civil consiste en proteger el contenido patrimonial de la familia, resguardando el matrimonio como
acto jurídico, reconociendo que es el acto
fundamental y básico que genera consecuencias económicas y a la familia como
institución. Esta protección tiene como
finalidad establecer la correcta disposición y utilización de los bienes matrimoniales, en aras de velar por el mejor
interés familiar. El principio rector de la
disposición de los bienes de la familia es
el interés familiar.
El Derecho de Familia no es ajeno a la
teoría general del negocio jurídico. Si
bien el Derecho de Familia se caracteriza
por su especialidad, creemos que ello,
no obsta, ni restringe, la aplicación en
su ámbito de las normas generales de la
representación de la teoría negocial.
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La hipótesis normativa del artículo 315
es, en realidad, un supuesto de representación sin poder (falsus procurator) consagrado en el artículo 161, regulado en la
teoría de la representación presente en el
Libro II - Acto jurídico del Código Civil.
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La actuación del falsus procurator (véase
cónyuge) se caracteriza por su intromisión en la esfera jurídica ajena, por disponer de bienes o derechos de un dominus (sociedad conyugal) de quien no
tiene poder para ello. El cónyuge que
celebra una compraventa sin autorización del otro, respecto de un bien de la
sociedad de gananciales, carece de facultades de representación (falsus procurator) y de legitimidad para contratar.
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La disposición de los bienes sociales por un solo cónyuge es un negocio
válido, pues la declaración de voluntad
del cónyuge en sí es íntegra, el consentimiento se ha formado y concurren una
causa y los otros requisitos previstos en
el artículo 140; sin embargo, resulta un
negocio ineficaz o, con más precisión,
un negocio con eficacia suspendida pues,
en todo caso, se atribuye al interesado un
derecho de ratificación.
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Sin perjuicio de lo mencionado, la propia especialidad del Derecho de Familia
impide que se pueda establecer a priori
una regla general, que sirva de pauta normativa para la generalidad de los casos. En
tal sentido, en nuestra opinión, si bien el
negocio de disposición de los bienes sociales por un solo cónyuge tiene eficacia suspendida; en los casos en que se demuestre
la mala fe del adquirente (véase conocía
que el cónyuge era casado), devendrá en
nulo, pues lo afecta el vicio de la finalidad
ilícita (inciso 4 del artículo 219).
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Las soluciones a plantearse deben ser las
más eficientes para la familia, tomando
en cuenta el interés de esta y la preservación del patrimonio social.
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